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Viaje (9)

en Voyerismo

Viaje IX

Llegamos a la casa y me di un relajante baño con lo que me quité la sensación de estar bañada en saliva de Sancho. Me unté con crema y me miré al espejo de cuerpo entero de mi habitación. No se veían marcas en mi cuerpo, la piel estaba brillante y suave de nuevo, y casi me excito de nuevo sólo al verme, altiva, desnuda, ante el espejo. Pero era tarde, y realmente estaba saciada.

En el armario estaba dispuesto el vestido que habíamos comprado, junto con el cinturón y zapatos. Me lo puse y me miré de nuevo al espejo. Decididamente, el vestido estaba hecho para mi. Mis amplios pechos llenaban los tirantes que lo sostenían tras mi cuello y dejaban al descubierto la espalda. Acomodé la tela para que mostrara los laterales de mis senos. El cinturón no era solamente decorativo, servía para marcar mi cintura y así marcar mis prietos glúteos bajo la diminuta faldita. El problema es que la transparente tela dejaba ver perfectamente cualquier tanguita bajo el vestido, por lo que me la quité después de probar un par y decidí ir desnuda bajo el vestido. Además, la sombra de mi sexo parecía estimular el encanto de saber si había o no algo debajo ;-).

Fue Sancho quien llamó a mi habitación para avisarme que en 15 minutos Osmiel estaría dispuesto para salir y teníamos que ir a buscarlo a su oficina. Cuando entró se quedó pasmado mirándome y tuvo que hacer una pausa antes de transmitir el mensaje. Yo, satisfecha de su reacción y coqueta, di una vuelta y le pregunté: "Te gusta?". Su silencio fue elocuente, pero más el bulto de su pantalón.

El sol entraba por la ventana y mostraba mi silueta bajo el transparente vestido. Mis movimientos sólo servían para destacar mi desnudo cuerpo bajo la fina tela. Mi pelo brillaba bajo los rayos y mi sonrisa, de un rojo ardiente, destacaba en mi cara. Sancho se llevó una mano a la entrepierna y se acarició, no sonreía, estaba serio, como ido, como ausente, mirándome fijamente, observando, y tocándose.

"Mmmm… veo que te he impresionado, a ti y a tu herramienta, no me saluda?" le digo con malicia mientras él, de pie ante la puerta, se desabrocha la cremallera y la saca dura y rígida. Yo sigo exhibiéndome para él, mientras se acaricia y recorre toda su longitud ante mi mirada brillante, expectante. No puedo contener mi lascivia y me exhibo para él, encajo mis pechos en mis brazos, resaltando su volumen y me agacho para darle una preciosa vista de los mismos. Él, a dos metros de mi sigue con su masturbación, su polla brilla bajo sus caricias y su punta empieza a segregar líquido blanco que se transforma en una espumita que revela su tremenda excitación. Su respiración es jadeante.

De espaldas a él me agacho, mostrando mis desnudas nalgas bajo la corta faldita, abro las piernas para que pueda contemplar mis agujeritos. Oigo cómo acelera sus gemidos y su masturbación, el canto de sus flujos con el ir y venir de sus manos se transforma en un chapoteo. Con la izquierda alzo la faldita por detrás y me meto un dedito de la derecha en mi abierto y rosado ano mientras le miro por el lado. Un postrer gemido y chorros de su lechita saltan de la punta de su miembro y van a caer cerca de mis pies, sobre la moqueta. Se exprime su sexo y le saca toda la ofrenda para mi, goteando sobre el suelo. Puedo olerlo, puedo sentir su excitación y su relajación mientras me alzo de nuevo, mientras chupo mi dedito, limpio. El ve mis rojos labios engullendo el dedito que minutos antes estaba en mi ano mientras se limpia las últimas gotas con su pañuelo y vuelve a enfundar su arma. "Vamos" dice, y yo le sigo, sumisa, hacia el coche que nos llevará a la oficina de Osmiel.

Un ascensor nos lleva directamente desde el parking hasta la oficina de Osmiel. Sancho me abre la puerta y se retira diligentemente. Yo entro en la recepción de su oficina, directamente a la sala de su secretaria particular. Sancho me sigue y se sienta en una de las butacas. La secretaria alza la vista y por el intercomunicador avisa a Osmiel. Sin preguntarme, dice: "Está aquí la Srta. Cracovia" (se oye algo al otro lado del interfono que no puedo entender). "Adelante, por favor", y se levanta y me abre la puerta del despacho de Osmiel. La secretaria es alta, pero no tanto como yo, con un precioso pelo negro azabache, ojos negros y piel muy pálida. El culo un poco grueso, pero muy atractiva al fin y al cabo.

Entro en el despacho y rápidamente reconozco el lugar de nuestras fantasías por Internet. Él está sentado en su gran escritorio, hay una mesa de reuniones también, y una mullida alfombra cubre todo el suelo. La puerta se cierra silenciosamente tras de mi, y yo quedo parada en medio de la habitación sonriéndole, mientras Osmiel me mira detenidamente, con deseo. "Hola, al fin tienes un ratito para mi?." Le digo maliciosa mientras le sonrío. "Te gusta?" y doy una vuelta mostrándole mi vestido, bueno… mostrándome yo ;-) "Encantadora" dice él, al fin encontrando las palabras, que he notado que le costaba que salieran. Bien, de nuevo le he impresionado.

Le enfrento, sonriéndole, retándole. "Al fin me hallo en el lugar de nuestras fantasías, no? Mmmm… mucho más acogedor que por la Webcams", le digo mientras, lentamente, voy acercándome a él, caminando con un pie delante del otro, ondulante, felina. Leo su deseo en sus ojos, y se me contagia. Recuerdo la imagen de Sancho lamiéndome, masturbándose ante mi y me excito más y más. No me siento culpable, si él hubiera estado allí hubiera sido mi compañero en esas aventuras, pero no estuvo. Pero ahora nada de eso importa, sólo el deseo, esa habitación tan conocida y a la vez nueva.

Él, sentado en su sillón, me mira excitado, deseoso de saber qué es lo que vendrá. Ya me conoce y espera a ver qué se me ha ocurrido. Me acerco y pongo las manos en los brazos de su silla de despacho, de cuero, oscura, con él sentado en ella, con las piernas abiertas, mirándome cómo me le acerco. Dejo mi cara a pocos centímetros de la suya y le sonrío. "Así soñabas con tenerme, no? En tu despacho, con tu secretaria fura y Sancho esperando, verdad? Y yo aquí, tu putita, como cuando chateábamos". Una de mis manos se desliza hacia su entrepierna. "Pero entonces no estabas tan tímido, tu gran polla era más descarada, verdad? Entonces no te importaba mostrarla." Rápidamente el se desabrocha el cinturón y abre sus pantalones, dejando a la vista una tremenda erección.

Mi mano aparta las suyas y toma su miembro, lo estiro sin delicadeza, lo libero de la ropa y él alza sus caderas y deja resbalar pantalones y calzoncillos hasta sus tobillos. Yo sigo recostada aguantándome con una mano en uno de los brazos de su silla-sofá y con la otra en su miembro. Él puede ver mi amplio escote frente a sus ojos, pero no hace nada por alcanzarlo, dejándome a mi marcar las reglas del juego. Por fin tengo su miembro en mi mano, en su oficina, es tal y como en los chats, en la Webcams, pero ahora puedo olerlo, tocarlo, sentir su excitación. Ahora es real.

Lo acaricio arriba y abajo lentamente, mientras le miro a sus ojos, pese a que él no puede mantener la mirada, se pierde entre mi escote y mis ojos. Yo sonrío, y me paso la lengua por los labios lascivamente. Nuestros alientos se mezclan, yo también estoy excitada, como él, y respiro por la boca entreabierta. Su mirada es una súplica por más. Le doy unas cuantas sacudidas más a su miembro y paro, me quedo quieta, mirándole. El me mira a los ojos y suspira, entiende, y gime: "Por favor". Yo sonrío más ampliamente y centro mi mirada en su deliciosa y tersa polla. Bajo mi cabeza hacia ella, me pongo de rodillas entre sus piernas, pero antes de llevármela a la boca le miro de nuevo, centro mi mirada en sus ojos y abro la boca. Mi mano lleva su miembro muy cerca de mis abiertos labios, él puede notar mi aliento, rápido, excitado, sobre la punta de su descapillado miembro. Entonces la mano que toma su gruesa polla la acerca lentamente a mi boca, mi lengua sale para recibirla, sale y cuelga de mi boca mientras la polla se va acercando, yo sigo concentrando mi mirada en la suya, y noto cuándo entrará en contacto con mi boca por cómo se le enciende la mirada.

Mi lengua acoge su miembro y lo lame como si fuera un caramelo mientra su mirada queda vacía, como en éxtasis. Finalmente, tras la lamida, la engullo y se rompe nuestro contacto visual. Ahora ya no es excitación, ahora es sexo puro y duro. La engullo y la trago hasta mi cuello, alzo y bajo la cabeza cuando siento su mano en mi cuello, forzando el movimiento. Ahora soy yo la que se pliega a su demanda y sigo el ritmo que él me marca, un ritmo acelerado de sube y baja que me impide tragar la saliva, que se escurre por la comisura de mis labios. Alzo la mirada y tomo aire, hilos de saliva unen mi boca a su sexo, mi barbilla gotea, mis labios siguen de un rojo ardiente, pero no por el pintalabios, sino por el roce, la presión.

Vuelvo a engullir y tragar, hasta que él me aprieta y me ahoga, trago hasta que queda encajada en mi cuello. Noto sus espasmos y oigo sus gemidos mientras explota y me envía su dulce simiente directamente al estómago. Alza sus caderas en un brusco movimiento que envía su sexo todavía más dentro de mi mientras se vacía. Retiro un poco la cabeza y le exprimo, quiero todo su sabor en mi, en mi boca, pero sólo unas pocas gotas de sus chorros han ido a parar a mi boca. Pese a todo, noto su sabor. La mantengo en mi boca mientras se desinfla, ahora él se relaja en su butacón, y yo también, aprovechando para exprimirle las últimas gotas y ver su mirada de satisfacción.

Finalmente me alzo, sosteniendo todavía su sexo en mi mano, acariciándolo, y limpiándome la saliva de mi cara, le reclamo mi placer con la mirada. Él me toma la cintura entre sus brazos y me abraza, me agacho y le beso, compartiendo su sabor. Pero pronto vuelvo a alzarme y él descubre mi sexo bajo mi faldita y empieza a besar y lamer mi intimidad (chorreante de mis jugos). Yo me abandoné totalmente a sus caricias, abrí mis piernas y le dejé hacer mientras me recostaba en el escritorio.

Se le veía ansioso por darme placer, excitado de nuevo al tenerme entre sus brazos, su boca ansiosa por comerme toda. Sus manos recorrían mis pechos y yo no podía evitar gemir y retorcerme. Notó mi excitación y paró, alzándose, de nuevo con su verga dura y preparada para darme placer. Le miré, sabiendo lo que venía a continuación, pero me sorprendió apuntando mi ano con su polla erecta. Yo estaba humedecida por mi chorreante sexo, su saliva, pero no tenía mi ano dilatado! Pese a todo me embistió con fuerza y me empaló de un solo golpe entre mi grito mezcla de angustia y placer, placer de notarlo dentro de mi, placer de notarlo entre mis piernas, placer de notarme llena mientras sus dedos jugaban con mi sexo.

Empezó a bombearme y casi caigo de la mesa. Desparramé papeles y teléfono cayendo sobre ella pero, a la vez, acomodándome para la debida empalada. Su juego de dedos en mi sexo era brutal, sin delicadeza, me estaba follando duro el kulito mientras me apretaba el clítoris y yo no podía dejar de chillar de placer. Estuvo dándome duro durante un buen rato mientras yo sólo atinaba a agarrarlo de las caderas y ayudarlo en sus profundas embestidas. Me corrí dos veces antes de que él se derramara y me llenara con su simiente. Su grito final fue un rugido de placer, derramándose encima mío y quedando los dos abrazados, él todavía dentro de mi.

Recuperamos la respiración y me besó comiéndome la boca, explorando con su lengua, con deseo ardiente de nuevo por mi cuerpo. Pero me desasí y empecé a componerme un poco (si no… no saldríamos de su despacho en toda la noche, y tenía hambre!!!!). "Donde me llevas a cenar?"

Oh, sí, Sancho debe estar esperándonos, teníamos mesa para… hace media hora ;-)

De repente se escuchó el intercomunicador, a través del cual la voz de la secretaria dijo: "Les importaría desconectar el audio, por cierto, ya he atrasado la reserva para dentro de quince minutos." Sorprendidos, Osmiel desconectó el intercomunicador (estaba en el suelo) y, una vez apagado, nos miramos y soltamos grandes carcajadas mientras tratábamos de arreglarnos un poco en el aseo privado del despacho.

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