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Mi antiguo trabajo (4)

en Voyerismo

Mi antiguo trabajo (IV, la primera feria)

Don José ya se había acostumbrado a "alegrarse" la vista cada mañana entre diez y once. Me llamaba para comentar el curso de los contratos, los que debía vigilar de cerca para cerrar esa semana, la planificación inmediata, los viajes, etc. Y también para darse gusto a la vista y excitarnos mutuamente. Mis falditas se acortaban cuando entraba a despachar, a veces algún botón se me abría accidentalmente y fue con el único que tuve un roce ocasional (y fue sin querer, de verdad!).

Fue la semana que preparábamos una feria en Barcelona. Yo iba con minifalda y una camisa de cuello ancho pero de pecho apretado, como de los años sesenta ;-) Lo cierto es que apretaba un poco mis pechos ;-) y dejaba un interesante escote a la vista, porque mi sostén los apretaba uno contra otro y quedaba a la vista una buena cantidad de prieta carne y un canalillo que se perdía entre ella…

Bueno, el caso es que ante su llamada entré en su despacho. Como siempre, me giré a cerrar la puerta y me volví, lo que el siempre aprovechaba para darme un buen repaso a las nalgas, las piernas… Me indicó la mesita de reuniones y me senté en ella extendiendo los papeles de la planificación en el centro (agenda, lista de eventos, contratos ordenados, el listado de las especificaciones para la feria, etc.). El también se acercó a la mesa y se sentó a mi lado, pero de frente a mi, mirando de lado los documentos. Así tenía una perfecta perspectiva de mis piernas (cruzadas ante el). Yo (pícara) me había subido un poco la minifalda, con lo que mostraba mis muslos hasta bien arriba y debía tener cuidado al descruzar las piernas para no mostrar mi tanga.

El, como siempre, hablaba tratando de mirar los papeles o mis ojos, pero siempre acababa haciendo furtivas miradas a mis piernas o pechos ;-) Parece que son un imán para los hombres ;-). Ese día estuvimos con la agenda para la feria, teníamos que concertar citas con proveedores y clientes para aprovechar al máximo los tiempos en el stand, así como la sala de reuniones anexa que también habíamos contratado (llevaba toda la semana colgada al teléfono organizándolo). Estuvo estudiando la agenda y movió algunos contactos para asegurar las prioridades de la sala de reuniones, después me dijo que le gustaría que yo atendiera el stand, que cuidara que cada uno estuviera en su sitio para atender sus reuniones… en fin, que hiciera de controller. Le dije que a mi los uniformes de azafata me favorecían mucho, pero que entonces no quedaría nadie en la oficina. Rápidamente me dijo que no, que yo no haría de azafata, que para eso ya había contratado una firma (yo ya lo sabía, pero era para hacerme valer), que lo que quería era que los ayudara controlando que los comerciales atendían a la agenda.

"Lástima, porque realmente las minifaldas y la sonrisa de azafata me quedan muy bien, pero produzco aglomeraciones ;-)" le dije sonriendo pícaramente mientras le miraba a los ojos y sacaba un poco de pecho. El me miró turbado, sin saber qué responder. Decidió interrumpir y se puso en pie, lo que llevó su tremendo bulto a la altura de mis ojos, con lo que yo me quedé sorprendida al ver todo aquello justo frente a mi. El se apercibió entonces de su tremenda erección (ya normal cuando nos reuníamos) y creo que se puso de todos los colores, incapaz de moverse (lo que todavía hubiera dado más notoriedad a su erección). Yo recogí tranquilamente y me puse en pie, pero al tomar el último documento, ya incorporándome, no pude evitar rozarle con la mano que sujetaba mi agenda, un roce involuntario e inocente, en la parte menos inocente de su anatomía (de hecho, en la parte más protuberante de su anatomía). Di un respingo apartándome, pero el mal ya estaba hecho, una mancha empezó a extenderse en sus pantalones mientras yo salía con una sonrisa de satisfacción (y vicio) en mi boca.

Llegó el día de la feria, y yo me presenté allí en cuanto abrieron para los expositores. Era todavía de noche, pero llegué al stand (ya tenía los códigos de acceso y las llaves de las zonas cerradas) y dejé mi chaqueta en la pequeña habitación. Mi indumentaria era… era provocativa planeadamente. Ese día desfilarían clientes y proveedores, teníamos que darles buena imagen, pero también algo que recordar, y para eso estaba yo allí (pese a lo que dijera Don José).

Llevaba una falda hasta medio muslo (había descartado la minifalda porque no quería parecer una azafata), pero con un largo corte lateral que, si se abría, dejaba ver el final de mis medias y la carne de mis piernas ;-) El jersey de punto sin mangas que llevaba contorneaba mis pechos a la perfección, hasta mis pezones se marcaban como pitones. A la vez que tenía un bonito diseño que dejaba un agujero en mi escote por donde se podían apreciar mis grandes senos.

Completaban mi atuendo unos altos zapatos de tacón, un cinturón decorativo y mi perfecta sonrisa ;-). Localicé la azafata que tenía que cubrir el primer turno, le enseñé donde dejar las cosas y le examiné el atuendo. Le dije que tendría que estar en la entrada del stand, sentada en un taburete cuando se cansara y le expliqué cuatro cosas sobre los folletos técnicos (que ella ya tendría que haber leído antes, pero no lo había hecho). Y, finalmente, le examiné el vestuario. Llevaba una camisa blanca de la que le desabroché un botón y le acomodé el cuello para que mostrara algo más sus pechos, le dejé libre el pelo (lo llevaba largo y precioso) y le dije que subiera la falda tres centímetros más.

Le dije que ella tenía que atraer a los visitantes y que había tres comerciales para atender esos visitantes y ver si eran posibles contactos o no, pero que si tenía cualquier problema con algún pesado, me lo pasara a mi. A ella eso de extremar su vestido no le importó (hasta sonrió), le comenté que había algunos brutos (el mundo del software), pero que normalmente no había problemas, y que un buen escote era muy atractivo tanto para los posibles clientes como para ella. De hecho, cuando le pasé las manos abriendo un poco el escote noté que no le parecía mal mi roce y que le gustaba eso de exhibirse ;-).

Nuestros comerciales llegaron tarde, como siempre, pero al vernos rápidamente se animaron. Especialmente al ver la azafata, pues a mi ya me sabían inaccesible. Lo primero que les di fue la agenda de reuniones y de posibles contactos que habían dicho que se pasarían por el stand pero no cuando. Les subrayé la importancia de dos o tres, que cuando pasaran debían ser llevados ante Don José estuviera donde estuviera.

Eso los puso firmes, pero rápidamente se turnaron para tomar un café… con la azafata ;-) Es que mis niños son terribles y cuando ven dos piernas atractivas… Así empezó la feria, que aceleró el ritmo con más y más contactos y reuniones hasta dejarme sin tiempo para comer. Era la primera vez que yo veía mucha de la gente con la que trataba por teléfono casi a diario y… os aseguro que se quedaban de piedra al ver lo guapa que era y mi figura sensual ;-) Me encantaba la cara de pasmo que ponían al verme y reconocer mi voz, y no se atrevían a las familiaridades que ya nos habíamos tomado por teléfono al conocer que una preciosa rubia quien les hacía todas aquellas bromas cada día. Yo me aprovechaba y aquí sí que ya no evitaba los roces, les tomaba del brazo apretando mis pechos contra sus hombros mientras les acompañaba a la sala de reuniones, les entretenía mientras lucía mis piernas esperando que viniera Don José, me apretaba contra ellos para dejar pasar a algún compañero en el reducido stand,… En fin, que no dejaba nada al azar para que recordaran nuestro stand y empecé a notar como después de la reunión seguían por allí cerca y cualquier excusa era buena para traerme un café, un agua y poder estar a mi lado o aprovechar nuestros roces ;-).

Y llegó Don Julián, el cliente más importante. Venía con un chico de poco más de 25 años, supongo que con cincuenta masters y hablando mil lenguas, pero el chico no contaba, sólo Don Julián. Era el típico empresario que ya tenía su fortuna hecha y no admitía que nadie cuestionara sus decisiones, gordo, bajo, seboso, con un puro en la boca pese a no estar permitido fumar. El se sabía alguien importante y quería ser tratado como creía merecer. Lo localicé en el pasillo hacia el stand y fui rápidamente a "acogerlo" (debía llevarlo ante Don José antes que alguno de los comerciales tratara de retenerlo). Así que me acerqué con mi gran sonrisa y lo tomé del Brazo mientras le estampaba dos sonoros besos en sus mejillas (apretando mis pechos contra el y tratando de no presionar mi cintura contra su barriga, pero era imposible). "Hombre, Don Julián, al fin le conozco en persona, soy Sara, Don José me ha dicho que le llevara con el en cuanto llegara, me acompaña?", le tomé decididamente del brazo, yo tenía que agacharme un poco para estar a su altura, lo que aprovechaba para que mis pechos se apretaran contra su brazo y mi cadera le rozara a cada paso.

Naturalmente Don Julián no me conocía de nada (yo hablaba con sus directivos, no con el), pero no sólo no me rechazó sino que sonrió ante tan descaradas tácticas para agradarle. Se giró hacia el chico y le dijo secamente "Vete a tomar un café, yo me quedaré aquí un rato". Yo le fui llevando a la sala de reuniones, le dejé a la puerta y abrí metiendo mi cabecita en la sala "Perdonen, pero tenemos una reunión urgente, podrías dejarnos la sala?". A lo que el comercial que había me respondió con una mirada asesina que yo ignoré y le hice un movimiento de cabeza para que se fueran de allí inmediatamente. Pese a ser la rubia bonita de la oficina, ahora ya todos me sabían eficiente y acataron mi mandato rápidamente mientras yo abría la puerta. Don Julián me miraba descaradamente el kulito, claro que le había dado una buena vista de él mientras estaba con medio cuerpo dentro de la habitación. Yo sólo le sonreí mientras le hacía pasar y tecleaba el número del móvil de Don José otra vez.

Le senté en una silla y me acerqué a la máquina de café. Para hacerle más corta la espera me agaché y alcancé del cajón de la mesa un nuevo paquete de café (pese a que encima de la mesa ya había) y le procedí a prepararle un rico café en la cafetera mientras procuraba agacharme para mostrarle bien mis prietas nalgas bajo la falda o le servía mostrándole mi escote. Mientras, yo, como loca, no dejaba de pulsar la rellamada a mi jefe. Pero me senté con una gran sonrisa y crucé mis piernas alzando la falda. Sabía que estábamos pendientes de cerrar un gran contrato con Don Julián, y que era un tipo de trato difícil a quien había que cuidar muy bien. El se quedó mirándome descaradamente las piernas mientras sorbía su café, y yo tratando de entablar conversación sin que el diera pie a nada. Descrucé las piernas y tomé mi móvil para hacer un nuevo intento con Don José. Ya mi falda se había abierto por el lateral y Don Julián tenía la vista del final de mis medias y de mi tanga, si Don José tardaba mucho más ya no sabría qué más enseñar ;-). Pero finalmente respondió y yo le comenté que estaba con Don Julián en la sala de reuniones (al fin!). Don Julián sonrió, "venga, ya puedes relajarte ahora que viene" me dijo dirigiéndome una socarrona sonrisa pero sin molestarse en desviar su mirada de mi entrepierna.

"Ufff… es que llevamos todo el día corriendo arriba y abajo y con los nervios de los contratos… no se lo puede ni imaginar…" dije con voz cansada pero a la vez sensualmente, en un susurro y con mi mirada también centrada en su paquete, que era tremendo, pero no exactamente por la erección, sino por los rollos de grasa ;-). Ahora viene Don José, le dije mientras me levantaba, lo que dejó mi pelvis a la altura de su mirada, yo me entretuve así un instante, dejando que pudiera oler bien mis flujos antes de apartarme un poco y darle una buena vista de mis largas piernas y el perfil de mis pechos. "Pero no se ha aburrido, verdad?" le dije mientras, pícara, me agachaba pasándole un brazo por su espalda y poniéndole mi escote enfrente de su cara. "No, en absoluto", me dijo sonriendo ampliamente, como un jugador avezado del juego.

Entró Don José interrumpiéndonos, y yo procedía despedirme y salir (pese a la mirada disgustada de Don Julián, pero los negocios son los negocios, y yo allí ya no pintaba nada). Pasé más de media hora en otros temas, pero pendiente de la puerta de la sala de reuniones por si salían. Finalmente fue Don José el que me vino a buscar y me tomó por sorpresa "Sandra", "Sí?". "Mira, que Don Julián está casi a punto de caer, espero tener el contrato esta misma noche pero… pero quiere que también tu vengas a la cena, es un gran contrato de tres millones de euros y.. y no le he podido decir que no, te va muy mal?" Me soltó así, de carrerilla, mientras su mirada avergonzada no se separaba de la punta de sus pies. Yo vi su azoramiento y le sonreí, acepté sin ningún problema (tres millones de euros son tres millones de euros), miré a la puerta de la sala de reuniones y vi el asentimiento que le dirigía mi jefe a Don Julián, que sonrió y se fue después de sonreírme.

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