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en Hetero: General

Nicky estaba muy nerviosa. No había nadie más esperando en aquella sala y no estaba acostumbrada a llevar el tipo de ropa que se había puesto para la entrevista ¿Por qué le hacían esperar tanto? La falda que llevaba le hacía un culo enorme… pero era la más elegante que tenía…se la había comprado en cierta ocasión, para ir a la boda de un amigo que, al final, no la invitó. Una amiga la había ayudado a maquillarse y le había prestado unos pendientes discretos. Bueno, más que una amiga era una vecina.

De repente la secretaria abrió la puerta y le invitó a pasar.

Era un despacho corriente, sin demasiados lujos. Había una butaca delante de la mesa del hombre que la iba a entrevistar, que se apresuró a saludarle con un apretón de manos. Era un hombre de mediana edad, seguramente unos diez años mayor que Nicky. Muy elegante, con un afeitado y un corte de pelo perfectos.

Ahora estaba todavía más nerviosa. El hombre no dijo nada, mientras ojeaba el currículo que ella había traído.

 

    Lo cierto es que tiene usted un buen currículo…

    Gracias…

    Aunque me temo que, para el puesto que tenemos vacante, ninguna de estas habilidades le será necesaria…

 

El caballero tiró el currículo sobre la mesa, como devolviéndoselo a Nicky porque, después de todo, no valía nada.

 

    El puesto es de “Especialista anti estrés”.

    Pues… — comenzó a decir Nicky sin mirar al caballero — creo que ha debido haber un error, entonces… porque yo no tengo conocimientos sobre ese tipo de trabajo…

    No buscamos a nadie con una titulación — continuó el caballero — la estoy mirando y creo que podría ser perfecta para el puesto…

    ¿De veras?

    Su trabajo consistiría en proporcionar al personal de esta oficina, tanto masculino como femenino, placer oral cuando éstos se lo soliciten, con el fin de aliviar el estrés que sus duras jornadas laborales les ocasionan…

 

Nicky se quedó callada unos segundos. Se miró los pies y miró al caballero que tenía enfrente ¿había entendido bien?

 

    Quiere decir — dijo Nicky perpleja — que debería comerles la polla a sus trabajadores…

    Dicho en palabras vulgares, si. Su trabajo consistiría en lamer el pene o la vagina de nuestros trabajadores y trabajadoras cuando estos se so soliciten. Por eso le he dicho antes que me parecía usted muy adecuada para el puesto. Su boca se me antoja muy adecuada para este trabajo, sus labios carnosos y su tamaño me parecen idóneos…

    Esto… es un poco ser una prostituta…

    No, de ninguna manera. Usted será técnico especialista anti estrés. Si desea prostituirse por dinero con algún miembro del personal, es algo completamente respetable y cuenta con mis simpatías, pero será exclusivamente cosa suya y se le exigirá que ejerza dicha actividad fuera del horario laboral o en su tiempo libre.

    Ya veo…

    No acabo de notarla muy convencida — dijo el caballero — quizá piensa usted que, como es un trabajo que no precisa de una titulación le vamos a pagar un sueldo muy bajo… mire, si acepta el puesto usted cobrará esto…

 

El caballero le mostró el contrato sin formar en el que se especificaba, entre otras cosas, una astronómica cantidad mensual. Nicky necesitaba el dinero.

 

    De acuerdo… pues acepto…

    Enhorabuena — dijo el caballero — me alegra entonces darle la bienvenida a nuestra familia corporativa…

 

El hombre le enseñó entonces los documentos que debía firmar.

 

    Se me olvidaba — dijo de pronto — es una formalidad, pero antes de firmar, debería someterla a una prueba…

    ¿Cómo dice?

    Que estoy convencido de que usted será ideal para el puesto, pero no sería un correcto seleccionador de personal si no lo comprobara personalmente.

 

El caballero se levantó, manipulando la cremallera del pantalón. Nicky continuaba sentada. El hombre sacó entonces el miembro del pantalón, algo erecto ya. Quedaba a la altura de la boca de Nicky.

 

    Adelante, no tenga miedo. Métasela en la boca…

 

Nicky obedeció, engullendo una verga que comenzó a acrecer de tamaño una vez en su boca. Quería el trabajo, así que puso todo su empeño en mamársela a aquel buen hombre.

 

    Nuestros trabajadores le indicarán, cuando soliciten sus servicios, donde prefieren eyacular: en su boca, en su rostro, en su pelo, en su ropa… yo prefiero hacerlo en su boca, y que usted se lo trague todo.

 

 

Nicky continuó chupando. El hombre parecía sentir placer a ratos. Luego le daba instrucciones.

 

    Utilice la lengua… descanse un poco lamiéndome los testículos…succione fuerte, así… no me equivoqué cuando me imaginé que lo haría muy bien.

 

Finalmente el hombre eyaculó. Una tormenta de semen explotó en la boca de Nicky. Pero ella quería el trabajo, así que se esforzó por tragárselo todo, sin que una sola gota le resbalase por el labio.

 

El hombre se abrochó el pantalón y volvió a su asiento. Terminaron de firmar los documentos y, dándole un fuerte apretón de manos, le dijo a Nicky que la esperaba al día siguiente para trabajar.

 

El día después, Nicky llegó temprano y preguntó por Verónica, la jefa de personal a la que le habían indicado que tenía que presentarse.

Verónica era una mujer delgada, de cabello rubio, recogido. Tenía aproximadamente la misma edad que Nicky e iba muy bien vestida.

 

    Tu nombre es Niurka ¿verdad?

    Así es, aunque prefiero que me llamen Nicky…

    Entonces te llamaremos Nicky — dijo sonriendo —

    ¿Qué eres? ¿Cubana?

    De Venezuela… pero llevo muchos años aquí…

 

Verónica llevó a Nicky por una oficina abarrotada de gente, cada una en un cubículo prefabricado, trabajando frente a un ordenador.

 

    Esta es Nicky… — iba diciéndole a la gente con simpatía—

 

Finalmente llegaron a un cubículo vacío, con su mesa y su ordenador, como el resto de despachos.

 

    Esta es tu mesa — dijo verónica — y tu ordenador. Podrás cambiar la contraseña, aunque ahora está funcionando la que tenía la chica a la que sustituyes. Es “recipiente de semen”.

 

Nicky se quedó estupefacta. Verónica sonrió.

 

    Tenía mucho sentido del humor…

 

Verónica movió el ratón. El monitor se iluminó. Había un programa abierto en pantalla.

 

    Este es el programa que vas a utilizar para tu trabajo. Los miembros del personal que quieran solicitar tus servicios deben hacerlo mediante el correo electrónico. Tu no necesitas atender el correo… el programa recibe esos correos y, si tienen el formato de formulario indicado por la empresa, te organiza las citas por orden de llegada, enviándoles a ellos un correo con la hora aproximada a la que pasarás a verles.

 

Verónica le mostró entonces una lista en la que se veían nombres relacionados con una hora y una localización en la oficina.

 

    ¿Ves? Ya tienes unas doce solicitudes hoy… si te fijas, la tercera soy yo…

    Y...  debo ponerme a ello cuanto antes ¿verdad?

    Intenta respetar los horarios…

 

Verónica abrió entonces un cajón bajo el escritorio y comenzó a sacar objetos de él.

 

    Necesitarás estas cosas… — dijo dejando sobre la mesa un cojín — esto te ayudará a trabajar tantas horas arrodillada…

    Bien — dijo Nicky abrazando el cojín —

    Y esto — le dijo acercándole un frasco de colutorio — para que hagas enjuagues de vez en cuando…

    Claro…

    Un protector de estómago. Si tragas mucho esperma, y créeme, lo tragarás, puedes acabar con un buen dolor de barriga…

    Nunca he tenido ese problema — dijo Nicky, sincera —

    Has tragado mucho ¿verdad? Se te nota. Lo pensé en cuanto te vi…Y aquí tienes toallas y pañuelos de papel… no te tengo que decir para que son ¿verdad? Seguro que eres una experta y yo aquí, intentando darte lecciones…

    Yo…

    Bueno, nos vemos luego, a eso de las diez…estoy deseando tenerte debajo de mi mesa…

 

Nicky no tardó mucho en terminar de instalarse. Entonces, con el cojín bajo el brazo y algo compungida, se dispuso a acudir a su primera cita.

 

Se trataba de un informático gordito, con gafas, que se puso muy nervioso en cuanto llegó.

 

    Hola — dijo ella — soy Nicky… has pedido hora ¿verdad?

    Si… así es… te he visto llegar antes, con Verónica…la verdad es que eres muy guapa…

 

Nicky estaba demasiado avergonzada para darle conversación. Dejó caer el cojín en el suelo y se arrodilló.

 

    Estarías más guapa si no llevaras esas gafas…

    Gracias.

 

El chico se desabrochó la cremallera. Estaba empalmado, pero tenía un pene bastante pequeño.

 

    ¿Dónde te gusta…? — dijo Nicky inaudiblemente —

    ¿Qué dices? No te oigo…

    Correrte… que donde te gusta hacerlo… en mi boca, en mi cara…

    No lo se… ¿puedo correrme en tu cara y luego que te lo tragues todo?

    Pues… si tu leche está en mi cara ¿Cómo me la voy a tragar? No tengo una lengua tan larga…

    Vale… entonces en tu boca…

 

Nicky comenzó a chupar. El miembro del chico le cabía entero en su gran boca sin dificultad. Mientras Nicky succionaba, el muchacho susurraba “oh, si” y “Dios, que bueno…”. Eyaculó sin avisar. Inundando la boca de Nicky de un líquido espeso y caliente que fue engullendo mientras iba brotando. Al final tan solo quedaron algunas gotitas que Nicky recogió con la punta de su lengua y tragó.

 

Nicky se limpió la boca con el dorso de la mano y se puso de pie. El chico le dio las gracias mientras se volvía a abrochar la cremallera.

 

    Ha sido muy bueno — decía — ¿te importa si te pido más sesiones durante el día?

    No me importa… — contestó Nicky sin mirarle — vendré con mucho gusto…

    ¿De verdad? Además de guapa eres simpática…

 

Su siguiente parada era un ejecutivo de la planta superior. Tenía un despacho propio y también una secretaria. 

 

    Soy Nicky — dijo — la experta anti estrés…

    Hola, yo soy Amelia — dijo la secretaria con una sonrisa — Encantada de conocerte. Está hablando por teléfono, pero puedes entrar…

 

En el despacho había un hombre de su edad recostado en su silla y hablando por teléfono. Llevaba corbata y camisa y gesticulaba mientras hablaba.

 

    Es la técnico anti estrés — dijo Amelia —

    Que pase— dijo indicándolo con un gesto — espere un  segundo, no cuelgue…

 

El hombre tapó el auricular con la mano y se dirigió a Nicky.

 

    Hola ¿Qué tal estás? Amelia — dijo dirigiéndose a la secretaria — puedes dejarnos solos…

 

Una vez la secretaria hubo cerrado la puerta tras de si se dirigió nuevamente a Nicky.

 

    Llevo un día horroroso ¿Podrías hacer tu trabajo mientras hablo por teléfono?

    No hay problema…

    ¡Genial! Ven, ponte debajo de la mesa, tendrás más sitio… ¿puedes desabrocharme tu misma el pantalón? ¡Estupendo! Por cierto, me gustaría eyacular en tu cara, si puede ser… ¿puedo hacerlo en esas gafas de pasta que llevas?

    Claro…

    ¡Estupendo! Pues empieza cuando quieras…

 

Nicky se colocó bajo la mesa. No había luz ni demasiado sitio. Palpando llegó a la entrepierna del hombre, que ya estaba empalmado. Le bajó la cremallera y del pantalón surgió un pene de un tamaño considerable.

 

    ¿Qué? — dijo volviendo a tapar con la mano el auricular — La tengo grande ¿verdad? A ver si te cabe entera…

 

Nicky no tuvo problema con eso. Fue capaz de engullir la verga en toda su longitud. El hombre siguió hablando por teléfono como si tal cosa mientras Nicky recorría con su lengua toda la polla. Finalmente, tras unos largos minutos, el hombre colgó el auricular.

 

    Perdona que haya tenido que hablar mientras trabajabas — dijo — lo hace realmente bien… eres mucho mejor que la otra chica…le pones mucho interés, se nota que te gusta…

 

Nicky succionaba con energía aquella polla que le llenaba toda la boca. A diferencia de su primer servicio, aquel ejecutivo tardó bastante más en eyacular.

Cuando estaba a punto, se incorporó y apartó la silla, para tener una perspectiva clara del rostro de Nicky. Apuntando a sus gafas, comenzó a meneársela con energía hasta que un abundante chorro impactó en las mismas. Un segundo chorro fue a estrellarse en sus labios y un  tercero en su frente, ensuciándole el cabello y chorreando mejilla abajo.

 

    Ha sido genial — comentó el ejecutivo, que aun trataba de apurar las últimas gotas — límpiame la polla con la boca, por favor…

 

Nicky obedeció, tragándose todo lo que quedaba en el glande de aquel hombre.

 

    Ha sido muy bueno, te agradezco mucho tu buena labor — dijo dándole unos cuantos pañuelos de papel — pero ahora te tengo que pedir que te marches. La verdad es que tengo mucho trabajo…

 

Nicky abandonó el despacho limpiándose las gafas, con la cara todavía goteando semen. Amelia le pasó una toalla.

 

    Toma, la necesitarás…

    Gracias ¿Cómo es que tienes una toalla ahí contigo?

    La próxima vez te la traerás tu misma, pero he visto pasar a muchas chicas ocupando tu puesto y, el primer día, ninguna se espera necesitar una toalla…

    Es verdad… te lo agradezco…

    No es necesario, somos compañeras… cualquier cosa que necesites no dudes en pedírmelo…

 

Nicky se dirigió a su tercer servicio aquella mañana. Se trataba de Verónica, la jefa de personal que le había enseñado cual era su puesto.

Verónica tenía un despacho propio, aunque pequeño, sin secretaria y nada ostentoso.

 

    ¡Que bien que ya estás aquí!

    Hola — dijo Nicky —

    ¿Qué tal tu primer día? Me imagino que debes de estar disfrutando ¿verdad? Pues ahora te toca conmigo… ¿tienes tantas ganas como yo?

    Pues…

    Te confieso una cosa… aunque claro, aunque no la confiese ¡Vas a terminar averiguándolo tu misma!

 

Verónica se rió ante su ocurrencia.

 

    Verás, me he estado imaginando este momento y, bueno, creo que he empapado bien las bragas… si te esperabas un chochito seco… va a ser todo lo contrario ¿o a lo mejor te gusta más así?

 

Nicky no sabía muy bien que decir. Solamente se ruborizó y bajó la mirada, como solía hacer a veces.

 

    ¡Te gusta más así! Debería habérmelo imaginado… bien salado y sucio ¿verdad? Venga, no puedo esperar un segundo más, ponte bajo la mesa…

 

Nicky obedeció, tirando el cojín al suelo y gateando hasta alcanzar la posición. Verónica se quitó las bragas y se las dio a Nicky.

 

    Toma, si quieres, te las puedes quedar…como trofeo… yo tengo más en el cajón…

 

Verónica separó bien las piernas, colocando una sobre la mesa y otra en el apoya brazos.  Su falda había quedado a la altura de su barriga y mostraba una vagina depilada abierta y encharcada de zumos. Nicky acercó la lengua manchándose toda la cara. Verónica se la apretó contra su coño.

 

    ¡Qué ganas tenía de tenerte en esta posición! — exclamó Verónica — en cuanto te vi, supe que tu lengua me iba a hacer ver el cielo…

 

Nicky no decía nada. Sólo chupaba y chupaba con energía, concentrándose en el clítoris y a la vez recogiendo y tragando todo cuanto manaba de aquel agujero.

 

    Ojalá las normas de la empresa — comenzó a decir Verónica, echando la cabeza hacía atrás — me permitieran tenerte aquí, bajo mi mesa, toda la mañana… me correría una y otra vez en tu cara…

 

Nicky no hizo demasiado caso a las palabras de Verónica. Simplemente continuó lamiendo con energía. Después de todo era su trabajo.

 

    Que bien lo haces… — murmuraba Verónica — eres mucho mejor que tu predecesora, eso te lo garantizo…

 

Verónica apretó la cabeza de Nicky contra su vagina, frotándose contra su cara. También se masajeaba el clítoris a la vez que Nicky usaba su lengua contra él.

 

    No te lo he dicho antes — continuó Verónica — pero yo soy de ese tipo de mujeres que eyaculan… estás a punto de recibir un potente chorro de líquido en tu boca… no es necesario que te lo tragues todo, no podrás, pero me gustaría que lo intentarás ¿de acuerdo?  Para mi es importante que te lo tragues…

 

En unos pocos minutos, mientras Verónica gritaba, un potente chorro caliente impactó en la cara de Nicky, llenando su boca, empapando sus gafas y manchando su blusa. Era como si le hubiesen echado un globo lleno de agua a la cara sólo que de algo más viscoso que el agua.

 

    No te dejes nada — dijo empujando la cabeza de Nicky contra su entrepierna — límpiame el coño con la lengua…

 

Nicky continuó lamiendo hasta que Verónica estuvo satisfecha. La dejó ir entonces. Nicky echó mano entonces de pañuelos de papel. No había traído la toalla, no creyó que la necesitara en esta ocasión.

 

    ¡Que bueno ha sido! — sentenció Verónica — supongo que tu has disfrutado tanto como yo ¿verdad? Esto es lo que te va… ¿verdad?

 

Nicky no dijo nada. Trataba de limpiarse en vano todo el pegajoso líquido que tenía en la cara.

 

    Te pediré otra cita para la tarde… así podrás volver a disfrutar de mi coño antes de irte a tu casa…

 

La jornada laboral de Nicky transcurrió de forma muy parecida hasta la hora de comer. Pasó varias horas de rodillas, dando placer con su boca a treinta y tres empleados más. Uno de ellos volvió a ser el informático que había pedido su primer servicio, y que volvió a eyacular en su boca. Veintiuno de los treinta y tres eligieron eyacular en su boca y que Nicky se lo tragara todo. A la hora de comer, tenía el estómago revuelto; ocho optaron por hacerlo en su cara y parece que todos estuvieron de acuerdo en que, el mejor sitio por donde empezar, era en sus gafas; otro quiso eyacular en su ropa, manchándole la blusa y el resto fueron mujeres, ninguna de las cuales eyaculó como Verónica, aunque una de ellas tenía la regla y le dijo a Nicky que tenía especial interés en que se tragara su flujo menstrual (que era bastante abundante) a lametazos.

 

La empresa tenía una cafetería para empleados. Nicky cargó su bandeja con un refresco y una sopa y buscó donde sentarse. Enseguida Verónica le hizo gestos para que se sentara con ella y un grupo de chicas que no conocía todavía. Se las presentó  a todas y le hicieron sitio. Hablaban de política, de chismorreos, de la serie que comenzó la otra noche por televisión… Nicky no conocía a nadie y se le daba fatal relacionarse, así que no intervino en la conversación.

 

    Nicky, no estés tan callada — dijo Verónica — cuéntanos algo de ti…

    No se que contar…

    ¿No? Pues lo haré yo — se encogió de hombros Verónica — esta chica, aquí donde la veis, es la mejor experta anti estrés que hemos tenido jamás…

 

El resto de la mesa comenzó a felicitarla con entusiasmo. Verónica continuó hablando por ella.

 

    La he tenido entre las piernas esta misma mañana y… bueno, os la recomiendo, sabe lo que se hace…

    ¿De verdad? — dijo una chica gordita — pues enseguida te pido un servicio, eso yo no me lo pierdo…

    Yo también lo haré — dijo una chica rubia — ¿me dejarías orinarme en tu boca, Nicky? ¿te tragarías mi pis?

    Eso no está permitido… — le regañó Verónica — no tiene obligación de hacer una cosa así…

    Pero no me importa — admitió Nicky —

    ¿De veras? Entonces te pediré un servicio y me mearé en tu boca y en tu cara…

    ¡Es que es fantástica! — dijo verónica con entusiasmo — le encanta su trabajo, lo disfruta…yo casi he tenido que echarla de debajo de mi mesa…

 

Todas rieron la ocurrencia. Excepto Nicky.

 

    Yo no te echaría, Nicky — dijo la chica gordita — puedes quedarte bajo mi mesa todo lo que quieras…

 

Nicky probó su sopa y la dejó a un lado. Estaba llena, no le entraba ni una cucharada.

 

    ¿No tienes hambre? — quiso saber Verónica —

    Tengo el estómago revuelto — reconoció Nicky — he tragado mucho semen…

    Ya me lo imagino — sonrió verónica — se te ve la cara de felicidad…

 

Nicky se marchó entonces a dejar su bandeja sin haber tocado nada de lo que se había comido. Por el camino se encontró a Amelia, la secretaria.

 

    ¿No has comido nada?

    Tengo el estómago revuelto…

    Si luego más tarde tienes hambre, llama a mi extensión y haré que te suban algo a tu despacho.

 

Por la tarde, después de comer (Aunque Nicky, en realidad, no había comido), fueron cuarenta y siete servicios más. El informático del principio repitió dos veces más, y volvió a hacerle tragar su esperma; a Verónica le tocó de nuevo a última hora de la tarde. Esta vez, Nicky llevaba una toalla; entre corridas en su boca y en su cara, como novedades hubo un hombre maduro, obeso y sudoroso, que quiso que Nicky le lamiera el agujero del culo. Nicky ignoraba si eso estaba estipulado en su contrato, pero no le dio más importancia y lo hizo de todas formas; las chicas de la comida también pidieron un servicio, tanto la gordita, que la tuvo bajo la mesa mientras trabajaba, como la que quería orinar en su boca, cosa que hizo abundantemente.

 

Al día siguiente, tras una noche reparadora en la que el agotamiento le había hecho dormir profundamente, Nicky llegó al trabajo puntual y fue interceptada por Verónica.

 

    Buenos días, Nicky — le dijo con una sonrisa — hoy es un día especial para ti…

 

La llevó hasta su mesa y le dejó encender su ordenador. Nicky escribió “recipiente de semen” y entendió perfectamente que su predecesora eligiese esa contraseña.

 

    ¿Ves esto de aquí? — dijo Verónica señalando una nueva entrada en su organizador de citas — esto es un servicio especial que anula todos los demás. Hoy hay una reunión de departamentos. Tienes que estar allí puntual. Mientras dure la reunión tú estarás debajo de la mesa ocupándote de los genitales de todos los asistentes, si puede ser de más de uno a la vez…

 

     ¿Y como lo voy a hacer, de más de uno a la vez? Sólo tengo una boca…

    Estas dormida aun ¿verdad? Como si no supieras, con tu experiencia, lo que tienes que hacer…se rápida y procura que se corran pronto… trágatelo todo, no dejes que una sola gota manche un pantalón… y que no noten más que tu boca, tu lengua o tus manos… no seas una molestia…

    De acuerdo… me esforzaré…

    ¡Buena chica! Y cuando acabe la reunión, te quiero debajo de mi mesa… hoy te he reservado tres veces… vas a disfrutar como nunca hoy…

 

Nicky llegó a la reunión cuando todos los convocados estaban ya sentados a la mesa. Avergonzada, se presentó y se metió discretamente bajo la mesa. La reunión comenzó y ella tuvo un repentino mareo ¿por donde empiezo? Se preguntó. Fue hacia la bragueta que tenía más cerca y encontró un pene todavía flácido. Se lo metió en la boca y aquello comenzó a crecer enseguida. Recordó las palabras de Verónica y, antes de que la polla de aquel hombre comenzara a ponerse flácida fue a por la del siguiente. Poco a poco tuvo a siete pollas erectas a su alrededor. Se dedicaba a mamarlas de forma arbitraria, quedándose unos minutos con cada una, tratando de que ninguno esperase demasiado a que se la chuparan. El primero que eyaculó lo hizo por sorpresa, acertándole en la cara. Se apoderó de ella y acabó de ordeñarla con cuatro lametazos. El siguiente eyaculó en su boca, de forma abundante y copiosa. Nicky recordaba que no debía permitir que una sola gota manchara un pantalón, así que s esforzó en  tragárselo todo. Continuó así y consiguió que los siete asistentes a la reunión eyacularan media hora antes de finalizar. No tenía previsto esa contingencia, así que se dedicó a juguetear con los penes flácidos que se encontraba. Ninguno de ellos le dijo que se retirara.

 

    Enhorabuena — le dijo Verónica al salir de la reunión — el director general me ha dicho que les has dejado impresionados, y que te pague una prima extra por tu buen trabajo…

    ¿Cuál de ellos era el director general?

    Un hombre calvo, de mediana edad…

    Vale — contestó Nicky — el que casi me ahoga, con su leche…

 

Nicky se fue afianzando en su puesto. Se hizo muy popular en la empresa e incluso le pidieron que hiciera horas extra. Mucha gente se quedaba después de que acabara su jornada laboral sólo para que Nicky se la mamara.

Corrió la voz de que, a diferencia de su predecesora, a Nicky no le importaba aceptar extravagancias. Así, orinarle en la boca se hizo muy habitual, así como muchas otras rarezas que ella aceptaba sin problema alguno.

 

Cierto día, el ejecutivo que la había citado la primera vez tenía hora a media mañana. Recordando lo abundantemente que eyaculaba ese hombre se llevó consigo la toalla.

Cuando llegó, se extrañó de no encontrarse con Amelia en su puesto, así que fue directamente a la puerta del despacho del ejecutivo estaba entreabierta. Desde fuera se escuchaba un sonido inconfundible. Llamó con los nudillos, pero nadie contestó. Pensó en darse media vuelta, pero… le habían solicitado un servicio… así que empujó la puerta y entro.

Amelia se encontraba medio desnuda, en lencería blanca. En cuclillas daba cuenta de la polla del ejecutivo, que estaba de pie, con los pantalones bajados.

 

    Hola Nicky — dijo Amelia tan pronto la vio llegar — ven, arrodíllate conmigo…

 

Nicky dejó su cojín en el suelo y tomó su lugar junto a la secretaria. Amelia le dejó sitio y le sujetó el miembro a su jefe para que ella se lo metiera en la boca.

 

    ¿Tú también haces esto? — quiso saber Nicky —

    Claro… — contestó Amelia — parte de mi trabajo es ocuparme de que él está satisfecho y relajado…

 

Nicky comenzó a mamar de aquella polla que conocía bien. Amelia no se quedaba al margen, y le lamía los testículos a su jefe mientras Nicky engullía la mayor parte. Luego, se turnaban, Nicky lamía el tronco mientras Amelia saboreaba el glande. De vez en cuando, las lenguas de las dos chicas se rozaban y Amelia aprovechaba para besar a Nicky en la boca, lamiéndole la lengua y los labios.

El ejecutivo les acariciaba la cabeza a las dos mientras se deshacía de placer. Murmuraba “así, así” una y otra vez. Finalmente anunció que se iba a correr. Las dos chicas se pusieron muy juntas y con la boca bien abierta a esperar el regalo. Finalmente llegó, con la abundancia acostumbrada, La mayor parte se estrelló contra el rostro de Nicky y sus gafas, sólo una pequeña parte le entró en la boca. Algo también recibió la cara de Amelia. El ejecutivo les dijo que le limpiaran la polla con la lengua, y Nicky se adelantó a hacerlo, tragándose todo lo que todavía quedaba en le punta del glande. Luego, Amelia le lamió el semen que quedaba de su cara, guardándoselo en la boca y pasándoselo después con un beso.

Cuando Nicky se iba a levantar Amelia la detuvo con un gesto.

 

    Todavía no has terminado — dijo el ejecutivo — el servicio que he pedido también incluye a Amelia…

 

Amelia se bajó las bragas y se colocó de pie sobre el rostro de Nicky. Puso su entrepierna encima de la boca de la venezolana, que comenzó a lamer como sabía.

 

    Que lengua tan buena —dijo Amelia empujando la cara de Nicky contra sus muslos —

    Es verdad — añadió el jefe — es una fenómeno…

 

Amelia se dejaba hacer y movía las caderas, masturbándose con el rostro de Nicky. Tardó mucho en correrse. Nicky temió por el horario A sus otras citas no les iba a gustar que llegara tarde, pero finalmente Amelia tuvo un  orgasmo muy placentero y Nicky pudo marcharse.

Amelia se despidió de ella con un sabroso beso en la boca.

 

 

 

Cuando llevaba allí casi dos semanas, Verónica le invitó a cenar a su casa. Le dijo que siempre le estaba hablando de ella a su marido, y que era una ocasión perfecta para alardear de amiga.

 

 

Nicky, que no solía hacer amigos con facilidad, se presentó muy contenta en la casa de Verónica con una botella de vino que le había costado una pequeña fortuna. Iba bien arreglada, quería causar buena impresión.

 

    ¡Hola! — le recibió Verónica con cordialidad — ¿Qué has traído? ¿Vino?

    Si, espero que vaya bien con lo que hayas preparada para cenar…

    Pues… gracias…

 

Verónica le hizo pasar. La mesa estaba puesta y un atractivo hombre de edad le salió al paso para saludarle. Nicky le dio dos besos. Estaba encantada. Una cosa era tener una compañera de trabajo y otra una amiga.

 

    Me han hablado mucho de ti… — dijo el marido de Verónica — estaba deseando conocerte…

    ¿A sí?

 

Nicky echó un vistazo a su alrededor. A falta de que le enseñaran la casa trató de hacerse una idea general. Cuando miró la mesa se dio cuenta de que solamente había puestos dos cubiertos.

 

    Me parece que te has llevado una idea equivocada — comenzó a decir Verónica — cenar, vamos a cenar mi marido y yo, cuando tu te hayas ido… después de que te follemos…

    ¿Qué?

    Por supuesto te vamos a pagar — dijo Verónica — ya se que las chicas como tu hacéis esto por dinero… aunque disfruten como disfrutas tu…

    ¿Las chicas como yo?

    Las prostitutas…

 

Nicky se quedó sin habla, casi al borde del llanto. Verónica debió notar algo porque se encogió de hombros y cambió de actitud.

 

    Lo siento, te hemos insultado sin proponérnoslo…cariño, págale por adelantado, es una profesional y nosotros nos hemos comportado como unos idiotas…

 

El marido de Verónica sacó la billetera y le dio a Nicky un buen fajo de billetes.

 

    ¿Va bien cien?

 

Nicky se quedó mirando el dinero, estupefacta, sin decir nada. Entonces, de repente, simplemente dijo…

 

    ¿No puede ser un poco más?

    ¡Pues claro que si! — dijo verónica aliviada — ahora entiendo lo que te pasaba… venga, dale cuatrocientos, te aseguro que se los merece…

 

Nicky se guardó el dinero en el bolso.

 

    Ahora desnúdate, puta — dijo verónica — llevo deseando verte desnuda desde el primer día que te vi…

 

Nicky se desnudó, a pesar de la vergüenza que le daba que la vieran desnuda: el culo y las piernas demasiado gruesas, los pechos pequeños…

 

    ¡Que buena estás, zorra, como me pones!

 

Verónica hizo que Nicky se doblara por la cintura. Se mojó la mano con saliva y comenzó a masturbarla por detrás. Su marido se había sacado la polla fuera. Era bastante grande.

 

    Cómele la polla a mi marido, puta…

 

Nicky obedeció, metiéndose en su experta boca toda la longitud que se le ofrecía.

 

    Verónica dice que disfrutas tragando semen — comentó el marido de Verónica — hay que ser una autentica zorra para que te guste algo así…

 

Nicky se quejó un segundo. Verónica estaba trasteando en su vagina de una forma poco amable.

 

    ¡Mira! — dijo de pronto — le cabe la mano entera…

 

Verónica empujaba su mano coño abajo, su pulsera chocaba con las enormes nalgas de Nicky.

 

    Cómeme la polla, puta, me voy a correr en tu garganta…

    Fóllale la boca a esa cerda…

 

Nicky se sobrecogió ante la agresividad repentina de aquellos dos. Quiso protestar, pero recordó los cuatrocientos euros en su bolso y se le ocurrió que eso les daba derecho a hacer lo que les diera la gana con ella. Los testículos del hombre chocaban con su barbilla una y otra vez, parecía que la estuviese metiendo en un coño, y no en su boca

 

    Me voy a desnudar — dijo Verónica apartándose del trasero de Nicky —

 

 

El marido de Verónica hizo entonces que Nicky le acompañara al sofá. Él se sentó cómodamente dejándola a ella de rodillas en el suelo. Volvió a engullir la polla y comenzó a pensar que había desarrollado esas dos semanas la suficiente destreza como para conseguir que aquel hombre se corriera cuando ella quisiera. Pero se le antojó que sería mejor hacerle llegar al cielo antes de hacerle regresar a la tierra.

El marido de Verónica dio un grito de placer que resonó por toda la casa.

 

    Tenías razón — dijo a su esposa — la come como una verdadera experta… nunca me la habían mamado igual…

    ¿Verdad que si? — dijo Verónica, apareciendo completamente desnuda — pero es normal… las mulatitas como ella lo llevan en la sangre…

 

Verónica se sentó junto a su marido abriéndose de piernas todo cuanto pudo.

 

    Ahora me toca a mí…

    ¿Qué dices? No voy a dejar que deje de mamar hasta que me haya corrido en su boca…

    No seas así… dale por el culo ¡Lo tiene enorme!  Y seguro que está loca porque lo hagas…

 

De mala gana, el marido de Verónica cambió de posición para sodomizar a Nicky mientras ésta daba cuenta de la entrepierna de su esposa.

 

    Yo se lo que te gusta — dijo verónica mientras separaba con los dedos los labios de su vagina para facilitarle el acceso a Nicky —  saborear mi coño bien sucio ¿verdad? Llevas la palabra puta escrita en la cara…

 

Nicky sintió de pronto una violenta intrusión en su ano. No estaba nada acostumbrada en absoluto al sexo anal y la penetración le resulto harto dolorosa, pero aguantó estoicamente hasta que la tuvo toda en su interior.

 

    Tiene el culo inmenso — dijo el marido de Verónica — pero el agujero estrechito…

    Que raro… con lo zorra que es seguro que ese culazo ha tenido mucha demanda…

 

Los improperios se sucedieron uno tras otro mientras era sodomizada con violencia y devoraba la vagina de Verónica. Ésta fue la primera en eyacular, con la abundancia habitual. Nicky estaba más que acostumbrada a ser bañada por aquel torrente de flujo y sabía lo que tenía que hacer, interceptarlo con su rostro, abriendo bien la boca, tratando de tragar el máximo posible.

 

    Traga, puta… se que te encanta cuando me corro en tu cara…

    Ahora me toca a mi — dijo el marido de Verónica, desincrustando el pene del resto de Nicky — quiero correrme en su boca…

 

Obediente y con la cara empapada todavía, Nicky se puso en posición.

 

    ¿Me la limpio primero? — preguntó el marido de Verónica —

    ¿Por qué?

    Bueno… la acabo de sacar de su culo…

    A ella le gusta así… en la oficina nunca dice que no a lamer un ano sucio…

 

Como dándole la razón, Nicky se apresuró a meterse la polla en la boca y mamarla con energía. En pocos segundos hizo que el hombre descargara sus abarrotados  testículos en su boca. De hecho, eyaculó tanto que rebosó de sus labios y cayó al suelo. Nicky conocía su oficio, así que, después de tragárselo todo, bajó la cabeza hasta el suelo para lamer las gotas que se habían desperdiciado.

 

Nicky trató de buscar su bolso, para al menos limpiarse con un pañuelo de papel, pero Verónica le salió al paso con una toalla.

 

    Límpiate…has disfrutado ¿verdad?

 

Nicky simplemente asintió con la cabeza.

 

    Pero ahora nos gustaría que te fueras… tenemos que darnos una ducha y nos estorbas un poco ¿comprendes?

    Claro…

    Te dejaría que te dieras una ducha pero… creo que a ti te gusta ir sucia ¿verdad?

 

 

 

El lunes la rutina de Nicky en la oficina continuó como siempre. De hacer una media de 50 servicios al día pasó a los 100. Muchos empleados repetían constantemente. Verónica pedía unos cinco servicios al día y el otro más reincidente era el informático gordito que había sido su primer servicio el día que comenzó. Su nombre era Carlos y, poco a poco, fue perdiendo su timidez.

 

    Creo que eres muy guapa — le dijo un día mientras ella se la mamaba de rodillas — eres la chica más guapa que he conocido nunca y… bueno, me preguntaba…

 

Nicky dejó de chupar y alzó la cabeza inquisitivamente.

 

    ¿Te gustaría que tuviéramos una cita?

 

Nicky no tenía muchas citas. Era demasiado tímida, le costaba mucho conocer hombres.

Aquella noche Carlos la pasó a recoger por su casa y fueron a cenar a un restaurante. No era un restaurante demasiado bonito, ni caro ni romántico, pero Nicky no estaba acostumbrada a ir a restaurantes ni que la invitarán a cenar, así que fue muy agradable. Carlos le hablaba sobre su trabajo. Los sistemas informáticos de la empresa y otras cosas muy aburridas que Nicky no comprendía y a las que tampoco prestaba atención.

Al terminar, Carlos le propuso ir a su casa a tomar una copa.

 

 

    Es un piso pequeño — dijo en cuanto entraron — pero para mi solo está bien…

 

Realmente el piso era diminuto. El comedor y la cocina estaban en el mismo ambiente y, al final, había un dormitorio no muy grande.

Nicky dejó su bolso en un sillón y se acercó cariñosamente a besar a Carlos.

 

    Pero… ¿Qué estás haciendo? — dijo Carlos retirándose violentamente —

    Pues… darte un beso…

    ¿Un beso? ¿Con esa asquerosa boca en la que no paran de correrse en todo el día? ¡Ni hablar! Sería como besar una cloaca…

 

Nicky se quedó muda. En su interior quería preguntar para que la hubiera invitado entonces a su casa, pero esa pregunta no era necesaria hacerla.

 

    Lo que quiero es que te desnudes y vayas al dormitorio… — dijo Carlos — primero me comerás la polla y luego te follaré…

 

Nicky comprendió, pero estaba paralizada.

 

    Te pagaré…no seas desconfiada…

    Págame por adelantado — dijo Nicky de pronto —

    De acuerdo, de acuerdo…

 

Carlos sacó su billetera y le ofreció a Nicky unos cuantos billetes.

 

    ¿Doscientos está bien?

    Vale.

 

Nicky se guardó el dinero y se fue directa al dormitorio. Sin prisa pero sin vergüenza se quitó la ropa por completo. Cuando terminó, Carlos entraba en la habitación, también desnudo y acariciándose el miembro.

 

    ¡Que buena estás! — dijo sin dejar de tocársela — tienes un culo enorme… lástima que no tengas tetas, pero tu culo…

 

Nicky no esperó más. Se abalanzó a mamar una polla que conocía muy bien. Sabía lo que a Carlos le gustaba, cuando succionar, cuando lamer, cuando meneársela un poco…en un minuto lo tuvo al borde del orgasmo… pero le había pagado doscientos euros y se merecía un buen servicio, así que paró y se apoyó en la cama, mostrándole su enorme culo para que se la follara. Como loco Carlos se la metió de un golpe. El ano de Nicky ya estaba algo más dilatado que la última vez y casi no le dolió. Nicky movía el culo como una experta y Carlos, enfebrecido, no tardó en anunciar que se iba a correr.

 

    Hazlo en mi boca — dijo Nicky —

 

Carlos apreció la sugerencia y la sacó del culo para metérsela en la boca. Nicky sabía lo que le gustaba y se lo tragó todo.

 

Nicky se levantó entonces y fue a buscar su ropa. Carlos había quedado derrotado, echado sobre la cama. Cuando vio que Nicky se ponía las braguitas la interrumpió.

 

    Oye… me preguntaba… en la oficina dicen que te gusta que te orinen en la boca…

    Hazlo — dijo Nicky secamente poniéndose de rodillas y abriendo mucho la boca —

    Llevo mucho tiempo queriendo mearme en tu boca — reconoció Carlos mientras apuntaba — pero nunca me había atrevido a pedírtelo…

 

El primer chorro acertó en su cara, en mitad de sus ojos. Luego movió su pene para acertarle en la boca. Nicky tragaba sin esfuerzo, como si fuese un inodoro humano.

 

Pronto, en la oficina corrió la voz de que Nicky se prostituía. Casi cada noche tenía una cita distinta con alguien de la oficina. La mayoría habían probado su lengua y su boca, pero deseaban probar también su culo, verla desnuda, ofrecerla a amigos y conocidos, al esposo o a la esposa… pero sobre todo, hacerle ingerir ingentes cantidades de semen, de orina e incluso de sangre menstrual.

 

Aunque el sueldo que ganaba con su puesto era muy bueno, Nicky se despidió al mes de trabajar allí. Alegó motivos personales, pero bien podría haber dicho que echaba de menos tener el estómago vacío a la hora de comer.

Sus compañeros de la oficina la llamaban constantemente para pedirle citas, especialmente Verónica, Carlos y Amelia, pero ella les dijo que ya no se prostituía, y terminó cambiando su número de teléfono para que no la molestaran.

Había ganado una pequeña fortuna con todo aquello, así que decidió comprarse unas buenas lentillas para así desterrar sus gafas para siempre y se apuntó en una clínica de estética para que le operaran las tetas. Se iba a poner unas bien grandes.

 

 

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