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Las 4 rosas (15)

en Grandes Series

- Son muy fieros sus perros ?.

- Jack ya ha dicho, unos mas que otros pero dos serian capaces de parar al diablo.

Blanche esbozo una sonrisa. Ya veremos lo que dices cuando sepas que quiero enfrentar a tus perros con el diablo, penso divertida.

- Es mucho tiempo, mas del que puedo permitirme, pero quiza sea usted un hombre tan valiente como sus perros.

El hombre empezo a mirarla con recelo. Parecia mas astuto de lo la expresion de su rostro y su forma de hablar indicaba.

- Que quiere usted de Jack y de mis perros señorita ?.

- Quiero que durante varias noches los traiga aqui y que pase la noche dentro de la casa con sus perros.

- De que casa señorita?. Pregunto el hombre como no queriendo comprender que Blanche hablaba de Las Cuatro Rosas.

- De esa casa. Dijo señalandola.

El hombre parecio dudar mucho mas de lo que era prudente, estaba claro que sentia miedo.

- Los perros si, pero Jack no. Traere los perros por la noche y los recogere por la mañana.

- Cuanto pide usted por ese servicio ?.

- Cinco por noche y cinco por perro muerto o desaparecido.

- Me parece justo el trato siempre que cada noche suelte dentro de la casa una docena de perros.

- Jack pensaba solo en diez, Jack no tiene mas que esten hermanados.

- Que quiere decir eso ?.

- Perros que se conocen, saben hacer su trabajo juntos y que nunca se atacarian unos a otros.

- Si, yo tambien creo que seran suficientes. dijo Blanche comprendiendo que introducir perros extraños en la jauria lo unico que podia traer eran perjuicios y proporcionar pistas falsas.

En contra de lo presentido por Blanche el dia termino con la misma tranquilidad que el precedente.

Las negras fueron revendidas y los perros fueron introducidos en la casa antes de que Drum cerrara la puerta con doble llave.

Ya en el hotel Blanche pregunto a Drum si a lo largo del dia habia notado algo extraño o habia localizado por fin la escalera que descendia al piso bajo?

- Salvo lo de los cubos y las ratas no he notado nada extraño, en cuanto a la escalera sigo sin encontrarla.

- Donde estara esa maldita escalera? se dijo Blanche confiando plenamente en las palabras de Arthur Warner.

- Hay muchas ratas?.

- Cientos, ama, cientos de ratas de todos los tamaños, supongo que los perros mañana no tendran que comer en todo el dia. Contesto Drum con una amplia sonrisa.

Despidio a Drum he hizo que Tiara bajara a buscar a Morceb.

El negro subio tan rapidamente como pudo, seguramente pensaba que su ama le requeria para algo importante y agradable.

- Sigue sin aparecer la carreta?.

- Sigue sin aparecer ama.

- Estas seguro de que no te has movido ni dormido en todo el dia?.

- Seguro ama.

- Si por casualidad aparece la carreta en la ciudad sin que venga contigo te aseguro que te pelare el culo a palos.

- No ama, puede estar tranquila, la carreta de Derim no pasara sin que yo la vea. - Eso espero por tu bien.

- Has visto a Lamoro ?.

- Si ama, esta abajo.

- Bien puedes marcharte.

- Morceb la miro decepcionado y no se movio del sitio, parecia como si esperara que su ama se arrepintiera y le llamara a su lado para pasar la noche con el.

- A que esperas idiota ?.

- Nada ama, nada, ya me voy.

- Dile a Lamoro que suba. Ordeno antes de que Morceb cerrara la puerta tras de si.

Un seco, si ama, fue la confirmacion de el negro habia oido la orden de Blanche. Un, si ama, que en sus oidos sono ligeramente molesto.

No tenia intencion de hacer nada con Lamoro, ni con Lamoro ni con Tiara, se encontraba en el primer dia de la regla y su cuerpo no tenia ganas de juegos eroticos pero, la gustaba la idea de mortificar al arrogante Morceb, haciendole creer que habia jugado con otro negro.

Apenas habia salido Morceb cuando llamaron a la puerta.

- No es posible que sea Lamoro, se dijo Blanche.

Cuando Tiara abrio la puerta una joven negrita pregunto.

- Es esta la habitacion de la señorita Blanche?.

- Si, que quieres?. Pregunto Tiara en tono energico.

- Mi ama me envia para que la de un recado.

- Damelo a mi, yo se lo dire a ella.

Blanche se sentia divertida viendo como Tiara se daba importancia.

- Mi ama ruega a la señorita Blanche que suba a su habitacion para charlar un rato.

- Espera fuera, dijo Tiara cerrando la puerta.

Despues se dirigio a Blanche para repetir ufana las palabras de la negrita.

- Haber si aprendes a preguntar de parte de quien viene el recado.

Tiara hizo un gesto de enfado, pero no con su ama, sino con ella misma por su torpeza. Volvio a la puerta y pregunto a la muchacha.

- Quien es tu ama?.

- La señora Lewis.

Tiara volvio a cerrar la puerta, se encamino hacia Blanche y dijo.

- La señora Lewis dice ... , a continuacion repitio lo que ya habia dicho anteriormente.

Blanche no sentia muchas ganas de enfrentarse a la regañina de Jesica por haber comprado Las Cuatro Rosas pero no tenia forma de rechazar su invitacion.

- Cuando suba Lamoro le dices que se baje otra vez. A la negrita dila que espere.

- Dice la señorita Blanche que esperes. Dijo antes de volver a cerrar la puerta.

Blanche se sentia divertida con la actitud de importancia que estaba tomando Tiara.

Cuando suba Lamoro no se te ocurra dejarle entrar, lo que te he dicho se lo dices a traves de la puerta. Si me entero de que le has dejado entrar te azotare. Dijo Blanche pensando que en su ausencia aquellos dos negros pudieran dedicarse a hacer cochinadas.

- Descuide ama. Ese negro no pondra aqui sus pies nada mas que cuando usted lo ordene. Contesto Tiara convencida de lo que decia.

Momentos despues Blanche subia la escalera que conducia a la planta superior donde estaba la habitacion de Jesica.

La negrita se adelanto para llamar y abrir la puerta.

- Pasa Blanche, pasa. Dijo Jesica desde un comodo sillon en el que se encontraba repanchigada.

- Acomodate. dijo señalando un sillon gemelo que habia frente a ella.

Una vez mas Blanche hubo de tener cuidado al poner sus pies porque, como parecia ser costumbre en Jesica, tenia un negro entre los dos sillones sobre el que descansaban sus pies descalzos.

- Ponte comoda muchacha no estes con las piernas encogidas.

Blanche comprendio que Jesica la invitaba a poner tambien los pies sobre el cuerpo del esclavo e hizo lo que su amiga la sugeria.

- Estas cansada verdad?.

- Un poco?.

- Claro es natural, despues de todo el dia dentro del carruaje es logico que estes cansada.

- Como lo sabes?.

- No se habla mas que de ti en la ciudad, te estas convirtiendo en una especie de heroina. Incluso empiezan a cruzarse apuestas entre los que creen que no viviras en la casa mas de una semana y los que creen que no lo haras mas de un mes.

- Ese es el plazo maximo que me dan.

- Ese es plazo que te dan los mas optimistas.

- Y tu que piensas ?.

Jesica hizo una seña a la negrita y esta diligente se agacho y comenzo a descalzar a Blanche.

- Libera tus pies del encierro a que los tienes sometidos todo el dia. Dijo Jesica al ver que Blanche hacia un intento de rechazar la accion de la negrita.

- Yo no se que pensar. A veces pienso que estas loca, otras pienso que solo tu eres capaz de vencer lo que haya dentro de esa maldita casa.

- Yo tampoco se que pensar, Jesica, una veces creo que no tenia ninguna necesidad de hacer lo que he hecho y otras me pregunto que si no tenia esa necesidad por que lo he hecho ?.

- No te entiendo Blanche.

- Yo tampoco me entiendo Jesica. Tan solo se que he tenido que comprar esa casa y solo esa pero no se por que ?.

- Abandona la idea. Todavia estas viva por lo tanto a tiempo.

- No Jesica, no lo hare, vencere al mismisimo diablo si es que vive alli o me vencera el a mi pero no pienso renunciar.

- Tozuda. Dijo Jesica con un gesto de amargura. Lamentaria perder a una de las pocas personas a la que quiero y por la que siento un profundo respeto.

Mientras hablaban la negrita se dedicaba a dar un suave y reconfortante masaje en los pies de Blanche.

- Hablaste con Arthur Warner?.

- Si, lo hice, pero no me conto nada que tu no me hubieras dicho ya. Tan solo se limito a aconsejarme una y mil veces que no hiciera la compra.

Blanche omitio contar los sucesos acaecidos a Arthur Warner dentro de la casa, suponia que el sheriff no debia sentirse muy orgulloso de su actuacion y que preferiria que la historia siguiera en secreto.

- Crei que Arthur seria capaz de convencerte.

- Pues no lo fue.

- Ya lo he visto, ya.

- Como han ido las cosas Blanche ?.

- De momento muy bien, no ha habido ningun contratiempo.

Me han dicho que has metido perros dentro de la casa.

- Si, unos cuantos.

- Me parece una buena medida de seguridad. Ahora que todos saben que se puede entrar y salir vivo de Las Cuatro Rosas alguien puede tener la idea de entrar para robar.

- Me temo que en esa casa no debe haber mucho de valor. Todo o casi todo debe estar podrido. Esta misma tarde he tenido que quemar todas las ropas y colchones.

- Por que ?.

- Porque despues de setenta años las ropas se deshacian al tocarlas y los colchones no eran mas que un nido de bichos, chinches y ratas.

- Ratas! que asco!. Dijo Jesica haciendo un gesto de repugnancia.

Pero yo he oido que Las Cuatro Rosas era una casa prospera antes de que sucediera la desgracia y jamas he oido que la vajilla o la cuberteria fuera sacada por nadie.

Yo no he entrado todavia, ni lo hare hasta que la casa se haya adecentado un poco, pero me temo que el inventario sera corto una vez que pueda entrar y verlo.

Volviendo a los perros Blanche. Por que no buscas unos buenos perros en lugar de esa jauria de chuchos famelicos.

- El dueño me ha jurado y perjurado que son autenticas fieras acostumbrados a cazar negros escapados.

- Sabes como llaman a ese hombre ?.

- No.

- Jack el "Loco". Sus perros estan tan locos como el. Porque no hablas con el señor Carrot?, es el criador de perros mas importante de la ciudad. Se puede decir que el es tan bueno criando perros como yo criando negros.

Blanche hubo de reconocer que Jesica tenia buenos negros, y no solo de estampa, el masaje que la negrita la estaba dando en los pies se los estaba dejando como nuevos, incluso la parecio se aliviaba la tension que sentia en la tripa a medida que la muchacha insistia en ciertos puntos de las plantas de sus pies.

- Donde puedo localizarle?.

- Es facil, saliendo de la ciudad por el camino de Natchez, como a media hora de camino, encontraras una casa blanca, de dos pisos, rodeada de una enorme tapia del mismo color blanco, son los corrales. Tiene perros de todas la razas y tamaños. Dejate aconsejar y veras como no te arrepientes.

Todo aquel que quiere un perro sea para lo que sea acude a el y casi nunca sale defraudado.

- Mañana ire a verlo.

Mientras hablaban Blanche se habia fijado en que Jesica no tenia ningun reparo en mover sus pies sobre el cuerpo del negro con entera libertad. Tan pronto se los ponia sobre la boca, como sobre el vientre o sobre el sucinto taparrabos que cubria los atributos sexuales del negro.

Tampoco se esforzaba lo mas minimo en tomar una postura que impidiera al macho lanzar avidas miradas entre los muslos de su ama.

Estaba totalmente ajena a los sentimientos o pasiones que su actitud pudiera despertar en el negro, se sentia de lo mas libre para moverse a su antojo.

Blanche se preguntaba que podia encontrar el negro mirando entre los gordos muslos de Jesica, la verdad es que su amiga, a su edad, tenia poco de atrayente. Al igual que humanamente Jesica parecia ser un ser encantador, hacia mucho que su cuerpo habia dejado de ser apetecible.

Siguieron hablando durante un cierto tiempo. El tema era siempre el mismo. Las Cuatro Rosas y los misterios y peligros que en ella podia encontrar.

Finalmente Blanche rompio el circulo vicioso preguntando a su amiga.

- Por cierto, todavia no me has dicho el precio de Lamoro.

- No conozco a ningun Lamoro. Contesto Jesica con una sonrisa.

- El negro que me vendiste. Explico Blanche.

- Ah !, ese negro. No te preocupes, si todavia no se ha puesto en contacto contigo el señor Hall no tardara en hacerlo.

- Pero no puedes decirmelo tu misma?.

- No, ya ni me acuerdo como era. Te daria un precio a voleo, ademas no estoy muy al corriente de los asuntos financieros. No tengas prisa, yo le dire a Ted que se ponga en contacto contigo.

Estaba claro que Jesica mentia pero Blanche comprendio que no era por malicia. Su amiga se hubiera sentido aliviada si hubiera podido regalarla el negro.

Al despedirse Blanche pudo percibir en el rostro de Jesica un matiz de preocupacion por ella.

- Cuidate Blanche. Dijo en tono grave.

Ya en su habitacion lo primero que hizo fue mandar a buscar a Lamoro. No queria nada de el, tan solo mortificar el petulante orgullo de Morceb.

Cuando Tiara llego acompañada del macho, Blanche se hizo desnudar por ambos y tras meterse en el lecho les ordeno tumbarse uno a cada lado de la cama dejando sus comodas zapatillas sobre el desnudo pecho del macho.

Sintio placer al pensar que podia disponer de un negro tan imponente como aquel tan solo para dejar sobre el sus zapatillas durante la noche.

Cual no seria su sorpresa al despertar y encontrar que las zapatillas no estaban donde las habia dejado sino sobre el vientre de Tiara como solian estar siempre.

No dio importancia al hecho ya que estaba preocupada por como se desarrollarian los acontecimientos del nuevo dia.

Poco despues el carruaje de Blanche atravesaba el puente sobre el rio camino de la casa del señor Carrot, el criador de perros tal y como le habia prometido a Jesica.

Al pasar sobre el puente sus ojos descubrieron la figura de Morceb en la tediosa espera de la carreta en la que vendrian Derin y los demas.

Blanche comenzaba a preocuparse por la tardanza de la carreta con los negros que la habian seguido desde Viento del Norte.

Desde lejos identifico la casa del criador de perros. Los ladridos se oian desde varios cientos de metros.

Un negro vino corriendo al encuentro del carruaje tan pronto como advirtio que este se desviaba del camino hacia la casa. Tomo las riendas, puso los caballos al paso como medida de precaucion para evitar que los animales se espantaran por los ladridos.

A pesar de los finos ropajes, Blanche tuvo la sensacion de que el señor Carrot era un rudo y noble labriego distinguido por la fortuna.

- A quien tengo en honor de recibir en mi casa?. Dijo haciendo una profunda y aduladora reverencia.

- Soy la señora Benson.

- Encantado señora. En que puedo servirla ?.

- Quisiera comprarle algunos de sus perros.

- Casualmente tengo algunos que podian hacer un maravilloso adorno a su elegante figura. Señora.

Tiene usted idea de alguna raza determinada?.

- No señor Carrot, no entiendo nada en absoluto de perros pero si hace el favor de enseñarmelos le dire rapidamente lo que deseo.

- Con mucho gusto señora, si hace el favor de acompañarme. dijo el hombre encaminandose hacia los corrales.

Blanche comprendio que el hombre se habia confundido en cuanto a lo que suponia que podian ser sus deseos ya que, empezo enseñandole unos perrillos pequeños, que apenas si levantaban un palmo del suelo y que la miraban con sus ojos saltones ladrando continuamente.

- No, señor Carrot, lo que deseo es una docena de perros de los mas grandes, fuertes y fieros que tenga.

El hombre la miro de hito en hito, pero tras reflexionar un momento se encamino decidido hacia la parte opuesta del corral donde se guardaban los animales de mayor porte.

continuara.

Datos del autor/a:

    Nombre: Adela.

    E-mail: aadelaa@yahoo.com

    Fuente: Historia originalmente publicada en la lista de correo "morbo".

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