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Blanche (11)

en Grandes Series

- Es ésta tu ama?. Preguntó Bare.

Por unos instantes Camana miró hacia Blanche y después dijo sí con la cabeza al tiempo que se llevaba las manos a la garganta.

- Como habéis llegado hasta aquí?.

Camana se volvió a llevar las manos a la garganta y moviendo los dedos de la mano indicó que lo habían hecho andando.

Blanche tuvo que contenerse para no reír, Camana había decidido que no hablando tenía menos peligro de facilitar alguna información que luego su ama pudiera considerar contraproducente.

- A dónde íbais?.

La respuesta fue un encogimiento de hombros.

No parece que nos vayas a decir mucho. No puedes hablar?.

- No, indicó moviendo la cabeza de un lado a otro.

- Está bien, te traeré ropa seca y te podrás cambiar.

Camana señaló hacia Blanche indicando que también ella estaba mojada.

- Que se espere, bastante tenemos que obedecer cuando están despiertos, que se fastidien al menos cuando están dormidos.

En aquellos momentos Blanche empezó a sentir odio hacia aquella negra que la trataba con tanto desprecio pero fingió no oírla.

Deseaba enterarse de más cosas antes de fingir que recuperaba el sentido.

- Llévatela Bare, yo cuidaré a la señorita mientras la das la ropa seca. Sugirió Janoe.

- Loca debía estar yo para dejarte a solas con una blanca sin sentido.

Por un momento Blanche estuvo tentada de poner fin a aquella comedia, de buena gana castigaría a aquella insolente como se merecía pero tuvo que recordar que no era suya ni tan siquiera estaba en su casa.

- ¯amos Janoe trae ropas secas para la muchacha y para ella, antes de que se nos pongan enfermas, y tengan que quedarse guardando cama.

El negro salió de la estancia al tiempo que fuera los truenos, los relámpagos y el aguacero parecían incrementar su fuerza.

- Es buena tu ama?.

- Por unos instantes Camana pareció dudar, finalmente asintió enérgicamente con la cabeza.

- Todo lo buena que puede ser una blanca con una negra, verdad?.

- Si. Señaló Camana.

- En ese caso la cambiaremos de ropas y la prepararemos algo para tomar tan pronto como Janoe haya vuelto.

El aludido tardó muy poco en volver trayendo una saya para Camana y un vestido que sin ser una gran cosa era mucho mejor que la ropa que habitualmente llevaba Blanche.

- Anda vete a la cocina y ve preparando un ponche para cada una, dijo Bare a Janoe esperando a que éste saliera antes de decir a Camana.

- Quítate esa ropa y ponte ésto, estás empapada.

Al obedecer Camana dejó al descubierto las heridas y los golpes que Blanche le había propinado en los tan solo los tres días en que la pertenecía.

- La muy zorra !.

Camana se dio la vuelta precipitadamente pensando que aquellas palabras iban dirigidas a ella pero Blanche desde el suelo sabía que aquella maldita negra había lanzado la expresión al ver las marcas en el cuerpo de su negra pero mirando hacia ella.

- Te ha hecho ésto ella?. preguntó acercándose a Camana y señalando hacia Blanche.

- No, negó Camana con la cabeza.

- Estás segura de que no ha sido ella?.

- No, repitió.

- Quien ha sido?.

- Agitando las manos Camana dio a entender que había sido su dueño anterior.

- Cuánto hace que eres de ella?.

- Con los dedos marcó la cifra cinco.

- Años?.

- No.

- Días?.

- Si. - Blanche se preguntó por que Camana la defendía ante los demás negros y llegó a la conclusión de que sospechaba que su desmayo era fingido. ¡Bien por Camana!, parecía realmente inteligente. Sabía que decir que su ama era mala con ella podía costarla muy caro, y se abstenía de ello.

- Estas marcas son recientes.

- No.

- Camana dio a entender que aun siendo recientes eran anteriores a que Blanche la comprara.

La mirada de Bare expresó duda pero se abstuvo de hacer más comentarios.

Cuando Camana se hubo vestido entre las dos fueron retirando las ropas empapadas de Blanche sustituyéndolas por las secas.

La joven se dejó hacer sin ofrecer la menor resistencia que pudiera delatar su estado de consciencia.

- Parece un saco de huesos. Comentó Bare molestando de nuevo a Blanche.

No tardó en regresar Janoe con dos ponches, tendió uno a Camana y agachándose tomó a Blanche por la cabeza acercándole el recipiente a los labios.

Apenas habían penetrado en su boca unas gotas cuando Blanche comprendió que ese era el momento oportuno para hacer como que volvía en sí y con suaves quejidos y movimientos comunicó a los negros que había regresado del mundo de la oscuridad.

- Ya se repone, oyó decir a Janoe.

- Aparta tus manos de ella negro, sólo Dios sabe lo que una señorita pueda pensar si se despierta y se da cuenta que la ésta tocando un negro. Dijo Bare.

Notó como Janoe siguiendo el consejo de la negra depositaba su cabeza en el suelo siendo sustituido a continuación por la propia Bare.

Momentos después Blanche abría los ojos y preguntaba.

- Dónde estoy?.

- En la casa del señor Benson, se apresuró a contestar Janoe.

Blanche hizo como que no había oído y preguntó de nuevo.

- Qué a pasado?.

- No sé señorita, usted llamó a la puerta al poco de estallar la tormenta y cuando la abrí se desmayó. Volvió a contestar el negro.

- Mi negra?. Dónde está mi negra.

- No se preocupe por ella señorita, su negra está aquí y está bien.

Poco después Blanche hizo intención de ponerse en pie pero fingió no poderlo hacer.

Entre Bare y Camana la alzaron del suelo sentándola en una silla.

Blanche pasó unos minutos en silencio pero ya con los ojos abiertos pudo comprobar que el interior de la casa mostraba un aspecto descuidado y revuelto que contrastaba con la riqueza de los muebles y el buen gusto de los adornos.

Era evidente que la casa había conocido tiempos mejores antes de pasar a un estado de semiabandono.

- Dónde está el amo?. Preguntó de pronto.

Vio a Janoe dudar un instante antes de que su mano iniciara el movimiento para indicar hacia arriba, hacia el piso alto de la casa pero su movimiento fue cortado en seco por la intervención de Bare.

- El amo salió hace casi dos meses a vender algunos negros, pero no regresó nunca.

- Que le pasó?.

- Mu... Fue a decir Janoe pero una rápida e intensa mirada de Bare le obligó a guardar silencio.

- No lo sabemos, sólo sabemos que no ha vuelto. Llevamos ya mucho tiempo esperándole.

- Quien vive ahora en la casa?.

- Por unos instantes incluso Bare pareció dudar, pero finalmente contestó con firmeza.

- Nadie, desde que el amo partió seguimos esperándole.

- Quieres decir que el amo... Como dices que se llama?.

- Señor Benson, informó de nuevo Janoe.

- Quieres decir que el señor Benson no tenía ningún familiar que viviera con él?.

- Que nosotros sepamos no.

Blanche se sentía divertida y maravillada por la desfachatez de la negra. Ella sabía que mentía por que en Natchez, en la taberna de Moisés había oído comentar que el señor Benson vivía con su hijo, un inválido que había recibido con tremendo impacto la noticia de la muerte de su padre y al que las autoridades habían entregado los tres mil dólares encontrados en poder del viejo borracho.

- Pero se habrá avisado a alguno de sus familiares, no?.

- No sabemos que el amo tuviera ningún familiar fuera de aquí.

- Quieres decir que os encontrais sin amo?.

Un encogimiento de hombros fue la última respuesta de Bare antes de que Blanche dijera.

- Bueno, ese es un asunto que a mi no me importa. Mañana seguiré mi camino al amanecer.

A partir de esta declaración de intenciones las relaciones entre Blanche y los negros cambiaron radicalmente. Bare hasta esos momentos seca y escueta empezó a mostrarse amable y Janoe como si hubiera obtenido un permiso explícito por parte de Bare se mostraba obsequioso.

- Ahora que ya se ha repuesto, seguro que deseará comer algo?. Preguntó Janoe.

- Naturalmente, no hace falta que me recuerdes mis obligaciones, el viejo amo no me perdonaría que no fuera atenta con una señorita en una noche como ésta.

- Yo, mientras tanto voy a ir preparando su habitación.

Ambos negros salieron de la estancia dejando solas a Blanche y a Camana.

Por unos momentos estuvo a punto de preguntar a Camana el motivo de su repentina mudez pero el temor de que pudieran estar expiándola la obligó a guardar silencio.

Se entretuvo observando de nuevo la estancia mientras su mente elaboraba un plan para entrar en contacto con el inválido que ocultaban los negros y los muros de aquella casa.

Sabía que el inválido se encontraba en el piso alto de la casa, así se lo indicaba la seña inacabada de Janoe por lo tanto tan solo era cuestión de que una vez los negros se hubieran retirado a dormir buscar hasta dar con él. Estaba segura de que una vez le conociera sabría como actuar para obtener sus propósitos.

Al principio se había preguntado el porqué tanto Janoe como Bare se habían obstinado en ocultar a su amo. Ahora ya sabía por que. Los negros temían la intromisión de cualquier persona que pudiera desestabilizar el equilibrio de la casa. Ellos eran los auténticos dueños y el inválido se encontraba preso de sus propios esclavos.

A medida que pasaban los minutos Blanche odiaba más a Bare, sabía que ella era la promotora y la que mantenía cada pieza en su sitio después de la muerte del viejo Benson, incluso estaba segura que ella había sido un personaje relevante en la casa durante la vida de éste.

Poco después Bare la servía una abundante cena. Blanche esperó a estar sentada ante el plato antes de decir.

Alguien debería salir a buscar mi burro con mis cosas, se espanto con el primer trueno y me tiró al suelo delante justo de la casa.

Bare la miró un momento sorprendida, acababan de darla la explicación de la presencia de Blanche en la casa y comprendió que de que aquel burro apareciera cuanto antes dependía en parte el tiempo de

estancia de la joven en la casa ya que no se iría sin su medio de transporte.

Antes de que Blanche hubiera terminado de cenar Janoe ya había organizado un grupo de búsqueda que salió aun a pesar de que fuera la tormenta seguía en toda su intensidad e incluso parecía ir aumentando en fuerza.

Poco después Blanche seguida de Camana y alumbrada por Bare subió por las escaleras que conducían al piso alto donde la habían preparado su habitación.

La hicieron recorrer un largo pasillo que cambio de dirección dos veces pero a Blanche no la pasó desapercibido un detalle que descubrió apenas habían terminado de subir la escalera. Por la rendija de debajo de la primera puerta en dirección contraria a la que ellas siguieron pudo ver el débil resplandor de una vela. Blanche dedujo que en aquella estancia debía encontrarse el joven Richard Benson.

Bare tras dejarla el quinqué que había servido para alumbrarla se despidió de Blanche encareciéndola que si necesitaba algo no dudara en llamarla.

Blanche esperó un buen rato antes de salir a la puerta para asegurarse de que no era espiada por nadie después puso el quinqué al mínimo y se hizo lamer el sexo por Camana, era éste un servicio que la hembra debía realizar noche tras noche en el momento en que su ama decidía acostarse.

Para Blanche era una excelente forma de aliviar las tensiones acumuladas durante el día.

Una vez sosegada, la joven empezó a pensar con placer que mientras ella había gozado y se sentía cómoda y segura bajo cubierto algunos esclavos se dedicaban a buscar su montura bajo la lluvia, los relámpagos y los ensordecedores truenos.

- ¯e a la puerta y asegúrate de que no hay nadie escuchando. Ordenó a Camana.

Con el rostro aún brillante de los cremosos líquidos que el sexo de Blanche había elaborado durante los prolongados minutos de placer la esclava se apresuró a obedecer indicando por señas que no había nadie que las espiara.

A su vez Blanche hizo una seña a la esclava de que se acercara al lecho y cuando la tuvo a su lado la preguntó en voz baja.

- Por qué finges no poder hablar?.

Camana se llevó las manos al cuello y negó con la cabeza indicando que no fingía.

Blanche no podía dar crédito a sus ojos. Camana parecía querer decir que se había quedado muda de repente sin ningún motivo que lo justificara.

Entre divertida e irritada Blanche estuvo tentada de hacer verdadero daño a la negra para comprobar si mentía, por un momento pensó en clavarla en la nalga una gruesa aguja que la servía para sujetar el pelo pero se dio cuenta que la negra podía serla de momento más útil muda que si hablara, además ya tendría tiempo de comprobar si mentía o no. Así que dijo secamente a la esclava.

- En realidad no me importa si te has quedado muda de verdad o no pero si vuelves ha hablar en lo sucesivo, ten por seguro que te arrancaré la lengua.

Camana la miró unos instantes desconcertada y temerosa, luego, por señas volvió a asegurar que se había quedado muda.

- Acuéstate en el suelo, al lado de la cama. Ordenó dando por terminada la divertida conversación en la que la negra trataba de hacerse entender con grotescas muecas.

Después Blanche comenzó a repasar una vez más su plan, a darle los últimos toques mientras los relámpagos iluminaban intensamente la estancia y los truenos retumbaban desde el exterior.

Dejó transcurrir el tiempo, hasta que estuvo segura de que Bare, acostada o no, ya no se movía por la casa.

Por otra parte Janoe había salido en busca de su montura y estaba segura de que no lograrían encontrarla, si lo lograban, antes del amanecer, tenía tiempo suficiente para llevar a cabo sus propósitos.

Finalmente cubierta tan solo por un gastado camisón empuñó el quinqué con firmeza y totalmente decidida salió de la habitación en busca del inválido.

Retrocediendo por el largo pasillo por el que la había conducido Bare no tardó en llegar ante el tiro de escalera que conducía al piso bajo. Instintivamente cubrió la luz que desprendía el quinqué con la mano para evitar que el resplandor pudiera ser visto.

De pronto una forma obscura comenzó a moverse en el suelo a unos metros de ella al tiempo que una voz preguntaba.

- A dónde va señorita?. Necesita algo?.

El corazón la latía tan fuertemente que tardó unos instantes en reconocer la voz Bare.

Rápidamente comprendió lo que ocurría. La negra temiendo que por casualidad o error Blanche diera con su amo había decidido montar guardia ante la habitación de éste.

Lo que Bare no podía imaginar era que la presencia de Blanche en aquel lugar no era ni mucho menos casual.

- Si Bare, Camana necesita algo caliente, seguramente la mojadura la ha sentado mal y está tiritando y la castañetean los dientes.

A la huidiza luz del quinqué Blanche vio la duda reflejarse en los ojos de Bare. Obedecer implicaba abandonar la guardia, no obedecer suponía arriesgarse a la cólera de aquella maldita mujer a la que sólo el diablo podía haber guiado hasta la casa en una noche como aquella.

Blanche, por su parte, repuesta de la sorpresa se sentía segura.

Podía ocurrir que Bare se enfrentara a ella pero no tenía ninguna duda de que ella saldría victoriosa de la confrontación.

Jamás una negra había osado a desafiar a un blanco, pero si alguna vez había ocurrido siempre la negra había salido perdiendo y había tenido que pagar muy cara su osadía.

Además Blanche estaba decidida, si era necesario usaría la fuerza.

- Enseguida preparo algo, señorita, vaya a la habitación con la negra, yo se lo subiré en un momento. Dijo Bare después de dudar unos instantes.

Continuara...

Datos del autor/a:

    Nombre: Adela.

    E-mail: aadelaa@yahoo.com

    Fuente: Historia originalmente publicada en la lista de correo "morbo".

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