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Regalo de Navidad 3 (o de fin de año)

en Voyerismo

Hola a tod@s de nuevo,

Uffff… no sé que pasa estos días, bueno, sí sé, que no tengo ganas de trabajar y me habéis inundado de mails y me habéis calentado como a una perra ;-)

Pero me encanta. Me encanta saberos excitados con los relatos, las fotos, y saberos pendientes de mi y que me preguntéis más y más, así que aprovecho para contestar a algunas preguntas de los más vagos que no han leído todos mis relatos o no se creen lo que les cuento.

Sí, soy rusa, de Volgogrado (antiguo Stalingrado), pero llevo aquí ya muchos años. Nací en el 79, por lo que ahora tengo 32, y lo considero la flor de la vida, porque por suerte tengo trabajo y soy independiente. Sólo tengo mis padres en Volgogrado, sin herman@s. Y como la homologación de títulos universitarios entre Rusia y aquí no es válida y no quiero hacer un centenar de créditos y esperar mil años a tener el título, trabajo de administrativa. Pero por suerte estoy en una empresa donde la matriz es rusa y estoy bien colocada llevando contabilidad y la relación con la matriz, porque los jefes en Barcelona son de aquí.

Sí, soy alta y con largas y preciosas piernas, pero lo que más destaco son mis prietas y duritas nalgas, aunque la mayoría de hombres sólo se queda con mis pechos. Y no, por suerte no necesito de gimnasio diario, no sé por qué pero puedo comer lo que quiera y más o menos estoy siempre igual.

Me encanta ser un poco provocativa, lo que también puede atraer problemas, pero por suerte, aquí en Barcelona, eso no es común y puedo disfrutar bastante. La lástima es que la mayoría de hombres no atiende a sutilidades y caen rendidos sin hacer nada (sois muy simples, lo siento, hablo en general, por supuesto).

Sólo vistiendo mínimamente sensual ya os cae la baba, así que no tengo dificultades para encontrar amantes ocasionales. Eso sí, hay que tener cuidado e imponer siempre el preservativo, que lo de las enfermedades me da mucho miedo. Por eso, cuando cuento las experiencias, veréis que no todas responden “estrictamente” a la realidad, son situaciones donde exagero el morbo o me recreo especialmente, pero soy realista y en las situaciones reales a un desconocido nuca le dejaría derramarse en mi sin preservativo.

Pero… pero debo reconocer que las situaciones explicadas se basan en hechos reales, en experiencias vividas más o menos. Sí, tuve problemas con un antiguo trabajo, sí, tengo admiradores que me hacen regalos, pero no me considero una puta, algo aprovechada sí, pero sólo asó he conseguido tener lo que tengo hoy y poder disfrutar de la vida como lo hago. Yendo a currar cada día, pero sin pasar privaciones y viajando cuando me apetece. Al fin y al cabo, si a algún hombre le apetece regalarme una joyita o un reloj de vez en cuando no puedo impedírselo, verdad?

Pero no follo con todos ni mucho menos, creo que si lo hiciera no tendría ni la mitad de regalos ni de admiradores ;-). Sonrío, me contoneo, algún roce furtivo y… y la mayoría se corren en sus pantalones sin llegar a más. Creo que lo de la eyaculación precoz está más extendido de lo que se cuenta, o tal vez los impresiono demasiado con mi sonrisa insinuante y mi mirada directa. Quien sabe?

Pero lo cierto es que estos días de poco trabajo me he dedicado a acabar algunos relatos de situaciones (sí, tengo pendiente el final de “Partido”, pero es que me costará escribirlo porque fue una situación un poco dura para mi, pero lo tengo a punto). Y la avalancha de mails y comentarios… bueno, me ha hecho estar mojadita todo el rato. Por cierto, mucho mail pero pocos comentarios o votaciones en la web ;-) Bueno, da igual, no publico para demostrar nada a nadie, sino para que me contéis cómo os excito o lo que mis relatos o imágenes os han… provocado ;-)

Lo cierto es que se nota cuando se da una de estas temporadas en que me ponéis caliente. Hoy, por ejemplo, sin pensarlo ni buscarlo, al vestirme en casa, al salir de la ducha desnudita e ir a escoger la ropa, sin premeditarlo, me he vestido bien provocativa, hasta Juan se ha dado cuenta y me lo ha comentado (él quería saber si tenía algún ligue nuevo, pero no es sólo uno, sois todos vosotros).

Primero he tomado unos leggins de lanilla y me los he enfundado en las piernas. Tienen cintura baja y me los he encasquetado mercando mis labios (entonces todavía secos), sé que a lo largo del día mi humedad marcará una mancha en ellos, pero como son oscuros no se notará demasiado. Sí, no me he puesto tanguita, ya lo sé, pero es que no me he acordado.

Después, enfundada en esos leggins que marcaban mi conchita y delineaban perfectamente los cachetes de mis nalgas (los he metido por detrás para que marquen bien), he seleccionado una camisa muy femenina, con amplios ojales en plan años sesenta, amarillo pastel clarito, con un profundo escote (oh! De nuevo he olvidado el sostén, si seré desmemoriada). Queda justo en mi cintura, con lo que sólo con leggins y camisa se abre el pico de abajo y deja ver mi ombliguito. Después he seleccionado una minifalda de vuelo, de colores alegres (rojo, verde, amarillo…) corta sólo hasta un poco más arriba de medio muslo, así que es sencillo, además de por su transparencia, que al ser de vuelos se alce y permita ver mis nalgas o hasta mi marcado chiochito.

Un chaleco abierto, negro, completa mi atuendo, oscuro. Y entonces me he sentado en la cama para seleccionar el calzado. Mejor unos botines que se abren en los tobillos como una flor o unas botas altas hasta casi las rodillas? Ahora están de moda las botas altas, pero aunque sea para llevar la contraria, he tomado los botines de alto tacón de aguja porque realzan más mis piernas.

Entonces he repasado en el espejo cómo me quedaba todo. Nada especialmente provocador, pero un conjunto claramente sensual o… tal vez algo más, pues la pollita de Juan se marcaba descaradamente al mirarme. Sí, decididamente, ese es el efecto que quería causar.

Un colgante que cae entre mis pechos completa perfectamente la sensualidad. Sé que verlo ahí, acariciando entre mis pechos, a más de uno le vuelve loquito ;-). Reloj, abrigo largo burberry, bolsito de pedrería y a la calle (hace frío hoy en Barcelona por la mañana).

En el metro me quito siempre el abrigo, es una costumbre, no sólo por excitar. Desde pequeña estoy acostumbrada a las calefacciones fuertes y que hay que desvestirse al entrar o vestirse al salir para no resfriarse (los que hayan ido a Rusia lo entenderán). Así que espero al metro con el abrigo colgando del brazo. No lo puedo evitar, miro alrededor y me complazco de las miradas y algunas sonrisas (deberían pagarme por alegrarles el día, no?). Pero a esa hora, en 30 de diciembre, la gente está allí por obligación, medio dormidos, y nada más (aunque creo que agradecen la vista).

Entramos en el vagón pero no hay apoelotonamiento, somos pocos los esclavos que hoy tenemos que trabajar, no es como otros días, y en Barcelona son bastante educados y se evitan los roces si no es imprescindible (lástima, con lo que lo estaba deseando). En el pasillo pienso si sentarme o quedarme de pie, no son demasiadas paradas, pero mejor me siento al lado del pasillo.

He acertado, al sentarme la falda ha quedado abierta y noto el asiento bajo los leggins, cruzo mis piernas y apoyo el abrigo al lado mientras tomo el móvil del bolsito y lo enciendo. Disimuladamente veo ante mi a varios hombres mirándome, hago como que me concentro en el móvil, pero sus miradas recorren mis piernas. Con un gesto indiferente permito que el chaleco se abra y veo que el del asiento justo enfrente, al otro lado del pasillo, clava su mirada en mis prominentes pezones (se están endureciendo, me estoy calentando).

En la plataforma de la puerta dos tipos charlan sin mirarse entre ellos, me miran a mí. Introduzco el pin mientras, de reojo, observo su mirada cuando descruzo las piernas y las dejo reposar, alargadas, a lo largo del pasillo, como bostezando y estirándome como una gatita. Mi falda se retrae y seguro que… ahora, ahora han visto cómo se me marcan los leggins, lo he notado por su estremecimiento y la consecuente mirada de sorpresa. No les dejo disfrutar mucho, uniendo las piernas las retraigo doblándolas por las rodillas, pero me incorporo marcando los pechos. Bloqueo y guardo el móvil (me sé el centro de sus miradas y lo disfruto).

Durante el viaje no dejo de lucirme, provocando. Tomo el colgante entre mis pechos, lo miro, lo limpio como si tuviera una mota de polvo y lo vuelvo a dejar deslizar entre ellos quedando justo por debajo del escote, que abro un poco como para querer lucirlo (sin maldad). Me preparo, me levanto, aliso mi falda (marcando nalgas hacia ellos).

El que estaba sentado también se ha levantado, paso a su lado restregándome, la manita de mi bolso acaricia sin querer (sólo muy ligeramente) su entrepierna. Sonríe cortés y busca el contacto, pero ya llega tarde. Sigo, los dos de la plataforma me hacen sitio para que pase, pero una sacudida del metro en el frenazo final hace que me resbale un poquito y tope con ellos. Me disculpo con una sonrisa y salgo.

Hombres detrás de mi, a mis lados y delante. Me acerco a las escaleras mecánicas donde se produce un ligero embudo de gente. Avanzamos lentos. Ya en las escaleras estamos bastante juntos, así que cuando me agacho para recoger algo que me ha caído mis nalgas se rozan con el hombre de detrás, aprovecho para ponerme bien los leggins en los tobillos, pero el caballero no aprovecha.

Llego a la oficina, aquí todos me admiran (siempre lo hacen), pero aquí no provoco, no quiero problemas, aunque vengo caliente. Consulto mails de trabajo y lo tengo todo controlado rápidamente. Entonces, en una pausa, aprovecho para conectarme al gmail (sandrahotbcn@gmail.com). Craso error, porque vuestros mails me calientan y mi olor empieza a ser muy presente en mi puesto de trabajo (mi flujo huele fuerte, ya sabéis). No me toco, no quiero locuras aquí, y menos tan de mañana, pero estoy caliente.

Decido escribir un poco para ver si me calmo. Hoy no contaré experiencias, sólo aprovecharé para contestar las dudas de varios mails y así no tener que escribir lo mismo a cada uno (no me gusta el cortar y pegar, aunque a veces reconozco que lo hago, pero si puedo, lo evito, me parece una falta de consideración no escribir individualmente a cada uno).

Pasa la mañana entre lo que escribo y el trabajo. Voy a desayunar. Hoy he quedado con Don Fermín, de una oficina del edificio, es un vejete muy amable con el que a veces tenemos que tratar por temas de finanzas. Siempre me mira con deseo y yo le dejo que me haga la corta. Algún que otro día hemos ido a comer o desayunar, pero siempre con mi jefe, esta vez coincidimos en el ascensor y me invitó. Pero es un mal día, voy tan caliente…

Le he llamado y me recoge abajo en la entrada. Me ve bajar por el ascensor transparente, supongo que se debe regalar la vista, pues me he acercado a la puerta para que me haya podido ver ;-). Me ofrece el brazo y yo se lo tomo, aunque no es especialmente cómodo, es como una cabeza más bajo que yo, y le hago ir con el brazo alzado. Mejor le doy dos besos en las mejillas (con lo que tiene una buena vista del escote) y me deshago del brazo (rozando mis prominentes pechos).

Salimos sonrientes a la calle. Es panzudo y mayor, pero muy ocurrente y simpático. Siempre hace bromas con doble sentido, pero cuando se trata de negocios es muy serio y siempre responsable, nunca hemos tenido ningún contratiempo con él, y lo cierto es que la relación ha sido buena para las dos empresas.

Me propone un restaurante de la zona, pero sólo es un desayuno. “La comida más importante del día”, dice, y me dirige allí paseando. Me halaga y me dice que voy muy guapa, pese a que me he enfundado en mi abrigo y no ve ni mi figura, es muy cortés. Al llegar al restaurante me quito el abrigo, él me lo descuelga de los hombros galantemente y se lo da al chico de la puerta. Después él se quita el suyo mientras me mira de arriba a bajo y sonríe.

Pasamos a la sala, donde nos atienden en mesas ya preparadas para la comida. Él ordena unos vinos y yo le reprendo, es demasiado pronto, yo sólo quería un café y listo. Pero es fin de año, él quiere un desayuno de cuchillo y tenedor y lo cierto es que tampoco estoy apurada por el trabajo pendiente en la oficina.

Para iniciar la charla tratamos algo de negocios, del planteamiento del año y eso. Ellos gestionan nuestra tesorería y a veces financian, por eso es de lo más natural comentarlo (aunque no está mi jefe, ya sabe que esos temas los llevo yo). La copita de Viñaesmeralda pasa como un suspiro, pero noto como mis mejillas enrojecen y me llevo las manos a las mejillas. “Uy, ves como era demasiado pronto?”, nada, hay que saber comer. Pero mis manos en las mejillas hacen que mis brazos aprieten mis pechos, que resaltan ahora sí descaradamente mientras él se regodeas la vista.

Estoy cachonda, y sé que Don Fermín es de confianza, nunca he pensado mal, pero me encanta cómo me mira el vejete ;-) Así que estoy cómoda y me dejo piropear y halagar. “Se lo contaré a su mujer”, le digo mientras le doy un cachete amistoso. Sonríe y vuelve a los negocios sobre el 2012. Yo también me centro. Vamos bien y no tenemos problemas, pero hay un par de operaciones gordas por delante que si salen… y la Mobile World Capital y…

-       Y tú? Cómo estás en la empresa?

Bien, estoy realmente bien. Bueno, siempre se puede cobrar más, pero aquí puedo hacer bastantes cosas, me noto útil y no sólo la secretaria bonita, llevo relaciones con Rusia, con algunas grandes firmas, contabilidad, gestión… no me puedo quejar (y menos con las perspectivas económicas de 2012. Me siento segura y confortable, y así se lo cuento. Hipoteca, pero la cubro bien con mi sueldo y no temo peligrar el trabajo, lo cual ya es mucho.

Parece que se lamenta, será malo! “Tal vez te hubiera gustado poder ofrecerme algo?” le digo pícara con la copa en la mano y abultando mis pechos. “Me hubiera encantado. Qué colgante más precioso” y alarga la mano y lo toma de entre mis pechos (es lo más atrevido que ha hecho nunca y realmente me sorprende, no lo esperaba). El tacto de su regordeta mano ha sido tan suave que casi ni lo he sentido, un suspiro, ha tomado la cinta del colgante y lo ha sacado para verlo. Su mano cerca de mis pechos, me he quedado parada sin reaccionar y él satisfecho con la reacción. Pero al extraer el medallón de entre mis pechos sí me ha provocado reacción, mis pezones están duros, casi se ven las aureolas por el amplio escote, pero él casi ni me ha rozado.

Descaradamente decido vengarme, me muevo adelante para que el anverso de su mano quede sobre mis pechos mientras contempla el medallón y le sonrío: “es un regalo”. “Cartier, un buen regalo” dice mientras lo vuelve a dejar reposar en mi escote y retira la mano, ahora sí, acariciando con el anverso (provocado por mi). Sus dedos rozan finamente mis pezones, que se sobresaltan (maldita sea mi cachondez!).

Se me arrima mientras asalta las navajas. Sorbe las navajas mientras me mira a los ojos. “Qué ha pasado hoy?” me pregunta finalmente. “Nada, por?”. “Te veo más… sensual de lo habitual, seguro que no ha pasado nada?”. Le exprimo un poco más, me comenta que estoy preciosa y algo… acalorada, por lo que finalmente le cuento que he tenido muchos mails calientes de amigos. Su reacción es inmediata. No le cuento lo de los relatos, le podría dar un infarto, pero sí que tengo amigos que me envían mails algo subidos de tono y que… y que una no es de piedra! Rápidamente pasa a inquisidor y no puedo evitar contarle algún que otro comentario o que me enviáis fotos de lo que os… provoco.

Le digo que sólo quedo con alguno muy de vez en cuando, y sólo cuando lo conozco de hace tiempo y estoy en confianza. Le digo que es un momento delicioso cuando nos vemos en real por primera vez, sabiendo todas las guarradas que me han dicho y enviado. Cuando descubren que soy real, con estos labios brillantes, mirada pícara o cuerpo de infarto (que es lo que tendrá él si sigo por ese camino!).

Se me acerca más y más con cada confesión, con lo que me desato y lo voy calentando hasta extremos límite. Finalmente toma una copa de golpe y la vacía, le veo acalorado ahora a él, suda, pero quiere más. Yo me siento encantada y también me acerco a él. Les encantan mis pechos, sabes? Les vuelve loquitos el imaginar sus duras pollas en mi canalillo y a mí subirlos y bajarlos acariciándoselos. Me estoy pasando, lo sé, pero es que se derrite. Ahora estamos muy cerca, el uno contra el otro y casi le hablo a la oreja mientras su mirada se pierde en mis deliciosos pechos. Y cuando leo sus mails mis pezones se hinchan y se ponen super duros, le confieso mientras me separo y tomo la copa (yo también necesito refrescarme).

Un camarero se acerca y nos vuelve a llenar las copas, la botella se ha vaciado y Don Fermín con la mano le pide otra. No hablamos en la espera, nos la traen, la descorchan, nos rellenan las copas y se va. Entonces tomo un cubito de la cubitera del vino y lo paso por mi cuello. “Uffff… creo que el vino se nos ha subido a la cabeza, no? O… a otros sitios” digo sonriente mirándole su hinchada entrepierna.

Supongo que eso le hace pensar y recoge su pierna bajo la mesa (estaba sentado a mi lado cara a mi, y de ahí el primer plano de su entrepierna). Yo río sin pudor, Jajajajjajaa… mientras el cubito se deshace en mi cuello (y tras las orejas), lo devuelvo a la cubitera y me remojo con el agua derretida (sí, mejor bajar un poco la temperatura).

-       Ufff… vaya, eres tremenda, me has descolocado totalmente

-       Ahora es el momento en que debo darte mi CV? Jajajajajaja…

-       O en que yo debo sacar una joyita de regalo de fin de año? Jajajajaja…

Río, porque lo dice sin malicia. Le acaricio la prominente calva y tomo la copa. Brindamos por el año nuevo “y por la deliciosa picardía de una mujer bellísima”, añade. Bajo las pestañas recatadamente. Pero no puedo evitar volver a ver su entrepierna, ha vuelto a sacar la pierna por el lateral para sentarse más hacia mi, lo ve, lo miro, río descarada, y el ya no vuelve a la posición bajo la mesa. “Qué quieres, me has puesto a mil. Y qué mas haces con esos amigos especiales?”.

Le cuento que sólo nos escribimos e intercambiamos algunas fotos. Yo soy recatada y sólo envío algunas sensuales, pero sí le cuento que en las sensuales es fácil que mis pechos se vean claramente, luzco mis largas piernas o mis prietas nalgas (con lo que estiro mis piernas bajo la mesa y las acerco a él, manteniendo el contacto). Fijo mi mirada en su entrepierna conforme hablo. Él bebe y no se inmuta, bueno, sí se inmuta, pero no se cubre.

Pero le cuento que algunos me hacen ofrendas, devolviéndome mis fotos con ellas, se filman cuando se excitan y… se corren sobre ellas y me lo mandan… cosas inocentes, le digo mientras alzo mi vista de su prominente bulto a su cara. Su mirada se centra en la mía. Les encanta cuando les describo cómo hago una mamada, cómo tomo su sexo y me acerco, digo mientras me acerco a él, mirada con mirada, a pocos centímetros. Mi mano se desliza hacia su rodilla, la acaricio suavemente. “les miro a los ojos cuando estoy de rodillas ante ellos”. Le aprieto la rodilla con mis largos y delicados dedos. “Sonrío y me relamo” le digo mientras lo hago y él puede notar mi olor, el brillo de mis labios húmedos. “Y entonces acerco mi boca a su duro sexo” y mi mano asciende por su muslo lentamente, acariciando y presionando en su avance. “Saco la lengua y juguetonamente lamo la puntita, trago y noto su sabor, me encantan los diferentes sabores de cada uno” le digo soltándole el aliento a la cara. Está totalmente paralizado ante mí.

En ese momento creo que todo su universo se centra en mi mirada, mi olor y mi mano en su muslo, que sigue su lento avance de caracol. “Trago y les sonrío, y entonces, lentamente, acerco mis labios a la punta y el momento mágico es cuando entran en contacto, se abren como una flor y engullo lentaaaamenteeee, trago y acaricio con la lengua siempre presionando la puntita” y mi mano hace contacto con su bulto. Sin interrumpir el ritmo, sigue con su lento avance acariciando y presionando. “Subo y bajo por el falo sin dejar de mirar a sus ojos, disfrutando del momento, hasta que derraman su simiente en mi boca” y noto cómo mi mano se cubre con su humedad a través del pantalón, yo sigo acariciando y presionando. “A muchos les gusta entonces que les exprima los huevos” y le aprieto “y retenga su leche en mi boca, para luego retirarme y abrirla mostrándola sobre mi lengua, la trague y les muestre mi boca limpita y luego les acabe de limpiar hasta dejarlos relucientes”.

Le he exprimido y ahora respira agitado tratando de recuperar el ritmo cardíaco. Me separo, llevo mi mano a la nariz y huelo profundamente. Saco mi lengüita juguetona y me limpio devorando aquella sensación. Luego le sonrío y tomo un sorbo de vino, él todavía congelado. “Te ha gustado la experiencia?” le pregunto. No dice nada, sólo alarga la mano (le tiembla, qué dulce), toma la copa y se la lleva a los labios. La vacía y se sirve de nuevo. La vacía y ahora sí se acuerda de llenar la mía y la suya. “Joder! No se si voy a resistir más desayunos contigo!”. Reímos.

Va al baño y… tarda un rato. El restaurante es grande y no oigo ni siquiera el aire caliente en el baño mientras trata de secarse la mancha de su pantalón, supongo ;-). Yo aprovecho y como un poquito más disfrutando del vino helado (aromático y suave, me encanta). Vuelve a la mesa y decide pedir la carta, parece que empalmaremos desayuno y comida, pero ya me parece bien, si no fuera… si no fuera porque estoy muy cachonda (se dice así?).

Me disculpo y voy yo al baño, me saco mis empapados leggins y también los seco (qué os creéis, no soy de piedra). Vuelvo a ponerme los botines sin los leggins 8el suelo está frío). Me siento en la taza, me relajo y me acaricio dejando volar la imaginación. No es un gran orgasmo, pero necesitaba relajarme o habría hecho una locura. Enrollo los leggins secos y los meto en mi bolsito de pedrería (sí, en esos minúsculos bolsitos caben muuuuuchas cosas).

Salgo del baño y me acerco a la mesa contoneando las caderas. Rápidamente se fija en la ausencia de mis panties. Me siento cerca de él, le tomo la mano y la pongo sobre mi muslo, no soy de piedra, sabes? Yo también he tenido que aliviarme. No separa la mano de mis piernas ni mientras ordena la comida, yo dejo que pida por mi (tiene buen gusto no sólo en el vino).

-       Por cierto- le digo acercando mi boca a su oreja – no llevo tanga.

Y vuelvo a mi posición inicial desde la que observo sus ojos como platos. Su mano asciende por mi muslo y llega a mi entrepierna, sus dedos exploran mi depiladito coño y yo las abro para facilitar su acceso. Hunde sus dedos en mi flor y yo las cierro indicándole que se retire, porque llega el camarero. Lo hace (supongo que con gran pesar) y mientras nos sirven el me huele y se limpia en la servilleta. Empezamos a comer en silencio, pero le miro y los dos reímos como adolescentes.

Durante la comida no puedo parar. Le comento que me encanta ir sin ropa interior, pero que con el frío que hace tendré que volver a ponérmelos antes de salir. Él lo entiende, pero me pide disfrutar de esa comida así. Le complazco y soy generosa con el escote. Disfruta de la comida y de la compañía y de las vistas. Reímos y nos lo pasamos bien.

Cuando pide los postres comenta que querría algo que no está en la carta, pero le miro juguetona reprobadora y hago como si le diera un cachete. Las fresas Strogonov con su dulce salsa están de vicio y las como sensualmente. Me mira con deseo y, consciente de lo que hago, dejo que una gotita de la cuchara caiga sobre uno de mis pechos mientras le miro a los ojos. Con un dedo me la limpia y se la lleva a la boca lamiendo y disfrutando del dulce. Perverso, le digo, traviesa, me responde. Hace como que va a acabar de limpiarme con la boca, pero río juguetona y me limpio con la servilleta repeliéndolo.

Con los cafés vuelvo a palpar su muslo y casi derrama el café sobre la mesa. Da un sorbo de su copa de armagnac para serenarse. Yo me acerco y acariciando de nuevo su bulto le digo a la oreja que me ha encantado este desayuno-comida, que lo he disfrutado. Que algún día tenemos que quedar para una COMIDA. Su mirada perdida en mis pechos. Le aprieto la pollita y me levanto. Para recoger mi bolsito me pongo de espaldas a él y lo hago caer al suelo. Su mano acaricia el interior de mis muslos, cerca de su cara. Sube rápida mientras yo me agacho sin flexionar las rodillas y recojo el bolso sin inmutarme, sólo un pequeño respingo cuando sus dedos se hunden en mi mojada almeja. Me incorporo y voy al baño, ha sido un último regalo antes de cubrirme.

Vuelvo y ya ha pagado, así que tomamos los abrigos y caminamos hacia nuestras respectivas oficinas. “Subes y te enseño la planificación de 2012?”. Le miro reprobadora, mejor otro día, hoy han sido demasiadas experiencias, no crees?

Estoy segura que por reyes me hará un buen regalo y tendremos que ir a celebrarlo en una COMIDA, no creéis?

Besos perversos a tod@s, una feliz entrada de año y nos vemos en 2012.

Sandra

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