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Las fotos de mamá (12)

en Amor filial

Mónica amaneció en su cama junto a su hijo Iván. Los dos estaban desnudos, la noche había sido movida. Se incorporó para dirigirse a la cocina a hacerse un café, pero al destapar a su hijo todavía dormido fue incapaz de reprimirse y fue directa a acariciarle el culo que tan hermoso se mostraba ante ella. Lo acarició y manoseó y comenzó a sentir una familiar humedad entre las piernas, así que decidió posponer lo del café, antes iba a desayunar otra cosa. Hizo que su hijo se diera la vuelta ligeramente y se colocó su pene flácido en la boca. Fue chupándolo con ganas hasta despertar al muchacho, que se encontró con una erección en la boca de su madre.

  • Buefof fías — articuló Mónica sin sacarse el miembro de su hijo de la boca — he querido decir buenos días — dijo por fin a la vez que dejaba de chupar—
  • Si que son buenos ¿y yo no tengo nada para echarme a la boca?
  • ¿Qué tal mi coño?

Mónica se sentó literalmente en la cara de su hijo y volvió a bajar la cabeza para continuar con su labor.

Hacía más de dos semanas que su marido se había marchado. No tenía ninguna noticia de él pero no le importaba. Su hijo Iván había asumido de forma excelente las responsabilidades de su padre.

Tras un rato de sexo oral cambiaron de postura. Iván separó todo cuanto pudo las piernas de su madre y seguidamente se la introdujo de un solo golpe.

Los gritos de Mónica se oían desde el otro lado de la casa y despertaron a los otros dos habitantes de la misma.

Marta y Sergio también dormían juntos. Desde la marcha de su padre se habían convertido en lo más parecido a una pareja de enamorados que había en aquella casa: se quedaban mirándose a los ojos mientras practicaban el coito, se llamaban a todas horas, paseaban cogidos de la mano, se hacían regalos sin razón aparente…y dormían juntos todas las noches.

  • Mamá e Iván están otra vez cardando como conejos — mencionó Marta poniéndose las gafas —
  • Podríamos ir a verlos — contestó Sergio — a lo mejor podríamos participar. Me apetece chupársela a Iván…
  • ¿No te apetece más chuparme a mí aquí abajo?
  • De eso nunca tengo bastante…

Sergio se perdió bajo las sabanas buscando la entrepierna de su hermana. Era lo que mas les gustaba a los dos. Sergio adoraba el sabor del sexo de Marta y ella adoraba la lengua de su hermano jugando con su clítoris. Marta tenía orgasmos en la boca de su hermano por lo menos una vez al día.

Pronto el edredón nórdico estuvo en el suelo y Marta, con las piernas muy separadas, disfrutaba de la lengua de Sergio. Los dos estaban también completamente desnudos.

  • Levántate — dijo Marta cambiando inesperadamente de postura — fóllame en la silla…

Sergio, atendiendo a la petición de su hermana, se levantó de la cama y se fue a sentar en la silla junto al ordenador. Tenía el miembro muy erecto. Seguidamente su hermana se fue a sentar justamente encima de él, procurando que su pene entrara por entero en su vagina.

  • Tócame las tetas — le pidió Marta a la vez que se hacía con el ratón del ordenador — quiero ver si hay comentarios nuevos.

Mientras daba ligeros saltitos sobre su hermano haciendo entrar y salir el pene de su interior Marta utilizaba el ratón para entrar en Internet. La página que estaba visitando era la misma en la que su madre y su padre habían publicado fotos pornográficas de la primera. Tras la marcha de su padre nuevas fotos se habían añadido a las lascivas de su madre que tanto habían excitado a toda la familia, pero esta vez se trataba de fotos de madre e hija juntas, entregadas a las mas lujuriosas practicas incestuosas. En la cabecera de las fotos no ponía que las dos mujeres que aparecían en ellas fueran madre e hija ni tampoco que la mas joven fuera todavía menor de edad, pero Marta, su madre y sus hermanos si lo sabían, y de la misma forma que las fotos de su madre habían causado un caliente revuelo en todos sus hijos, la lubricidad que despertaba ver a las dos juntas parecía ser ilimitada.

Sergio acariciaba los pechos de Marta a la vez que su miembro entraba y salía de su interior. Echándose a un lado miraba las calientes fotos de su madre y su hermana. En concreto le excitaba una en la que madre e hija juntaban sus entrepiernas y frotaban sus clítoris. Las fotos las había hecho Iván y él había estado presente en aquel momento. Aquel día tuvo el placer de saborear las vaginas de las dos con la lengua y con el miembro y de eyacular, junto con su hermano, en el rostro de ambas.

Por su parte a Marta le excitaba leer los comentarios que los visitantes de la página dejaban. Nunca había disfrutado de la admiración sexual que despertaba, siempre le había parecido que no le gustaba a nadie, pero ahora allí estaban docenas de internautas que se masturbaban con sus fotos y le dedicaban comentarios obscenos.

"Que culo tan grande y rico tienes, me gustaría destrozártelo" decía uno.

"Mamita esta tu culo muy sabroso, primero te lamería tu rico y sabroso concho, pasaría mi verga húmeda entre tus nalgas sudadas y te daría por tu culo y esa sabrosa concha los dejo y felicidades men les dejo mi correo para intercambiar fotos" decía otro y dejaba su dirección de correo electrónico.

Pero mas abajo Marta se encontró con otro mensaje, éste más perturbador. El apodo del visitante era simplemente "Papá" y decía lo siguiente.

"Hija, veo que la familia está saliendo adelante sin mi. No sabes cuanto lamento el daño que os he hecho a todos y en especial a tu hermano. Me alegra saber que seguís practicando el incesto, eres una jovencita realmente hermosa, ojala te hubiese tenido antes, seguro que los dos lo habríamos pasado francamente bien."

La respiración de Marta se aceleró visiblemente al leer aquel mensaje. Su reacción fue aumentar el movimiento encima de su hermano, absolutamente excitada. El pene de Sergio se movía como un taladro en el interior de Marta y sus manos sujetaban todo cuanto podían sujetar. Marta retorció su cabeza para buscar la lengua de su Sergio. No le costó mucho llegar hasta ella y juntar sus bocas todo lo libidinosamente que podían.

Sergio eyaculó dentro de su hermana y Marta lo hizo segundos después encima de su hermano. Normalmente después de haber estado teniendo sexo se abrazaban y besaban cariñosamente, pero esta vez Marta salió corriendo a la ducha como si acabara de ensuciarse con la más negra de las breas.

Cuando regresó su hermano ya se encontraba desayunando con el resto de la familia, así que ella aprovechó para acercarse de nuevo al ordenador y volver a leer el mensaje.

Se masturbó mientras lo leía y luego abrió su correo para enviar un mail.

El resto del día transcurrió con normalidad: la familia desayunó y se retiró cada cual a sus quehaceres habituales. Sergio notó a su hermana un poco rara, así que decidió llamarla a la hora de comer. Tal vez Marta podría escaparse un rato del instituto y él del trabajo y comer juntos y, si les daba tiempo, tal vez podrían hacer otra cosa después.

  • Lo siento, Sergio — dijo Marta por teléfono — pero ya he quedado para comer…
  • ¿Ya has quedado para comer? — quiso saber Sergio extrañado — ¿Con quien?
  • Con unas amigas…
  • ¿Con que amigas? — preguntó Sergio que sabía de la poca sociabilidad de su hermana —
  • ¡Pues unas amigas! — contestó Marta nerviosa — ¿es que no puedo salir a comer con unas amigas?
  • Claro que si, no te enfades…
  • Tengo que colgar. Me esperan…
  • Vale — dijo Sergio turbado — nos vemos en casa entonces…
  • Un beso, Sergio. Te quiero.
  • Yo también te quiero.

Marta salió del instituto y se dirigió hasta una cafetería. Estaba muy nerviosa y sentía una cálida y familiar humedad entre las piernas.

Ocupó una mesa, pidió un café y esperó inquieta. A eso de los diez minutos un hombre se sentó en la silla de enfrente. Era su padre.

  • Hola Marta — dijo al sentarse — estás muy guapa.
  • Hola, papá — contestó Marta tartamudeando —
  • No sabes lo mucho que me alegro de que hayas aceptado tener esta cita — comenzó a hablar su padre muy cordial—cuando recibí tu mail pidiéndome que te llamase al móvil… ya me imaginaba que tu no me tendrías rencor…
  • Eso no es así, papá — interrumpió Marta — te odio por lo que le has hecho a Iván y a mamá… con lo bien que estaba yendo todo…
  • Yo… lo siento…
  • Es un poco tarde ya para sentirlo…
  • Nunca quise hacerle daño ni a tu hermano ni a tu madre — contestó su padre bajando la cabeza —
  • Ya no se si creerte…

Se estableció un silencio incómodo entre padre e hija en el que ninguno de los dos se permitió mirar a la cara al otro. De repente la camarera les interrumpió para tomarle nota al nuevo cliente. Tras pedir otro café, el padre de Marta retomó la conversación por un camino diferente.

  • Me ha gustado mucho lo que habéis hecho en la página web…
  • ¿De veras?
  • Si, eres una jovencita muy hermosa y sexy…
  • ¿Es verdad lo que me dijiste? ¿Qué siempre me has deseado? ¿Qué me mirabas lascivamente y que te has masturbado pensando en mi?
  • Todo es verdad — contestó su padre con una sonrisa maliciosa — siempre te he deseado, hija. Ahora mismo, solo por tenerte delante no te imaginas lo dura que se me ha puesto.

Marta se estremeció. Desde lo mas hondo de su sus entrañas un calor sofocante la llenaba haciendo que se sintiera incómoda y excitada.

  • Estás temblando, hija — le dijo su padre acariciándole el rostro — ¿te pongo nerviosa?
  • Un poco…
  • Me alegra saberlo — contestó su padre con una sonrisa — me parece que nos vamos a entender muy bien, hija…
  • Puede.
  • Marta, he querido que quedáramos en esta cafetería por que aquí al lado hay un hotel. He reservado una habitación para ahora mismo ¿te gustaría subir conmigo?

Marta tan solo asintió con la cabeza.

El padre de Marta se levantó y dejó dinero en la mesa para pagar las consumiciones. Cogió a su hija de la mano y se la llevó de allí.

Cuando ambos cruzaban la puerta de la cafetería la sujetó de la cintura y la atrajo hacia si para besarla en la boca y acariciarle el trasero por encima de la tela de los vaqueros. Marta no solo no se resistió sino que se dejó hacer como si fuera una muñeca de trapo.

  • Lo siento, hija — dijo al separar los labios — no podía esperar un segundo a besarte ¿te ha molestado?

Marta tan solo negó con la cabeza.

Durante el camino la llevó rodeándola con el brazo por encima de los hombros y besándola de vez en cuando. Ambos en silencio.

El hotel estaba ciertamente muy cerca de la cafetería aunque era más bien una pensión con clase.

Tenía pagada una habitación en la segunda planta a la que había que acceder por las escaleras. Su padre subió detrás de ella y, aprovechando la perspectiva, volvió a colocar la mano en el culo de Marta, sólo que esta vez no fue un tocamiento furtivo sino prolongado y lascivo.

  • Lo siento, hija — dijo sin retirar la mano — no he podido evitarlo ¿te he molestado?

Marta volvió a negar con la cabeza. Temblaba toda y tenía la piel brillante de sudor. Bajo la tela de su camiseta se adivinaban dos pezones duros como el granito.

Una vez en la habitación su padre se abalanzó a toquetearla: entre las piernas, en el trasero, en los pechos…

  • Por fin te tengo donde quería, hija…

Enseguida Marta estuvo tumbada en la cama y su padre le quitó sin ninguna ceremonia primero los zapatos, luego los vaqueros y por último las bragas. Como hiciera la vez anterior le separó los muslos e introdujo los dedos en su vagina.

  • Sabía que estarías mojada — dijo al introducir los dedos en ella — igualita que tu madre…
  • No hables de ella ahora — se apresuró a matizar Marta —
  • Perdona…

El padre de Marta le separó los muslos todo lo que pudo. Después colocó su cabeza entre ellos y se dispuso a darse un festín con su vagina. Como era habitual en ella, clamaba de placer tan alto como podía.

  • Papá — consiguió decir entre gemidos — por favor, métemela ahora…

Haciendo caso de la instrucción su padre se bajó los pantalones. Su pene de tamaño poco convencional iba acompañado de una erección en todo su apogeo. La enterró de un golpe en las entrañas.

  • Siempre… — comenzó a decir Marta no sin cierta dificultad — siempre he querido que llegara este momento, papá, siempre te he querido dentro de mi…
  • ¿no te hago daño, mi amor?
  • Lo que me haces… es feliz…
  • Yo también soy muy feliz, hija…

Marta fue despojada de su camiseta y sujetador mientras era penetrada. Su padre sentía la necesidad de besar y lamer sus pechos mientras estaba en su interior.

Le producía un placer enorme escuchar los gemidos de su hija, contemplar su rostro contraído por el placer y sobre todo disfrutar a placer de ese cuerpo de diecisiete años que desde que había comenzado a mostrar formas de mujer deseaba poseer.

El orgasmo les llegó casi al mismo tiempo y su padre eyaculó en su vientre. Cayó rendido a su lado y su reflejo fue rodearla con el brazo y besarle la mejilla.

  • ¿Te han gustado, Marta? ¿Te han gustado las cosas que te ha hecho papá?
  • Todavía me queda un rato antes de volver a clase — contestó Marta — ¿podemos echar otro?
  • No has tenido bastante ¿verdad?
  • No. Pero eso no significa que te perdone.

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