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La princesa blanca 4

en Grandes Relatos

4

 

Joey se despertó con la sensación de haber tenido una noche movidita. A medida que se despejada comenzó a recordar los sueños que le habían atormentado, trasgos con enormes vergas le perseguían intentando sodomizarle y todos tenían la cara de John, el novio de Amber.

Exorcizó las macabras visiones con una ducha bien fría y salió a la calle. El ambiente seguía siendo frío y oscuro. Las nubes amenazaban con descargar de nuevo su contenido sobre su cabeza así que apuró para subirse en el Civic y llegar a clase antes de que la tormenta empezase a descargar.

El coche podía destacar por muchas cosas, pero no por su rapidez así que cuando llegó a clase estaba lloviendo a mares y de nuevo tuvo que correr con la inútil esperanza de no llegar calado hasta los huesos.

-¡Joey! ¿Es que aún no has aprendido lo que es un impermeable? -le saludo Mike dándole un golpe en la espalda con su escayola.

-¿Y tú no sabes que lo que necesitas ahí fuera no es un monopatín? -respondió Joey señalando el cacharro baqueteado que llevaba en el brazo bueno- lo que necesitas en una tabla de surf, que manera de llover. Me alegro de verte de nuevo. ¿Qué tal en el hospital? ¿Pone tanto como dicen eso de que una enfermera buenorra  lave todo tu cuerpo con una esponja?

Mike era su mejor amigo y había vuelto después de pegarse una hostia con el monopatín que le había llevado al hospital con  el radio roto por tres sitios y un traumatismo craneoencefálico leve. Aunque tenían gustos totalmente distintos eran vecinos y amigos desde el jardín de infancia y había sido siempre el primero en leer sus historias mientras que Joey había observado con atención casi todos los leñazos que Mike se había pegado emulando a Toni Hawk*.

-Hola Joey -dijo Amber con una sonrisa resplandeciente mientras pasaba por su lado.

-¡Eh! ¿Qué pasa aquí? -dijo Mike escrutando a Joey-¿Desde cuando la realeza se rebaja a saludar a los simples mortales?

-No imagines cosas, sólo le doy clases de química. -se defendió Joey.

-O eso dices -intervino Judith cerrando la taquilla ruidosamente y marchándose enfurecida.

-Ja. No me la pegas. Y no deberías cabrear a Judith. Dicen que sus padres le obligan a practicar Krav maga** tres horas al día. Puede causarte mucho dolor. -dijo Mike divertido.

-No tiene gracia y no sé qué mosca le ha picado a esa mujer.

-Sí, sí. Lo que quieras, pero tienes que contarme qué demonios ha estado pasando aquí mientras yo estaba intentando meter mano por debajo de las batas de las enfermeras.

Mike sacó los libros de la taquilla y cerró la puerta con la mano buena mientras mantenía los libros en precario equilibrio sobre la escayola.

Al entrar en clase Mike y la señora Freemantle mantuvieron una agria discusión. Mike intentó meter en clase una aguja de hacer punto para poder rascarse bajo la escayola pero la señora Freemantle después de una larga discusión se lo impidió aduciendo que podía ser un arma de destrucción masiva. Refunfuñando Mike se sentó y se paso toda la clase haciendo un desagradable ruido rascándose continuamente la escayola con las uñas.

No coincidieron en el resto de las clases así que no se volvieron a ver hasta el mediodía, pero en cuanto se acomodó en el asiento del Civic Mike continuó con su acoso.

-Ahora dime la verdad, ¿Te la calzas?

-Pero tú estás loco. ¿Ha visto el tamaño de su novio?

-Venga ya, te conozco y he visto como mirabas a Amber.-dijo Mike perdiendo la paciencia- Cuéntamelo todo, ¿Tiene los pezones grandes?¿Se depila el chocho?...

Mike continuó con sus preguntas  hasta que Joey claudicó y le contó lo que había pasado en su ausencia. De vez en cuando Mike le interrumpía con un "Joder no me lo puedo creer" o un" así se hace picha brava". Cuando terminó era tarde,  así que dejó a Mike a la puerta de su casa y se marchó zumbando. Mike se despidió pidiéndole que le pasase el relato capaz de calentar a aquella zorra frígida.

Llegó a la casa de Amber diez minutos tarde y cuando timbró a la puerta abrió ella misma con cara ansiosa.

-¿Dónde te habías metido? -pregunto Amber un poco enfadada.

-Oh, lo siento. Me he entretenido hablando con Mike y se me ha hecho tarde.

Casi sin dejarle terminar la frase lo cogió del brazo y lo arrastró a su habitación haciéndole preguntas sobre constantes y números de valencia ante la mirada estupefacta de su madre.

En cuanto entraron en la habitación Amber le explicó que había estado estudiando el tema que tocaba aquel día y que no tenía dudas. Joey le hizo unas cuantas preguntas que Amber respondió con precisión y después de quince minutos de interrogatorio la joven se plantó y le dijo que empezara a leer de una puñetera vez.

                                                                              ***

Los arboles eran tan frondosos que en el suelo apenas crecía nada más que unos pocos hongos y enredaderas que se abrazaban a los troncos  a medida que trepaban por ellos buscando la mortecina luz del sol.

A media tarde se pusieron en marcha y Nissa fue consciente de que en poco más de un día saldrían de allí. Tenía que intentarlo lo antes posible. En cuanto comenzaron a caminar se acercó Greek-koor y charló con él tratando de no llamar la atención. Por la forma que tenía de mirarle el joven trasgo, sabía que ya estaba preparado, no podía hacer nada más. Poco a poco fue retrasándose hasta que simuló tropezar con una raíz y torcerse el tobillo. El resto de la jornada fue una tortura rebotando en las incomodas hombreras de varios trasgos, pero consiguió ahorrar energías para la huida.

Con el amanecer, Munum-koor dio el alto y se prepararon para pasar el último día en el bosque de los tres ríos. Cenaron las apestosas gachas que olían a mierda de castor y como todas las noches Munum-koor la agarró por los pelos y la arrastró unos metros para follársela delante de toda la expedición. Esa noche fue especialmente sumisa y gimió como una perra en celo cuando el capitán trasgo la puso a cuatro patas y la sodomizo de cara a una galería de trasgos que se reían encantados del espectáculo.

Sólo uno tenía una expresión distinta. Greek-Koor la miraba a los ojos con furia mal contenida. Recurriendo a toda su voluntad Nissa mantuvo la vista fija en él mientras Munum-koor  se corría dentro de su culo llenándolo con su semen hirviente.

                                                                              ***

-¿Eso es todo? -preguntó Amber frustrada-. ¿Para eso he estado estudiando todo el día como una esclava?

-No, has estado estudiando para aprobar. -replicó Joey- y haz el favor de tener un poco de paciencia. Una buena historia tiene sus tiempos y si me presionas lo único que vas a conseguir es un churro. La escena con Munum-koor sería la misma que ya relaté en capítulos anteriores, no tenía ningún sentido repetirla. Ten paciencia y escucha.

-Y tú, ¿la tendrás también? -dijo ella mordiéndose el labio y apretándose los pechos a través de la fina bata.

Joey juró por dentro y fijó de nuevo su mirada en la pantalla del ordenador.

                                                                              ***

-Comandante... -dijo Guldur posando su puño sobre su pecho y poniéndose en postura de firmes.

-Hemos recibido un mensaje del rey, la princesa Nissa ha desaparecido del palacio de las nubes. Los secuestradores son trasgos y se han dirigido hacia el norte pero no deberíamos presuponer nada. Mantén los ojos bien abiertos.

-Sí señor. Permiso para hablar señor -dijo Guldur adoptando una postura más relajada.

-Sabes que siempre lo tienes, adelante.

-Quizás deberíamos buscar algo de información extra.  Secuestrar a una princesa de palacio es una operación compleja. Requiere mucha preparación. Han tenido que intervenir bastantes trasgos en su planificación y ya sabes que no se distinguen por su discreción.

-¿A dónde quieres llegar?

-Hay una posada al este del bosque de los tres ríos quizás podría acercarme hasta allí, capturar algún trasgo borracho que salga de ella y traerle para interrogarle.

-¡Buena idea! Tienes razón hay que hacer algo. Estoy harto de esperar. Desde que me asignaron este puesto no he hecho otra cosa. Llévate a Kurgam.

-Con todo el respeto señor. -dijo Guldur- Sabe que necesita a todos sus hombres para vigilar las murallas. Además, puedo arreglármelas sin problemas para reducir a un trasgo borracho y traerlo hasta aquí.

-De acuerdo, coge un caballo y  ve a ver qué puedes averiguar.

Guldur se despidió  con un nuevo saludo militar y abandonó la sala precipitadamente. Tenía una cita en medio del bosque.

El descenso fue más sencillo de lo que esperaba. Tras las primeras revueltas del camino la niebla se despejó, la capa de nieve se hizo más fina y Albert pudo  avanzar con más rapidez. Cuando al fin llego a la base de la montaña al lado del Bosque de los Tres Ríos, se sentó y se tomó un respiro. Había caminado toda la noche. Hurgó en la mochila y  sacó un salchichón de ciervo y el mapa. Mientras cortaba largas rodajas del embutido inspeccionó el viejo mapa con detenimiento. Recorrió el trayecto que había hecho  hasta ese momento con los dedos grasientos y se paró en la posición en que estaba en ese momento.

El puerto terminaba en el bosque y el camino se adentraba en forma de una angosta vereda  que conectaba con el río negro que lo recorría de oeste a este, a una jornada del linde oriental del bosque. Sus planes originales habían sido llegar antes que los trasgos y montar una emboscada pero sin Fugaz tendría que darse prisa y rezar para que algo les retrasase lo suficiente para poder alcanzarles.

Nissa recurrió a todas las artimañas que le había enseñado el arcipreste para mantenerse concentrada y despierta a medida que pasaban las horas. Los trasgos hacían guardia por turnos de dos horas y Nissa esperó pacientemente el turno de Greek-koor.

En el penúltimo turno despertaron al joven para que tomase el relevo. Con un ojo abierto y el otro cerrado Nissa  vigiló al trasgo durante media hora antes de moverse.  La joven se levantó y abandonó de puntillas el lugar junto al fuego  acercándose al trasgo.

-¿Qué haces aquí? -dijo Greek-Koor- sobresaltado.

-No podía dormir. A mí no me resulta tan fácil dormir por el día como a vosotros. -dijo Nissa.

-Mmm.

-¿Falta mucho para que levantemos el campamento?  -preguntó para mantener al trasgo distraído .

-Un par de guardias.

Nissa simuló haber visto algo y se adelanto agachándose de espaldas a él. Notó como los bastos pantalones de cuero se tensaban por la presión de su culo y esperó un momento antes de darse la vuelta. Cuando se giró vio los ojos de Greek-Koor fijos en ella.

-Me fije en cómo me mirabas esta mañana mientras Munum-koor me cabalgaba. -dijo ella jugándose el todo por el todo- Vi el deseo en tus ojos.

-¿Y qué? -preguntó Greek-koor incómodo.

-¿No te gustaría probar? -pregunto Nissa acariciando la entrepierna  a la bestia.

El trasgo la dio un empujón y la tiró al suelo pero Nissa se quedó allí tumbada y con las piernas abiertas empezó a acariciar su sexo por debajo del pantalón. Sin dejar de mirarle a los ojos comenzó a mover las caderas mientras se acariciaba y gemía. La erección del joven trasgo era visible a través de la ropa así que Nissa se abrió los nudos del corpiño y el enseño sus pechos blancos y grandes con los pezones rosados, erectos , hipnotizadores...

-Vamos a un sitio apartado, no quiero que Munum-koor se despierte. -dijo ella tirando suavemente del trasgo y apartándolo de su puesto.

Se alejaron unos cien metros ladera abajo y se escondieron tras un árbol caído. Sin dejarle pensar Nissa se arrodilló y le abrió los calzones de cuero. La polla del Greek-koor estaba erecta y se movía espasmódicamente. Era más grande aún que la del capitán y cuando la cogió entre sus manos la notó más cálida y blanda.

-Es distinta ¿Verdad? -dijo él- Con la edad se vuelve más pálida y duraaaah...

Las palabras de la bestia se convirtieron en un largo gemido cuando Nissa se metió el gigantesco falo en la boca. Durante unos instantes Greek-koor sólo pudo quedarse rígido mientras la joven metía y sacaba la polla del trasgo de la boca moviendo la lengua furiosamente. El sabor seguía siendo desagradable pero el tacto era más suave y no le causaba tantas molestias como el del capitán trasgo.  Incorporándose un poco, Nissa se sacó a polla de la boca y la golpeó contra sus pechos. El trasgo gruñó y se agarró a su pelo rubio para mantener el equilibrio.

Con una sonrisa Nissa se metió la polla entre los pechos y apretándolos con las mano comenzó a pajearle con ellos. Notó como el miembro  resbalaba entre sus pechos  y la dureza y el calor de éste la excitaron. Durante unos momentos deseo tenerlo entre sus piernas y notó como sus sexo se humedecía excitado. Gimió y se separó de nuevo para poder mirar a la bestia a los ojos. Con un guiño volvió a cogerle la polla y le lameteó y mordisqueó el glande arrancándole fuertes gemidos. Se agarró a sus piernas mientras le chupaba con fuerza el miembro y fue bajando poco apoco hasta que su mano estuvo a la altura de la caña de sus botas, sólo cuando vio que la bestia estaba a punto de correrse le sacó la daga de la bota y como un relámpago se la clavó en la garganta indefensa justo dónde su hermano le había dicho que había que hacerlo en uno de sus violentos juegos de juventud.

De la boca del trasgo sólo salió un apagado gorgoteo antes de que cayese muerto en el suelo.

No tuvo tiempo para pensar en que era la primera vez que acababa con una vida. Limpió la daga de la negra sangre del trasgo y registró su cuerpo. Encontró unos cuantos  karts de bronce,  no sabía exactamente cuánto era, aunque se le antojaba muy poco y una bolsa de nueces kota de aspecto repugnante pero que guardo con satisfacción consciente de que  tres de ellas valían por una comida.

Sin mirar atrás escapó corriendo ladera abajo en busca del río...

                                                                              ***

-¡Vaya ahora que has conseguido tu ración de sexo literario no dices nada!

-Calla y lee. -dijo Amber- quiero saber qué pasa con Nissa.

                                                                              ***

...Tras diez minutos de alocada carrera, cuesta abajo, en la penumbra, comenzó a oír el sordo rumor de una corriente al fondo del valle. Animada por el sonido apuró un poco más el paso. Tal como le había dicho el arcipreste las personas siempre se establecían al lado de los ríos. Nissa aún recordaba el viejo mapa y sabía que si seguía ese río llegaría a la orilla norte del lago Veladub y a la ciudad del mismo nombre. Una vez allí pensaría un plan.

Como en la historia de Temm,  que tantas veces le había contado su madre,  en cuanto llegó al rio se acercó a la orilla y procuró pisar en las rocas húmedas para no dejar huellas. Poco a poco se fue relajando y siguió caminando  por la escarpada orilla y avanzó a buen ritmo a la luz del mediodía. Fue entonces cuando al apoyar el pie en una piedra más pequeña  esta se movió haciéndole perder el equilibrio. Nissa manoteó desesperadamente en el aire pero no pudo evitar caer a la turbulenta corriente.

Cuando llegó al río, Albert oyó algo más que el rumor de la corriente.  Con el tiempo justo para esconderse vio como un grupo de cuatro trasgos irrumpía en la orilla tapándose los ojos para evitar la luz directa del sol. Estaban buscando algo desesperadamente.

Nissa, -pensó Albert- buena chica.

Con movimientos rápidos se apartó de la orilla y avanzó cien metros río arriba. Cruzó el turbulento río estremecido por la helada y fuerte corriente y consiguió cruzarlo solo unos metros por detrás de la compañía de trasgos que se dirigían rio abajo.

Rápidamente se escondió tras un sauce y tiró un piedra unos metros a su izquierda. Los trasgos se dieron la vuelta de inmediato y se lanzaron en dirección al origen del ruido. La cabeza del primer  trasgo cayó limpiamente seccionada de un tajo antes de que los demás supiesen qué demonios  pasaba, El segundo quedó atravesado por el virote de su ballesta de mano.

Los otros dos, uno de ellos gigantesco , se acercaron con más prudencia sable en mano. Ante una señal del grande, el más pequeño atacó a Albert por la izquierda haciéndole retroceder a un terreno más bajo. El grandullón aprovechó el momento para lanzarle dos mandobles desde arriba que a duras penas consiguió rechazar.

Albert fingió retroceder otros dos pasos pero lo que hizo fue desplazarse a la izquierda y tras una rápida finta hundirle la espada al más pequeño en su fea cara. El trasgo pegó un gritó y se desplomó.

En igualdad de condiciones Albert tomó la iniciativa, sabía que el tiempo jugaba en contra suya así que atacó al trasgo restante con toda su furia. El trasgo a su vez era consciente de que debía ganar tiempo y cansar a su rival y se limitaba a defenderse  retrocediendo lentamente.

Albert le fue dirigiendo y cortándole el paso  hasta que consiguió arrinconarlo contra un gigantesco  tronco. Cuando el trasgo sintió la corteza tras él y se vio acorralado, consciente de que tenía que salir de la encerrona realizó un ataque desesperado, su último ataque. Con facilidad Albert esquivó el sablazo y dejo pasar la mole de su contrario por su lado mientras le cortaba la cintura con su espada y le clavaba una daga en los riñones.

-¿Dónde está la princesa? -dijo Albert  acercándose al capitán trasgo agonizante.

-Nunca la encontrarás -dijo la bestia escupiendo un borbotón de sangre.

Era todo lo que necesitaba saber. El trasgo sabía de quién estaba hablando. Esos bichos habían sido los captores de Nissa y era evidente que se les había escapado. Registró los cadáveres, recogió todo lo que pudiese serle de ayuda y abandonó el lugar dejando al jefe trasgo  desangrarse poco a poco.

                                                                              ***

-Y Nissa, ¿Qué pasa con ella?-preguntó Amber. -¿La encuentra Albert?

-Me temo que eso no lo vas a averiguar hasta mañana. respondió Joey.

-Y si te ofrezco algo a cambio... -propuso Amber insinuante.

-¿Y si me haces algo ha cambió de que no la ahogue en el próximo capítulo?

-No serás capaz.

-¿Lo serás tú de dejar a una princesa en las manos de un pérfido escritor? -dijo Joey bajándose la bragueta-¿ Vamos, no quieres sentir lo que siente la princesa?

Amber  se acercó a Joey sumisa pero con sus ojos chispeando de excitación por el juego que el chico le proponía. Con suavidad metió la mano dentro de sus pantalones y acarició y sospesó  los huevos de Joey. El chico suspiró y notó como su polla empezaba a crecer y a endurecerse.

Con un gesto Amber le hizo sentarse en la cama con los pantalones en los tobillos y levantando la falda de la bata se sentó sobre él. No llevaba nada debajo.

Con un empujón le hizo tumbarse sobre la cama mientras ella se movía y frotaba su sexo húmedo contra la polla erecta de Joey. El chico cerró los ojos y se concentró en disfrutar del cálido y excitante contacto de ambos sexos. Deseaba penetrarla y follarla hasta hacerla aullar, pero sabía que no era ese el juego.

Cuando Amber empezó a gemir la cogió por las caderas y la dio la vuelta. Sorprendida intentó revolverse pero Joey se lo impidió cargando todo su peso sobre ella.

-¡Joey, no! -exclamó ella poniéndose rígida y preparándose para gritar.

-Tranquila -dijo Joey acariciándole el coño con una mano mientras con la otra le apartaba la bata para poder admirar su jugoso culo y sus piernas largas y blancas.

Joey  soltó a Amber y comenzó a besar su espalda sin dejar de acariciar y explorar su sexo con los dedos. Amber gemía cada vez más fuerte a medida que los besos iban bajando y las caricias se aceleraban. Cuando la boca de Joey envolvió el sexo de la joven, ésta arqueó todo su cuerpo electrizada y tuvo que morder la ropa de la cama para ahogar un grito.

La lengua de Joey recorrió la vulva de Amber y saboreó los jugos que rebosaban de su vagina mientras la chica temblaba de pies a cabeza jadeando y ahogando los gritos de placer.

-Ahora sentirás lo que siente la princesa- dijo Joey recorriendo la abertura de su ano con los dedos embadurnados con el flujo de la joven.

Amber gimió y refunfuño pero no se lo impidió así que con suavidad y sin dejar de comer el coño a la joven le metió primero el índice y luego otros dos dedos más por el culo. Amber jadeó  y se quedó quieta al sentir la incomodidad de tener los dedos de Joey en su interior pero las caricias de éste y la relajación del esfínter permitieron que empezase a disfrutar.

A los pocos segundos Joey se había incorporado y estaba penetrando con fuerza a la joven con los dedos de una mano mientras que con la otra acariciaba su vulva y su clítoris. En menos de un minuto su cuerpo se convulsionó y cayó desmadejada sobre la cama mordiéndose la mano para ahogar los gritos de placer.

Cuando se recuperó del orgasmo, Amber se colocó frente a Joey y lo sentó de un empujón. Separando sus piernas se acercó a su polla y la metió entre sus pechos. Amber los agarró y los apretó contra la verga de Joey que gimió al sentir su calor y su blandura.

Amber empezó a subir y bajar por el miembro de Joey que gemía y jadeaba excitado. La joven paró un momento y cogiendo las manos de Joey las colocó sobre sus pechos invitándole a que fuese él el que los apretase contra su polla.

Con el pene duro como una roca Joey le agarró los pechos y empujó con violencia entre ellos hasta que no pudo aguantarse más y derramó su leche entre ellos. Tuvo que recordar donde estaba para no emitir un grito de triunfo.

Joey se sentó en la silla y se dedicó a mirar como Amber jugaba con su leche y los jugos que resbalaban por el interior de sus muslos.   Dejó que ella viese como su polla se volvía a empalmar como una pitón hambrienta aunque sabía de sobra que por aquel día todo había terminado.

Cuando se montó en el coche suspiró . Jamás había hecho nada parecido con una chica. El verla retorcerse y gemir atenazada por el orgasmo le produjo un sensación de satisfacción increíble.  Además en el fondo de los azul verdosos ojos de la joven había visto que el quarterback nunca le había hecho sentir nada parecido. Mientras ponía el Civic en marcha pensó que tal vez...

*Legendario skater americano.

**Arte marcial inventada por los servicios secretos israelíes

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Hasta el Quinto Pino y Más Allá. Capítulo 20

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