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Olga (7: las ostras)

en Lésbicos

Olga, Capitulo 7.

Las ostras.

"Eso es, cariño, quiero que te toques mientras hablamos"

Olga hablaba con Eva por su teléfono móvil, sentada en el sofá de su casa, preparada para salir a cenar. Iba vestida toda de negro: unos pantalones de hilo que se le ceñían dibujando un descomunal culo y marcándole el chocho, medias negras, zapatos de charol negro y una blusa negra de seda. No llevaba sujetador, y la tela le acariciaba los pezones como si se tratara de las yemas de los dedos de una buena amiga.

"No, cariño, yo no puedo tocarme por que estoy vestida para salir, pero tu tócate bien. Imagínate que los dedos en tu chocho son los míos..."

De repente sonó el timbre de la puerta.

"Me tengo que ir, cariño, ya han venido a buscarme... muchos besos para ti también, todos en tu coño..."

Olga colgó el móvil y lo guardó en un bolso que estaba encima de una mesa. Luego cargó con él y abrió la puerta. Al otro lado estaba Nuria, elegantemente vestida y con un agresivo maquillaje que incluía unos labios muy rojos.

Hola... — dijo Olga al abrir la puerta —

Deja que vea como te has vestido, date la vuelta...

Olga obedeció girando sobre sus talones y ofreciendo así una perspectiva completa de su vestimenta.

Está bien — dijo Nuria sujetándose la barbilla con el índice — me gusta como se te marca el culo...

Pues... gracias... — dijo Olga ruborizándose —

Todo el mundo me tendrá envidia cuando me vean contigo.

En la calle les esperaba un taxi. Nuria entró primero y le indicó al taxista a donde debía llevarlas. Olga entró después.

Siéntate más cerca — le ordenó Nuria —

Nuria enseñaba un apetitoso muslo con las piernas cruzadas. No llevaba medias y notó como Olga fijaba la mirada en sus rodillas.

He dicho más cerca... — dijo Nuria sujetando a Olga por la muñeca y acompañándole la mano hasta su muslo —

¿Así de cerca? — contestó Olga acariciándole la pierna con lascivia —

Si, así de cerca — concluyó Nuria poniendo su mano en el muslo de Olga —

El taxista movió el espejo retrovisor para poder observar lo que hacían las dos mujeres, luego se tocó el bulto en los pantalones.

Estás especialmente guapa esta noche — dijo Nuria —

Gracias. Tu también lo estás — contestó Olga cuya mano se aventuraba entre los muslos de Nuria —

Lo sé. Seguro que nunca has conocido a una mujer tan atractiva como yo.

No — sonrió Olga cuya mano ya estaba bajo la falda y acariciando las bragas —

Nuria acercó la cara a la de Olga para besarla. Primero le dio un ligero beso en los labios, pero después las dos abrieron la boca para juntar las lenguas y chuparselas. Olga ya empezaba a empapar sus bragas.

Perdón... pero ya hemos llegado — interrumpió el taxista que tenía ya una considerable erección —

Bien... — dijo Nuria volviendo en si — ¿qué le debo?

Nada. Ya me han pagado de sobras...

Las dos mujeres bajaron del coche y entraron en el restaurante. Era un local bastante lujoso y exclusivo. Nuria tenía una mesa reservada y el metre les acompañó hasta ella.

¿Tienes hambre? — preguntó Nuria una vez estuvieron sentadas —

¡Oh, si!

Pues esta noche comerás todo lo que quieras...

¿De verdad? ¿Todo lo que yo quiera?

Sí. Y todo lo que quiera yo también te lo comerás...

Olga fijó la mirada en los ojos de Nuria con absoluta complicidad.

Nuria se descalzó y alargó la pierna por debajo de la mesa hasta alcanzar el bajo del pantalón de Olga. En ese momento llegó el camarero con dos cartas. Nuria pidió por Olga una ración de ostras para las dos y también eligió el vino.

¿Desean algo de beber mientras esperan?

No, gracias.

Yo me tomaría una coca cola... — pidió Olga, pero ante la mirada asesina de Nuria desistió —

Traiga ese vino de Rueda, ella se tomará una copa...

Enseguida el camarero estuvo de vuelta con el vino. Lo sirvió para que Olga lo probara.

Está bueno...

¿Qué sabrás tu? — sonrió Nuria — coca cola...

Nada. No estoy acostumbrada a beber... el vino me sube enseguida...

En cuanto se fue el camarero, Nuria volvió a avanzar su pie desnudo hasta el pantalón de Olga. Primero los dedos recorrieron la pierna pero no tardó en ponerle el pie entre las piernas. Olga colaboró para que el dedo gordo del pie tuviera fácil acceso a su coño a través del pantalón.

De repente sonó el móvil de Olga.

Tengo un mensaje.

Olga echó un vistazo a su teléfono y se excusó para ir al baño, aunque antes apuró su copa.

Una vez en los servicios se bajó los pantalones y las bragas y sentó su enorme culo en la taza. Ya tenía las bragas bien mojadas, entre el beso, los ojos de Nuria y el toqueteo en su entrepierna con el pie, pero además estaba el mensaje del móvil. Era de Ana y decía "echo de menos tu coño"

Olga escribió otro mensaje con una mano mientras utilizaba la otra para explorar entre sus gordos muslos. Pulsó enviar. Su mensaje decía "tengo poco saldo, llámame."

Enseguida sonó el teléfono.

Hola... — contestó Olga —

Hola...

Yo también echo de menos tu coño...

¿Dónde estás?

En el lavabo, tocándome mientras hablo contigo...

¿Estás bien abierta de piernas?

Si, y estoy mojada mojada...

¡Jo! ¡Cómo me gustaría estar ahí ahora, de rodillas...!

Espera un segundo. Cuelga, llámame en un minuto.

Ana colgó y toqueteó los botones de su teléfono. Seguidamente separó mucho sus piernas, separó los labios de su vagina y se hizo una foto. Luego envió la foto.

Enseguida volvían a llamar.

Ya me has puesto caliente para toda la noche... — dijo Ana —

Pues ve preparando la lengua que esto es lo que te vas a comer mañana por la noche.

¡Yo lo quiero ahora!

Ya, ya... oye, te tengo que dejar, un beso donde tu ya sabes...

Vale, pero me has dejado en un estado que...

Un beso, Ana, que no me puedo entretener...

Adiós...

Olga se acarició un poco más antes de salir mientras enviaba la foto a otra persona. Enseguida sonó el teléfono de nuevo.

¡Quiero que vengas aquí ahora mismo a ponerme ese coño en la cara! — dijo Eva —

Ya te gustaría a ti...

¿Dónde estás?

En los servicios, pero te tengo que dejar...

Seguro que has ido a tocarte ¿verdad?

Todo lo que no he podido tocarme antes, cuando hablábamos...

Yo me he hecho una paja deliciosa cuando has colgado antes...

Me hubiera gustado estar ahí para mirarte...

¿No quieres saber en que pensaba mientras me metía los dedos?

De verdad que tengo que salir...

Venga, pues sal. Un beso.

Un beso.

Olga regresó con Nuria que la esperaba con severidad en los ojos. Las ostras ya estaban en la mesa.

La verdad, preferiría que apagaras el móvil mientras estés conmigo...

Vale — dijo Olga sacándolo del bolso y apagándolo — ya no hay móvil.

Mejor. Por que quiero verte comer y no quiero distracciones.

No sé si me gustan las ostras, no las he comido nunca...

Dicen que las ostras son afrodisíacas — dijo Nuria empezando a comer — pero yo no lo creo. Son los coños los que son afrodisíacos: cuando pruebas uno no puedes dejar de comerlos...

Las almejas se parecen a los coños...

No son almejas, son ostras ¿estás mojada?

Sí.

¿Has ido al baño a tocarte?

Sí.

Sólo piensas en tocarte...

Olga puso un poco de limón en una ostra y, con la ayuda del tenedor, se la llevó a la boca. A Nuria se le hizo el coño agua de ver como empujaba la ostra con la lengua y se la tragaba, como si fuera una lengua.

Está buena... — concluyó Olga —

Ya... te la has comido con muchas ganas... seguro que te has imaginado que era un coñito...

Pues... tengo uno en especial en el que no dejo de pensar...

Nuria se llevó una sorpresa ante la contestación, sobre todo por el tono desafiante inusual en Olga. Tanto que se quedó sin habla. Se le mojaron las bragas de inmediato y una ardiente sensación le llenó todo el cuerpo.

Eres... eres ¡tan guarra!

¿Perdón? — contestó Olga un poco molesta —

Si... vas al baño a tocarte, te pones a comer las ostras de esa manera, me dices que sólo piensas en los coños... ¿tienes idea de como me estás poniendo?

Yo...

Olga, te tengo que follar ahora mismo, no puedo esperar, vámonos ahora mismo...

¿Y la cena?

Lo que tengo entre las piernas, te vas a cenar...

Vale. — concluyó Olga volviendo a mojar las bragas —

Nuria pagó la cuenta y las dos se marcharon deprisa del restaurante, sin terminarse la cena siquiera (aunque Olga quiso apurar una copa más del vino de Rueda). Una vez en la calle pararon un taxi. Sorprendentemente, era el mismo taxi que les había traído hasta allí.

¡Caramba! ¡Menuda casualidad! — dijo el taxista al verlas —

Usted es el de antes... — observó Olga que ya empezaba a sentirse afectada por el vino — el que no nos quiso cobrar...

Y ustedes las de antes, las que eran tan cariñosas...

Nuria le sonrió y le indicó el nombre de un hotel. Las dos ocuparon los asientos de atrás y, en cuanto lo hicieron, se abalanzaron la una sobre la otra para besarse.

Las manos de Nuria se dedicaban, sobretodo, a abarcar el culo de Olga, mientras que las de esta preferían aventurarse bajo la falda de Nuria y por debajo de sus bragas.

¿Le gusta lo que ve? — preguntó Nuria al taxista que no se perdía detalle por el espejo retrovisor —

¡Ya lo creo que me gusta! Las bolleras me han puesto siempre a mil...

Pues para el coche en algún lado, para que puedas mirarnos bien.

Calla y fóllame — dijo Olga arrebatándole un beso a su jefa —

El taxista hizo caso de la instrucción y aparcó en doble fila en el primer sitio que encontró. Seguidamente dejó de mirar por el retrovisor para hacerlo girado hacia las chicas. Olga le había quitado ya las bragas a Nuria y le ofrecían al hombre la visión de su coño abierto.

Me gustan las ostras, pero está es la que más me gusta de todas — dijo Olga contemplando el chocho —

¿Qué le gustaría que hiciéramos? — preguntó Nuria al taxista —

No sé... — dijo éste encendiendo la luz del vehículo y bajándose la cremallera — Lo más sucio que se os ocurra...

Nuria se tumbó como pudo en el asiento y Olga colocó la boca entre sus piernas. Para ella era un momento muy especial por que podía comparar por fin cual de los tres coños de su vida, el de Ana, el de Eva o el de Nuria, tenía el sabor más delicioso. Pero la única diferencia era que el de Nuria parecía más mojado que el de las otras dos y más caliente.

El de Olga ya estaba chorreando, dejando perdidas sus bragas.

¡Dios! — dijo el taxista que tenía la poya fuera y disfrutaba meneándosela — no sabría decir cual de las dos está más buena...

Yo, por supuesto — dijo Nuria tajante —

Olga añadió algo incomprensible ya que no levantó la boca de donde la tenía para hablar.

Olga, esos modales, no hables con la boca llena...

El taxista no tardó en correrse poniendo perdida su propia tapicería. Para entonces las chicas aún no habían terminado, así que se puso en marcha para dejarlas en el hotel.

¡Cómo le gusta a la pequeñita eso de chupar! ¿Eh? — comentó el taxista —

"La pequeñita" sólo tiene los chochos en la cabeza... — contestó Nuria —.

Me gustan los chochos... — terminó Olga levantando la cabeza un instante —

Siguieron su camino hasta estacionar en la puerta de un lujoso hotel.

Ya hemos llegado — les interrumpió el taxista —

Gracias...

Olga sacó la cara de entre los muslos de Nuria, la tenía perdida de caldos vaginales. Nuria recuperó la posición vertical y se agachó para recoger sus bragas del suelo.

Tenga, por las molestias... — dijo Nuria regalándole sus bragas sucias al taxista —

Sois las pasajeras más simpáticas que me he encontrado nunca en todos mis años de profesión...

Usted también es muy agradable — le contestó Olga y le dio un beso en la cara, poniéndosela perdida de caldos vaginales —

Las dos mujeres salieron del coche y se dirigieron al hotel. Mientras caminaban el taxista las observaba.

Vaya par de monumentos — dijo el taxista para si — pero la pequeñita está más buena. Menudo culo tiene. Quien pudiera estar con ellas en la habitación de ese hotel esta noche. La de cosas que seguro se van a hacer la una a la otra...

 

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