Estaba como de costumbre, sumida en la oscuridad de la taberna tratando a base de resoplidos de hacer más soportable el intenso calor cuando un viejo, no tanto como el señor Benson, bajó a trompicones por la empinada escalera de acceso a la calle.
El viejo, borracho como una cuba, hubo de hacer grandes esfuerzos para no caer y así hubiera sido si uno de los parroquianos no hubiera corrido a sujetarle por el brazo.
- Muchas gracias caballero. Dijo el viejo tratando de mantenerse derecho al tiempo que hacía ademán de llevarse la mano al sombrero en señal de saludo.
- Amigo, ha bebido mucho para su edad.
El viejo se sintió molesto por el comentario y dijo.
- Mi edad, mi edad, sepa que yo todavía no soy viejo, Todos parecen querer convencerme de que lo soy, pero yo no soy viejo todavía.
- No se moleste, yo sólo pretendía ayudarle.
- Eso, eso, ayudarme, todos se empeñan en ayudarme pero yo no necesito ayuda, yo lo que necesito es una botella y una mujer, tengo dinero, sabe. Dijo enseñando un puñado de dólares. Rápidamente el tabernero se acercó con una botella y un vaso que dejó en la barra para que el viejo se sirviera.
En otras circunstancias Blanche se hubiera acercado al viejo tratando de llevárselo a la habitación, un viejo borracho podía ser un estupendo cliente, seguramente se quedaría dormido tan pronto como se sentara en el jergón lo que la daba a ella la oportunidad de sacarle unos cuantos dólares extras sin tener que someterse a sus caprichos, pero se sentía demasiado excitada pensando en como hacerse con el dinero del señor Benson que el poder conseguir unos pocos dólares la comenzaba a parecer despreciable.
- Todos dicen que me ayudan pero soy yo quien les ayudo a ellos. Dijo el viejo tras unos momentos de silencio.
- A quién?. Preguntó otro hombre acercándose al viejo con intención de darle charla a fin de conseguir que le invitara a una copa.
- Yo ayudo a todos, a todos.
- Se refiere a todo el mundo?.
- Eso es caballero, a todo el mundo. Repito el viejo tercamente.
- Eso no puede ser.
- Cómo que no?.
- No puede usted ayudar a quien no conoce.
Por unos instantes el viejo pareció un niño al que se le ha pillado en falta, luego puso cara triste, y cuando había pasado una eternidad dijo con su voz cascada y estropajosa.
- A quien no conozco no, pero si ayudo a Benson, a su hijo y a todos los vecinos.
El corazón de Blanche dio un salto. Aquel viejo conocía a su futura víctima, ella haría lo necesario para engatusarlo.
- Quien es Benson?.
- Benson es mi amigo y su hijo es un tullido que no hace otra cosa más que estar sentado.
- No estará muerto?.
- Benson?. preguntó el viejo abriendo los ojos como platos.
- No, su hijo. Una vez me contaron de un hombre que se quedó sentado durante dos días, cuando fueron a despertarle estaba muerto y tuvieron de serrarle para poder meterlo en la caja.
El viejo volvió a entornar los ojos como si se hubiera liberado de una preocupación.
Continuara...
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Nombre: Adela.
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Fuente: Historia originalmente publicada en la lista de correo "morbo".
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