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Blanche (12)

en Grandes Series

Blanche se alejó por el pasillo notando como Bare la observaba sin moverse del sitio donde la había dejado. Finalmente giró en el recodo y siguió andando con los oídos atentos al menor ruido que pudiera hacer la negra al empezar a caminar.

Siguió andando hasta torcer el segundo recodo y consciente de que ya el reflejo del quinqué no podía ser visto desde donde había quedado Bare se paró y esperó tratando de escuchar los movimientos de la negra. Estaba segura de que todavía no se había movido, pero no tardó en oír los crujidos de la escalera bajo sus pies descalzos.

Esperó el tiempo necesario para que la esclava terminara de bajar y apagando el quinqué encamino de nuevo sus pasos hacia la habitación del inválido.

Sigilosamente llegó hasta la puerta, bajo la cual seguía filtrándose un hilillo de luz y la empujó lentamente.

- Bare ...? Preguntó una voz temblorosa de hombre desde dentro.

La puerta todavía a medio abrir no permitía ver quien entraba.

- Bare ...? Reiteró la voz con mayor tono de temor.

Finalmente a los ojos de Blanche apareció un amplio lecho en que un hombre joven la miraba entre sorprendido y temeroso.

- Quien es usted?.

- Perdón señor Benson.

- Nos conocemos?. preguntó el joven alarmado.

- No, soy Blanche Somerset. Y estoy segura de que no nos conocemos.

- Qué hace usted aquí?.

- ¯erá, un pequeño accidente me ha hecho venir a su casa esta noche y sus esclavos me han contado un extraña historia poco creíble en la cual vivían solos en la casa desde la muerte de su padre, sin que ningún blanco los acompañara. Pero cuando me la contaban he encontrado contradicciones que me han hecho sospechar que algo no era cierto y he decidido investigar por mi cuenta.

El joven Benson pareció reflexionar unos instantes, luego dijo.

- Sólo Dios puede haber guiado hasta aquí sus pasos. Es cierto que mi padre murió hace unos dos meses, le mataron para robarle, pero yo he vivido siempre en esta casa, desde mi nacimiento, sólo que desde que él murió los esclavos viven en continua rebeldía, ni me obedecen, ni me atienden, en el fondo lo único que hacen es alimentarme e incluso tengo dudas de la calidad de la comida que me dan.

- Pero usted ...

- Yo, señorita Somerset estoy inválido desde que era niño y no puedo moverme por mis propios medios. Tengo que conformarme con que me lleven y me traigan a donde ellos quieren y cuando ellos quieren. A veces he pasado días enteros sin salir de esta habitación.

-Pero eso es horrible!. Dijo Blanche.

- Lo es, vaya si lo es, pero he de conformarme con que me dejen vivir, supongo que algún día cuando menos lo espere se desharán de mi.

- No tiene usted ningún familiar al que se pueda avisar para hacerse cargo de la situación.

- No, por desgracia mi madre murió hace más de una docena de años, y no tenía familia. Mi padre era el último de sus hermanos.

- En ese caso quien puede cuidar de usted?.

- Nadie señorita Somerset.

- Cómo que nadie?. Estoy segura que debe haber alguien que pueda y quiera poner un poco de orden en esta casa haciendo que cada uno ocupe su puesto como Dios manda.

- Pues no lo hay ... a menos que ...

A Blanche le dio un vuelco el corazón al oír las ultimas palabras de Richard.

- A menos que?.

- A menos que usted quisiera quedarse y hacerse cargo de la situación.

- Yo ... no puedo. Mintió llena de gozo.

- Entiendo, supongo que tendrá usted familia y que ellos se opondrían a que se quede aquí conmigo.

- Señor Benson, no tengo familia, ni tengo que rendir a nadie cuenta de mis actos.

- En ese caso que la impide quedarse?

- ¯erá, señor Benson, me dirigía al Este cuando ocurrió el accidente que me hizo detenerme en su casa. Allí me espera una anciana mujer que me contrató como señorita de compañía.

- Usted cree que esa anciana no podrá contratar a otra joven para esa tarea?.

Blanche dudó antes de contestar.

- Supongo que si, pero ... Por qué no contrata usted a alguien que se haga cargo de la situación?.

- Eso hubiera hecho si esos negros me hubieran dado la oportunidad.

Por eso digo que sólo Dios puede haber guiado sus pasos esta noche hasta esta casa. Cada vez que he ordenado que me llevaran a alguna parte se han negado a obedecerme.

- Tiene que haber alguien a quien contratar ...?. Dijo Blanche fingiendo duda.

- Por qué no usted?.

- Yo, no tengo la menor idea de lo que es una plantación.

- Esto no es una plantación.

- No?.

- Esto fue una plantación hace muchos años, cuando mi padre era joven y dirigía las faenas, pero en los últimos años, a pesar de que tenemos una gran extensión de tierra y casi trescientos negros ya no tenía fuerzas para ocuparse de todo.

- Entonces de que viven?. Preguntó alarmada ante la idea de haber ido a parar a una plantación en bancarrota.

- De los negros.

- De los negros?.

- Los negros se reproducen por sí solos, señorita, y también se cuidan por si solos a poco que se les deje. Necesitan poco para sobrevivir y hay tierra en abundancia.

- Ya, entonces ustedes hacen cada año la recolección de negros igual que otros hacen la recolección de algodón.

- Efectivamente, cada año vendemos unos pocos negros y eso nos da suficiente para vivir.

- De todas maneras yo no sé si sabría ...

- No la gusta la idea, verdad?.

- No, no es que no me guste pero ...

- Es quizá por dinero?. Cuánto la iba a pagar esa anciana?.

- Quinientos dólares. Blanche sabía que era una cantidad exorbitante pero había decidido tentar la suerte y lo estaba haciendo.

- Puede usted contar con seiscientos.

- No es sólo eso señor Benson.

- Entonces?.

- Cual será mi situación en la casa?.

- No la entiendo.

- Si, que cuales serán mis obligaciones y mis derechos?.

- Sus obligaciones serán el hacer que esta casa vuelva a funcionar y que yo sea atendido correctamente. En cuanto a sus derechos, todos aquellos que usted crea conveniente para hacer lo que la he dicho.

- Pero si no le he entendido mal la situación está muy deteriorada y hará falta tomar alguna medida para que se vuelva a restablecer la autoridad y la disciplina.

- Haga usted lo que crea conveniente. No me importa si tiene que empezar por matar a una docena de esos perros bastardos, pero haga que ésto vuelva a funcionar.

- A mi entender por donde había que empezar es por desarmar a Bare y a Janoe, si no me equivoco son ellos los que impiden que los demás negros funcionen.

- Estoy totalmente de acuerdo con usted, sobre todo a Bare, ella es la real instigadora de esta rebelión.

Apenas acababan de ponerse de acuerdo cuando la puerta se abrió con estrépito. Bare entró decidida y dirigiéndose a Blanche preguntó irritada.

- Qué hace usted aquí señorita?.

Blanche no la dejó hablar más y antes de que tuviera tiempo de darse cuenta de lo que ocurría tomó la jarra de barro que había en la mesilla del inválido y se la estrelló en la cabeza.

Bare se desplomó en el suelo como un pesado fardo.

Blanche la aplicó dos fuertes patadas en el vientre y ante la falta de reacción de Bare concluyó que estaba sin sentido o muerta.

Tras un rápido reconocimiento se dio cuenta de que sólo estaba desmayada.

- Muy bien señorita Somerset. Dijo el inválido asombrado ante la rapidez con que se habían producido los hechos.

- Esta ya no nos causará problemas.

- La ha matado.

- No, pero cuando recupere el conocimiento no estará en condiciones de crearlos, dijo antes de hacer intención de salir de la habitación.

- Dónde va?.

- A buscar unas cuerdas para atarla antes de que se recupere.

- No, no me deje solo con ella, si se recupera antes de que usted vuelva me podría atacar.

Blanche sonrió un momento al ver el miedo que el inválido tenía a sus propios esclavos y arrancando un cordón de las cortinas ató las manos de Bare a la espalda pasando a continuación el cordón por el cuello de la negra evitando así que cuando se recuperara forcejeara con la cuerda si no quería asfixiarse.

Cuando Richard vio a Bare suficientemente segura esbozó por primera vez una sonrisa y dijo.

- Ahora perra te vas a enterar de lo que me as hecho sufrir con tus desprecios.

Blanche entendió el odio que el inválido tenía para con la negra pero más práctica que él preguntó.

- Hay algún esclavo en el que podamos confiar?.

La pregunta pareció tomar por sorpresa al joven quien después de unos segundos de duda dijo.

- Si, está Drum, es un macho fuerte y obediente, él era uno de los negros de confianza de mi padre y quien se ocupaba de hacer cumplir sus órdenes pero entre Bare y Janoe le hicieron abandonar la casa cuando él murió.

- Y en la casa?.

- En la casa podemos contar con Lama, es una hembra joven, en los últimos tiempos era la preferida de mi padre pero esta perra la obligó a hacer los trabajos más duros cuando él murió.

- Está ella en la casa ahora?.

- Creo que sí, debe dormir en un cuartucho al lado de la cocina. - Dónde está la cocina?.

- Está abajo, al final de la escalera a la derecha.

- Como dice que se llama esa negra?.

- Se llama Lama.

- Ya no tiene miedo de ella?. Preguntó dando con el pie en el costado de Bare.

- No. pero será mejor que la ate también los pies.

Blanche comprendió que Richard tenía razón, aun con las manos atadas, la negra podía usar sus pies para atacarle, y momentos después cumplía sus deseos.

- ¯oy a bajar a llamar a esa Lama.

- Bien pero antes acérqueme a esta perra, póngala aquí al lado de la cama y déme ese palo por si vuelve en sí.

- No fue difícil para Blanche hacer lo que el joven la pedía antes de encaminarse hacia la cocina.

Tal y como Richard la había dicho encontró a Lama en un cuchitril cerca de la cocina.

Las primeras palabras que la esclava oyó de la boca de Blanche fueron.

- Eres Lama?

- Si ama. Apenas atinó a contestar la esclava todavía atolondrada por los vapores del sueño.

- ¯e a buscar a Drum y que venga inmediatamente.

- Pero ... Fue a decir la esclava todavía adormilada y oyendo dar ordenes a una desconocida.

- Obedece rápida y sin rechistar, cuando vuelvas con él ya sabrás que pasa. No se lo digas a nadie más, a nadie, me entiendes?

- Si ama, pero...

- Obedece negra, obedece de una maldita vez! Dijo Blanche alzando un poco la voz.

Mientras Lama salía rauda de la casa, Blanche volvió a la estancia de Richard donde encontró que el inválido había golpeado varias veces el cuerpo todavía inconsciente de Bare.

- Tiene algún arma en casa señor Benson.

- Si, en el cuarto de mi padre hay una escopeta. Pasa algo?.

- No, pero Janoe puede regresar antes de que hayamos tomado las medidas oportunas, si es así no quiero que me pille desprevenida.

- Janoe no está en casa?.

- No, salió a buscar mi montura, se espantó con la tormenta.

- Y Lama?.

- Lama ha ido a buscar a Drum.

De pronto su conversación fue interrumpida por alguien que llamaba a la puerta.

- Señor amo, señor amo, pasa algo?. Preguntó una voz de muchacha joven.

Con una seña Blanche interrogó a Richard sobre la fiabilidad de la hembra que hablaba desde detrás de la puerta.

Este por el mismo procedimiento indicó que la muchacha era de fiar.

- Pasa Tiara.

Instantes después Tiara se quedaba de piedra al ver en la habitación de su amo a una señorita desconocida y sus ojos se agrandaron enormemente al ver el cuerpo de Bare tendido y atado en el suelo.

- Señor amo, que ... Dijo cuando al fin pudo reaccionar.

- ¯e con la señorita Blanche al cuarto de mi padre y obedécela como si fuera la dueña.

- ¯amos negra. Ordenó secamente Blanche mientras veía como Tiara se volvía una vez más como si quisiera asegurarse de que lo que habían visto sus ojos era cierto.

Lo primero que hizo Blanche fue proveerse de un potente farol ya que moverse en la oscuridad, por una casa desconocida la producía intranquilidad.

Tiara la llevó rápidamente al dormitorio del padre de Richard y allí encontró colgada en la pared la escopeta con su correspondiente canana. No dudó un segundo en rodear su cintura con ella y tomando dos cartuchos los metió en la recámara de la escopeta, después retiró el seguro dejándola lista para disparar si era necesario.

Guiada por la joven negra, que no atinaba a explicarse lo que pasaba y tampoco se atrevía a preguntar, regresó rápidamente a su cuarto.

Camana se sobresaltó al verla aparecer armada y acompañada por la muchacha, pero se tranquilizó en parte cuando Blanche dejó de apuntarla con la escopeta y se dio cuenta que su ama solo deseaba de ella que la vistiera y calzara.

Sin darla la más mínima explicación Blanche regresó al cuarto de Richard comprobando que el joven había seguido golpeando el cuerpo de Bare.

- Si sigue golpeándola es posible que no recobre jamás el conocimiento.

- Me gustaría matarla.

- Ya tendremos tiempo de eso, pero hagámoslo de forma que nos sea útil sirviendo de ejemplo.

Blanche ordenó a Tiara arrastrar el cuerpo de Bare hasta un cuarto cercano dejándola encerrada bajo llave.

¯olvió al cuarto Richard y allí, delante de él ordenó a Tiara que despertara a todos los criados de la casa y los reuniera en el vestíbulo de entrada.

La noche parecía la más apropiada para tomar trágicas decisiones, fuera proseguía la tormenta y el aguacero sin disminuir un ápice en su intensidad.

- Hay más armas en la casa?. Preguntó a Richard tratando de no verse sorprendida por alguien al que no le gustara la nueva situación.

- No, mi padre siempre decía que con un arma bien manejada era suficiente.

Más tranquila, esperó hasta que Tiara vino a avisarla que todos los sirvientes estaban reunidos en el vestíbulo.

- Hay suficiente luz?. preguntó precavida.

- Si, señorita.

- Cuántas puertas tiene la casa?.

- Dos, una delante y otra atrás, cerca de la cocina.

- Tiara, ve a la puerta de atrás y te hago responsable de que nadie entre o salga por ella sin mi permiso. Al tiempo que decía estas palabras tendía a la muchacha el palo ya inútil con el que Richard había golpeado a Bare. Usalo si es necesario, pero que nadie entre o salga. Entendido?.

- Entendido, señorita ama. Contestó la negrita abrumada por su nueva responsabilidad.

Blanche bajó decidida al vestíbulo de la casa encontrándose con media docena de negros asustados que en pie la miraban expectantes.

- Sentaros en el suelo. Fue su primera orden.

Una vez obedecida se hizo traer una silla para ella que hizo colocar junto a la pared desde donde dominaba todas las entradas y salidas del vestíbulo.

Con la escopeta en el regazo se dirigió a los negros.

- Soy la nueva capataz del señor Benson. Aquí han pasado muchas cosas raras desde la muerte del viejo señor Benson. Tengo que restablecer el orden que es debido pero aquellos que han sido fieles y cumplidores no tienen nada que temer de mi si me obedecen.

Lentamente fue encañonando uno por uno a todos los negros notando su miedo y su nerviosismo al verse enfrentados con los cañones del arma.

No dijo nada más. Dejó transcurrir el tiempo para que sus palabras calaran en las embotadas mentes de los negros hasta que se fijó en un anciano que daba muestras de inquietud.

- Quién eres tu?. Preguntó encañonándolo.

- Soy Guirdla, señorita.

- Bien, Guirdla, habla si tienes algo que decir?

Continuara...

Datos del autor/a:

    Nombre: Adela.

    E-mail: aadelaa@yahoo.com

    Fuente: Historia originalmente publicada en la lista de correo "morbo".

    Relato protegido e inscrito en el registro de propiedad intelectual.