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La princesa blanca 2

en Grandes Relatos

2

 

Joey se despertó con su mente tan confusa como lo había sido su noche llena de sueños perturbadores repletos de sexo en los que Amber era la protagonista indiscutible.

Después de haraganear unos minutos en la cama disfrutando de las últimas imágenes de sus sueños nocturnos, Joey se levantó se duchó y sin desayunar cogió el Civic para ir  a clase. El coche se quejó y durante un momento Joey pensó que iba a tener que ir andando pero finalmente el viejo utilitario japonés arrancó con un ronquido asmático y llegó a clase justo a tiempo.

Asistió a las clases pero en realidad no estaba allí. Tenía mucho que hacer. Fue una suerte tener la clase del señor Travers a primera hora. El tipo era como un águila y sabía que no podría escribir nada en su clase pero aprovechó para hacerse un esquema mental , con lo que cuando terminó la clase ya sabía más o menos lo que escribiría durante las clases siguientes.

-Hola Joey.

-Hola Judith, -respondió Joey con aire ausente- ¿Qué tal?

-Buf, harta de las clases del señor Travers. Es increíble cómo puede hacer que la biología sea tan árida. Está más preocupado por descubrir a alguien hablando o haciendo dibujitos que en explicar la lección.

-Bueno, lo conocemos de sobra, así que no debería sorprenderte tanto - replicó  él con aire ausente.

-Joey, quería pedirte una cosa -dijo Judith respirando hondo -como sabrás me he presentado voluntaria para ayudar en la decoración para el baile de primavera  y me preguntaba si podrías ayudarme. Sólo serían un par de horas por las tardes y sé que  a  ti se te da bien lo de la iluminación y los cables.

-Sería estupendo pero lo siento, estos días tengo las tardes ocupadas, Mark podrá ayudarte... -dijo mirando hacia la puerta por donde entraba Amber en ese momento. -

La joven entró en el pasillo captando las miradas de lujuria de los chicos y las  de envidia de las chicas. Vestía una minifalda negra ajustada y escandalosamente corta y una blusa blanca bajo la que se adivinaba una ropa interior oscura y sexy. Recorrió el pasillo como una reina, con su perfecta sonrisa  saludando a sus amigas. Cuando llegó a la altura de Joey sonrió por un instante y le lanzó una fugaz mirada cargada de lujuria aunque no se paró y siguió por el pasillo hasta que vio a su novio y se tiró sobre él besándolo y dejando que éste la magrease ante la vista de todo el mundo.

Cuando Joey apartó la mirada  Judith había desaparecido.

El resto del día lo pasó aprovechando cualquier oportunidad para escribir y sólo así consiguió avanzar suficiente en la historia de Nissa.

Aún así se sentía un poco presionado, no le gustaba tener que andar escribiendo todo el día a contrarreloj para cumplir con las expectativas de Amber. Sabía que si continuaba a ese ritmo la calidad de su relato disminuiría.¿ Como coños lo harían Dumas y el resto de escritores de folletines para poder cumplir con sus entregas a  los periódicos  puntualmente? Debía ser una vida bastante estresante.

Al fin terminaron las clases y pudo volver a casa. Comió con una mano en el ordenador y otro en la hamburguesa y sólo así consiguió terminar el segundo capítulo a tiempo.

-Hola señor Kingsey... -saludo Joey.

-¡Hombre! Si es el superagente 86.* 99 te está esperando arriba, ¡Y estaba estudiando la última vez que la vi! -dijo el hombre con cara de alucinado.

-Bueno yo... -empezó Joey sin saber muy bien que decir.

-No seas modesto, has conseguido en un día  lo que yo no he logrado en casi veinte años. Toma hijo, para que llenes el depósito de esa cafetera. -dijo El señor Kingsey  dándole veinte pavos.

Tal cómo había dicho su padre encontró a Amber en bata,  tumbada en la cama boca abajo y   estudiando con atención el contenido del libro de química. Mientras estudiaba jugueteaba con un mechón de su pelo rubio y brillante y movía las piernas desnudas arriba y abajo  hipnotizándolo.

-Hola -dijo ella con una sonrisa. He estado estudiando,  así podrás comenzar antes a leerme tu historia.

-Bueno, primero  tendré que estar seguro de que has asimilado todo, y si terminamos pronto quizás podamos avanzar un poco más -dijo Joey disfrutando de la cara de expectación de Amber y de lo veinte pavos que le ardían en el bolsillo.

-Eres muy malo, -dijo ella haciendo un mohín y poniéndose de lado dejando que su bata se entreabriese lo justo para mostrarle a Joey que no llevaba nada debajo.

Joey tragó saliva y controlando todos sus movimientos para parecer calmado se sentó y abrió el ordenador. Amber sonrió y se acercó sentándose a su lado. Nuevamente el aroma de la joven invadió sus fosas nasales evocando en él imágenes de la tarde anterior. Por un momento estuvo a punto de dejarse llevar pero pudo contenerse y abrió los archivos con los problemas de los temas que Amber había estudiado. Durante más de una hora estuvieron estudiando y no lo dejaron hasta que Joey estuvo totalmente seguro de que Amber había asimilado todo lo que había estudiado.

-Déjalo ya y sigue leyéndome la historia de Nisisa. -dijo Amber cerrando el libro frustrada y tirándose en la cama.

-Mañana empezamos con la química cuántica, y aún es pronto, quizás deberíamos adelantar un poco de trabajo -dijo Joey intentando provocarla.

-¡Vamos, no seas idiota y empieza de una vez! -Exclamó ella tumbándose en la cama y  agarrándose a un cojín expectante.

                                                                              ***

El caballo del príncipe estaba preparado tal como el arcipreste había prometido. Era un soberbio semental de color rojo guinda, de siete años de edad, de raza Naguib, regalo del emperador de Irlam.

Albert se acercó al caballo con precaución, los caballos de su raza eran famosos por  su resistencia y su agilidad pero también por su mal genio. El animal le miró, resopló y bajó las orejas nervioso  cuando Albert se acercó a su flanco izquierdo y le palmeó el cuello y el pecho con tranquilidad. El animal piafó de nuevo pero no opuso resistencia cuando Albert puso el pie en el estribo y se acomodó en la silla.

Salió del palacio tranquilamente, como si sólo fuese a dar un paseo para que el animal hiciese un poco de ejercicio, pero en cuanto se hubo alejado un par de millas y el caballo se hubo soltado un poco, hincó los talones en los ijares del animal y comenzó un rápido galope a lo largo de la pradera, atravesó Kram como una exhalación y cogió el camino que bordeaba por el sur la selva de Juntz y se dirigía a las cataratas del río Rom.  Calculó que  si los trasgos se dirigían hacia Irlam, cogerían el camino de Veladub las puerta norte del imperio de Irlam. Si él y el arcipreste tenían razón disponía de cinco días para interceptarlos cuando el camino pasara por el bosque de Los Tres Ríos. Si Fugaz  aguantaba tenía muchas posibilidades de conseguirlo.

                                                                             

-Pasa y sírvete algo Serpum, viejo amigo. -dijo el rey ofreciéndole con un ademán las viandas que estaban sobre la mesa.

-Gracias majestad -respondió el anciano con una reverencia.-¿Hay noticias de la expedición?

-La última paloma mensajera enviada acaba de llegar informándome de que las huellas de la incursión trasga atraviesan el vado del rio Ren. Yo diría que se dirigen a la fortaleza del paso de Soos. ¿Tú qué opinas?

-No lo sé majestad ,no soy un experto pero no veo la razón para llevar  a la princesa a la Fortaleza muerta. Quizás se internen en las tierras trasgas para sentirse más seguros y luego dirigirse al este por el camino del norte...

-Es una posibilidad. De todas formas no te he mandado llamar por esto. -dijo el rey cogiendo un muslo de pollo de una fuente. -Me han notificado esta tarde que Albert ha cogido el caballo de mi hijo y aún no ha vuelto. Unos campesinos lo vieron atravesar Kram a toda velocidad y dirigirse al este. ¿No sabrás nada de esto por casualidad?

-Majestad, yo...

-Dime que no has tenido nada que ver con el robo del semental del príncipe heredero.

-Majestad -dijo el arcipreste con la autoridad que le daban los largos años pasados al servicio de la corona- Sabe lo que opino sobre todos los acontecimientos que se han producido estos días. Ni son una triste coincidencia, ni los trasgos obran por propia iniciativa. ¿Qué ganarían ellos con el secuestro de la joven princesa?

-Es evidente Irlam y Gandir intentarían conquistarnos para luego pelear entre ellos. -respondió el rey- Sin una heredera para casarla con uno de sus descendientes no tenemos ninguna defensa  y toda la región se verá envuelta en una sangrienta guerra de la que no sé si saldremos vivos pero lo que sí sé es que los trasgos sacaran tajada con sus  pillajes.

-Te olvidas de que toda esta traición ha necesitado meses si no años de preparativos -puntualizó el arcipreste. -y la muerte de tu heredero ha ocurrido hace apenas un par de semanas. El asesinato y el secuestro sólo son efectivos si se realizan coordinadamente y en el caso de tu hijo está claro que no fueron trasgos.

-¿Qué quieres decir?

-Que el secuestro de tu hija puede ser lo que parece... o no.

-Explícate. -dijo el rey no del todo convencido.

-Era de todos sabido que tus intenciones eran casar a tu hijo con la princesa Nayam de Gandir y a Nissa con su hermano Taif.  Así ambas líneas sucesorias tendrían descendientes en común en ambos países.  Matando a tu hijo se quitan de delante el heredero de tu casa haciendo desaparecer tu linaje y secuestrando a tu hija pueden casar con uno de sus hijos y así poder reclamar el trono cuando tu mueras.

-Por los dioses, ¡Irlam! El rey Sebnabab sería el que ganaría con todo esto. Pero no sé. No me puedo imaginar al monarca del país más religioso de este continente haciendo tratos con los trasgos. Si el pueblo se enterase se produciría una revuelta.

-Se que sólo es una posibilidad, pero debemos contar con ella -dijo Serpum con astucia.-Por eso he mandado a Albert. Es confiable y dará a vida por tu hija sin vacilar. Además te lo quitarás de en medio. Lo más probable es que muera en la tundra a manos de los trasgos.

-Sí -dijo el rey frunciendo el ceño- por eso le has proporcionado el mejor caballo del establo.-En mi opinión estás persiguiendo fantasmas pero no seré yo el que te lo impida. No es la primera vez que me sorprendes teniendo la razón.

-Majestad hay otro asunto que debemos tratar. -dijo el arcipreste recurriendo a todo el tacto que poseía- Siempre he respetado su decisión de no volver a contraer matrimonio después del fallecimiento de su esposa pero tal como están las cosas debería reconsiderar esa decisión.

-Amaba a mi esposa como sé que no volveré a amar a nadie en este mundo.

-Lo sé majestad pero ante todo tiene unos deberes para con su pueblo. Debería enviar mensajeros a Gandir y comenzar a negociar la llegada de la princesa Nayam a Juntz. Necesita casarse con esa joven para poder establecer una alianza con Gandir y conseguir nuevos herederos que desbaraten, al menos en parte los planes de Irlam.

-Quizás tengas razón pero me niego a dar a Nissa por perdida... -dijo el rey con las lágrimas asomándose por sus ojos

-¿Ya sabéis quién os ha traicionado? -dijo el arcipreste cambiando rápidamente de tema.

-Hasta ahora no hemos logrado averiguar nada. Son muy pocas personas las que sabían del pasadizo. Ni siquiera Albert lo sabía...

-Un gran error -señalo el arcipreste mordisqueando una empanadilla de pichón.

-Sí, ya lo sé -replicó el rey fastidiado-  El caso es que lo único que se me ocurre es que esa chica, Linnet lo encontrase por casualidad.

-¿Y quién la puso en contacto con los trasgos? -preguntó el arcipreste. No sé, aquí hay algo más. Deberías seguir investigando.

El atardecer llegó demasiado rápido, cuando los trasgos le obligaron a levantarse, todo el cuerpo le dolía y su culo le ardía tras la salvaje cabalgada del día anterior. Le dieron unas galletas y salieron del refugio con el capitán a la cabeza. Uno de los trasgos intentó subirla en su hombro como el día anterior pero esta vez el capitán fue más benévolo y bajo el ritmo de manera que Nissa pudiese seguirlo sin que tuviesen que llevarla a cuestas. La noche era estrellada y relativamente fría. Los trasgos, gracias a su vista nocturna, avanzaban sin problemas por el camino y avisaban a la joven princesa si encontraban algún obstáculo. Con el transcurrir del tiempo Nissa fue recuperándose del anquilosamiento y los dolores fueron sustituidos por el cansancio.  El paisaje por el que discurría el camino era desolador. La llanura era barrida por fuertes vientos helados procedentes del norte y apenas dejaba crecer una hierba corta y áspera y una especie de abetos enanos y retorcidos que al adivinarse entre las sombras hacían el paisaje más tétrico. La luna salió al fin iluminando tenuemente el camino y permitiendo a Nissa ver lo suficiente para no tener que andar a tientas.

Los trasgos avanzaban en silencio, con los sentidos alerta. Al ir relativamente despacio, de vez en cuando un par de ellos se separaba y adelantaba un poco en el camino para explorar y volvían por uno de los flancos.  Mientras avanzaban por aquel paisaje inhóspito, la princesa  no podía dejar de preguntarse en cómo lo estaría pasando su padre. Perder a sus dos únicos hijos en el espacio de un par de semanas tenía que ser desolador. ¿Sería su padre capaz de adivinar a dónde la llevaban? ¿Podría rescatarla? ¿Qué pensaría de ella cuando se enterase de lo que le habían hecho? Era normal que los trasgos durante sus razias violasen campesinas e incluso a niños pero eso siempre le había quedado tan lejano que nunca había pensado seriamente en ello.

Se sentía ultrajada y lo malo es que sabía que sus torturas sólo acababan de empezar. Vio el deseo marcado en los ojos de esa bestia maloliente y sabía perfectamente que cuando acabase la jornada le esperaba otra dolorosa sesión de sexo. Lo peor de todo fue cuando a pesar del dolor y la conmoción comenzó a sentir placer. Jamás podría explicarle aquello a nadie. En una ocasión, escondida bajo una mesa estuvo oyendo historias que contaban los capitanes de la guardia sobre mujeres que se enamoraban de trasgos y  otros bichos y sólo sentían placer yaciendo con ellos; por un momento pensó con horror si terminaría siendo una de esas personas odiadas por todos, suplicando  sexo a esas bestias inhumanas.

Para intentar apartar esos negros pensamientos decidió seguir los consejos del arcipreste. "Si te encuentras en un aprieto recuerda, no te dejes llevar por la histeria, tranquilízate, toma aire e intenta responder a estas tres preguntas: dónde estoy, a dónde voy y como puedo volver a casa"

Levantó la mirada a las estrellas que la rodeaban y trató de situarse. Se dirigían hacia el este eso estaba claro y como el vado que dejaron atrás debía ser el del rio Ren  debía estar a medio camino del bosque de Los Tres Ríos. Sólo podía haber dos destinos, Voor la fortaleza trasga o Veladub en la frontera con Irlam.

Cuando pensó en Veladub, por fin entendió por que la habían secuestrado los trasgos y la mantenían virgen. La iban a vender. No sabía si era un encargo o simplemente la iban a subastar en el mercado de esclavos de Veladub. Una joven hermosa de las tierras occidentales  y virgen podía llegar a valer una fortuna. Un escalofrío de miedo recorrió su cuerpo pero una nueva mirada libidinosa del capitán le dio una idea y poco a poco empezó a tomar forma en su mente un plan para escapar.

El alba empezaba a despuntar cuando los trasgos  decidieron parar a pasar el día.  Con un suspiro de satisfacción la princesa se sentó en el suelo entre las sombras del pequeño afloramiento de rocas que encontraron los trasgos para huir de la luz del sol.

Comieron unas gachas insípidas y grasientas, pero cuyo calor revivió a Nissa que pese a llevar las gruesas ropas de viaje no estaba acostumbrada a ese viento frío y cortante.

-Veo que esta vez te las has comido todas -dijo Munum-koor con una sonrisa torcida-quizá también te apetezca el postre.

Sin decir una palabra el gigantesco trasgo la levantó agarrándola por el pelo y la tiró en una esquina del refugio mientras se bajaba los pantalones de cuero.

                                                                              ***

-Mmm -murmuró Amber girándose en la cama y metiendo sus manos bajo la bata.

Joey levanto la vista y suspiró al ver a la joven retorcerse y dejando  que la bata se fuese abriendo poco a poco.

-¡Vamos! No te quedes mirando, -dijo ella divertida- continúa.

                                                                               ***

Antes de que el bicho tomase la iniciativa la princesa se incorporó como pudo y se acercó a él. Con una sonrisa se arrodilló .  El cuero de su tosco traje  crujió al agacharse y reprimiendo las nauseas cogió la verga del trasgo.  Munum-koor se quedo quieto esperando con el ceño fruncido sin saber que quería hacer con su polla aquella humana.

Nissa notó como la polla del trasgo se endurecía casi inmediatamente al contacto con sus manos. Acercó su cara y pudo verla con más claridad que el día anterior. Era pálida y dura y estaba surcada por gruesas venas y estrías que la hacían rugosa al tacto. Pero lo peor no era su tacto, olía tan mal y estaba recubierta de una secreción de aspecto tan asqueroso que por un momento su voluntad flaqueó. Pero el ver cómo le miraba el resto de la expedición le dio nuevos ánimos y fingiendo acariciársela quitó toda la secreción que pudo y comenzó a lamer la polla de Munum-koor.

El trasgo, que no esperaba aquello vaciló y soltó un gemido de placer al notar la lengua de la princesa acariciando la punta de su glande.

El sabor de la polla de aquella bestia no era agradable pero tampoco era tan repugnante como esperaba y el  gesto de placer animal que mostraban sus facciones la excitó.  Comenzó por lamerle la punta, lentamente dibujando círculos entorno a su glande para luego ir bajando poco a poco mientras con las manos le acariciaba los testículos.

-Creo que eso no te lo hacen las furcias de Nimi-nuir. -dijo uno de los trasgos entre risas.

Mientras se metía la polla en la boca, por el rabillo del ojo  Nissa vio con satisfacción como había captado la atención del grupo. Munum-koor ausente ante las miradas lujuriosas de los demás trasgos empujaba con rudeza su polla dentro de la boca de la princesa. Nissa  rodeó la polla del capitán con la mano para evitar  atragantarse con ella y siguió chupando el miembro duro y caliente mientras   metía la mano libre dentro de sus ropas y comenzaba a acariciar su sexo ostensiblemente para  deleite del resto de los trasgos.

Con cada chupetón y cada lamida notaba como la polla de Munum-koor crecía y palpitaba. Sin dejar de acariciarla con la punta de la lengua  comenzó a mordisquearla, primero suavemente tanteándola y descubriendo que no era tan dura como le había parecido en un primer momento. Luego continuó  mordiendo un poco más fuerte hasta que los gemidos de placer fueron sustituidos por un grito de dolor.

-¡Zorra! -dijo Munum tirándola contra el suelo.

-¿Seguro que no quieres que termine? -dijo la princesa quitándose la ropa y acariciando su vulva entre gemidos.

El trasgo vaciló pero la joven estaba de nuevo de rodillas gimiendo excitada, pasándose los labios por la lengua como una gata hambrienta y no pudo contenerse. Con un gesto de rabia le metió la polla en la boca y empujó en su interior hasta que  la tuvo toda dentro.

Nissa  notó como el miembro del trasgo  entraba en su boca y se alojaba en el fondo de su garganta. Cuando al fin lo sacó estaba medio asfixiada y superexcitada .  Un grueso hilo de saliva cayó sobre su pechos y sin pensarlo metió la polla del trasgo entre ellos. El trasgo al sentir la suavidad y el calor de los pechos de la joven no tardó en eyacular sobre ellos soltando chorro tras chorro de semen espeso, verde y caliente.  Nissa siguió masturbándose con las piernas abiertas ante  aquella corte de miradas anhelantes para finalmente combar y retorcer su cuerpo entre gritos de placer fingiendo o un bestial orgasmo.   

Munum-koor se subió los pantalones satisfecho e inconsciente de las miradas de envidia del resto  del grupo. Nissa se limpió como pudo y se quedó casi inmediatamente dormida.

                                                            ***

-Mmmm quizás esta vez ha sido un poco corto... -dijo Amber exhibiendo su cuerpo ante Joey.

-No sé, deberías pensar qué harías tú si le estuvieses chupando la polla a un trasgo.- replicó Joey- Supongo que también querrías terminar lo antes posible.

-Una lástima que no haya ninguno a mano para comprobarlo. ¿Los trasgos y los frikis están emparentados? -dijo incorporándose con la bata totalmente abierta.

Joey siguió a la joven con la mirada embobado con el movimiento de los pechos y los flujos que resbalaban por el interior de sus muslos. Con una sonrisa libidinosa se arrodilló ante él y le abrió los pantalones. Cuando le sacó la polla de los bóxers, ésta estaba dura como una roca. Amber la probó con la punta de la lengua y la polla de Joey sufrió un espasmo. Amber sonrió y abriendo la boca todo lo que pudo se metió la verga de Joey . La sensación de los gruesos labios de la joven resbalando por toda la longitud de su pene hasta cubrirlo totalmente fue indescriptible.

Por un momento Joey pensó en tirarla en la cama y follársela a cara de perro, pero la mirada de suficiencia en plan "sé lo que estas pensando" y los ruidos que hacía su padre de vez en cuando en el piso de abajo lo disuadieron y se quedó quieto.

Amber se sacó la polla de la boca y sin dejar de mirarle comenzó a lamerla y a mordisquearla mientras se masturbaba con la mano que tenía libre.

Cuando los gemidos de Joey comenzaron a ser más anhelantes Amber se volvió a meter la polla en la boca chupándola y lamiéndola. Joey se moría por acariciar su pelo o sus pechos pero instintivamente sabía que eso no entraba por el momento dentro del juego, así que se limitó a clavar sus uñas mordidas en el tapizado de la silla.

-Voy a correrme .-dijo él haciendo el amago de apartar la polla de la boca de Amber.

La joven no se lo permitió y Joey eyaculó dos, tres gruesos chorreones de semen espeso y caliente en la boca de Amber que  los tragó golosa. Joey se apoyó en el respaldo de la silla agotado mientras la chica sorbía y apuraba los últimos restos de leche de su miembro y liberaba su polla aún erecta y aún hambrienta.

*El superagente  86 es  Maxwell Smart y se apellida igual que nuestro protagonista.

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