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Las fotos de mamá. Capitulo 16.

en Amor filial

La armonía había vuelto a la familia.

Mónica había permitido que su marido regresara a casa y que se trajese consigo a su amante, la sensual Yolanda, que había reanudado su relación con Iván. Los dos se habían instalado en la habitación que Iván compartía con su hermano, mientras que éste se había mudado a la habitación de Marta, aún así, rara era la noche que cada cual dormía en su cama.

Esa mañana Sergio y Marta habían salido temprano y el resto de la familia había decidido desatender sus responsabilidades para poder quedarse a disfrutar los unos de los otros a placer.

Padre e hijo, desnudos en el sofá, se besaban y abrazaban, cada uno con la mano en el miembro viril del otro, los dos muy duros y erectos.

Al otro lado del mismo sofá, Yolanda y Mónica también desnudas, les imitaban como podían. Los dedos de las dos mujeres se aventuraban entre las piernas de la otra mientras sus lenguas hacían lo propio con sus bocas.

El padre bajó del sofá, dejando a su hijo sentado, con los muslos bien separados.

Se entretuvo entonces, arrodillado, a lamer los testículos de Iván y luego el falo, saboreando cada centímetro de la piel de sus genitales.

—    Espera  — interrumpió Mónica a su acaramelada amante — quiero ver esto…

Mientras engullía la verga de Iván, su padre deslizaba un par de dedos largos por el ano de éste. Luego, los sustituía por su lengua para enseguida volver a ocupar su boca con el miembro de su hijo.

—    Nunca me cansaría de verlo — dijo Mónica —

—    No te distraigas, mi amor — dijo Yolanda que se encontraba dando cuenta de los pechos de Mónica — te deseo…

—    ¿No te pone un poco celoso como se comporta Yolanda con Mamá? — preguntó Iván a su padre —

—    No. — contestó tajante — no si tengo tu polla y tu culo…

—    No seas así — dijo Mónica — una mujer tiene derecho a follarse a su nuera de vez en cuando, digo yo…

Yolanda se abrazaba a Mónica como si fueran a quitársela y, mientras, el padre de Iván se disponía a sodomizar a su hijo. Su pene, enorme como pocos, fue entrando poco a poco en el ano del muchacho. Iván ya había sido penetrado por su padre otras muchas veces antes. La primera había sido en aquella habitación de hotel, pero desde aquel día aquel miembro descomunal se había abierto paso por sus nalgas y conquistado su ano sin ninguna piedad tantas veces como había deseado.

Mónica no pudo resistirse mas, se apartó de Yolanda y fue a engullir el miembro de su hijo. Dejó los muslos bien abiertos, con las piernas por encima del brazo del sofá. Era una invitación que Yolanda entendió muy bien. Enseguida colocó ésta su boca entre sus muslos para lamer su ano y vagina.

—    No hay nada igual que follar con papá y mamá… — comentó Iván —

En ese momento se escuchó la puerta de entrada. Los cuatro dejaron enseguida lo que estaban haciendo. Sergio y Marta acababan de llegar. Entraron en el comedor, encontrando a su familia desnuda, cometiendo el más salvaje de los incestos. Pero eso en esta familia era normal, así que los dos jóvenes apenas se sorprendieron.

Marta y Sergio traían consigo una sonrisa de oreja a oreja, así que el resto de familiares se sintió especialmente emocionado.

—    ¿Qué? — preguntó  Mónica impaciente — ¿Qué os han dicho?

—    Estoy embarazada de tres meses — anunció Marta —

Fue una algarabía por parte de toda la familia, nada les podía haber hecho a todos más felices. Su desnuda madre se lanzó a abrazar a Marta, clavándole sus desnudos pechos al hacerlo.

—    Todavía no sabemos quien es el padre — comentó Marta una vez acabaron  de felicitarla — puede ser Sergio, Iván o papá…

—    Será un hijo del incesto — declaró Sergio a la vez que manoseaba a su hermana entre las piernas por encima del pantalón —

Las palabras de Sergio terminaron de poner calientes a la familia en pleno. Marta notó la mano de Yolanda sobándole el culo por encima del pantalón y enseguida a las de su madre haciendo lo mismo con sus pechos por encima de la blusa. Luego fue su padre el que comenzó a manosearle entre las piernas e Iván a desabrocharle los botones de la blusa.

Saboreó la lengua de su padre y acto seguido la de su madre. Poco a poco le fueron quitando la ropa entre todos y en cierto momento se topó con el miembro duro de su hermano Iván en la mano. Su madre y Yolanda colaboraron para quitarle los pantalones y luego las bragas, pero fue Sergio, que se había desnudado a toda prisa, el que colocó los dedos a juguetear en su húmeda entrepierna.

Cuando  Marta estuvo completamente desnuda la obligaron a inclinarse doblándose por la cintura y apoyando las manos en el brazo del sofá. Primero notó el miembro de su padre entrando en su ano como un tren de mercancías en un túnel. Después, su boca fue invadida por los penes de sus hermanos que competían entre si para saber cual de los dos entraría primero y sería engullido. Yolanda se agachó para alcanzar con la lengua la caliente vulva de Marta y Mónica simplemente (y sin dejar de tocarse) se dedicó a contemplar el espectáculo.

—    Toda la familia unida — murmuró para si — amándose y comunicándose…

Mónica nunca se había sentido tan feliz, ni tampoco tan excitada. Pasó un momento en el que el tiempo pareció detenerse, imaginándose interminables horas de placer junto a su marido, hijos y nuera y, probablemente algún día, cuando fuera mayor, con su nieto o nieta.

Mónica salió de su hechizo para agacharse justo ante sus dos hijos mayores. Cuando el miembro de Sergio estaba dentro  de la boca de Marta ella aprovechaba para engullir el de Iván, y cuando era el de éste el que Marta saboreaba ella daba cuenta del de su hijo menor.

Mientras, el padre de Marta la sodomizaba con la violencia acostumbrada. A cada arremetida sus testículos chocaban con la cara de Yolanda que se encontraba debajo, dando cuenta, con la lengua, del clítoris de la muchacha. El ritmo frenético al que le sometía su padre con sus arremetidas hacía que sus mas que voluptuosos pechos se agitaran dolorosamente. De vez en cuando, su padre se los sujetaba y acariciaba con lascivia, pero por lo general prefería colocar las manos en las caderas de la muchacha, que para nada tenían que envidiar en voluptuosidad a sus pechos.

Finalmente el incestuoso progenitor llegó al orgasmo, pero en lugar de eyacular en el interior de su hija extrajo el miembro para regar con su esperma el rostro de Yolanda.

La novia de su hijo, amante suya y luego de toda la familia, recibió de muy buena gana la polución tragándose cuanto pudo y después quiso chupar aquel miembro llevándose por el camino, no ya semen, sino algunos restos de excrementos del intestino de Marta que había traído consigo al sodomizarla. Un menú exquisito para la viciosa Yolanda.

Inmediatamente Iván quiso sustituir a su padre y alojó su miembro en el mismo agujero que éste para regocijo de Marta que desocupó un instante la boca para gritar pidiendo más.

Sergio perdió el interés de que su hermana se la chupara por que desde donde estaba podía contemplar perfectamente como el miembro de su padre volvía a estar erecto gracias a la dedicación de Yolanda, así que no se lo pensó dos veces y se arrodilló junto  a ésta para dar cuenta juntos del pene de su padre.

La boca de Marta estaba libre, cosa que Mónica no podía consentir. De modo que, subiéndose al sofá, colocó sus nalgas en posición y, abriéndolas bien con ambas manos, ofreció su ano a su hija. Yolanda ya le había inculcado a la muchacha el gusto por lamer orificios anales y era toda una experta en dar placer con la lengua en esa parte de la anatomía, ya fuera a su madre, a sus hermanos, a su padre o a la propia Yolanda. Marta no lo pensó dos veces y acercó la lengua para chupar con interés el orificio anal materno. Al mismo tiempo olisqueaba el culo apreciando los aromas anales y vaginales y excitándose todavía más. Su hermano mayor, mientras, la estaba sodomizando con la misma energía y desconsideración que su padre momentos antes ¡estaba en el cielo!

Mientras tanto, el miembro del padre de familia estaba siendo engullido por Sergio.

Los ocasionales amantes del muchacho conocían su afición desmesurada por la felación, así como lo bien que se le daba. Su hermano Iván también lo sabía, muchas noches se las había pasado eyaculando en su boca. Pero para Sergio no había un miembro más suculento, apetitoso y excitante que el de su padre. Había algo en ese descomunal trozo de carne que le hacía desear tragarlo y lamerlo con fruición. Yolanda no podía competir con la voracidad del chico, así que se quedó simplemente mirando como fluía el amor filial, la entrega apasionada de un hijo por su padre, y se sintió muy feliz de estar colaborando en una  perversión tan absoluta de los valores familiares.

Mónica ya se había dado la vuelta para que su hija diera cuenta de su clítoris tan bien como de su orificio anal, e Iván comenzaba a alcanzar el éxtasis en su labor en sodomizar a su hermana.

Tal y como acabara de hacer su padre, Iván extrajo su miembro para eyacular y, tal y como hiciera su padre, lo hizo en la cara de Yolanda que no quiso perderse la oportunidad de saborear un nuevo cargamento de esperma.

Inmediatamente Sergio abandonó el miembro de su padre, que tanto amaba, para sustituir a su hermano en el empeño de destrozar el culo a Marta.

Siempre había existido entre Marta y Sergio una cierta rivalidad fraternal de lo más sana, pero ahora la veía como una mujer deseable y lujuriosa y unos sentimientos menos sanos se apoderaban de él. En secreto deseaba que el hijo que su hermana llevaba dentro fuera suyo, y que se acostara únicamente con él (Claro que entonces se perdería el placer de verla sometida al resto de la familia). Mientras la sodomizaba, Sergio pensaba que, de no ser su hermana, sin duda se casaría con ella.

En cuanto a la propia Marta, era muy feliz. Antes de desencadenarse todo esto se conformaba con el látex en todos y cada uno de sus orificios. Ahora gozaba de hacer realidad todas su fantasías, incluyendo la de compartir cama con su padre y madre. No había día que no acabara pegajosa de semen o dolorida en sus partes más delicadas. Se había acostumbrado al olor de la entrepierna de su madre, al sabor del miembro de su padre, al tacto de las manos de sus hermanos en cada centímetro de su cuerpo…

Pero los pensamientos de Marta se detuvieron en seco tan pronto su madre tuvo un orgasmo en su rostro. Un chorro potente y caliente fue a estrellarse en su cara inundando su boca. Mónica se frotaba el clítoris furiosamente mientras regaba el rostro de su hija poniendo perdidas sus gafas y trataba de ahogarla. Sus gritos se escucharon por todo el bloque de vecinos.

Sergio, por su parte, llegó al orgasmo también y, como habían hecho antes su padre y hermano, la sacó para eyacular fuera del culo de su hermana.  Pero no fue Yolanda la que esta vez se aproximó para recibir la polución, sino su hermano Iván que hacía ya demasiado que no probaba un poco de esperma. Inmediatamente su padre se acercó para añadir su semen al de su hijo menor y también eyacular en el rostro de Iván.

—    Mamá — suplicó Marta — a mí aún no me ha venido…

Mónica se apiadó de su hija y la liberó de la incómoda (aunque deliciosa) postura en la que se encontraba. La trajo consigo hasta el sofá y allí la abrazó y la besó. Le acarició entre las piernas lujuriosamente y luego le separó los muslos. Un escalofrío de placer recorrió la columna vertebral de Marta tan sólo cuando la lengua de su madre hizo contacto con su clítoris. Luego, ante los chupeteos incesantes de su madre la muchacha aullaba literalmente.  Iván dejó de lamer los ya flácidos miembros de su padre y su hermano para contemplar lo que sucedía en el sofá, y lo mismo hicieron los otros dos.

Yolanda, con los dedos hurgando entre sus muslos, también contemplaba la escena maravillada ante el hermoso incesto que tenía lugar en ese momento.

—    ¡Si, Mamá, si! — gritaba Marta a pleno pulmón —

Sin duda todos los vecinos que se encontraran en ese momento en el bloque tendrían claro y sin lugar a dudas que en aquella casa madre e hija cometían incesto en ese momento.

Por su parte, su madre tan sólo separaba la lengua de la vagina de su hija para frotar enérgicamente su clítoris con la mano. Este tratamiento maternal provocó un sonado orgasmo y un surtidor de flujos que fue a estrellarse en el rostro de Mónica.

Intentó tragar todo cuanto de entre las piernas de su hija manaba, pero era una tarea muy difícil y la mayor parte fue a parar a su rostro, cuello y pechos.

Entonces se acercaron a ellas el resto de la familia. Las intenciones estaban muy claras, así que Marta bajó del sofá y se colocó de rodillas con la boca bien abierta. Su madre, que también lo había entendido a la perfección, la imitó colocándose a su lado.

El primero en comenzar a orinar fue Iván, acertando justo en la boca y rostro de su hermana. Luego fue su padre el que le acertó de lleno en los pechos y luego en el pelo. Sergio prefirió acertar en la cara a su madre y Yolanda, colocándose con las piernas muy abiertas encima de ella también se puso a orinar, empapándola toda ella.

Una vez acabadas las micciones, madre e  hija se lamieron la una a la otra la pegajosa y sabrosa orina, sobre todo de la boca de la otra. Eso encendió de nuevo las pasiones en los demás, y pronto todo volvió a empezar.

Las fotos de Mamá lo habían empezado todo. Fueron idea de Yolanda, que ni en sus más perversos sueños podía imaginarse que llegaría a pervertir a la familia tan completa y definitivamente. Unas fotos que sirvieron para alimentar el deseo de unos hijos que ya deseaban en secreto a su propia madre y que acabaron deseando a su propia hermana y padre. Al principio fueron apenas unas cuantas fotos colgadas en una página web de aficionados, pero después las fotos de Mamá se convirtieron en las fotos y videos de toda la familia colgados en una página web propia, un sitio de éxito: La madre con el marido y con sus propios hijos, la hija menor embarazada y disfrutando de todas las perversiones sexuales que se le podían ocurrir, hermano con hermano, hermano con hermana, madre con hijo, padre con hijo, madre con hija, padre con hija…todo supervisado por la perversa Yolanda. Y Marta tuvo una niña, una niña sana y preciosa  (Nunca supieron quien era el padre), que todos cuidaron con amor hasta que se hizo lo suficientemente mayor como para participar en las perversiones incestuosas del resto de la familia. Pero eso, es otra historia.

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