Hola bell@s,

Al fin he vuelto de Rusia de las vacaciones de Navidad. Bueno, de hecho hace ya unos días, pero… pero me he encontrado de nuevo un montón de trabajo acumulado y hasta ahora no he conseguido encontrar un minuto para escribiros.

De hecho, el 13 es el año nuevo ruso (calendario ortodoxo), y después de eso ya tuve que volver ;-(. Así que des del 16 de enero que llevo en el trabajo tratando de ordenar las cosas y eso.

Pero volver de los menos diez grados al clima civilizado de Barcelona es un lujo! Claro, por eso nos inflan de impuestos, para poder tener un clima templado y agradable ;-) De hecho, tenía tantas ganas que el primer día ya me puse unas mallas bien ajustaditas y unas botas altas de tacón de aguja (ahora son la moda aquí, y me encanta!). Poder ir por la calle sin esos pesados abrigos de piel, sólo con un jersey y un abrigo largo ligero… uffff… qué lujo! Y poder dejar que el abrigo se abra al caminar y ver cómo las miradas se dirigen a mis ajustadas mallas, a mis largas piernas enfundadas en esas mallas que es como si fuera desnuda, marcando perfectamente mi figura… sentarme en un café cruzando las piernas y ver cómo a más de uno se le va la vista o se tropieza… Mmmmm… adoro Barcelona.

El jersey de cuello alto marca mis pechos y me silueta la figura, con lo que sin el abrigo parezco vestida de los sixties, delineando perfectamente mis curvas. Si no fuera, claro está, por la pedrería de las botas o el cinturón que llevo flojo arrollado y cayendo sobre mis caderas.

Mis compañeros de oficina me saludan alegres de poder volver a alegrarse la vista, besuqueos que arriman mis pechos al suyo, dulces bienvenidas y alguna mano que recorre mi talle sin llegar a más (ya estoy escarmentada de excitar en el trabajo, no, no, no, no mezclemos las cosas).

Pero al volver a casa en el metro no puedo dejar de colgarme el abrigo del brazo y provocar algunos deliciosos roces. Alegro la tarde a más de uno recorriendo el vagón por el pasillo hasta el fondo. Salgo en la siguiente parada y recorro el siguiente vagón igual, sólo para darme el gustazo de saberme segura provocando. En Rusia eso no podría hacerlo, pero sí en la segura Barcelona ;-) Así que aquí puedo ser más traviesa y al pasar por el pasillo rozar con mis nalgas esa entrepierna o asomarme para ver bien el nombre de la parada mientras mis pechos se aplastan sobre ese pobre oficinista que no puede apartarse ;-).

El tercer vagón ya se llena, así que sólo puedo entrar y moverme entre deliciosos apretones hasta el pasillo entre los asientos, quedando entre dos hombres de pie que, galantemente, me dejan sitio y los asientos a los lados. Me sujeto de uno de los asientos, el abrigo colgado del brazo con el que sujeto mi bolsito. Tan educados son que todos me dejan espacio, precisamente cuando yo querría que se juntaran y me manosearan. Con estas mallas es como si me manosearan directamente la piel, las curvas de mis nalgas quedan perfectamente marcadas, y mi chochito también, la tanga se nota bajo las mallas, apenas un triangulito delante, para ocultar mis labios y casi nada más.

Pongo cara neutra, pero mis pezones están erectos bajo el jersey de lana, fino, pero que abriga. Fino, que marca mis pechos. Fino, que se ajusta a mi cintura. Parecería que llevo un mono de cuerpo entero, no de látex, pero sí igual de ajustado. Mmmm… qué fantasía, mo0ntarme en el metro enfundada en un vestido de látex que delineara totalmente mi piel y marcara mis duros pezones y mis labios vaginales…

Pero no, hoy mallas y jersey negro ajustado de lana. Se bambolea el vagón de metro, y yo tengo tantas ganas de ser tocada que bailo con su balanceo, bailo lo suficiente para rozar el que está sentado en el asiento del que me sujeto, baila lo suficiente como para rozar levemente los dos hombres a mi alrededor. Uno se aparta galante, el otro fija su posición y aprovecha para acercarse algo. Yo sigo con el juego y los roces se intensifican. Mi entrepierna se acerca al hombro del que está sentado y el contacto ya no es de vez en cuando sino que dejo reposar mi entrepierna en su hombro, moviéndome con el tren, pero sin dejar el contacto.

Nueva parada y entra más gente, lo que aprovecha el tipo de mi lado para acercarse y quedar ya junto a mi, en contacto. Ya no puedo balancearme tanto, ahora nos sacudimos al ritmo del convoy. Mi entrepierna está contra el hombro del sentado. Veo cómo de reojo me busca en el reflejo de la ventana, espero que le guste lo que ve (estoy segura que sí, ya sabéis que la modestia no es lo mío). Debe gustarle, porque noto cómo incrementa el contacto.

El tipo de mi lado deja caído su brazo, que casualmente deja su mano a la altura de mi nalga, con el bamboleo del vagón aparece el contacto casual entre su mano caída y mi nalga. Mmmm… qué suerte. Mi entrepierna bien encajada y una mano en mi nalga. Se levanta una señora mayor para salir, movimiento para dejarla pasar que hace que la mano del tipo quede presionada contra mi nalga de manera inocente. Movimiento que lleva mi entrepierna a apretarse más contra el hombro sentado. Una vez ha pasado vuelvo a mi posición, pero curiosamente el contacto con el tipo de pie ha cambiado, ahora su mano queda presionando mi nalga oculta por su cuerpo, que ha venido más detrás de mí. Todo muy discreto.

Veo el reflejo de nuestros cuerpos en la ventana. El tipo está medio detrás de mí y medio de lado, con su mano oculta entre los dos. Yo busco el nombre de la estación, con lo que me inclino y, sin dejar el contacto con el sentado, mi culito se mueve para que la mano quede exactamente entre las dos nalgas. Me agacho para ver bien, con lo que mis pechos quedan sobre el sentado y la mano explora mis curvas, un dedo delinea la línea entre las nalgas. Mirando la ventana, donde nos estamos mirando los tres, yo sonrío, ellos también, y vuelvo a incorporarme.

Ahora que los tres sabemos que es buscado, el dedo del tipo recorre bien la curva y se remete buscando mi ano o vagina, lo noto arriba y abajo, recorriéndome toda. El tipo sentado se alza, va a bajarse, pero se entretiene. Yo me aparto un poco, pero el parece bastante patoso, lo suficiente para que esté a punto de caerse y recorra bien mis pechos con sus manos mientras el de detrás aprovecha para darme un buen repaso ahora con la mano entera mientras sus dedos buscan mis orificios y fuerzan las mallas adentro.

Ahora soy sobada por delante y por detrás mientras mi mano se aferra al asiento para no perder el equilibrio. La parada tarda en llegar, tarda una eternidad durante la cual soy ordeñada y sobada mientras cierro los ojos y dejo ir algún gemido. Pero llega y el tipo que estaba sentado corre a salir mientras el otro me sujeta por cintura para mantenerme atrapada y deja su otra mano explorar mis intimidades.

Yo me aparto, me separo un poco y él no me retiene a la fuerza (eso no se hace en Barcelona). Me pongo de costado y veo su erección contra el pantalón. Mi cadera la roza, pero no voy más allá, sólo se la acaricio con mi mano mientras le sonrío al pasar y me bajo en la siguiente parada.

Muchos besos perversos a tod@s, a ver si me pongo al día con el email pronto. sandrahotbcn@gmail.com.

Sandra