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Las 4 rosas (24)

en Grandes Series

Como movido por un resorte Morceb obedecio. Se le veia dispuesto a hacer todo lo que se le ordenara con tal de obtener el perdon sin un excesivo castigo.

Blanche procedio con toda tranquilidad y firmeza a atar las manos del negro a la espalda. Este emitio algunos quejidos cuando sintio que su ama apretaba fuertemente los nudos.

Blanche penso que si solo quisiera castigar al negro, las cuerdas debian haber quedado mas flojas, de tenerle mucho tiempo con ellas apretadas se le produciria gangrena pero, dada la situacion, la cosa no tenia mayor importancia, cuando acabaran con el, de poco le iban a servir las manos.

Una vez tuvo a Morceb indefenso se armo con un latigo e invito a Hanna para que hiciera lo mismo.

Le tuvieron bailando un buen rato, los latigazos dirigidos principalmente a las piernas obligaban al negro a saltar en un esfuerzo desesperado por evitas las mordeduras del cuero.

Blanche se dio cuenta que Hanna era una experta en el manejo del latigo, sus golpes eran certeros y contundentes, el cuero se enrollaba a cada golpe en las piernas antes de que tirando de el bruscamente se deslizara arrancando una fina porcion de piel.

Finalmente Morceb cayo al suelo incapaz de mantenerse en pie.

Blanche estaba dispuesta a continuar castigandole alli pero Hanna la sujeto la mano un momento.

Te puedo sugerir algo que nos puede dejar tiempo libre para algo mas interesante ?.

- Si claro, contesto Blanche esperando con agrado las sugerencias de su amiga.

Hanna dio orden a las negras para que pasaran bajo los sobacos y rodeando el pecho de Morceb una gruesa y fuerte cuerda.

Poco despues el negro quedaba colgado desde el techo con sus pies a unos treinta centimetros del suelo.

Hanna hizo una seña a las negras. Estas trajeron un brasero cuyas ascuas todavia estaban al rojo, depositandolo bajo los pies del macho.

Al principio Morceb parecio insensible al calor que escapaba del brasero, pero pronto empezo a patalear tratando de alejar sus negras y doloridas carnes de las brasas.

Seguramente la quemazon no era todavia lo suficientemente importante como para que el negro se comportara de la forma en que lo hacia, pero el terror que sentia debia ser terrible.

Resultaba grotesco y divertido ver los movimientos desacompasados del negro por evitar la accion de las ardientes brasas.

Tan pronto encogia las piernas durante unos minutos hasta que fatigado las extendia un instante antes de abrirlas cuanto le era posible para evitar quemarse.

Hanna dejo que pasaran unos minutos antes de dirigirse al negro.

- Has visto que columpio tan delicioso ha preparado tu ama para ti, negro ?.

- Morceb contesto a la pregunta de Hanna dirigiendose a Blanche implorante.

- Perdoneme ama. Hare todo lo que quiera pero no me ase.

- No hay cosa mas imbecil que un negro idiota!. Contesto Blanche.

Asado, o muerto de otra manera, tu no saldras de aqui mas que una vez que nos hallamos divertido contigo todo cuanto nos apetezca. Pero puedes estar seguro que de no saldras por tu propio pie.

- Oh! Blanche no seas dura con el muchacho, dijo Hanna riendose.

No hagas caso a tu ama. Esta un poco enfadada contigo pero estoy segura de que si te comportas bien ella te perdonara. Lo unico que tienes que hacer es aguantar un poco hasta que el enfado se pase.

- Por el tono de su amiga, Blanche sabia que se estaba mofando del negro.

- Verdad Blanche que le perdonaras si se porta bien ?. Pregunto Hanna siempre con la sonrisa de mofa en los labios.

- Si, es posible. Contesto siguiendo la corriente.

Lo ves negrito. Tu ama esta dispuesta a perdonarte pero antes tendras que sufrir un poco.

Las esperanzas renacieron en Morceb. Posiblemente porque le interesaba, empezo a creer que podria salir sin muchas dificultades de la prueba que le esperaba.

- Ahora negrito te vas a columpiar un buen rato, asi evitaras quemarte.

Morceb entendio que lo que proponia aquella mujer blanca era sensato. Si conseguia columpiarse sus pies estarian muy poco tiempo al alcance del fuego y la situacion se haria soportable, el unico problema era que no sabia como hacerlo.

- Vamos, columpiate negro.

Morceb comenzo a intentarlo pero sus movimientos bruscos apenas si consiguieron hacerle oscilar unos centimetros.

Blanche veia divertida los esfuerzos del negro, era evidente que por aquel camino Morceb no conseguiria apartarse del brasero y que muy pronto, cuando se agotara de hacer esfuerzos y movimientos inutiles sus carnes comenzarian a asarse al terrible pero lento calor de las brasas.

- Que te parece si le ayudamos un poquito?. Pregunto Hanna tomando de nuevo el latigo.

Blanche comprendio el juego de su amiga y tomando otro latigo se pusieron cada una a un lado del negro.

Hanna dio un empujon a Morceb haciendole oscilar un poco. Despues empezo a azotarle con precision, en el momento justo que el negro alcanzaba su maximo recorrido e iniciaba el movimiento pendular. Blanche trato de imitar a su amiga al otro lado del macho pero su experiencia con el latigo era casi nula y solo conseguia azotar al negro sin contribuir en nada a su movimiento oscilante. Es mas, sus azotes dados a destiempo restaban la eficacia de los de Hanna.

Claro que no por eso Morceb sentia menos dolor, era evidente que sufria tanto cuando le azotaba Hanna como cuando lo hacia Blanche.

Poco a poco Blanche se fue sincronizando y a medida que el movimiento pendular del negro se fue haciendo mas amplio ambas mujeres se fueron apartando para aumentar la eficacia del castigo.

Era cierto que Morceb debia soportar cada cierto tiempo, como en un exacto reloj un latigazo, pero por el momento se habia librado del fuego que tanto temia.

Llego un momento en que no tuvieron sitio para seguir golpeandole.

El negro describia ya un movimiento de mas de dos metros a cada lado del brasero.

Hanna sugirio a Blanche que suspendieran el castigo de momento, Morceb se moveria colgado de la cuerda un buen rato.

Blanche supo que habia llegado el momento en que debia meterse en la cama con Hanna.

La idea no la resultaba desagradable pero la producia una cierta desazon el no saber hasta que punto habia sido sincera con Hanna y consigo misma cuando habia dicho que la gustaban tanto las mujeres como los hombres.

Era cierto que la gustaba que Tiara, o cualquier negra, la acariciara y la lamiera, pero ella nunca habia acariciado a otra mujer ni a otra negra. Nunca habia sentido necesidad de hacer a otra lo que exigia de sus esclavas.

Los acontecimientos la tenian completamente excitada y deseaba la satisfaccion de sus apetitos carnales pero no sabia como podria reaccionar cuando hubiera de tocar y acariciar el sexo de Hanna.

Ascendieron de nuevo hasta el piso alto y Hanna la condujo a lo que eran sus habitaciones.

Cuatro negritas de cuerpos esculturales, se arrodillaron ante Hanna y Blanche cuando estas penetraron en la estancia.

Las negritas, totalmente desnudas permanecieron con la mirada baja en señal de respeto.

- Este es mi haren, comento Hanna como si se tratara de lo mas natural del mundo, aunque Blanche no habia oido nunca semejante palabra.

Blanche hubo de reconocer que su amiga tenia buen gusto. Las negritas no solo eran jovenes sino tambien de cuerpos preciosos.

Se pregunto que habria pensado Hanna al ver a los negros de la carreta?. Seguramente que no era mas que una provinciana incapaz de disfrutar de la belleza de un negro.

No la extraño el comentario que habia hecho sobre Derim. Era evidente que en aquella casa no encontraria ningun macho ni ninguna negra tan vieja ni tan decrepita como la vieja Derim.

- Ya sabeis lo que teneis que hacer. Dijo Hanna.

Inmediatamente las negras se pusieron en movimiento y una tras otra vinieron a besar los pies de Hanna primero y despues los de Blanche.

A continuacion una de las negras abrio lo que parecia ser la puerta de un armario y de su interior hizo salir a dos robustos negros que caminaron a cuatro patas hasta situarse detras de las dos jovenes.

Hanna se sento sobre uno de ellos y Blanche la imito mientras dos negritas se encargaban de descalzarlas primero y despues de desnudarlas.

Las negritas entregaban las ropas a las otras dos y estas se encargaban de colocarlas en sendas perchas dispuestas a tal fin.

- No se si sera hoy el dia mas apropiado para que nos acostemos?.

Comento Blanche avisando a su amiga.

- Por que Blanche ?.

- Todavia estoy con la regla.

- Ya lo se, pero no me importa, cada cosa tiene su aliciente.

- Como lo sabes ?.

- Me he dado cuenta cuando te has quitado la braga para cagar.

Blanche quedo sorprendida. Era consciente de que Hanna no le habia quitado ojo de encima mientras maniobraba pero habia tenido la esperanza de que su maniobra habia sido suficientemente rapida y discreta.

Sin mas palabras Hanna se encamino hacia una de las puertas que comunicaba con su habitacion.

- Te apetece tomar un baño ?.

- Me encantaria.

En el cuarto contiguo habia una amplisima bañera con agua caliente de la que emanaba un suave y delicioso perfume.

Blanche recordo la epoca en que ella misma se dedicaba a la preparacion de perfumes, incluso la parecio que aquel podia haber sido preparado por ella. Su delicadeza la recordaba el olor que emanaba del cuartucho de la vieja Derim cuando preparaba los perfumes.

Desde Viento del Norte nunca se hubiera imaginado que su perfume hubiera podido viajar tanto antes de ser util a una bella mujer que ademas era su amiga.

- Oh! que delicioso perfume. Comento Blanche.

- Te gusta ?.

- Si, mucho.

- A mi es el que mas me gusta. He pasado años de mi vida buscando un perfume como este. Me sale un poco caro, pero merece la pena. Dijo Hanna tomando un pequeño frasquito de una de las repisas y poniendolo en las manos de Blanche.

Esta noto que se le aceleraba el ritmo del corazon. El frasquito que Hanna le enseñaba era uno de los que habian salido de Viento del Norte.

- Cuanto te ha costado ?.

- Cerca de cien dolares.

- Blanche se sintio asombrada. Nunca hubiera imaginado que nadie estuviera dispuesta a pagar cien dolares por algo que ella habia vendido por menos de veinte y penso que con la llegada de Derim y su hija era tiempo de que empezara a ocuparse nuevamente de la fabricacion de perfumes.

Ambas jovenes sumergieron sus cuerpos en el agua calida y perfumada. Se bañaron juntas y cuando salieron de la bañera sus cuerpos deseaban ardientemente las caricias que ambas estaban dispuestas a prodigarse.

Blanche sentia verdadera curiosidad por saber lo que podia sentir al acariciar a otra mujer y hasta donde podia llegar? pero poco a poco fue descubriendo que no habia limites en sus gustos y que acariciar a Hanna y sentirse acariciada por ella era de lo mas agradable y excitante.

Llegado un momento Hanna hizo una seña a una de las negras y esta extrajo de una preciosa caja un artilugio semejante en todo, a un falo en ereccion, al que unto con una materia lubrificante antes de sujetarlo a la cintura de su ama con unas finas y delicadas correillas.

Para Blanche no dejaba de ser divertido ver la transformacion que se habia producido en su amiga. Era extraño ver una mujer con sus senos, con su figura femenina a la que adornaba un rigido sexo de hombre.

Sonriendo, Hanna volvio a echarse sobre Blanche y momentos despues esta sentia como su vagina se llenaba con la agradable penetracion de aquel objeto extraño.

De no ser porque sabia que aquello no era mas que un artefacto no hubiera sentido ninguna diferencia pero el hecho de saberlo solo contribuia mas a su excitacion.

Era evidente que Hanna sabia como manejar el aparato y no tardo en sentir el mismo placer que hubiera podido producirla un hombre.

Mientras la penetraba, Hanna comenzo a decir palabras obscenas como se las habia oido decir muchas veces a sus antiguos clientes.

Se dio cuenta que Hanna la trataba mas como a una puta que como a una amiga y la gusto reencontrarse con su viejo oficio. Incluso la llamo la atencion que en aquellos momentos la gustara oir lo que en otros momentos tanto habia detestado.

De vez en cuando la venia a la mente la imagen de Morceb columpiandose al final de una cuerda, haciendo desesperados esfuerzos para que el balanceo no se detuviera. Lo habria conseguido o estaria ya abrasandose sobre el brasero ?.

En otros momentos las imagenes que venian a su memoria eran las de Morceb trasportandola en sus lomos por los campos resecos como un poderoso caballito. Recordaba la turbacion que habia sentido aquella primera vez en que se torcio el tobillo y el mismo Richard la aconsejo subir sobre el.

A medida que Hanna la penetraba vino a su memoria aquella primera vez que habia montado a Morceb ya camino de Nueva Orleans y cuantas veces y cuanto placer habia arrancado a su cuerpo posteriormente. Pero no sentia gratitud hacia el negro, solo un nuevo placer al saber que lo iba a torturar y matar por simple capricho. Con eso se demostraba a si misma que era su dueña y que podia hacer con el cuanto quisiera.

Lenta, metodicamente Hanna hacia entrar y salir de su cuerpo la imitacion de falo. Parecia tener un sexto sentido que la indicaba cuando debia detenerse y cuando debia reanudar las penetraciones prolongando mas y mas el placer de Blanche mientras ella se preguntaba que placer o compensacion podia encontrar su amiga en semejante accion.

Era evidente que poco placer fisico podia obtener, luego su gratificacion debia ser mental, por que parecia disfrutar tanto como la propia Blanche, sus palabras soeces iban adquiriendo mayor grado de obscenidad y dureza a medida que pasaban los minutos.

Cuando Blanche sintio los repetidos orgasmos se sintio no solo satisfecha sino tambien agradecida a su amiga por haberla enseñado a obtener un nuevo placer, o el mismo placer pero obtenido de forma diferente.

Continuara...

Datos del autor/a:

    Nombre: Adela.

    E-mail: aadelaa@yahoo.com

    Fuente: Historia originalmente publicada en la lista de correo "morbo".

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