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Excitando 4 – El sobrinito de la vecina (parte 4)

en Voyerismo

Excitando 4 – El sobrinito de la vecina (parte 4)

Salimos, finalmente salimos del metro y llegamos a la academia, próxima al metro.

Una vez allí él se transformó en el dócil estudiante y yo me volví recatada y distante (no era plan el montar un espectáculo en su futura academia). Me esperé en la entrada mientras él resolvía en administración la admisión. Los pocos que entraban y salían me acariciaban con sus miradas, así que me puse la chaqueta para estar un poco más cubierta, pero continué mostrando mis largas y desnudas piernas y me retoqué los labios con el imprescindible pintalabios en cualquier bolsito de dama.

Pronto volvió conmigo y me mostró la hoja de pago para el banco, así que fuimos a la sucursal más cercana que le habían indicado a realizar el ingreso. De vuelta, volví a esperarme, pero esta vez entré hasta recepción, allí vi cómo él volvía a hacer cola para entregar la hoja sellada, y me esperé en un banco de la entrada.

Me senté y crucé las piernas, con lo que atraje las miradas de los críos que hacían cola y de algunos padres/madres que los acompañaban. Unos adolescentes que iban en grupo dijeron algunas barbaridades, reían entre ellos mientras no disimulaban, sus miradas clavadas en mi. Yo extraje el móvil de mi bolsito e hice como si no me enterara de nada. Tecleaba en el móvil mientras no dejaba de escucharlos o mirarles sin que se notara. Se tocaban la entrepierna mientras decían lo que me harían. Mi bolsito se deslizó hacia el suelo en un descuido (qué descuido, uy!) y tuve que recogerlo.

Cada movimiento de mis piernas fue seguido en silencio por los chicos, el descruce, cómo me agachaba y mis pechos quedaban colgando bajo el top, cómo intentaba llegar al bolsito sin conseguirlo, cómo me alzaba del banco y, sin flexionar las rodillas, de espaldas a la cola, me inclinaba lentamente (sin apartar la mirada del móvil) y tanteaba para encontrarlo, mis dedos rozaban el bolso, yo miraba y lo tomaba, volvía a alzarme lentamente, me sentaba y, entonces, tomaba el móvil como haciendo una llamada mostrando mis largas piernas.

Mientras simulaba la llamada podía mirarlos directamente, el silencio se extendía por la sala, se había hecho un silencio sepulcral, sólo sus sucias y guarras miradas me hablaban. Mi voz rompió el momento, hablando dulcemente con un desconocido para ellos (ni siquiera había nadie al otro lado). Yo, zalamera, decía por el móvil cómo recordaba nuestra última cita, cómo recordaba lo que habíamos hecho (voz traviesa) y lo mucho que me había gustado (voz sensual).

Les miraba mientras me relamía haciendo que escuchaba en el móvil. Sí, a mi también me gustó mucho la disco, pero más esa mesa retirada donde estuvimos… sí, me encantó… claro… es que eres muy malo, no pude resistirme a esa tremenda… jijiji… no me cabía más! Cuando quieras, me encantaría repetirlo cuando quieras… ahora? No estoy en casa, pero ganas no me faltan… dije mientras me alzaba y pasaba junto a los chicos en dirección a los lavabos que había allí en el rincón. Mmmm… me encantaría, ya lo sabes. Abrí la puerta del lavabo, pasé y les miré directamente a los ojos mientras la sujetaba abierta, charlaba mirándoles a ellos, relamiéndome y posando sensual mientras sujetaba la puerta abierta con las caderas. Mi mano libre recorrió mi cintura y aplastó la faldita en mi entrepierna mientras giraba y entraba en el baño.

Guardé el móvil apagado y me lavé la cara, lo necesitaba! Estaba tan caliente que había estado a punto de hacer una locura! Mejor relajarme un poco. Me sequé la entrepierna, estaba empapada y empezaban a caerme gotitas que dejaban un hilo denso y oloroso por el interior de mis piernas. Me sequé pero me negué el tocarme, yo misma quería hacerme sufrir pese a que cuando me sube la temperatura tengo tendencia a perder los papeles.

Salí refrescada y algo más calmada (aunque seguía inflamada por dentro). El sobrinito me esperaba ya listo. Al salir di una última ojeada a los chicos, que me seguían mirando con deseo, una mirada muy libidinosa y sucia que me hacía volver loca. Me alcé para susurrarle al sobrinito: “Ponme una mano en las nalgas y levanta la falda”. Él se ruborizó, pero no pudo dejar de hacer lo que le pedía mientras salíamos. Yo miré atrás mientras me descolgaba de él y miraba los embobados chicos, su reacción de sorpresa y deseo me llenó de… no me hizo llegar al orgasmo, pero estuvo próxima. Qué me estaba pasando? Necesitaba un orgasmo ya y relajarme de una vez! Si no… si no acabaría haciendo alguna locura.

Salimos de la academia con los papeles ya listos y, en vez de volver directamente a casa, le convencí para ir a dar una vuelta por el parque (le convencí… una manera de decirlo, creo que era su diosa y sólo hacía falta una sugerencia para que se arrastrara a complacerme). Me tomaba de la cintura, de la cintura baja, dejando reposar su mano en mi nalga, y yo no hacía nada por evitarlo.

Paseamos por el parque, él insistía en lo bella y dulce que era, que lo que le estaba pasando era lo más maravilloso del mundo. Y yo no dejaba de pensar en cómo saciar mi deseo sexual. La tarde estaba suave y el parque rebullía de gente. Nos alejamos de la zona infantil, llena de gritos, niños y madres haciendo como que los vigilaban y en realidad descansando de esos pequeños diablillos un rato.

Nos adentramos por el parque y me dijo de sentarnos en una zona de césped. No le dejé, no por miedo a lo que pasara, sino porque el césped habría manchado toda mi ropa de verde. Los bancos estaban llenos de viejitos charlando o leyendo, así que cuando vimos uno libre lo tomamos. No estaba al sol, por eso estaba libre, pero ya nos venía bien (mi temperatura interior lo compensaría). Nos sentamos y él me envolvió en un abrazo mientras me besaba tiernamente en la mejilla sonriendo. Comentaba no sé qué bobada sobre la felicidad que sentía y dejé de escucharle. Enfrente tres viejitos, en el banco de la izquierda dos más. Un corredor pasa por delante…

Abro las piernas un poco, atraigo las primeras miradas interesadas. Árboles a los lados cubren nuestros tres bancos del resto, una zona de arbustos detrás nuestro también ayuda. Estiro las piernas y me relajo como una gata. Más miradas, algunas ya se quedan prendadas. Brazos a los lados y marco mis pechos. Los alzo y se pueden ver la parte baja de mis pechos sobresaliendo un poco del top, empiezan las conversaciones y toques de atención entre los viejitos (has visto? Mmm…. Vaya tetazas…). El sobrinito no se entera de nada, está demasiado concentrado en mi cuerpo. Le vence el deseo y su boca busca uno de mis pechos mientras me abraza. Yo me relajo y le dejo mordisquear el pezón mientras veo los excitados viejitos.

Gimo quedamente y ellos se excitan más. Le digo que pare sensualmente mientras mi mano presiona su cabeza para que siga mordisqueándome el pezón. Para, por favor, mientras abro un poco las piernas, alzo una rodilla con lo que la falda se abre del lado y los viejitos corren a ver qué hay debajo. Sólo los de en frente pueden verlo, pero los de la izquierda intuyen, por su asombro, lo que ven. Para, por favor, y trato de sentarme bien, pero no dejo de apretar su cabeza contra mis pechos. Una de mis manos se desliza entre nuestros cuerpos buscando su entrepierna, miro a los viejitos de en frente y hago una mueca como avergonzada mientras cierro los ojos.

Los de la izquierda se levantan y hacen como que van ha hablar con los de delante nuestro. Se apretujan los cuatro en el banco y hacen como que comentan algo, aunque sus toques con el codo llamándose la atención unos a otros no disimulan nada. Vuelvo a abrir los ojos y les miro, sonrío traviesa. Uyyy… hace mi boca, y ellos ríen. Ellos me hacen señas que tranquila, que siga. Yo abro los ojos como sorprendida y alterada mientras mi mano desabrocha el cierre del sobrinito y libera su polla.

Le aparto la cabeza y le recuesto de lado en el banco mientras con mis dos manos trato de tapar su tranca. Miro los viejitos, que me observan como alucinados. Les sonrío y mi boca busca ese sexo enhiesto. Estamos de perfil a ellos, para que nos cubran bien los árboles, pero noto cómo está a punto de explotar, así que me pongo de espaldas a los viejitos, inclinada, y le sacudo rápido para que se venga en mi boca.

Mi faldita no cubre mis intimidades, que quedan expuestas a metro y medio de los viejitos, directamente a la altura de sus ojos, casi. Rápidamente llega y me llena el sobrinito. Yo me alzo y, mientras con un dedito recojo lo que me sobresale por la comisura de la boca y lo devoro, miro sonriente a los viejitos que no se lo acaban de creer.

Dejo al sobrinito reponiéndose y me acerco otro metro a los viejitos. “Nos perdonan? Es que no hemos podido evitarlo, lo necesitaba tanto….” Les digo mientras me balanceo coquetamente tomando el extremo de la falda y abriéndolo y cerrándolo. Naturalmente, los cuatro pares de ojos no se despegan del extremo de mi faldita. Yo me pongo en cuclillas en el suelo con lo que mi sexo queda expuesto ante ellos, rezumante, brillante de mi flujo. Les miro pícara: “No se lo dirán a mamá, verdad? Nos guardarán el secreto?” Digo mientras mis manitas acarician las entrepiernas de dos de ellos. “Uy, que me caigo” hago como perdiendo pie y aprovechando para tomar las pollas de los dos de los extremos mientras me abalanzo sobre ellos. Rápidamente mis tetas son sobadas por los cuatro tratando de sostenerme.

El sobrinito se acerca por detrás: “Estás bien?” No ha oído nada. Yo me levanto y me giro de espaldas a los viejitos. “Sí cariño” mientras me cuelgo de su cuello y le doy un beso saco mi culito, con lo que mis nalgas quedan expuestas ante los sentados viejitos que no desaprovechan la oportunidad y masajean a gusto mientras yo alargo el beso. Dos dedos de no se quién de ellos me penetran el sexo y otro trata de colarse por el ano.

Mi mano acaricia el sexo de mi hombre y la otra le atrae su mano hacia mis pechos. Me retiro para atrás permitiendo más manejabilidad a los viejitos y queda al descubierto mi juego con el sobrinito, que me mira boquiabierto sin creerse lo que estoy permitiendo a esos afortunados viejitos. Gimo, pero me aparto. “Anda, vamos”, le digo mientras me giro, alzo mi faldita por detrás y les hago un guiño y les lanzo un beso de despedida. Veo cómo se llevan sus dedos a la nariz, otro se los chupa. Mmmm… me ha encantado.

Salimos del parque entre los comentarios de extrañeza de él y mi satisfacción a medias. No me han saciado, pero la situación me ha parecido tan morbosa que la he gozado. Ahora sí vamos de nuevo hacia el metro. Ya era algo más tarde, salida de oficinas, por lo que ahora el metro iba bastante más lleno. Pasamos al andén y el sobrinito ya me exigía explicaciones, así que yo me colgué de su cuello, le besé y le susurré a la oreja: “No me digas que no te ha excitado, he notado perfectamente cómo se te empinaba la verga cuando viste a esos viejitos penetrándome con sus dedos, o no? Como ahorita mismo, ya sabes que me encanta excitar y que soy un poco exhibicionista, así que no te quejes, ya te avisé. Por cierto, has notado cómo me están mirando? Así de puntillas y colgada de ti se me debe subir la faldita, no? Me están mirando?”.

Él sólo supo asentir mientras yo le comía el lóbulo de la oreja y seguía con mi juego. “Y no te excita eso? No te gustaría penetrarme aquí delante de todos? No te gustaría que me colgara de verdad de tu cuello, te rodeara la cintura con mis piernas y me ensartara en ti y empezara a gemir y gritar delante de todos? No quieres poseerme aquí y ahora? Estoy chorreando y muriéndome por tenerte, no me he corrido y necesito tu sexo ya…” dije mientras mi lengua entraba en su oreja.

Besos perversos a tod@s,

Sandra

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