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Las 4 rosas (08)

en Grandes Series

Al ver a Jesica los negritos corrieron hacia su ama rodeandolas como si de una nube de mosquitos se tratara.

Esta subio las escaleras de una de las chozas y esparcio por el aire unos puñados de caramelos y golosinas.

Se entretuvieron poco, pero lo suficiente para que Blanche viera la alegria de aquellos negros, su vigor y su fortaleza.

En el siguiente corral solo vivian hembras, de quince años en adelante y que ademas estuvieran preñadas.

Blanche pudo ver alli desde casi niñas con los vientres profundamente dilatados por la carga que llevaban en su interior hasta casi ancianas que presentaban los mismos sintomas.

Todo un repertorio de hembras con barrigas hincadas en todos los grados posibles, desde aquellas a las que apenas si se las notaba la preñez hasta aquellas que estaban a punto de parir.

Poco despues entraron en otro corral, donde vivian las hembras no preñadas, las habia, al igual que en el anterior de todas las edades y la organizacion era similar a la de los otros corrales solo que, segun la explico Jesica, cada jefa llevaba un estricto control de las reglas de sus negras y tenia que llevar a aquellas que se encontraban entre el dia diez y el dia veinte por turno hasta un amplio barracon para que fueran montadas por los negros que en cada momento desearan acoplarse con ellas.

El resultado era que en dos o tres meses la mayoria de las hembras se quedaban preñadas, pasando a engrosar la poblacion del campo contiguo.

Los acoplamientos se hacian en el barracon a la vista de todos los que en ese momento estuvieran presentes, bien porque era su obligacion, como las hembras, o simplemente como simples mirones como era el caso de Jesica y Blanche. Cuando estas recorrieron el barracon habia media docena de negros montando a las negras.

Llegaron a otro corral donde vivian los machos, estos, en corrillos charlaban o jugaban y eran libres de ir al corral de las hembras cuando les viniera en gana o de recibir a estas en su propio corral.

Finalmente iniciaron el camino de regreso volviendo a pasar por el hospital, esta vez el doctor Dawies no salio a saludarlas. Seguramente estaba ayudando a la negra a traer a su mamon al mundo.

Blanche penso una vez mas, que era escandaloso que una negra tuviera tantos cuidados cuando la mayoria de las mujeres, debian apañarse con la sola ayuda que pudieran brindarla sus vecinas o amigas.

Nada mas llegar a la casa, Jesica tomo papel y escribio una carta de presentacion para Arthur Warner, en la que le pedia que explicara a Blanche cuanto habia de cierto sobre Las Cuatro Rosas, sobre todo las noticias recientes, y que aconsejara a Blanche si era razonable embarcarse en la aventura de la compra de la casa.

A continuacion pasaron a un amplio salon donde esperaban desde hacia horas una treintena entre negros y negras a que su ama hiciera la seleccion que habia anunciado.

Todos estaban completamente desnudos y Blanche pudo ver por primera vez, junta, la magnifica cosecha que producia la granja de Jesica.

Tanto los machos como las hembras tenian una presencia estupenda pero a Blanche la atrajeron mas los machos que las hembras, Sus cuerpos musculosos, su elevada estatura, su juventud eran alicientes para recrear la vista en aquellos animales.

Ni Jesica, ni el señor Hall, el capataz, dudaron en manosear aquellos cuerpos cuando la decision era dudosa. El ojo critico de Jesica era muy exigente en cuanto a la calidad de la mercancia e hizo una primer reparto en tres grupos.

En el primero puso aquellos machos y hembras que considero de primera calidad.

En el segundo, el grupo mas amplio, aquellos que eran, segun dijo Jesica de calidad corriente y en un tercer grupo dos machos y una hembra que segun ella debian ser vendidos bajo cuerda a revendedores por no ser dignos de ser vendidos por ella misma.

Blanche se dio cuenta que Jesica era verdaderamente critica con su mercancia, incluso los desechados presentaban una apariencia bastante mejor que la mayoria de los negros que se vendian en el mercado.

Despues de la seleccion Jesica llevo aparte al primer grupo he hizo que Blanche les echara una mirada mas detenida.

- Te gustan ?. Pregunto Jesica.

- En mi vida habia visto negros tan preciosos.

- Elige el o la que quieras. Es tuyo.

La sorpresa de Blanche debio reflejarse en su rostro porque Jesica añadio.

- Lo mereces Blanche, muy pocas mujeres de tu edad hubieran actuado con la sensatez y la cordura con que tu lo has hecho esta mañana.

- Me parecio lo mas adecuado.

- Por eso quiero gratificarte como te mereces. Escoge el que mas te guste, es tuyo.

Blanche se sintio atrapada, deseaba tener uno de aquellos magnificos negros, pero sabia que si aceptaba el regalo, la gratitud que en esos momentos debia sentir Jesica hacia ella estaria mas que saldada.

- Escucha Jesica, no hay razon para que quieras agradecerme nada, estoy segura que tu hubieras hecho lo mismo en mi lugar y por lo tanto no aceptare el regalo. Dijo Blanche contra de sus deseos.

Jesica la miro un momento desconcertada y despues fingio sentirse ofendida.

- No consideras a mis negros bastante buenos para regalo?

- Los considero magnificos, seguramente no los habra mejores, hasta el punto que pensaba pedirte que me vendieras alguno, pero por lo demas me siento suficientemente recompensada con haber conocido tu granja y haber tenido la oportunidad de conocerte.

- Esta bien Blanche, dijo Jesica como cediendo a los deseos de la joven. Mis negros estan en venta y tu eres en estos momentos la persona mas adecuada para elegir. Elige el que quieras y llevatelo, ya te dira el señor Hall su precio. Te dejare sola para que puedas hacer la eleccion mas tranquila. Dijo Jesica saliendo de la estancia.

Blanche tuvo poco que elegir. Desde el principio se habia fijado en unos de los negros, no era el mas fornido ni el mas alto pero si el que tenia el sexo mas desarrollado. Blanche se preguntaba si su cuerpo seria capaz de admitir semejante falo.

Jesica no tardo en volver para alabar la eleccion de Blanche.

Al negro, llamado Lamoro, le fueron entregados unos pantalones y le ordenaron subir a la parte de atras del carruaje cuando iniciaron el camino de regreso a la ciudad.

En fondo del carruaje otro negro habia sustituido a Canyon y esta vez Blanche no tuvo ningun reparo en apoyar los finos tacones sobre el esclavo. Jesica se hizo descalzar y durante el trayecto de regreso froto concienzudamente los pies sobre el cuerpo del negro llegando incluso a ponerlos de vez en cuando sobre su boca. Cada vez que esto ocurria el negro sacaba la lengua y se los lamia de una forma automatica.

- Perdoname Jesica. Quisiera hacerte una pregunta que considero indiscreta, no la contestes si no lo deseas.

- Jesica esbozo una ligera sonrisa, como si adivinara lo que Blanche queria preguntarla.

- Adelante Blanche, animo.

- Como te apañas para hacer subir los negros a la habitacion del hotel.

Jesica parecio desconcertada, seguramente esperaba otra pregunta mas compleja de responder y mas intima.

- Es sencillo, muy sencillo, o le digo al negro que suba o mando a buscarle.

- Asi de sencillo ?.

- Asi de sencillo.

- No esta prohibido que los negros suban a las habitaciones ?.

- No, no lo esta, cada cual puede tener en su habitacion lo que quiera siempre que no ponga en peligro la integridad del hotel.

- Pues a los negros no los dejan subir.

Jesica la miro esceptica unos instantes.

- Quien te ha atendido a ti desde que llegaste?.

Blanche recapacito unos instantes antes de contestar.

- Negros.

- Negros y negras. No es eso ?.

- Si, claro.

- Entonces por que no los van a dejar subir?.

- No se, quiza ...

- Lo que no hacen es dejarlos subir por la escalera de invitados a no ser que lleven el uniforme del hotel.

- Quieres decir que si yo ordeno a uno de mis negros subir a la habitacion nadie pondra ninguna pega ?.

- Absolutamente nadie. Lo que tu hagas con tus negros no le importa a nadie en el hotel.

De pronto, Blanche se dio cuenta que volvia a ser desleal con Jesica. Como reaccionaria aquella mujer cuando supiera a lo que pensaba dedicarse.

- Que opinas de la prostitucion ?. Pregunto sin previo aviso.

Jesica permanecio pensativa durante unos segundos antes de preguntar.

- Te dedicas a eso Blanche?.

Ahora fue a Blanche a quien la toco dudar antes de responder.

- Quisiera dedicarme a ello.

- Entonces no es verdad que seas viuda?.

- Todo lo que te he contado hasta ahora de mi es cierto Jesica, pero no quiero seguir adelante en tu amistad sin que sepas mis proyectos.

- Te lo agradezco Blanche y sinceridad por sinceridad te dire lo que pienso.

Cuando era joven odiaba a las mujeres que se dedicaban a vender su cuerpo por unos pocos dolares, yo nunca me vi en la necesidad de hacer tales cosas, pero en realidad lo que me impulsaba a odiarlas no era el uso que pudieran hacer de su cuerpo, esto lo comprendi mas tarde, si no la competencia desleal que nos hacian a las mujeres que nos considerabamos honradas. Ellas ofrecian a los hombres lo mismo que nosotras, incluso mucho mas, pero mucho mas barato y sin las ataduras a que nosotras los sometemos.

Ademas siempre piensan que con ellas se pueden hacer cosas distintas, digamos mas atrevidas, que las que se pueden hacer con una mujer que debe reprimirse, y reprimir a su marido por propia autoestima y porque cree, que esa es la mejor forma de que no se le pierda el respeto.

Como mujer me sentia disminuida ante ellas y eso me impulsaba a odiarlas.

Luego mi vida paso por distintas circunstancias y comprendi que la mayoria de nosotras no somos muy distintas de ellas, tan solo nos cubrimos con una apariencia de respetabilidad ante la sociedad, pero actuamos de la misma forma que ellas. Conquistamos a un hombre por el mismo camino que ellas, pero exigimos que esa conquista sea para toda la vida.

Comprendi esto cuando vi las argucias y las artimañas que usaban mis amigas para casarse, y como cambiaban de actitud una vez casadas y ya seguras de que su hombre no se escaparia de sus redes.

En definitiva, llegue a la conclusion de que durante toda mi vida habia estado tratando con prostitutas mas o menos disfrazadas, las verdaderas prostitutas ganaron un poco de respetabilidad a mis ojos.

Mas tarde, he conocido a algunas y se que entre ellas las hay buenas y malas personas, como en el resto de la sociedad. Viven en un mundo de atroz competencia, exponen mucho para lo que ganan y saben que su vida, digamos profesional, esta limitada a muy pocos años. Quiza esto justifique su avaricia y su fiera forma de enfrentarse a la vida.

Ahora ya soy vieja, ya no las veo como competidoras y si he de serte sincera buena parte del dinero del que he gozado en mi vida ha sido a costa de ellas. No, ya no siento ningun reparo hacia esa forma de vida y no he dudado de hacer tratos con algunas de ellas. Algunos de mis negros los he vendido a las mas ricas y afamadas.

Las palabras de Jesica sonaron como una indirecta pero no, era evidente que Jesica no pensaba en ella al pronunciarlas.

- Entonces no sientes ningun reparo al relacionarte conmigo?.

- No, de momento te has comportado de una forma poco corriente, muchas mujeres "respetables" no conociendome, hubieran aprovechado la ocasion para tratar de hundirme familiar y socialmente en lugar de avisarme como lo has hecho tu.

Por unos momentos Blanche se sintio emocionada, nunca hubiera esperado encontrar tanta comprension en una mujer que evidentemente ya desde su nacimiento pertenecia a una esfera completamente distinta a la suya.

- Gracias Jesica, gracias por tus palabras.

- No hay de que, Blanche, solo te he dicho lo que siento.

- No te importa que use tu nombre para presentarme ante Arthur Warner. El es sheriff y pudiera tener otra idea de las cosas.

- No, en absoluto, estoy segura que el, al igual que yo sabra comprender, tengo razones para pensar que asi sera. Dijo Jesica con una sonrisa enigmatica.

Habian llegado de nuevo al Excelsior y Jesica la invito a comer con ella si es que no se encontraba demasiado cansada.

Blanche rehuso la invitacion, sentia enormes deseos de probar al negro que Jesica la habia vendido, era casi un reto para ella saber si su cuerpo podria gozar recibiendo semejante falo.

Nada mas llegar a la habitacion ordeno a Tiara que fuera a buscar a Lamoro, hubo de describirselo a la negra por que ella no lo conocia. Minutos despues el negro entraba en la habitacion sin que hubiera surgido el menor inconveniente ni tropiezo. Era evidente que Jesica estaba bien informada.

- Cierra bien las puertas. Ordeno a Tiara.

Lamoro parecia desconcertado por el lujo que rodeaba a su nueva ama y durante unos minutos no hizo mas que observar todo, incluyendo a Blanche y a Tiara, pero parecia un negro bien educado, en ningun momento se atrevio a mirar a Blanche a los ojos.

- Tu, dijo Blanche dirigiendose al negro. Como te llamas ?.

- Lamoro ama.

- Ya sabes que te he comprado al ama Jesica, asi que desde ahora eres nio.

El negro no hizo el mas leve comentario, sabia que algun dia habria de llegar ese momento y parecio asumirlo con facilidad.

- Desnudate.

Lamoro no se hizo repetir la orden y momentos despues estaba tan desnudo como Blanche lo habia visto en la granja.

Ven, arrodillate aqui. Dijo Blanche señalando el centro de la habitacion.

Lentamente se fue acercando hacia el hasta hacer que su vientre rozara con el rostro del negro. Se froto contra el durante unos minutos reteniendole la cabeza con sus manos para que el rozamiento fuera mas intenso, con la misma lentitud fue girando, haciendo que el rostro del esclavo se deslizara primero por la cadera, luego por sus nalgas para volver de nuevo a su vientre.

Oleadas de excitacion recorrian el cuerpo de Blanche a cada roce, a cada nuevo contacto.

No tardo en pensar que la ropa que portaba era un obstaculo para sentir mas intensamente las caricias que con el rostro del macho se prodigaba y alzandose las amplias faldas hizo que estas cayeran por encima de su cabeza.

Repitio hasta la saciedad sus movimientos sintiendo la suavidad y la humedad de los labios de Lamoro contra su excitada piel, incluso la parecio que las manos del negro debian contenerse para no comenzar a acariciarla.

Blanche se felicito por haber comprado un negro tan bien amaestrado, pero no tardo en ser ella, la que tomando las manos del negro comenzara a frotarse con ellas invitandole a seguir acariciandola.

Lamoro no se hizo rogar y comenzo a poner intencion en sus acciones buscando prodigar un placer que seguramente compartia.

Llego un momento donde el negro tomo entre sus dedos el delicado tejido de las bragas de Blanche intentando deslizarlas por sus muslos y piernas.

Blanche se dejo hacer, se sentia ya suficientemente excitada y lubrificada para intentar una penetracion que consideraba mas que dudosa.

Habilmente Lamoro la despojo de la delicada prenda antes de comenzar a acariciarla con mayor brio e intensidad.

Blanche hizo una seña a Tiara para que comenzara a desnudarla y poco despues se encontraba tan desnuda como el esclavo.

Era maravilloso el contraste de su palido y rosaceo cuerpo con el oscuro del negro.

Libre de impedimentos Blanche decidio que seria muy agradable sentirse transportada hasta la cama por aquel forzudo animal.

Mas no queria que fuera de forma que el negro pudiera sentirse como su semejante. Haciendole apoyarse sobre los talones alzo primero una pierna hasta pasarla por encima del hombro del negro y despues apoyandose en la cabeza paso la otra pierna por el otro hombro hasta quedar sentada sobre el, haciendo coincidir su sexo en la nuca del negro, Los rizados cabellos cosquillearon en el interior de los labios y Blanche se novio sobre el punto de apoyo consciente de que parte de sus jugosos fluidos rebosaban de la cuenca natural deslizandose hacia la nuca del negro.

El propio olor de mujer excitada llego hasta su nariz mezclada con el olor natural del negro aumentando su excitacion.

Moviendose y removiendose permanecio unos minutos hasta que se dio cuenta que los liquidos que abandonaban su sexo mojaban la espalda del esclavo.

Continuara

Datos del autor/a:

    Nombre: Adela.

    E-mail: aadelaa@yahoo.com

    Fuente: Historia originalmente publicada en la lista de correo "morbo".

    Relato protegido e inscrito en el registro de propiedad intelectual.