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Las fotos de mamá. Capitulo 13.

en Amor filial

La lengua de Marta jugueteaba con el clítoris de Yolanda.

—    Esfuérzate, Marta — le decía Yolanda — chúpame tal y como te he enseñado…

—    Hago lo que puedo…

—    Y no hables — contestó Yolanda empujándole la cabeza hacia abajo al mismo tiempo — es de mala educación hablar con la boca llena de coño.

Se encontraban en el salón de la casa de Yolanda: la propia Yolanda, Marta y su padre. Los tres estaban completamente desnudos: Yolanda sentada en el sofá con las piernas muy abiertas, el padre de Marta a su lado, masturbándose mientras contemplaba el espectáculo, y por último Marta, arrodillada en el suelo y con la cabeza entre los muslos de la ex novia de su hermano Iván.

Marta llevaba dos vibradores conectados  alojados en su cuerpo: uno en el ano y el otro en la vagina. Eran mucho más gruesos de lo que habitualmente solía introducirse por sus orificios y temblaban como batidoras de cocina. Su padre se levantó del sofá hasta su levantado trasero. Entonces tiró hasta sacar el vibrador que estaba en el ano. Lo contempló un instante y luego, haciendo sitio con los dedos, se lo fue introduciendo al lado del otro, por la vagina.

Marta se quejó de que le hacía daño.

—    ¿Alguien te ha dicho que hables? — preguntó Yolanda — ¿alguien te ha dicho que utilices la lengua para una cosa distinta que comerme el coño?

—    No seas tan severa con la niña — dijo su padre a la vez que exploraba el ano de Marta con los dedos — sólo ha dicho que le hacía daño. A mi me la pone dura saber que le hago daño…

—    Estoy un poco aburrida de tu torpeza con esa lengua — dijo Yolanda dándose la vuelta, ofreciendo sus nalgas — ahora cómeme el agujero del culo, puta…

Marta obedeció sumisa separando con las manos las nalgas de Yolanda y colocando enseguida la lengua en su ano.

Por su parte, su padre hacía algo parecido con su propio culo: también le separaba las nalgas con las manos, pero no para facilitar el acceso de la lengua, sino de algo bastante más largo, grueso y duro.

Su padre la penetró por el ano y no paró de empujar hasta que sus testículos chocaron con las bases de los dos vibradores. Marta gritó de placer.

—    La lengua quieta donde la tienes — le reprendió Yolanda a la vez que se masturbaba con una mano — y métela bien adentro…

Tal y como tenía costumbre, su padre era particularmente violento cuando la penetraba. Si a Marta esto le molestaba nunca lo dijo, y de no haber tenido ocupada la boca en el ano de Yolanda hubiera estado gritando a viva voz con cada arremetida contra su esfínter.

Tras un rato de hacer entrar y salir el miembro de las entrañas de Marta su padre anunció que iba a eyacular. Rápidamente  Marta se dio la vuelta mientras su padre extraía el miembro de su interior y lo agitaba con fuerza. Se colocó en posición, con la boca abierta. En unos segundos una abundante cantidad de esperma le fue a dar en la cara y en la boca, manchando sus gafas y su cabello. Marta sacó la lengua para intentar rebañar los restos de semen en su rostro, pero Yolanda acababa de acudir para besarle y lamerle la cara y llevarse en el proceso buena parte de la polución paterna.

—    No te muevas de ahí — le ordenó Yolanda al acabar — que ahora me toca a mi.

Yolanda se colocó de forma que su entrepierna quedara a escasos centímetros del rostro de Marta. Comenzó entonces a frotar su clítoris de forma enérgica y resuelta. En pocos segundos ella también eyaculó en el rostro de la joven.

Momentos después su padre sacaba uno de los vibradores que se encontraban alojados en su vagina.

—    Éste ha estado en tu culo y en tu coño — le dijo — ¿Dónde lo vamos a poner ahora?

Seguidamente colocó el juguete en la boca de Marta, que se lo tragó como si le fuera la vida en ello.

Yolanda se agachó entonces para sustraer el vibrador que quedaba alojado en Marta. Tras sacarlo se lo llevó a la boca y luego acercó la mano hasta la vagina que había quedado desocupada.

—    Ahora te tienes que correr tu… — le dijo a Marta mientras la masturbaba —

—    Pero si ya me he corrido tres veces en lo que llevamos de tarde…

Fue un momento un tanto confuso para Marta. Notó los dedos de Yolanda en su interior y las manos de su padre en sus pechos. Pronto tenía mas manos en sus pechos y lenguas y labios saboreándolos. De repente se topó con el pene de su padre en los labios y con la lengua de Yolanda entre sus muslos, recorriendo de forma enloquecedora toda la zona comprendida desde su ano hasta su clítoris. Pronto notó uno de los vibradores de nuevo en su ano, tuvo un intenso orgasmo y, casi al mismo tiempo, su padre le eyaculó de nuevo en la boca.

—    Me tendría que marchar — dijo Marta después de tragar — ya hace rato que han acabado las clases y se supone que tendría que estar volviendo del instituto…

—    Pero antes de irte ¿no quieres que me orine en tu boca? — le dijo su padre blandiendo un pene ya algo flácido frente a su cara —

—    Pero llegaré tarde a casa…

—    Sólo mear en tu cara, hija ¿tanto te estoy pidiendo?

—    Déjala — intervino Yolanda — está visto que se ha cansado de nosotros…

—    No, eso no es verdad — protestó Marta — venga… — y abrió mucho la boca y cerró los ojos.

Su padre apuntó hasta que empezó a fluir un líquido amarillo y humeante de su pene.  Acertó de pleno en la boca de Marta y la llenó por completo. La orina colmaba su boca y resbalaba barbilla abajo mojando sus pechos. Su padre torció el chorro para regar sus gafas  y su rostro, su cabello y luego de nuevo la boca. Al terminar, Marta tragó una buena parte de la orina.

—    Luego me dolerá el estómago, como siempre…— dijo Marta limpiándose la cara con el dorso de la mano —

—    No te quejes — le contestó Yolanda — que a ti te gusta tanto como a nosotros…

Marta se marchó al cuarto de baño a limpiarse. Su padre y Yolanda se quedaron sentados en el sofá. Ella le acariciaba el pene a él, que ya comenzaba a estar erecto de nuevo.

—    Que puta es tu hija — comentó Yolanda — se deja hacer todo lo que se nos ocurre…

—    ¿Y que se nos ocurrirá la próxima vez?

—    Me gusta como me chupa —dijo Yolanda acercándose al miembro del padre de Marta para chuparlo — le digo que no sabe hacerlo pero en realidad nunca he tenido una lengua tan golosa entre las piernas…

Al rato Marta regresó vestida. Yolanda y su padre estaban  otra vez enganchados. Ella sobre el regazo de él dando cuenta de su miembro con la boca, pero en cuanto vieron a la muchacha los dos dejaron lo que estaban haciendo para despedirse.

Primero le dio un beso en los labios a su padre, aunque su mirada se quedaba fija en el miembro erecto de éste. Luego se lo dio a Yolanda, a la que al mismo tiempo acarició el pecho.

—    Hasta mañana, Yolanda…

—    No, no me llames Yolanda — le regañó — llámame Mamá…

—    Pero es que…

—    Estoy con tu padre, así que soy tu madrastra, tu caliente madrastra a la que se lo chupas todas las noches, así que quiero que me llames Mamá y que me abraces y me des un largo beso con lengua…

Y seguidamente la abrazó e introdujo su lengua en la boca de la muchacha.

—    ¡Oh, no! — protestó Marta — ¡Me acabo de mojar las bragas limpias!

—     Pues quédate — replicó Yolanda — yo te limpiaré todo con la lengua…

—    No puedo Yolan… Mamá, me tengo que ir…

Dominada por una acuciante prisa Marta hizo el largo recorrido entre la casa de Yolanda y la suya propia. Se trataba nada menos de tres cuartos de hora entre viaje en metro y en autobús. Llegó a casa mucho mas tarde de lo que tendría que haber llegado saliendo a la hora correcta del instituto, pero por el camino había ido trabajando una excusa por si le preguntaban al respecto.

Cruzó la puerta de entrada muy veloz, con la intención de meterse en su cuarto y disimular, pero en el salón se encontraban su madre y sus dos hermanos, con el televisor apagado y cara muy seria.

—    Marta, siéntate con nosotros, tenemos que hablar contigo — ordenó su madre hosca.

Marta dejó la cartera y su carpeta en el asiento de  una silla y luego se quitó el abrigo y lo dejó en el respaldo. El único asiento que quedaba libre se encontraba frente al sofá, justo delante de los tres.

Marta no quería mirarles a los ojos. Les miró a los pantalones, para ver si encontraba alguna erección que demostrase que lo que planeaban era dejarla rendida a polvos.

—    ¿Dónde has estado? — preguntó su madre — ¿Por qué vienes tan tarde?

—    Lo siento, me he entretenido — comenzó Marta recordando la historia que había madurado por el camino — hay una compañera que tiene problemas con la historia y le he indicado los libros que podían venirle bien…

—    No es verdad — le cortó Iván — por que hemos llamado al instituto y hace como dos semanas que haces novillos sistemáticamente.

Marta se mordió el labio antes de contestar ¿semanas hacía? Debía de tener mas cuidado, había perdido completamente la noción del tiempo.

—    ¿Dónde has estado entonces? — volvió a preguntar su madre —

—    No… no es lo que… hay un chico… —improvisó Marta sin estar demasiado convencida de lo que decía —

—    ¡Joder, Marta! — exclamó Sergio que ya no podía mas — ¡No digas mas mentiras! ¡Has estado con Papá!

Marta se quedó con la boca abierta pero enseguida respondió, como accionada por un resorte.

—    ¿Cómo lo sabes?

—    Por que eres tonta — escupió Sergio — todos consultamos la misma página Web y todos hemos visto los mensajes de Papá…

—    ¿Por qué, Marta? — preguntó Mónica una vez mas —

—    Pues…

De repente Marta pensó en darle la vuelta a la situación ¿pero que es lo que había hecho ella de malo? ¿Qué era aquello, un juicio?

—    ¿Y por que no? — soltó de repente —

—    ¿Qué por que no? — dijo Iván gritando — ¿te parece bien lo que le ha hecho a tu madre, lo que me ha hecho a mi?

—    ¿Y que? — dijo Marta enfrentándose a su hermano mayor — incluso las hijas de matrimonios separados tienen el derecho a ver a sus padres…

—    Si — intervino Sergio — de verlo y seguramente de tirártelo también ¿verdad?

—    ¿Y eso es algo malo?  ¿No me lo hago contigo, y con Iván, y con Mamá?

—    Creía que entre tu y yo había algo… — contestó Sergio con tristeza —

—    ¡Ya basta! — exclamó Mónica — ¡Silencio!

Todos se callaron, aunque nadie dejó de fruncir el ceño ni llegó a mirar a la cara a nadie. La tensión se podía cortar.

—    Marta — dijo Mónica por fin —  Nadie puede ni debe impedir que veas a tu padre si eso es lo que quieres, ni tampoco que te acuestes con el. Pero faltar al instituto… mentirnos…

—    No dije nada por que sabía que te ibas a enfadar — replicó Marta —

—    Yo no estoy enfadada. Estoy decepcionada.

—    Yo no quiero estar aquí — dijo Iván levantándose de su asiento —

—    Yo tampoco — dijo Sergio acompañándole —

Se hizo un duro silencio mientras los dos hermanos desaparecían por la puerta. Madre e hija quedaron solas.

—    Al principio… — comenzó Marta — quedaba con Papá en hoteles, ya sabes, para follar…

—    Ya te he dicho que lo que me parece mal no es que tengas sexo con tu padre. Continua.

—    Pero yo quería mas, no tenía suficiente con quedar de vez en cuando, así que me llevó a casa de Yolanda.

—    Y ahora ¿te lo haces también con esa mujer? — quiso saber Mónica muy enfadada—

—    Lo siento Mamá, pero es que… me hacen cosas tan sucias los dos… nunca se lo que va a pasar cuando entro por esa puerta… y papá está siempre tan caliente, me hace enloquecer… es como siempre había pensado que sería… pero contigo en lugar de con ella…

—    Bien — concluyó Mónica — no te preocupes, hija. Vas a llevarme a la casa de esa mujer. Ya es hora de que hable muy seriamente con ella.

                   

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