(Siento haber tardado tanto en mandar esta continuación. Dedico este episodio a todas mis fieles lectoras: Angela, Nelsi, Toti, Pato, Romina Malena, Yetey, Vera y Elvia y Cubanita (espero no haberme dejado a nadie), sois todas maravillosas, gracias por seguir a este humilde escritor)

Capitulo 10.

Más incesto.

La puerta de la habitación en la que dormía Olga se abrió muy despacio. Desde la cama esperaba impaciente a la misma persona que acudía todas las noches.

La tía se cerró la puerta tras de si y se acostó justo al lado de su sobrina. La rodeó con el brazo por detrás del cuello y la besó en los labios.

Olga no perdió el tiempo en contestar y fue a por el escote de su tía. Le bajó el camisón y descubrió los enormes pechos que disfrutaba cada noche. Los amasó con ganas y luego se metió un pezón en la boca.

La tía dejó que su mano se fuera a buscar lo que le apeteciera bajo el pijama y las bragas de Olga y allí encontró algo mojado y caliente donde incrustar los dedos.

Como respuesta la tía dejó que su dedo medio se perdiera en las profundidades de cierto coño cavernario arrancando una mueca de placer en las facciones de Olga.

La tía se sacó entonces el camisón por la cabeza quedando completamente desnuda. Se sentó luego en la cama, con las piernas muy separadas, y empujó la cabeza de su sobrina hasta su coño.

Efectivamente Olga se mantuvo en silencio salvo por el ligero rumor de su lengua chupeteando el clítoris de su tía.

Igual que ella, su tía se mojaba de forma muy abundante llenándole toda la boca de deliciosos zumos. Para Olga esto era muy especial por que le volvía loca el sabor de un buen chocho.

Olga continuó lamiendo entre las piernas de su tía. Todo estaba en silencio en la noche salvo los apagados sorbitos y lamidas que le profesaba en el coño.

Olga dijo que no con la cabeza sin separar los labios de los labios vaginales de su tía. Pronto, un chorro de líquido caliente se estrelló contra su cara y se le introdujo en la boca, pero Olga no retiró la cara, no quería dejar una gota sin tragar.

La tía se acercó a conquistar el culo de su sobrina. Todavía llevaba las bragas puestas, unas bragas blancas de punto algo grandes a causa del tamaño poco convencional de su culo. La tía le sobó el culo por encima de las bragas todo lo que quiso y luego la palpó por delante para comprobar lo mojadas que las tenía.

Seguidamente la tía se las bajó utilizando las dos manos y continuó mordiéndole el culo tan pronto como las tuvo a la altura de las rodillas.

Y seguidamente sumergió la cara entre sus piernas. Tenía el coño muy baboso y olía muy fuerte. A la tía se le volvió a mojar el suyo.

Su lengua experta se entretuvo en recoger todo el zumo que pudiera del interior del chocho mientras con el dedo pulgar se dedicaba a acariciar el clítoris. Olga ya no pudo aguantar más y se corrió en la cara de su tía, igual que hacía escasos momentos su tía se había corrido en la suya.

Satisfechas, tía y sobrina se dijeron buenas noches. Primero la tía fue a lavarse al cuarto de baño para después ir la sobrina. La tía se quedó con sus bragas así que Olga se acostó con el culo y el coño al aire. No se puso ni el pijama, se tapó y ya está.

Estaba cansada y cómoda, enseguida concilió el sueño y se durmió profundamente.

Olga soñaba.

Estaba en el despacho de Nuria. Ésta se introducía un descomunal consolador por el coño. Eva y Ana miraban, entretenidas, y mientras, ella dejaba que su tía le comiese el coño sentada en una butaca. "¿Has visto como me has puesto?" Decía Nuria.

Eva y Ana se masturbaban viendo el espectáculo. Nuria introducía el consolador en su coño seguido de la mano y el antebrazo, hasta el codo. De su chocho manaba un jugo cristalino con la misma abundancia que si se hubiese roto una cañería. Lo mismo sucedía con los coños de Ana y Eva, les chorreaba piernas abajo como si tuvieran una manguera escondida en la vagina.

Olga se despertó entonces. Alguien la zarandeaba. La luz de la mesilla de noche estaba encendida.

Olga se incorporó enseguida, abriendo los ojos como platos.

A Olga se le mojó el coño repentinamente.

Rosita vestía apenas una camiseta de tirantes que le marcaba los pezones con absoluta claridad. Olga se quedó unos segundos hipnotizada ante ellos. La niña se abrazaba a sí misma y miraba con ojitos de cordero degollado. Tenía unos ojos marrones preciosos y una boca carnosa y suculenta. El coño de Olga ya palpitaba y ardía.

Diciendo esto Rosa puso su cara a la altura de la de Olga, a escasos centímetros de ella, muy seria y clavando sus pupilas en las de ella.

Repentinamente Rosa dio un brinco para colocarse encima de su prima, sentada en su barriga, con las manos en el pecho, muy cerca de sus tetas.

Rosa agachó su cuerpo hasta ponerse justo encima de su prima, con la cara a escasos centímetros de la suya y sujetándole los brazos con las manos.

A estas alturas eran milímetros los que separaban las bocas de ambas primas. Olga respiraba muy fuerte y había cerrado los ojos.

Rosa se separó de pronto y de otro brinco se colocó al lado de su prima.

Olga abrió los ojos y miró aturdida a su alrededor. Tenía la seguridad de haber mojado las sábanas.

Olga, sabiendo que las sábanas era lo único que ocultaba que no llevaba ni pantalón del pijama ni bragas, le impidió bruscamente a su prima que las retirara.

Rosa puso cara de enfado y miró a su prima con desdén. Luego, sin previo aviso, se quitó la camiseta. No llevaba sujetador. Sus pechos quedaron libres para que Olga los contemplara. Estaban aún por formar, pero eran grandes y firmes.

Rosa se acurrucó junto a su prima pero esta se zafó enseguida, como si quemara.

Eso, y por que se tiene que enterar, pensó Olga. La boca se le hacía agua metafóricamente y el coño literalmente.

Olga se quedó completamente helada. El calor de su coño se extinguió en un segundo, por la espalda le recorrió un escalofrió, los pelos se le pusieron de punta. Todos: los de la cabeza, el vello de los brazos, de las piernas y también el del pubis. Sobre todo esos.

Seguidamente bajó las manos hasta los pechos de Olga. Le arremangó el pijama y se los acarició.

Olga retiró las manos de su prima y se tapó los pechos con el pijama otra vez.

Y diciendo esto le tapó la boca con la suya propia. Le introdujo la lengua en la boca y las dos intercambiaron saliva un buen rato. La mano de Rosa se apoderó otra vez de uno de los pechos de su prima y ésta a su vez se hizo con un pezón.

Rosa se puso a lamer el cuello de su prima todo lo lascivamente que sabía. Arrimó su cuerpecito al de Olga y ésta aprovechó para agarrarse a su culo.

Olga le sobó el culo a conciencia a su prima. Tenía una sensación familiar cuando lo hacía pero no podía adivinar por que. No se daba cuenta de que su culo no era demasiado diferente del de su prima. Ligeramente más pequeño que el suyo, el culo de Rosita eran el comienzo de dos enormes jamones. Olga empezó a buscar por debajo del calzón del pijama, dejando libres los dedos a la búsqueda de cierto coñito.

Rosita introdujo su lengua bien adentro en la boca de Olga. Se puso muy cerquita de ella, notando como el pecho le subía y le bajaba al respirar.

Rosa hizo ademán de retirar las sábanas de la cama para descubrir el cuerpo de Olga. Ésta le ayudó y enseguida estuvieron a un lado de la cama.

Inmediatamente Olga saltó para tapar la boca de su prima con la mano. Lamentablemente ésta se apartó y continuó chillando.

Ahora fue Rosa la que se tapó la boca, intentando ahogar la risa que le producía la situación.

Un olor penetrante asaltó la nariz de la adolescente en cuanto separó los labios menores y mayores de la vagina de Olga. No tardó un segundo en arrojar su lengua a sus interioridades. Dos veces en una noche, pensó Olga, sorprendida de que la chica se lo hiciese tan bien siendo tan joven.

Al rato Olga anunció que se iba a correr.

Con toda la resignación del mundo Olga bajó la cabeza hasta encontrar el chocho de su prima. Era una almeja jugosa y de olor penetrante. A Olga se le empapó el coño y los pezones se le pusieron como piedras sólo con olfatearlo. Necesitaba tocarse un poco mientras lamía, sobre todo por como le había dejado su prima en plena acción.

Olga intentó levantar la cabeza pero Rosa se lo impidió sujetándosela con fuerza con ambas manos y diciendo "¡Que no te pares!"

Durante un rato largo tan solo se escucharon en la noche los gemidos apagados de placer de Rosita mientras su prima se lo comía sin ni siquiera parar a respirar. Finalmente la niña tuvo un orgasmo (esta vez sin avisar) y tampoco dejó a su prima levantar la cabeza entonces. No hasta que se hubiera tragado todo.

Cuando por fin liberó la presa, Olga levantó la cabeza y pudo respirar.

Seguidamente la niña salió disparada por la puerta como si tuviera prisa. "Ahora no voy a poder conciliar el sueño" pensó Olga.

* * *

Una semana después, la tía y Rosita acompañaron a Olga a la estación, de regreso a su casa. Se despidió de las dos en el andén con cálidos besos y abrazos.

Olga subió al tren dejando a madre e hija en el andén, saludándola con la mano. Cuando por fin el tren se puso en marcha las dos volvieron sobre sus pasos para subir a su automóvil.

Y seguidamente besó en la boca a su hija.