miprimita.com

Las 4 rosas (20)

en Grandes Series

Bien Derim, dile al de la carreta que nos siga. Blanche se dio cuenta en esos precisos momentos no tenia ni la mas minima idea de donde alojar a los recien llegados.

Derim se alejo de nuevo camino de la carreta y Blanche dijo a Hanna.

- Espero que no te molesten, no se donde enviarlos.

Tranquila Blanche, yo les proporcionare un sitio donde alojarse mientras sea preciso.

- No, solo hasta la noche, cuando regrese a la ciudad les buscare algo.

- Parece muy vieja esa negra?. Dijo Hanna con intencion de mortificarla

- Es muy vieja, una de las mas viejas que he conocido.

- Yo no tengo negras tan viejas, a esa edad no son mas que un estorbo, las vendo o las enveneno antes.

- Esa negra, ademas de ser la mas vieja, es tambien la mas lista y valiente que jamas he conocido.

- No lo parece.

- Pues te aseguro que esa vieja, ahi donde la ves, ademas de los muchos conocimientos que posee, seria capaz de deshacerse de cualquiera de nosotras antes de que tuvieramos tiempo de darnos cuenta.

- Me intrigas Blanche.

- Es la realidad, a esa negra es mucho mejor tenerla como amiga que como enemiga, te lo aseguro.

- Sientes respeto por ella?.

- Respeto y admiracion. Sabe estar en su sitio, nunca olvida que fue una esclava, pero como se sienta en peligro no dudes que es capaz de defenderse.

- No entiendo que se pueda sentir respeto por un negro, y mucho menos admiracion cuando sabes que es capaz de revelarse.

- Pues yo lo siento por ella.

- Ese sentimiento es peligroso.

- Puede que lo sea, pero por lo que ya sabes de mi, supongo que te has dado cuenta que soy poco juiciosa.

- Eres una persona rara, no se como catalogarte.

- Mejor sera que no me catalogues, podria defraudarte.

- Si yo sospechara que un negro mio es capaz de revelarse no le daria tiempo a nada. Antes de que pudiera darse cuenta lo tendria asandose sobre una parrilla.

- Te creo muy capaz.

- Es una cuestion de supervivencia.

- Ya, ya lo se.

- Has matado alguna vez a un negro ?.

- Si, a varios.

- No te creo.

- Te puedo asegurar que si, quiza no tardando mucho tengas ocasion de comprobarlo.

Mientras hablaban se habian acercado al puente donde Morceb debia haberse encontrado con la carreta. Blanche le descubrio de pie montando su interminable guardia.

- Morceb, llamo Blanche.

El negro corrio hacia el carruaje y dijo.

- Si ama.

- La carreta ha llegado y tu no la has visto.

- No puede ser ama, yo ..., Morceb dejo de hablar, se dio cuenta que estaba llamando mentirosa a su ama.

- Si puede ser negro imbecil, la carreta viene detras de nosotras, sube a ella, ya te ajustare las cuentas.

Morceb se encamino hacia la carreta temeroso y avergonzado pero cuando estaba a punto de subir oyo la voz de Blanche que decia.

- Vuelve aqui, sera mejor que subas al pescante de esta.

Morceb obedecio sumisamente.

No quiero que hable con ellos, aclaro Blanche a Hanna que la miraba con expresion expectante. Te gustaria torturar hoy a un negro?.

- Me encantaria. Contesto Hanna acurrucandose junto a Blanche con expresion felina. Como un gatito mimoso que hace creer que esta necesitado de proteccion.

Blanche se dio cuenta que Hanna deseaba conquistarla, en su mirada se reflejaba el brillo y la expresion que la habia descubierto la noche anterior.

Es tiempo de que empiece a actuar como puta, se dijo Blanche para sus adentros, aquella mujer la deseaba y ella habia descubierto que acostarse con una hembra no era ni tan malo ni tan desagradable como la habian hecho creer.

Seguramente seria mucho mejor con una mujer.

Dejo que Hanna se acurrucara y se frotara contra ella, sintiendo que entraba en una nueva etapa de su vida.

Cuanta razon habia tenido Jesica al decir que sospechaba que buena parte de sus clientes serian mujeres. Su hija iba a ser la primera.

No hablaron mas hasta llegar a casa de Hanna. Las dos mujeres parecian embebidas en sus propios pensamientos.

Blanche quedo impresionada por lo cuidados que estaban los jardines que rodeaban la casa.

El carruaje se detuvo ante una gran escalinata de marmol que conducia a la entrada principal.

Apenas el carruaje se hubo detenido un negro vino a tumbarse boca abajo entre las ruedas, bajo la portezuela. Hanna bajo pisando sin ninguna consideracion el cuerpo del negro y monto sobre la espalda de otro que una negra sujetaba por una especie de riendas.

- Trae otra montura para mi amiga. Ordeno a la negra.

Siguiendo el ejemplo de Hanna, Blanche bajo del carruaje quedandose de pie sobre el negro.

- Espera un momento, enseguida te traen la montura, seria una pena que tu calzado se manchara de barro.

Efectivamente, debido a la tormenta el suelo aparecia encharcado y embarrado.

No hubo de esperar mucho, lo suficiente como para ser consciente de que su peso debia ser realmente molesto para el esclavo.

Poco despues la joven hembra traia tras de si, tirando por las riendas, a un fornido negro que la seguia al paso que ella marcaba.

Tirando de las riendas la negra obligo al macho a agacharse dando la espalda a Blanche.

Estaba claro lo que se esperaba de ella y lo hizo. Casi sin el menor esfuerzo quedo sentada sobre la espalda del macho.

Hanna dio ordenes para que los esclavos de Blanche fueran alojados en un cobertizo que se distinguia en la lejania y se les proveyera de leña suficiente para que pudieran hacer fuego y secarse, estaban empapados por el fuerte aguacero.

Cuando Morceb iba a unirse al grupo Blanche le llamo a su lado y pregunto a su amiga.

- No tienes por ahi un calabozo donde encerrar a este inutil hasta que llegue el momento de ajustarle las cuentas ?.

- Claro que si, aqui si hay algo que no falta son los calabozos, y siempre estan dispuestos para recibir a un huesped. Dijo riendo mientras hacia una seña y dos negras se hacian cargo de Morceb sujetandole por los brazos.

- Ama, llovia mucho y me refugie bajo el puente. Dijo Morceb arrodillandose para dar mas enfasis a su palabras.

- Calla, repugnante bicho. Le grito Hanna. Si tu ama quisiera que hablaras, ya te hubria preguntado.

Blanche se sintio molesta de que no hubiera sido ella quien pronunciara semejantes palabras pero, reaccionando se acerco al negro y le propino una patada en la boca para enseñarle a mantenerla cerrada.

Un hilillo de sangre mano de los labios de Morceb mientras las dos mujeres se alejaban hacia la casa.

- Sigues con la costumbre de usar a los negros como caballitos?. pregunto Blanche recordando la historia contada por Hanna la noche anterior.

- Si, solo que estos ya han dejado de ser caballitos, no crees?.

Blanche rio la gracia de su amiga. Era evidente que los negros habian alcanzado ya la edad del pleno desarrollo y no se les podia denominar caballitos.

- Espero que ya no sigas pensando en convertirlos en cenizas?. Pregunto en el mismo tono jocoso.

- Eso depende de como se porten, muchos han acabado por convertirse realmente en cenizas, lo que no consegui cuando era niña lo he conseguido despues varias veces.

Habian llegado a la casa y Blanche se sintio sorprendida por el lujo y la calidad de los muebles, cortinajes y cuadros que la adornaban. Las negras, todas jovenes, todas bonitas parecian estar presentes en todas las habitaciones. Los machos eran muy escasos y parecia que su ama los destinaba a funciones secundarias y a las mas degradantes.

Una vez dentro de la casa desmontaron de los esclavos que inmediatamente se pusieron a cuatro patas para permitir a las jovenes que se sentaran sobre sus espaldas mientras otro negro venia a descalzarlas trayendo consigo comodas y calidas zapatillas.

No fue necesario que Hanna dijera nada, el negro se fue a un rincon con el calzado de sus dueñas y comenzo a limpiarlo a lengetazos.

Blanche comprobo que cada persona tenia sus propias costumbres de los servicios que debia exigir a sus negros.

Jesica exigia tener uno a sus pies constantemente, su hija se hacia limpiar el calzado a lengetazos.

- Desea alguna cosa ama ?. pregunto una de las negras.

- Si, traenos pastas y refrescos.

- Enseguida ama.

Pasados unos momentos Hanna pregunto.

- Quieres que te siga contando la historia que inicie ayer?.

- Me encantaria.

- Me parece recordar que lo habiamos dejado en que mi madre me habia regalado una hembra en sustitucion del macho que murio en el pozo.

- Si, creo que si.

Bueno pues te dire que yo hasta entonces no habia prestado mucha atencion a los sexos, por supuesto que sabia que los machos y las hembras eran distintos pero mis averiguaciones no habia pasado de ahi, entendia que las hembras no eran mas que machos castrados como los dos que yo habia tenido.

Incluso pensaba que yo tambien habia sido castrada por no sabia muy bien por que causa.

Lo cierto es que yo usaba mi nuevo caballito de la misma manera que lo habia hecho con los otros.

Para mi no habia ninguna diferencia entre un macho y una hembra hasta que un dia al regresar de mis correrias, un dia que habia sido especialmente intenso para mi caballito descubri que la sangre corria por sus piernas. Debo decir que en principio me asuste. Temi que me hubiera pasado en el trato que la habia dado. Eso unido a los acontecimientos aun recientes me hacian temer que me quedaria sin montura para una larga temporada.

Para aumentar mi preocupacion resulto que mi madre me estaba esperando a la puerta de la casa en el momento de mi llegada.

Llegue hasta ella tratando de disimular el temor que sentia por lo que pudiera pasar cuando descubriera que la negra sangraba.

Me baje de la negra antes de lo que era habitual y corri hacia mi madre arrojandome a su cuello en un intento de distraer su atencion pero fue inutil.

Mi madre me acogio tan cariñosamente como siempre pero sus ojos habian descubierto ya la sangre chorreando por las piernas de la negra.

Me aparto sin brusquedades pero con firmeza y se encamino hacia la esclava.

Sin mediar palabra la propino dos tremendos bofetones que hicieron a la negra caer al suelo y despues la emprendio a patadas con ella mientras gritaba llamandola cerda, guarra, y otras lindezas por el estilo.

Yo no podia comprender la reaccion de mi madre. Esperaba cualquier cosa menos aquello. No solo no me regañaba a mi sino que echaba a la negra todas las culpas de lo que ocurria. Ella, que solo muy de tarde en tarde castigaba a un negro la habia mamprendido a golpes con mi montura, ademas de cubrirla de insultos.

Te juro que para mi aquello resultaba incomprensible.

Por supuesto que nadie me dio una explicacion de lo que pasaba pero al dia siguiente la negra estaba otra vez a mi disposicion como si nada hubiera pasado. Solo se quejaba de vez en cuando. Supuse que alguno de los golpes de mi madre la habia resultado particularmente doloroso.

Pasaron unos meses antes de que descubriera la verdadera causa de lo sucedido aquel dia.

Coincidio con la llegada de mi prima a casa para pasar una larga temporada. Ella era dos años mayor y por supuesto sabia mucho mas cosas de la vida.

Mi madre la proveyo de la correspondiente esclava para que pudieramos pasear y jugar juntas.

Cecilia era una joven alegre, y divertida, sus conocimientos de la vida eran para mi una fuente inagotable de sabiduria por lo que me enamore locamente de ella. Era un amor infantil sin mas trascendencia que la admiracion que sentia hacia ella y descubrirme a mi misma embelesada oyendo sus sabias y divertidas palabras.

Pero un dia Cecilia se mostraba mas taciturna y callada que de costumbre, incluso de vez en cuando parecia reprimir un gesto de dolor.

Preocupada no tarde en preguntarle que la pasaba.

- Me duele la tripa, me contesto.

- Algo que has comido que te ha sentado mal, dije en mi ingenuidad infantil, y sugeri a continuacion. Volvamos a casa, mama te preparara una tisana y te encontraras mejor.

- No Hanna, es que estoy con la regla, me dijo.

Yo no tenia todavia ni la mas remota idea de lo que aquella palabra queria decir y pregunte ingenua.

- Que es eso Cecilia ?.

Mi prima me miro unos instantes como desconcertada, parecia como si no pudiera imaginar que nadie en el mundo no supiera lo que significaba aquella palabra.

Continuara.

Datos del autor/a:

    Nombre: Adela.

    E-mail: aadelaa@yahoo.com

    Fuente: Historia originalmente publicada en la lista de correo "morbo".

    Relato protegido e inscrito en el registro de propiedad intelectual.