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Expedientes secretos X (I)

en Parodias

01 de octubre, 13:29 horas.

Escuela Secundaria México Independiente

Laboratorio de química.

Ciudad Netzahualcoyotl

Hilda aparentaba más de los dieciséis años que llevaba encima. Su cuerpo estaba bastante desarrollado y se encontraba en el momento preciso en que todo es frescura y florecimiento. Su falda del colegio, que era bastante corta, dejaba ver a detalle un par de piernas infinitas que eran presagio de unas nalgas portentosas. Como había salido un poco temprano, ya se había desfajado la blusita blanca del uniforme y eso hacía que la cintura se perdiera un poco, sin embargo, el buen conocedor sabría del valor que tenían ese par de tetas que se apretujaban a la fuerza dentro de esa blusa que notoriamente era de una o dos tallas menores. Esta chica no era del todo inocente, de hecho cada botón de la blusa se tensaba provocativo y las calcetas levantadas hasta la rodilla eran, más que trampas del sistema educativo para enfriar los deseos adolescentes, una especie de lencería muy morbosa.

El laboratorio estaba a oscuras. Los ajustes presupuestales de la escuela eran rígidos con el ahorro de energía, sin embargo ello no representaba problema para ella, que conocía bien el sitio. No obstante ello, estaba hartándose de buscar a la persona con quien se había citado. Por un momento pensaba que estaba jugando unas escondidillas poco divertidas.

"Hola.. " Gritaba. "¿Hay alguien ahí?, si no sales en este instante me marcharé. Tengo prisa, quiero ir al cine después de comer y esto me está retrasando, y sabes que me choca llegar tarde."

A su cuestionamiento le siguió un silencio. "¡Me voy!" dijo con irritación, pero al darse la media vuelta ahí estaba quien ella esperaba.

"Me has dado un susto. Explícame, a qué tanto misterio" La respuesta fue una mano que se dirigió a su pecho izquierdo y otra a su sexo. "Esto si que es nuevo" dijo Hilda. La mano que estaba en el sexo comenzaba a moverse con gran habilidad, a tal grado que de forma casi inmediata aquella raja era una verdadera selva tropical. Los pechos de Hilda se pararon más de lo que ya estaban, si eso fuera posible, mientras movía su cadera en sentido de aquellos dedos que jugaban con los labios de su sexo, envolviendo en un tacto muy sutil el clítoris. Hilda jadeaba "Siempre sabes que hacer con un cuerpo de mujer". La mano del pecho dejó de asirlo para pasar a tomar el cilindro vergoide que estaba en medio de las piernas del acompañante, quien jugó un poco con la entrada de la hendidura de Hilda, para luego dejarse entrar palmo a palmo, vena a vena, con esa verga incombustible.

Así estuvo el ir y venir, la pantaleta hecha a un lado, completamente mojada, mientras el órgano se metía furioso. "Me encanta" decía la penetrada. "¿Por qué la sacas?, ¿Te ha atacado la locura?, ¿Qué traes en la mano?, ¿Espera, por qué me lo metes?, Bueno, de hecho se siente muy bien, méteme otra vez esa lindura de palo, empújalo todo hasta adentro, quiero que se meta muy bien eso que me pusiste.

De rato, la persona que estaba con Hilda se separó bruscamente de ella, guardó el falo entre sus ropas y se dirigió a la puerta del laboratorio con intenciones de salir. Hilda reclamó, "¿Pero por qué me dejas a medias?". Fue lo último que dijo, se escuchó un sonido inusual, y su cuerpo comenzó sencillamente a estallar.

 

01 de octubre, 15:00 horas.

Hotel Marriot Aeropuerto

Ciudad de México.

Estaban en la barra de registro Fox Mulder y Dana Scully, ambos con maletas algo abultadas.

"Creo que la Ciudad de México te encantará, Scully" Dijo Mulder con una sonrisa irónica al ver los ojos de Dana sumamente irritados por el smog. Dana contestó, "Salvo que tengan una tina de baño en que una pueda dormirse y descansar, no creo que esta ciudad me sorprenda". Mulder se le quedó viendo fijamente, y tal cual si ello hubiese sido una invitación, Daba contestó con algo de cansancio la pregunta no formulada, "No pienso moverme de este hotel Mulder, suficiente tuvimos en Caracas, y el hecho de que la aero línea no haya tenido vuelos para hoy no me pone feliz, no obstante que el hotel vaya a ser gratis, están disponiendo de un día de mi vida Mulder", y éste contestó, "Precisamente Scully, ¿hace cuando que alguien no dispone de tus días?". Dana hizo una mueca, y hubiera contestado a no ser que el encargado de la recepción les preguntó:

"¿Van a querer la suite matrimonial?"

"¡No!" dijeron al unísono. "Solamente una suite que sea cómoda y que cuente con computadora" dijo Mulder, "Para mí la que tenga la bañera más cómoda", dijo Scully.

"Casualmente las habitaciones que piden son contiguas. ¿Grandioso, no?" Dijo el encargado. Ni Fox ni Dana le contestaron. Ya en el ascensor Dana comentaba "Me molestan los tipos que de tan hospitalarios rayan en la falta de respeto", Mulder dijo, "No lo juzgues, nos vio discutiendo y pensó que éramos un matrimonio."

Antes de entrar a cada habitación, Dana preguntó, "¿Para qué quieres una computadora Mulder?",

Éste contestó, "Recibí un mensaje en el localizador, no sé de que se trata, pero puede que no sea casual que estemos en esta ciudad". Scully hizo un gesto de cansancio seguido de una sonrisa voluptuosa, como diciendo, "ya veo, nos quedaremos más tiempo aquí".

Aun no se había metido a bañar Scully cuando recibió un telefonema; "Soy yo, Mulder". "Claro que eres Mulder, ¿quién más sabe en que habitación estoy hospedada?", "Tienes que ver esto Scully".

Al entrar a la habitación de Mulder, éste le mostró la pantalla de la computadora. "Mira Scully, puede que aquí tengamos un caso para los expedientes X. Tendremos que dirigirnos a Ciudad Netzahualcoyotl."

"¿Ciudad qué?, ¿Qué tan retirado está de aquí?"

"No muy lejos Scully, forma parte de la zona conurbana de la Ciudad de México, es muy grande y muy pobre, los índices de delincuencia son los más altos en este país"

"Brillante. ¿Qué haremos ahí?"

"Hace una hora una chica estalló en una escuela pública. Hizo blum, sencillamente."

"Eso no es posible, Mulder"

"Pues en este país lo fue. No tenemos autoridad aquí pero podemos arreglarnos con la policía. Los datos adicionales que recibo son que el sistema penitenciario estadounidense ha diseñado un artefacto que ha sido llamado, la semilla. Es el sueño de todo director de prisiones. Se introduce una partícula del tamaño de una semilla de girasol, la que se enquista en el vientre del reo. Cada semilla tiene un código particular. Si el reo intenta escapar, el sistema puede seleccionar la frecuencia del preso y mandarlo a volar en cualquier parte del mundo en que se encuentre."

"Pero eso es ilegal"

"Nadie lo niega Scully. Lo cierto es que existe. Hay en la Ciudad de México un mercado negro muy poderoso, uno de ellos es el Mercado de Tepito, dónde se dice que puedes comprar una bazooka sin muchas complicaciones"

"... Y el gobierno cree que han sido robadas algunas semillas y traídas hasta acá"

"Eso sería lo más sencillo de creer. A no ser que el proyecto semilla ha sido liberado apenas la semana pasada, por lo que no hay forma que hubieran podido robarlas"

"¿Cuál es el problema?"

"Algo más grave Scully. Puede ser que las estén fabricando."

"¿Crees que la chica que explotó haya sido víctima de una semilla?, ¿Por qué una estudiante de una escuela marginada de una ciudad como esa que dices, Mulder?

01 de octubre, 18:00 horas.

Escuela Secundaria México Independiente

Laboratorio de química.

Ciudad Netzahualcoyotl

Luego de las dificultades para simular que los dos agentes estaban ahí para apoyar en la investigación de este tipo de casos, al cual refirieron como "producidos por un asesino serial que tal vez esté en México", todo comenzó a transcurrir en la normalidad de la investigación. El comandante de la policía, entrenado para aprehender vándalos y delincuentes callejeros, se encontraba un poco incapacitado para ventilar el caso de una chica que explota. Por ello vio con buenos ojos la intervención de Mulder y Scully, aunque esto no era oficial.

Les fue franqueado el paso a la escena del crimen. "Mira esto Scully", ella miraba una mesa de laboratorio con unos vasos de vidrio manchados con un poco de algo que sería seguramente sangre. Mientras que otros instrumentos de laboratorio estaban hechos añicos, un embudo sin trompa, una pipeta rota. "Sólo se rompieron los utensilios de cristal. Los de vidrio permanecen como si nada"

"Es comprensible Mulder, los vasos de vidrio tienen mayor grosor"

"Tienes razón. Pero si creemos que la explosión proviene de una semilla, esta explosión produce un impacto en la atmósfera que los termina por reventar, por reventarlos a todos, no sólo a los de cristal. ¿Ves ese mortero? Es más grueso que cualquiera de los vasos, y sin embargo está totalmente roto. Parece que aquí hay algo más que semillas."

Fuera de esos detalles, no había nada anormal, salvo la silueta dibujada de la chica muerta y una mancha de semen en el suelo, misma que Scully colocó en una caja de petry, para examinarla.

01 de octubre, 21:00 horas.

Hospital de zona número 1

Depósito de Cadáveres

Ciudad Netzahualcoyotl

Dana se dispuso a realizar la autopsia, se puso el cubre bocas, los guantes de látex, la bata verde del hospital, echó a andar la grabadora:

"Dana Scully, reportando autopsia. ¿Motivo de la misma? Determinar las causas del deceso de la joven Hilda Alfaro, dieciséis años de edad, muestra abertura del cuerpo que parte de la zona umbilical hasta la clavícula, separando su cuerpo como una horquilla, o más bien como un diapasón. La lupa demuestra que el cuerpo de la chica no fue cortado por una sierra o instrumento punzo cortante, los bordes entre una parte y otra lucen redondeadas, tal como si no hubiesen sido motivo de separación. Suena increíble pero pareciera que las células del cuerpo de la chica se convirtieran de repente en imanes de la misma polaridad, separándose violentamente. La evidencia química demuestra que la chica tuvo relaciones sexuales justo antes de estallar. Su interior muestra algún tipo de excoriaciones o reacción alérgica en mínimo grado producidas quizá por la introducción de látex en la vagina. El semen encontrado en el suelo del laboratorio corresponde al que se encontraba depositado en la matriz de la joven. En el punto de quiebra no se advierten señas de explosión de fuego, de hecho los órganos sexuales internos están intactos, el estómago también. No me explico como pudieron introducirle cualquier artefacto, salvo que llevara con él ya algún tiempo. No hay señales de forcejeo, acaso pedazos de cuero cabelludo muerto en sus uñas, pero corresponden a ella misma, probablemente se rascó la cabeza con violencia antes de estallar. Uno nunca entiende la muerte, poco importa que la chica esté bella o que no lo hubiera estado, está muerta, y esta autopsia sólo acrecienta mis dudas respecto de los métodos de su ejecución."

02 de octubre, 11:30 horas.

Panteón Municipal

Ciudad Netzahualcoyotl

Mulder y Scully se presentaron al entierro de la joven. Por obvias razones el cuerpo iba a ser enterrado de inmediato y con cajón cerrado. El motivo de la visita era ver, fuera de la escuela, quienes eran los asistentes a esa ceremonia, e identificar a aquellos que lucieran más consternados, que serían en todo caso los afectos más cercanos de Hilda.

Los padres ignoraban todo respecto de su hija, se negaron a atender cualquier comunicación y sufrían de verdad más por el hecho de saber que su hija había tenido sexo a los dieciséis que por la muerte misma, ello en un acto realmente ridículo.

De entre la multitud, ubicaron a un muchacho que se encontraba retraído, un poco lejos del grupo de entierro, pero más afligido que ninguno. Algunos estudiantes estaban por ahí contando chistes verdes y aprovechando la ocasión para faltar a clases, algunos fingían consternación, más sin embargo el más apagado era aquel chico que, enfrentando al ridículo, había rentado seguramente un traje negro, para despedir a Hilda, y si se acercó al pozo fue para echar en él una rosa roja.

Mulder y Scully lo interceptaron al final, y pidieron hablar con él, quien estuvo dispuesto a contar lo que sabía.

"¿Era muy amiga tuya?" Preguntó Scully, sonando tan dulce como una madre, afligida de verdad, conmovida de que la chica pereciera tan joven y en la forma tan horrible en que lo había hecho. El chico calló. "¿Era tu novia?", continuó Scully. "¿La pretendías seriamente?" cuestionó Mulder una vez que percibió que la relación entre la chica y el joven existía más bien en la mente de él. Después de todo Armando, que era el nombre del muchacho, estaba en la edad de tener fantasías amorosas, cultivar amores platónicos, sacrificarse por amor, hacer el ridículo por amor. El chico asintió con la cabeza.

"La hubiese querido siempre. Vale decir que estaba enamorado de ella desde el preescolar, desde la guardería, supongo." decía Armando.

"¿Qué tanto pudiste demostrárselo?" preguntó Mulder.

El joven sonrió nostálgico. Luego se sonrojó un poco. Luego puso cara como de luchar con el dolor y vencerlo parcialmente. Dijo en medio de una mueca, "Tendría que contarles intimidades. Si no les incomodan, les diré"

Fox dijo que no y Scully también dijo que no tenía reparo en escuchar esas intimidades, sin embargo, el cuerpo de la agente lo dijo todo, volteó la cara para no ver al chico contar su narración, cruzó sus brazos y sus piernas. Se convirtió de piedra.

"Fue en un campamento, hace dos meses y medio aproximadamente. Fuimos al Cerro del Ajusco a acampar un sábado. Fueron algunos maestros y padres de familia, sin embargo el lugar es tan grande y a la gente le importan tan poco las cosas que hubiéramos podido hacer un sacrificio humano ahí mismo y nadie se hubiera quejado. Nosotros lo que queríamos era tener sexo, a eso íbamos. Y nos quedaba claro que las chicas también irían a eso, pues el paseo fue de noche, que es cuando menos se disfruta del paisaje, salvo que te embobes con las estrellas, si las ves. No se había organizado fogata ni nada. Entonces, ¿De qué forma podíamos divertirnos sino con nuestros cuerpos?. Ahí como la ven, me encuentro muy a gusto con lo que Dios me dio y nada me daba más gusto que aprovechar esas bendiciones."

Tres amigos estábamos merodeando una casita de campaña en que estaban Hilda y Dalila. Nos daba la impresión de que eran muy tortillas, que eran lesbianas, pues siempre estaban juntas, desde primaria si no me equivoco. Lo cierto es que Dalila era más rarita que Hilda, era algo así como si Hilda tuviera su Dalila incondicional. Dalila le hacía tareas, le compraba cosas, le daba masajes en la espalda, la peinaba, le pintaba las uñas de las manos, de los pies, la maquillaba, peleaba por ella ante terceras personas, a Dalila no le importaba que se supiera que ella tenía verdadera devoción por Hilda. Tanto Dalila como Hilda estaban bastante buenas, pero más Hilda. En la escuela todos querían cojérsela, pero nadie lo conseguía, siempre estaba custodiada por Dalila. Si hacen una encuesta de la chica más descargada en la mente al momento de las masturbaciones, creo que hubiera ganado Hilda. Ahora es difícil recordarla de cualquier modo. Quienes la vieron dicen que se veía horrible."

"Merodeábamos la tiendita de campaña y primero decidimos acercarnos muy quedamente para descubrir qué ocurría dentro, un poco por morbo para saber de una vez por todas la realidad de estas dos chicas. Al menos saber de qué platicaban.

"Eres bellísima. No me cansaría de decírtelo. De reencarnar quisiera ser idéntica a ti, ser tu gemela" Se escuchaba la voz de Dalila. Y era la voz de Dalila, inconfundible. Si alguna vez hablan con ella sabrán por que lo digo, es como si hablaran dos personas a la vez, repitiendo la misma frase al unísono, tiene como dos voces unidas, una grave y una aguda. Eso le da muchos problemas. Hilda no le contestaba. Espiábamos por unas rendijas mientras aguantábamos la respiración como osos en hibernación. Estaba recostada Hilda con un pijama muy breve que nos puso tieso el aparato en forma inmediata. "Tu también eres hermosa" decía Hilda. Dalila no podía ser más dichosa.

"¿Entonces te gusto?", Hilda contestó como compasiva,

"Mi tierna Dalila. Claro que me gustas. Quien en el mundo tiene una amiga como tu, tan entregada, tan cariñosa, que me hace sentir tanto...",

"Dilo. Que me hace sentir tanto amor"

"Supongo que es amor. Siempre me cuesta trabajo tocar ese tema contigo. Me siento súper a tu lado, pero tanto que entregas es en cierto modo una forma de exigir lo mismo de mí. Y puede que tal vez no tenga la vocación de amar que tu tienes. Sé que no te gusta que diga que los chicos me gustan, pero es algo que no elegí. Puedo ser tu musa si así lo quieres. Puedo quererte a mi manera, y espero que mi manera te satisfaga."

"Ser tu sirvienta es para mi un honor"

"Pero no eres mi sirvienta. Eres mi amiga, mi compañera."

"¿Puedo tocarte? Cierra tus ojos. Voy a hacer que tu cuerpo vuele."

Empezó a besarla por todo el cuerpo. Dalila hincaba sus dientes y su lengua en los muslos de Hilda, que se retorcía de gusto, en las rodillas, los pies, las caderas, la cintura, la espalda. Si alguna vez he tomado aprendizaje de cómo amar a una mujer fue esa noche, de ver como Dalila volvía loca a Hilda, quien, pese a todo, parecía tener otras necesidades, pues se metía su propio dedo anular en el ano."

Scully seguía volteada, como si no escuchara nada. Mirando a Mulder como diciéndole "dile que vaya al grano", sin embargo Mulder se divertía de la situación y seguía escuchando.

En un gemido, Hilda dijo, "necesito una verga". Se escuchó el ruido de tres voces diciendo lo mismo "Yo tengo una", dos de esas voces eran de Dalila, quien sacaba de su mochila una verga de látex unida a un calzón, para volverse hombre por un rato, una verga grande y fosforescente. Dalila se parece a Uma Thurman, y habría que ver la cara que tiene cuando se enfada. La tercera de las voces que se oyó era de Luis, uno de mis amigos que se arriesgó a prestar sus servicios de hombre, máxime que por ahí habían solicitado uno.

"No vinimos a eso" dijo Dalila.

"Te equivocas." Dijo Hilda, "Yo si he venido a eso". Dalila puso una cara de furia y se hizo a un lado. Todos nosotros estábamos muy excitados de escuchar aquello. Aquella muchacha que tanto deseábamos estaba ahora cegada por la lujuria y deseosa de cojerse a cualquiera de nosotros, sin importarle nada. Luis se bajó los pantalones y se tendió sobre Hilda, y comenzó a meterle la verga. Mientras, Dalila observaba humillada toda la escena. Dalila se mordía los labios y apretaba su verga de hule, y veía a Luis jadeando como un animal encima de Hilda. Era claro que Luis era un animal, no le importaba Hilda, ni que estuviera buena, ni nada, sus ojos cerrados eran símbolo de lo cerrado que estaba su naturaleza en ese instante. Poco a poco Dalila se serenó, y empezó a tocarle los pechos a Hilda mientras se la cojían, y de vez en vez la besaba. Todo era un trastoque muy raro, lo animal y bruto barrenando a Hilda, la dulzura, ternura, amor, arriba en su boca y pechos, a cargo de la única persona de ahí a quien Hilda le importaba de verdad. Salió Luis y entró Toño, quien igual empezó a darle duro, diciéndole maldiciones como "puta, puta, voy a culearte, voy a romperte", pero supongo que era más por complejo. Sus embistes eran más bien débiles, y su verga muy pequeña y de bajo rendimiento. Los gemidos atrajeron más compañeros. Sergio, Humberto, Gustavo, todos desfilaban entre las nalgas de Hilda que estaban hechas un desastre de semen. Dalila ya algo aburrida no sabía que hacer de ver que había cabrones que incluso querían hacer fila para cojérsela de nuevo. Entró entonces uno de los padres de familia, que supuestamente iba a supervisar el orden, entró con una polla no muy larga pero si considerablemente ancha, y fue el único que le varió la pose a Hilda. Era como si todos los estudiantes no supiéramos la maravilla que teníamos entre manos, y la utilizáramos solo pobremente. Don Fermín, el padre de Sergio, volteó con ligereza a Hilda y la tendió en cuatro patas, y comenzó a barrenarla con tenacidad, mientras le sujetaba con sus manos gordas las nalgas, separándoselas. Luego advirtió que Hilda tenía cierta tendencia a meterse el dedo en el ano mientras la jodían, así que decidió sustituir el dedo de ella por el de él. Y comenzó a pompear más duro. Hilda gritó, "Hay me muero", y Dalila le dio un golpe al señor, quitándolo de la culeada. Hilda volteó irritada a ver a Dalila y le dijo "Esto me encanta, no me lo eches a perder. Si no te gusta no veas." Dalila salió de la casa de campaña, se metió Sergio, y Paco. Don Fermín compartió las nalgas de Hilda con su hijo, él dándole por el culo y su hijo por el coño, mientras Paco le metía la verga en la boca. Todos se fueron retirando."

Mientras Dalila se salió de la tienda, estaba sentada a lado mío, haciendo lo mismo que yo, mirando con morbo, con pena, con desaliento. Y es que yo quería a Hilda desde siempre, no me era fácil ver que todos se la cojían, que ella no diferenciaba entre una verga y otra, que era una puta bien hecha. Curiosamente Dalila me miró con odio a mí. Y lo comprendo. Pues mientras los otros sólo pensaban en cómo meterle la verga a Hilda, yo pensaba ya cómo perdonarle semejante puterío, como adecuar mi moral sexual para tenerla pese a que quisiera muchas vergas, sería capaz de ser liberal. Yo la quería para mí, y eso lo notaba Dalila. No le preocupaban las bestias que barrenaban el culo de su novia, le preocupaba yo, que quería ser todo en su vida. "No te vayas" me dijo con su voz doble.

Se fueron todos y se quedó Dalila con ella, y yo viéndolas. Dalila la acariciaba en forma maternal, como si tranquilizara a una hija recién violada. "Todo pasó" decía, "Nada de eso te mancha, deja te limpio", y comenzó a besarla, pero más que besarla la purificaba, hacía en cierto modo que sobre cada poro saliera más tempranamente el sol, como si asumiera sus pecados y los pusiera a sus espaldas. Lo más singular fue cuando le limpió el coño, saturado de semen, absorbiendo con su boca la leche de todos, odiando a cada hombre que eyaculó, pero venerando ese semen que al contacto con los jugos de su amada se convertían en su boca en miel. La dejó limpia. Luego la penetró despacio con la verga de hule, luego la sacaba, se quitaba el dildo, lo chupaba, y luego se lo ponía de nuevo, hasta limpiar todo. Hilda estaba de nuevo caliente, y ya empezaba a aparecer el sol.

Dalila me dijo. "Acércate, sólo faltas tu". Pensé que era la oportunidad de mi vida, así que comencé a follar con dulzura a Hilda. Aprendiendo la exquisitez de Dalila, y la fuerza y originalidad de Don Fermín. Estaba yo a punto de correrme cuando Hilda se dirigió a Dalila diciéndole, "¿Harías lo que fuera por mí?", Dalila contestó, "Lo que tu me mandes". "Me has limpiado tan bien que no quisiera mancharme más. Quiero que le mames la verga a este chico y le dejes correrse en tus dientes".

Dalila no pudo estar más molesta, pero era una orden. Así que no sólo me la mamó, sino que me la mamó con una voracidad inusitada. Nunca mirándome a mi, siempre mirando a Hilda, sonriéndole con mi verga en la boca, hasta que comenzó a manar mi semen. Ella hubiera querido tirarlo al suelo. Pero Hilda repitió, "Los quiero en tus dientes.", y en sus dientes los puso.

Lo cierto es que me prendé más de Hilda ahora que sabía el tipo de mujer que era. Me ofendía que se hubiera referido a mí como "el chico" pues sabía mi nombre, o al menos eso creía. La perseguí durante estos meses, y no sé si con éxito o no. Siguió ignorándonos a todos los de la escuela, como si nunca hubiese pasado lo del campamento. Al terminar de correrme aquella vez, Dalila se tragó mi esperma, y comenzó a vestir a Hilda, atendiéndola de nuevo. Me despidió, para luego dejarme en claro por qué me había convidado a su chica al final, me dijo, "Que te quede claro cabrón. Tu eres uno más en el rebaño. Has demostrado ser tan sucio como todos, en nada eres diferente. Admítelo."

Scully, con sus mejillas algo sonrosadas dijo temblorosamente, "Tal vez nos dijiste más información de la que precisábamos y al final de cuentas no nos dijiste gran cosa. ¿Qué conclusión debemos tomar de todo lo que nos has dicho?"

"Bueno, quienes buscan conclusiones son ustedes. Hállenlas ustedes mismos. Yo tenía necesidad de contar esto, les doy mis gracias por ello. Al agente Mulder pareció gustarle mi relato. Pero los datos que les di son importantes. ¿Quieren encontrar al asesino de Hilda?. Interroguen a Dalila, y si no fue ella quien la mató, podría referirles acerca de otro posible sospechoso, el Profesor Jaime."

"¿Quién es el profesor Jaime?" Dijo Mulder.

"Es un cabrón muy cabrón. Dalila lo odia más que nadie. Lo odia porque no ha podido con él. Yo tampoco pude, por eso nos estaba robando de las manos a Hilda, aunque la chica era para él un problema, digamos, ético."

Ya en el auto, Scully le preguntó a Mulder, "¿De verdad te gustó el relato del chico? Creo que miente en más de un 40\%"

"Me gustó sólo en el sesenta restante"

03 de octubre, 13:30 horas.

Escuela Secundaria México Independiente

Puerta de salida.

Ciudad Netzahualcoyotl

Un maestro auxiliar acompañaba a los agentes Mulder y Scully. Su tarea era indicarles cuál de todos aquellos estudiantes era Dalila. Mientras un río de muchachos se drenaba por la reja de salida, el maestro Alberto les explicaba su visión de la educación. Mientras Mulder se desesperaba con la plática y Scully sencillamente no escuchaba, dejaban de advertir que un sujeto con un abrigo de gabardina los miraba desde lejos, fijamente.

Alberto decía: "Estimados agentes, estos chicos lo tienen todo menos una cosa. Futuro. Esta escuela les da todo lo que requieren, pero no los preparamos para que salgan de este entorno en que viven, queremos que aquí crezcan, que aquí se desarrollen, que no vayan a otra parte. No lo creerían pero los grupos y niveles se definen no por los conocimientos académicos, sino por los exámenes psicométricos. Todos los de esta escuela están hechos para resolver un tipo de problema, pero ignoran que hacer con el resto. Aquí aprenden zoología comportándose como bestias, medicina oscultándose detrás de las aulas, economía trapichando con mercadillos negros en donde se vende y compra cualquier cosa, sexualidad en los asientos traseros de un coche. No tienen futuro."

"¿Por qué me cuenta todo esto?" preguntó Mulder.

"No lo sé. Puede que le sirva en su investigación saber que, quienquiera que sea que haya dañado a esa chica, está saliendo por esta inmensa reja."

"¿Siempre demora en salir esta chica, Dalila?"

"No. De hecho es aquella que viene por allá. La de falda" El comentario era una idiotez porque todas las chicas tenían falda, sin embargo, tan singular resultaba Dalila que a Mulder y a Scully no les quedó duda de cuál de las cientos de chicas de falda era ella. Espigada, con un andar de pantera, cabello corto, acertadamente había dicho el chico que se parecía a Uma Thurman. Su falda era considerablemente más conservadora que la de sus compañeras y disimulaba muy bien el cuerpazo que se encerraba bajo ese uniforme escolar. Su garganta era lo más llamativo en ella, de cuello largo y centro pronunciado, su cuello parecía una rodilla sutil o el dorso de una verga descomunal envuelta en una piel muy tersa.

"Esta chica es rara de verdad. Basta que la oigan hablar para que sepan lo que les digo. Los chicos le llaman "ellas", como si ella viviera en plural"

Ya que estaba más cerca, el profesor Alberto se acercó a ella y le dijo: "Dalila, estos agentes son del FBI, quisieran hacerte una s preguntas" Al decir "FBI" se escuchaba cierto orgullo por parte del maestro.

Oírla hablar era verdaderamente una experiencia inédita, pues claro se escuchaban dos voces hablar al unísono, tal como si tuviera dos gargantas independientes dentro de ese cuello blanquísimo. Se sentaron en una banca cercana y comenzó el interrogatorio.

"¿Conocías a la señorita Hilda Alfaro?" preguntó Scully, a lo que Dalila contestó con cierta agresividad, "Eso se los puede contar cualquiera. En específico que quieren saber de nosotras."

Mulder intervino con un aire más sereno, buscando ganarse su confianza, como preocupado por ella, y tal vez era sincero. "Precisamente queremos saber que entiendes por ese "nosotras", creemos que quien le hizo esto a tu amiga puede dañar a más personas, tu misma puedes ser lastimada".

Ante estos comentarios, Dalila hizo una mueca extraña, como si estuviera segura que el asesino volvería a atacar, pero con cierto cinismo de saber que nunca sería ella una víctima más. Lejos de abrirse, Dalila empezó a narrar su versión de los hechos:

"Hilda y yo éramos buenas amigas. Si no acudí a su entierro es porque eso que echaron bajo tierra no era ya la Hilda que se había ganado toda mi estimación. Si quisiera atrapar al asesino, iría a investigar al profesor Jaime, ese hijo de puta si que es capaz de hacer algo así."

"Háblanos de ese profesor Jaime" dijo Scully.

"Es el perfecto cagante. Es un cabrón con suerte, extremada suerte gamberra. Es una especie de semi dios guarro al cual todo le sale bien, y al decir todo quiero decir que siempre termina jodiéndose a alguien. Cuando vino a la escuela ya se contaban sus hazañas en escuelas anteriores. No sé que relación le une al subsecretario de educación del país, por lo que nadie se atreve a despedirlo. Los planteles lo han odiado, incluso en uno de ellos han hecho un atentado contra él, la suerte la ayudó como siempre y el tiro que iba destinado a su cabeza se insertó en la cabeza de un estudiante luego que él tropezó misteriosamente justo al momento del tiro. Puede que sea casualidad, pero estoy convencida que ese cabrón se dio cuenta de lo que su agresor iba a hacer y por ello se puso entre estudiantes y calculó el momento del tiro con tal de que el chico fuera preso. En la otra escuela lo intentaron apalear un par de estudiantes, pero este infeliz del profesor es maestro en no sé qué arte marcial, el chiste fue que les dio una verdadera paliza a los estudiantes, a los cuales los dejó de golpear cuando cumplieron lo que él les pidió, ¿que saben qué fue?, los muchachos tuvieron que dar una vuelta al perímetro de la escuela, de rodillas, con una mano en el culo y el dedo anular de la otra en la boca, diciendo sin cesar "Somos pendejitos puñetines, muy pendejitos, muy puñetines" y así, sin cesar. Se acuesta con alumnas, con alumnos. Reprueba grupos enteros porque así le da la gana. Es una verdadera lacra."

"A ti que te ha hecho en lo personal" Preguntó Mulder.

"Nada en realidad, salvo que es mi maestro de física y me pone casos especiales para mi, casos sin solución, y me reprueba sin falta, mientras que al resto del grupo los examina con pruebas sencillas. Me molestó que a últimas fechas quisiera acostarse con Hilda. Seguro que lo logró. Revisen el cuerpo de Hilda, vean los rastros de líquidos de hombre que tenga en su cuerpo, compárenlos con el del maestro Jaime, juraría que él fue el último hombre que la vio con vida."

Scully apuró su pregunta "¿Cómo sabes que ella tenía restos de esperma en su interior? Esa información no se ve a simple vista y nunca se ha divulgado"

"No sé por qué lo dije" comentó nerviosa Dalila, "Supongo que es la idea que tengo. Ella siempre guardaba en su vagina algo de semen, era sexualmente muy activa." Agregó. "Si no les preocupa, tengo que marcharme"

"Una pregunta más" esbozó Mulder, "¿Por qué querría el profesor Jaime matar a Hilda?"

"Pregúntele a él. Le adelanto que no será fácil que le arranque muchas respuestas. Insisto, coteje el semen."

Dalila se fue apurada de ahí. Había dicho una versión demasiado parcial de la verdad. Para ella la llegada del profesor Jaime había sido una pesadilla. Llegó reprobándola. De rato se estaba cojiéndo a Hilda y ésta se declaraba estar enculada del maestro, "ese si es un macho" decía. Lo más doloroso para Dalila fue darse cuenta de que Hilda la engañaba con el maestro, justo cuando ella creía que satisfacer todas las necesidades de Hilda, incluso las de ser penetrada, pues tenía su calzón con verga incluida. Ese día en que se dio cuenta llevaba en su mano, por ridículo e irónico que suene, un pastelillo horneado por ella misma, lo cual condensaba toda su entrega y devoción.

Afuera de los baños de mujeres se arremolinaban un grupo de estudiantes de primer grado, los cuales se divertían como enanos alzándose sobre sus brazos para ver por el ventanal alto lo que sucedía dentro del baño de mujeres. A Dalila le pareció extraño aquella conducta. Si bien no era raro que cuando se iba a ese baño de repente se viese emerger alguna cabecita voyeur por el ventanal, y se era inocentemente presa de una miradilla morbosa mientras se orinaba o defecaba, ello siempre ocurría de una manera aislada y accidental, nunca en medio de una conducta grupal. Sin duda era extraño, debía de tratarse de algo realmente singular. Pese a que traía prisa por encontrar a Hilda para entregarle su obsequio y por tanto no debía perder tiempo en las travesuras de ojos de los compañeros de primero, estos estaban tan atentos, tumbándose casi de la orilla del ventanal para asegurar un buen palco en su orilla.

"¿Qué ven?", le preguntó Dalila a un chico que contestó más alegre que apenado, "Una chica le da una mamada al profe Jaime".

Dalila espetó, "¿Y por ello hacen tanto alboroto?"

"Tienes que ver qué chica. Tienes que ver el tamaño de la verga del profe. Esto no se ve todos los días."

La intuición femenina de Dalila le hizo maliciar, así, dejó el pastelillo en un pequeño reborde de una asta y, empujando al vacío a dos chiquillos, se trepó en la ventana ella misma. Lo que vio le heló el pecho. Estaba Hilda metiéndose en la boca un pene tan descomunal que apenas y si podía meterlo entre el perímetro de sus labios, y definitivamente su garganta sólo alcanzaba para abarcar la mitad de su longitud. La verga brillaba teñida de saliva, tiesa y firme, como si no fuese de verdad, mientras que Hilda parecía obsesionada con poder devorarla enteramente, un poco porque el maestro le sujetaba de los cabellos, usando aquella cabeza como un original masturbador, y otro poco por gusto.

Dalila se sintió herida. Se soltó del ventanal, cogió el pastelillo, trepó de nuevo al marco de la ventana con un solo brazo y con el otro arrojó el pastel al punto exacto en que la polla del maestro dejaba de estar al descubierto. Y habría que tener una cámara lenta cósmica para verificar que esto fue lo que pasó. El profe sintió un jalón desde lo más profundo de sus huevos y se separó en microsegundos, tomando su verga en un estrangulamiento agitado. Ese microsegundo en que se apartó y tomó su miembro en su puño fue el mismo en que el pastel voló desde el certero brazo de Dalila y se fue a depositar en la boca de Hilda, quien atragantándose abrió los ojos preguntándose qué tipo de broma era aquella, pues su mente imaginaba que el profe mala leche había sustituido su esperma con un pastelazo en la cara, lo que era una idea bastante rara, sin duda la manera de correrse más extravagante que le hubiera tocado conocer o escuchar. Pero en el microsegundo posterior veía que la leche del maestro emanó en forma tan violenta como caliente y espesa. Ella no supo entonces si escupir el pastel para probar la leche, o si escupir ambos, o tragar ambos. Lo cierto es que la indecisión fue la que resolvió todo, pues al empezar a eyacular el maestro metió de nueva cuenta su polla en la boca empastelada. Y mientras se vaciaba como si tuviera la verga nuclear, extendía su brazo, señalando con su dedo índice a los mirones, gritándoles "¡Quedan reprobados!. Los chicos cayeron del ventanal como si fuesen nieve de un tejado en el último día de invierno, sabiéndose reprobados pero sin importarles, pues el ataque de hilaridad de que eran presos bien valdría la pérdida de una extremidad o algo así. Huyeron carcajeándose sabiéndose afortunados de haber visto una de esas escenas raras que se dan pocas veces. La que cayó del ventanal, más por la avalancha de muchachos que por querer marcharse voluntariamente fue Dalila, quien a partir de ahí comenzó a odiar al maestro. Mientras que el maestro, quien de toda la bola de mirones sólo la identificó a ella, empezó a hacerle la vida sumamente imposible.

Entre cientos de humillaciones del maestro, desprecios cada vez menos sutiles por parte de Hilda, y escarnio de los compañeros, sucedió otra cosa que, de tan absurda, parecía diabólica. Por resumir habría que contar el primer paso hacia atrás de su genealogía. Su madre, Doña Aurora, y su padre, Don Filiberto, o Don Fili como le conocían sus nulos amigos, se habían conocido en el prostíbulo en que trabajaba ella. En aquel tiempo el motivo de la visita a aquel lugar era que Fili se iniciara en el sexo, pues tenía ya treinta y dos años y nada ocurría. No sólo se inició con Aurora, sino que se enamoró verdaderamente. Se hizo cliente asiduo, confundiendo negocio con amor, hasta que Aurora le dijo estar embarazada de él. "Casémonos", dijo él, y ella dijo, "No sé si deba. No ganas lo que estoy acostumbrada a gastar, no bailas y a mi me encanta bailar, hay tantas cosas que no me podrías dar", y ese día negro Filiberto firmó el pacto con su demonio particular, diciendo "Te permitiré que tengas lo que yo no pueda darte", y aurora estaba segura de querer sólo dos cosas en la vida, dinero y una buena verga, o muchas.

Se casaron pero ella siguió puteando. Antes de abandonar la casa cada noche Fili la intentaba retener, pero siempre caían en aquello que él no podría darle, y se marchaba, dejándolo desconsolado. Ya de nueve meses seguían culeándola intensamente en el lupanar o en la calle. Nació Dalila, él le puso el nombre porque Aurora no quería saber nada de ella. Y así, Fili fue el esclavo de Aurora, y madre de Dalila.

Filiberto era el héroe de la niña, hasta que dejó de serlo. Ella creció y con ello empezó a notar que algo estaba mal con su padre, pues soportaba toda humillación que Aurora le aplicara. Su madre llevaba incluso amantes a la casa, que era un departamento infernalmente pequeño, y ahí se la follaban mientras el marido lavaba los trastes. Con el tiempo Aurora, que ya no era una joven, no sólo no conseguía dinero con su cuerpo, sino que tenía que pagar para que la follaran, dar una mamada por una copa, y había veces en que iban a follarla a la casa tipos que no tenían para una habitación de hotel, y en vez de dormir en la calle preferían ir con la tragona mujer que era, a esas alturas, una caricatura no sólo de sí misma, sino de la humanidad entera.

Esa circunstancia que vino a declarar la guerra entre el maestro y Dalila fue que una noche se escucharon sendos manazos en la puerta del departamento. Era Aurora completamente ebria, caída de borracha. Un tipo la sostenía de las tetas y de las nalgas, y en general de cualquier sitio en que cargarla fuese también magrearla. El muy cabrón la hubiera metido ensartada en la polla si hubiese sido lo suficientemente hábil para equilibrarla en su palo. "¡Ábreme hijo de la chingada!" le gritaba a su marido. Dalila, que estaba dormida, se despertó con tanto escándalo para ver con los ojos entrecerrados la escena que tantas veces veía y que le asqueaba indefectiblemente: Su padre abriendole la puerta a la puta de su esposa, ésta entrando a la casa familiar del brazo de un desconocido para pasarse a la habitación matrimonial donde se la cojerían, dónde ella haría mucho escándalo como si la empalara un elefante, como queriendo demostrar a punta de gritos que aun era capaz de sentir y de provocar pasiones incontrolables, mientras su padre hacía cualquier quehacer de la casa, barrer, trapear, limpiar. Sin embargo, ahora el desconocido parecía más activo que antes, más tenaz. No esperó el desconocido a que Aurora manejara la situación, sino que le dijo a Filiberto "Retírate pendejo".

La voz le era familiar a Dalila, pero no era posible tanta coincidencia que de cientos de juerguistas que pudieran cojerse a su mamá fuera ella a toparse precisamente con el cabrón que menos hubiera deseado tener en casa, al profe Jaime. Jaime metió a Aurora hasta la alcoba y la aventó sobre la cama. Dalila se había parado de la cama para cerciorarse que la situación imposible que imaginaba era cierta, y lo era. El profesor en cuanto vio de quién era madre la puta que se lo había ligado esa noche, empezó a ser más insoportable, empezó a gritar maldiciones en contra de la casa, quejarse de que apestaba, diciendo "¿Quieres que te barrene el culo en esta pocilga?, dile a ese puñetas que está ahí parado, porque yo no voy a dirigirle la palabra, que ponga algo para que no apeste a calzón pedorreado. Me lleva la puta madre." Tiró un florero porque se le hacía de mal gusto y le dio una cachetada a Aurora por estúpida.

Dalila no soportó más y se abalanzó sobre el maestro, y con todo que el profe era cinta negra en no sé qué arte marcial, se hubiera quedado sin uno de sus ojos gracias a Dalila si esta no hubiese sido detenida por su padre, quien le aplicó un candado y le dijo al oído "no hagas problemas, hijita".

"Suéltame papá, no tienes idea de nada"

"No te alteres, tranquilízate", repetía el padre con aire serenador, mientras que Dalila bufaba de ira, babeando como perro colérico, lanzándole un escupitajo que mojó el saco del profesor. Jaime se acercó a donde estaba ella presa de los brazos, amagada por su padre, para decirle, "No te alteres putita", y acto seguido le propinó un puñetazo en la cara, luego otro en el vientre que tenía indefenso gracias a la llave que le hacía su padre, dejando de respirar, fue soltada sólo para caer de cara al suelo. Inmóvil, era consciente de lo que pasaba en la habitación.

"Espera, no te marches de aquí, todavía no acabo contigo" le dijo a Filiberto, quien obedeció a pie juntillas, quedándose en la habitación viendo como se culeaban a su mujer. Dalila se retorcía en el suelo como queriendo resucitar para destruir al maestro, pero no podía. Aurora hacía el mismo escándalo de siempre "Haaaazzme mujer, toro vergudo. Toma mi culo si quieres, toma mi culo si quieres"

"Lo tomaré. Tomaré todo lo que tienes."

"Todo lo que ves es tuyo. Ahhh me corro"

"Dile a este putito que se baje los pantalones"

"Bájate los pantalones Filiberto, es una orden"

"Pero Aurora..."

"Que te los bajes"

"Como digas"

"Si eres un viejo cochino. ¿Ya ves Aurora? Le pone cachondo ver que te coje otro hombre. Eso está muy mal, no puede permitirse. Mámale la verga Aurora" Aurora comenzó a chuparle el pito, Filiberto estaba excitado, pues una fuerza extraña cristalizaba sus deseos de que Aurora le diera placer, aunque su cara cambió al escuchar lo que seguía.

"¿Y a ti Aurora, te gusta ver que se cojan a este maridito que tienes?"

"Si, me gustaría"

"Pero Aurora..."

Dalila sólo se retorcía más de ver como la madre le ordenaba a su padre que se empinara y como el maestro le metía en el fundillo su pieza gorda. "Gritas como una chiquilla" le dijo Jaime a Filiberto, quien en un acto de auto ternura, se escupió en los dedos y fue a aplicar esa saliva a la orilla existente entre su culo y el cilindro que lo empalaba, mientras que su propia verga no cedía ni un milímetro. "Es inútil que te babosees el culo, has el favor de no ser más patético de lo que ya eres, te va a doler de todas maneras. Mejor encuéntrale el lado bueno. Después de todo, parece que traes el nabo bien duro."

Dalila no pudo más y quedó inconsciente. Amaneció en su cuarto, pero sabía que no había sido violada porque no le dolía ninguno de sus orificios. Se sintió tranquila, pero convencida que Jaime y ella no podían coexistir en este mismo mundo, pues no tardaría mucho tiempo en que él vendría a casa a exigir lo que Aurora le diese, y Aurora no dudaría un segundo en entregarle el derecho a que follara no sólo al esposo, sino a la hija, cuando no que terminaría obligándola a follar con su padre. Por tanto tenía que morir. Pero, ¿De qué forma se puede matar a un cabrón que es prácticamente indestructible?, Nunca comía, no había forma de envenenarlo. Nunca se codeaba con nadie, no había posibilidad de inyectarle algo letal, los disparos eran intuidos por él, y a los golpes era sencillamente invencible. Además, no quería terminar en la cárcel como otros muchachos. La duda de cómo matar es difícil cuando quieres que el método no deje rastro. La noche siguiente tuvo un sueño en que se le aparecía una entidad azteca, un tal Netzacapilli, quien le indicó que ella era descendiente de una estirpe sacerdotal del México antiguo, y aquello le hubiera sido indiferente a Dalila, a no ser que esta condición sacerdotal le diera precisamente el arma para matar a Jaime sin posibilidades de sospecha por parte de la policía, pues el método de exterminio sería obra de la magia, que como se sabe, no es motivo de encarcelamiento.

jilo_deiss@hotmail.com

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