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Las 4 rosas (13)

en Grandes Series

Por que sentia entonces la necesidad de comprar aquella casa maldita hasta en los tugurios del puerto?. Por que deseaba dedicarse de nuevo a la profesion mas vieja del mundo?. Por que en aquella ciudad?. Por que?. Por que?. Por que?. Habia demasiados porques? en su vida, pero habia uno que los sobrepasaba a todos. Por que porque?

Por que no era capaz de vivir la vida sencillamente?, como aquellos seres que hacia un rato habia denostado por su falta de ideas, de imaginacion y de ambicion.

Blanche se dio cuenta que seguir por aquel camino podia llegar a ser peligroso, podia llegar hasta a volverse loca y acepto una vez mas lo que parecia ser el principio fundamental de la vida. Todo ser vivo se diferencia del inerte en que es capaz de explotar y transformar el medio en que vive.

A ella la tocaba transformar una parte del medio y a otros le les tocaba transformar otras.

Finalmente, ya de regreso al hotel se pregunto si el viejo Arthur Warner no habria tenido razon al decir que sus pasos estaban guiados por el demonio?.

No era creyente. No creia ni en Dios ni en el demonio pero su falta de fe no impedia que ambos pudieran existir y manejaran a los hombres a su capricho.

Tal y como habia supuesto, en el hotel tenia una nota de Maurice en el que la comunicaba que habia logrado ponerse en contacto con el señor Bernstein, el actual propietario de Las Cuatro Rosas y que en la mañana del dia siguiente pasaria a buscarla.

Cuando el recepcionista la entrego la nota la parecio que la miraba de una forma extraña. Sus ojos reflejaban una mezcla de resentimiento y sumision.

Aquella noche Blanche no tuvo ganas de compañia, se sentia alterada, impresionada, irritable, los sucesos del dia la habian impresionado mas de lo que queria reconocer pero en el momento de acostarse se dio cuenta que tambien podia influir en su estado de animo el hecho de que ya debian estar proximos los dias de la regla menstrual.

Hacia tiempo que se habia dado cuenta de que en los dias anteriores a ella se sentia incomoda e inquieta, sus ideas habitualmente claras, esos dias se enturbiaban, lo que en otros momentos no tenia mas importancia tomaba en aquellos dias proporciones enormes, se sentia continuamente de mal humor.

Recordaba perfectamente que la noche que llego a Viento del Norte estaba en el primer dia de la regla. Aquella noche mato a aquel negro de cuyo nombre ya habia olvidado, de un tiro.

Tambien estaba con la regla el dia que empujo al negrito al pozo despues de que este hubiera recuperado para ella el tesoro que habia escondido en sus aguas.

Igualmente ocurria aquel dia ya lejano en que se ensaño con Camana, la negra que compro antes de llegar a Viento del Norte, produciendola aquella fea cicatriz que la desfiguraria el rostro para el resto de su vida.

Ya casi entre sueños, Blanche esbozo una sonrisa mientras se preguntaba.

Sera posible que buena parte de las desgracias que ocurren en el mundo se deban solo al imperativo fisiologico de la menstruacion femenina?.

La idea no deja de tener gracia, se dijo mientras caia en un alterado sueño donde se mezclaban los monstruos con los paisajes radiantes. Las cavernas aterradoras, donde vivian formas desconocidas de vida que peleaban unas con otras disputandose el derecho de engullir a una preciosa jovencita que sin duda era ella.

Durmio mal y se desperto tarde, mucho mas tarde de lo que era habitual en ella. Consciente de que Maurice llegaria de un momento a otro se puso de mal humor, no la importaba hacerle esperar un poco, pero no tanto como el tiempo que tardaba en arreglarse habitualmente. ­Cuanto mas comodas y rapidas eran las ropas que siempre habia usado! en comparacion con estas tan elegantes. Se dijo mientras pugnaba por meterse entre las delicadas telas.

Por fortuna parecia que tambien Maurice se retrasaba y cuando llamaron a la puerta para comunicarla que el señor Rednes la esperaba estaba ya terminando de vestirse.

Aun asi los ultimos toques la llevaron un buen rato y Tiara hubo de pagar parte de su mal humor.

El hecho de que la negra cojeara visiblemente, por el abuso a que la habia sometido teniendola todo el dia anterior calzada con los zapatos, era un elemento mas de irritacion.

Cuando por fin salio de la habitacion lo hizo con el ruego mental de no encontrarse con Jesica. Estaba segura de que si se encontraba con ella no llegaria a comprar Las Cuatro Rosas.

En aquellos momentos en su interior se desarrollaba un gran combate, sabia que comprar aquella casa no la iba a traer mas que disgustos, si no otras cosas peores pero en su fuero interno se consideraba capaz de superarlo y queria demostrar al mundo que podia triunfar alli donde otros, que se suponian mas aguerridos, sabios e inteligentes habian fracasado.

- Buenos dias Blanche, dijo Maurice nada mas verla, estas radiante, Se nota que Nueva Orleans te sienta bien y que has descansado a mil maravillas.

- Gracias Maurice, contesto sonriendo indulgente ante la equivocacion cometida por su amigo en su afan de ser galante.

- Has desayunado ya ?.

- No, todavia no. Y tu ?.

- Yo tampoco, sali de casa muy temprano y ... Bueno en realidad es que preferia hacerlo contigo.

Esta galanteria si que gusto a Blanche.

Pasamos al comedor ?. pregunto Maurice.

- No, si no te importa preferiria algun otro sitio. contesto Blanche temiendo encontrarse con Jesica.

Maurice dudo un momento antes de decir.

- Conozco un restaurante muy cerca de aqui, No tiene el lujo ni la categoria del Excelsior pero podemos desayunar agusto.

- Vamos. Dijo Blanche encaminandose hacia el carruaje de Maurice que esperaba a la puerta del hotel.

- No, no es necesario que subas al carruaje, esta realmente cerca. A menos, claro esta, que no tengas ganas de pasear.

- Ha! no, me encanta pasear, crei que ibamos mas lejos.

Blanche encontro a Maurice contento y jovial. El habitualmente serio y comedido se mostraba de una alegria desbordante.

Blanche hubiera gozado de su alegre compañia sino hubiera sido por que se sentia indispuesta hacia el por la conversacion oida el dia anterior en el tugurio del puerto.

Algo debio notar el banquero porque a medio desayuno pregunto.

- Te pasa algo Blanche? te noto preocupada.

- No, es una simple indisposicion femenina.

- Vaya, lo lamento, prefieres que dejemos la entrevista con el señor Bernstein para otro momento?

- No, prefiero terminar con ese asunto cuanto antes.

- Yo que venia tan ilusionado porque tenia una buena noticia que darte.

Blanche le miro con ojos interrogativos antes de decir.

- Cuenta?

- El anciano señor Bernstein ha vuelto a bajar el precio, ahora ya no pide mas que cuarenta mil.

El gesto de alivio que hizo Blanche desconcerto a Maurice que pregunto inmediatamente.

- Te pasa algo ?.

- Si, que se me acaban de pasar todas las molestias que sentia.

- Maurice rio con ganas mientras pensaba que una sustancial rebaja en el precio de compra bien podia ser una excelente medicina. Estaba lejos de pensar que el alivio que Blanche sentia se debia a haber recuperado de nuevo la confianza en su amigo.

- Eso es lo que pide, pero cuanto crees que tu que se le debe dar?.

- No mucho mas alla de veinticinco mil.

- Le dare veinte mil, ni un dolar mas, si quiere que lo tome y si no que lo deje.

Maurice miro a Blanche desorientado, hasta ahora no la habia visto nunca con tanta energia y seguridad.

- He estado haciendo averiguaciones sobre esa casa. He conocido a Jesica y a Arthur Warner, ambos me han informado de cosas horribles y estoy empezando a pensar que por poco que pague por ella sera un dinero tirado.

- Eso ya te lo dije yo, contesto Maurice poniendose serio.

- Ellos me han informado con mucho mas detalle.

- En ese caso creo que lo mejor es que desistas de la compra o al menos que la aplaces hasta que tengas las ideas claras. No te preocupes, yo seguire buscando hasta encontrar algo que te guste plenamente.

- No, Maurice prefiero comprarla, es un autentico capricho y se que si no lo hago pasare toda mi vida lamentandolo. Prefiero mil veces lamentar lo hecho que lo no hecho.

Blanche vio como un destello de admiracion brillaba en los ojos de Maurice.

- Eres valiente Blanche, muy valiente. Dijo el banquero.

El carruaje de Maurice les habia seguido en su corto paseo y les esperaba a la puerta del restaurante.

Poco despues llegaban a la oficina de Maurice Rednes. Entraron por una puerta contigua al banco y desde alli pasaron directamente al despacho de Maurice.

Una vez se hubieron acomodado, Maurice agito una pequeña campanilla y un hombre joven hizo acto de presencia.

- Ha llegado ya el señor Bernstein ?.

- Si señor director, hace rato que espera.

- Hazle pasar.

- Momentos despues entraba un anciano arrugado, vestido con ropas rusticas, sus manos estaban encorvadas y encallecidas por el duro trabajo, su rostro, renegrido, reseco y surcado por mil arrugas indicaban que su trabajo se hacia a la intemperie.

- Tome asiento señor Bernstein. Esta señora es de quien le hable pero parece que no esta muy decidida, que ha cambiado de idea, al parecer ha recibido ciertas informaciones poco favorables.

Blanche vio que el anciano se ponia tenso antes de decir.

- No haga caso señorita, no son mas que habladurias de gentes malintencionadas.

- Algunas puede que si, pero otras son verdades sabidas por todo el mundo.

- Eso es cierto señorita, contesto el astuto viejo tratando de no entrar en polemica con Blanche, ignoraba lo que ella sabia y no queria darle nuevas armas para atacarle.

- Puedo hacerle una pregunta señor Bernstein ?.

- Usted dira señorita.

- Por que no vivio nunca en la casa ?.

- Eso no es cierto señorita, cuando era joven vivi varias veces en ella, luego, cuando fui envejeciendo comprendi que aquella casa era demasiado grande para un hombre solo y me traslade a otra mas pequeña.

Blanche comenzaba a sentirse tranquila. Habia llegado a pensar que al querer ofrecer al viejo Bernstein la mitad de lo que pedia estuviera abusando de un anciano atrapado en la miseria. Pero ya no pensaba lo mismo. El viejo mentia de una forma descarada sin importarle las consecuencia que para ella pudieran tener sus mentiras.

- No noto nada extraño en la casa durante el tiempo que vivio en ella ?. Señor Bernstein.

El viejo dudo unos instantes antes de contestar negativamente.

- Bien señor Bernstein cuanto pide usted por la casa ?.

- Ya se lo dije al señor director, cuarenta mil dolares.

- Pero las circunstancias han cambiado amigo mio intervino Maurice.

Digamos que esa casa tiene al parecer defectos ocultos que hacen aconsejable una sustancial rebaja en el precio.

- Se la puedo dejar en treinta y cinco mil. Dijo el anciano.

- Señor Bernstein, intervino Blanche. Le dio ahora mismo veinte mil dolares por la casa. Si esta de acuerdo firmemos los documentos, si no lo esta sera mejor que no sigamos hablando.

El rostro del anciano tomo una expresion desolada antes de contestar.

- Usted sabe que necesito el dinero y se aprovecha.

Por un instante los ojos de Blanche relampaguearon de furor pero contesto con la mayor calma que la fue posible.

- Señor Bernstein, si las circunstancias fueran al reves y usted supiera lo que yo se de esa casa, estoy segura que no me ofreceria ni la mitad de lo que le estoy ofreciendo. Usted sabe como yo que al comprarle la casa me estoy jugando la vida, y que aun que eso no suceda, lo mas probable es que tenga que hacer con ella lo que usted debio hacer hace muchos años, Prenderla fuego, y no dejar piedra sobre piedra, es posible que ni aun asi se termine con los misterios que esa casa encierra. No me diga que soy yo la que estoy abusando.

El viejo Bernstein bajo la cabeza anonadado, permanecio en silencio un tiempo que a Blanche se le antojo interminable y finalmente dijo.

- Donde hay que firmar?.

Minutos despues Blanche tenia en sus manos el titulo de propiedad de Las Cuatro Rosas sita en la Plaza del mercado de esclavos y el viejo Bernstein un pagare por valor de veinte mil dolares.

- Señor Bernstein puedo acercarme a su casa para que me entregue las llaves de Las Cuatro Rosas ?.

- Seria inutil señorita. Cuando sali la ultima vez de la casa arroje las llaves al rio para evitarme la tentacion de volver a entrar en ella. Sera mejor que llame a un cerrajero para que fuerce las cerraduras.

Blanche esbozo una sonrisa, por fin conseguia que el viejo dijera la verdad aunque fuera despues de efectuada la venta.

- No hara falta, dijo Blanche recordando la aventura de Arthur Warner. Si era cierta, y tenia todos los visos de que si lo era, las cerraduras de Las Cuatro Rosas hacia ya tiempo que debian estar saltadas.

Finalmente el señor Bernstein se despidio mostrando mas alegria de la que hubiera querido demostrar.

Solo al despedirse de Blanche se puso serio, muy serio, y dijo.

- Le deseo mucha suerte señorita.

- Que piensas hacer ahora Blanche. Pregunto Maurice cuando se quedaron solos.

- En primer lugar no precipitarme, he de tomar ciertas precauciones antes de entrar en esa casa.

Te importaria que tu coche me llevara hasta el hotel?.

- No, en absoluto. Usalo durante todo el dia si quieres, no lo necesito.

- Sin mas explicaciones Blanche se despidio de Maurice y una vez en el carruaje dio orden al cochero de que se dirigiera al puente del camino de Natchez. Queria comprobar in situ que Morceb cumplia sus ordenes.

Una suave brisa se habia ido levantando y alli, sobre el rio era francamente fria y molesta.

Fue facil localizarle sentado en el pretil del puente observando a todos los que entraban y salian de la ciudad por aquel camino. Satisfecha volvio al hotel, ordeno a Drum que preparara el carruaje y poco despues llegaba a la plaza del mercado.

Se aseguro que ningun ruido extraño procedia de la casa y que nadie en la plaza parecia alarmado por ningun fenomeno anormal.

Solo se oian los gritos de los subastadores y de los hombres pujando por los esclavos.

En poco mas de media hora habia comprado una docena de negras en un lote al precio de doscientos dolares por hembra.

Eran hembras de poco valor, delgaduchas y esmirriadas pero para lo que las queria Blanche eran mas que suficiente.

Lo unico que exigio fue que las hembras no fueran de Nueva Orleans y que nunca hubieran estado alli.

Ordeno a Drum acompañar a las negras a una tienda y proveer a cada una de una escoba un recogedor un cubo y tres bayetas de fregar.

El antiguo dueño de las negras picado en la curiosidad por el poco esfuerzo que le habia costado vender una docena de ellas permanecio merodeando por la plaza sin quitar el ojo de encima ni a Blanche ni a sus antiguas hembras.

Poco despues las negras atravesaban la plaza encaminandose al vehiculo de Blanche con la miseras sayas movidas por el aire.

Cuando las tuvo reunidas se dirigio a Drum.

- Quiero que las metas en esa casa. La primera cosa que deben hacer es abrir una por una todas las ventanas y despues barrer hasta que todo quede limpio y brillante.

Si a la noche estoy satisfecha de vuestro trabajo os dare a cada una dos dolares de plata, sino, mas de una recibira el latigo en las nalgas.

Desde el carruaje Blanche vio como Drum seguido de las negras atravesaban la puerta exterior de la finca que efectivamente tenia la cerradura saltada.

Era evidente que ni Drum, ni ninguna de las negras recelaba lo mas minimo de la casa.

Se formo un pequeño tumulto cuando el grupo llego a la puerta de la casa, habia algo que les impedia el paso.

Drum regreso y comunico a Blanche que la puerta estaba cerrada con alambres.

- Saltalos, ordeno secamente Blanche, ahora la casa es mia.

Momentos despues las hembras desaparecian en tropel en el interior de Las Cuatro Rosas.

Pronto el Carruaje de Blanche se fue rodeando de curiosos que permanecian expectantes como esperando una tragedia.

Mientras tanto Blanche pensaba que podian significar los alambres puestos en la puerta? Si Arthur Warner habia saltado las cerraduras quien se habia atrevido a poner aquellos alambres?.

Continuara.

Datos del autor/a:

    Nombre: Adela.

    E-mail: aadelaa@yahoo.com

    Fuente: Historia originalmente publicada en la lista de correo "morbo".

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