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Los Agentes del Ojo (34)

en Grandes Series

Casi sesenta personas esperaban completamente desnudas y encerradas en una jaula de hierro forjado colocada a la intemperie a que los verdugos viniesen a asesinarlos.

Antes de ser encerrados en aquella estrecha construcción habían permanecido confinados en frías y oscuras celdas, y antes de eso habían sido torturados para conseguir de ellos la información que iba a permitir a sus captores elaborar un plan para masacrar la ciudad de Ámsterdam. Las torturas no sólo habían sido las basadas en el dolor, también se les había sometido a exploraciones psíquicas y a violaciones, ningún rincón de su dignidad había dejado de ser profanado.

Su moral no era muy diferente de la de un rebaño de corderos. La muerte sólo podía traerles la paz. Se les había maltratado, mal alimentado, tenían frío y sed, estaban sucios…

Entonces pudieron ver como el propio Rey se acercaba a la jaula. Le acompañaban dos seres humanos: Diana Dywane y John Henry. Ninguno de los prisioneros advirtió este detalle, dos personas de su especie acompañando al soberano que se había encargado de interrogarles mientras otros los torturaban, ya todo les daba igual, sólo querían conseguir descansar para siempre de aquel horror.

Los soldados congregados alrededor de la jaula que no se habían visto atraídos por el derrumbamiento se apartaron ante la presencia de su soberano.

Abrid la puerta de la jaula… — ordenó el Rey —

Eso no es necesario — dijo John Henry y seguidamente arrancó la puerta utilizando una sola mano —

Los soldados, al ver a John en acción, salieron corriendo despavoridos. Todos habían oído hablar del terrible muchacho de piel de ébano que podía diezmar ejércitos con sus propias manos.

¡Podéis salir todos! — gritó Diana Dywane — ¡Sois libres!

Los prisioneros fueron abandonando la jaula tímidamente y en silencio. No acababan de comprender nada y se esperaban nuevas crueldades.

Cuando casi estuvieron todos fuera uno de ellos se acercó hasta Dywane.

¿Señorita Dywane? ¿usted es Diana Dywane?

Si, lo soy — dijo ésta — ¿eres un agente?

Soy Brendan Morris, me enviaron a explorar y me capturaron. Perdí a dos compañeros por el camino, creo que los mataron…

Tranquilo, Brendan — le consoló Dywane acariciándole la mejilla — os vamos a llevar a todos a casa, ya se ha terminado la pesadilla.

No me gusta que encierren a la gente — comentó John Henry —

Nosotros hacemos las cosas así — añadió el Rey Moloch —

Henry se encaró entonces al rey. Su ceño fruncido era terrible e incluso un cruel y poderoso rey como aquel dio un paso atrás.

Tenemos que irnos — dijo entonces Dywane, colocándose entre los dos — hemos hecho un trato y vamos a mantenerlo.

Con el rey a la cabeza, seguido de Dywane y de John, todos los prisioneros se tornaron un extraño desfile de cuerpos desnutridos y desnudos sin apenas fuerzas.

Ninguno acaba de creer lo que sucedía ¿iban a ser libres? ¿Volverían a sus casas?

Ninguno confiaba en que aquello no fuera sino una nueva tortura.

En vano buscaron la entrada a los túneles subterráneos; la misma entrada que Traknor, Ryder y Foxglove habían usado para irrumpir en aquel mundo, pero el derrumbamiento del edificio la había tapado. Por suerte, al mismo tiempo había abierto un boquete por el cual se podía acceder a las cuevas todavía más rápido.

Acercarse a esa entrada les hizo coincidir con otro grupo que, aunque menos numeroso, resultaba igualmente curioso.

En aquella agrupación había unos diez soldados y dirigiéndolos se encontraba Grace, todavía desnuda, acompañada de su presunta hija Sofía y a su lado, con grilletes en las muñecas, caminaba Ryder.

Al encontrarse ambos grupos las reacciones fueron muy dramáticas.

Grace — dijo el Rey Moloch al encontrarse cara a cara con su perdido amor — Eres tú realmente, por fin te he encontrado…

Moloch, mi amor…

¡Diana! — exclamó Ryder con renovado dinamismo — ¡Y también está John!

Señor Ryder… — dijo John Henry —

¡Joe! — gritó Dywane incapaz de reprimirse — Te han capturado ¿Dónde está el profesor?

Mucho me temo que el profesor ha muerto — se lamentó Ryder — del hada no se nada.

Foxglove también está muerta — sentenció Dywane —

Esta debe de ser la mujer que ha mutilado a mi hija — dijo Grace con rabia señalando a Diana Dywane — ha de pagar…

Inmediatamente John Henry la sujetó por el cuello con la fuerza de una tenaza de hierro.

Deja en paz a mi madre — dijo la Duquesa Sofía acercando la punta de una espada al pecho del muchacho — o lo lamentarás…

¡Déjala en paz! — gritó el rey —

No te reprimas — le dijo Ryder a su compañero con tono furioso — las dos son responsables de la muerte del profesor y lo pagaran…

¡Silencio! ¡Ya basta!

Diana Dywane se situó entre los tres para acabar el conflicto. John soltó el cuello de la reina.

Nadie va a vengarse de nadie ¿queda claro? He hecho un trato con el rey y eso es ahora lo único que importa…

Pero han matado al profesor, y seguramente al hada también… — balbuceó Ryder —

Eso ya me lo has dicho, pero lo importante es la seguridad de los millones de seres humanos de la tierra que dependen ahora mismo de nosotros…

Mi Rey — quiso añadir Grace — ¿piensas dejarlos ir? ¿después de lo que le han hecho a tu hija mayor?

En realidad tu hija mayor se merece lo que le ha pasado — se resignó Moloch — ella fue la que te apartó de mi lado —

¿Cuál es el trato que has hecho con ese tirano? — preguntó Ryder —

Dejará que nos vayamos, nosotros y todos estos prisioneros. Él solo quería recuperar a su mujer. Se la quedará y sellará el puente entre realidades. Él tendrá lo que quiere y nosotros podremos olvidarnos de esto…

¿Y toda la gente que ha muerto? ¿Qué pasa con ellos?

Hemos decidido olvidarlo — dijo Moloch — todas las guerras tienen sus victimas…

¿Sus victimas? ¿A cuantos seres humanos has asesinado sin motivo?

Joe — dijo Dywane cortándole — John ha matado en batalla suficientes soldados de este mundo como para que podamos dejar las cosas como están.

Joe Ryder no dijo nada más pero se apartó instintivamente cuando John Henry se le puso detrás para quitarles los grilletes de las muñecas.

Querido esposo — quiso continuar Grace — no puedo estar de acuerdo con tu sentencia. No importa lo que hiciera Lilith, sigue siendo nuestra hija…

Merecía un castigo, y tu entiendes de eso mejor que yo…

¿Y vuestro hijo Nisroc?

¿Qué? Es cierto, debería haber llegado con vos ¿Qué le ha sucedido?

Este hombre — dijo Grace señalando a Ryder — él lo ha mutilado y dejado clavado al suelo como a un insecto. Todavía no había recuperado la memoria lo suficiente cuando lo vi para reconocerlo, pero ahora se que era él. Se encuentra al final del túnel, tenemos que dar con él y castigar a este maldito humano…

Cuando lo encontremos — dijo Moloch apretando los puños — seguro que él mismo querrá ajusticiar a su verdugo…

¡Ya he oído bastante! — exclamó Dywane que estaba perdiendo la paciencia — no estás en condiciones de amenazar a nadie, Moloch — y diciendo esto le mostró el cucharón mágico — una tontería como esa más y no solo no respetaré nuestro trato sino que morirás en completa agonía…

Yo…

¿Te has preguntado que pasaría si rompiese el cucharón? — le amenazó Dywane —

Esposo ¿Qué es lo que está diciendo?

Nada, mi reina. Pero he dado mi palabra y tenemos que respetar el trato. Un buen soberano sabe que a veces ha de tratar asuntos que no son de su agrado, por un bien mayor…

La extraña comitiva inició por fin su camino por el túnel. Los casi sesenta prisioneros sufrían el frió y las inclemencias del terreno, pero conforme se iban alejando de aquel extraño mundo que tan mal les había acogido se iban encontrando mejor.

Moloch, Sofía y Grace caminaban delante con sus soldados vigilados de cerca por Ryder, Dywane y Henry, sobre todo por Henry, pues el más mínimo movimiento en falso por parte de cualquiera de los tres o cualquiera de los soldados les hubiera costado la muerte a manos de éste.

¿Qué le ha pasado a John? — preguntó Ryder a Dywane intentando que éste no lo oyese —

¿Que quieres decir?

¿De verdad ha matado a tantos soldados? En la granja me pareció un adversario temible, pero sólo pretendía echarnos de su propiedad, nunca habría pensado que…

En la granja protegía a su madre — dijo Dywane —

Y aquí también — dijo John Henry desde unos metros más allá —

¿Nos has oído? — preguntó Ryder desconcertado — ¿Cómo?

Si te hubieras molestado en leerte los expedientes que te dejé — dijo Dywane — sabrías que algunas de las capacidades del muchacho son unos sentidos especialmente agudos y desarrollados. En concreto el oído.

Lo siento — se disculpó Ryder — pero no imaginaba que fueras capaz de matar…

Yo tampoco — reconoció John — pero no puedo dejar que estos seres invadan nuestro mundo y maten, torturen y esclavicen a todo el mundo, y menos aún si en ese mundo está mi madre. No me enorgullezco de matar pero ¿Qué otra cosa podía hacer?

John interceptó al ejército que penetró en nuestro mundo para arrasar Ámsterdam — continuó Dywane —Seguramente los soldados que lograron entrar hicieron mucho daño en la ciudad, pero si no hubiera sido por John estoy segura de que habría sido todavía peor.

La comitiva continuó caminando casi en silencio. Los prisioneros retrasaban la marcha, pues ninguno de ellos estaba realmente en condiciones de caminar durante tanto rato.

Algunos se desplomaron durante la caminata y tuvieron que ser recogidos del suelo, hubo que hacer largas pausas para que descansaran, el viaje iba ser especialmente largo.

Cuéntame como murió el profesor — dijo Diana Dywane a Joe Ryder —

Esa maldita mujer luchó con nosotros. Su fuerza está más allá de lo que puedo comprender, le sacó el corazón del pecho usando simplemente la mano, a mi me dio una tremenda paliza.

Que manera tan horrible de morir…

Bueno, en realidad no murió enseguida — Ryder se encogió de hombros — al parecer el profesor tenía dos sistemas circulatorios distintos, y estuvo tirando con el secundario hasta que su cuerpo no pudo más y murió.

¿Dos sistemas circulatorios distintos?

Y dos corazones…

¡Fascinante!

Antes de que esa mujer entrara a luchar con nosotros teníamos la ventaja de nuestra parte. El profesor había elaborado una teoría según la cual en este mundo la realidad se doblega a los deseos de la gente, por eso funciona la magia. No se explicarlo, pero según decía esa era la naturaleza de las leyes físicas de este mundo. Estuvo haciendo cumplir sus deseos hasta que se enfrentó a esta mujer y le arrancó el corazón.

Dywane se quedó pensativa. Lo que le acababa de explicar Ryder era sumamente interesante.

Se equivocaba — dijo por fin — por lo que veo él creía que esto era una meta realidad, pero no es así.

Ahora si que has conseguido que no entienda nada — dijo Ryder confuso —

Por lo que cuentas — dijo Dywane con un suspiro — Traknor creía que este mundo está por encima de otras realidades, y que su naturaleza física hace posible la magia y la existencia de incontables realidades con solo que sus habitantes lo deseen…

¿Y no es así?

No, esto no es una meta realidad, es más bien una su realidad, y él simplemente sintonizó con la corriente que hace que se transforme el mundo, que los deseos se vuelvan realidad.

Si esa es la versión sencilla reconozco que no quiero oír la complicada…

La comitiva continuó la marcha hasta dar con los restos del último campamento que se había establecido allí. Si no fuera por el derrumbamiento que John Henry había provocado otro grupo les hubiera relevado, pero ahora el túnel estaba sin la protección habitual.

El asentamiento era apenas los restos de comida y fuego que los soldados habían dejado tras de si, pero en cualquier caso constituía un buen lugar para acampar, y los antiguos prisioneros necesitaban desesperadamente recobrar fuerzas. Nadie había traído provisiones ni nada para calentarse excepto las antorchas que para alumbrarse llevaban consigo, tan solo podían disponer de un asiento frío en el que recobrar fuerzas.

Moloch, Sofía y Grace se permitieron colocarse en un lugar apartado del resto de viajeros, no muy lejos de los diez soldados que les acompañaban. Parecía obvio que lo hicieran, a fin de cuentas el resto de individuos era enemigos, y la mayor parte habían sufrido torturas de manos del Rey y de su hija.

Supongo que ya no soy sospechosa de asesinato — le dijo Sofía a su padre bajando la mirada — fue Lilith quien mató a nuestra madre…

¿Qué? — dijo Grace extrañada — ¿Qué es eso de que Lilith me mató?

Al parecer nuestra hija formó parte de un complot para usurpar el poder — habló Moloch — quería eliminarme a mi y sucederme en el trono, pero las cosas salieron mal y la victima fuiste tu.

Pero… yo no estoy muerta — y la voz de Grace era apenas audible, como si su cordura se encontrara al límite de lo razonable —

Lo se, pero debía ir a buscarte a otro mundo. Te había perdido… pero ahora ya estás aquí…

Y nunca volveré a irme — dijo con lágrimas en los ojos —

Sofía era mi espía, y no me informó a tiempo de que existía ese complot. La castigué desterrándola a las entrañas del palacio. Pero ahora regresará con nosotros al lugar que le corresponde…

¿De verdad, padre? ¿Y que pasará con Lilith?

Tu hermana será recompuesta. Encontraremos su cuerpo y lo uniremos a su cabeza, volverá a ser la de antes. También encontraremos a tu hermano y repararemos cualquier daño que hayan podido causarle…

¿Y después? — preguntó la Duquesa —

Después invadiremos ese otro mundo, violaremos, saquearemos y destruiremos. Los corazones de esos insolentes mortales los tendré latiendo en mis manos…

¿Y vuestro trato? — quiso saber Grace sonriendo llena de maldad —

El trato se mantendrá hasta que esos malditos se encuentren fuera de este mundo. Creen que cerraré el puente pero no lo haré. Lo dejaré abierto y servirá para invadir su mundo. Los dragones arrasaran todo cuanto encuentren, nuestros ejércitos asesinaran a todos esos malditos seres de piel blancuzca…

¿Me dejarás acabar con el que le hizo daño a mi hermano? — quiso saber Sofía — me gustaría descuartizarlo personalmente, y torturarlo…

Yo quisiera torturar a la horrible mujer que se atrevió a cortarle la cabeza a Lilith — dijo Grace — su insolencia no ha de quedar sin castigo…

Me temo que con esa horrenda mujer tengo yo una cuenta pendiente — dijo Moloch con odio en la voz — yo mismo me encargaré de ella. Primero la violaré y luego le haré conocer diez mil agonías. Me suplicará que la mate…

¿Y el gigante de ébano? — quiso saber Sofía — ¿Qué haréis con él?

La idea que tuvo tu hermana era buena. Al parecer lo hechizó para que fuera su sirviente. Un soldado así, un ejército de un solo hombre, podría arrasar su propio mundo con mucha más eficacia que nuestras tropas. Luego podemos matarlo como a los demás…

Mientras la extraña y sádica familia conversaba, Ryder, Dywane y Henry se habían reunido también para discutir entre ellos su próxima estrategia.

John Henry le hizo una señal a Dywane que Ryder no entendió. Con un gesto inquisitivo quiso saber de que se trataba.

Esos tres — dijo Dywane señalando a la familia real — están planeando traicionarnos, el chico les está oyendo…

¡Lo sabía! — exclamó Ryder — ¡Sabía que no se podía confiar en ese tipo gordo! ¿Y ahora que vamos a hacer? Vamos directos a una trampa…

No vamos a hacer nada. Todo va según el plan. Contaba con que nos traicionaran, no he confiado ni un segundo en la palabra de esa criatura. No es su naturaleza, de él sólo puede esperarse la traición y la maldad.

El grupo continuó su marcha tras una larga pausa que se rompió cuando el frío se hizo más molesto que el cansancio. Los que habían sido prisioneros comenzaban a sentir esperanza, sentían que iban realmente a volver a casa. Eso les otorgaba las fuerzas necesarias para continuar el camino a pesar del dolor y la fatiga.

La caminata continuó dos horas y media hasta llegar a lo que parecía el tramo final. Ryder recordaba el tramo como aquel en el que se había encontrado con Grace por primera vez, el mismo en el que había mutilado a Nisroc y el lugar en el que había perdido a su amigo, pero en el suelo no había ni un cuerpo ni el otro ni, a decir verdad, tampoco los cadáveres correspondientes a los acompañantes de Nisroc que Ryder había matado.

Estoy segura de que nuestro hijo estaba aquí — dijo Grace señalando el suelo —justo aquí…

Quizá pudo liberarse por sus propios medios y se escapó… — mencionó el rey sin demasiado convencimiento —

Seguramente os equivocáis de lugar — intervino Dywane — estos túneles son muy engañosos, será un tramo parecido a aquel, no tiene por que ser el mismo…

Creo que tienes razón — dijo Ryder — a mi también me parecía el mismo lugar, pero ahora mismo ya no estoy tan seguro.

Las dos partes se pusieron de acuerdo en archivar el incidente y continuar la marcha. Si se trataba del mismo lugar no tardarían nada en encontrar el final del túnel. Si se trataba de otro eso se revelaría caminando.

Continuaron la marcha y poco a poco en frente suyo se empezaron a vislumbrar luces. ¿Qué otra cosa que el final del túnel podía ser? Pero las luces eran mucho más intensas de lo que cabía esperar. Conforme se aproximaban se hizo evidente que varios focos muy potentes estaban colocados en la salida el túnel y que, junto a ellos, se encontraba una multitud de personas que no podían verse mejor debido al resplandor.

¡Alto ahí! — dijo una voz procedente de donde los focos — identifíquense o abriremos fuego inmediatamente.

Todos podían entender aquellas palabras gracias al hechizo de traducción que funcionaba en aquel extraño mundo, pero Ryder, Dywane y Henry podían además reconocer que acababan de hablarles en inglés.

¡Soy Diana Dywane, de los Agentes del Ojo! ¡Vengo acompañada de varios prisioneros rescatados!

Nos alegramos de verla, señorita Dywane — dijo la voz tras los focos — soy el Coronel Parker, desde ahora enteramente bajo sus órdenes…

¡Son soldados de ese mundo! — exclamó la Duquesa Sofía — ellos han debido llevarse a mi hermano…

Sofía se aproximó a los focos haciendo gala de la mayor de las temeridades.

¿Dónde está mi hermano? ¿Qué habéis hecho con él?

¡Retroceda ahora mismo o abriremos fuego! — dijo la voz —

¡Dadme a mi hermano! ¡os arrancaré a todos el corazón!

Sofía salió corriendo en dirección a los soldados. La rabia le dominaba como pocas veces antes en su vida. Pero antes siquiera de poder acercarse a un solo soldados una lluvia de balas le cayó sobre el cuerpo. Los impactos le dieron en la cara, en el pecho, en el estomago y en la piernas. El golpe la desplazó varios metros atrás y la dejó tendida en el suelo. Su columna vertebral estaba fracturada por tres sitios, sus órganos vitales estaban todos perforados e inservibles, y esto incluía su cerebro. Su padre Moloch sabía que no tardaría en levantarse ilesa. Aún así, tuvo que apretar fuertemente los dientes para evitar hacer algo parecido.

Señorita Dywane — dijo la voz del Coronel — ¿se encuentra usted bien? Hemos abatido a uno de esos seres con forma de demonio…

No pasa nada, Coronel. Acerque usted unos doce de sus hombres, lo principal es evacuar a los damnificados.

El Coronel obedeció las instrucciones. Una docena de soldados fuertemente armados abandonaron su posición para llevarse a los prisioneros consigo. Mientras tanto, Grace asistía a Sofía que lenta y dolorosamente se iba recuperando. Moloch permanecía con Dywane y los demás.

En cuanto los prisioneros hayan sido evacuados — dijo Dywane — nos despediremos y retiraremos nuestras tropas. Podréis cerrar el puente y no nos veréis nunca más.

Eso espero — contestó el monarca — pues tengo una gran urgencia de perderos de vista…

Al otro lado de las líneas apostadas en el túnel se encontraba una soleada tarde en la ciudad de Ámsterdam. El sol tenía el color correcto y los prisioneros no lo habían visto en muchos meses. La alegría se apoderaba de ellos como si fueran niños que salen a jugar. Las risas y las lágrimas se repartían a partes iguales. Para cuando todos los prisioneros estuvieron al otro lado del puente los soldados, a la orden de Dywane, comenzaron a recoger el equipo y se fueron retirando a su propio mundo. El Coronel Parker vino a hablar con Diana Dywane que le puso más o menos al corriente de la situación.

Por fin, todos estuvieron al otro lado del puente excepto el Coronel, Ryder, Dywane, Henry y la familia real. Quedaba muy claro cual era el límite entre los dos mundos, el terreno cambiaba y también los materiales. Era indudable a que mundo pertenecían las piedras húmedas y lisas y a cual los ladrillos y el cemento.

Muy bien, rey Moloch — dijo Dywane con un tono de conclusión — ahora nos iremos. Tú debes ahora cumplir tu parte. Una vez hayamos cruzado debes cerrar el puente.

Por supuesto. Una vez lo crucéis, activaré el hechizo correspondiente y nunca más se podrá viajar de tu mundo al mío.

Por supuesto, aunque no lo hayamos hablado, deberéis cerrar también la otra entrada…

Si, claro — dijo Moloch con impaciencia — eso no hace falta ni decirlo…

Adiós — le dijo entonces la Duquesa Sofía a Ryder — lo pasé muy bien contigo y no me importaría repetir, aunque debí asegurarme de que estabas muerto…

Si hay justicia en este mundo acabarás con la cabeza en una pica, igual que tu hermana.

Sofía sonrió desafiante mientras su madre se acurrucaba contra su marido.

No alargues esto más, que se vayan…

Los cuatro humanos dieron algunos pasos atrás hasta llegar a la línea divisoria que separaba ambos mundos. A su vez la familia real retrocedió unos pasos para asegurarse de que no se quedaban en medio. Había sonrisas cínicas en sus rostros, llenas de pura maldad.

Entonces, sin previo aviso, Diana Dywane sustrajo la pistola de la cartuchera del Coronel Parker. Quitó el seguro y apuntó. La familia real no tuvo tiempo de reaccionar, la maldad de sus rostros se tornó incredulidad. Entonces, el arma fue disparada y la bala voló desde un mundo a otro, del cañón de la pistola a la cabeza frágil y completamente humana de Grace. Y el puente entre realidades desapareció de repente.

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