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Las 4 rosas (14)

en Grandes Series

La idea de unos monstruos atando alambres la parecio tan ridicula como increible.

Poco despues las ventanas del primer piso comenzaron a abrirse y por ellas comenzo a salir una verdadera nube de polvo que no tardo en rodear la parte alta de la casa difuminando de vez en cuando sus contornos.

- La niebla, se dijo Blanche mientras esbozaba una sonrisa.

El grupo de curiosos habia ido aumentando y rodeaban el carruaje de Blanche por la parte que daba a la plaza. Todos miraban hacia la casa y se hacian comentarios para todos los gustos. Blanche echo la cortinilla de ese lado para evitar ser contemplada por la nube de curiosos.

Apenas habia pasado un cuarto de hora cuando Drum salio con los ojos enrojecidos y tosiendo como un demonio.

- Ama, nos vamos a asfixiar hay demasiado polvo ahi dentro.

- Estas seguro que es polvo Drum ?.

- Seguro, nubes espesas de polvo. Debe hacer muchos a¤os que en esa casa no limpia nadie.

- Abrid tambien las ventanas de los pisos altos y dejad la puerta de entrada abierta, aconsejo Blanche pensando que asi se formarian corrientes de aire que facilitarian la ventilacion.

- No seria mejor echar agua, ama ?.

- No Drum. Haz lo que te he dicho. Contesto Blanche sabiendo que las negras en su afan de evitar el polvo terminarian por inundar el suelo formando un verdadero barrizal dificilisimo de quitar despues.

- Voy ama. Contesto Drum dispuesto a cumplir la orden.

- Espera. Te has fijado en si los nudos de los alambres de la puerta estaban por dentro o por fuera.

Drum penso durante unos segundos antes de decir. Por dentro ama, por dentro.

- Estas seguro ?.

- Seguro ama. He tenido que romperlos con piedras, si los nudos hubieran estado por fuera los hubiera deshecho.

- Esta bien, ve y haz lo que te dicho.

Poco despues se abrian las ventanas de los pisos altos y tal como Blanche habia pensado las nubes de polvo comenzaron a salir por ellas formando espesas cortinas que a veces parecian humo procedente de un voraz incendio.

Por fortuna el aire que se habia ido levantando facilitaba las cosas.

Los temores de Blanche se habian ido disipando poco a poco a medida que pasaba el tiempo y nada extra¤o sucedia dentro de la casa.

A la hora de comer todavia salian espesas nubes de polvo por las ventanas del piso alto pero habian decrecido mucho en los otros dos pisos.

Blanche se hizo traer la comida desde un taberna cercana y despues ordeno que fuera traida tambien la de las negras.

Reunidas a la sombra de un gran arbol que crecia cerca de la puerta de la casa las negras cubiertas de polvo dieron buena cuenta de los alimentos que su generosa ama las proporcionaba. Posiblemente no habian comido nunca una comida de tanta calidad.

Mientras, Blanche las conto una y otra vez hasta cerciorarse que seguian estando las doce.

Durante un tiempo la nube de curiosos parecio disminuir en numero, sin duda se habian retirado a sus casas para comer.

Hacia rato que las negras habian vuelto a entrar en la casa y reanudado las tareas porque las ventanas del piso alto seguian vomitando polvo, con menos intensidad que por la ma¤ana pero aun eran visibles desde abajo.

De pronto una serie de chillidos comenzaron a llegar desde la casa. Blanche comenzo a temer ver salir a las negras en tropel por la puerta con cara de espanto perseguidas por los diablos. Entre los curiosos tambien se creo un movimiento de expectacion e incluso alguno se retiro prudentemente dispuesto a salir corriendo a la menor se¤al de alarma.

Los gritos se prolongaron durante un minuto y cesaron para reanudarse momentos mas tarde.

Blanche estaba segura de que algo anormal estaba ocurriendo en el interior de Las Cuatro Rosas pero no se atrevia a bajar del carruaje, Solo faltaba que fuera ella la que acudiera en auxilio de las negras, ni siquiera Drum merecia que ella arriesgara su vida.

Los gritos cesaron de nuevo, la expectacion y la ansiedad crecio electrizante hasta que una negra salio por la puerta llevando por el rabo dos ratas muertas. Las arrojo y volvio a penetrar en la casa como si nada hubiera pasado. Sin duda estaba acostumbrada a pelear con tan repugnantes animales.

Los curiosos prorrumpieron en risas y en comentarios de mal gusto que descargaron la tension acumulada.

El dia transcurrio sin incidentes, por la tarde Blanche mando llamar a un cerrajero y le pidio que colocara cerraduras nuevas en las dos puertas. Al principio el hombre se mostro reticente, estaba claro que no se atrevia ni siquiera a tocar nada que perteneciera a Las Cuatro Rosas, pero cuando vio que las negras entraban y salian sin ninguna preocupacion se dijo que el debia tener mas valor que ellas y realizo su trabajo de una forma rapida y eficiente. Blanche le pago sus honorarios a¤adiendo una generosa propina.

A la caida de la tarde las nubes de polvo habian dejado de salir por las ventanas pero las negras seguian sacando cubos y mas cubos de polvo y suciedad almacenada durante setenta a¤os.

Anochecia cuando Blanche ordeno suspender los trabajos y salir a las negras, las conto y reconto hasta convencerse que estaban las doce.

Entonces y solo entonces tendio a Drum las llaves de las dos puertas y le ordeno cerrarlas desde fuera.

Blanche llamo entonces al hombre que por la ma¤ana le habia vendido las negras y llego a un acuerdo rapido con el. Le vendia de nuevo las negras por diez dolares menos cada una.

El hombre quedo encantado con el trato y dijo que era un placer hacer negocios con se¤oras de autentica clase.

Blanche regreso al hotel mientras la nube de curiosos se dispersaba. Se sentia contenta no solo por la falta total de incidentes. Por el modico precio de ciento veinte dolares habia roto una leyenda que habia tenido a aquella casa como maldita durante mas de medio siglo.

Al entrar en el hotel se dio cuenta que despertaba mucha mas expectacion de lo habitual, sin duda se habia extendido la noticia de que una mujer se habia atrevido a meter doce negras en Las Cuatro Rosas y todas habian salido con vida despues de pasar un dia entero trabajando dentro de ella.

Los entendidos sabian que aquello no era ni mucho menos suficiente, Blanche tambien lo sabia, Sabia que tendria que enfrentarse a cosas mucho peores si queria romper el maleficio. Pero se sentia decidida.

A medida que pasaba el tiempo consideraba aquella casa mas suya y estaba mas dispuesta a luchar por ella.

Despues de cenar hizo subir a Drum a su habitacion y le interrogo durante un buen rato sobre como era la casa. El negro no sabia explicarse muy bien pero conforme Blanche le iba haciendo preguntas se iba haciendo una idea general seguramente erronea pero suficiente en principio.

Segun pudo deducir, tras la puerta de entrada habia un amplio recibidor dos o tres veces mas grande que el de Viento del Norte al final del cual se elevaba un doble tramo de escalera que comunicaba con las otras dos plantas.

Al parecer la casa rodeaba un amplio patio central al que tambien se tenia acceso desde cada una de las plantas por una escalera en cada lado del patio.

La planta baja estaba formada por enormes y amplios salones que se comunicaban a traves de un ancho pasillo con el recibidor de entrada. Las otras dos plantas estaban divididas en grandes habitaciones que segun Drum podian aproximarse a cuarenta por planta. Blanche pregunto repetidamente a Drum por una escalera que debia descender desde la planta de entrada hacia el sotano pero el negro repitio que no la habia visto tantas veces como Blanche le pregunto.

Despues comenzo a interrogarle sobre el estado de conservacion de la casa y los muebles. Drum respondio que el anterior due¤o de la casa parecia tener mucha prisa cuando se marcho porque todo estaba amueblado e incluso con ropas.

Blanche no cabia en si de gozo. Solo la casa valia mucho mas de lo que habia pagado por ella pero si ademas tenia muebles y ropa se podia decir que estaba dispuesta para usar.

Interrogo a Drum sobre la niebla de la que habia hablado Warner y el negro solo pudo decir que de niebla nada, solo una inmensa cantidad de polvo que se levantaba solo por el hecho de pisar.

Finalmente pregunto al esclavo si habia visto algun pozo con agua que pudiera abastecer la casa.

Varios ama, en el centro del patio hay uno pero no se como estara el agua, he visto dos mas detras de la casa y un rio.

- Un rio !, exclamo Blanche haciendose de nuevas.

- Si, uno muy peque¤o que nace justamente al lado de la tapia. Debe ser el mismo que dice Morceb que vio cuando usted y el fueron de excursion por el otro lado de la finca.

Euforica despidio a Drum porque aquella noche no deseaba mas contacto que las suaves caricias de Tiara.

Por la ma¤ana volvio a interrogar a Drum para asegurarse que el negro no la habia mentido y cuando comprobo que su version era coincidente en casi todo le pregunto si a su juicio la casa habia quedado suficientemente limpia el dia anterior.

- No ama, quitamos mucho polvo y mucha porqueria pero queda mas, mucho mas y ese polvo ya no saldra por las ventanas. Dijo el esclavo dando a entender que era necesario un trabajo mas minucioso que el que se habia hecho el dia anterior.

Blanche estuvo de acuerdo y decidio que la casa necesitaba ya una limpieza a fondo.

Volvio a la plaza del mercado de esclavos y se cercioro de que ningun ruido extra¤o procedia de la casa. El hombre que el dia anterior la habia vendido el lote de negras salio a su encuentro ofreciendola el mismo lote y en identicas condiciones.

Blanche lo rechazo sin dar explicaciones dejando al hombre confuso. No podia explicarse por que los animales que el dia anterior habian sido utiles hoy eran rechazados.

Esta vez la costo mas trabajo encontrar lo que buscaba porque tan pronto como Blanche se acercaba a un grupo de negros el vendedor subia el precio sabiendo que necesitaba mano de obra.

Blanche no se dejo amilanar y tan pronto como el vendedor subia un dolar de los doscientos que tenia estipulado Blanche rechazaba la oferta.

Paso la primera media hora en regateos inutiles hasta que uno de los vendedores mas avispado que los demas la vendio un lote de diez negras en el precio establecido.

En cuestion de minutos Blanche se hizo con otras diez pero a veinte dolares mas barato por pieza.

Drum se encargo de ir a comprar mas bayetas, mas escobas y mas cubos y seguido de su tropa penetro en la casa. Permanecio un largo rato en el interior antes de salir con cara de preocupacion. Al entregarle las llaves a Blanche dijo. Alguien ha entrado esta noche en la casa ama.

- Por que lo sabes ?.

- Porque yo deje anoche los cubos apilados al lado de la puerta y al entrar estaban tirados por el suelo.

Para Blanche aquello no fue ninguna sorpresa, esperaba algo asi pero quiza mucho mas terrible.

- Vigila Drum, no me gustaria que pasara algo extra¤o a ninguna de las negras.

En el corrillo de mirones habia mas personas que el dia anterior pero la tension habia decrecido.

Se les notaba distendidos, festivos, casi alegres de que alguien por fin se hubiera atrevido a romper el maleficio, y mas cuando la osada era una joven mujer muy guapa.

Drum habia organizado a la mitad de las negras para ir hasta el arroyo a coger cubos de agua, la otra mitad se encargaba de ir fregando y limpiando.

No habia pasado una hora cuando el diligente esclavo salio de la casa con lo que parecia una pieza de tela. Con infinito cuidado la extendio ante Blanche pero ni aun asi consiguio que la pieza no se rompiera. Mire ama como estan las ropas, dijo el negro en un gesto de desolacion. La basto una simple mirada para darse cuenta que la tela estaba completamente pasada. Era logico, despues de sesenta o setenta a¤os las telas no eran mas que remedos de lo que fueron y se deshacian con tan solo tocarlas.

Blanche hubo de hacer frente a la realidad pensando que muy poco de lo que se pudiera hallar en aquella casa podria ser aprovechado.

- Que saquen todas las ropas y los colchones y quemalos ordeno convencida de que en aquellos trapos solo se podrian encontrar bichos da¤inos.

Poco despues la caravana de negras salia de la casa cargadas con lo que en otros tiempos habian sido ricas telas y mullidos colchones.

Una enorme pira se formo al otro lado de la tapia justo en el rincon donde se unian dos de las paredes. Las llamas sobresalian en muchas ocasiones por encima de la pared arrancando comentarios de asombro a los curiosos.

Finalmente comenzaron a decrecer en intensidad al tiempo que la cuerda de negras portadoras de ropas se hacia mas y mas distanciada.

Drum volvio a salir para comunicar a Blanche que todas las ropas habian sido quemadas y pregunto si queria que se hiciera lo mismo con los papeles. Blanche estuvo tentada a decir que si pero algo se lo impidio. Tenia el presentimiento de que en aquellos papeles de los que hablaba Drum podia estar la clave de lo sucedido en aquella casa hacia muchos, a¤os.

Nadie se molesta en escribir un papel si no es porque quiere que lo escrito perdure, penso Blanche.

- No los papeles no los toqueis, dejarlos donde y como esten.

- Bien ama. Tendremos que volver a empezar. La casa esta otra vez tan llena de polvo como cuando empezamos, Las telas se deshacian por el camino y todo se ha cubierto otra vez de polvo.

Blanche no pudo contenerse mas y bajando del carruaje se atrevio a poner los pies por primera vez en Las Cuatro Rosas.

No se adentro mucho, Toda la informacion que tenia sobre aquella siniestra casa se lo impedia pero vio lo suficiente como para dar la razon a Drum.

Habia que volver a empezar la limpieza. No podia imaginarse como estaba la casa antes de que Drum y las negras entraran pero ahora el aire era casi irrespirable. El olor a podrido llenaba todo el ambiente. Su delicada garganta acuso pronto un picor que la hacia toser constantemente.

Volvio a mandar abrir todas las ventanas y ordeno que se procediera a barrer a fondo una vez mas.

A la hora de comer el trabajo fue suspendido por un rato para que tanto Drum como las negras recuperaran fuerzas.

Blanche salia con frecuencia del carruaje para estirar las piernas y aliviar un poco los nervios concentrados a lo largo de las largas horas de espera. Desde que Drum la comunico por la ma¤ana lo de los cubos tenia el presentimiento de que alguna desgracia iba a suceder.

En uno de esos paseos vio a un hombre que caminaba llevando una veintena de perros atados a sus correspondiente traillas. Blanche le hizo una se¤a para que se acercara y asi lo hizo pero manteniendose a prudente distancia para evitar que alguno de ellos pudiera atacar a Blanche.

Hablar entre los desaforados ladridos de los perros era dificil y molesto. Blanche sugirio al hombre que dejara los animales al cuidado de alguien para poder hablar tranquilamente.

- No puedo dejarlos, no me obedecen mas que a mi. Grito el hombre por encima de los ladridos de sus animales.

- Deseo hablar con usted. grito a su vez Blanche.

Sin mediar palabra el hombre comenzo a alejarse mientras Blanche se preguntaba si habria dicho algo que pudiera haberle molestado.

Precedido de sus perros el hombre desaparecio por una de las callejas de la plaza dejando a Blanche con tres palmos de nariz.

Molesta por una actitud que no comprendia Blanche se refugio en el carruaje cerrando ambas portezuelas y cortinillas.

Debio incluso llegar a quedarse dormida porque se desperto sobresaltada al oir que alguien golpeaba discretamente la portezuela del carruaje.

- Se¤orita, se¤orita, Jack, los perros. Dijo el hombre comiendose la mitad de las palabras.

Blanche estuvo a punto de mandarle a la mierda despues del planton que la habia dado pero la necesidad la obligo a transigir.

- No dejarlos con nadie, peligrosos. Dijo el hombre a modo de excusa una vez que Blanche hubo corrido la cortinilla y bajado el cristal.

- Dice que son peligrosos ?.

- Si se¤orita, lo son. Jack los ha ense¤ado a buscar negros escapados pero no solo los buscan, cuando Jack no llega a tiempo se los comen.

- Y dice que no le obedecen mas que a usted?.

- Asi es se¤orita, Jack los he criado, ellos saben que cuando no me obedecen Jack les hace probar el latigo.

- Podrian obedecerme a mi tambien?.

El hombre se rasco un momento la cabeza pensando.

- Jack cree que si, primero conocerla y despues verla junto a Jack muchas veces. Luego tomando sus correas, dandoles de comer. Jack no esta muy seguro.

- Cuanto tiempo cree que se tardaria en ello?. Pregunto Blanche entre divertida y disgustada por la extra¤a forma de hablar del hombre.

- Quince dias, un mes, un a¤o. Jack no sabe, unos mas fieros que otros.

Continuara.

Datos del autor/a:

    Nombre: Adela.

    E-mail: aadelaa@yahoo.com

    Fuente: Historia originalmente publicada en la lista de correo "morbo".

    Relato protegido e inscrito en el registro de propiedad intelectual.