Mi antiguo trabajo (III, chateando)

Siendo la única mujer de la oficina y con mis sensuales curvas era lógico que todas las miradas se concentraran en mi. Pese a ello, no permitía ningún tipo de roce y aunque los excitaba conscientemente con mis vestidos y mis argucias, nunca les permitía ni roces ni toqueteos, lo que los ponía a morir de deseo por mi. Todos ellos habían intentado seducirme por activa y por pasiva, invitándome a comidas y cenas que yo siempre declinaba con una sonrisa por aquello de que éramos "compañeros" de oficina.

El problema es que no sólo ellos eran los permanentemente excitados, también yo me excitaba tremendamente con esos juegos y acababa empapada de mis flujos y oliendo a sexo (mis flujos huelen mucho, como ya comenté). Total, mi calentura era tremenda a todas horas del día y las horas de la oficina sólo servían para incrementarla más y más sin darle salida. Y entonces… entonces empecé a chatear. Mi mail es gmail, el de mi perfil de escritora y descubrí el chat de gmail. Empezaba a charlar con chicos y rápidamente la conversación derivaba en el sexo.

Les contaba que trabajaba en una oficina, que en ese momento estaba en mi puesto de trabajo, cómo vestía y lo excitada que estaba y porqué. Ellos rápidamente se excitaban también y me decían lo que me harían o lo que estaban haciendo en ese momento ;-) Me acostumbré a tener algunas fotos mías en el ordenador para podérselas enviar y que se masturbaran con ellas. Por suerte no tenía (ni tengo) webcam, porque sino más de una vez habría acabado masturbándome ante la cámara yo también. Muchos de ellos me daban su msn, ya que entonces el gmail no tenía videoconferencia, y les contemplaba mientras charlábamos (no, no doy mi msn si no es a los que consiguen excitarme). Es increíble lo que acaban haciendo algunos en la oficina o en casa ;-). Me excitaba viéndoles derramarse sobre mis fotos, les pedía que gritaran mi nombre al correrse, pese a no poder oírlos por no poder poner los altavoces ;-) Y estoy segura que muchos lo hacían.

No era extraño que después de mis paseos por la oficina, excitada y rezumante, me sentara ante el ordenador y me pusiera a chatear con alguien "bien dispuesto". Empezaba por contarles que estaba en mi mesa, que detrás tenía al jefe, pero que nunca estaba (su tarea es vender, por lo que normalmente estaba fuera de la oficina), así que estaba yo sola en el rincón con intimidad. Les contaba que acababa de volver de pasearme por delante de mis compañeros, que si llevaba minifalda o pantalones de mezclilla marcando mi chochito… no, no les mentía, simplemente les contaba cómo iba, no me fue necesario nunca mentir. Prefería no hacerlo para no hacerme un lío, porque me excitaba tanto que al final me dejaba llevar y sólo escribía sin pensar.

Entonces me pedían que me metiera algo (siempre acababan pidiéndolo) y yo… dependiendo de lo excitada que estaba… lo hacía. Recuerdo un día en que Jorge Gilberto (mi adorado Beto) me pidió meterme algo. A mano sólo tenía un marcador a mano, así que sin levantarme, lo tomé y sólo flexionando una pierna alcé mi minifalda y me lo encasqueté de un golpe en mi vulva (que ya estaba totalmente lubricada). Seguidamente devolví el tanga a su lugar, con lo que quedó aprisionado dentro de mi. Así seguimos charlando, pero yo no paraba de acariciarme sobre la tanga, mover el marcador para notarlo mejor, apretarlo contra mi botoncito del placer o, simplemente, fregarme los muslos uno contra otro.

Al escribir iba esparciendo mis flujos por el teclado, pero no podía parar. Cuando me mandó introducirme un segundo marcador ni lo pensé, lo hice directamente y me noté llena. Me pidió que me metiera algo por el culito, pero no tenía nada apropiado, y para penetrarme por detrás necesito dilatarme con tiempo y cuidado. Pero el perverso de Beto fue un poco más allá, y eso me encantó, me sugirió que volviera a la copiadora. Yo me ausenté del chat un rato, para volver diez minutos después y contarle lo que había ocurrido.

"Me he levantado con todavía los dos marcadores dentro de mi. Al andar los notaba moviéndose como locos en mis entrañas, chocando entre ellos y contra mis paredes. Nada que ver con unas bolas chinas, esto eran dos pollitas dentro de mi impacientes por tomarme, o por salir, dependiendo del momento. A veces tenía que apretar las piernas para engullir alguno de los marcadores, a veces relajarme para que bajaran un poco. Pero su efecto era el de incrementar increíblemente mis flujos, porque estaba siendo penetrada mientras caminaba!

Después de haber recorrido unos pasos estuve a punto de volver, porque mis jugos amenazaban con resbalar por mis muslos, uno de los marcadores casi cae (tuve que apretar con fuerza y "succionarlo" con mi pelvis, porque llevaba documentos en las manos). Pero entonces me imaginé contándote esto en el chat y… y decidí seguir.

Salí de mi sala habitual, donde estamos solos Don José y yo y entré en la parte común de los comerciales. Mis mejillas encendidas, oliendo a sexo y temblándome las piernas mientras hacía fuerza con los muslos y la pelvis para no "perder" nada por el camino. Mis pezones erectos, mis tetas rígidas, algo tambaleante por forzar mis pisadas un pie delante de otro… La mini de ese día no era nada del otro mundo, pero, como siempre, mis compañeros me siguieron con esas miradas acariciantes que me hicieron sentir todavía más excitada. Si supieran lo guarra que soy en realidad, lo viciosa y excitada que estoy…

Llegué ante la copiadora y, esta vez de verdad, no había papel!!!! Tuve que agacharme a tomar papel del armarito y ponerlo en la bandeja. Esta vez sí flexioné las rodillas, con lo que los dos marcadores quisieron salir de mi propulsados por el gesto. Sentí cómo forzaban mi cuevita a abrirse DESDE DENTRO! Los noté salir, expulsar mis flujos y topar contra el minúsculo tanga y quedarse allí, en la boca de mi vulva, rozando los labios vaginales en un entrar y salir que simulaba una lenta penetración. No pude reprimir un tremendo orgasmo, yo, que siempre grito y soy tan expresiva, me mordí la mano para no chillar (y me hice algo de sangre). Me detuve, mis compañeros no entendían que pasaba, sólo me veían lamerme la mano sensualmente ;-) Con un gesto rápido y seco volví a introducir los marcadores en mi cueva y me alcé. Tuve que apoyarme en la copiadora porque me sacudió todavía otro orgasmo. Como pude simulé hacer una copia y me volvía a mi puesto. Camino de mi puesto uno de los marcadores resbaló. Mis orgasmos habían aumentado mi flujo y ahora ya apestaba a sexo y me caía por el interior de mis muslos un hilo denso de intimidad. Uno de los marcadores se había alojado al borde de la tanga y resbaló hasta el suelo.

Quedé helada. Juanjo estaba cerca de mi (perdido en mis pechos), pero escuchó algo que caía en la moqueta. Miró y vio el marcador. Caballeroso, se agachó y lo tomó alargándomelo. "Gracias, siempre me resbala" le dije con una sonrisa y continué mi camino mientras le veía a el olerse la mano extrañado y a Juan ir hacia el baño de la oficina.".