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Teniente Smallbird 4ª parte

en Sexo con maduros

5

Smallbird se despertó  de nuevo con resaca,  haciendo que esa mañana se confundiese con las anteriores. Desayunó uno de los donuts que había sobrado de la tarde anterior y se había traído a casa de la comisaría y una cerveza sin alcohol. Dos cigarrillos después ya se sentía humano y después de tender la ropa que llevaba tres días en la lavadora subió a la Ossa dispuesto a empezar una nueva y tediosa jornada laboral.

El comisario debía de tener una reunión importante porque no estaba en su oficina cuando  el detective llegó . Eso le había evitado un engorroso informe en el que más o menos tendría que decir que seguían en ello. Esperaba que para cuando llegase al menos hubiese una lista de sospechosos.

Los chicos estaban todos enfrascados en la búsqueda de sospechosos en guarrorelatos así que se fue a su despacho sin  entretenerles  y les dejó  hacer.

Llevaba un par de horas deambulando por la página web revolviendo entre relatos comentarios y listas de autores cuando recibió un Wasap de Fermín diciendo que tenía novedades. Harto de la atmósfera opresiva de la comisaría no le dejó que le contase lo que había averiguado por teléfono y le dijo que iba a hacerle una visita.  Como siempre que iba solo, cogió la Ossa y se deslizó a toda velocidad por las calles casi desiertas a aquella hora del día llegando al Anatómico en poco más de ocho minutos.

Fumó un par de cigarrillos, tosió un par de veces  y entró en el gris edificio con paso rápido y decidido. Recorrió los pasillos una vez más, intentando imaginar en qué estado le tocaría llegar allí en un futuro cada vez menos  lejano. Ya fuese víctima de un tiroteo y llegase allí con una sobredosis de plomo, cayese aplastado con su moto bajo el camión de la basura de forma que tuviesen que enterrarlo con la Ossa o  llegase en pequeños trocitos victima de la bomba de un yihadista, lo único que quería era una muerte rápida. Nada de largas y dolorosas enfermedades.  

Entró en el despacho  tras golpear la puerta con  los nudillos, sin esperar respuesta y se encontró a Fermín jugando a Plants vs Zombies en el móvil.

—Qué, ¿Sigue sin haber trabajo? —dijo el teniente a modo de saludo.

—Es increíble, pero llevo una semana que parezco el protagonista de Torchwood, —dijo Fermín sin apartar los ojos del smartphone—está muriendo tan poca gente que voy a tener que aprovechar las neveras para enfriar cervezas.

—Tranquilo ya te llegará todo el curro de golpe. —replicó Smallbird— Dijiste que tenías algo para mí.

—Sí ,  ha llegado el informe del  laboratorio. —dijo alargando una fina carpeta que había sobre el escritorio— Bromuro de pancuronio.

—Bromuro de panqué...—dijo Smallbird abriendo la carpeta— Creí que ya conocía todos las drogas que un gilipollas podía conseguir, pero  esta es nueva.

—El señor Blame tenía alcohol, coca, éxtasis  y Viagra en su venas, pero con mucha diferencia la mayor concentración era de bromuro de pancuronio, es un relajante muscular muy fuerte derivado del curare.

—¿El veneno de los indios del amazonas?

—Ese mismo. —dijo el forense   dejando el móvil por fin con un gesto de contrariedad.

—Vale, así que tengo que buscar un tipo moreno, bajito,  desnudo, con el pelo cortado en redondo y una cerbatana en la mano.

—O un tipo con bata blanca. —replicó Fermín.—Es una droga utilizada en cirugía para relajar los músculos y hacer las intervenciones más sencillas. En ocasiones se usa también como anticonvulsivante o en casos graves de epilepsia,  pero no se suele hacer fuera del ámbito hospitalario, por el riesgo de pasarse con la dosis y producir una parada respiratoria.

—¿Cómo lo administró?¿Con un dardo?

—Por lo general la vía elegida es la  intravenosa. Volví a examinar el cadáver buscando el punto de inyección pero no lo logré, supongo que el asesino  utilizó alguno de los cortes para enmascararlo.

—Entiendo. ¿Algo más?

—Hay muchas drogas con las que puedes incapacitar a una persona, pero no hay tantas que lo hagan y esa persona siga siendo totalmente consciente y tenga la misma percepción del dolor. —dijo  Fermín.

—Así que esto es algo muy personal. El asesino no solo quería cargarse al señor Smallbird, también quería hacerlo sufrir durante horas.

—Si no se le hubiese ido la mano, probablemente durante casi un día entero.

—¿Se necesita receta para conseguir esa droga? —preguntó Smallbird revisando por encima el resto de la bioquímica de Blame sin entender ni papa.

—Se necesita receta, en efecto,  pero al no tener un uso, digamos recreativo,  no está tan controlada como los opiáceos, así que el que la consiguió puede no haber dejado demasiado rastro.

—¿Cómo pudo administrarle el asesino una inyección intravenosa a la víctima sin que esta se opusiese? —preguntó Smallbird confundido. —Blame no era un tipo canijo precisamente.

—No lo sé, para eso estás tú, —dijo Fermín con una sonrisilla que venía a decir jódete— yo solo te doy las piezas, eres tú el que tiene que montar el puzle.

—De acuerdo, gracias por todo. —dijo el detective dándole la mano al forense— Por cierto, procura que esta vez esto no sea de dominio público.

—No te preocupes, estoy tan cabreado como tu comisario. Ya sé quién fue y le he puesto a organizar los archivos de los años ochenta,  pero eso es todo lo que puedo hacer, es tan funcionario como tú y como yo. Todos los que han visto ese informe están advertidos,  la próxima vez los denunciaré aunque me cueste el puesto.

Salió del despacho del forense y desanduvo el camino pensativo. ¿Cómo demonios le pones a un tipo una inyección intravenosa contra su voluntad? Lo más fácil sería noquearlo y luego pincharlo o ¿Había logrado convencerlo para que se prestase voluntariamente? ¿Podría haberle convencido de que se trataba de una nueva droga que no se podía perder?

El sol de primera hora de la tarde le deslumbró al salir de los oscuros pasillos de la morgue y le recordó que no había probado bocado desde el desayuno. Encendiendo un cigarrillo giró sobre si mismo situándose y se dirigió a la cafetería de la complutense para comer el menú del día.

De vuelta en la comisaría se reunió con el  equipo en la sala de conferencias dónde esperaban  todos para informarle.

—Bien, —empezó Smallbird— empezaré yo si no os parece mal. He investigado a cuatro de los autores que me enumeró Vanesa y Carpene Diem parece prometedor.

—Yo busqué entre los comentarios de los relatos de Blame y encontré varios. Descarté a los de fuera de España y me quedé con  Carpene Diem, Matoapajas, Capacochinos y Malvado retorcedor de pezones. —dijo Carmen.

—Capacochinos también lo tengo yo —dio López— y también a Matoapajas.

El resto de los detectives siguieron añadiendo nombres a un lista que terminó siendo de cerca de una docena y empezaron a analizarlos uno a uno .Empezaron por los menos probables descartando rápidamente a los dos primeros ya que apenas habían recibido un par de comentarios y habían optado por no responder. El siguiente era un tal Trancadeveinte que había descubierto Gracia haciendo  búsquedas entre los comentarios  con un programa que había creado la noche anterior.

—Aunque no es un escritor muy prolífico y  Blame comentó solo  dos o tres,  si abrís cualquiera de sus relatos, veréis que son extremadamente violentos —dijo Gracia abriendo el perfil y eligiendo un relato al azar que inmediatamente se proyectó en la pantalla para que todo el mundo pudiera leerlo.

El relato se titulaba Crónicas de Zoork : el ataque de la reina de las Magas Zorra.

El tal Zoork era un anciano mago, decano de una antigua sociedad de magos en el reino de Cernuria. Una de sus más aventajadas alumnas había tenido una grave desavenencia con su maestro, había desaparecido en un reino vecino durante cinco años y había vuelto convertida en la jefa de un clan de guerreros que había entrado en su hermandad a traición matando a casi todos sus integrantes.

Pero el anciano que estaba de viaje se libró y cuando se enteró de la traición juró vengar a sus condiscípulos. Fue matando uno a uno a todos los componentes del clan mientras la bruja huía hasta que acorralada en el claro de un bosque decide defenderse:

Desde la última vez que la había visto, la joven delgada y desgarbada se había convertido en una mujer esplendida  alta, delgada, con una melena negra y brillante como el pelaje de un narguik. Sus pechos grandes y turgentes se adivinaban a través de la vaporosa túnica de color índigo que portaba y sus manos finas y blancas sujetaban una peligrosa varita de los artesanos de Kentai.

—Veo anciano que te subestimé dejándote con vida.—dijo la joven enarbolando su varita— Pero ahora verás lo mucho que he aprendido  sin tu asfixiante presencia.

La joven puso el cuerpo en tensión pero el anciano arrugado y encorvado estiró el brazo con un gesto de condescendencia y con un suave murmullo le arrancó a la hechicera la varita de sus manos.

Podía decirse mucho de la joven, pero no que careciese de redaños. Desarmada optó como último recurso obtener la energía que necesitaba  del poder acumulado en los tatuajes que recorrían su cuerpo, pero el gran Zoork ya lo estaba esperando y se adelantó a la joven.

—Por el poder del gran Reorx, —dijo el mago levantando sus entecos brazos en medio del claro agitado por la tempestad— por la ira de Tautona... por la insaciable sed de venganza del gran Kraga yo invoco el poder de los antiguos para que así se castigue la traición de esta oscura hechicera...

Las sarmentosas manos del anciano comenzaron a brillar cada vez más hasta volverse incandescentes y antes de que la hechicera pudiese completar su hechizo, dos tentáculos resplandecientes rodearon muñecas y tobillos de la joven elevándola un metro y medio en el aire y separando sus extremidades.

La joven se resistió todo lo que pudo y el gran Zoork disfrutó viendo los músculos de las piernas de la joven tensándose hasta casi romperse intentando deshacerse del mortal abrazo de la magia de su antiguo mentor.

Los tentáculos crecieron y se extendieron por los miembros y el torso de la joven hasta cubrir todo su cuerpo. Con un grito de rabia el anciano pronunció las últimas palabras del hechizo y el calor se que emitían los tentáculos fue tan intenso que la fina tela de los ropajes, el vello y la capa externa de la piel de la hechicera se volatilizó.

El anciano mago aspiró el olor a pollo quemado y se cercioró de que todos los tatuajes de la joven se habían volatilizado con la capa externa de su piel dejándola totalmente indefensa ante él.  El mago retiró los tentáculos y mientras recogía la varita de la joven del suelo con dificultad, admiró su sensual cuerpo,  ahora totalmente libre de vello salvo por su espectacular melena y su piel irritada y sensible como la de un herida acabada de cicatrizar.

El gran Zoork se incorporó y usando el poder de la varita hizo un sencillo movimiento haciendo que el cuerpo de la joven se arquease y estirase hasta que todas las articulaciones crujieron al borde de la dislocación.

-Ahora, puta, vas a experimentar la justicia del gran Zoork. —dijo el mago dando un nuevo estirón a las articulaciones de la joven, que se tuvo que morder el labio hasta hacerlo sangrar para evitar un grito de angustia.

Tras unos segundos, el mago aflojó un poco la tensión en el torso y los brazos, pero mantuvo la presión sobre las esbeltas piernas de la joven de manera que quedaron totalmente abiertas dejando su sexo expuesto ante la visión del mago que se abrió distraídamente la túnica profusamente adornada con los emblemas de su casa.

Con un gesto de su varita el anciano bajo el cuerpo de la joven hasta que estuvo a su alcance y acarició la sensible piel y los tensos muslos de la joven arrancándole por fin un grito de dolor.

—Así me gusta no te reprimas. —dijo él dando un par de palmadas a la joven  que prorrumpió  en nuevos gritos de dolor y angustia.

Zoork se acercó a  la joven y aspiró el aroma del sexo joven y limpio. Sin apresurarse, el anciano introdujo en el coño sus dedos fríos y sarmentosos. La joven dio un respingo y aguantó como pudo la exploración notando como las largas uñas del anciano mago arañaban inmisericordes  el delicado interior de su vagina.

Zoork se apartó y se quitó la túnica dejando a la vista una polla tan grande como la pitón reticulada que formaba parte del emblema de su hermandad. Con lentitud el anciano se acostó en el suelo en un lugar donde hierba era más mullida y fragante.

A continuación con un golpe de varita acerco el pubis de la joven totalmente abierta de piernas hasta su polla enhiesta  y cuando  lo tuvo a su alcance lo dejó caer de golpe sobre su polla ensartándola hasta el fondo de una sola vez. La joven pegó un alarido al notar como todo su coño se abría y distendía dolorosamente para acoger el formidable pene del mago.

Sin darle tregua y sin dejar de mantener su cuerpo tenso y arqueado, levantó a la joven con la varita repetidas veces para luego dejarla caer con todo su peso. Los gritos  fueron sustituidos por jadeos a medida que la joven se iba cansando. El mago con una sonrisa maligna dio un golpe de varita y dejó a la joven suspendida a unos pocos centímetros de su pubis con las piernas abiertas y  media polla de él en su coño.

Con un golpe seco en una de sus piernas, la joven ingrávida tuvo que soportar la polla del mago mientras ella giraba a toda velocidad en torno a ella. El mareo le hizo  gritar hasta quedarse ronca.

Por fin el mago se separó y le dio una tregua liberándola de sus invisibles ataduras. La joven cayó al suelo a cuatro patas, temblando y con su rosada piel brillante de sudor .

Zoork observó el cuerpo bello y derrotado de la joven, jadeando ruidosamente intentando coger aire y lo acarició con suavidad. Por primera vez la joven experimentó placer cuando el anciano le acaricio su culo y su sexo y gimió  casi sin querer.

Tras la corta tregua el mago volvió a penetrar a la joven, que esta vez gimió enardecida por las caricias. En su mente ella pensó que si lo hacía bien, quizás aquel anciano no acabase con su vida así que cerró los ojos y comenzó a retorcer su cuerpo abandonándose al placer.

El mago tuvo que reconocer que aquella joven era deliciosa y que era un pena tener que matarla pero los espíritus de sus hermanos no descansarían hasta que ella estuviese tan muerta como ellos.

Sin dejar de penetrarla el mago acercó la varita a su pubis y con un rápido hechizo la convirtió en un nuevo pene tan largo y grueso como el original.

La hechicera se puso tensa cuando un segunda polla penetró en su culo rompiéndoselo de un solo empujón pero estaba tan excitada que apenas sintió dolor.

Con una intensa satisfacción, el mago vio como la joven retenía el aire un momento para a continuación relajarse y recibir las dos pollas con gestos de intenso placer. Zoork siguió empujando dentro de los delicados orificios de la joven hasta que todo su cuerpo se tensó en un bestial orgasmo. Con un sencillo hechizo el anciano prolongó el orgasmo de la hechicera a la vez que hacía crecer los dos miembros en su interior aplastando órganos y triturando huesos.

La joven murió casi sin darse cuenta mientras el orgasmo recorría todo su cuerpo enervándolo.

El anciano se separó por última vez de la joven y cogiendo las dos pollas eyaculó sobre su cuerpo inerte.

"La venganza está cumplida" pensó el hechicero con un gesto vacio abandonando el cuerpo de la joven a las alimañas.

Todos apartaron la vista del relato a la vez y cuando Gracia vio los comentarios entendieron porque consideraba a Trancadeveinte un serio candidato:

 

Alex Blame (ID: 1418419)

2014-12-08 11:14:21 

 

El típico  relato de brujería carente de toda originalidad salvo en la sádica manera en la que lo acabas. He leído todos tus relatos y he llegado a la conclusión de que tienes un serio problema de personalidad, así que contrariamente a lo que le aconsejaría a cualquier otro, te  animo a seguir escribiendo estos bodrios si con eso conseguimos que no salgas a la calle a violar ancianitas.

 

Trancadeveinte (ID: 3450018419)

2014-13-08 19:34:24 

 

Créeme sabandija, si alguna vez violo a alguien será a ti con un hierro al rojo rodeado de alambre de espino. Si me das tu dirección y numero de teléfono podemos quedar cuando quieras mamoncete.

 

Alex Blame (ID: 1418419)

2014-13-08 19:54:41 

 

Ja Ja, Buen intento. Pero te prometo que cuando me sienta solo y necesite un soplapollas diciéndome estupideces al oído y acariciándome con amor te  daré mi número encantado.

Tras terminar de leer el largo intercambio de insultos y amenazas de muerte todos quedaron de acuerdo en que el señor Trancadeveinte se uniese a Carpene Diem en la lista de candidatos.

Siguieron trabajando toda la tarde hasta que reunieron una lista de ocho sospechosos. A Carpene Diem y Trancadeveinte, se unieron Matoapajas, un joven bastante imaginativo pero que no sabía apenas de sintaxis y ortografía; Capacochinos, un tipo que decía escribir únicamente experiencias propias con pibones y mujeres famosas y que se cabreó muchisimo cuando Blame le llamó fantasma; Fiestaconcadáveres, elegido por su afición morbosa por los asesinatos y la violación de fiambres; Deputacoña, una tipa que solo escribía escenas de sexo sin más, pero que ambientaba en entornos hospitalarios lo que junto a los insultos que había intercambiado con Blame le animó a Smallbird a incluirla; Grancoñóncolorado, una joven a la que Blame maltrato únicamente por escribir solo historias de lesbianas y Rajaquemoja, una mujer que escribía bien y era bastante original, que era muy tímida al nombrar las partes pudendas pero nada tímida  a la hora de poner precio a la cabeza de Blame cuando se reía de ella.

—Bueno ahora que tenemos un punto de partida empecemos a investigar a esa gente. —dijo Smallbird encendiendo un pitillo.—Gracia, quiero que entres en la página y averigües los datos de esas personas a ser posible sin dejar huellas.

—No hay problema. Lo haré esta noche en casa en mi ordenador y me encargaré de que la intrusión sea indetectable.

— Camino, tú ponte en contacto con el administrador de la Web y pídele esos datos. Tardará un  día pero así podremos trabajar con los datos que nos consiga Gracia y cuando alguien nos pregunte podremos decirles que los hemos obtenido legalmente.

El teniente se sentó y se quedó en la sala apurando el cigarrillo mientras los detectives desfilaban camino de casa tras un largo día de trabajo.

Estaba a punto de ponerse la cazadora y marchar él también, cuando vio el comisario pasar ante él y entrar en su oficina.  No le apetecía nada, pero sabía que el hombre necesitaba noticias así que cogió la carpeta que le había dado el forense y la lista de sospechosos y pasó sin llamar.

Empezó con el informe del forense para terminar luego con la lista de sospechosos. Negrete no le interrumpió pero puso cara de escepticismo.

—¿De veras crees que uno de esos pajilleros mentales es nuestro hombre?

—Tiene que serlo. No se me ocurre ningún otro sospechoso y el detalle de que las ochenta y ocho puñaladas sean las mismas que relatos tenía la víctima para mi es definitivo. Debe haber algún tipo de conexión.

—De acuerdo pero  no pienso decirle a la alcaldesa que estamos persiguiendo a una pandilla de pervertidos hasta que tengas un sospechoso. —dijo el comisario hurgándose los dientes con una uña— Date prisa, por Dios, me he pasado todo el día esquivando a la alcaldesa.

— Mañana sabré dónde buscar a los sospechosos y nos pondremos manos a la obra.

—Estupendo ahora vete y descansa un poco, te lo has ganado.

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