miprimita.com

Los Agentes del Ojo (26)

en Grandes Series

Foxglove estaba derrumbada sobre el labio de Joe Ryder. Lloraba desconsoladamente mirando a su amor, nada podía aliviarla, estaba muerto.

Nunca más le vería sonreír, ni sentiría su olor, ni lo tocaría ni le haría el amor.

Se apartó del cuerpo de su amante para vomitar. Las hadas como ella no vomitan como los humanos. De su boca salieron tan solo algunas semillas de amapola y agua de río. Pero lo que no cesaba era el caudal de sus ojos: sus lágrimas eran gotas de rocío que al resbalar por su rostro se hacían tan grandes como si las hubiera llorado un ser humano.

Sujetándose el estomago, la pequeña hada caminó hasta la mano inerte del hombre que había amado. En ella se acurrucó intentando encontrar consuelo en vano, pues el cuerpo empezaba a enfriarse. Permaneció así un rato, intentando encontrar una solución para lo inevitable. Fue entonces cuando regresó al suelo. Tomó aire cuanto pudo y se tapó sus llorosos ojos con las dos manos. Así estuvo unos pocos segundos, luego los volvió a abrir. No era el sótano sucio y oscuro y sembrado de cadáveres donde se encontraba ahora, sino un bosque frondoso y otoñal. Tanto ella como Ryder se hallaban encima de un lecho de hojarasca en un amplio claro. El olor a helechos y musgo asaltaba su pequeña nariz.

Frente a ellos dos había sendos tronos de madera y oro. En ellos se encontraban sentados un hombre y una mujer de una belleza fuera de toda comparación. Eran muy altos y su piel muy pálida, casi blanca. Su cabello muy negro, igual que sus ojos. Vestían ropas lujosas del color del bosque y adornadas con todo tipo de joyas: oro, plata, rubíes, esmeraldas, diamantes…

Insignificante pixie — dijo la mujer con una voz que parecía escucharse por todo el bosque — ¿Cómo has osado invocarnos?

¿Qué quiere un hada plebeya como tú de Oberón y Titania de los Elfos? — dijo el hombre con una voz de trueno —

Mis señores — comenzó el hada con una pose muy humilde — quería pediros una gracia, algo que solo vuestros poderes pueden conseguir…

¿Cómo te atreves? — quiso saber la mujer —

Ninguna gracia vamos a conceder a una criatura tan insignificante como tu — remató el hombre —

Pero ¿Acaso no soy también vuestra hija? — preguntó entonces Foxglove — ¿No merezco hacer un trato como cualquier otra criatura?

Poco puedes tener tu que sirva para hacer un trato — escupió la mujer —

Pero tu llamada nos intriga, insignificante criatura. Habla.

Mi amante ha muerto, poderoso Oberón. Es este su cuerpo…— dijo señalando el cadáver de Ryder —

¿Un mortal? — preguntó Titania — ¿Te has enamorado de un mortal?

Los mortales están más allá de nuestros poderes, pixie — concluyó Oberón —

Intentáis engañarme a mí, a una pobre hada con el corazón roto. ¿Quién manda en el amor? En cuanto a vuestros poderes ¿Desde cuando no afectan a los mortales?

Eres muy lista, insignificante pixie — dijo Titania con una sonrisa — aunque no tanto como crees.

Algo podemos hacer — dijo Oberón — pero hay un precio.

¿No lo hay siempre? — contestó el hada —

¿Amas verdaderamente a ese mortal? — quiso saber Titania —

¿Harías cualquier cosa por él? — preguntó Oberón —

Si, mis señores, lo amo y acepto el precio.

Foxglove volvió a taparse los ojos con las manos y los mantuvo así unos segundos. Al volver a quitárselas ya no estaba en el bosque. Una vez más se encontraba en la mazmorra rodeada de cadáveres y con Joe Ryder muerto y a su lado.

El hada echó a volar hasta posarse otra vez en el rostro de su amante. Le besó en los labios y volvió a llorar.

Adiós, amor mío. Espero que no me olvides…

Y se quedo inmóvil, como si no fuera de carne y hueso. Entonces tuvieron lugar algunos fenómenos inexplicables. El pecho de Ryder empezó a moverse, arriba y abajo. Su corazón volvió a latir con fuerza y su sangre a circular por todo su cuerpo. A la vez, una inoportuna ráfaga de viento sopló por encima de su cuerpo. El efecto que produjo sobre Foxglove fue como si ésta estuviera hecha de ceniza. Se fue desmenuzando poco a poco, descomponiéndose como un puñado de arena hasta no quedar de ella ni una partícula.

Entonces, y sólo entonces, Ryder recuperó la consciencia. Se levantó y dio un vistazo a su alrededor. Sólo había cadáveres por todos lados, incluyendo el de su amigo el profesor. Éste tenía una profunda herida en el pecho y descansaba sobre un charco de sangre. A su lado, si uno se fijaba, había un corazón de considerable tamaño, el mismo que Sofía le había arrancado del pecho.

Se agachó hasta el cuerpo de su amigo para cerrarle los ojos.

Lo siento mucho, Julius — le dijo con tristeza — viniste a rescatarme y has encontrado la muerte. Ojala supiera hacer uno de esos truquitos tuyos de magia y que te levantaras ahora mismo…

En ese mismo momento el profesor tosió una buena cantidad de sangre. Luego abrió los ojos y contempló a su amigo.

¡Estás vivo! — exclamó Ryder lleno de alegría — pero ¿Cómo? Si te han arrancado el corazón…

Los que construyeron este cuerpo… — empezó Traknor con una voz ronca y apagada — sabían lo que hacían. Tengo dos sistemas circulatorios y tres sistemas nerviosos, pero estoy gravemente herido, no se cuanto podré aguantar…

Te llevaré afuera, seguramente los hombres de Dywane sabrán que hacer en un caso como el tuyo…

¿Y como vas a llevarme? Peso casi quinientos quilos… ¿tienes una carretilla por ahí?

Ya se me ocurrirá algo… — dijo Ryder nervioso — pero tu no has sobrevivido a que te arranquen el corazón del pecho para que ahora te me mueras…

¿Dónde está el hada?

Ni idea, pero me imagino que teniendo en cuenta su habitual egoísmo debe haber huido y está ya muy lejos. Supongo que ya no la veremos nunca más.

Pues mejor, me imagino… por cierto, ahora que caigo, la Duquesa se jactó de haberte matado…

Pues mentía — dijo Ryder sin inmutarse — es obvio que sólo quería desmoralizarte, por que aquí estoy hablando contigo.

Quizá pueda ponerme de pie, si me ayudas…

Ryder sujetó a su voluminoso amigo por el antebrazo. Con no poca dificultad consiguieron que el gorila se pusiera de pie de nuevo.

Es espantoso lo que duele… — dijo Traknor con lágrimas en los ojos — y me cuesta respirar…

Nos queda un largo camino de vuelta, así que será mejor que nos pongamos en marcha, el tiempo juega en nuestra contra.

Espera — quiso interrumpir el profesor — dame una de esas espadas, para utilizarla de bastón. Si tengo que apoyarme en ti todo el camino acabarás molido.

Yo también cogeré un arma — dijo Ryder recogiendo un par de espadas del suelo — seguramente nos vamos a encontrar con problemas antes de llegar a casa…

Ryder y el Profesor se encaminaron a trompicones por los pasillos de la mazmorra. Traknor se apoyaba en su espada y en Ryder pero de vez en cuando éste le dejaba solo para avanzar y asegurarse de que el camino estaba despejado.

Julius — comenzó Ryder mientras vigilaba que no hubiera nadie al girar la esquina — ¿No podrías hacer un truquito de esos? Ya sabes, eso de la magia…

Imposible — dijo el profesor — lo he intentado y no funciona. Aquí los deseos se cumplen ¿verdad? Pues creo que el deseo de la Duquesa Sofía fue que los míos no se cumplieran nunca más…

Entonces no podemos contar con ayuda extra…

Podrías intentarlo tú…

No se ni por donde empezar…

Deambularon un buen rato por el laberinto de pasillos hasta reconocer que se habían perdido. Escogían caminos que evitaran las zonas donde se escuchaba algún tipo de actividad, y probablemente eso es lo que les alejaba de la salida.

Ninguno de los dos hemos visto como se entra — dijo Ryder — vamos a tener que parar a alguien y preguntar…

No estamos buscando una dirección en un barrio de tiendas…

¿Se te ocurre algo mejor?

Ryder y el profesor anduvieron hasta un pasillo que recordaba de su viaje de la celda al potro. Era una galería donde se encontraban algunos reclusos. Antes de llegar a la misma había una pequeña habitación en la que hacían guardia algunos carceleros.

Ryder no era capaz de recordar cuantos carceleros habría en aquella habitación, así que improvisó. Probablemente el profesor no estaba en condiciones de pelear, pero todavía parecía bastante amenazador.

Entonces, a la de tres. Uno, dos y…

Y a la de tres los dos se asomaron a la puerta de aquella pequeña cámara. Tres soldados jugaban a las cartas sobre una mesa de madera. Ryder empuñaba la espada mientras Traknor se mostraba amenazador detrás (levantaba los brazos y apretaba los dientes, no tenía fuerza para rugir).

Los soldados reaccionaron con celeridad. La mesa de madera se volcó y los naipes se esparcieron por el suelo. Uno de ellos alcanzó una daga, otro hizo lo mismo con una alabarda y el tercero trató de hacerse con una espada corta, pero ésta se encontraba al otro lado de la habitación, y Ryder pudo asestarle un mandoble antes de poder alcanzar su objetivo.

¡Recuerda que necesitamos al menos a uno vivo! — gritó el profesor aún con la voz ronca al ver como su amigo se cobraba la primera victima—

Lo se, lo se…

El de la daga acudió raudo a clavársela a Ryder, pero éste le esquivo con facilidad. El de la alabarda no tenía espacio para utilizarla, en una habitación tan estrecha, y se colocó entre Ryder y su compañero estorbando los movimientos de los tres.

De uno en uno, de uno en uno — dijo Ryder con su acostumbrado sentido del humor —

¡Maldito seas! — escupió el de la alabarda —

Ryder desarmó al de la daga con un golpe seco y dejó indefenso al otro de un rodillazo entre las piernas.

¡Maldición! — dijo ahora el recién desarmado consiguiendo sujetar el cuello de Ryder —

No sois muy originales en vuestros comentarios — observó Ryder —

El que portara la alabarda acabó por el suelo, justo donde había caído la daga. Así que se prestó a recogerla y se colocó a espaldas de Ryder.

Me gusta muy poco que intenten estrangularme — dijo Ryder asestando un tajo en el estómago del que le sujetaba el cuello haciendo que soltara la presa — me hace poner de muy mal humor…

¡Muere, maldito! — gritó el segundo adversario con la daga en alto —

Ni hablar.

Antes de que el enemigo pudiera bajar su daga Traknor se adelantó para dar un par de pasos y darle un puñetazo en la cabeza. El soldado cayó con el cráneo aplastado. Su compañero se quejaba del dolor y trataba de contener la hemorragia del estómago.

Se suponía que teníamos que dejar a uno sano — observó Ryder — no tenias que pegarle tan fuerte

Perdona — contestó con sarcasmo el profesor — debería haber dejado que te clavara la daga en la espalda.

Ahora ya no tiene importancia. Este idiota es lo mejor que tenemos, le haré un vendaje con sus propias ropas y tendrá que valer.

Mientras rasgaba el jubón del soldado éste se quejaba del dolor mientras trataba de taponar la herida con las manos. Ryder le vendó como pudo. Sabía que la chapuza no le iba a funcionar demasiado bien al herido, estaba perdiendo mucha sangre y era improbable que aquella venda improvisada la parase.

— Muy bien, amiguito — dijo Ryder haciéndose con la daga y enseñándosela al soldado herido — si quieres salir vivo de esta solo tienes que hacer una cosa. Sacarnos de aquí.

Mas de Cerecita

Recuerdos de Ana

De compras

Terapia de pareja

A mis pies

Una mosca en la pared

Un hombre afortunado

La Prueba

Usada 3

A mis pies

Usada 2

Usada

Caso clínico

La cura contra el insomnio

Educando a M

Las desventuras de Nicky I

Me da vergüenza hacerlo.

Sentirse cómoda con una amiga

Las fotos de mamá. Capitulo 16.

Las aventturas lésbicas de Cristina. Capitulo 12.

Las fotos de mamá. Capitulo 15.

Las fotos de mamá. Capitulo 13.

Las fotos de mamá. Capitulo 14.

Las aventturas lésbicas de Cristina. Capitulo 10

Las aventturas lésbicas de Cristina. Capitulo 11.

Las fotos de mamá. capitulo 12.

Las fotos de mamá. capitulo 11.

Las aventuras lésbicas de Cristina. capitulo 9.

Las fotos de Mamá, capitulo 10.

Las fotos de Mamá, capitulo 9.

Las aventuras lésbicas de Cristina, Capitulo 7.

Las fotos de Mamá, capitulo 8.

Cena entre amigos

Las aventuras lésbicas de Cristina, Capitulo6.

Las fotos de Mamá, capitulo 7.

Las fotos de Mamá, capitulo 6.

Las aventuras lésbicas de Cristina, Capitulo 4.

Las fotos de Mamá, capitulo 5.

La peor noche de mi vida

Las fotos de Mamá, capitulo 4.

La educación de Natalia. capitulo 2.

Las aventuras lésbicas de Cristina, Capitulo3.

Las fotos de Mamá, Capitulo 3.

La educación de Natalia. capitulo 1.

Las aventuras lésbicas de Cristina. Capitulo 2.

Las fotos de Mamá, Capitulo 2.

Las aventuras lésbicas de Cristina. Capitulo 1.

Las fotos de Mamá, Capitulo 1.

Cristina, Capitulo 6. Las flores.

La peor noche de mi vida

Cristina, Capitulo 1. Las bragas.

Mamá ¿Cómo puedes ser tan cruel?

Diego (Amor entre rejas)

Escribir un relato corto

Las fotos de mamá (16)

Las fotos de mamá (15)

Las fotos de mamá (14)

Las fotos de mamá (13)

Las fotos de mamá (12)

Las fotos de mamá (11)

Las fotos de mamá (10)

Las fotos de mamá (9)

Las fotos de mamá (8)

Las fotos de mamá (7)

Las fotos de mamá (7)

Las fotos de mamá (6)

Las fotos de mamá (5)

Las fotos de mamá (4)

Las fotos de mamá (3)

Las fotos de mamá (2)

Las fotos de mamá (1)

Los Agentes del Ojo (35)

Los Agentes del Ojo (34)

Los Agentes del Ojo (33)

Los Agentes del Ojo (32)

Los Agentes del Ojo (31)

Los Agentes del Ojo (30)

Los Agentes del Ojo (29)

Los Agentes del Ojo (28)

Los Agentes del Ojo (27)

Los Agentes del Ojo (25)

Los Agentes del Ojo (24)

Los Agentes del Ojo (23)

Los Agentes del Ojo (22)

Los Agentes del Ojo (21)

Los Agentes del Ojo (20)

Los Agentes del Ojo (19)

Los Agentes del Ojo (18)

Los Agentes del Ojo (17)

Los Agentes del Ojo (16)

Los Agentes del Ojo (15)

Los Agentes del Ojo (14)

Los Agentes del Ojo (13)

Los Agentes del Ojo (12)

Los Agentes del Ojo (11)

Los Agentes del Ojo (10)

Los Agentes del Ojo (9)

Los Agentes del Ojo (8)

Los Agentes del Ojo (7)

Los Agentes del Ojo (6)

Los Agentes del Ojo (5)

Los Agentes del Ojo (4)

Los Agentes del Ojo (3)

Los Agentes del Ojo (2)

Los Agentes del Ojo (1)

Club de amantes de las mascotas

Olga (14, ¿Final?)

Olga (13, Una semana antes)

Olga (12, el móvil)

Olga (11, la venganza)

Olga (10: más incesto)

Olga (9: Receso)

Olga (8: las fotos)

Olga (7: las ostras)

Olga (6: las flores)

Olga (5: el sobresaliente)

Olga (4: la mancha)

Olga (3: Sólo piensas en tocarte)

Olga (2: la puta de los lavabos)

Olga (1: Las bragas)

La educación de Esther

Respira hondo y sonrie

Matrimonio con hijas

Me vengaré!

Los tres ositos, versión porno

La Familia Addams X: El aniversario.

Buffy X: las chicas con las chicas