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La princesa blanca 6

en Grandes Relatos

6

La tregua había durado poco, una espesa cortina de agua caía cuando salió de casa para coger el coche.

-Quizás quieras ir hoy en monopatín. -dijo Joey a Mike que entraba en ese momento en el coche con cara de pocos amigos.

-Déjate de chorradas, odio este puto lugar y sus lluvias eternas. Debería tener un arca en vez de un monopatín. No entiendo cómo no te dedicas a beber colonia y a escribir historias de terror, a mí es lo único que me inspira este tiempo. Por cierto ¿Qué tal ayer? ¿Mojaste?

-La verdad es que no. -dijo Joey poniendo el coche en marcha.

-Deberías dejarte de soplapolleces y meterle la polla hasta los huevos.  Yo tuve un rollo parecido una vez.

-Ah ¿Pero tú tienes rollos?

-Fue en las vacaciones.

-Ajá tú eras Danny  Zuko y ella Sandy Olsson*.

-Sí y Sandy resulto ser un pendón desorejado. Dejaba que le hiciese cualquier cosa pero nada con mi varita mágica porque decía que así  no engañaba a su novio del que estaba locamente enamorada.

-¿Y tú qué hiciste?

- Magrearla todo lo que pude y cuando llegaba a casa darle a la zambomba como un desesperado.

-La verdad es que yo te cuento todo, pero tú apenas me cuentas nada de ti. -dijo Joey.

-Estás loco ¿Cómo voy a contarte ninguno de mis deprimentes polvos a un escritor en ciernes. Cada vez que hablamos de algo de esto me veo como protagonista en una de tus novelas.

-¿Y qué tiene de malo? preguntó Joey.

-Que el único juego que daría como personaje  sería como una especie de cruce entre Ignatius J. Reilly** y Bart Simpson.

-No seas idiota, yo te veo más como el protagonista de el Guardián Entre el Centeno contando trolas hiperbólicas, follando maduritas, traficando con hachís...

-Mejor déjalo, me lo estás poniendo peor.-dijo Mike saliendo del coche en medio del aguacero y corriendo hacia la puerta del instituto con su impermeable.

Joey aparcó y corrió tras Mike. Cuando entró, una marea de gente llenaba los pasillos. La lluvia era el mejor aliado para llenar las clases.  Amber apareció con unos vaqueros superajustados  un impermeable gris y unas botas Hunter con tacón que despertaron la envidia de todas las chicas del instituto y desataron la imaginación de Joey.  Amber le saludó al pasar  a su lado sonriendo con suficiencia como si supiese  lo que él estaba pensando.

Al terminar las clases no pudo salir corriendo a casa de Amber porque tenía reunión del foro  de debate. Por un momento tuvo el impulso de largarse, pero luego se lo pensó mejor y decidió  asistir. No quería que Amber se acostumbrase a que el acudiese corriendo cada vez que ella le llamase.

El debate trató sobre la superpoblación mundial y las posibles sugerencias para contener el desastre que se avecinaba. Joey participó activamente y notó como Judith, que solía estar de su lado, se había opuesto obstinadamente a todas sus argumentaciones.

Cuando terminaron, el tiempo les había dado una tregua  y Joey  se dirigió a casa para cambiarse y pegarse una ducha antes de ir a casa de Amber.

En cuanto llegó Amber insistió en seguir con la historia pero Joey se mostró inflexible y hasta que no se convenció de que Amber había asimilado el tema del día no abrió el portátil.

                                                                              ***

Guldur cabalgó sin descanso y tal como había pensado  llegó al puente y a la puerta oeste de Veladub en poco más de un  día. Calculó que tenía un margen de al menos dieciocho horas aunque no se relajó.  Necesitaba comer y dormir algo, así que buscó entre la gente que transitaba por el puente hasta que encontró lo que buscaba. Un tipo con la cara sucia y curtida y el cuerpo cubierto de harapos estaba pidiendo una limosna a los viandantes. Aunque para la mayoría de la gente  pasaba desapercibido Guldur veía el brillo de la inteligencia en sus ojos. Se acomodó en un pilar y esperó.

No tardó mucho en aparecer un campesino con su carro vacio, señal inconfundible de que había tenido un buen día en el mercado. El mendigo se le acercó y le atosigó durante unos momentos y fue tan rápido que ha Guldur casi se le  escapó el movimiento furtivo de las manos del tipo dentro de las ropas del campesino.

-Eres bueno -dijo Guldur

-¿Qué dice, mi señor? -dijo el tipo haciéndose el tonto.

-No te canses con excusas te he visto como limpiabas al campesino.

-No pareces de la guardia.-replicó el ladrón- ¿qué eres? ¿Del gremio del sur? Ya os he dicho que voy por libre. He escogido esta puerta porque es la que menos tráfico tiene. Os he dejado a vosotros el resto de la ciudad. ¿Por qué no me dejáis en paz?

-Ni soy de la guardia, ni soy un rival. Pero puedo denunciarte a cualquiera de los dos.

-¿Qué es lo que quieres? -dijo el ladrón captando el mensaje.

-Lo primero tu nombre.

-Soy Casir de Maab.

-Encantado Casir -dijo Guldur en tono irónico- sólo quiero que hagas una cosa muy sencilla por mí. He estado de viaje y he quedado con una joven en la ciudad. Sé que va a llegar dentro de poco pero estoy rendido y necesito descansar.

-Mmm, y quieres que vigile el puente por si llega mientras estás durmiendo.

-Exactamente.

-¿Y cómo la reconoceré? Por aquí no pasa mucha gente pero aun así veo varias decenas de mujeres pasar cada día por el puente.

-A esta la reconocerás, joven, delgada y alta, tez clara, pelo rubio y ojos verdes. Probablemente parecerá un poco desubicada, no es de por aquí. Si la ves, ve a  la posada de Armengol y pregunta por Hass. Por tener los ojos abiertos te daré dos coronas de plata, una ahora y otra cuando vuelva. Si la ves, la sigues y averiguas dónde se hospeda te daré un soberano de oro. Si me mientes recibirás un palmo de acero. ¿Estamos de acuerdo?

-Totalmente jefe. -respondió Casir como si tuviese alguna otra opción.

-Volveré pronto. -dijo Guldur alejándose.

Había estado en Veladub varias veces en misiones encubiertas y cada vez le gustaba menos aquel antro de pescadores de garms***, pero como encrucijada de tres reinos, el de Juntz el de Irlam y el trasgo, era un sitio donde un buen espía podía cosechar información abundante y  esparcir bulos impunemente ya que siempre había un oído dispuesto a recogerlos y magnificarlos.

La posada Armengol era un tugurio oscuro y maloliente que estaba situada a menos de cien metros de la puerta oeste. Guldur la eligió únicamente por su cercanía y porque nunca había estado allí antes. Pidió sólo pan y queso para comer y una habitación para descansar.

En cuanto entró en el oscuro cuartucho  atrancó la puerta con la única silla disponible y se tiró en la cama totalmente vestido.

No supo cuanto tiempo había pasado pero el suave forcejeo en la puerta le despertó. Con sigilo se movió por la habitación y en silencio quitó la silla y abrió la puerta de golpe. Una joven de piel oscura, con un vestido de vivos colores cayó al suelo de bruces. Guldur cerró la puerta y la atrancó de nuevo.

La mujer se dio la vuelta y se sentó con los ojos muy abiertos y el pecho, visible por el profundo escote, palpitando de miedo.

Tras el susto se levantó y se acercó a Guldur con una sonrisa.

-El dueño me ha enviado pensando que quizás querría compañía; tras un largo viaje... -dijo juntando sus brazos para hacer destacar su generoso busto.

La joven no era muy guapa su nariz era grande y ancha y sus ojos bizqueaban ligeramente pero las formas de su cuerpo  generosas y los labios gruesos le recordaron que hacía mucho tiempo que no echaba un buen polvo.

-Está bien -dijo Guldur poniendo unos cuantos Karts en la mano de la mujer mientras le sobaba los pechos a través del vestido- creo que tu jefe tiene razón.

Sin mediar una palabra más le sacó la ropa a tirones  hasta que la joven quedo totalmente desnuda. Tenía unos pechos enormes, ligeramente caídos y con unos pezones  grandes y oscuros como las galletas de avena de Kram. El vello que ocultaba su sexo era espeso y oscuro como el bosque que acababa de abandonar. De un empujón la tiró de cara sobre la cama y  le metió la polla entera de un sólo golpe.

-¡Eh! ¡Cuidado! -protestó la mujer .

Guldur no replicó y se limitó a empujar salvajemente mientras se agarraba  a las poderosas nalgas de la joven.

La Prostituta abrió un poco más sus piernas  para estar un poco más cómoda mientras todo su cuerpo temblaba con cada empujón de Guldur.  La mujer comenzó fingiendo, pero a medida que  Guldur continuaba penetrándola con fuerza   cambio sus gritos exagerados por gemidos de verdadero placer.

Cuando Guldur la agarró de su pelo largo y rizado y tiro para incorporarla, ella casi no lo sintió concentrada como estaba en  la polla que amenazaba con abrirla a la mitad. Llevándola por el pelo la empujó contra la pared y la volvió a penetrar mientras sobaba sus pechos y pellizcaba sus pezones hasta hacerla gritar. La joven no tardó  en correrse con unos gritos que se debían haber escuchado en los edificios aledaños.

Sin darle tregua Guldur le dio la vuelta y con una zancadilla la hizo hincar la rodilla en el suelo.  Sin soltarle el pelo le paso la polla varias veces por su cara justo antes de metérsela en la boca. La puta obediente comenzó a chupar  y lamer  su capullo con energía.

Cuando la mujer creyó que iba a tener que lamer aquella enorme polla hasta que se le saliesen llagas en los labios, Guldur gritó y le clavó la verga en el fondo de su garganta mientras eyaculaba una portentosa cantidad de semen.

Finalmente Guldur retiró su polla y la joven pudo respirar por fin medio atragantada y escupiendo  parte de la leche de Guldur.

Cogiéndola de un brazo Guldur la ayudó a levantarse, le dio el montón de ropa y unas pocas monedas más y la empujó fuera de la habitación aún en cueros.

La joven gritó indignada y le insultó varios minutos después de que hubiese vuelto a trancar la puerta pero eso no le impidió quedarse profundamente dormido.

                                                                              ***

-Seguro que eso es lo que quieres hacer conmigo. ¿Verdad? -dijo Amber acariciándose el cuerpo por encima de la bata.

-Yo...

-No me mientas, eso es lo que os gusta a los chicos follar a la chica y luego largaros -dijo suspirando .

-¡Eh! -dijo Joey indignado- A lo mejor la culpa la tenéis vosotras eligiendo mal a los tíos. No Todos somos así y no siempre la culpa es nuestra.

-A veces eres tan dulce e inocente... -dijo ella abriéndose la bata y mostrando a Joey su cuerpo desnudo y excitado por las caricias.

                                                                              ***

Cuando despertó  aún era de noche. Debía haber dormido unas cuatro horas pero fue suficiente. Se levantó casi totalmente descansado, se estiró y salió de la habitación después de vestirse. Cuando bajó a la cantina está estaba a rebosar de parroquianos, la puta estaba sentada en el regazo de un tipo gordo que no paraba de reír y apretarle el culo. Cuando vio a Guldur, la mujer le lanzó una mirada en la que se mezclaban el deseo y el odio. Se sintió tentado de quedarse a tomar una cerveza pero sabía que no tenía tiempo y salió de la posada.

El puente estaba envuelto en una tenue bruma que desdibujaba el paisaje, pero que no le impedía ver la luz de un pequeño barco pesquero que volvía a puerto después de un largo día de trabajo. A pesar del ambiente fresco y húmedo Casir se había mantenido fielmente en su puesto y le acercó a él en cuanto le vio.

-Lo siento señor pero desde que se fue por aquí sólo han pasado rostros conocidos. La joven a la que espera no ha llegado aún.

-Gracias, has hecho un buen trabajo. -dijo Guldur depositando una corona en la mano ansiosa del  bribón- No esperaba que llegase tan temprano pero con las mujeres nunca se sabe.

-Ya lo creo -dijo Casir haciendo aparecer y desaparecer la moneda de sus manos como por arte de magia.

-Ya puedes irte si quieres, a estas horas no creo que pase mucha gente a la que poder limpiar. No te gastes todo ese dinero de una vez . -dijo Guldur viendo como el hombre se alejaba a paso ligero probablemente para ir a apostar su nueva fortuna en una partida de dados.

-Si me necesita puede encontrarme en la taberna de Riins. Si no estoy por aquí, estaré allí. -dijo el ladrón despidiéndose con una  burlona reverencia.

Guldur se quedó sólo, se retiró a la sombra de un pilar, fuera de la vista de cualquier curioso y embozándose con la capa se dispuso a esperar.

A Albert le resultó imposible seguir los pasos de Nissa. La joven había sido muy lista, ya que al parecer había avanzado por la parte rocosa de la orilla procurando no dejar huellas. Al inicio de la persecución encontró algún indicio, como alguna piedra movida o un poco de musgo  levantado pero con el tiempo pareció evaporarse. Al principio no se preocupó demasiado. Sabía que la única dirección lógica que podía tomar la joven era seguir la corriente hasta encontrar un lugar habitado. Además Albert no tomaba precauciones así que avanzaba mucho más rápido pero cuando pasaron casi doce horas, en las que corrió sin descanso, sin ver ningún indicio del paso de la joven empezó a temerse que hubiese caído al rio.

Llegado a este punto paró para descansar y meditar sobre lo que debía hacer. Si había caído al río y se había ahogado no podía hacer nada por ella. Sabía que la joven era suficientemente lista para saber que desandar el camino no era una opción. Así que si seguía viva el único lugar dónde podía ir para conseguir encontrar una manera de volver a casa era Veladub.

Apartando de su mente malos presagios comió unas pocas nueces kota y el último trozo de queso que le quedaba  y después de beber un trago de la fresca agua del río continuó corriendo en dirección a Veladub.

Nissa despertó con todo el cuerpo dolorido por la mala postura que había tenido que adoptar . La raíz en la que navegaba había seguido flotando y ahora que la corriente era menos impetuosa avanzaba a un ritmo más pausado. Por un momento estuvo tentada de  tirarse al agua y nadar hasta la orilla, pero se lo pensó mejor y se dio cuenta que yendo a pie no podría avanzar tan rápido y además  dejaría un rastro que los trasgos podrían seguir.

Con un gesto de resignación trato de ponerse más cómoda y pensar en qué podía hacer para llegar a casa con su padre. Con los primeros rayos del sol Nissa se desnudó y extendió la ropa lo mejor que pudo para poder secarla.  Su piel estaba pálida, fría y arrugada por el continuo contacto con la ropa fría y húmeda. Con un suspiró se tumbó de forma que los rayos del sol incidieran directamente sobre su cuerpo desnudo y se quedó de nuevo  dormida.

Despertó con la garganta seca y la piel febril por la larga exposición al sol. Cuando se incorporó para ponerse la ropa se dio cuenta de que estaba en el lago a más de una milla de la orilla.

Se vistió e intentó remar para dirigir la raíz a la orilla pero apenas pudo hacerla avanzar unos metros tras cuarenta minutos de arduo esfuerzo. Llegar a nado a la orilla con las leyendas sobre gigantescos peces que se comían personas de un bocado que le había contado su ama de cría también quedó  descartado así que bebió un poco de agua y se dispuso a esperar.

Se encontraba relativamente cerca de Veladub. Podía ver la ciudad sin dificultad y sabía que ésta tenía un puerto y una importante flota pesquera así que se limitó a esperar a que alguno de los barcos que venía de vuelta pasase cerca y pudiese rescatarla.

Los últimos rayos de sol estaban cayendo sobre la cristalina superficie del lago cuando aparecieron sus salvadores. Hanón y sus cuatro hijos acercaron su chalupa y la subieron con facilidad hasta la cubierta.

-Vaya, mira lo que hemos pescado, -dijo el padre con una sonrisa. -es una sirena.

-Gracias por sacarme de ahí, creí que iba a quedarme toda la noche encaramada a esa raíz.

-¿Nos puedes explicar cómo has acabado en medio del lago?

-¡Oh, la verdad es que me da un poco de vergüenza. -dijo ella comenzando la historia que había estado pergeñando mientras esperaba su rescate- Salí con mi novio a dar un paseo en su barca y nos besamos. El caso es que empezó a tocarme de forma....

-Sigue -dijo Hanón animándola- estás entre amigos.

-...Feim empezó a tocarme  de forma inapropiada y cuando le dije que parara el no me hizo caso e intentó desnudarme.

-¡Sera hijo puta! -exclamó uno de los hermanos indignado.

-Yo me revolví y le di un bofetón enfadada y él, ofendido, me tiró al agua y me dijo que volviese sola a Veladub. Gracias a la Diosa que encontré está raíz y que os ha conducido hasta aquí para salvarme.

-Alabada sea la Diosa del Lago -dijeron los hombres a coro.

-Deberías denunciar a ese imbécil -dijo el mayor de los hermanos, podías haberte ahogado.

-¡Oh! Eres muy amable pero él es de una familia...

-Ya te entiendo -dijo el padre - No hace falta que digas más. Será mejor que te olvides del incidentes y olvides a Freng.

-Feim -se apresuró a decir Nissa por si se trataba de una trampa- y yo soy Linnet. -dijo dándoles la mano a todos uno a uno- Gracias de nuevo por salvarme la vida.

-Encantado Linnet -dijo el padre aparentemente satisfecho- Íbamos a cenar un poco de pescado. Si quieres acompañarnos estaremos encantados de compartir la mesa contigo y estoy seguro de que no probarás un pescado como este.

Había probado la carne de Garm otras veces. Pero aquellos filetes recién sacados del pez aún agonizante y hechos a la brasa asándose en su propia grasa resultaron deliciosos. Ante la  complacida mirada de los hombres Nissa devoró dos generosas porciones y hubiese empezado con una tercera si hubiese podido.

El viento les llevó a la ciudad sin que los hombres tuviesen que hacer ningún esfuerzo. Ya era de noche y la bruma empezaba a depositarse sobre la superficie del lago cuando pasaron al lado del puente del río Blanco y atracaron en el puerto de Veladub.

                                                                              ***

Amber se levantó y con un gesto dejó que su bata resbalara de por sus brazos hasta caer alrededor de los pies. Los ojos de Joey observaron avariciosos el cuerpo atlético de la joven, sus largas piernas y sus pechos firmes y llenos con los pezones duros.

-Así que tu serias bueno conmigo -dijo ella agarrando a Joey por la nuca y sentándose encima de él cara a cara.

Joey no dijo nada y se limitó a coger a la joven por la cintura sumergiendo su mirada en sus ojos verdes. Sus manos acariciaron la espalda de Amber y fueron bajando hasta descansar suavemente sobre su culo. Fuera el sol comenzaba a ponerse y una suave brisa mecía las ramas del árbol creando sombras efímeras sobre los dos cuerpos.

La joven le soltó la nuca y se agarró al respaldo de la silla mientras acercaba su rostro y sus labios entreabiertos a los de Joey pero sin llegar a tocarlos. Lentamente comenzó a balancearse frotando su cuerpo contra el bulto que se adivinaba en el pantalón de Joey. Las ramas se agitaron con fuerza por un súbita ráfaga de aire llamando la atención del joven que estaba de cara a la ventana.

Amber rozó con sus labios y su lengua los labios de Joey. Joey creyó que estaba en el cielo y subió sus manos acariciando con suavidad los flancos de la joven. Amber se inclinó y de un cajón del escritorio sacó, ante la incredulidad del Joey un preservativo.

Por un momento ella se apartó y le quitó los pantalones y los calzoncillos. Su polla estaba enhiesta  como el asta de una bandera. La joven desenvolvió el preservativo, se lo metió entre los labios y recorrió el pene de Joey con ellos hasta dejar el condón perfectamente colocado. Joey levantó la mirada hacia el techo mientras ella le chupaba su enfundada polla. Cuando  bajo los ojos casi se le salieron de las orbitas. Las ramas se movían de nuevo, pero no era por efecto del viento, el cabrón de Mike se había colado en el jardín de los Kingsey y se las había arreglado para trepar por el árbol incluso con el brazo roto.

Joey se quedó petrificado, ¿Qué debía hacer? Si se lo contaba a Amber sabía que todo se acabaría y si pillaba a Mike subido allí arriba también.

-¿Pasa algo? -dijo ella al notar que Joey se ponía rígido.

-¡Oh! Nada, es que por un momento he estado a punto de correrme. -improvisó él- pero la crisis ya ha pasado -añadió Joey mientras con un gesto le indicaba a la joven que se levantase y veía a Mike  arrellanarse en una horquilla del árbol y  levantaba el dedo gordo de la mano buena sonriente.

Amber se levantó de nuevo y se sentó en su regazo de cara a él   dejando que Joey le recorriera el cuerpo con las manos. Joey notó con placer como el cuerpo de la joven temblaba y se retorcía con cada caricia. Con lentitud le cogió un pecho y se lo llevó a la boca. Ella gimió y la boca de él se saturó con un sutil aroma a avellana. Acarició el pezón con la lengua y Amber gimió de nuevo mordiéndose los labios para no gritar.

La joven no esperó más y cogiendo la polla de Joey se la metió con un suspiro. Esta vez fue Joey el que soltó el pezón para emitir un quedo gemido.

 Amber subía y bajaba empalándose con la verga de Joey una y otra vez  mordiéndose la mano para no aullar de placer. Joey se quedó paralizado por la sensación que le producía la cabalgada y se limitaba a agarrar a la joven por la cintura y a ayudarla en sus movimientos para hacerlos más amplios y profundos.  Con un jadeo la joven soltó sus manos e inclinó su cuerpo y su cabeza hacia atrás.

Afortunadamente el sol ya se había puesto y con la luz de la habitación, el exterior parecía tan oscuro como la boca del lobo así que no pudo ver a Mike espiándolos desde el árbol. Joey se incorporó aún con su miembro dentro de la joven y la tumbó en la cama. Amber le abrazó y clavo sus uñas en la espalda mientras Joey descargaba todo su peso en cada penetración. El ritmo de él se volvió cada ver más urgente hasta que creyó que iba estallar, entonces se apartó y sacándose el condón eyaculó sobre el cuerpo desnudo de la joven. Tras el último chorro de semen Joey penetró a la joven con sus dedos y con suavidad exploró su vagina hasta encontrar una leve protuberancia que acarició con suavidad hasta que la joven se retorció asaltada por el orgasmo. Joey siguió insistiendo y prolongado la sensación de placer de la joven hasta que noto como  el coño de Amber  se volvía a contraer con un nuevo orgasmo rebosante de jugos.

Fuera los grillos cantaban, los coyotes aullaban y las ardillas bajaban ruidosamente  de los arboles.

Cuando Joey llegó al coche Mike ya le estaba esperando sonriente.

-¿Estás mal de la cabeza? -preguntó Joey.

-Tranquilo tío, nadie me ha visto entrar ni salir y tenía que verlo para creerlo.

-Un día te pegarán un tiro y no quiero ser yo el responsable. Si vuelves a hacer algo parecido dejamos de ser amigos. ¿Entendido?

-Vale, vale.

-Déjame el móvil. -dijo Joey con el ceño fruncido.

-¿Para qué? -preguntó Mike tendiéndoselo.

Sin contestar a su pregunta Joey abrió los archivos y se aseguró de que Mike no había hecho fotos o videos.

-¡Eh tío, que no soy de esa clase de gente!

-Solo eres de la que se cuela en casas ajenas para ver como follan los demás. -dijo Joey entrando en el coche.

-Lo hago únicamente cuando merece la pena. -replicó Mike sin una pizca de remordimiento- Joder que polvazo tiene la tía. No me extraña que te juegues el pellejo por ese chocho tan deliciosamente arreglado y esos pechos como bollos de crema. Dan ganas de chuparlos y estrujarlos hasta sacarles todo el jugo. Creo que cuando llegue a casa me la voy a tener que pelar seis veces seguidas.

-Eres un cerdo -dijo Joey incapaz de enfadarse en serio con su amigo.

-¿Qué tal si te invito a una hamburguesa con todo en Finney´s  para compensarte?

-Sólo si prometes no volver a hacerlo. Esa familia es un poco rara no me extrañaría que el padre fuese un pirado de las armas.

-Está bien, está bien. No lo hare más.  -dijo Mike mientras Joey arrancaba y se dirigía a la hamburguesería.

*Protagonistas de la película Grease.

**Protagonista de la novela La Conjura de los Necios.

***Garm pez similar al siluro de grandes dimensiones que habita el lago Veladub y que junto a la poderosa guarnición fronteriza constituye la base de la economía de la ciudad de Veladub.

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Hércules. Capítulo 13. Entre rejas.

Hércules. Capítulo 12. Detención.

Hércules. Capítulo 11. Furia Ciega.

Hércules. Capítulo 10. Siguiendo el rastro.

Hércules. Capítulo 9. Amor cruel.

Hércules. Capítulo 8. Tierra Prometida.

Hércules. Capítulo 7. De Compras.

Hércules. Capítulo 6. Akanke.

Hércules. Capítulo 5. Un buen partido.

Hércules. Capítulo 4. La Venganza de Hera.

Amor en Yavin

Hércules. Capítulo 2. La rendición de Diana

Hércules. Capítulo 2. La muerte de Piper

Leia entre asteroides.

Hércules. Capítulo 1. El capricho de Zeus.

Hércules. Índice y guía de personajes.

Hércules. Prólogo

En la estrella de la muerte

Cuento de Navidad. Cuarta parte.

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