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Las 4 rosas (22)

en Grandes Series

Blanche se pregunto cual seria la mision del negrito junto a ella si el servicio estaba asegurado por las negras?

Pero no tardo en descubrir su utilidad. Cuando Hanna tomaba un bocado que no la apetecia especialmente o la costaba trabajo tragar, lo escupia al suelo de donde era recogido directamente por el negrito con la boca, sin tocarlo con las manos.

A Blanche la hizo gracia la idea y se mostro generosa con su machito. Escupio muchas veces tan solo por sentir el placer de ver a un negro comerse lo que ella escupia.

Finalizada la comida Hanna sugirio a Blanche que fueran a recorrer los calabozos de la casa. Habia algo que queria enseñarla.

Tras bajar una empinada escalera de caracol que las hundio en las entrañas de la tierra Hanna ordeno abrir una de las celdas. Era un habitaculo reducido excavado en la roca sin nada que permitiera ni la mas minima entrada de luz ni comunicacion con el exterior que no fuera a traves de la pesada y fuerte puerta.

Iluminadas solo por las antorchas de las negras que las acompañaban, Blanche pudo descubrir a una negra retenida a la roca por fuertes cadenas.

Colgaba de los brazos, pero hubiera podido apoyar ambos pies en el suelo sino hubiera sido porque un rudimentario pero eficaz mecanismo lo impedia.

Una corta cadena unia ambos pies a traves de una argolla dispuesta como a medio metro del suelo.

De esta manera la negra estaba obligada a estar apoyada sobre un solo pie. Cierto que podia cambiar de vez en cuando pero no podia apoyar los dos al mismo tiempo.

Cuando entraron, la joven negra tenia la cabeza caida sobre el pecho y no hizo ningun movimiento que indicara que se habia dado cuenta de la presencia de su ama.

Hanna debio sentirse molesta por la falta de cortesia de la negra y tomando una fusta, descargo sendos golpes en los indefensos pechos de la negra que chillo durante un rato como una endemoniada.

Hanna espero a que terminara de chillar antes de decir.

- Supongo que te encuentras muy sola?.

- Si ama. Contesto la negra todavia con el rostro deformado por el dolor.

No te preocupes, te he traido compañia.

Por unos instantes los ojos de la hembra brillaron al mirar hacia Blanche. Supuso que era la compañia de la que su ama hablaba pero esto no contribuyo en absoluto a calmar a la negra. Era evidente que desconfiaba de las intenciones con que su ama pudiera proporcionarla la compañia de una joven blanca.

- Ama, la juro que no volvera a ocurrir.

- Puedes estar segura de que no volvera a ocurrir.

El tono de las palabras de Hanna aclaro a Blanche que estaba decidida a acabar con la negra.

Te decia que te he traido compañia. No te gustaria saber a quien he traido para que te acompañe?.

La negra no contesto, perecia intuir en las palabras de su ama una nueva señal de peligro.

- Dame la jaula, ordeno a una de las negras que las acompañaban.

Blanche se habia preguntado varias veces que contendria aquel bulto que la negra habia tomado por orden de su ama, pero que mantenia continuamente separada como si repeliera el contacto.

A la luz de las antorchas la negra retiro el paño que lo cubria dejando al descubierto un monton de ratas.

- No ama, no. Imploro la negrita agitando las cadenas que la retenian.

- Si zorra, si. Grito a su vez Hanna. Son ratas, asquerosas y famelicas ratas que te comeran poco a poco tan pronto como las suelte.

Dos docenas de ratas que hace mucho que no han comido y que seguramente encontraran exquisitas tus deliciosas carnes.

Pensar que eras una de mis preferidas. Pero no, no tenias bastante con la comoda vida y el placer que tu ama te proporcionaba, tuviste que escoger ente yo y los machos y te inclinaste hacia ellos. Ahora tu y ellos vais a pagar vuestras culpas.

- No ama, fueron ellos, me violaron.

- Mientes zorra asquerosa. Grito Hanna volviendo a aporrear los pechos de la negra.

Sin mas, Hanna pidio a Blanche que saliera de la celda y ordeno a una de las negras que abriera la jaula de las ratas.

Esta, una vez cumplida la orden de su ama salio de la celda lo mas rapidamente que pudo y cerro tras si de un rapido portazo.

Tras la solida hoja de madera Blanche pudo oir los gritos de desesperacion y terror de la hembra sumida de nuevo en la oscuridad y posiblemente viendo el verdoso brillo de los ojos de las ratas dispuestas a atacarla.

Hanna no se dejo impresionar por los gritos y despues de escuchar un rato con una sonrisa maligna en el rostro dio por concluida la estancia en tan tetricos y desagradables lugares.

Blanche se pregunto si Morceb estaria encerrado tambien en alguno de los calabozos ante cuyas puertas pasaron en el camino de regreso a la escalera que habia de conducirlas de nuevo a las zonas nobles de la casa.

Se dio cuenta que deseaba la muerte de Morceb, la de Morceb o la de cualquier negro, sus deseos eran producidos en parte para demostrar a Hanna que era capaz de destruir a un negro, a un magnifico macho por un motivo nimio. Pero en realidad lo que deseaba era disfrutar con el placer de producir dolor. Era algo con lo que habia soñado muchas veces pero que jamas habia hecho. Siempre que habia matado a un negro lo habia hecho teniendo motivos suficientes para hacerlo, por disciplina, por venganza, por seguridad,incluso por dinero, pero nunca por capricho.

Ahora estaba en situacion de poder hacerlo y lo iba a hacer, sabia que tambien a Hanna la gustaria la idea, sabia que ella tambien disfrutaba torturando a los negros y no era cuestion de desperdiciar la ocasion.

- Que piensas hacer ahora ?. Pregunto Blanche.

- Pensaba en tomar un baño y despues que nos fueramos a la cama. Dijo Hanna volviendo a tomar la actitud conquistadora de un hombre.

- Me parece muy bien pero antes me gustaria empezar a ajustar las cuentas a Morceb.

- El negro ?. Pregunto Hanna sin identificar al macho por su nombre.

- Si, el negro.

- Tienes alguna idea de lo que le quieres hacer?.

- No, pero ya se me ocurrira algo, ademas cuento con tu inestimable ayuda.

Hanna sonrio durante unos instantes. Despues dijo. Puedes estar segura de que colaborare gustosa en lo que quieras pero antes dejame que durante unos minutos te deje sola, debo satisfacer algunas necesidades, despues de comer me siento muy pesada y debo aliviarme.

- Hace rato que siento la misma sensacion que tu, te iba a pedir que me indicaras donde podia aislarme un momento.

Blanche vio que Hanna dudaba unos instantes antes de preguntar.

- Te gustaria que lo hicieramos juntas ?.

Blanche no entendio lo que queria decir Hanna, suponia que a nadie le resulta agradable ser visto en tal situacion ni oler los "perfumes" de los demas, pero imagino que cuando Hanna lo sugeria debia ser por alguna razon especial. Era posible a su distinguida amiga la gustaran semejantes exquisiteces ?.

- Por mi no hay ningun inconveniente.

- Es que veras, supongo que me habras oido decirle a esa maldita negra que ella y los dos negros con que mantenia relaciones iban a pagar su falta ?.

- Si, lo he oido.

Ya has visto que ella sera comida lentamente por las ratas pero ellos moriran comiendo mierda. No comeran otra cosa hasta que mueran. Blanche rio ante la originalidad del castigo a que Hanna queria someter a los negros.

- Y como piensas obligarles a comerla?. Pregunto pensando que no era tarea facil hacer que los negros comieran los excrementos sin que lo vomitaran despues.

Ven, veras que facil.

Tardaron poco en recorrer un corto y amplio pasillo antes de entrar en un cuartito que habia sido habilitado como retrete.

Tumbado en el suelo boca arriba estaba un negro retenido por las cuerdas que partian de cuatro argollas empotradas en el suelo.

La cabeza del negro desaparecia en un estrecho y alto recipiente de madera cuyo fondo ocupaba.

Encima del recipiente habia lo que parecia un comodo asiento perforado por un amplio agujero.

Blanche comprendio rapidamente el sencillo mecanismo. Bastaba con sentarse en el asiento, dejar que las materias de deshecho salieran del cuerpo para que fueran a caer directamente sobre el rostro del negro obstruyendole la boca y la nariz. El macho debia optar entre asfixiarse, o comer lo que se le hubiera arrojado encima.

Ademas debia tener buen cuidado para no devolver porque en tal caso debia volver a reingerir todo.

- Tu primero Blanche. sugirio Hanna, yo puedo esperar.

Blanche no se hizo rogar. Con cierto morbo imagino lo que deberia sentir el negro al oir la conversacion, al notar los preparativos. Sintio un cierto placer sabiendo que en unos instantes pondria sus zonas mas intimas descaradamente al alcance de su vista. Que sentiria el negro cuando le cayeran en el rostro semejantes inmundicias?

Momentos antes de sentarse miro al fondo del recipiente. Era evidente que ya habia sido usado pero no debia llevar alli mas que un dia o dos.

Mientras se retiraba la braga hizo una rapida inspeccion ocular sin que se la escapara la avidez con que Hanna seguia sus movimientos y buscaba recrear su vista en las zonas intimas que Blanche descubria para realizar la operacion.

Se sentia satisfecha de ver la excitacion que sus actos producian en su amiga. La gustaba sentir que era capaz de provocar en una mujer los mismos deseos que en un hombre.

Una vez sentada dejo que su vejiga se vaciara en un ininterrumpido y fuerte chorro que caia sobre el rostro del esclavo. Despues comenzo a defecar. Fue un proceso lento y placentero, no tenia ninguna prisa en acabar las reservas que contenia su intestino. Hanna se acerco decidida y con suma delicadeza introdujo las manos bajo las ropas de Blanche comenzando a juguetear con sus pechos.

La sensacion era tan agradable y excitante como lo hubiera podido ser con un hombre y lo fue mucho mas cuando Hanna comenzo a besarla apasionadamente en los labios.

La atencion de Blanche se dispersaba entre las deliciosas caricias que Hanna la proporcionaba y el saber que bajo ella alguien debia esforzarse en comer sus excrementos para no morir de asfixia.

Era evidente que su amiga no se sentia molesta por el fuerte olor que emanaba de la materia que lentamente abandonaba su intestino.

Los minutos pasaron lentos y deliciosos antes de que Hanna viniera a ocupar su puesto y liberara su intestino de los abundantes excrementos que retenia.

La operacion fue salpicada por retumbantes sonidos que tenian origen en las olorosas masas de gases que abandonaban el intestino de su amiga mezcladas con las materias fecales. Hanna aprovecha cada nuevo ruido para pisotear al macho hasta que los ruidos desaparecian acallados por sus gritos de dolor.

No fue necesario que Blanche volviera a mirar en el apestoso recipiente, sabia que el rostro del negro habia quedado cubierto por los excrementos salvo en la zona de la boca por la que habia tragado cuanto habia caido a su alcance.

- No te quejaras negro. Dijo Hanna mientras se ponia en pie. Hoy la comida tiene doble alimento y ademas ha sido mas variada.

Blanche estallo en carcajadas por la ocurrencia de su amiga antes de decir.

- Debe ser espantoso morir comiendo mierda.

- Si, afirmo Hanna, debe ser espantoso, pero antes de que muera sus ojos se pudriran, la mierda criara gusanos, y los gusanos se los comeran.

Blanche descubrio entonces que el esclavo no moriria solo de repugnancia, el tormento a que Hanna lo sometia era mucho mas refinado, seguramente tambien los gusanos se formarian en el interior del cuerpo del negro y lo irian devorando poco a poco antes de que muriera.

Las dos jovenes abandonaron el escusado riendo mientras Hanna encaminaba sus pasos de nuevo hacia la escalera que conducia a los sotanos y calabozos de la casa. Blanche no pregunto. Sabia que su amiga la llevaba al lugar donde debia encontrarse encerrado Morceb.

Pasaron por delante de la puerta donde estaba encerrada la hembra con las ratas. Desgarradores gritos de terror y posiblemente tambien de dolor atravesaban la dura y fuerte puerta ante la que Hanna se detuvo en momento a escuchar.

Despues reanudo su flexible caminar con una sonrisa cruel en los labios.

Las negras que las acompañaban se encargaban de iluminar el tortuoso subterraneo con antorchas y lamparas.

No tardaron mucho en penetrar en una amplia estancia en la que Blanche pudo descubrir a Morceb acuclillado en una angosta y baja jaula de gruesos barrotes de hierro.

- Perdon ama, perdon, imploro el negro nada mas verla. Sin duda estaba impresionado y asustado al ver los distintos instrumentos de tortura que ocupaban la estancia y los que estaban alineados en varias hileras en las paredes.

- No habra perdon para ti a no ser que me obedezcas sin dudar en todo cuanto queramos mandarte.

- Si ama, hare todo lo me ordene. Gimoteo el negro asustado como un animalito.

- En primer lugar vas a salir de la jaula y tumbado boca arriba me vas a limpiar el culo con la lengua. Acabo de cagar y lo tengo sucio.

- Si ama, hare lo que mande.

Tan pronto como una negra abrio los candados de la jaula Morceb salio de ella tumbandose como su ama le habia ordenado.

- Tu primero. Sugirio Blanche a Hanna pensando que no habia lugar a tener escrupulos de una joven que la habia cedido el turno en su propio escusado.

Hanna no se hizo rogar y acuclillandose sobre el rostro de Morceb dejo que este cumpliera prolongadamente con su labor higienica. Despues Blanche ocupo el puesto de su amiga gozando de las delicadas y suculentas caricias del negro que retiraba a lametazos los restos de excrementos que habian quedado adheridos en los escasos cabellos que rodeaban el ano.

Continuara...

Datos del autor/a:

    Nombre: Adela.

    E-mail: aadelaa@yahoo.com

    Fuente: Historia originalmente publicada en la lista de correo "morbo".

    Relato protegido e inscrito en el registro de propiedad intelectual.