Mónica continuaba mareada, de modo que permaneció tumbada en la cama y dejó a sus hijos hacer.

Marta, muy nerviosa, fue la que se dedicó a quitarle los pantalones. Parecía una niña ansiosa abriendo los regalos de Navidad. Sergio hizo lo mismo con el suéter. Mónica se encontraba en ropa interior delante de sus hijos, pero eso no fue así durante mucho tiempo. Marta no perdió un segundo en arrebatarle a su madre las bragas y arrojarlas bien lejos y lo mismo sucedió con el sujetador por parte de Sergio.

• Mamá… quiero tu coño — dijo Marta muy excitada al tiempo que le separaba los muslos a su madre —
• Adelante hija — contestó Mónica con voz temblorosa — no seas tímida…

Marta hundió la cara entre las piernas de su madre apoderándose con la lengua y los labios del clítoris de ésta. Mónica estaba realmente mojada y recompensó el paladar de su hija de sabores nunca probados que la excitaban más de lo que podía soportar.

Mientras tanto, Sergio se había desnudado. Su verga erecta se mostraba ante el rostro de su madre a apenas unos centímetros de sus carnosos labios.

• Mamá — dijo Sergio — siempre he deseado metértela en la boca…

Como toda respuesta Mónica la abrió bien. Sergio no perdió un instante y la penetró por ahí como si se tratara de una vagina. Igual que en un coito vaginal, Sergio hacía entrar y salir la verga de la boca de su madre que la saboreaba con gula.

Repentinamente Mónica se sacó el miembro de la boca i se incorporó, sentándose al filo de la cama, colocándose justo delante de Marta. La abrazó y la besó en los labios.

• Desnúdate, hija — le dijo mientras la tocaba de una forma muy poco maternal — quiero verte sin ropa y quiero verte con tu hermano…

Marta obedeció quedando exactamente como Mónica la había traído al mundo. Los pechos de madre e hija se juntaron en una lasciva muestra de abundancia para regocijo de Sergio que se masturbaba sin perder detalle. Besó en la boca a su hija y estiró el brazo para atraer a Sergio hacia ellas y que participara de las lenguas de las dos.

Pronto Mónica tenía el pene de Sergio en su mano y lo frotaba con energía.

• Marta — le dijo poniendo un dedo en su barbilla — quiero ver como se la chupas a tu hermano.

Marta no se hizo de rogar y enseguida tuvo el mismo miembro que Mónica había acomodado en su boca rozándole el paladar y la lengua. Mónica se masturbaba mientras observaba la incestuosa escena, pero pronto no quiso perder mas el tiempo y sus dedos cambiaron de vagina para centrarse en la de su hija.

En un momento Mónica dejó este pasatiempo a un lado y acercó la cara a la de su hija para unirse a ella en lo que estaba haciendo. Marta dejó de engullir por un momento para hacer sitio a la boca de su madre, entonces juntas disfrutaron del miembro de Sergio y furtivamente de la lengua de la otra.

• ¡No me lo puedo creer! — exclamó Sergio extasiado — ¡Mi madre y mi hermana me están comiendo la polla al mismo tiempo!

Como queriendo contradecir estas palabras Mónica se cansó de lamer el miembro de su hijo y se concentró en hacer eso mismo con la lengua de su hija. La abrazó y la colocó con la espalda sobre la cama, poniéndose ella encima, besándole la boca, el cuello, los pechos y sus ya muy duros pezones, con una de sus manos explorando entre sus piernas.

• ¿Y yo que? — protestó Sergio que se acaba de quedar con el miembro desocupado —
• No seas celoso — contestó su madre — y métemela por detrás mientras me como a tu hermana —

Sergio hizo lo que se le decía y escondió su flamante erección en el recto de su madre.

• No era eso lo que me esperaba encontrar — dijo Mónica al recibir el puyazo en su ano — pero ya me está bien…
• Si lo prefieres — dijo Sergio — te la meto por el coño…
• No, hijo, así está bien, a Mamá le gusta por los dos lados…
• Mamá, no hables — protestó Marta — y dame la lengua…

Mónica hundió la lengua en la boca de su hija y volvió a abrazarla bien fuerte. Sergio la sodomizaba pegándose a su cuerpo, acariciando los encantos de madre y hermana.

• Mamá — dijo Sergio jadeante — me voy a correr…
• ¿tan pronto?
• Mamá ¿me dejas echártelo en la cara? Siempre he querido hacerlo…
• Hijo ¡Claro que si! Córrete en nuestras caras…

Sergio desincrustó el pene del interior de su madre y se bajó de la cama para apuntar con su verga a la cabecera, donde descansaban las cabezas de su madre y su hermana. Con la mano agitó su miembro hasta conseguir eyacular justo en los rostros de ambas, que continuaban besándose como si tal cosa. Fue una abundante polución que la madre lamió de la cara y boca de la hija y viceversa.

Tras la caída de la última gota Mónica decidió cambiar de postura. Se colocó sentada en la cabecera de la cama con los muslos muy separados.

• ¿Quieres que te lo coma, Mamá? — preguntó Marta todavía muy excitada —
• Vamos a hacer otra cosa, cariño — contestó Mónica — Sergio ¿tienes algo para lubricar?

Sergio abandonó la habitación para regresar en un momento con un frasco de crema lubricante. Cuando entró en la habitación, su madre y su hermana estaban acarameladas besándose.

• Seguid — dijo Sergio al interrumpirlas — que me la volveréis a poner dura…

Mónica le arrebató el frasco de la mano y puso a su hija frente a ella.

• Dame tu manita — le dijo a la vez que destapaba el frasco — hay que embadurnarla bien…
• Mamá — canturreó Marta — ¿Qué es lo que haces? ¿quieres que te meta la mano por ahí?
• Claro que si — dijo Mónica mirándola a los ojos y dándole un buen beso en los labios — tienes unas manitas tan delicadas… mamá quiere que la folles con el puño…
• ¿De verdad? — quiso saber Marta con la voz jadeante — ¿no te haré daño?
• Hija mía, si vieras el tamaño de la polla de tu padre no preguntarías eso… tu mano no es nada en comparación…

Marta, que ya había pensado antes en su padre de la misma forma que pensaba en su madre, se puso a visualizar como sería cumplir su fantasía nocturna mas recurrente, como sería estar con sus dos progenitores en la cama, pero si su padre la tenía tan grande… Sergio e Iván la habían penetrado hasta dejarla dolorida, pero su padre… su padre le haría disfrutar como nadie…

Marta bajó de su nube y se dispuso a realizar la tarea que le habían encomendado. Ni en sus más sucias fantasías se habría imaginado hacerle eso a su madre.
Usando las indicaciones que le iba dando su madre Marta comenzó introduciendo apenas unos dedos en la vagina por la que había nacido. Sergio, por su parte, miraba con el miembro en la mano, nuevamente tieso como un poste, ansioso de ver el desenlace de semejante proeza.

Pronto la pequeña mano de Marta fue avanzando hacia el interior de aquel túnel de carne. Sentía como su mano entera iba rodeándose de cálida y caliente carne húmeda. Pronto la mano estuvo por completo dentro de Mónica, apenas su muñeca quedaba fuera. Entonces comenzó realmente el juego. Marta retorcía su mano dentro de su madre, haciendo movimientos circulares y avanzando y retrocediendo. Mónica le recompensaba con exagerados alaridos de placer.

• ¡Fóllame, así, hija! ¡Fóllame bien fuerte!

Sergio, maravillado con lo que estaba viendo, fue incapaz de aguantar un segundo mas y se abalanzó hacia los pechos de su madre para devorárselos con hambre canina. Luego fue su boca la que quería devorar.

Mónica tuvo un orgasmo de inmediato. Sus gritos pudieron oírse en todo el edificio. Marta no tardó en dejar de mover la mano y se dispuso a extraerla tan cuidadosamente como la había introducido.

• ¿Te ha gustado? — quiso saber Marta arrimándose a su madre con luminosidad en los ojos —
• Claro que si, hija, me has hecho muy feliz…

Marta se limitó a sonreír de oreja a oreja, a pegarse al cuerpo de su madre y a acariciarle el muslo.

• ¿Quieres hacerme todavía más feliz? — preguntó Mónica —
• Haré todo lo que tu me digas, mamá — contestó Marta llena de deseo —
• Quiero ver como tu y Sergio folláis ¿haréis eso por mi?

Los dos hermanos se echaron una mirada de complicidad el uno al otro. Luego se echaron juntos en la cama, a los pies de su madre, y se abrazaron con lascivia, juntando sus cuerpos y sus bocas, tocándose de una forma para nada fraternal.

• No hay mayor satisfacción para una madre — murmuró Mónica a la vez que jugueteaba con su clítoris — que ver como entre sus hijos florece el amor…

Pronto Sergio estuvo dentro de su hermana. Mientras su boca succionaba los pezones de Marta su pene hurgaba en las interioridades de su bajo vientre con tan certera puntería que despertaba alaridos incontenibles en ésta.

Mónica se acostó junto a sus hijos para observar el coito de cerca. Continuaba tocándose a la vez que los miraba y se maravillaba ante la absoluta falta de moral de sus hijos. Nunca antes había estado tan excitada como ante esta perversión de los valores familiares.

• Sois maravillosos — les susurró encantada — ¿No sería divino que Sergio te hiciera una hermanita?

Ante este comentario los dos hermanos se quedaron boquiabiertos y miraron incrédulos a su madre, que sonreía amorosamente.

• Es posible ¿no? No habéis usado preservativo…
• Eso sería estupendo Mama — dijo Marta todavía excitada — tener un hijo de Sergio, otro de Iván…
• ¡Tonta! — exclamó Sergio — los hijos entre hermanos no salen bien, tendría el síndrome de down o algo así…
• No — sentenció Marta — nuestros hijos no, nuestros hijos serian perfectos. Y cuando fueran mayores…