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La princesa blanca 15

en Grandes Relatos

15

Ni siquiera las nubes negras, el ojo que ahora tenía un tono verde amarillento y el principio de una nueva semana de clases consiguió aguarle la fiesta. La perspectiva de ver a Judith de nuevo le puso de tan buen humor que hasta Mike lo notó nada más entrar en el coche.

Su amigo se dedicó a intentar sonsacarle todo tipo de detalles sobre la noche anterior pero consiguió que se diese por satisfecho con una descripción pormenorizada del orondo culo de la señorita Freemantle vibrando  con cada acometida del profesor de música.

Cuando salieron del Civic, la inmensa nube  negra parecía suspendida sobre ellos amenazando con descargar una intensa tormenta  pero, por esta vez, tuvieron una tregua y el agua no empezó a caer hasta que estuvieron dentro del instituto.

Al llegar a las taquillas Judith le estaba esperando. Fue una sensación nueva abrazar a la joven y besarla delante de todo el mundo, saboreándola y  acariciándola sin tener que esconderse ni temer a ningún novio celoso. Judith se separó para coger aire y aprovechó para mirar alrededor un poco avergonzada pero satisfecha.

Llegaron a la clase de química cogidos de la mano y no se separaron hasta que se vieron obligados a sentarse en sus pupitres. Desde su asiento vio como Amber no podía evitar una mirada de desilusión cuando los vio entrar tan acaramelados.

 A la profesora Freemantle, también se la vio inusualmente satisfecha y sus movimientos, ya de por si felinos, eran especialmente lánguidos ese día.

La única nota discordante era Johnny. El novio de Amber aunque no se había acercado ni había amenazado a Joey de ninguna manera, mantenía un gesto hosco y una actitud silenciosa muy poco frecuente en él. Joey no sabía que pensar. Confiaba en la palabra de Amber pero le había humillado y tarde o temprano intentaría tomarse la revancha.

Al terminar las clases Mike desapareció oportunamente y Joey pudo llevar a Judith a casa. Por el camino pararon a comprar unos capuchinos para llevar y los tomaron en un lugar discreto a las afueras de la ciudad.

—¿Puedo hacerte una pregunta sin que te enfades? —dijo Judith dando un sorbo a su café.

—Adelante.

—¿Lo pasabas bien con Amber?

—¿De veras quieres saberlo? —preguntó Joey intentando ganar tiempo para sopesar hasta dónde podía contarle.

—Sí.

—Amber es una mujer irresistible. Está acostumbrada a obtener todo lo que quiere y creo que se encaprichó de mí. Yo creí que era otra cosa, pero para ella solo era sexo y un poco de diversión.

—¿Aun la deseas? —preguntó Judith dejando traslucir su inseguridad muy a pesar suyo.

—La verdad es que haga lo que haga sigue siendo una chica hermosa, con un cuerpo de infarto y me atrae físicamente pero me ha hecho mucho daño y ahora no me resulta atractiva. Cada vez que la veo solo recuerdo lo mal que me lo ha hecho pasar.

—Te podría decir que lo siento pero sería una mentira...

—Ya sé que mientras Amber esté cerca va a ser una fuente de inseguridad para ti pero  no quiero que pienses  que tú eres un segundo plato sino que ella fue el aperitivo. —dijo Joey besando a Judith.

La joven le devolvió el beso aparentemente satisfecha con sus explicaciones y dejó que Joey acariciase su cuerpo. En el interior del Civic no había mucho sitio así que optaron por no cambiar de postura y Joey siguió besando a Judith a la vez que intentaba meter la mano por debajo de su blusa.

No supo que le resultó más excitante, si el sabor dulce de su boca o sus grandes y  suaves pechos agitándose dentro del hueco de sus manos.

Tras unos minutos Judith se  separó con la respiración acelerada. 

—Es tarde, —dijo ella con un suspiro—será mejor que me lleves a casa.

Llevó a Judith a casa y después de despedirse con un último beso  arrancó el Civic.

Lledó a casa, comió un guiso que su madre le había dejado en el microondas y casi inmediatamente se puso a escribir.

                                                                              ***

Albert se hubiese quedado un par de días más encantado, pero no podía permitírselo. Desde que los centauros se enteraron de que era amigo de Serpum lo habían colmado de atenciones y nada le había faltado. Después del banquete el guardia alpino había dormido casi dieciséis horas de un tirón y en cuanto se levantó  desplegó el mapa y explicó su situación con detalle  al  rey Kaum.

El rey centauro se maravilló con los detalles que comenzaron a aparecer en el mapa en cuanto tocó el ajado pergamino. El bosque del Azor era ahora uno de los lugares mejor cartografiados del mapa, lleno de pequeños arroyos y estrechas cañadas gracias a los conocimientos del centauro.

Albert  le pidió a Kaum ayuda para construir una embarcación para seguir el rio Dontes hasta la ciudad de Ahab pero el centauro insistió en que su hija y su futuro yerno le llevarían en su lomo y bajarían por las Ciénagas de Dhor que había al sur del bosque. Luego se incorporaría al camino que llevaba a Eruud y se confundiría con la multitud de peregrinos que se dirigían hacia allí.

Tras despedirse del rey, Albert montó sobre una centaura especialmente fuerte y corpulenta y se puso en camino con Narah  y Kinn  escoltándole hasta su destino.

—No, así no. —dijo Serpum— tienes que aprender a relajarte y dejar que la magia fluya por tu cuerpo.  Intentar forzar el proceso para acelerarlo no sirve. Primero tienes que buscarla y concentrarla, te lleve el tiempo que te lleve, y solo cuando estés preparada la liberas. Inténtalo de nuevo.

—Eso hago pero es inútil.—replicó Nayam bajando los brazos— Nunca conseguiré dominar estas técnicas.

—Tranquila y recuerda que lo más difícil es empezar  a mover la piedra, una vez está en movimiento basta un pequeño empujón  para hacerla rodar. Inténtalo de nuevo.

Nayam asintió y comenzó a repetir el ejercicio por enésima vez. A pesar del pesimismo de la reina,  Serpum notaba los avances que hacía la joven cada vez que repetía la técnica. El hechizo de la llama era sencillo, no se necesitaba apenas concentración y sin mucho gasto de energía se lograba hacer  bailar en la palma de la mano una pequeña llama.

Llevaban un par de horas practicando y podía percibir el cansancio en el rostro de la joven. Aun así esta vez estuvo a punto y una pequeña chispa y un levísima columna de humo le revelaron lo cerca que había estado la joven de conseguir terminar el hechizo con éxito...

                                                                              ***

El teléfono le interrumpió y al ver que era Judith los exabruptos murieron en su boca.

—Hola Judith, ¿Qué tal? —dijo Joey al descolgar el móvil.

—Hola Joey ¿Qué haces?

—Poca cosa, escribiendo un poco.

—Fantástico, estoy deseando ver qué pasa. No sé aun como vas a poder sacar a Nissa de las garras de los monjes.

—Paciencia, pronto todo empezara a encajar y tú ¿qué estás haciendo?

—En realidad estaba tumbada en la cama un poco aburrida y por eso te he llamado. No te estaré molestando, ¿Verdad?

—No digas tonterías, tú nunca molestas.  Es más, al escucharte te imagino en mis brazos de nuevo, vestida  de blanco...

—Y temblando como una hoja. Sin embargo tú estabas tan seguro de lo que hacías...

—No te creas, a cada paso temía ir demasiado rápido o demasiado despacio. Me dejaste  a mí toda la iniciativa y temí no estar a la altura. Dime una cosa, ¿De no ser por el incidente con Johnny, ¿me hubieses dejado llegar hasta el final?

—Si te digo la verdad ni yo misma lo sé. Recuerdo que estaba muy excitada después de ver a la señorita Fremantle, ya sabes... pero mis experiencias anteriores con los chicos no han sido muy buenas así que nunca lo sabremos.

—De todas  formas no me sentí defraudado . Lo pasé bien. Ya tendremos tiempo, quiero que la primera vez sea especial...

—Gracias.

—... y mientras escribo.

— Al crear a  Nissa te inspiraste en Amber ¿No?

—Sí. —dijo él con todos los sentidos alerta para no meter la pata.— Pero si te preocupa, quiero que sepas que Amber recibió un capítulo especial en el que Nissa moría en medio de un intenso dolor.

—¡Ah! Fue esa la causa del bofetón. —dijo Judith recordando el suceso.

—Por un instante estuve a punto de terminar allí mismo con la historia pero es tan buena que no pude acabar con ella.

—¿Y el personaje de Nayam soy yo?

—No, para ti reservo uno que reconocerás inmediatamente. —respondió seguro de que no se sentiría defraudada por el personaje.

—¿Puedes decirme algo de ella? —Insistió Judith.

—No, te destriparía  parte de la historia y todavía tendrás que esperar un poco más.

—¿Y si te doy algo a cambio?

—Soy incorruptible.

—¿Ah? ¿Sí? ¿Y si te digo lo que llevo puesto en este momento? —Preguntó ella con un tono sugerente.

—No creo que...

—Ahora mismo estoy tumbada en la cama con un camisón de seda... sin nada debajo...

—¡Eh! Eso no vale.

—¿No quieres saber cómo  mis pezones se contraen al contactar con el suave tejido haciendo relieve en él?

—No pienso decirte nada.—dijo Joey con la voz no muy firme.

—No importa, la que está hablando soy yo, y lo hago mientras me acaricio los pechos, están calientes y suaves y huelen a aloe vera.  Me bajo uno de los tirantes hasta dejar mi pecho izquierdo al descubierto.  Veo mi pezón, es oscuro y esta prodigiosamente aumentado de tamaño. Lo rozo con mi mano y un relámpago de placer me atraviesa...

—Por favor, no sigas. —le suplica Joey.

—... un fuerte deseo de que tu boca  me lo chupe y lo mordisquee hasta enloquecer me invade.

—¿No tienes piedad? —dijo Joey acostándose en la cama y poniendo el manos libres.

—Mi deseo aumenta y mis mano bajan acariciando mi cuerpo a través de la seda. Me levanto ligeramente la falda del camisón para dejar mi sexo a la vista.  Está hinchado y caliente. Lo toco. Mmm, la sensación es deliciosa. Me acaricio... con suavidad separó los labios de mi vulva con una mano para hacer más accesible mi clítoris y lo acaricio con la otra...

Joey no pudo aguantar más y bajándose los vaqueros comenzó a acariciarse el miembro erecto.

—Cierro los ojos y me imagino que son  tus manos las que me tocan. Tus  dedos los que exploran mi coño. ¡Ahhh! Ahora mismo daría cualquier cosa por tenerte dentro de mí, pero lo único que puedo hacer es procurarme el placer por mi misma en soledad...

—Mi sexo se humedece y cierro los ojos intentando imaginar tu cuerpo encima del mío con tu pene duro y caliente rozándome los genitales... Mmm.  Me penetras, noto cómo tu polla se abre paso por mi interior haciendo que todo mi cuerpo se estremezca de placer...

—Sigue. —le anima Joey acariciándose el miembro.

—Mis dedos entran y salen, cada vez más rápido, a la vez que la palma de mis manos golpea mi pubis. —continua Judith entrecortadamente— Deseo que estés aquí encima de mí follándome, estrujando mis pechos hasta que casi me duelan. Besando mi boca...

—...Mis manos adquieren vida propia, no son las mías, son las tuyas. Recorren mi cuerpo con tal ansia que abren un pequeño desgarro en la costura del camisón. Me deshago de él y lo tiro al suelo. Me levanto y sin dejar de acariciarme miro mi cuerpo ante el espejo. Mis pechos parecen haber crecido y los pezones son grandes y suaves como dos cerezas...

—No puedo más.— dijo Joey con las dos manos estrujando su polla— Esto debería estar prohibido por la convención de Ginebra.

— Me doy la vuelta y me pongo de puntillas sin dejar de acariciarme. —continua Judith ignorándole— Veo por el reflejo  mis piernas y mi culo tensos por el esfuerzo de mantener el equilibrio mientras el placer se intensifica. No puedo más, notó como el orgasmo se acerca, me dejo caer en la cama y...

Un largo gemido y unos jadeos sustituyeron a las palabras. Joey se masturbó con más intensidad aun y se corrió a su vez jadeando con fuerza.

—¿Te ha gustado? —preguntó Judith tras unos segundos de silencio.

—No, ahora mismo te deseo más que nunca. Lo que deseo es abrazar tu cuerpo y hacerlo vibrar en persona. Follarte sin modales, a cara de perro, hasta que no seas capaz ni de pensar.

—¿Entonces no me vas a decir nada sobre mi personaje?

—Ya te dije que era incorruptible, tendrás que esperar.

—¡Joo! —exclamo ella mientras Joey se la imaginaba haciendo un mohín  desnuda, sudorosa, con los jugos del orgasmo resbalando entre sus piernas.

Durante los siguientes diez minutos Judith le estuvo acosando, pero acostumbrado a las andanadas de Mike, a Joey le resultó fácil eludirla e incluso enfurruñarla. Mientras le picaba respondiendo las preguntas  con vaguedades se imaginaba a la joven haciendo morritos  desnuda y tumbada en la cama... ¡Deliciosa! —Pensó Joey  mientras ella le colgaba el teléfono.

                                                                              ***

 Aun así esta vez estuvo a punto y una pequeña chispa y un levísima columna de humo le revelaron lo cerca que había estado la joven de conseguir terminar el hechizo con éxito.

—Vamos a intentarlo de otra manera. —dijo el arcipreste para que la joven no se bloqueara— Respira hondo,  mírame a los ojos y sondéame como haces con el resto de las personas.

Nayam se relajó y miró a los ojos del anciano. En un principio notó la resistencia que Serpum le oponía. Nayam perseveró y por primera vez en su vida intentó  forzar la resistencia que una persona oponía a su poder  natural.

Al principio no sintió más que vacio y oscuridad en los aquellos ojos grises y parcialmente velados por los años. Notó como el hombre le oponía resistencia.  Nayam siguió presionando, intentando derribar el muro utilizando la fuerza de su juventud. Notó como el muro se tensaba, vibraba  pero la rechazaba. Pronto se dio cuenta que el anciano usaba su propia fuerza para rechazarla y súbitamente se dio cuenta de que era lo que tenía que hacer y empezó a  tantear sutilmente  buscando un punto débil.

Con satisfacción el arcipreste notó como la joven le tanteaba  y finalmente encontraba una grieta sobre la que empezó a presionar  en infiltrarse  hasta que todas las defensas del anciano volaron en pedazos.

Nayam sintió la magia correr por su cuerpo y la joven se limitaba a canalizarla hasta que formó un torrente de increíble fuerza  que el arcipreste no pudo parar. Sintió la sorpresa del arcipreste  ante la fuerza de la joven, y luego la satisfacción que sentía al saber que tenía razón con ella.

La joven llevada por el entusiasmo siguió presionando y penetrando defensas y los sentimientos empezaron a acompañarse de imágenes.  Incertidumbre mientras era testigo en su boda con el rey, preocupación mientras inspeccionaba unos esqueletos humanos en un angosto valle, miedo y frustración mientras unos desconocidos le perseguían y le acosaban...

—Nayam... Para por favor.

—Nayam se dio cuenta instantáneamente de que se había propasado e interrumpió automáticamente su ataque.

Agarró al anciano que se tambaleaba y le ayudó a sentarse mientras se deshacía en excusas. Serpum le tranquilizó y después de recuperarse ligeramente le animó a realizar de nuevo el hechizo de la llama.

Esta vez la llama surgió de la palma de su mano sin esfuerzo. Brilló al principio débilmente pero unos instantes después, la llama se estabilizó  y se desplazó  por sus manos y sus brazos dándole una agradable sensación de calor.

Nayam siguió manipulando la llama maravillada, ajena al gesto de profunda melancolía del anciano que  carecía de las fuerzas suficientes para hacer tales prodigios, sencillos para él en el pasado.

Cuando terminó la sesión ya era hora de cenar. El rey los esperaba a ambos. Cenaron deprisa y una vez en la intimidad de sus aposentos la joven repitió el hechizo de la llama maravillando a su esposo.

El rey acercó la mano a la llama y la tuvo que retirar por el intenso calor. Nayam la apagó y acarició la cara del rey con su mano aun caliente. El rey la cogió y la besó, luego sus muñecas y sus brazos, sus pechos, su vientre... En unos minutos tenía a su esposo encima de ella haciéndole derretirse de placer.  Por un momento pensó que no podría ser más feliz.

Guldur llegó a Krestan y se fue directo al palacio del rey. Atravesó el gran arco de mármol y  los inmensos jardines de palmeras y flores exóticas, cuidados por centenares de esclavos y entró en el edificio principal. Con el tatuaje a la vista entró en la sala de audiencias saltándose la larga cola de cortesanos pedigüeños.

Ocupándose de los pequeños detalles del gobierno estaba el gran visir Yamín vestido con su hábito de monje. Al ver a Guldur despachó rápidamente al peticionario que tenía delante y dejó que  Guldur se acercase y mostrase sus respetos con una reverencia.

—¿Traes noticias? —preguntó el visir.

—Sí excelencia. Acabó de llegar de Veladub y ...

—Espera un momento. Sabes que está es una misión de vital importancia y debes transmitir los resultados en persona al rey. —le interrumpió el visir con un gesto imperioso— Sígueme.

Yamín le guio por diferentes salas y pasillos espléndidamente adornados con sedas y las más exquisitas obras de arte producto de sus saqueos. Tras unos minutos llegaron  a una puerta custodiada por las dos mujeres más grandes y musculosas que había visto nunca. Las guerreras les franquearon el paso al ver al visir y entraron en el harén donde el rey disfrutaba de sus concubinas.

Guldur se quedó sorprendido por la cantidad de mujeres que pululaban por la inmensa sala.  Entre almohadones y gruesas alfombras decenas de mujeres semidesnudas, de cuerpos esbeltos y rostros hermosos, yacían en todas las posturas posibles.  Unas solas, otras en pequeños grupos mirándole y procurando disimular su deseo ante la intimidante presencia del visir.

El rey se encontraba en una estancia circular semejante a un pequeño quiosco rodeado de tres mujeres de incomparable belleza. Mientras dos de ellas le ofrecían dátiles y vino otra estaba inclinada sobre sus ingles y le hacía una felación tapando la escena por una espesa y brillante melena negra.

Senabab era un hombre enorme de tez oscura, labios gruesos y sensuales, cuerpo  musculoso y con la cabeza  totalmente rapada. Tenía los ojos cerrados disfrutando de los labios de la joven en su miembro y de la dulzura de los dátiles y el vino en su boca y no los abrió hasta que el visir carraspeó con discreción.

Senabab despidió a las jóvenes  que le atendían en cuanto se percató de la presencia de los dos hombres.

—Hola Yamin, querido amigo. Sentaos por favor.—dijo  el rey señalando unos cojines a su lado con sus dedos cargados de joyas.

—Alteza ¿Recuerda a Guldur, nuestro agente en Juntz?

—Claro que me acuerdo de él.—dijo asintiendo satisfecho ante la reverencia de Guldur— Era el hombre que me iba a traer a la heredera del reino de Juntz  para casarla con mi hijo y poder controlar el reino y su precioso hierro. Irlam necesita ese hierro, yo necesito ese hierro para mantener el orden en mi reino.

—Es un honor que se acuerde de mí, majestad.

—Me acuerdo perfectamente, pero no veo a la joven Nissa por ninguna parte.

—Verá majestad, —dijo Guldur tragando saliva— La primera parte fue un éxito. Los trasgos que contratamos mataron al príncipe Eldric y luego secuestraron a la chica pero fui excesivamente optimista creyendo que mis trasgos serían capaces de llevar la misión a buen fin. La joven princesa escapó en el Bosque de los Tres Ríos y desapareció en Veladub.

—¿Me estás diciendo que has perdido a la futura prometida de mi hijo?—preguntó el rey levantando una ceja contrariado.

—Solo momentáneamente majestad —respondió Guldur con firmeza — La joven huyó de Veladub, aun no sé cómo. Pero está atrapada en Irlam y solo puede escapar por mar en dirección a Alisse.

—Pareces muy seguro de ello. ¿Qué piensas hacer para encontrarla?

—Oh, es muy sencillo. No tiene muchas opciones. Solo hay dos puertos en los que podría intentar coger un barco lo suficientemente grande para llegar a su país. El de Krestán está descartado. Es una base militar y apenas hay mercantes que pudieran llevarla como pasajera. Además las calles están ocupadas por el ejército de invasión que estás preparando.  

—Cierto. Continúa. —le invitó el rey con un ademán.

—Sin embargo el puerto de Noab es más pequeño y tiene un mayor flujo de mercancías que remontan el río Rumor en dirección a Eruud. Mi plan es infiltrarme en el puerto y esperar que lleguen para buscar un barco mercante...

—¿Que lleguen? ¿Acaso no está sola? —preguntó el rey sorprendido.

—Aun no  sé si ha logrado su objetivo, pero hay otra persona tras el rastro de la joven. Un viejo conocido de la Guardia  Alpina.

—Enviaré un escuadrón para apoyarte.

—No será necesario, majestad y una actividad inusual podría ponerlos sobre aviso, me arreglaré con la guarnición que vigila la ciudad. Vigilaré estrechamente los barcos que están atracados en la ciudad y los atraparé en cuanto asomen la nariz.

—Espero que sea tan sencillo como dices Guldur. La flota está casi preparada. Nada evitará la invasión de Juntz,  pero la legalidad que aportaría el enlace con esa joven ayudaría mucho a controlar el país. No me falles o lo pagarás caro. No soy un hombre paciente. —sentenció el rey irguiendo sus más de dos metros de estatura y fijando en Guldur sus ojos negros y malévolos.

—Descuide majestad. —respondió Guldur manteniendo el tipo— Partiré ahora mismo y estaré en Noab Antes de que ellos lleguen.

Guía de personajes:

Reino de Juntz.

Rey Deor II: Soberano de Juntz.

Eldric: Único hijo varón del rey Deor. Príncipe heredero de Juntz. Prometido con Nayam de Gandir.

Nissa: La hermana de Eldric. Prometida con Taif príncipe heredero de Gandir.

Serpum: Conocido en la corte de Juntz como el arcipreste. Preceptor de los hijos del rey y fiel amigo y consejero del soberano. Tiene un oscuro pasado que solo el Rey Deor conoce.

Coronel Magad: Jefe de los Guardias Alpinos La élite del ejército de Juntz

Albert:  Miembro de la Guardia Alpina y guardaespaldas de Nissa.

Guldur: Compañero de Albert en la Guardia y guardaespaldas del príncipe Eldric.

Fugaz: Caballo del príncipe Eldric.

Reino de Gandir.

Accab I: 2º rey de la decimotercera dinastía de Gandir.

Taif: Primogénito del rey Accab y heredero al trono de Gandir.

Nayam: Princesa de Gandir.Primera hija de Accab. Prometida al príncipe heredero de Juntz y tras su muerte del rey Deor.

Reino de Irlam

Senabab: Rey de Irlam.

Yamín: Gran visir del rey.

Kondra : Madame del prostíbulo más lujoso de Senabab.

Swich: Espía de Juntz en Veladub.

Nesgar: Posadero ladrón y traficante de seres humanos en Veladub.

Vulk: Cómplice y guardaespaldas de Nesgar.

Amwar: Supremo sacerdote de Veladub.

Algún lugar en la costa oeste de los EEUU

Joey: estudiante y autor de la princesa blanca. Enamorado de Amber.

Amber: Jefa de las animadoras.

Sres. Kingsey: Padres de Amber.

Johnny:  Novio de Amber y quarterback del equipo.

Mike: Mejor amigo de Joey y loco del skate.

Judith: Amiga y compañera de Joey desde la infancia.

Robert y Nora Rosen: Padres de Judith.

Srta. Freemantle: Profesora de química en el instituto dónde estudia Joey.

Lisa: Madre de Joey.

He colgado un mapa de los tres reinos en esta URL por si queréis consultarlo. Lo hice para mi propio uso a la hora de escribir la historia, así que no esperéis una obra de arte.

[URL=http://www.subirimagenes.com/otros-mapaprincesablanca-8904614.html][IMG]http://s2.subirimagenes.com/otros/previo/thump_8904614mapa-princesa-blanca.jpg[/IMG][/URL]

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Hércules. Capítulo 14. El Ángel Negro.

Hércules. Capítulo 13. Entre rejas.

Hércules. Capítulo 12. Detención.

Hércules. Capítulo 11. Furia Ciega.

Hércules. Capítulo 10. Siguiendo el rastro.

Hércules. Capítulo 9. Amor cruel.

Hércules. Capítulo 8. Tierra Prometida.

Hércules. Capítulo 7. De Compras.

Hércules. Capítulo 6. Akanke.

Hércules. Capítulo 5. Un buen partido.

Hércules. Capítulo 4. La Venganza de Hera.

Amor en Yavin

Hércules. Capítulo 2. La rendición de Diana

Hércules. Capítulo 2. La muerte de Piper

Leia entre asteroides.

Hércules. Capítulo 1. El capricho de Zeus.

Hércules. Índice y guía de personajes.

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