miprimita.com

Los Agentes del Ojo (25)

en Grandes Series

Nisroc encabezaba la formación de su batallón y con él iban sus cinco hombres de confianza. Iban caminando, lo que resultaba raro para el resto de la tropa, los oficiales suelen ir montados en dragones.

Estaba ansioso por entrar en combate. La información que acerca de la ciudad había extraído su padre de las mentes de los capturados dejaba claro que estarían indefensos ante el ataque. Iba a ser toda una masacre, el saqueo y el asesinato serian recordados durante mucho tiempo.

Entonces sucedió algo. Ya estaban adentrándose en el puente entre realidades cuando el sonido de la batalla se escuchó en la cola del desfile. Nisroc pidió a sus oficiales que le informaran de lo que sucedía pues visualmente tan solo podía observarse una multitud aglomerada sobre algo.

Se trataba de un ataque, pero de un ataque muy especial, pues lo protagonizaba un solo individuo. Un solo hombre sin armas que estaba acabando con la vida de todo soldado que se cruzaba en su camino.

Nisroc ordenó reducir a aquel hombre prodigioso pero sus soldados sólo se precipitaban a la muerte. ¿Un solo hombre puede diezmar un batallón?

Pensó en la misión, la verdadera misión que su padre le había encomendado. Una misión que no necesitaba realmente de aquel ejército tan numeroso. Un ejército que estaba allí tan solo por una demostración de fuerza, un gesto de desprecio, pero la verdadera misión era muy distinta, y conocía a su padre lo suficiente como para saber que para nada iba a gustarle enterarse de que un solo hombre la había frustrado.

Nisroc ordenó a las guarniciones más en retaguardia combatir al ejército de un solo hombre, y a las que se encontraban en vanguardia continuar avanzando hacia el puente entre realidades. Sus fuerzas iban a ser reducidas a la mitad antes de empezar, pero tanto daba, la invasión no era el objetivo principal del ataque.

Así pues, fueron unos trescientos soldados, con unos cincuenta dragones de guerra, los que entraron en Ámsterdam.

Irrumpieron por el mismo callejón que habían usado John Henry y Diana Dywane para entrar en su mundo, en pleno barrio Jordaan.

Por la posición del sol debía de ser mediodía. La ciudad estaba en plena actividad, y la aparición súbita de los ejércitos de Gehena provocó un pánico inmediato.

Los dragones avanzaban arrojando fuego y rugiendo ante despavoridos transeúntes. Los que eran capaces de volar se acercaban a los edificios para desatar sobre ellos una lluvia de llamas abrasadoras. Destruían balcones, farolas y árboles.

Los soldados corrían hacia la gente para atacarles sin más, causándoles heridas graves y la muerte instantánea solo por el hecho de encontrarse en su camino. Muchos fueron acorralados contra los canales y arrojados a ellos sin piedad. Los que conseguían huir eran alcanzados por certeras flechas que baterías de arqueros arrojaban a la multitud.

Muchos ciudadanos se refugiaban en el interior de los edificios, dentro de los comercios o en las casas, y eran perseguidos allí y asesinados sin misericordia. Algún policía solitario fue capaz de empuñar su arma un segundo antes de pedir refuerzos para perder la vida un segundo después.

Los soldados de Gehena se divertían. Mataban sin humanidad e incluso algunos se detenían a cometer algún acto de violación, ya fuera a algún joven o alguna mujer que se encontrara a su paso. Saqueaban sin saber lo que saqueaban, destrozando establecimientos de antigüedades, de ropa o de menaje arbitrariamente. Pero aún así seguían un plan. Se les había asignado barrer la ciudad hacia el este, hacia el barrio rojo. No dejar a nadie con vida, destruir y matar a todo el que encontraran a su paso, y mientras tanto, ajenos a toda la muerte y la destrucción, a todo el caos especialmente orquestado de antemano, Nisroc y sus cinco hombres de confianza avanzaban hacia el mismo este con su propia misión.

Mientras los solados causaban la destrucción, ellos seguían las indicaciones de sus mapas para alcanzar cierto burdel en concreto en la calle Damstraat. Conforme iban llegando a la zona se iban alejando de los disturbios y encontrando a personas que nada sabían de la invasión. Algunos eran atacados por Nisroc y sus hombres, pero en general no se entretuvieron demasiado.

Irrumpieron el él burdel destrozando la entrada. Dentro tan sólo había una mujer limpiando el suelo. Como no se trataba de la persona que buscaban uno de los hombres de Nisroc, el llamado Helix, la degolló.

Deberías haber esperado a que le preguntásemos por lo que hemos venido a buscar… — dijo otro de los soldados —

¿Y como se lo íbamos a preguntar? — respondió el príncipe — no conocen nuestro idioma y no sabemos el nombre de la persona que buscamos —

Pero ¿y el hechizo traductor?

Aquí no funcionará — concluyó el príncipe —

Los seis hombres continuaron buscando su presa. Habían irrumpido en el bar del burdel, donde las prostitutas alternaban con sus clientes. Destrozaron las mesas y los taburetes y todas las botellas de detrás de la barra haciendo uso de toda la barbarie de la que eran capaces.

El ruido hizo que aparecieran algunas personas, la mayoría mujeres. Venían del piso de arriba. Nisroc y sus hombres no podían saberlo, pero las prostitutas, de día, se dedican a dormir.

¡Mirad! — dijo uno de los soldados — ¡Más gente!

Las dos mujeres y el hombre que acaban de bajar se llenaron de pánico en cuanto vieron a aquellos seres no humanos, de piel rojiza y aspecto de demonio, blandiendo cimitarras ensangrentadas. Los cinco se abalanzaron contra ellos. El primero en morir fue el hombre, que fue decapitado por el mismo Nisroc. Luego les tocó a las mujeres. Los hombres de Nisroc las examinaron bien a la luz antes de matarlas. Querían asegurarse de que sus rasgos no eran parecidos en absoluto a aquellos que querían encontrar, pero una vez comprobado, las asesinaron.

¡Qué fácilmente mueren las criaturas de este mundo! — exclamó uno de los soldados —

¡Y que bien gritan! — contestó el llamado Helix —

La llegada de aquellas tres personas había mostrado a los seis asesinos donde buscar. Así que subieron escalera arriba.

No había nadie a la vista en un primer vistazo, sólo habitaciones y más habitaciones. Los seis criminales fueron entrando en cada una de ellas, encontrando a mujeres durmiendo. Una vez más fueron examinando los rostros de éstas y degollándolas cuando no les interesaba lo que veían.

¡Por favor! ¡Piedad! — gritaba una de las prostitutas —

No puedo entender lo que dices — dijo el llamado Helix con una sonrisa en la boca — pero creo que esto si vas a entenderlo.

Y entonces, dejando un poco de lado la misión, el soldado se remangó su jubón y se abalanzó sobre la muchacha para violarla.

Mientras sus compañeros causaban una carnicería por las habitaciones de aquel burdel él disfrutaba de la entrepierna de una prostituta holandesa, que no dejaba de gritar y suplicar mientras era forzada.

No es posible — dijo Nisroc tras un buen rato, reuniendo a sus hombres en el pasillo — ¿No la ha encontrado nadie?

No, mi señor — contestó uno de los soldados — ninguna tiene las facciones que recordamos…

¿Seguro que no os habéis equivocado? ¿Qué no la habéis matado?

Mi señor — contestó otro de los soldados — vos sabéis que no nos atreveríamos a cometer un error como ese…

¿Dónde está Helix?

Como queriendo contestar a esa pregunta la voz de la prostituta que estaba siendo violada se escuchó como el relincho de un caballo por todo el burdel.

Los cinco acudieron atraídos por la voz hasta la habitación de la prostituta, encontrando al llamado Helix consumando su pérfido acto en la oscuridad.

Enseguida el propio príncipe descorrió las cortinas. Lo que temía se acababa de cumplir.

¡Maldito vicioso, estúpido y desquiciado! — dijo el príncipe con una mirada de odio en los ojos — ¿Es que no ves a quien estás violando?

Con la luz del medio día entrando por la ventana el llamado Helix pudo ver que la prostituta que tan grotescamente se había dedicado a violar tenía las facciones de la fallecida reina de Gehena. Salvo la piel roja, los cuernos en la frente y la cola acabada en punta de flecha, aquella mujer que estaba violando era exactamente igual que la fallecida madre de Nisroc, esposa de Moloch I, su rey, y la mujer que habían venido a buscar.

El llamado Helix saltó de la cama intentando apartarse de la mujer como si ésta quemara. Miró un instante a su príncipe, y fue lo último que vio. Pues éste le cercenó la cabeza de un solo golpe en el acto.

La prostituta lloraba presa de un shoc, temblaba como una hoja y gritaba como si todavía estuvieran abusando de ella.

— Cargad con ella — ordenó Nisroc — yo no puedo mirarla. Nos vamos de aquí.

Mas de Cerecita

Recuerdos de Ana

De compras

Terapia de pareja

A mis pies

Una mosca en la pared

Un hombre afortunado

La Prueba

Usada 3

A mis pies

Usada 2

Usada

Caso clínico

La cura contra el insomnio

Educando a M

Las desventuras de Nicky I

Me da vergüenza hacerlo.

Sentirse cómoda con una amiga

Las fotos de mamá. Capitulo 16.

Las aventturas lésbicas de Cristina. Capitulo 12.

Las fotos de mamá. Capitulo 15.

Las fotos de mamá. Capitulo 13.

Las fotos de mamá. Capitulo 14.

Las aventturas lésbicas de Cristina. Capitulo 10

Las aventturas lésbicas de Cristina. Capitulo 11.

Las fotos de mamá. capitulo 12.

Las fotos de mamá. capitulo 11.

Las aventuras lésbicas de Cristina. capitulo 9.

Las fotos de Mamá, capitulo 10.

Las fotos de Mamá, capitulo 9.

Las aventuras lésbicas de Cristina, Capitulo 7.

Las fotos de Mamá, capitulo 8.

Cena entre amigos

Las aventuras lésbicas de Cristina, Capitulo6.

Las fotos de Mamá, capitulo 7.

Las fotos de Mamá, capitulo 6.

Las fotos de Mamá, capitulo 5.

Las aventuras lésbicas de Cristina, Capitulo 4.

La peor noche de mi vida

Las fotos de Mamá, capitulo 4.

La educación de Natalia. capitulo 2.

Las aventuras lésbicas de Cristina, Capitulo3.

Las fotos de Mamá, Capitulo 3.

Las aventuras lésbicas de Cristina. Capitulo 2.

La educación de Natalia. capitulo 1.

Las fotos de Mamá, Capitulo 2.

Las aventuras lésbicas de Cristina. Capitulo 1.

Las fotos de Mamá, Capitulo 1.

Cristina, Capitulo 6. Las flores.

La peor noche de mi vida

Cristina, Capitulo 1. Las bragas.

Mamá ¿Cómo puedes ser tan cruel?

Diego (Amor entre rejas)

Escribir un relato corto

Las fotos de mamá (16)

Las fotos de mamá (15)

Las fotos de mamá (14)

Las fotos de mamá (13)

Las fotos de mamá (12)

Las fotos de mamá (11)

Las fotos de mamá (10)

Las fotos de mamá (9)

Las fotos de mamá (8)

Las fotos de mamá (7)

Las fotos de mamá (7)

Las fotos de mamá (6)

Las fotos de mamá (5)

Las fotos de mamá (4)

Las fotos de mamá (3)

Las fotos de mamá (2)

Las fotos de mamá (1)

Los Agentes del Ojo (35)

Los Agentes del Ojo (34)

Los Agentes del Ojo (33)

Los Agentes del Ojo (32)

Los Agentes del Ojo (31)

Los Agentes del Ojo (30)

Los Agentes del Ojo (29)

Los Agentes del Ojo (28)

Los Agentes del Ojo (27)

Los Agentes del Ojo (26)

Los Agentes del Ojo (24)

Los Agentes del Ojo (23)

Los Agentes del Ojo (22)

Los Agentes del Ojo (21)

Los Agentes del Ojo (20)

Los Agentes del Ojo (19)

Los Agentes del Ojo (18)

Los Agentes del Ojo (17)

Los Agentes del Ojo (16)

Los Agentes del Ojo (15)

Los Agentes del Ojo (14)

Los Agentes del Ojo (13)

Los Agentes del Ojo (12)

Los Agentes del Ojo (11)

Los Agentes del Ojo (10)

Los Agentes del Ojo (9)

Los Agentes del Ojo (8)

Los Agentes del Ojo (7)

Los Agentes del Ojo (6)

Los Agentes del Ojo (5)

Los Agentes del Ojo (4)

Los Agentes del Ojo (3)

Los Agentes del Ojo (2)

Los Agentes del Ojo (1)

Club de amantes de las mascotas

Olga (14, ¿Final?)

Olga (13, Una semana antes)

Olga (12, el móvil)

Olga (11, la venganza)

Olga (10: más incesto)

Olga (9: Receso)

Olga (8: las fotos)

Olga (7: las ostras)

Olga (6: las flores)

Olga (5: el sobresaliente)

Olga (4: la mancha)

Olga (3: Sólo piensas en tocarte)

Olga (2: la puta de los lavabos)

Olga (1: Las bragas)

La educación de Esther

Respira hondo y sonrie

Matrimonio con hijas

Me vengaré!

Los tres ositos, versión porno

La Familia Addams X: El aniversario.

Buffy X: las chicas con las chicas