Mi antiguo trabajo (II, me encanta ser el objeto de deseo)

La situación en la oficina se fue tornando más y más excitante con el tiempo. Los compañeros no dejaban de babear con mi cuerpo y cada día esperaban a ver cómo iba vestida y, en caso de desabotonarme un botón de más de la blusa o llevar una falda algo sugerente o pantalones ceñidos, desfilaban todos por mi puesto con cualquier excusa.

Aquello me excitaba, me excitaba saberlos encelados conmigo, deseándome y yo inaccesible, coquetear y excitarlos pero sin llegar a más. Me encanta excitar a los hombres, el saberme deseada, el saberme el sueño de sus pajas o de los polvos con sus mujeres.

Me acostumbré a llevar una tanga de repuesto en el bolso porque se me humedecían durante las horas de oficina y necesitaba cambiarme. En el trabajo era eficiente y realmente les implanté un orden, pero a la vez era un entorno de excitación constante. Mis visitas a la copiadora eran esperadas y admiradas por mis compañeros, y me acostumbré a dirigir mi mirada a los bultos de sus pantalones para excitarme con sus reacciones.

Además, procuraba imprimir en la impresora de color que estaba en la otra punta de la oficina y así dar un buen espectáculo ;-) (soy algo traviesa) y Juan… bueno, lo de Juan fue toda una historia. Su agresividad conmigo había desaparecido y ahora era mi corderito. Y cada vez que iba a la copiadora de color…

Recuerdo un día en especial, pero fueron muchos los días. Procuraba llevarme siempre una carpeta con muchos papeles, me ajustaba la blusa para que se marcaran bien mis pechos, sólo al hacerlo mis pezones ya se erguían de la excitación, de sólo imaginar lo que venía. Alguna vez desabrochaba algún botón de más, pero normalmente no me hacía falta. Ajustaba mi minifalda para asegurarme que mi kulito quedaba bien prieto y se mostraba cada curva sin llegar al inicio de las nalgas, pero casi. Entonces iniciaba mi andadura y alguna vez oí que se avisaban entre ellos.

Había lanzado una impresión en color de unas transparencias para Don José e iba con documentos para copiar. Saludaba a todos con una sonrisa mientras les veía acariciarme con la mirada. Realmente me sentía acariciada por ellos, sus miradas me recorrían empezando por los labios brillantes, seguían recorriendo mi cuello, llegaban a mis pechos y seguían su forma acariciándolos, se paraban un momento en mis marcados pezones para seguir por sus sensuales curvas hasta mi cintura, perfectamente marcada por la minifalda. Allí se detenían para esperar a mi precioso y prieto kulito, y bajar por esas largas y sensuales piernas hasta los finos tobillos y los tacones de aguja ;-)

Me los imaginaba queriendo recorrerme con sus lenguas, besarme entera con sus labios, tomarme y desnudarme allí, en medio de la oficina. Y no me equivocaba, todos ellos me deseaban y eso me hacía sentir muy excitada. Con el paseo hasta la impresora ya me humedecía. Entonces me tomaba mi tiempo y rebuscaba entre las impresiones las mías mientras hacía que no les miraba, pero lo cierto es que lo que hacía era darles tiempo a que se excitaran más con la vista.

Separaba mis documentos sobre una mesita auxiliar, con lo que me acostaba un poco y mostraba el inicio de mis duras nalgas. Me apartaba el pelo de la cara sólo para darles mejor vista de mis pechos al hacerlo o de obligar a la tela de la blusa a estirarse más, a apretarse más sobre mi cuerpo. Entonces iniciaba las fotocopias, mientras hacía como que esperaba durante las pausas de la máquina.

Sin que se me atascara el papel, hacía como que faltaba para recargar la copiadora. Me agachaba sin flexionar las rodillas para abrir el compartimento del papel, con lo que mis ricas nalgas quedaban en exposición. Entonces abría el armario contiguo donde guardábamos el papel y rellenaba el cajón de la copiadora mientras frotaba una pierna contra otra excitándome y humedeciéndome mientras notaba cómo mi vulva se inflamaba con el deseo y se abultaba entre mis piernas. Desde sus puestos de trabajo debían ver perfectamente cómo se mostraba bajo mi minifalda al agacharme, una vulva humedecida que haría transparentar la tela de la tanga.

Se acercó Jaime y me ofreció un refresco, un zumo natural de los de la máquina. "Gracias, realmente estoy seca aquí con este aire acondicionado, habéis subido la calefacción, no?" decía mientras extraía la pajita y la insertaba en el brick (lo cierto es que ellos subían la calefacción para que yo me aligerara de ropa, yo lo sabía, pero nunca tocaba los controles para corregirlo). Me llevé sensualmente la pajita a los labios y aspiré notando el tenso silencio que se había hecho a mi alrededor. Sorbí con ganas el zumo, y al separar los labios derramé algunas gotas, que fueron a parar a mi barbilla y sobre la blusa. No hice movimiento alguno y dejé que las gotas rezumaran. Al poco, como si de repente me percatara de ello, alcé la barbilla, con lo que las gotas resbalaron por mi cuello hasta mi escote. "Uy, qué torpe" dije mientras dejaba el zumo en la mesa y buscaba con qué limpiarme.

Jaime me ofreció unos pañuelitos de papel, y procedí, lentamente, muy lentamente, a tratar de recoger las gotas derramadas sobre mi barbilla, alzando la cabeza y mostrando mi busto. Después traté de secar la blusa, pero sólo conseguí esparcir más las gotas y empapar la zona de mis pezones. "Vaya estropicio", comenté mientras le sonreía. Ahora su entrepierna estaba ya tremenda ;-) Yo dejé mis papeles y me dirigí a los baños de esa zona "trataré de limpiarme", dije mientras iba. Una vez en el baño me abrí la blusa y me la quité para tratar de limpiarla. Limpié con agua las partes mojadas para que no quedara mancha e iba a secarlas con el secamanos de aire cuando Juan entró en el baño. Turbado al verme sólo con los sostenes entró rápidamente al cubículo de hombres mientras tapaba su gran erección. Qué dulce ;-) Siempre que me paseaba observaba a Juan irse después del espectáculo a los baños ;-) Para salir más relajado ;-).

Sequé como pude la blusa, pero los sostenes estaban húmedos de zumo, así que procedí (pícaramente) a sacármelos y ponerme la blusa sin sujetador. Los pezones se me marcaban sobre la tela humedecida y parecía que fuese desnuda, más todavía, si no llevara nada no habría misterio, así era todavía más excitante. Salí del baño ocultando los sostenes y con el pecho más marcado en la blusa que de costumbre, mis aureolas rosaditas se transparentaban totalmente. Ahora fueron ellos los que se atragantaron al verme volver hacia la fotocopiadora. Cuando Jaime se giró y me encontró de frente casi se muere del susto… o del placer ;-) Juro que su polla pegó un brinco, la vi alzarse entre sus piernas pese al pantalón. A menos de un metro tenía mis pezones erectos perfectamente visibles frente a el.

Yo seguí con mis copias en un tenso silencio por parte del resto de la oficina, y ya iba a desfilar hacia mi puesto cuando Juan salió del baño. Yo ya sabía lo que había ido ha hacer, su cara reflejaba la placidez después del desahogo, y entonces decidí ser todavía más perversa y me acerqué a su mesa cuando se sentaba para comentarle algo de sus contratos en curso. Me recosté en su escritorio, con mis pezones a escasos veinte centímetros de su mirada y le hice cuatro preguntas sobre los contratos. Se puso más nervioso todavía que de costumbre, empezó a mezclar los papeles de encima de su mesa, a rebuscar hasta encontrar un contrato que tenía justo enfrente tratando de no mirar lo que le atraía como un imán, mis erectos pezones. Su entrepierna creció hasta límites insospechados, vi que su tremenda polla se erguía por dentro de la pernera del pantalón y lo tensaba con fuerza inusitada ante su incomodidad. "Tranquilo, cuando lo encuentres te vienes y lo aclaramos", le dije irguiéndome, dándome la vuelta y… cayéndoseme los papeles, me agaché a recogerlos mientras le daba un perfecto espectáculo de mis nalgas en frente de su cara y mi olor nos envolvía a ambos. Me erguí y volví a mi puesto sintiéndome bien puta mientras le oía volver al baño a masturbarse de nuevo.