Escribir un relato corto.

Para mi esta página de Internet (Todorelatos) es muy importante, ya que siempre he creído que no solamente los escritores que tienen la suerte de ver publicadas sus obras tienen buenas ideas que merezcan ser leídas. En una página como esta, cientos de autores aficionados publican sus trabajos con más o menos pretensiones y haciendo gala de una imaginación y entusiasmo del todo encomiable. Me doy cuenta que la mayoría de ellos se enfrenta a la página en blanco únicamente armado con su entusiasmo, creatividad y sentido común, pero sin los conocimientos básicos sobre estructura ni de los pequeños trucos con los que cuentan los escritores ya consagrados, pero aun así, en la mayoría de los casos, salen airosos dejando alto el listón y creando textos más que legibles.

Este texto no es más que una muleta que yo, un humilde escritor aficionado que entiende que sabe muy poco pero algo más que muchos de los escritores aficionados que publican aquí, pretende tender a todos vosotros, creativos, para que el camino que habéis elegido sea más sencillo y más ameno. Si alguno de vosotros encuentra este texto interesante y útil, mi cometido se habrá cumplido con creces.

¿Qué es un relato?

Un relato es una narración en prosa de duración breve caracterizada por tener una trama sencilla y pocos personajes y detalles.

Como texto literario el relato posee siempre una estructura que incluye presentación, nudo o conflicto y desenlace.

La introducción es la parte que nos proporciona los elementos necesarios para comprender el relato. El nudo o conflicto muestra el problema que es necesario resolver y el desenlace resuelve dicho problema.

Para que vayamos entendiendo todos estos conceptos nada mejor que un ejemplo.

Digamos que nos proponemos hacer un relato del tipo que suelen publicarse en esta página. El argumento sería el siguiente.

La acción transcurre en un camping en el que se encuentran de vacaciones una madre, una hija y el padrastro de la segunda y esposo de la primera. La muchacha siente deseos hacia su padrastro, que son mutuos, y se propone practicar el sexo con el. Se lo impide la presencia de su madre, de modo que la muchacha idea un plan para burlar la atención de ésta. Pone un somnífero en un refresco que su madre toma en la cena y luego, cuando los tres se han ido a dormir, se desliza hasta la tienda de sus padres para llevar a su padrastro hasta su propia tienda. Una vez allí comienzan a practicar el sexo salvajemente pero, de pronto, la madre despierta y el padrastro recuerda que su esposa derramó el refresco durante la cena y tuvo que servirse otro. Hijastra y marido utilizarán su ingenio para tranquilizar con excusas a la adormilada mujer que nunca se imaginaría lo que realmente pasa en la tienda contigua a la suya.

En este ejemplo, la presentación sería la parte que cuenta que se encuentran los tres de vacaciones en el camping y la relación que existe entre ellos.

El nudo sería la parte en que descubrimos que la muchacha siente deseos sexuales hacia su padrastro y que urde un plan para acostarse con el. Entonces lo lleva a cabo y suceden los imprevistos que hemos indicado más arriba, incluyendo que la madre despierta inesperadamente.

La conclusión sería la parte en la que padrastro e hija siguen con lo suyo mientras inventan excusas para tranquilizar a la madre adormilada.

Aunque yo he ordenado estos tres segmentos en una secuencia lógica, no es necesario que en una historia siga un orden concreto, se puede invertir el orden de la forma que se quiera, incluso empezando por el desenlace y luego por la presentación para acabar con el nudo. Las películas que hace el director norteamericano Quentin Tarantino son un buen ejemplo de alterar el orden lógico de la estructura formal de una historia.

Atmósfera.

La atmósfera es el sentimiento o sensación que predomina en el relato y que consigue que sea un relato de terror, humorístico o, en el caso que nos ocupa a nosotros, erótico.

Edgar A Poe decía que si el primer párrafo de un relato no tiende ya a la producción de la mencionada atmósfera, ha fracasado ya en el primer paso.

Así pues, en nuestro ejemplo, vamos a crear una atmósfera erótica. Si lo hacemos correctamente, al ser leído,  nuestro relato excitará sexualmente al lector.

He notado que muchos relatos publicados en esta página comienzan con una larga introducción en la que se describe una situación con todo lujo de detalles y a los personajes de forma sistemática, dejando para después la acción erótica. Esto es un grave error de principiante, ya que en esa larga introducción no hay atmósfera ninguna y nos aparta por completo del efecto que queremos conseguir desde un primer momento.

En nuestro ejemplo, para crear la atmósfera adecuada, deberíamos empezar nuestra historia en el momento de la acción, antes de explicar nada. Yo escogería hacerlo en el momento en el que la hijastra se adentra en la tienda de campaña de sus padres y trata, mediante susurros y toqueteos, de llevar a su padrastro a su propia tienda. Recalcaría el parentesco entre ambos y sus deseos.

Ser conciso.

Un relato solamente ha de contener la información que nos interesa para conducir la historia, todo lo demás ha de dejarse fuera. Imaginemos que vamos al médico porque llevamos unos días con dolores de cabeza muy fuertes. Lo que no vamos a hacer cuando nos sentemos en su consulta es contarle que llegamos hasta allí en coche, aunque en el coche de nuestro cónyuge, porque el nuestro está en el taller; ni que cuando éramos pequeños nos gustaba jugar a la pelota. Lo que haremos es contar que tenemos un dolor agudo en la cabeza desde hace días y, como mucho, describiremos el tipo de dolor y la frecuencia con la que lo notamos, es decir, lo necesario para que el doctor entienda cual es nuestro problema y nos ayude a solucionarlo.

En nuestro ejemplo debemos dejar fuera detalles tan irrelevantes como los motivos que han hecho que la familia veranee junta en ese camping o cuando se casó el padrastro de la protagonista con su madre. Lo que realmente importa es el parentesco entre los personajes, la atracción mutua entre dos de ellos y el escenario donde tiene lugar la acción.

Los personajes.

Aunque en un relato los personajes son una parte fundamental sin la cual sería muy difícil contar una historia, éstos no acostumbran a estar debidamente perfilados porque sus “vidas” literarias van a ser muy breves y de ellos sabremos solo aquello que nos interese para narrar nuestra historia.

Un error de principiante muy habitual es detenerse a describir minuciosamente a los personajes cuando no es especialmente necesario. Recuerda que en tu relato solamente debes incluir aquella información que realmente vaya a ayudarte a conseguir tu cometido.

Aun así, una herramienta muy socorrida en la literatura erótica es la descripción física de la belleza sexual de los personajes. Por ejemplo, podemos insistir en como se le marca la ropa a una chica o recrearnos en hacer una descripción de un personaje que acaba de desnudarse. De cualquier forma, recuerda que cualquier información que no incluyas en tu relato será completada por la imaginación del lector y, aunque con tus descripciones no hayas sido capaz de hacer ver exactamente el aspecto del personaje que tienes en mente, si dices por ejemplo que era una atractiva chica rubia de 19 años, tus lectores sabrán exactamente que imaginarse.

(Yo tengo la costumbre de dejar muchos detalles importantes a la imaginación del lector. El objetivo de esto es hacer que éste participe “añadiendo” así de alguna forma los personajes y otros detalles a su gusto, siendo el objetivo que el relato le resulte más grato. Si funciona o no, son los que me conceden el privilegio de leerme los que deben decirlo).

Punto de vista o voz.

Con el nombre de “voz” denominamos al narrador de nuestra historia. Podemos escoger entre un gran abanico de opciones a la hora de contar las cosas. El narrador puede ser uno de los personajes implicados en la historia, lo que significa que solamente será capaz de expresar su punto de vista, sin conocer el de los demás ni contarnos como se sienten otros o que están pensando. También podemos escoger un narrador omnisciente, que nos cuente todo lo que pasa incluyendo como se sienten los personajes o que piensan en todo momento, así como cualquier cosa que suceda en el relato. El narrador puede ser una persona que cuenta lo que uno de los protagonistas le estuvo explicando, por lo que no tendrá ninguna información sobre lo que los otros personajes pensaban o sentían, pero tendrá su propia opinión sobre los hechos.

Las posibilidades son casi infinitas y deberás elegir la tuya teniendo en cuenta que es lo que más te conviene a la hora de transmitir tu idea. La gente que se mete en talleres de escritura suele realizar el ejercicio de escribir una misma historia narrada de diferentes puntos de vista (o voces), lo que siempre es interesante a la hora de averiguar cual es la voz que le va mejor a la historia que quieres contar.

Mostrar y decir.

La diferencia entre mostrar y decir, en literatura, puede significar la diferencia entre que tus lectores se sumerjan en la lectura o encuentren pesado y aburrido lo que están leyendo. En gruesas pinceladas es la diferencia que existe entre decir “Luis estaba muy nervioso y por eso tardó más de lo debido en quitarse los pantalones” o mostrar lo que a Luis le cuesta quitarse los pantalones, como tartamudea al hablar, como resopla y dice lo siento una y otra vez. En el primer caso el lector sabrá que Luis está nervioso porque tú se lo has dicho, pero en el segundo caso será el lector el que habrá decidido que Luis está nervioso sin que nadie se lo haya dicho de forma directa. Esa participación que se le pide al lector es lo que hace que se sumerja en la historia, porque está colaborando contigo a escribirla.

Giros.

En nuestra historia de ejemplo el conflicto que la protagonista (La muchacha), debe resolver, es la forma de poder practicar el sexo con su padrastro sin que se entere su madre. Ella elabora un plan, que consiste en hacer que su madre se tome un somnífero con un refresco. Así, por la noche cuando vaya a buscar a su padrastro, su madre estará profundamente dormida y no molestará.

Por supuesto la historia podría haber concluido con que el plan funcionara a la perfección, que la madre se durmiera y los otros dos acabaran teniendo una tremenda noche de sexo incestuoso (O casi), pero eso es algo que fácilmente se puede esperar, es aquello que le hemos dicho a lector que va a suceder y es exactamente lo que espera que suceda.

Nadie quiere leer una historia o ver una película que sabe como va a acabar. Uno de los mayores placeres de la narrativa es ser sorprendido una y otra vez por lo que estamos leyendo. Del mismo modo que queremos colaborar en lo que estamos leyendo, nos gusta que nos sorprendan, ya sea porque el asesino no es precisamente el que esperábamos, o porque al final del relato sucede algo monstruosamente horrible que nunca nos hubiéramos imaginado, o algo tan divertido que nos hace troncharnos de risa… Para eso existen los giros. Son vuelcos arguméntales que cogen por sorpresa al lector y lo llevan en una dirección diferente a la que se le estaba llevando. En nuestro relato de ejemplo hemos puesto sólo uno (que la madre se despierta), pero podría haber muchos más. Por ejemplo la madre podría descubrir lo que está sucediendo realmente y, en lugar de escandalizarse, unirse a los otros dos (Bien mirado este giro es bastante predecible por lo acostumbrados a él que nos tiene las películas pornográficas), o tras los acontecimientos que ya hemos explicado, podríamos incluir una escena en la que los dos cónyuges hablan de como fue el encuentro sexual entre padre e hija, dando entender que la madre supo en todo momento lo que sucedía, se hizo la dormida y estuvo escuchando lascivamente todo el rato, que todo era un plan para, más adelante, llevar a la muchacha a la cama conyugal donde padre y madre se encargarían juntos de dar cuenta de ella.

Será tu capacidad de inventar giros inesperados lo que puede hacer que tus lectores queden gratamente sorprendidos y lo pasen bien, aunque no cometas el error de apoyar todo el interés de tu relato en los giros o en un ingenioso giro final. El relato tiene que ser consistente de principio a fin o tus lectores se aburrirán antes de llegar a tu ingenioso giro.

Concluyendo.

Dicho todo esto, no hay que olvidar que todos los que publicamos en esta página somos aficionados, escribimos para divertirnos (aunque alguno tenga pretensiones de escribir algún día de forma profesional), y un exceso de atención a la técnica y la norma puede ir en detrimento, precisamente, de las razones que nos mueven a dedicarnos a esto. Además, es importante tener claro que la escritura es una disciplina artística y, por encima de cualquier norma o técnica, está la creatividad y el instinto, o dicho de otra forma, si a ti te parece correcto lo que has escrito, aunque contradiga la norma más elemental, no lo cambies. Existen cientos de formas de “acertar” a la hora de escribir, tantas que no podría mencionarlas todas en un texto como este (de hecho mis humildes conocimientos no abarcan tanto como eso), de modo que es posible que estés, sin saberlo, utilizando una de ellas o incluso quien sabe, inventando una nueva.

Mi consejo principal es que os acerquéis a la escritura con entusiasmo, sin miedo a equivocaros y tratando de hacerlo lo mejor posible. Todos tenemos algo que decir y, en el terreno de la literatura erótica, todos tenemos fantasías que podemos plasmar en papel y que pueden ser muy atractivas para terceras personas. Tanto el acto de escribir como el acto de leer son un gran placer y, si se trata de este tipo de literatura, más todavía.

Un abrazo y gracias a todos por leerme.