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Blanche (25)

en Grandes Series

Luego, dejándolos a un lado informó a Blanche que ya estaba abierto el segundo pozo, del que había manado el agua abundantemente cuando apenas si llevaban cinco metros de profundidad, pero en el tercero habían llegado a los quince sin que diera el menor rastro de agua, por lo que había dudado entre seguir o taparlo, e intentarlo en otro sitio.

No obstante los trabajos no se habían detenido a pesar del fracaso, y ya se había comenzado a abrir el cuarto, del que apenas si se había excavado un metro.

Al parecer todo había ido normalmente durante la ausencia de Blanche, con tan solo un único incidente.

El reverendo Allen había vuelto hacía una semana con intención de quedarse unos días, pero Richard se lo había quitado de encima obsequiándole con diez dólares para las obras de la iglesia.

Una vez llegados a casa, Richard y Blanche se fueron directamente a sus habitaciones, e hicieron el amor con mayor fuerza e intensidad de como lo hacían siempre.

La vida volvió a la normalidad y Blanche comenzó de nuevo a supervisar las obras, formando dos equipos de negros. Uno seguiría con la apertura del cuarto pozo, mientras el otro profundizaría en el tercero, a pesar de que cada vez el trabajo en él se hacia más penoso.

Fue necesario abrir hasta los veinte metros para que comenzara a manar el agua que tanto habían ansiado, pero dos metros más abajo el manantial se volvió tan abundante como el de los otros tres pozos. La primera parte de la obra culminó apenas sin incidentes, tan solo un negro se había perforado un pie con una herramienta, y una negra cayó una noche en uno de los pozos. Su cadáver fue descubierto a la mañana siguiente y, Blanche se apresuró a dar la orden de que los pozos fueran rodeados de altas estacas con cuerdas para evitar nuevos accidentes, hasta que fueran construidos los brocales protectores. Brocales que debían esperar hasta que fueran traídos de Bigstone los ladrillos necesarios para su construcción.

Richard hizo instalar un entoldado junto al último y más lejano de los pozos ya que, a su alrededor crecían grandes árboles que con su sombra le invitaban a pasar junto a él largas horas, resoplando en la armónica hasta que un día hizo un descubrimiento asombroso. El agua que manaba de aquel pozo era mucho más fresca y fina que la del resto. Se lo comunicó a Blanche y ésta pudo comprobar que, efectivamente tenía razón, pero no sólo era el sabor mucho más agradable, sino que una vez hechas las oportunas comprobaciones, vieron que las comidas sabían mejor y se hacían antes. Además aquel agua producía mucha más abundante espuma cada vez que se la usaba para fregar o lavar. No tardaron en decidir que toda el agua que se necesitara en la casa debía venir del nuevo pozo, abandonando el viejo que durante generaciones la había surtido. Esto implicaba dedicar dos hembras al acarreo del agua, pero ésto fue lo que menos importó a los jóvenes, por fortuna las negras sobraban en Viento del Norte.

Camana fue una las destinadas ya que desde que Blanche la había sustituido por Tiara apenas si tenía trabajo, Además a Blanche la molestaba encontrársela continuamente por la casa con la fea cicatriz deformándola la cara.

Un mes después decidieron que Blanche debía ir a Bigstone para traer los ladrillos necesarios para la construcción de los brocales, e iniciar las canalizaciones de lo que sería la futura red de irrigación del jardín. Pero ésta vez Blanche no iría solamente con Tiara y los negros necesarios para las carretas. Se llevaría también a Drum, para

presentárselo a los tenderos y a los almacenistas, para que le dieran el género que ella les pidiera por escrito.

Después del largo viaje hecho a Natchez el viaje a Bigstone la pareció muy corto pero falto de aliciente. Allí se podía comprar cuanto podía necesitar en materiales, herramientas y alimentos pero muy poco de lo que una mujer elegante, como pretendía ser Blanche podía desear.

Volvió a pasar por la tienda donde había comprado los vestidos y donde había vendido los perfumes, pero no encontró nada que la gustara lo suficiente para comprarlo. Tan sólo compró nuevas bragas, ya que los colores de las de la tienda la gustaban más que las que las negras la hacían en casa, y estaba un poco harta de verse siempre del mismo color.

Blanche se sorprendió al comprobar como se había ido acostumbrando a usarlas. Recordaba que al principio la habían parecido molestas e incómodas pero ahora cuando se encontraba molesta era cuando no las llevaba. Además la resultaba altamente erótico cuando se las quitaba delante de Richard y, más cuando era él mismo el que se las quitaba antes de hacer el amor.

Pero sobretodo eran una señal más de distinción, ninguna negra, ni ninguna mujer de clase baja se hubiera atrevido a usar semejantes prendas.

La vendedora la preguntó si había traído más perfumes para vender quedándose un tanto decepcionada ante la respuesta negativa de Blanche, la mujer esperaba que la trajera una nueva remesa.

Al parecer la había vendido muy bien pero no en Bigstone, sino a una amiga suya que tenía una tienda en Nueva Orleáns.

Blanche se despidió de ella halagada de saber que su producto se vendía tan bien, prometiéndola una remesa para la próxima vez que viniera al pueblo.

En la fábrica de ladrillos pudo ver las largas hileras de negros trasportando en capachos que llevaban sobre sus hombros, la tierra que otros batían con los pies hundidos en el barro hasta las rodillas.

Vio como el barro era volcado en moldes y después puesto al sol, donde comenzaba el proceso de secado, antes de ser sometidos a la acción del fuego en el horno.

Vio las inmensas naves donde se alineaban los ladrillos ya dispuestos para la venta y como las carretas eran cargadas por los negros.

Regresó a Viento del Norte sin ningún incidente y, una vez construido el primer brocal comprobaron que apenas si habían tenido suficientes ladrillos para él.

Esto implicaba que sólo para los brocales necesitaran hacer tres viajes más, viajes a los que ya no iría Blanche, si no Drum como encargado de las compras.

Las relaciones entre Richard y Blanche habían entrado en un periodo de normalidad, sin grandes altibajos, en el que ambos jóvenes podían expresarse libremente su cariño unidos por un proyecto común en lo inmediato, hacer el jardín, y un proyecto a más largo plazo, tener hijos que un día heredaran cuanto ellos tenían y pudieran tener en el futuro.

Blanche fue introduciendo ligeras variantes en su comportamiento sexual, y la primera de ellas fue permitir que Tiara estuviera presente en los momentos en que hacían el amor sin importarla lo más mínimo lo que ésta pudiera pensar o sentir.

Desde su boda Blanche la había hecho dormir en la puerta de la habitación, esto permitía el llamarla cuando era necesaria, pero no dejaba de ser incómodo.

Con esta modificación fue más fácil ordenar a la esclava que les lavara los sexos una vez habían acabado el acto amoroso.

Al principio Richard opuso ciertas reticencias a tal práctica a la que no estaba acostumbrado. Pensaba que eso de lavarse el sexo lo debían hacer sólo las negras antes de ser montadas, para no molestar con el fuerte olor a sus amos, pero no tardó en acostumbrarse siendo el mismo quien pedía a Tiara las abluciones una vez concluido el placentero trabajo.

Por otro lado Blanche, aprovechando una de sus reglas, comenzó a lamer y chupar el sexo de Richard hasta obtener la jugosa recompensa de su semen en la boca, antes de tragárselo como si de un delicioso manjar se tratara.

Esto se convirtió pronto en una costumbre, y cada vez que llegaban las reglas, Blanche sustituía el sexo por la boca por que la gustaba y, para evitar que Richard se sintiera defraudado, durante esos días en que ni a él ni a ella les apetecían mantener relaciones normales.

No tardó Richard en darse cuenta que si bien él, de una forma o de otra era satisfecho por su mujer, ella, en esos días no obtenía la más mínima satisfacción, un día sugirió a Blanche que Tiara podía lamerla para proporcionarla el placer que debía echar en falta.

Fingiendo cierta reticencia Blanche se dejó hacer obteniendo el placer que tanto ansiaba.

De esta forma la esclava comenzó a participar en sus juegos eróticos, y lentamente se fueron ampliando sus funciones. Tanto Richard como Blanche comenzaron a usarla según su capricho, El joven la llamaba con frecuencia antes de hacer el amor con Blanche, se hacia lamer y chupar el sexo y los testículos, de forma que cuando Blanche se situaba sobre él gozaba de una magnífica erección.

Blanche por su parte se hacía lamer igualmente, de forma que cuando se situaba sobre Richard, su sexo estaba jugoso y suave, aumentando enormemente el placer que éste la proporcionaba con sus profundas y fuertes penetraciones.

Para Blanche este método, fue una auténtica revelación ya que a pesar de que habitualmente, cuando Richard llegaba al orgasmo y se sentía regada con sus cálidos y cremosos líquidos, se desencadenaba en su cuerpo el proceso de su propio orgasmo, había ocasiones en que ésto no ocurría, sintiéndose insatisfecha y decepcionada. En las ocasiones en que ésto ocurría, no tenía más que llamar a Tiara entre sus muslos y hacerse lamer por ella hasta que el placer estallaba dejándola exhausta y satisfecha.

Si Tiara se sentía bien o mal con las tareas que la encomendaban nadie lo sabía. Desde luego ni Richard, ni mucho menos Blanche, se ocuparon de preguntárselo. Ella no era más que un objeto cálido y agradable puesto por el buen Dios en sus vidas, que tenía como única misión, darles placer y realizar las tareas que quisieran encomendarla.

La vida continuaba en Viento del Norte. Los trabajos de allanar los terrenos donde se iba a plantar el jardín exigieron que muchos esclavos participaran en los trabajos creando ciertas dificultades, ya que estaban acostumbrados a vagar alegremente durante todo el día. Pero Blanche supo solventar rápidamente el problema dando autorización a Drum para que usara la fusta o el látigo generosamente y sólo la molestara cuando las cosas fueran a mayores.

Este a su vez, pidió permiso a Blanche para nombrar varios encargados para que vigilaran y controlaran el desarrollo de las obras con poder de castigar las faltas leves que cometieran los negros bajo sus ordenes.

Una vez establecida la jerarquía y pasados los días necesarios para que la nueva situación fuera asimilada las cosas comenzaron a rodar perfectamente y Blanche no tuvo que intervenir más que en contadas ocasiones, eso sí, cuando lo hizo, su rotundidad fue tal que tras unos pocos ejemplos, todos prefirieron solventar los problemas sin necesidad de recurrir a ella.

Por contra, estableció un sistema de premios consistente en que cuando uno de los grupos de trabajo destacaba de los demás les daba un día libre.

Esto creó rápidamente la competencia entre los grupos, competencia de la que los blancos eran los únicos beneficiarios.

Lo que al principio parecía una solución magnífica reveló pronto sus inconvenientes, si bien era cierto que la competencia y la rivalidad nacía entre los distintos grupos, dentro de cada grupo nacía una solidaridad que a la larga podría resultar peligrosa.

Fue entonces cuando Blanche amplió los derechos de los más trabajadores, no solo tendrían el día libre sino que además durante ese día podrían escoger una hembra con la que divertirse.

Esto modificó pronto el comportamiento de los negros ya que algunos elegían las hembras de los otros dejando nacer las rencillas y el odio entre ellos, imposibilitándoles para llegar a acuerdos que no fueran los impuestos por la fuerza del látigo.

Era cierto que esto redundaba en un menor rendimiento en el trabajo pero a Blanche no la importaba lo más mínimo que el ritmo fuera más lento. Tenía todo el tiempo del mundo para realizar sus deseos.

Blanche repartía su tiempo entre vigilar los trabajos, y colaborar con Derim, aprendiendo de ella infinidad de detalles que lentamente la permitirían ir tomando confianza en el manejo de hierbas e instrumentos que usaba la negra para obtener los perfumes.

Un día Blanche tomó la firme decisión de dedicar mucho más tiempo a aprender de la vieja negra la fabricación de venenos. Era una faceta que echaba en falta. En realidad había aprendido mucho de perfumes pero no de la otra vertiente de los conocimientos de Derim.

Había estado meditando en como hacerlo sin que la producción de perfumes se sintiera afectada por el tiempo que debería dedicar a la nueva actividad, sin encontrar una solución satisfactoria hasta que Barza, la hija de Derim, pidió un día hablar con su antigua ama.

La vida de Barza era solitaria, y casi no hablaba con nadie más que con su madre y con Trican, su macho. Parecía que todo su tiempo lo dedicaba al cuidado de su hija Root y, ayudaba poco a Derim en la fabricación de perfumes hasta el punto de que Blanche, a base de no verla, se había olvidado de ella.

Blanche sintió una gran alegría cuando se enteró de que Barza quería hablarla, sin duda la negra tenía algo que pedirla y, esa podía ser la ocasión para obtener de ella lo que Blanche necesitaba.

Pero no se apresuró a conceder la entrevista, quería que si la negra tenía algo que pedirla se sintiera ansiosa y dispuesta a dar algo a cambio. Dejó pasar los días y una semana después la hizo llamar cuando Barza menos lo esperaba.

Barza llegó rápidamente y se situó ante su antigua ama con la mirada baja y con gesto compungido.

- Te pasa algo Barza?. Preguntó en tono afable, como preocupada por la actitud de la negra.

- No señora, nada especial, tan sólo que mi hija Root está creciendo, ya no se conforma con la leche que yo le puedo dar, necesitaría comenzar a darla otra clase de comida.

- Claro, eso que dices es lo más lógico, pero no veo que puedo hacer yo en ello?. Dijo intuyendo perfectamente a donde quería ir la negra y, dándose cuenta que ésta al tratarla no la había dado el título de ama.

- Sería fácil para usted ordenar que nos dieran a mi y a mi hija comida en la casa, como a las demás negras que trabajan en ella.

- Claro que podría hacerlo pero esto implicaría que tendrías que trabajar en ella como cualquier otra negra, y permitir que yo, el amo, Lama o Drum te diéramos órdenes.

Por el gesto que hizo Barza comprendió que la idea no la satisfacía lo más mínimo. Si su madre había conseguido para ella y para su hija la libertad, no era para permitir que unos esclavos la dieran órdenes.

- Pero señorita, yo soy libre. Dijo Barza como única excusa.

- Yo también lo soy y he pasado buena parte de mi vida recibiendo órdenes de otras personas.

- Pero no de esclavos.

- En eso tienes razón. Quieres decir que estarías dispuesta a trabajar para mi si fuera yo quien te diera las órdenes?.

- Claro señorita.

- Pero no se me ocurre en que te puedo emplear?. Dijo tentando a Barza para saber en lo que ella había pensado.

- Lama sólo recibe órdenes de usted.

- Una especie de furor frío recorrió a Blanche. No pretendería aquella negra sustituir a Lama.

- Estoy contenta con Lama, sabe llevar muy bien la casa.

Barza guardó silencio y Blanche la estudió divertida durante unos minutos, nunca se hubiera imaginado que las pretensiones de aquella negra pudieran ser tan altas.

Déjame que lo piense. estoy segura de que podré encontrar una solución. Dijo Blanche dando por terminada la conversación.

Barza se retiró confusa, seguramente se preguntaría en aquellos momentos si habría hecho bien en acudir a su antigua ama.

Acto seguido Blanche se fue a ver a Derim. - Acabo de hablar con Barza y me ha dicho que desea sustituir a Lama.

Derim se volvió confusa hacia Blanche al oír sus palabras.

Guardó silencio unos momentos antes de decir.

- Discúlpela ama. Yo he parido a esa muchacha y debo reconocer que tiene ciertas habilidades, pero la inteligencia no es algo que la sobre.

- Sabías algo del asunto?.

- Sí, no exactamente eso, pero sabía que quería algo, me ha repetido muchas veces que quería hablar con usted. Yo he tratado de disuadirla pero al final ha sido inútil. Se cree que ella es capaz de hacer cualquier cosa que hagan los demás, eso es malo por que indica que no se conoce todavía.

- Pero ella tiene necesidades, y su hija también. contesto fingiendo ser sensible a esas necesidades.

- Pájaros en la cabeza, es lo que tiene, ama. Que yo sepa ningún negro dejó de tener necesidades nunca y la mayoría, a esas necesidades tuvieron que juntarle las dificultades de ser esclavos, casi todos sobrevivieron, y los que murieron es que fueron tan tontos como para no saber adaptarse. Ella tiene una hija, pero tiene una choza y que yo sepa nadie se hubiera metido con ella si se hubiera contentado con cultivar un trozo de tierra y criar unos animales. Pero no, ella quiere volar más alto y, no se da cuenta de que volando alto, es fácil estrellarse contra el suelo. Ella lo único que tiene que hacer es tener hijos, cuantos más mejor.

Continuará...

Datos del autor/a:

    Nombre: Adela.

    E-mail: aadelaa@yahoo.com

    Fuente: Historia originalmente publicada en la lista de correo "morbo".

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