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Los Agentes del Ojo (31)

en Grandes Series

Joe Ryder y el profesor Traknor avanzaban lentamente hacia la salida del túnel, uno de pie llevando las riendas del espantoso dragón, el otro montado precisamente en semejante animal. Podían ver la luz que asomaba al final de aquella larga y espantosa cueva. Mientras se acercaban, algo apareció a contraluz, algo que avanzaba hacia ellos. En concreto se trataba de cinco soldados de aquel mundo, y uno de ellos cargaba con una mujer.

¡Maldición! — exclamó Joe Ryder — estábamos tan cerca ¿de donde salen ahora estos?

Espero que este animal sea bueno en una batalla — dijo el profesor — por que yo no puedo serte de demasiada ayuda…

Joe desenvainó su espada y avanzó unos metros. Se colocó en guardia y esperó a que se acercaran los cinco soldados. Éstos hicieron algo parecido. El que cargaba con la mujer la dejó en el suelo. Estaba inconsciente. Los otros sacaron sus espadas y se pusieron en guardia.

No queremos problemas — dijo Ryder en voz alta para que le oyeran bien — dejadnos continuar nuestro camino y nosotros os dejaremos continuar el vuestro…

No estás en posición de negociar — dijo uno de ellos adelantándose de los demás — nosotros somos cinco y vosotros sólo dos.

Puede ser — contestó Ryder — tal vez dejemos la piel aquí, pero no nos iremos sin luchar y sin que caiga uno de vosotros, así que ¿Qué mas os da? Dejarnos volver a nuestro mundo y no volveréis a vernos.

La urgencia con la que queréis marcharos es, precisamente, lo que me lleva a no permitir que lo hagáis ¿de quien o que estáis huyendo?

Nosotros solo queremos ocuparnos de nuestros asuntos — contestó Ryder — nos hemos metido aquí por error, sólo queremos volver a nuestra casa…

Si vuestra casa está al otro lado del túnel — dijo uno de los soldados — no es un buen sitio para volver…

¿Por qué no? — Quiso saber Ryder —

Por que nuestro ejército está arrasando vuestra ciudad — contestó burlonamente el soldado —

Ante la expresión de disgusto de Ryder los cinco soldados se rieron con ganas. Tan cerca de la salida y ahora tan lejos. Pero Ryder se había enfrentado a muchas otras situaciones límite durante su larga vida, y había salido de todas ellas. Había aprendido a no desesperar.

Entonces tampoco os importará demasiado que nos vayamos ¿verdad?

Yo de vos — dijo entonces el que se había destacado de los demás — tiraría la espada y me entregaría ¿Es que no sabes con quien hablas?

¡Yo lo se, yo se quien eres! — exclamó el profesor rompiendo su silencio —

¿Me has reconocido?

Ya lo creo, eres el ganador del concurso nacional de idiotas pomposos con el culo gordo…

Ryder le echó a su compañero una mirada asesina mientras los soldados mostraban su disgusto más pronunciado.

¡Muchas gracias! — le dijo entonces Ryder al profesor, no pudiendo aguantarse más— supongo que te ha parecido una idea brillante…

¡Vamos! — dijo el profesor — si nos van a matar igual, pues por lo menos divirtámonos…

¡Como se nota que el que tiene que pelear soy yo! ¿Y si no los venzo que? ¿te has parado a pensarlo?

¿Qué quieres decir? — replicó el profesor — ¿que crees que tienes una oportunidad?

¡Ya basta! — gritó el insultado — ¡Soy el príncipe Nisroc de Gehena, hijo de Moloch I!

¡Es verdad! — dijo entonces Ryder chasqueando los dedos — es clavadito a su hermana Sofía…

Tienes razón — añadió Traknor — tiene las mismas cejas…

¿Conocéis a mi hermana Sofía?

Claro que si — dijo el profesor — ha sido conocerla y se ha llevado mi corazón. Literalmente de hecho…

Una muchacha muy divertida — añadió Ryder — un demonio de chica…

Ya es suficiente de chanzas — concluyó Nisroc — tira tu arma y entregaos.

Eso me plantea un problema ¿sabes? — comenzó entonces Ryder — por que resulta que estando tan cerca de la salida no me parece muy adecuado volver a atrás para que tu hermana siga con sus jueguecitos sádicos ¿comprendes?

Ahora si que veo que la conocéis…

O dicho de otro modo, o te quitas de en medio y nos dejas pasar, o te quito de en medio y paso.

Nisroc levantó su espada para atacar, pero Ryder fue mucho más rápido. Puede que Nisroc fuera un príncipe sangriento acostumbrado a las batallas y la guerra, pero Ryder era un entrenado luchador cuerpo a cuerpo mucho más ágil y rápido que el, y antes de ser capaz de hacer ningún movimiento la mano que sujetaba la espada salió despedida por los aires, cercenada de un solo tajo.

Nisroc no emitió un solo grito, sólo se sujetó el muñón sorprendido. Después se acercó hasta donde había caído su mano y se la volvió a colocar en la muñeca. A ojos vista la herida se soldó en segundos y de nuevo su mano estuvo en su sitio.

¡Oh, venga! — exclamó entonces Ryder — éste también no…

Creo que ya has hecho tu movimiento — dijo Nisroc — ahora es mi turno.

Nisroc saltó entonces espada en ristre contra Ryder. Éste fue mucho más ágil y le esquivó con facilidad. Le asestó dos mandobles más, pero Ryder fintaba como nadie.

¿Te vas a estar quieto?

No se… ¿Qué te parece este movimiento?

Seguidamente Ryder efectuó una estocada inesperada y le clavó la espada hasta la mitad en el estomago a su rival. Brotó la sangre, pero Nisroc apenas se inmutó. Tan pronto como Ryder retiró su arma la herida volvió a cerrarse.

Mi príncipe — dijo entonces uno de los soldados — no quisiera faltaros al respeto pero ¿Qué hay de la misión? ¿no estamos perdiendo el tiempo aquí con ese saltimbanqui?

Tienes razón — reconoció el príncipe — acabad con él, no podrá esquivaros a todos a la vez…

Los cuatro soldados enseñaron sus espadas acercándose poco a poco con cara de pocos amigos. Nisroc dio algunos pasos atrás mientras descansaba su arma.

Bueno — empezó a decir Ryder — creo que las cosas se complican cada vez más…

De repente, desde lo alto de su montura, el profesor Traknor dio un salto prodigioso cayendo encima de los cuatro soldados. Lo hizo a cuatro patas, rugiendo como una bestia y derribando a dos de ellos en la caída. Seguidamente aplastó contra el suelo a uno de los que aún quedaban en pie de un solo golpe y le arrancó el brazo al otro. Los dos restantes se levantaron pero no tuvieron tiempo ni de recoger sus armas, Traknor les golpeó a los dos matándolos en el acto.

Ya está — dijo entonces el profesor con una voz ronca y apagada — se acabó…

¿Qué clase de bestia es esta? — quiso saber Nisroc con más miedo que perplejidad —

¿Te encuentras bien? — preguntó muy preocupado Ryder ignorando al príncipe —

Para nada — balbuceó el profesor mientras se intentaba sentar en el suelo — me duele el pecho y el brazo izquierdo, no debería haber hecho este último numerito…

¡No! Tu no te me mueres y menos después de lo que has hecho…

Ryder se agachó a auxiliar a su compañero que se encontraba ya bastante incapaz de quedarse de pie. Respiraba con mucha dificultad y una mueca de dolor se dibujaba en su rostro de simio.

Dime lo que debo hacer — comenzó Ryder — yo no soy médico, no se nada de estas cosas…

No puedes hacer nada, tendrías que llevarme a un hospital, suministrarme oxigeno… no puedes hacer nada…

Ryder notó entonces la punta de una espada en su nuca. Con el rabillo del ojo observó como su enemigo se había aprovechado de la situación.

Levántate con cuidado, saltimbanqui — dijo Nisroc — tu amigo parece que se va a morir, y si tu no te portas bien también morirás…

En tu mundo ¿Hay gente que podría ayudar a mi amigo? ¿que le podrían salvar la vida?

Supongo, pero ¿para que lo iban a hacer? Después de lo que ha hecho mejor será que se muera, y luego tú vendrás conmigo, seguro que mi hermana tiene cuentas pendientes contigo…

Entonces he estado equivocado… en lugar de tratar de escapar podría haber intentado que alguien de tu mundo lo curase…

Aparta. Le clavaré la espada y dejará de sufrir. No tengo tiempo de esperar a que se muera…

Ya da igual — dijo Ryder con lágrimas en los ojos — mi amigo acaba de morir.

Lleno de una ira incontrolable Joe Ryder actuó muy deprisa. Lo primero que hizo fue derribar a su oponente de una patada en los gemelos. Antes de que pudiera incorporarse, le quitó la espada de las manos con otra patada y luego le dio en la cara.

Furioso, Nisroc se incorporó para atacar, pero enseguida fue derribado de nuevo. Fueron tres patadas de Jiu Jitsu, una en el cuello, otra en el pecho y otra en el estomago. Nisroc se desplomó en el suelo quejumbroso, Ryder sabía acertar los puntos nerviosos más dolorosos.

Mientras el príncipe se recuperaba Ryder recogía del suelo su espada.

Igual que tú hermana, se os puede herir, pero no podéis morir ¿me equivoco?

No, en absoluto. Puedes lanzarme tantos golpes como quieras, que no conseguirás matarme…

Ryder asestó a su adversario un golpe verdaderamente salvaje e inesperado. La hoja le entró por el costado, algo por encima de la cintura, y le seccionó la columna vertebral.

Inmediatamente se desplomó en el suelo. Semejante herida habría matado a cualquier otro, pero él seguía vivo. Aún así, no podía moverse y se agitaba tembloroso como una hoja al viento.

No puedes morir… eso está bien, hay cosas peores que morir…

Seguidamente le volvió a cortar la mano. La recogió y la arrojó bien lejos, a la oscuridad.

¡Maldito! — gritó el príncipe mezclando dolor con rabia — pronto tendré tu cabeza entre mis manos, mi herida está sanando muy rápidamente, pronto volveré a poder ponerme de pie…

No, no lo harás…

Seguidamente Ryder le cortó el pie derecho, e hizo lo mismo que con la mano, recogerlo y arrojarlo lejos.

¡Desalmado! ¡Te mataré por esto!

Luego le seccionó el otro pie y también lo arrojó lejos, luego la otra mano e hizo lo mismo.

¡Maldito! ¡Mi padre te arrancará la piel a tiras!

Y a continuación le descargo un tremendo tajo entre las piernas. Apenas se veía otra cosa que sangre. Nisroc gritaba de dolor. Ryder se aseguró de seccionar correctamente el miembro y los testículos del príncipe y pinchándolos con la punta de la espada arrojarlos lo más lejos posible.

Mi amigo ha muerto por que forzó demasiado su corazón — comenzó a explicar — su corazón se le partió.

Y entonces clavó la espada en el corazón del príncipe Nisroc. El arma le atravesó clavándose en el suelo y ensartándole de lado a lado. Nisroc quiso gritar, pero de su boca empezó a brotar sangre y solo emitía gorjeos.

Joe se agachó para acercarse a su amigo. Le acarició la frente con dulzura y reflexionó un instante en la necesidad de amor de aquel enorme gorila. Su muerte era del todo injusta, no pensaba aceptarla así como así. Se encontraba a un paso de la civilización, pero no iba a regresar tan pronto. Su amigo merecía ser vengado, y la mala mujer que le había arrancado el corazón tenía que pagar, igual que lo había hecho su hermano.

Pero enseguida pensó que era una mala idea. Estaba aquella otra mujer que los soldados habían traído consigo. Su obligación era, en primer lugar, poner a salvo a aquella mujer. Tal vez una vez en lugar seguro podría conseguir ayuda para esa venganza, y tal vez para liberar a otros muchos prisioneros humanos de aquel mundo horrible que se había llevado a su amigo.

Joe se acercó a la mujer y la zarandeó ligeramente para despertarla. Era una mujer muy hermosa y joven y se encontraba totalmente desnuda.

¿Qué pasa…?

La mujer abrió los ojos un poco y los volvió a cerrar. Tosió y se estremeció, abrazándose a si misma.

Tengo frío — dijo tiritando — ¿Dónde estamos?

En un espantoso lugar — contestó Ryder — pero te llevaré de vuelta a casa…

La mujer echó un vistazo a su derredor y pudo ver los cuerpos sin vida de los soldados. Aún con las heridas que el profesor les había profesado quedaba claro que no pertenecían a seres humanos.

Yo conozco a esas criaturas — dijo la mujer — son como demonios, los he visto antes…

Claro, son los que te deben haber secuestrado — contestó Ryder —

No, no es eso. Los conozco de mucho antes, de mis sueños.

¿De tus sueños?

¿Quién eres tú?

Me llamo Joe Ryder, y sólo soy un aventurero. No temas, te llevaré a casa y estarás a salvo de estas criaturas…

La mujer había dejado de temblar y se puso de pie para ver mejor lo que tenía a su alrededor.

En mi sueño soy una reina — comenzó — y soy como ellos…

Tiene gracia — dijo Ryder no sin cierta ironía — yo nunca recuerdo lo que sueño…

Me acaban de violar.

Ryder se quedó estupefacto. Ahora veía que las insensateces que estaba diciendo se debían al trauma de haber sido violada por aquellos monstruos. Tenían mucho que pagar…

Vamos, te llevaré con tu familia, te llevaré a un hospital…

Yo no tengo familia — dijo la mujer — pero en mis sueños si, tengo un hijo y dos hijas, y tengo un marido, el rey.

Comprendo que estés confusa, pero es peligroso quedarse aquí…

No, no lo entiendes. Quiero quedarme ¿Dónde están los otros? ¿Dónde está el mundo de mis sueños?

Mientras tanto, Nisroc utilizaba los muñones de sus manos para intentar arrancarse la espada del pecho, pero estaba muy bien clavada, como un alfiler que sujeta a una mariposa a un álbum de coleccionista. La piel le había crecido ya en las muñecas, ya era un manco definitivo.

Mira, bonita…

Grace, me llamo Grace.

Muy bien, Grace. En serio no sabes lo peligroso que es esto. Te pondré a salvo y con profesionales que te ayudaran…

¿Quién es ese de ahí? — dijo señalando a Nisroc —

Un criminal.

Grace se acercó hasta Nisroc y le acarició la cara. Todavía no podía hablar, pero forcejeaba intentando hacerlo, tratando que se le entendiera.

Le conozco, aún no puedo ubicar de que, pero ya lo he visto antes…

No te acerques a él, Grace — le dijo Ryder sujetándole del brazo — es muy peligroso aún estando así…

¿Qué le ha pasado? ¿Por qué está clavado al suelo como un gusano?

Por que es lo que se merece — concluyó Ryder — y por que no puede morir.

Podemos ayudarle, quitarle la espada del pecho…

Mira, bonita — dijo Ryder perdiendo la paciencia — nadie va a quitarle la espada ¿de acuerdo? Y yo no tengo más tiempo para perderlo aquí. Si quieres irte te acompañaré. De lo contrario puedes venir conmigo, pero te aseguro que no va a ser un camino de rosas.

Iré contigo — dijo Grace tras un instante de reflexión —

Estupendo.

Ryder caminó hasta donde dominaba la penumbra para recoger su montura. Grace se asustó cuando la vio llegar, pero no retrocedió ni un centímetro.

¿Qué es eso?

Esto es lo que por estos andurriales entienden por un caballo, y no es de lo peor que tienen por aquí¿todavía quieres acompañarme?

Si, si que quiero. Asusta mucho, pero es bonito.

Ryder se encogió de hombros y ayudó a montar a Grace. El animal era lo suficientemente grande como para transportar a los dos. Ryder le espoleó y se puso a caminar con gran premura. No tan rápido como un caballo, pero mucho más que ir a pie.

Grace se sujetó a la cintura de Ryder. Éste podía notar el contacto de sus pechos en su espalda. En cualquier otra circunstancia hubiera convertido la situación en una aventura sexual, pero ahora no era el momento, ni se le pasó por la cabeza. Sólo la venganza le iba a satisfacer.

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