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La princesa blanca 8

en Grandes Relatos

8

Los jueves eran los peores días de la semana, así que cuando salió de casa y vio el día tan radiante que hacia fuera no se pudo resistir cuando Mike le propuso pasar de las clases e ir a dar una vuelta con el coche.

Estuvieron alrededor de una hora  en la sala de juegos hasta que a Mike se le acabó  casi todo el dinero. Con el último billete de diez le encargaron un par de cervezas grandes a un vagabundo a cambio de un poco de vino barato. El vagabundo cumplió su parte y los dos amigos se fueron al parque con sus cervezas heladas.

Cómo siempre que iba con Mike a ese parque, se sentaron en las gradas que había en la zona de rampas y estuvieron observando evolucionar a un par de skaters.

-El de la derecha no parece malo.-dijo Joey dando un trago a su cerveza.

-La de la derecha dirás mejor.-le corrigió Mike- Es una tía.

-Lo siento Mike, los skaters  sois como los chinos, me parecéis todos iguales.-dijo Joey de coña.

-Ahora veras la diferencia -dijo Mike  sacando su monopatín de la mochila.

-¿Estás loco? ¿Qué piensas hacer con un brazo roto y tu cerebro aún rebotando en tú cabeza?

-Tranquilo, estoy concienciado.-replicó Mike sacando algo más de la mochila- He traído casco.

Con un gesto de resignación se puso a escribir en el portátil mientras  Mike hacia piruetas en intercambiaba bromas con los otros skaters. El día era soleado pero fresco y la mañana transcurrió apaciblemente sólo interrumpida por un par de wasaps de Amber y de Judith interesándose por su estado. Les explicó que estaba bien que sólo había pasado de las clases y le aseguró a Amber que estaría puntualmente es su casa para darle la clase.

Cuando Mike se cansó, se acercó a Joey aparentemente intacto y apuró el resto de su cerveza. Era ya tarde,  así que Joey recogió su ordenador y ambos abandonaron el parque satisfechos.

-¿Qué tal las clases? preguntó Joey sin tratar de disimular la detenida mirada a los leggins negros y el top rosa que llevaba Amber .

-No tan bien como tu excursión supongo. -respondió Amber.

-Y tu novio, ¿Ya os habéis reconciliado? -preguntó Joey con audacia.

-Eso no es de tu incumbencia -replicó ella sin poder evitar un gesto de disgusto que  le reveló a Joey más de lo que Amber hubiese deseado.

Joey intentó seguir hurgando en la herida consciente de que era el momento pero Amber le interrumpió con un gesto y, dejándole con la palabra en la boca, cogió el libro de química. Estuvieron repasando durante unos veinte minutos antes de que Amber le pidiese que siguiera con la historia. Joey intentó negarse aduciendo que sólo quedaban dos clases antes del examen, la de ese día y la del lunes ya que al día siguiente tenía entrenamiento con las animadoras y el sábado y el domingo estaría entretenida con el partido que John jugaba en casa.

Tras otros quince minutos en que ella respondió correctamente a todas las preguntas que Joey le hizo, el chico se rindió y abrió el ordenador mientras Amber se ponía cómoda.

                                                                              ***

La lavaron y la peinaron cuidadosamente.  La untaron con delicados afeites que ni siquiera en la corte había visto jamás. Depilaron todo su cuerpo con detenimiento dejando únicamente un pequeño triangulo de vello rubio ocultando parcialmente su pubis y su vulva. Pero Kondra no vendió su cuerpo aquella noche, ni la siguiente.

La Madame se traía algo entre manos y desde que se había enterado de que era virgen había cambiado su actitud hacia ella y la había tratado con más delicadeza de la que Nissa esperaba. A la mañana del tercer día Kondra le convocó a su despacho y todo se aclaró.

-Pasa querida -dijo Kondra levantándose y colocando la túnica de  algodón blanco semitransparente que Nissa llevaba puesta- Vamos a tener una visita importante. Te ruego que te portes bien y ambas saldremos beneficiadas.

Pocos segundos después de que le colocase el pelo y quedase satisfecha, la puerta se abrió y un anciano de ropajes grises que le recordaba vagamente al arcipreste entró sin ceremonias. Kondra se acercó al hombre e hincando la rodilla, le besó la mano con gran respeto.

El anciano  se quitó la capucha mostrando una cabeza calva con unos  ojos grises y serios, una boca pequeña y una nariz aguileña que le daba un aspecto adusto y severo. Ceñida a sus sienes llevaba puesta una sencilla corona de bronce que partía en dos su amplia y arrugada frente.

Nissa imitó a su dueña pero no intentó besar la mano del monje ya que éste no se la ofreció.

-Qué la bendición de los dioses azules  se derrame  sobre ambas. Ahora levantaros.

-Gracias Supremo Sacerdote de Veladub. -dijo Kondra- Sé que has tenido dificultades para conseguir una virgen digna para entregar en la ceremonia de la tercera luna de primavera  y me gustaría ofrecerte esta bella joven.

-Veamos que tienes -dijo el hombre acercándose y acariciando los hombros de la joven con sus manos entecas y llenas de lunares.

Con un gesto lento apartó los tirantes de la túnica y la túnica resbaló dejando a la joven totalmente desnuda ante él. La inspeccionó como a un buey buscando un lunar o un defecto pero no encontró nada a parte de los dos moratones de las costillas que ya empezaban a curar.

-¿Seguro que es virgen?- preguntó el hombre- No es la primera vez que me intentan timar.

-Puede verlo usted mismo -dijo la madame ayudando a Nissa a tumbarse sobre la mesa.

El hombre se acercó y mientras Kondra le ayudaba sujetando las piernas de Nissa bien abiertas el sacerdote hurgó con sus dedos fríos y secos como sarmientos en el cálido interior de la joven hasta que quedó satisfecho.

-Está bien jovencita, puedes vestirte dijo el hombre acariciando su pelo con fascinación.

Nissa se vistió y se quedó allí de pie y presenció aterrada como los dos personajes regateaban hasta el último kart por la posesión de un alma. Finalmente la mujer consiguió Cincuenta soberanos de oro, tres coronas de plata y seis karts* por Nissa.

Vender a un sacerdote mercancía no del todo legal no pareció ser ningún inconveniente y el anciano se despidió pidiéndole a la mujer que tuviera a Nissa preparada con ropa de viaje para el día siguiente.

Salió del despacho con un escalofrío. Por los cuentos de sus institutrices, para lo único que los religiosos necesitaban vírgenes era para cruentos sacrificios. Pero lo que parecía una desgracia también era una oportunidad; un viaje significaba nuevas oportunidades para escapar.

                                                                              ***

-Ya me estoy temiendo otro día sin sexo en el reino de Juntz -dijo Amber- que mal me tratas.

Joey no respondió y simplemente la miró. Abrió la boca para decirlo pero las palabras se quedaron dentro de él y fue incapaz de soltarlas. ¡joder! ¡ joder! ¡ joder ! -pensó Joey inclinándose de nuevo sobre el ordenador.

                                                                              ***

-Buenos días, majestad.

-Hola Serpum. Pasa por favor. -le invitó el rey con un ademán- ¿Hay noticias?

-En efecto majestad y muy buenas. Acabo de recibir una paloma de Styros. -dijo Serpum sin olvidarse de hacer una reverencia ante su rey- El rey Accab I ha aceptado tu propuesta de matrimonio y se ha mostrado extremadamente complacido. Nos ha enviado a su hija en barco hacia Alisse con una generosa dote y propone que enviemos a Nissa lo antes posible para poder celebrar ambas bodas lo antes posible.

-Esa no es una buena noticia. ¿Qué vamos a hacer? No podemos ocultarles mucho tiempo más la ausencia de Nissa.

-¡Oh! eso es un contratiempo pero estoy seguro que podremos arreglarlo. Para empezar deberías preparar un envío de plata y hierro como muestra de buena voluntad y aduciendo que los príncipes aún son jóvenes y que a la princesa Nissa le gustaría convivir una temporada con tu prometida para aprender un poco más sobre las costumbres de su futuro reino ganaremos tiempo suficiente para que Albert nos traiga a tu hija.

-Esperemos que tengas razón.  La expedición al norte sigue sin noticias y de Albert tampoco sabemos nada. Además el  Guldur salió de expedición en busca de información y no ha regresado todavía.

-Curioso, ese hombre tiene la extraña cualidad de estar en el peor sitio y en el peor momento.

-¿Insinúas algo? -preguntó el rey que reconocía cuando Serpum se olía algo.

-De momento nada. Cada vez estoy más convencido de que la pista buena es la del camino de Veladub.  Sí Albert ha conseguido interceptar a los trasgos no debería tardar mucho en llegar y contactar con alguno de nuestros agentes en la ciudad.

-Esperemos que los dioses te oigan y les protejan querido amigo. Seguimos sin saber cómo los trasgos contactaron con Linnet y como ésta encontró el pasadizo. Nadie en la cocina parece saber nada ni vio que la joven se comportase de manera distinta recientemente, esto parece ser un misterio sin solución.

-¿Puedo sugerirle algo majestad?

-Déjate de rodeos y habla de una vez. A veces tu extrema deferencia hacia mí me crispa los nervios -dijo el rey levantando ligeramente la voz.

-Quizás estamos enfocando mal este tema. Ya te he contado mis sospechas de que el asesinato de tu hijo y el secuestro de Nissa están relacionados. ¿Has mandado a alguien al lugar de la emboscada?

-No, realmente no veo la razón. El cuerpo de Eldric fue recuperado y el testimonio de Guldur me bastó...

-Eso es lo que me preocupa, que él fuese el único en escapar. Me gustaría ir allí. En una buena cabalgadura tardaría apenas tres días y creo que la información que podríamos reunir podría ser extremadamente valiosa.

-De acuerdo. Tu irás a hacer tus  investigaciones, puedes llevarte a Jessep y Gorn. Mientras tanto yo iré a Alisse a recibir a mi prometida -dijo el rey sin poder evitar una mueca indefinible- Pase lo que pase te quiero aquí antes de una semana. Es una orden.

Cuando Albert apareció por el puente sin Nissa a su lado   Guldur soltó un juramento frustrado. Oculto tras las sombras de una columna observó como su antiguo camarada llegaba con aspecto cansado y abatido.

Mientras lo observaba Guldur meditó que hacer con él. Albert era un enemigo peligroso y si lo pillaba desprevenido y lograba matarlo se quitaría un gran problema de encima. Pero Guldur sabía también que Albert era un rastreador testarudo e inteligente. Si alguien podía encontrar a la princesa perdida ese era él. Con la mano en el pomo de la espada valoró la situación con delicadeza y después de unos momentos de indecisión decidió seguirlo.  Lo mejor que podía hacer era dejar que encontrase a Nissa y luego, cuando la tuviese, acercarse a él fingiendo tener noticias de el rey y hundirle una daga en el corazón.

                                                                             

Albert estaba sorprendido. No sabía como lo había conseguido pero la joven princesa se las había arreglado para avanzar más rápido que él y encima sin dejar ninguna huella.  Al principio pensó que podría haberse ahogado, y aunque no lo había descartado del todo  la ausencia de su cuerpo flotando en alguno de los remansos y el presentimiento de que estaba viva le impulsó a continuar en su esfuerzo.

Cuando llegó a Veladub se fue directamente a los muelles. La taberna del Gran Garm o las dos ges como la llamaba todo el mundo, estaba abarrotada a aquellas horas de la noche. Swich, como siempre estaba liderando una partida de dos monedas en una esquina. El juego de las dos monedas era muy antiguo y se jugaba en todo el continente, aunque no era para pusilánimes. Un tirador que rotaba entre los jugadores lanzaba dos monedas al aire y las dejaba caer al suelo. Los jugadores apostaban por el resultado dos caras, cara y cruz o dos cruces. Los que ganaban se repartían el dinero de los que perdían. El problema del juego era su rapidez. como en un minuto se podían hacer varias tiradas se podían ganar y perder grandes sumas de dinero en pocos minutos.

Swich levantó la vista y como buen jugador mantuvo un gesto neutro y siguió lanzando las monedas hasta que falló y perdió el turno. Se quedó unas cuantas manos más y argumentando que estaba cansado abandonó la partida recogiendo sus ganancias.

-Veo que has tenido una buena noche -dijo Albert a modo de saludo.

-No lo suficiente para invitarte a una cerveza, cuánto tiempo Albert, ¿Qué te trae por aquí?

-¡Oh! Poca cosa, estoy en una misión especial y ya que pasaba por aquí pensé que podrías ayudarme. -dijo Albert en tono casual mientras pedía un par de cervezas y se sentaba con el jugador en una mesa discreta.

Albert había conocido a Swich durante una misión de espionaje en esa misma ciudad. Una noche, merodeando por los muelles, vio como dos tipos estaban a punto de partirle las piernas por lo que supo luego era una deuda de juego. Se enfrentó a los agresores y le dio el dinero suficiente para que pudiera saldar su deuda y un poco más y a cambio le pidió que tuviese los ojos abiertos para él.

Durante su estancia en Veladub  Swich resultó ser un aliado valioso y confiable, siempre que  los pagos fueses regulares y puntuales. Aquel hombre menudo de frente estrecha y ojos pequeños se mantenía siempre informado de todo lo que pasaba y le podía conseguir mediante sus contactos cualquier cosa, desde una rata ahogada hasta un collar de perlas negras de el Lago Blanco.

Hacía más de tres años que no le veía, pero a pesar de ello se las había arreglado para enviarle mediante mensajeros el dinero suficiente para mantenerse al corriente de los pagos y recibir información general sobre lo que pasaba en la ciudad.

-Vamos, no intentes engañar a un tramposo -dijo Swich- veo en tus ojos que el asunto es muy grave. Desembucha de una vez.

-Vengo tras la pista de una mujer que puede haber pasado por la ciudad hace poco tiempo.

-Esta es una ciudad grande -dijo el espía con un gesto- cientos de mujeres entran y salen de la ciudad en un día y muchas de ellas son extranjeras.

-Está llamaría la atención allí dónde fuese. Es rubia, delgada, un poco más alta que tú...

-A pesar de que la mayoría de  las mujeres de por aquí son morenas, mulatas o negras eso no quiere decir que no haya unas cuantas que coincidan con tu descripción.

-Lo sé, pero ésta además de ser especialmente bella...

-¡Vaya! ¡vaya!  ¡vaya! -le interrumpió Swich divertido- así que el duro guardia del rey de Juntz se ha enamorado. Si hubiese apostado lo hubiese perdido todo. ¿Qué ha pasado? ¿Se ha largado de casa y quieres recuperarla?

Albert hizo un gesto de enfado pero no sacó al hombre de su error, continuó describiendo  a Nissa lo mejor que pudo y después de pagar las cervezas y deslizar un par de coronas de  plata en la mano del espía se marchó de la taberna para  ir a buscar un lugar más decente donde dormir.

A la mañana siguiente Guldur siguió a Albert en su búsqueda de la princesa. Desde muy temprano se dedicaron a inspeccionar  los mercados, los barrios de los mercaderes y todos los templos de la ciudad sin resultado alguno. Observó con curiosidad como Albert realizaba sus pesquisas; como inspeccionaba los lugares con aparente ociosidad mientras buscaba a Nissa entre las caras de la gente; como preguntaba aquí y allá, siempre a personas discretas  que sabían callar por un par de monedas.

De vez en cuando se daba la vuelta y volvía unas decenas de metros sobre sus pasos intentando evitar que nadie lo siguiese haciendo la tarea de Guldur especialmente molesta y estresante. Finalmente Albert comió algo en la posada donde había dormido y a media tarde salió en busca de su soplón. Lo encontró en los muelles fingiendo pescar mientras bebía licor de ciruelas de un frasco que tenía en su regazo. Ambos hombres charlaron animadamente y el informante hizo gestos de triunfo a la vez que señalaba la lisa superficie del lago.

Hanón y sus hijos aún tardaron varias horas en llegar. Swich había estado indagando en los muelles y un par de marineros habían visto salir del barco de pesca de Hanón a una mujer esbelta cuyo cabello rubio, largo y brillante escapaba de la capucha del traje de viaje. No era mucho pero era la mejor pista que había conseguido Albert en todo el día así que se sentó con el espía y se dispuso a esperar a los pescadores. Durante la espera Swich se dedicó a hacerle a Albert todo tipo de preguntas  sobre su relación con la joven que el guardia alpino se negó a responder.

Cuando finalmente atracaron no parecían de demasiado buen humor. La pesca no debía haber sido muy buena aquel día.

-Hola amigos...-empezó Albert tratando de ser amable.

-¿Qué quiere? -dijo Hanón de mal humor- ¿No ve que estamos ocupados?

-Perdone pero estoy buscando una joven que quizás haya visto...

-Así que tú eres  Feim, es un placer conocerte. -dijo el mayor de los hijos lanzándose  sobre Albert y arreándole un puñetazo en la mandíbula que casi lo levanta del suelo.

A pesar de la sorpresa la batalla duro poco. El segundo puñetazo no llegó a su destino y Albert aprovechó para coger la muñeca del joven e impetuoso pescador retorciéndola a la espalda mientras que con la mano libre le ponía una daga en el cuello.

-No es lo que pensáis, sólo quiero que me contéis exactamente lo que pasó. No pretendo haceros daño ni a vosotros ni a la chica.

-Tranquilo, -dijo Hanón levantando la mano en son de paz- disculpa a mi hijo, es tan noble como estúpido. Si le sueltas te contaremos todo lo que quiera saber.

-¿Cómo la encontrasteis?-preguntó Albert desembarazándose del joven de un empujón.

-Veníamos de vuelta hace un par de noches cuando vimos a la joven flotando en una raíz. La socorrimos y cuando le preguntamos cómo había llegado hasta allí nos dijo que su novio la había dejado tirada en medio del lago por negarse a hacer el amor con él, de ahí la brusca reacción de mi hijo.

-Lo entiendo y no le guardo rencor -dijo Albert frotándose la dolorida barbilla.-¿Podrías describírmela?

-Alta, delgada, rubia. De no ser por el burdo vestido de viaje pensaría que era la hija de un noble o un rico comerciante. No sé si te valdrá de algo pero dijo que se llamaba Linnet.

¡Bravo! -pensó Albert sin cambiar el gesto- Nissa cada vez le impresionaba más. Había evitado decir su nombre pero había conseguido dejarle una pista a él usando el nombre de su captora como seudónimo, ahora no sólo tenía una cara tenía un nombre para seguir investigando.

Albert aparentó meditar el asunto durante un momento para luego decir a los marineros que aquella no era la joven que estaba buscando. Los marineros parecieron convencidos de las palabras de Albert y siguieron descargando el parco resultado de su larga jornada de trabajo.

-¿Por qué no les has preguntado dónde se fue? -preguntó Swich.

-Porque es evidente que no lo necesitaban saber y estoy seguro que ella nunca se lo habría dicho.

-Entonces estamos como al principio...

-No, -dijo Albert- si no está con ellos es que tenía algo de dinero y un plan. La conozco, sé que buscaría una posada barata pero de aspecto decente y en un barrio más o menos respetable. No puede haber muchas aquí. Vamos, estamos perdiendo el tiempo.

                                                                              ***

-Otra vez sin sexo. -dijo Amber levantándose cuando Joey termino de leer.

-Podrías contarme una historia tú para variar. -dijo  Joey.

-Yo no necesito historias para excitarte -dijo ella sentándose encima de Joey.

Al agacharse toda la melena rubia de Amber cayó delante de su cara. Los ojos de la chica le miraban tras su pelo rubio como los de una pantera acechando en la espesura.  Joey  acarició la melena, la apartó lo suficiente para descubrir sus labios y la besó.

La lengua de Amber lo recibió dulce y ansiosa mientras las manos de Joey la exploraban por debajo del top.  Amber se echó hacia atrás para quitarse el top y apartar la melena de la cara y Joey aprovechó para meter uno de sus pechos en la boca y darle un sonoro chupetón. Amber se estremeció y buscó de nuevo su boca sin pensar que era la primera vez que  ella le besaba por propia iniciativa.

Joey se hubiese conformado con seguir así toda la noche pero  la chica no pensaba lo mismo.

Amber se levantó y se fue bajando los leggins poco a poco, apoyando los pies sobre los muslos de Joey  y sonriendo seductora. Sin decir una palabra se dio la vuelta, se dirigió hacia la ventana y apoyándose en el alfeizar giró su cabeza.

-Vamos, ¿a que esperas? -dijo ella tirándole un condón.

Joey se quitó la ropa a tirones, se acercó con la polla erecta y la abrazó por detrás. Amber sintió la polla de Joey, se volvió sonriéndole y movió su culo lentamente. Joey tiró de su pelo suavemente y la volvió a besar.

El beso se prolongó y Joey disfrutó del contacto íntimo de los dos cuerpos hasta que Amber cogió su pene y lo guio hacia su interior con un estremecimiento de placer.

Joey empezó a moverse en su interior mientras acariciaba sus pechos y su vientre con las manos. En ese momento deseó tener manos suficientes para acariciar todo el cuerpo de la joven a la vez. Sus costillas, sus caderas, su muslos, sus pezones, quería pellizcarlo y tocarlo todo a la vez. 

Agarró a la joven por las caderas y la atrajo hacia sí   para separarla un poco del cristal y comenzó a follarla más duro. Amber gimió complacida y agarrándose  al marco  de la ventana   se puso de puntillas para elevar su culo y hacer más profundas las penetraciones de Joey.

Él siguió bombeando con fuerza y controlando el ritmo para no correrse antes de tiempo admirando el culo y los muslos de la joven contraídos por el esfuerzo de mantenerse de puntillas.

A punto de estallar, se retiró y acarició el cuerpo tenso y sudoroso de la joven.

-Sigue, no te pares. -suplicó ella.

Joey acarició el sexo de la joven y la volvió a penetrar, esta vez sin contemplaciones. Empujando con todas sus fuerzas entraba y salía del coño de Amber tan rápido como podía clavando sus dedos en sus flancos mientras ella gemía y hacia esfuerzos desesperados por mantener el equilibrio.

Sin poder aguantar más, Joey se corrió dentro de la joven y siguió empujando hasta que notó que el cuerpo de la joven vacilaba, fue entonces cuando metiéndole un dedo en el culo le dio dos salvajes empujones que la hicieron correrse.

Amber se estremeció de arriba abajo y  movió sus caderas desesperada por prolongar el orgasmo e intentando ahogar los gemidos de placer inútilmente. Tras unos segundos,  Joey la cogió en brazos y la depositó en la cama.

Diez minutos después, tumbados en la cama uno al lado del otro, Joey pensó que si  no lo lograba en ese momento no lo lograría nunca, así que se armó de valor y las palabras al fin salieron de su boca.

-¿Quieres ir conmigo al baile de primavera?

-¿Qué? preguntó Amber  mirándole con una sonrisa de incredulidad.

-Lo he estado pensando detenidamente y me da igual que John me parta la cara. Te quiero y quiero que vayamos juntos al baile.

-¿Estás loco? -preguntó Amber incorporándose y vistiéndose como si de repente le hubiese entrado vergüenza.

-¿Por qué estoy loco? -dijo él- ¿Acaso no sientes nada por mí? Y no me digas que no porque no te creo.

-Joey eres un buen chico, inteligente, atractivo, sensible y un gran amante pero...

-¿Pero  qué? -Siguió Joey sin darle tregua.

-No es tan fácil.

-¿Qué es lo que no es tan fácil? Sé que te gusto más que John y puedo hacerte más...

-¿Es qué no lo comprendes? -le interrumpió ella desesperada- ¡Si saliese contigo tendría que renunciar a toda mi vida, mis amigos, el equipo de animadoras! ¡Todas mis amigas me rechazarían y se reirían de mi por salir contigo!¡Simplemente no puedo! -dijo ella con las lágrimas corriéndole por las mejillas.-Lo siento...

-De acuerdo, lo he entendido. No quiero que te pierdas los paseos en descapotable con tu novio ni el ir de tiendas con las amigas. -dijo Joey con frialdad- El lunes te daré tu última clase y luego te librarás de mí para siempre. Buena suerte con John. -dijo Joey terminando de vestirse y saliendo de la habitación de Amber .

Afortunadamente ninguno de los progenitores de Amber estaba esperándole en la puerta y no tuvo que dar explicaciones por su cara de pocos amigos.

Cuando llegó a casa despachó la cena lo más rápido posible. Su madre intuyendo que no era el día adecuado le dejó tranquilo y no le hizo su habitual interrogatorio de todos los días.

Aquella noche ni siquiera se quedó a ver la tele, subió directamente a su habitación, abrió el ordenador y se puso a escribir.

                                                                              ***

Badram había pasado toda su vida en la Estepa Espinosa, al este del lago Veladub. Su padre le había enseñado el oficio desde muy pequeño y ahora era el jefe de una floreciente colonia de bandidos.

Apostado en una de las pequeñas colinas que flanqueaban el camino que unía Veladub con Ahab veía como la caravana se acercaba lentamente.  Sus hombres estaban preparados, escondidos tras la colina y montados en los enkabas** esperando su señal. Maiba su lugarteniente esperaba al lado del camino con una antorcha esperando el momento preciso para prender fuego a los arbustos resinosos de  la orilla  y así evitar la huida de los mercaderes.

Poco a poco la columna se hizo visible. No era muy numerosa y parecía desguarnecida. Cuando pudo distinguirla con más claridad vio que eran en su mayoría religiosos que iban a pie custodiando un carro tirado por un par de bueyes.

Los monjes confiaban en su condición para salir airosos de cualquier percance en su camino pero hacía tiempo que Badram no obtenía una buena presa y no era especialmente supersticioso así que,  cuando la columna se acercó a trescientos metros,  se lanzó al ataque con sus hombres.

Los monjes no opusieron resistencia y fueron rápidamente masacrados. El más viejo le miró con severidad e inició una maldición que fue interrumpida por el sable del propio Badram.

Mientras sus hombres terminaban de rematar a los heridos Badram se acercó a la carreta  anticipando un gran botín pero sólo encontró un poco de comida y agua y una joven esclava.

-¡Mierda no hay nada! -dijo frustrado.-No hay botín muchachos, estos malditos monjes no llevaban nada encima salvo una mujer para divertirse.

Nissa se levantó e intentó bajar del carro. pero aquel hombre moreno y violento se lo impidió con un empujón. La joven sabía que estaba en peligro pero era su oportunidad quizás pudiese razonar con aquel hombre y conseguir que le llevase a casa tentándole con una recompensa.

-Mi señor, no lo sabéis pero tenéis un gran botín en vuestras manos.

-¿Qué quieres decir? -preguntó Badram  curioso.

-Soy Nissa princesa de Juntz y fui raptada hace unos días de palacio. Si me llevas de vuelta a casa  mi padre, el rey Deor II os recompensará con lo que queráis.

-¿Ah, sí? -preguntó el hombre con una sonrisa.

-Por supuesto -dijo ella estirándose para adoptar una pose más majestuosa.

-¿Pues sabes qué? -dijo el hombre riendo- que prefiero cobrarme la recompensa ahora en carne contante y sonante.

Badram la cogió por la túnica y de un tirón rasgo el suave tejido de la prenda dejando a la joven desnuda ante las miradas ansiosas de los quince hombres.

-Sí -dijo el hombre satisfecho con el horror de la joven- Después de mí, todos mis hombres disfrutaran de su alteza la princesa Nissa hasta que queden hartos de sexo.

Sin más ceremonias la cogió por el brazo y la tiró contra el suelo. La joven se mostró dócil y no hizo fuerza alguna cuando el separó sus piernas.

Nissa no estaba dispuesta a pasar por ese calvario así que cuando el hombre se tumbó sobre ella con su miembro erecto la joven aparentó aceptarle de buen grado para que le dejase los brazos en libertad.

Badram frotó su pene erecto contra el suave y aromático coño de la joven  justo antes de metérselo entero de un solo golpe. La joven ahogó un quejido y Badram notó como la vagina de la joven, deliciosamente estrecha se abrió ante el ímpetu de sus arremetidas proporcionándole un intenso placer.

El bandido agarró uno de los pechos y pellizco y mordió el pezón de la joven dolorosamente. Esta vez la joven no pudo evitar soltar un grito.

Hacia tanto tiempo  que no follaba con una mujer tan bella que la excitación pudo con él y llego al clímax rápidamente eyaculando en el interior de la chica y llenando su sexo con su semilla.

La joven aguantó los empujones y los resoplidos de aquel viejo de dientes cariados hasta que finalmente se corrió. Cuando saco su polla del interior de Nissa vio sorprendido como había restos de sangre en ella.

-Sí, como princesa de Juntz me conservaba virgen para el matrimonio. -dijo ella mientras el hombre empezaba a creer la historia de la joven.-Ahora ya no valgo nada.

Antes de que el bandido se recuperase de su sorpresa Nissa cogió un pedrusco del suelo y lo descargó en la sien de Badram con todas sus fuerzas. El hombre aturdido cayó de lado y Nissa aprovechó para sacar una daga que colgaba su cintura y clavársela en el costado. El hombre chilló dolorido pero reaccionó rápidamente y descargó una patada en el estomago de Nissa antes de que está pudiera rematarle.

Nissa se retorció en el suelo boqueando en busca de aire mientras el hombre, sangrando abundantemente por el costado le arrebataba la daga con facilidad.

La ira que vio Nissa en los ojos del bandido le asustó y a la vez la reconfortó. Pensaba que aquello no duraría mucho, pero se equivocaba.

Con la precisión de un cirujano el bandido le asesto varias puñaladas en el torso en lugares dolorosos, pero solo superficialmente, disfrutando de cada mueca de dolor de la joven que se  había atrevido a intentar matarle a él, Badram, el rey de los bandidos de la estepa. Finalmente le clavó la daga bañada en la sangre de ambos en el hígado y la observó sufrir y desangrarse poco a poco durante casi una hora antes de morir.

Admirado al observar como la joven había aguantado el dolor sin soltar más que un par de quedos gemidos, no pudo evitar pensar que aquella joven  se había comportado con la audacia y el temple de una verdadera reina.

                                                                              ***

Joey  puso el último punto y cerró el procesador de textos con un golpe airado del dedo índice, luego se lo envió al correo de Amber y apagó el ordenador.

Se tumbó en la cama con los ojos abiertos, mirando al techo en la penumbra, dispuesto a pasar una noche en blanco.

*Un soberano de oro son diez coronas de plata que a su vez son veinte Karts de bronce.

** Enkabas Lagartos de gran tamaño que los habitantes de las estepas de Irlam usan para desplazarse por su agilidad y sus pocas necesidades de comida y agua.

Guía de personajes:

Reino de Juntz.

Rey Deor II: Soberano de Juntz.

Eldric: Único hijo varón del rey Deor. Príncipe heredero de Juntz. Prometido con Nayam de Gandir.

Nissa: La hermana de Eldric. Prometida con Taif príncipe heredero de Gandir.

Serpum: Conocido en la corte de Juntz como el arcipreste. Preceptor de los hijos del rey y fiel amigo y consejero del soberano. Tiene un oscuro pasado que solo el Rey Deor conoce.

Coronel Magad: Jefe de los Guardias Alpinos La élite del ejército de Juntz

Albert:  Miembro de la Guardia Alpina y guardaespaldas de Nissa.

Guldur: Compañero de Albert en la Guardia y guardaespaldas del príncipe Eldric.

Fugaz: Caballo del príncipe Eldric.

Reino de Gandir.

Accab I: 2º rey de la decimotercera dinastía de Gandir.

Taif: Primogénito del rey Accab y heredero al trono de Gandir.

Nayam: Princesa de Gandir.Primera hija de Accab. Prometida al príncipe heredero de Juntz y tras su muerte del rey Deor.

Reino de Irlam

Senabab: Rey de Irlam.

Kondra : Madame del prostíbulo más lujoso de Senabab.

Swich: Espía de Juntz en Veladub.

Nesgar: Posadero ladrón y traficante de seres humanos en Veladub.

Vulk: Cómplice y guardaespaldas de Nesgar.

Amwar: Supremo sacerdote de Veladub.

Algún lugar en la costa oeste de los EEUU

Joey: estudiante y autor de la princesa blanca. Enamorado de Amber.

Amber: Jefa de las animadoras.

Sres. Kingsey: Padres de Amber.

Johnny:  Novio de Amber y quarterback del equipo.

Mike: Mejor amigo de Joey y loco del skate.

Judith: Amiga y compañera de Joey desde la infancia.

Srta. Freemantle:  Profesora de química en el instituto dónde estudia Joey.

Lisa: Madre de Joey.

He colgado un mapa de los tres reinos en esta URL por si queréis consultarlo. Lo hice para mi propio uso a la hora de escribir la historia, así que no esperéis una obra de arte.

[URL=http://www.subirimagenes.com/otros-mapaprincesablanca-8904614.html][IMG]http://s2.subirimagenes.com/otros/previo/thump_8904614mapa-princesa-blanca.jpg[/IMG][/URL]

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