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Las 4 rosas (01)

en Grandes Series

Por primera vez Blanche disfrutaba de un autentico viaje. Rodeada de comodidades y seguridad, no tenia mas que dejar pasar el tiempo y disfrutar de los deliciosos paisaje y poblaciones que bordeaban la ribera del gran rio. Cuando se la antojaba hacia parar el carruaje, bien para estirar las piernas, bien para satisfacer sus necesidades.

El resto del tiempo lo pasaba ilusionada por la nueva vida que la esperaba y recordando lo que habia dejado atras.

Nuevamente sus recuerdos volvian a Natchez, aquella pequeña ciudad en la que habia ejercido la prostitucion, aquella ciudad en que habia sentido un gran hastio por la vida que llevaba, hasta el punto de llegar a concebir la idea de matar a Peter Benson para robarle. Todavia el ritmo de su corazon se aceleraba recordando aquella excitante noche en que estuvo a punto de matarlo.

Protegida por la oscuridad se habia deslizado bajo la carreta del anciano Benson para finalmente hacerse con su oro sin necesidad de matarlo.

Recordaba el largo camino hasta Viento del Norte, y como alli conocio al invalido Richard, hijo de Peter Benson. Se enamoro y se caso con el. Conocio a Derim y a su hija Barza. Derim, la vieja negra de la que tanto habia aprendido y por la unica negra por la que sentia respeto. A ambas las habia dado la libertad. Blanche pensaba que Derim tenia bien ganada esa libertad, pero Barza no. Cada vez que pensaba en la libertad de Barza se sentia molesta. La astuta Derim habia conseguido de ella, la libertad para su hija pero no se sentia agusto habiendosela concedido.

Recordaba el dia de su boda y al pastor Allen, recordaba a Norman Haley, el intrepido muchacho que con su destartalada carreta recorria los caminos llevando mercancias de un lugar a otro.

En Viento del Norte habia sido intensamente feliz junto a Richard, le habia amado y se habia sentido amada.

Recordaba con cuanta sorpresa e ilusion se sintio embarazada, y como tristemente aquel embarazo acabo con la muerte de su hijo y el suicidio de Richard.

Recordo como aquel oasis que habia sido Viento del Norte, se convirtio despues de la muerte de Richard, en en un infierno insoportable del que habia tenido que salir.

Cuando conseguia apartar los recuerdos la ilusion se abria paso entre tanta bruma. Una vida nueva, una vida llena de esperanzas se abria ante ella. Disponia de la riqueza y los medios para hacer lo que quisiera y ser feliz.

Ella sabria arrancarle a la vida lo que consideraba que la pertenecia.

A la caida de la tarde buscaba una poblacion donde pasar la noche. En ninguna de las posadas encontro las comodidades de las que habia disfrutado en Viento del Norte, pero Blanche era consciente de que disfrutaba de muchas mas comodidades que la inmensa mayoria de los caminantes y viajeros con los que se cruzaba en el largo camino.

Sabia que la mayoria de ellos dormirian a cielo abierto mirando a las estrellas, tirados en el suelo en lugares insalubres e inseguros.

Los mas afortunados buscarian como ella una posada, pero la mayoria no pasaria de las cuadras, compartiendo durante la noche el calor de las bestias y de los negros.

Una vez acomodada en las destartaladas y sucias habitaciones de las posadas, una vez que Tiara habia transportado el equipaje a su habitacion, una vez que los caballos y los negros habian encontrado acomodo en las cuadras, Blanche podia dormir tranquila sabiendo que Tiara estaba alli, acostada al lado de la cama para satisfacer cualquier necesidad que pudiera surgirla.

Al dia siguiente continuaria el viaje que la acercaba poco a poco a la mas grande y populosa ciudad de la que ella habia oido hablar.

Nueva Orleans era obligado punto de referencia de todos los habitantes y viajeros de aquella zona del pais, por cuyo puerto fluvial entraban y salian, tanto viajeros como mercancias con destino y procedentes de la vieja Europa, de la nueva Africa y de todas partes del mundo.

Blanche desconocia todo esto pero sabia que a lo largo de su vida habia oido hablar muchas veces de aquella ciudad que parecia atraer como un iman a todos aquellos que estaban bajo su influencia.

Incluso en Bigstone, Blanche habia oido hablar de la gran ciudad como algo lejano pero omnipresente.

Finalmente Nueva Orleans estuvo al alcance de su vista produciendola una intensa emocion.

La ciudad, bordeada por el Misisipi y delimitada por pantanos y cienagas era un hervidero de gentes de toda condicion social. A lo largo de los muelles del rio se veia un continuo bullir de personas, carruajes y viandantes dedicados cada cual a su labor e infinidad de negros agobiados por el peso de los fardos que salian o entraban en las bodegas de los grandes barcos.

Por primera vez en su vida vio los barcos, los grandes barcos destinados a las travesias trasatlanticas, Barcos destinados a surcar los mares del mundo. Blanche no era capaz de imaginarse el mar pero alguna vez habia oido hablar de el. Junto a aquellos barcos grandes, con sus velas recogidas, otros mas pequeños destinados a surcar el Misisipi, a llevar mercancias y pasajeros a lo largo del gran rio.

Nueva Orleans era el centro comercial del sur del pais y sus calles bullian de gentes llegadas del interior para realizar alli sus compras o sus ventas, por su puerto fluvial llegaban personas de mas diversas nacionalidades dispuestas a iniciar una nueva vida.

Blanche, a pesar de no haber estado nunca en Nueva Orleans no se sintio extraña, ella era una mas entre los cientos de personas que llegaban todos los dias a aquella cosmopolita, acogedora e industriosa ciudad.

La llamaron la atencion los barcos que, atracados en los muelles, anunciaban con enormes letreros los espectaculos de los que se podia disfrutar dentro.

Habia oido hablar de ellos pero no habia sido capaz de imaginarselos.

Ante uno de ellos Blanche ordeno parar a Drum para que preguntara por un hotel donde poder albergarse hasta que encontrara y comprara su propia casa.

Rapidamente un negrito se acerco al carruaje y de un salto se encaramo al estribo mirando descaradamente el interior de este.

A Blanche la sorprendio agradablemente el desparpajo y la vivacidad de aquel negrito cuando dijo.

- Seguro ama, Partan conoce todos los hoteles, pero te llevare al mejor, al mejor hotel, al Excelsior.

Sin dar tiempo a una respuesta el negrito salto del estribo y subio al pescante indicando a Drum el camino.

Los condujo por callejuelas estrechas y retorcidas que desembocaron en una amplia plaza donde estaba el hotel.

El negrito, desde el pescante comenzo a gritar llamando la atencion de un negro vestido de librea verde y alto sombrero que se apresuro a abrir la puerta del vehiculo tan pronto como este estuvo parado.

- En que puedo servirla señorita? pregunto el negro haciendo una profunda reverencia.

- Deseo alojarme en el hotel.

- Pase por favor, la atenderan en recepcion.

Al entrar en el hotel no pudo evitar sentirse avergonzada. A pesar de que llevaba puestas sus mejores ropas no dejaba de ser una provinciana comparada con las elegantes ropas que llevaban puestas las jovenes y menos jovenes damas que deambulaban por el recibidor del Excelsior.

Tambien las vestimentas de los caballeros que las acompañaban distaban mucho de ser las rusticas vestiduras que ella estaba acostumbrada a ver en los hombres.

Un joven, de magnifica presencia, la miro de manera sospechosa desde el mostrador de recepcion, sin quitarla el ojo de encima apenas la vio atravesar la puerta.

- Desea algo, " señora " . Pregunto el joven recalcando la palabra señora como si diera a entender que la daba un titulo que creia que no merecia. Incluso el tono la parecio a Blanche despectivo.

- Si, deseo una habitacion.

- Las tenemos de varios precios "señora".

- Puede usted sugerirme una que sea espaciosa y comoda. Contesto dispuesta a no dejarse apabullar por aquel joven insolente.

- Yo sugeriria una "suite" pero quiza sea muy cara.

- No, yo creo que no.

El joven impertinente esbozo una ligera sonrisa antes de decir.

- Tendra que pagarla por adelantado "señora".

- Naturalmente, creo que un mes sera suficiente para resolver los asuntos mas urgentes.

Cuando el joven dijo la cantidad que Blanche tendria que pagar todavia lo hizo con una ligera sonrisa, pensando que aquella pueblerina se volveria atras en el ultimo momento, pero cuando vio que sacaba de su bolso una cantidad muy superior y echandola sobre el mostrador le dijo.

- Tenga, cobrese.

La expresion del rostro del joven comenzo a trocarse en respeto.

- Muy bien señora. Dijo haciendo una seña a un negrito de uniforme.

Acompaña a la señora a la suite numero dos y encargate de su equipaje.

Los ultimos "Señora" del recepcionista sonaron mucho mas normales en los oidos de Blanche.

El negrito, despues de hacer una profunda reverencia dijo.

- Por favor, señora, sigame.

Blanche siguio al negrito sabiendo que ya habia impresionado al recepcionista pero que tambien tendria que impresionar a cuanto hombre o mujer se pudiera haber fijado en ella.

Al entrar en la habitacion recibio una agradable sorpresa, el lujo y en confort reinaban en ella. Sus habitaciones en Viento del Norte, si bien eran mucho mas amplias, carecian del derroche de decoracion y mobiliario del que podria gozar en la suite.

- Desea algo señora?. Pregunto el negrito una vez hubo abierto las ventanas que daban a la plaza y enseñado las tres unicas dependencias que componian la suite.

- Si, que me preparen un baño. Dijo Blanche tratando de saber si el servicio del hotel era tan bueno como le habian hecho creer y deseosa de quitarse de encima la suciedad almacenada en su cuerpo por los largos dias de viaje. Ah! Con el equipaje que suba tambien Tiara, mi negra. Añadio.

- Enseguida señora. Contesto el negrito antes de desaparecer.

Necesito poco tiempo para volver a recorrer la suite. Ademas del dormitorio, con un inmenso lecho, constaba de otras dos minusculas piezas. Una con un camastro, estaba sin duda destinada a la sirviente del huesped y en la otra una bañera de metal brillante mas los utensilios de aseo. Todas la paredes estaban cubiertas con grandes cortinajes y algunos espejos que la permitirian verse de cuerpo entero.

Habia vuelto al dormitorio cuando oyo ruidos provinientes del cuarto de la bañera.

Se encamino hacia alli y volvio a oir los ruidos y una voz de hombre que decia.

- Da su permiso señora ?.

Hubo de forzar la vista para descubrir que entre los cortinajes habia una puerta por la que alguien intentaba entrar.

- Si, pasa.

Un negro de mediana edad penetro cargado con un balde de agua caliente que derramo en la bañera despues de haber puesto el tapon del fondo.

Tras el llegaron cuatro negros con mas agua.

- Señora, el agua quema, enseguida volvemos con el agua fria. Advirtio el ultimo de los negros.

Efectivamente poco despues los negros repitieron dos viajes con el agua fria.

- Necesita a alguien que la ayude señora ?.

- Si, claro.

- Una negra, señora ?. Pregunto como dando a entender que podia ser otra cosa.

- Si, mi negra.

- Su negra, señora?.

- Si, mi negra. Ya tenia que estar aqui con el equipaje.

- Permitame que vaya a buscarla, seguramente se habra extraviado.

- Si, y regresa con ella para que no se vuelva a extraviar.

Momentos despues Tiara era conducida por el negro.

- Perdon ama, no sabia como llegar, se justifico Tiara.

- Y el equipaje?.

- No se, unos negros lo sacaron del coche diciendo que ellos lo subirian.

Blanche tenia verdadera necesidad del equipaje por que entre los utensilios que habia traido desde Viento del Norte viajaban sus orinales y sentia autenticas ganas de vaciar la vejiga despues de largas horas de viaje.

No es que la suite careciera de ellos, eran unos elementos omnipresentes en aquellos tiempos, pero Blanche no se resignaba a sentarse sobre una loza que se la antojo de dudosa limpieza y, que podian haber sido usados por cientos de personas antes que ella.

Mientras aguantaba la necesidad se dio cuenta de cuanto habia avanzado en aquellos dos años. En otro tiempo se hubiera sentado sin vacilar incluso sobre una loza mucho mas sospechosa que aquella, pero ahora la parecia imposible que hubiera prestado su cuerpo a suciedades e indignidades mucho peores que usar el orinal de otro.

Pensaba en esto reteniendo la orina cuando se dijo que no tenia ninguna necesidad de seguir reteniendose.

- Cierra las puertas, date prisa y ven rapido. Ordeno a Tiara

Mientras la negra obedecia Blanche se fue retirando la braga.

Tumbate boca arriba. Volvio a ordenar cuando Tiara hubo regresado.

La negra, acostumbrada a dar placer a su ama no pudo ni siquiera imaginar que su ama en aquella ocasion se proponia otra cosa.

Como otras muchas veces, pero con mas prisa Blanche se acuclillo haciendo coincidir su sexo con la boca abierta de la esclava.

- No me toques con la lengua. Voy a orinar y no quiero que se derrame en la tarima ni una sola gota.

A continuacion fue abriendo el esfinter tan lentamente como la fue posible oyendo el clasico siseo que se producia cada vez que orinaba.

Bajo ella, noto los grandes tragos que tomaba la negra y se dijo que el nuevo orinal, tenia la ventaja que se podia tener a la vista de todo el mundo sin que nadie se sintiera molesto por su presencia. Sus labios se deformaron por una sonrisa provocada por la idea.

Fue un placer y un descubrimiento orinar de aquella forma. En lo sucesivo seguramente la usaria con bastante frecuencia si es que no resultaba excesivamente perjudicial para la negra. Claro que cambiando de "orinal" podria darse el gusto de hacerlo cada vez que la diera la gana.

Estaba terminando cuando oyo que de nuevo llamaban a la puerta.

- Espera un momento. Grito mientras concluia de satisfacer su necesidad.

Momentos despues era ella misma la que abria la puerta, despues de hacer una seña rapida a Tiara para que se levantara del suelo con la cara todavia brillante por la humedad emanada de su sexo.

- Donde ponemos su equipaje, señora? Pregunto uno de los negros cargados con sus bultos.

- Dejadlo ahi. Contesto señalando hacia el pequeño habitaculo del sirviente.

- Me pregunta el recepcionista si se debe dar alojamiento a los caballos y a los otros negros?

- Si, naturalmente. Contesto, pensando que se habia olvidado de ellos.

Mientras contestaba, Blanche siguio la mirada del negro detenida en un punto del suelo. No descubrio otra cosa mas que su braga que habia quedado olvidada sobre la tarima.

Estaba segura de que el negro ni habia visto jamas en su vida semejante prenda, ni podia imaginar para que servia, pero aun asi se sintio enfadada con Tiara por que no la habia escondido a tiempo.

Apenas los negros hubieron salido Blanche agarro a la muchacha por los rizados cabellos y haciendola arrodillarse la obligo a cogerla con la boca al tiempo que decia.

- Cuando me quite la braga, no quiero volver a verla hasta que la vuelva a pedir. Cometela si es necesario pero que no se vea. Entendido?.

Tiara no estaba acostumbrada a ser tratada asi por su ama, cierto que era severa y sabia que para Blanche ella no era otra cosa que una negra mas, pero hasta ahora jamas la habia pegado. Ella sentia hacia su ama mucho mas que miedo o respeto, y se esforzaba en satisfacer sus ordenes con todo el esmero de que era capaz.

- Si ama, Entendido. Contesto Tiara con la pronunciacion dificultada por la prenda de colgaba de sus labios. Acto seguido comenzo a introducirse en la boca la delicada prenda, sucia por las largas horas en contacto con el sexo de Blanche durante el ajetreado viaje, hasta hacerla casi desaparecer en ella.

A Blanche la hizo gracia la reaccion de Tiara por la interpretacion casi literal de sus palabras, pero la dejo estar asi como castigo hasta que hubo terminado de tomar un largo baño en el que su cuerpo se recupero en parte de las fatigas del prolongado viaje.

Cuando estuvo vestida con ropa limpia y perfumada ordeno a Tiara.

- Llama a uno de los negros del hotel.

No tuvo que esperar mucho para ver cumplidas sus ordenes.

- Quiero hablar con tu amo. Dijo sin darse cuenta que posiblemente el amo de aquel negro estaria muy lejos de alli en esos momentos.

- Puedo ayudarla en algo, señora ?. Pregunto en tono servicial.

- No, lo que quiero es hablar con el.

- Mi amo es posible que no este ni siquiera en Nueva Orleans, señora. Contesto el negro alarmado por el tono que iban tomando las palabras de Blanche.

- Esta bien, que venga alguien que este por encima de ti. Dijo pensando que seguramente apareceria el recepcionista, el joven impertinente que la habia molestado. Era en realidad lo que queria, estaba reaccionando contra el y su forma de comportarse con ella.

El negro salio de estampida y momentos despues aparecia en la habitacion un hombre de mediana edad vestido de la misma manera que el recepcionista.

- Que desea señora Benson?.

Blanche se dio cuenta que el hombre se habia tomado la molestia de aprenderse su nombre y penso que el parecia tener suficiente categoria como para exponerle un problema tonto que le molestara. Seguramente el lo comentaria con el de recepcion pero si no lo hacia ya se encargaria ella de que el recepcionista se enterara.

- Venga un momento.

El hombre la siguio hasta el cuartito de la bañera.

Tome usted eso. Dijo señalando uno de los orinales de loza del hotel.

Evidentemente el hombre se sintio molesto de tener que agacharse y tomar aquel utensilio en sus manos.

Blanche espero a que hubiera echado una somera ojeada y la mirara con ojos interrogantes.

- Fijese bien.

El hombre volvio de nuevo la vista hacia el molesto utensilio sin saber bien que es lo que tenia que mirar.

- No le parece que esta sucio ?.

- Señora, jamas en una suite se pone un orinal usado.

- Insisto no solo en que esta usado sino que ademas esta sucio.

Continuara.

Datos del autor/a:

    Nombre: Adela.

    E-mail: aadelaa@yahoo.com

    Fuente: Historia originalmente publicada en la lista de correo "morbo".

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