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Viaje (5)

en Voyerismo

Viaje V

Me desperté sola en esa inmensa cama. El sol caía a plomo sobre mi desnuda espalda y me calentaba, casi sudaba! Me levanté y, a falta de otra ropa, tomé el albornoz y salí de la habitación. Tomé una ducha rápida y, sin secarme del todo, reconocí el pasillo y vi que había otras habitaciones, un jacuzzi, un comedor / estudio y el salón, por el que se salía a cubierta. Subí los peldaños hasta el exterior y encontré unos marineros haciendo sus faenas, eran tres, y los tres clavaron sus miradas en mi. El viento azotó mi albornoz y mostró mis desnudas piernas, tuve que sujetarlo para que no se abriera, pues el cinturón quedó colgando a los lados y sólo atiné a poder cubrir parcialmente mis pechos. Les sonreí mientras usaba las dos manos, una para sujetar el albornoz, y la otra para tomar un extremo del cinturón, pero al ir a tomar el otro extremo del cinturón… mi desnudez quedó al descubierto unos momentos hasta que conseguí anudar el albornoz.

Sus sonrisas se habían amplificado y, al mirarlos yo, sólo pude sonreír también y musitar: "Osmiel?". Me indicaron la parte trasera del buque, y hacia allí me dirigí, descalza. Lo encontré pegado al móvil (debía estar conectado al sistema del barco), paseando alrededor de una reducida piscina (luego sabría que era un jacuzzi exterior) en lo que parecía una zona de descanso con hamacas, bar y música suave.

Me acerqué y le besé en la mejilla, después me senté en una mesita donde quedaban los restos de su desayuno. Rápidamente se me acercó uno de los marineros y retiró el cubierto de Osmiel y puso uno nuevo para mi, diciéndome que enseguida me servía el desayuno. Esperé, puse los pies encima de la silla de al lado y me dejé acariciar por la brisa y el sol. A nuestro alrededor, sólo el mar. Me sirvieron unas tostadas, mantequilla, mermeladas, cereales, leche, café, te, algunos bollos, en fin, un poco de todo. Después me recitó la lista de platos calientes (tortilla, riñones, huevos…), pero decliné la oferta y sólo le pedí un zumo natural. Estaba hambrienta! Así que me dediqué a devorar un poco de todo ;-).

En eso Osmiel acabó con su conferencia y vino a sentarse a mi lado mientras yo, tumbada, seguía comiendo. "Has dormido bien?", preguntó mientras acariciaba mis piernas. Él vestía unos shorts y una camiseta que marcaba su musculado cuerpo, con unas zapatillas como calzado. Yo, sólo con el albornoz medio abierto, acepté sus caricias con ganas. Le sonreí y alcé una de mis rodillas en respuesta, dejando que el albornoz se deslizara por mis piernas. Osmiel no pudo dejar de sonreír y avanzar en su caricia por mis muslos. Yo, mientras alcanzaba el café, moví coquetamente mi espalda y el albornoz se deslizó descubriendo mis hombros y deslizándose hasta el inicio de mis pechos ;-)

El no pudo dejar de contemplar la vista, su mano se deslizó por mi muslo y llegó hasta la parte interior rozando mi otra pierna. Su mirada seguía fija en la mía, la mía en la suya, desafiantes, a ver quién se atrevía a llegar más lejos. Mi pie buscó su entrepierna y apreté y acaricié su miembro, que ya estaba crecido. "Y tu? Tuviste dulces sueños?" dije provocativa. Su mano se hundió en mi sexo y no pude evitar estremecerme, pero lo disimulé, dando un nuevo trago de café mientras mi pie no dejaba de acariciarlo. A estas alturas yo ya estaba más desnuda que vestida, ya no sólo insinuaba, pese a que mis pezones seguían cubiertos, sus dedos jugaban en mi sexo bajo el albornoz (lo poco que tapaba). Sonrió "muy dulces y muy sabrosos. Soñé con una hada muy pervertida que no paraba de provocarme toda la noche exhibiendo sus encantos para mi". Mi pie buscó la cintura de su pantalón y se trabó en ella, deslizándola abajo. El sonrió travieso y me facilitó el movimiento, con lo que mientras mi albornoz se abría un poco más su pantalón dejaba libre su erecta verga.

El se recostó atrás mientras se lamía la mano. Así que fui yo quien me alcé, dejando resbalar mi albornoz al suelo y mostrándome completamente desnuda ante la brisa marina. Me agaché sin flexionar mis rodillas y dejé mi cara a pocos centímetros de la suya, sujetándome en los brazos de su silla. "Querías ver si era tan guarra como para exhibirme así, desnuda, para ti, verdad? Pues ya lo ves, eso y más" dije mientras me abalanzaba sobre su entrepierna y, golosa, le lamía el sexo todavía sin flexionar mis rodillas, dando una perfecta vista de mi sexo y mi ano a los marineros que miraban detrás de mí, justo frente a Osmiel.

Se puso cómodo sobre la hamaca y tomó mi cabeza entre sus manos, pero no era mi intención que volviera a descargar y me dejara a medias, así que le di la espalda y me senté sobre él ensartándome con su tiesa polla de un solo golpe. Desde detrás, él tomó mis pechos y empezó a cabalgarme mientras yo chillaba y gemía mirando a los marineros que se apresuraban en sus tareas para retirarse. Tipos musculazos, con cuerpos bronceados por el sol, tratando de no mirar pero sin poder evitar el imán de mi cuerpo botando sobre el de Osmiel o mis grandes pechos balanceándose en cubierta bajo sus penetraciones. Vi cómo crecían sus bultos, y no pude evitar mirarles a los ojos mientras botaba y chillaba y sonreírles lascivamente. Quien me daba placer era Osmiel, pero no podía evitar excitarme con esos bien formados tipos mirándome mientras me estaban empalando tan a fondo!

Osmiel se portó como todo un semental, me cabalgó hasta que mis rodillas ya me dolían de tanto subir y bajar, regalándome tres fantásticos orgasmos antes de derramarse dentro de mi. Se relajó en su asiento y yo le descabalgué y me arrodillé entre sus piernas para limpiarle mientras le miraba a los ojos y sonreía. Su semen goteaba sobre mis muslos, pero para entonces todos los marineros se habían retirado y no quedaba ninguno para ver ese espectáculo. Osmiel tomó mi cabeza entre sus manos, acarició mi pelo y fue bajando hasta acariciar mis mejillas y alzarme la barbilla. Me sonrió. "Mi dulce putita", me alcé y le besé, el se levantó y nos abrazamos los dos en cubierta, con el mar alrededor, yo desnuda, el vestido. Me tomó de la cintura, nos bañamos en la piscina-jacuzzi y fuimos otra vez adentro, donde nos quitamos el cloro.

Me prestó un short y una camiseta corta que mostraba la parte inferior de mis pechos ;-) y, descalza, salimos hacia el salón. Entre que habíamos dormido hasta tarde (bueno, yo al menos), los… ejercicios y el baño, ya había pasado la mañana y los marineros estaban preparando la comida, con lo que iban de arriba abajo llevando y trayendo cosas. Al salir al pasillo, en nuestro corto recorrido hasta el salón, tuve que apartarme tres veces para dejar pasar a marineros cargados con paquetes. El espacio era reducido, y yo me ponía contra la pared dejando mi kulito al alcance de sus manos para ser rozado cuando iban pasando ;-). Al llegar al salón Osmiel me dio un tierno azote en mi nalga derecha "Traviesa".

Pero supe que le gustaba, al fin y al cabo, me había traído al yate sólo para tenerme un poco aislada para él, pero disfrutaba follándome ante el personal o sabiendo que les excitaba ;-) Era otra de las fantasías que habíamos tratado durante nuestras… "charlas".

La comida nos sirvió para charlar y relajarnos un rato, para acabar de reconocer en cada uno de nosotros el personaje morboso de nuestras charlas y excitarnos sin tocarnos charlando de nuestras fantasías y situaciones más calientes mientras nos servían vino y hacían como si no nos escucharan (eso también formaba parte de la excitación común). El paseo en yate era una excusa para que Osmiel me llevara a una de sus casas en la costa (a sólo 30’ en coche, pero más divertido buscar un paseo en el barco y… disfrutar tranquilamente ;-))). Así, el mismo Osmiel, se había obligado a tomar unos días de descanso del trabajo (pese una que otra llamada), ya que cuando uno tiene su negocio es difícil desconectar o incluso tomarse unos días de vacaciones si no te… ayudan ;-).

Los vinos del sur me entraban muy suaves, pero me daban sueño, así que después de una comida relajada y con una copita final, nos dirigimos de nuevo al camarote a pegarnos una siestecita en la que no pasamos de cuatro caricias y dormimos como niños, el uno en brazos del otro.

Se ponía el sol al llegar a la villa de Osmiel. Atracamos cerca de la playa y, en bote, nos acercaron a la costa. Allí nos esperaba Sancho, que nos guió a la villa a través de una cala donde no había nadie. Ascendimos de la mano por una escalera que daba directamente a la playa y subimos a una casa de tres pisos con grandes terrazas y cristaleras (es preciosa!).

Osmiel se entretuvo en mostrarme un poco la casa, para acabar indicándome mi habitación (no "nuestra", sino "mi"), dejándome para que me relajara un poco y descansara porque a las nueve teníamos una cena "especial". Al entrar en la… habitación (o debería decir suite?) casi me pierdo. Una sala con sofás, mesilla, escritorio, una segunda que era el dormitorio (amplia cama king size) y un baño privado (con jacuzzi). Pero lo que más me llamó la atención fue encontrar mi maleta allí, cerrada con todas mis cosas perfectamente empaquetadas (incluso juraría que lo habían llevado todo a la tintorería, incluso el Prada estaba dentro) y, colgados en los armarios, vestidos de noche de mi talla y bañadores (minúsculos). Pero sobre la cama no había nada de eso, sino algo que tuve que examinar para reconocer.

Unas botas negras de tacón que se anudaban a las pantorrillas con entrelazados cordones. Un vestido negro también que más parecía un no-vestido, pues se pegaba a la piel y mostraba mi figura a la perfección, con un corte lateral que me llegaba a la cintura! La parte de abajo acababa en un triángulo que dejaba una pierna y media al aire. Pero el escote no es que fuera escandaloso, es que el corte del vestido acababa bajo los pechos en una especie de corsé que se anudaba a la espalda.

Había un top, también negro, que dejaba las aureolas de los pezones al aire en vez de cubrirlas (y realzaba los pechos encantadoramente, debo reconocerlo). El atuendo se completaba con unos guantes negros que subían hasta más allá de los codos y… y una máscara negra que simulaba una gata, que sólo cubría mis ojos y mejillas.

Me debí estirar a descansar y quedarme dormida, pues me despertaron unos toques suaves en la puerta. Era Sancho, le sonreí mientras todavía me fregaba los ojos (como una gatita?). El me entregó una lavativa y me sugirió un baño antes de vestirme, para lo que se ofreció a ayudarme, y me dijo que volvería en media hora.

Y me quedé allí, de pie, mientras el se marchó silencioso, con el instrumento en la mano para mi aseo profundo. Qué se propondría Osmiel? Sentí que un escalofrío de excitación recorría mi cuerpo, y decidí jugar a su juego. Primero me rasuré el sexo, me depilé completamente y dejé mi vulva como una nenita (quería darle una sorpresa a Osmiel). Puse la ducha bien caliente mientras… mientras me aplicaba la lavativa. La rellené de agua tibia y me desnudé completamente, pensaba tener una sesión de aseo "completo". Con calma, me mojé entera y me dediqué a recorrer mi ano con los dedos enjabonados, dilatando un poco, suavizando los pliegues con el jabón. Me excité y mis flujos rezumaron por mi sexo, pero ahora no quería satisfacerme, sólo asearme. Así que tomé la cánula y la fui introduciendo por mi ano con suavidad para que penetrara hasta el fondo. Levanté el recipiente con el líquido y noté cómo inundaba mi estómago, que rápidamente empezó a dar volteretas. La excitación de la penetración se redujo y empecé a vaciarme. Repetí la operación completa tres veces hasta quedar limpia y, entonces, me relajé en el jacuzzi.

Me enjaboné pero sin perfumes, sólo el aceite corporal de después del baño, con el que me unté todo el cuerpo, quedando con un olor suave de bebé. Fui hacia la habitación y traté de enfundarme con las prensad que habían preparado para mi. Cuando llamó Sancho yo estaba intentando atar el maldito corsé. El acudió a mi presto con una sonrisa de satisfacción en su cara (yo había entendido el juego). Me hizo sentarme y repasó las ataduras de las botas, haciéndolas llegar hasta mis muslos, lo que resaltaba mis duras carnes y las hacía más sensuales todavía.

Después apreció la caída del vestido y lo modificó un poco, alzándolo hasta que el corsé realzó mis pechos todavía más. Entonces procedió a atar el corsé desde detrás de mí. Consiguió una verdadera cintura de avispa que me permitía respirar, pero poco más ;-) Si teníamos que cenar, yo seguro que haría régimen. De perfil se veía mis pierna y muslos enteros, en el lado del corte se veían mis desnudas nalgas, mientras que la otra mitad quedaba casi cubierta hasta los pies. Seguidamente ajustó todavía el top.

Y, finalmente, apartó la faldita para comprobar que no llevaba nada debajo, asintiendo con una sonrisa al ver mi rasurado sexo. Se puso ante mi, centró mi máscara de gatita, y, con sólo con los labios de un rojo ardiente por todo maquillaje, me abrió la puerta para que bajara al salón.

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