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Arakarina (22: La revolución de Samuel)

en Grandes Series

ARAKARINA XXII

LA REVOLUCIÓN DE SAMUEL

SAMUEL

Siento en la bragueta una comezón indescriptible, como si mi miembro estuviera en una erección infinita y permanente. No sé que tan buena elección fue que no trajera calzones, pues se me hace un paquete bastante agresivo y tal vez Josué no vea con muy buenos ojos que me ande por su casa con la verga parada, que yo sé que su mujer lo ama sólo a él, además es mi mejor amigo, no quiero irritarle con esas cosas. La verdad es que tengo que hacer algo. Me pongo a pensar en cosas que me sean desagradables. Ver un perro destripado en la calle me ayuda a bajar esa erección. Tal vez el aura de mi maestro no se dio tiempo de enseñarme que por principio los escrúpulos y prejuicios es algo que no se debe tener. Después de todo uno puede andar con su polla tiesa y en mujer enamorada no entrará, y si entra es porque le hacía falta un poco, en ambos casos está bien.

No tengo idea de cual será el proyecto secreto de que me habla este cabrón. Toco el timbre y se tardan un poco en abrir. Por la ventana veo la silueta de ambos, el viene con un aire abatido pero deprisa a abrir la puerta y ella lo jala del brazo, se estira para decirle algo en la oreja, él se aparta y le dice no sé qué cosa y ella vuelve a alzarse de puntas para alcanzar su oreja, esto me permite ver que la vieja de este guey está bastante buena, ¡Bien por él!, en teoría uno debería preferir que las esposas de los amigos estuvieran feas, así a uno no se le alteraría la picha al verlas, pero eso es una gran estupidez, pues todo es un juego, es una gran carcajada, no debe uno darle importancia, y al contrario, si estimas a un amigo sentirás placer de que su mujer esté así de buena, al menos sabrás que su aprovechamiento queda en familia, que no se la coje un extraño que además podría ser un antipático. Mejor que se la clave un amigo. Esta segunda vez ella se tarda más al oído de Josué, éste sonríe y retoma la dirección para abrirme la puerta, ella lo abraza y le da un beso, él hace el ademán de abrir la puerta y ella lo suelta y se encamina a la cocina, no sin que él le de una palmadita en el culo, ella sonríe agradecida. Él viene a abrir. Me quito de la ventana, me abrocho el saco y me paro como si nunca hubiera estado en la ventana, incluso me paro en posición de sofisticado amigo de hoy mientras pienso, "Menos mal que se la coje un amigo mío". Es raro y cómico lo que pasa. Recuerdo que cuando más jóvenes estábamos todos en la misma preparatoria, de hecho eso era lo que nos hacía amigos, estar en la misma escuela. Josué era el más alto y tal vez el más guapo del grupo. Su esposa también estaba en nuestra escuela, estaba menos buena de lo que está ahora, pero de todas formas estaba mucho muy antojable. Recuerdo que cuando ella entró, digo entró porque ella es de un semestre anterior, nosotros quedamos en un grupo especial para reprobados, y al período siguiente entró una remesa de estudiantes nuevos. Pasa como en los bazares, todo mundo espera que lleguen las remesas nuevas para buscar de inmediato la mercancía que esté en mejores condiciones, la más barata, la más nueva, la más útil, y siempre es incierto qué llegará. Así, entraron directamente de la secundaria un montón de muchachos y muchachas. Dentro de las muchachas venía Andrea, a la que identificamos de inmediato por su belleza, su boca carnosa, su simpática nariz y sus ojos pequeños de cejas grandes le daban un olor a pubertad que nada tenía que ver con las piernas y el culo que se cargaba, aunque ciertamente nunca fue muy tetona. En ese momento no era de nadie, por lo que podíamos fantasear en paz y decirnos bromas acerca del dolor que nos daba en la verga cuando la veíamos. Sin embargo el que siempre decía las bromas más en serio que nadie era Josué, pareciera como si en su mente tuviera bien claro que su destino no era otro que obedecer para siempre un impulso frente a aquella muchacha boba pero buenísima. Recuerdo que era casi un hábito cantar himnos a las nalgas de Andrea, era regular sentarse en las bancas de la escuela y trazar esquemas de como nos la cojeríamos. Siempre el más callado era Josué, era claro, su energía la guardaba en pensar, no la derrochaba fantaseando como le metería la verga, sino que aprovechaba las ideas para que eso se volviera real. Recuerdo que hubo un baile de bienvenida a la preparatoria, justo dos semanas después de que entraron todos los "nuevos", y en ese baile fue en el que Josué atacó. La hizo su novia. Hubiera podido hacer su novia hasta a la más buena de las maestras, pues había cargado demasiada energía en esas dos semanas de pensar en Andrea, no titubeó, se arregló mejor que nunca, se compró incluso una loción fuerte y algo otoñal, eso fue simbólico, todos pendejos nos habíamos compartido la misma loción primaveral y fresca, y eso éramos, unos primaverales, mientras que él, siendo de nuestra edad, era otoñal, era experiencia. La hizo su novia. Ella no sólo le dijo que sí, sino que se enamoró de él, y fue lo mejor que le pudo pasar a ambos. Por eso digo que todo es una carcajada. Cuantas veces no nos encontramos diciendo como la empinaríamos de perrito y le daríamos de azotes en las nalgas, o como nos la follaríamos con un uniforme de colegiala, o con ligueros, mil maneras la follamos mentalmente y cuando él anunció que era su novia y nos amenazó que tendría problemas aquel que le faltara el respeto nos pareció correcto, porque además Josué siempre fue un tipo excelente, a todos ayudaba, era y sigue siendo genial, claro que respetamos su posición. Es un hombre cabal. Malo para el estudio se metió a las ventas y resultó ser un gran vendedor, el muy cabrón gana siete veces más que yo. Tan bien le ha ido que esta casita suya es enteramente de él y además es una muy buena casa. Lo cierto fue que desde que Andrea fue su novia, no se dijo más de ella, pasó de ser la tipa buena en la novia de Josué, y eso fue como si ella fuera la más fea del mundo. Josué es un tipo afortunado porque ella es en verdad simpática, no es una idiota, que ya es ganancia, tiene una imaginación rica y es en general encantadora. Si los compañeros una que otra vez se masturbaron pensando que se cojían a la novia de Josué es cosa que no debe importarnos, en esa cama que es la masturbación uno puede cojerse a Cleopatra si así lo desea, es el burdel más completo. Se abre la puerta y está ahí Josué con su cara afable y algo nervioso. El aroma de su casa es algo delicioso siempre.

- ¿Cómo estas? - Le pregunté.

- Bien, como siempre.- Contestó con una sonrisa franca, por eso es tan buen vendedor.

- Oye, venía por la otra calle y me pareció ver que montaste una aquelarre en tu recámara. Se ve como si fuera presa de un incendio.-

- Si es nuestro candil. Es una sorpresa funki que tuvo la amabilidad de darme Andrea. es como si cada noche me tomara una cuchara de LSD y escuchara "Take Up The Stetoscope and Walk" de Pink Floyd.

- Estaría bien que me dijeras donde lo venden, podría servirme en un proyecto que tengo entre manos.

- Necesitarías preguntarle a Andrea-

- ¿Donde está?

- Aquí viene.

Y ahí venía. En verdad que este sujeto se merece una esposa tan inusual. Está muy bien. La picha es respetuosa y no se para como asta para bandera pese a estar frente a una verdadera belleza. Me parece extraño descubrir cosas de mi Maestro. Durante el camino lo veía todo con ojos de Kinski, y percibía que a cada mujer que vi en la calle podría ser mi amante sin problema, tratase de quien se tratase, y me excitaban. Podría adivinar su olor y cara durante el sexo, y se acrecentaba mi deseo de dejar de adivinar para pasar a probar. Una me llamó demasiado la atención y maldije a Josué por distraerme con su absurda invitación. Esa hubiera podido ser el primer afecto que ese nuevo yo hubiera tenido, esa tipa de la calle del culo de mezclilla blanca no hubiera sabido, o tal vez se lo dijera, que participaba de una nueva oportunidad que en mi vida tenía para llevar a cabo una primera vez. Soy virgen de nuevo porque la forma de amor que estoy dispuesto a dar no la he compartido nunca, es una parte intocada de mi ser, hasta ahora. Mi plan sigue siendo el mismo, es día 27 de mes, hay luna llena, el rito de la asociación me ha despertado, esta fecha me gusta, saliendo de aquí voy por mi puta. Es inaplazable. Pero bueno, es curioso descubrir que la verga de mi Maestro era respetuosa en algunos casos, eso le da vitalidad a mi paz, eso le da coherencia y mesura a mi guerra.

Andrea sonreía y me saludó de beso, como siempre. Nos sentamos en sus sillones de piel.

- Oye, ¿Dónde compraste ese candil que se ve desde afuera?

- ¿Te gusta?

- Digamos que me fascina tanto como para enloquecer voluntariamente y colocarlo en mi cuarto.

- Lo compré en...

Sonó el timbre. Andrea y Josué voltearon a mirarse con gran desconcierto, como si no esperaran la visita de nadie, como si ese ding dong los pescara totalmente por sorpresa, como si desearan que no llegara nadie. Eso se me hizo raro, pues mi visita, aunque siempre es muy apreciada, nunca es tan obsesiva.

Fue Andrea a abrir la puerta y después de algunos hola cómo estás dejó pasar a la persona que estaba en el umbral. Era una mujer algo bajita que se paró como cosmonauta frente a nosotros. Ella miraba a Josué y él no le hizo mucho caso, acaso le ofreció un saludo bastante desabrido para luego poner su atención en la bebida que se preparaba. El que Josué pendejeara con su bebida y que ella buscara con su mirada a Josué me sirvió para que yo pudiera verla bien. Su cabello iba cuidadosamente peinado y su cara pintada de manera delicada, dejó su boca un poco entreabierta como para dejar que mi espíritu volara hacia su cara a beber su aliento, pude incluso imaginarme la dureza de sus dientes contra mi boca, cómo tronarían si los masticara como cubos de hielo, tenía además unas muy buenas tetas. De caderas no se veía muy bien, pero su falda corta me dejaba ver sus rodillas, que eran unas rodillas de hombre. La vi tan integralmente, tan absortamente que me absorbí en mis ojos, la degusté con mi nariz, mi propia aura salió en busca de la de ella y encontró que era hermosa. Luego de unos segundos eternos, la encaminó Andrea a la sala y la sentó frente a mi.

- Lulú, él es Samuel, el mejor amigo de Josué, siempre se sonroja cuando lo presento así, pero es la verdad, además, su trabajo le ha costado serlo. Samuel, ella es Lulú, es mi mejor amiga, y le pasa lo mismo que a ti.

Yo sonreí porque si le pasa lo mismo que a mi deberíamos estar cojiéndonos en la recámara, si le pasa lo mismo que a mi ella está, para estas alturas, muy caliente. Si le pasa lo mismo que a mi entonces ella necesita amor, necesita encontrarse en los otros, necesita entregarse, necesita hacer del mundo un concepto nuevo en que la ley sea el sentir. Le tendí mi mano nervioso, pues mi verga se había puesto enorme, difícil de disimular, y para saludarla a ella tenía que medio pararme. Lo hice y ella notó el detalle de mi bragueta, yo no quise darme importancia y le estreché la mano, fue como si al tomarla, de la punta de mis dedos emergiera una enredadera voraz que cubriera parásitamente toda su piel. Ella algo sintió, pues sonrió, no como formulismo de urbanidad, sino como entrega. Tomamos nota de eso.

- Te decía, el candil lo compré en una tienda de chucherías chinas que queda en Arteaga, entre Juárez y Vicente Guerrero. Sé que es un lugar feo, pero ahí los venden. Tu cuarto será otro-

- Bueno. Le explicaba a Josué que en realidad no lo quiero inicialmente para mi recámara. Lo quiero para un proyecto que tengo.

- ¿Qué proyecto?- Preguntó Josué, aunque él ya sabía lo hizo tal vez para dejarme la carga de iniciar la plática, haciéndome hablar de algo que me interesa, mi guión.

- Es un guión que tengo escrito. Se basa en la autobiografía de Kalus Kinski, ya sabemos, un actor alemán que filmó muchas películas, casi todas por dinero. Las más conocidas fueron las que hizo con un director que se llama Herzog, "Nosferatu", "Aguirre", "Cobra verde", "Fitzcarraldo" y otras.

- Ví "Fitzcarraldo"- Dijo Lulú.

- ¿Qué te pareció Klaus Kinski?

- Tiene la cara de desquiciado, pero te voy a decir que su mirada me llama mucho la atención. Además no puedes juzgar a una persona por un personaje que actúa. Sus greñas me dieron mucha risa. Sus ojos tienen experiencia, una experiencia dura, pero la tienen. Desde que empieza la película y le dice al portero de la ópera que no tiene boleto pero tiene derecho a entrar, que su entrada se la ha ganado remando desde muy lejos para ver esa obra y le extiende como ticket su par de manos ampolladas y sangrantes, tu te das cuenta que pese a que el guión seguramente le sugería ese texto, él en la vida diaria sería capaz de decir algo así, es decir, el personaje bien pudiera haber sido él. Vi otra, la del Doctor Zhivago, es un empleado de limpieza o algo así, actúa muy poco y siento que le robó cámara a los protagonistas, al verlo en esa escena te daban ganas de apartarte de su camino...o mejor aun, tenerlo de tu lado.

Su inocente pero desde luego inusual interés me dijo al oído que debía poner mucha atención en esta mujercita, tal vez y mi plan para esta noche era ir tras una puta y en vez de ello encuentre una mujer mucho más valiosa de lo que esperé. Comencé a hablar de mi guión. Y ojalá pudiera describir el estado de pasión en que entro al momento de que me doy cuenta que hubiera sido genial haber estado en tantas situaciones y haber tomado las decisiones que se tomaron. Como un camaleón girando encima de un muestrario de alfombras iba yo cambiando mis matices. Cuando hablo del guión en realidad hablo de un amigo, y como tal tiendo a sublimizar su conversión de monstruo a planeta, su cambio de oferta sentimental a amor, de como se le nubla ante sus ojos el horizonte y como decide sólo mirar en esa dirección en que las nubes hacen un pequeñísimo agujero tras el cual se percibe la existencia de un sol, en este caso Nanhoi, y cómo negocia con la naturaleza a convertirse en un todo.

Termino y Lula me mira con fiebre, Andrea con admiración, incluso esboza que debería montar el show cuanto antes, hablamos todavía un rato, lo suficiente para que entre líneas me diera cuenta de algunas cosas, que Josué seguía con interés toda la plática, excepto cuando Lulú hablaba, caso en el cual volvía a enamorarse de su estúpido vaso de bebida. "Una grosería" pensé. Supe, que Lulú era casada, lo que me hundió un poco en un pozo, cosa curiosa, se supone que mi interés no es casarme, y sin embargo conocer esto me causó una profunda tristeza. Supe que Lulú era estupenda, por cierto. Le hablé del arte.

- Creo que debo contarte que gran porcentaje de las cosas que llevo a cabo las hago por amor al arte, luego en consecuencia se hace necesario tener, al menos, una noción de lo que el arte es. Estoy seguro que el arte lo asocias con la pintura, la literatura, la poesía, la escultura, la música y demás. Esta circunstancia limita en gran medida la apreciación artística que podamos tener, pues el arte es efímera, se da pocas veces con verdadera autenticidad, por amor y por valor de ser. Por ejemplo: Un niño es un artista. No pide opinión, simplemente hace, y su creatividad le hace capaz de improvisar canciones nunca antes escuchadas y que no se escucharán nuevamente. Gesticula como un mono, se mueve ahora con gracia, ahora grotesco, imita pero mejora, pinta las cosas de originalidad, es un caleidoscopio a través del cual las cosas son plumas de colores que todo lo transforman, su cuerpo es bello, perfecto!, no se preocupa por el arte porque es el arte. Lo que es más, hoy, tú, ahí sentada y escuchando en esa forma divina, eres arte puro.

Seguimos platicando, o casi platicando, ya que me había centrado bastante en esta Lulú. Ella preguntó –¿Sólo has escrito ese guión?, ¿Tienes algunos textos diferentes, algo tuyo solamente?

- Si. Tengo algunos textos que no termino por cuajar. En veces pienso que lo que me faltan son pretextos o motivos para darles forma. -

- ¿Y cómo es lo que escribes?-

- Supongo que rabioso. Tengo un casi cuento que se llama "Breve historia de un muchacho que se encontraba de antemano perdido", que es muy raro. Dado que mis escritos son bastante estridentes, y descaradamente eróticos, más de uno me dejaría de hablar si los publico. Pero creo que no debo justificarme contigo en el sentido de que mi obra sea como quiera que sea. Muy al contrario, siento que el espíritu siempre ha sido pretexto del sexo, para luego desembocar ambos, cuerpo y espíritu llorando sobre la misma cama, derramando lágrimas de trasgresión. Mi obra, si quieres llamarle así, tal vez es medio peladita, pero lo que hago es invertir los papeles, poner al cuerpo y al alma de una vez en la cama y que hagan por fin el amor. Supongo que si mi literatura fuese sinónimo de esa unión, ello sería fantástico. Siento que escribo de algo muy bello, y muy sencillo también, escribo de lo que antes de leer mis letras no sentías y ahora sientes, escribo acerca de ese segundo, escribo de lo que a cada quien le signifique lo que narro. Si alguien siente amor y su corazón le parece más grande cada vez; si alguien siente una lujuria tremenda y la inmediata necesidad de tener sexo salvaje; si alguien siente que yo estoy mal y él está bien y eso le da seguridad e integridad; si alguien ve en mí el infierno en que no habrá de caer; si alguien se siente niño de nuevo y deja de sentir miedo por las noches, todos tienen razón, para ello escribo. Escribo inclusive para aquel que refuerza su complejo de crítico literario y tira mi libro al cesto de basura. Noto algo raro. Al hablar contigo me expreso como autor, no como quien sueña serlo, y eso me gusta.

De repente, aquellas rodillas que tan insistentemente miraba se torcieron y alzaron, y como la boca de Lulú como un cañón disparó un "me voy" tan presuroso que de nada sirvieron nuestras réplicas, dijo que se marcharía, y aclaró - Además, tendrán otras cosas que hacer.

Yo dije que no era así, pero Josué y Andrea callaron. ¿Acaso se me ha pasado algún pedazo de esta trama que desconozco?. Lulú se perfiló a la salida y tomó camino. Yo me quedé frío en el sillón mientras Andrea y Josué le decían adiós.

Volvieron conmigo y se sentaron frente a mí. Se sujetaban de la mano con amor. Yo nervioso dije sólo para romper un poco el hielo en que estaba - ¿Y qué es eso tan misterioso para que me llamaste?

- Déjame decirte que...-

- ¿Lulú venía a pie?- Pregunté interrumpiendo a Josué.

- Este...sí-

- ¡Discúlpame!-

No me interesaba su jodido plan. Lo único que sentía mi corazón es que tendría que ver de nuevo a Lulú, y que para ello no iba a esperar a que sucediera un accidente como éste de toparnos en casa de Josué de nuevo, tenía que preguntarle si le interesaba verme de nuevo ya que a mí si me interesaba, y la idea de dejarlo a la suerte me era insoportable. Salí de casa de Josué sin escuchar su plan y corrí en dirección a donde mi corazón me sugería que habría caminado Lulú. Ni tan intuitivo, salvo que vivas en dirección contraria, forzosamente se dirigiría en dirección de la parada del autobús.

Yo corriendo no sentía el frío que ella intentaba mitigar sobándose la mano una con otra. Ella me vio y disimuló muy bien la sonrisa en su boca, sin embargo sus ojos eran en sí mismos unas bocas sonrientes. Su perfume, lograba percibirlo.

- ¿Esperas el camión también?-

Me agradaría poder decir que sí...- dije nervioso, aun daba disimuladas bocanadas de aire, como si correr de esta manera me fuera algo habitual, cosa que no dejaba de darle risa. El parado formal cuando mis piernas temblaban de sorpresa, completé ya más honestamente - En realidad no espero ningún autobús. Para serte franco esto lo hago más por un impulso que por haber meditado en nada. Nada te pasará si sabes que has dejado una excelente impresión en mí, tanto que quisiera formar parte de tu vida.

Hubo un rato de silencio en que su boca y la mía permanecían abiertas, como jadeando, lanzando vaho hacia el infinito, el cual sin embargo ya en el espacio acudía volando en encuentro del otro, sonreír, sonrojarse, qué hacer si el vaporcillo de nuestros alientos se abrazaba de manera tan gráfica, haciéndose trizas la ropa. No sé si estuvimos ahí parados segundos, minutos, horas. Pensé que había que celebrar un rito, ahí en la calle, ahí, en nuestras manos. Saqué de uno de mis bolsillos un marcador, le supliqué más que ordené que en mi mano derecha escribiera "quiero ser", y en la izquierda me anotara "tu amiga".

Primero la derecha que es mi más absoluto poder, mi fuerza total, mi voluntad, para que yo no olvide nunca que la principal razón de existir de ella es querer ser, crecer, encontrarse, edificarse, para recordar que nunca mis planes deben ir en contra de ese designo. Como objeto de mi amor, el único fin que puedo ver en ella es su propio crecimiento, verla realizada. En la izquierda, la confirmación de querer unirse a mi en esta ruta que es el vivir morir vivir nuevamente. Sólo alguien que quiere ser y lo consigue puede entregar algo de valor.

Acto seguido le pedí me mostrara sus manos y en ellas anoté en la derecha "I´am", y en la izquierda "your servant", parafraseando a Dracula de Francis Ford Coppola en virtud de que decir en español "Yo soy tu sirviente" puede mal interpretarse en servilismo, así yo le diría que mi objeto es ser, ser ante todo, yo crecer, edificarme, a la vez que sé que he de crecer sirviéndole, colmándole.

Luego nos tomamos de las manos, los trazos se ordenaron como líneas dactilares. Era un acto, era un rito, era simbólico. Ella sin tener por qué accedió mi invitación del acto, compareció sin tener razones a mi misa, fue mi sacerdotisa.

- ¿Me estas proponiendo una relación?- Preguntó ella luego de otro breve silencio.

- No me lo tomes a mal, no precisamente una relación román...¿A quien engaño?, sí, precisamente una relación, más que romántica, no me da lo mismo si la aceptas o no, para mi no es algo trivial, y aunque respeto tu opinión y tu situación, que la imagino comprometida, me resulta vital que te encuentres cerca de mí, desde que te vi supe que eras importante para mí, aun antes de que abrieras la boca, y si sentiste lo mismo que yo al mirarte a los ojos descubrirás que hay un amor que nadie ha aprovechado en ti y en mi, y eso, compartir es lo que te propongo. Relación romántica le llamas tú, yo diría que más que eso, puedo ser tu mejor amigo y empezar a considerarte como parte de mi mismo, serte fiel inclusive, absoluta y dogmáticamente fiel.

- Me abrumas. No es lo mismo. Es más fácil algo casual. Tu no pierdes nada, en cambio...-

- Te equivocas, en mi caso puedo en realidad perderlo todo y lo casual no me interesa contigo. Debes pensarlo supongo, yo no, esa es una gran diferencia.

Llevé mis manos a la boca y le lancé un beso. Emprendí mi regreso a casa de Josué. A las dos cuadras escuché unos tacones que corrían. Volteo con violencia y la veo dirigirse hacia mí. Se le revienta un tacón y va a caer hasta el suelo en una escena que aniquila cualquier icono romántico. Corro yo hacia ella. ¿Qué puedes hacer cuando una mujer se cae?, levantarla, ¿Pero qué más?, poner cara de idiota y no decir ni medía palabra. Se ha raspado una de sus preciosas rodillas. Probablemente se le hizo un esguince en el tobillo. Me atrevo y dirijo mi boca a su rodilla y le quito con la lengua algunas de las piedritas que tenía incrustada y la tierra definitivamente me la como, la sangre también.

Ella aunque enfadada no hace nada por impedir que le quite las piedras bajo este procedimiento, aunque su cara es muy ambigua cuando le miro y ella ve que su rodilla no tiene ni gota de sangre porque está ahora en mi boca que escupe sólo las piedras mientras que devora la sangre. Iba a decir algo pero se lo impido diciéndole:

- Ahora no tienes alternativa, nuestra sangre es una misma, lo que tu rodilla y mi boca han acordado, que no lo separe el hombre...ni la mujer.

La alcé de inmediato y la cargué. Su cuerpo está definitivamente hecho para mí. Puedo levantarla con comodidad, aunque es cierto que pesa sus sesenta kilos. La llevo cargada a casa de Josué, me besa, le comparto una piedra, me la devuelve. Esa mirada. Mataría a quien fuera si me pagasen con esa mirada.

Siete cuadras cargando ese peso no serían fáciles si se tratara de un costal de cemento, pero es ella y prácticamente voy volando, a lo lejos veo la ventana, han prendido su infierno particular.

 

SAMUEL DESDE ADENTRO

Hoy he amanecido bastante Kinskiano, no sólo porque casi reviento mis pantalones luego de disfrutar una pesadilla a lado de una negra y amenizarme una erección triunfal, sino porque me he levantado de la cama con toda la pereza del mundo y me he dado el derecho de reportarme enfermo aunque esté más sano que un delfín recién nacido, ¿Todo para qué? para alcanzar a regar los árboles de mi casa mientras veo pasar a las mamás que llevan lonche a sus hijos en la acera de enfrente, por el barandal de la escuela primaria. Unas lucen felizmente cogidas y otras ya no generan deseo, otras no se han bañado y otras salen arregladas como si quisieran ligar al conserje. Soy casi invisible, ninguna me nota, ni siquiera aquellas que devoro con los ojos, ¿Es acaso que mi magnetismo está en una decadencia tal?, no lo sé. Con toda la calma del mundo me meto a bañar y pongo el agua a todo calor, prácticamente me estoy achicharrando, ya huele a caldo mi carne. Me rasuro en medio del calor y paso el rastrillo y cuando creo haber acabado descubro más pelillos, me paso de nuevo las navajas por el cuello y barbilla y vuelvo a tocármela, siguen los pelillos, me meto filo una vez más, y se convierte en una rasurada crónica, cuando me toco de nuevo ya no siento cabello, pero tampoco piel, me la he rebanado en una microscópica parte, suficiente para que la gente no note que voy sangrando pero en cambio me hago de una comezón que no puedo rascarme porque lo único que conseguiría sería ponerme de peor humor, además que me irritaría demasiado. salgo del baño y me visto y peino, me echo loción y casi doy tres maromas ante el ardor que me causa el alcohol que contiene. Son las once treinta y con todo descaro voy a llegar al trabajo haciéndome el enfermo, lo cual será divertido, después de todo tengo que ejercitarme como actor.

Llego y mis compañeros me ven con recelo, pues saben que, pese a que llegué tardísimo, me pagarán el día completo, además están seguros que no estoy enfermo y les molesta saber que hago mi santa voluntad, que ellos no podrían hacer lo que yo, que a ellos los correrían. No es que sea un ególatra, pero no estaría mal que los desemplearan, pues aun después de haber llegado con retraso voy a ser más productivo que el resto de ellos, y no es mi culpa, sino que el respeto que se tienen es casi nulo, les vale madre ser pránganas, sienten que les explotan, sienten que son mucho más que simples empleados. Yo pensaría más como dice Kinski cuando un reportero o entrevistador le necea con la pregunta ¿Qué hace usted en su tiempo libre? y él luego de ignorarle como un pescadillo de mar, le contesta "¿Que hago en mi tiempo libre? ¡Yo soy libre!, amo, vivo, respiro", y lo tomo como la enseñanza que es: todo lo que yo hago no es ajeno de mí. Lo más desdichado que podría ocurrir es que sintiera que estoy haciendo algo que no me gusta, y todo por la miseria de dinero que pagan aquí, por el contrario acepto que sea lo que sea que yo haga me estoy manifestando, y que no importa cuan insufrible sea a veces intentar comunicarme con gente necia, no dejo de ser yo mismo batallando para hacerlo, por lo tanto, pobres infelices que me miran desde sus ojillos inconformes, a mí, que me gusta mi trabajo porque es lo que tengo que hacer, a mí que todavía tengo sueños, a mí que la fe no se me ha muerto como a todos ellos, a mí que siento que existe un largo camino por recorrer, sorteando ríos y montañas, ríos y montañas de gente talvez, a mí que odian por conservar la alegría.

Me instalo en mi escritorio y comienzo a atender gente, el primero es un cabrón que chocó por ir en contra y argumenta que quien lo chocó tuvo la culpa, ya que le vio pero a propósito le pegó, y necesito echarme una pastilla a la boca para no reírme, y como sentí simpatía por el conductor que lo aleccionó, tiene que marcharse como perro con el rabo entre las patas, le siguió un tipo que apestaba a una loción abominable, luego atendí a una tonta y fea, luego a un altanero, luego a un ordinario, luego a un anciano que creía que el mundo debía caer a sus pies por que él es más viejo, sin que le hayan informado que lo que vale de la vejez no son las arrugas y la pandilla de las células muertas, sino la sabiduría y experiencia, cosas que parecía carecer, luego atendí a un homosexual patético, luego a un homosexual simpático y refinado al cual le tuve que decir no gracias, y después, aunque quizá debiera ser la única digna de citarse, atendí a Natalia. Natalia Kinski, para mi.

Desde que entró, mi corazón la hizo sujeta de un destino, la seguí con el espíritu a cada paso que dio y, como con un radar, podría decir cuantas veces inhaló y exhaló. Era flaca, delgadita, con unos pechos marcaditos y sus piernas como dos troncos de árbol robusto. Su falda me hacía señales, pues aunque no era mini me mostraba sus magníficas rodillas, su blusa pegadita y de manga larga la hacía lucir como un arlequín, mientras que su cabello se sujetaba de una cola más bien fea, pero su cara. Nastassia Kinski es, no sólo hija de Klaus, sino además hermosa. Su foto donde luce recostada con la boa encima no puede más que adornar mi cuarto. Esta mujer era idéntica a Nasstia, sólo que un poco más burda, con sus ojeras peor de oscuras, y sus ojos llenos de drama. Tuve que ser ágil para mandar al cuerno a la persona que atendía y dominar el azar para que ella cayera conmigo, en medio de ese "aleatorio" turno que sigue la fila de personas a atender.

Le orienté respecto de su problema, multas y demás que, de una u otra forma, hice que se cancelaran, pasándome por debajo de los pantalones a todo y cuanto inspector se hubiese metido con ella, sin embargo mi cara ha de haber sido la de un tonto, pues no dejaba de admirarla, ¿Cómo era posible que tuviera frente a mi una mujer semejante? Su ropa era modesta, de hecho su blusa estaba un poco roída del cuello, su cuello estaba blanco y terso. Ni un segundo despegué mis ojos de las comisuras de su boca, imaginé su temperatura y el sabor de su saliva, imaginé su nariz fría junto a mi mejilla, y sobre todo, sus ojos llenos de amor, a ser posible por mi causa, y lo que imagine fue una belleza sin límites.

A través del cristal de mi escritorio, que permite ver al suelo, divisaba sus rodillas, oscuras como las de una niña traviesa, que marcaban la pauta a unos muslos delgados que sin duda culminaban en un sexo cálido, y por que no decirlo, salvaje, anormal, excesivo.

Fue por ahí que ella dijo llamarse Natalia y yo no pude evitar una sonrisa y mirada diáfanas, de júbilo.

- ¿De qué se ríe?- me preguntó con su voz ronca pero seductora, como si en vez de lengua tuviera una lija para madera.

- Probablemente no venga al caso, pero se lo voy a decir. Desde que entró quedé sorprendido por su parecido con Nastassia Kinski- Desde luego que no le iba yo a decir de buenas a primeras que lo que me había conmocionado no era su parecido con Nasstia, sino ella toda, ella misma, la mujer que ella era dentro y fuera de toda idea- La cual no sólo es hija de un amigo mío, bueno, un amigo de mi espíritu, sino que además es una mujer muy bella-

En vez de sentir regocijo miró al vacío, como si belleza fuera un adjetivo que ella no quisiera escuchar, continué - Ha de entender que no quiero con esto que se apene-

- No de ninguna manera, cuénteme más-

- Es por aquello de que usted se llama Natalia, que tiene una fonética muy similar a Nastassia-

- ¿Es buena actriz?-

- Supongo que lo es, pero para mí lo más mágico es como pareciéndose tanto a su padre, que es más parecido a una tormenta que a un galán, sea además tan linda, son muy similares, pero muy distintos.

- ¿Como dice que se llama su padre?

- Klaus Kinski-

- ¿Quién es Klaus Kinski?-

Es de sobra conocido que conmigo se pueda tratar cualquier tema, donde sea y cuando sea, pero que alguien me pregunte por Kinski me obliga a que dicha plática se convierta en un deseo de inventar un sueño. Ello por varias razones, primero porque a más de tres o cuatro amistades les he hablado de Kinski y nadie me ha pedido el libro para fotocopiarlo, asimismo nadie me ha preguntado lo que pienso de él, eso me lleva a pensar que no me conocen bien, y ahora, aunque tampoco de manera tan íntima, Natalia me pregunta de Kinski, eso no puedo soportarlo. Le comencé a decir uno que otro aspecto de Klaus, dejo en claro mi admiración, mi empatía, pera esto me exaltó, me compenetró. Van quince minutos de hablarle de Kinski cuando me dice con una sonrisa seductora, con sonrisa de bruja que hechiza con placer:

- Usted está enamorado- Con esto se refería a que yo estaba enamorado de Klaus Kinski, mientras que yo, dándole una interpretación mejor le miro a sus ojos y le digo desde el fondo de mi alma, - Soy bastante capaz de eso, de enamorarme- Y dentro de contexto entendió que al decir enamorarme no me refería a Kinski, sino a ella, a quien además dejé de mirar con cautela. Su labio inferior tembló un poco sólo de no saber como cambiar de tema, sin que sus ojos se despegaran de los míos, y yo, que sabía que si había que cambiar de tema, lo ideal era tender lazos para una plática futura, así que continué diciendo - Es que en realidad podría decirte tantas cosas, pero me falta tiempo, francamente me faltaría tiempo. Me encantaría que pudiéramos continuar esta plática en otro sitio, otro día, siento que me caerás muy bien. ¿Qué te parece?-

- Estaría bien-

- Dime tú que día podríamos hablar-

- No entre semana-

- ¿Te parece bien si te invito a comer el sábado, digamos en el restaurante que queda aquí enfrente, digamos a las tres?

- Estaría bien-

Luego de decir esto se fue, caminando más erguida de como entró, sonriendo inclusive. Yo me alcancé a ver en el espejo que cuelga en el techo, detrás de los cuales se supone hay cámaras de seguridad, pero que en realidad no hay nada, y me veía destellante.

Lo único malo es que era lunes, todavía faltaban muchos días para platicar con Natalia. Durante la semana entera imaginé la plática que sostendríamos, era obvio que hablaría de Kinski y con esto hablaría de mí. No porque Kinski y yo seamos una misma persona, sino porque a alguien le puedes conocer bien si te habla de las cosas que le importan, pero ¿después? habría que seleccionar adecuadamente lo que decir, luego me reprendía reconociendo que eso de planear las cosas nunca me ha funcionado del todo bien, de hecho en más de una ocasión he planeado encuentros para toparme con la sorpresa de que me dejan universalmente plantado. No es para menos, sé que no soy lo que se dice un hermoso e interesante varón de mundo, que parezco tal vez lo que se ve fuera de mí, aunque me encantaría aparentar lo que soy por dentro, ya que creo tener una valía que escapa a la simple vista, por dentro soy una flor.

Hablando de flores, la noche del viernes tuve una fantasía pornográfica durante el sueño. Soñaba que era director de cintas triple equis y que me inscribía en un certamen de cine ecológico. la pesadilla consistía en que me echaban a puntapiés del certamen, pero la fantasía, y aquí fantasía es mejor entendida como antitesis de pesadilla, consistía en lo mucho que me divertí en filmar la película porno ecológica. El formato de la cinta era mostrar primero un dibujo en técnicas prisma color o colores pastel, luego esa imagen iba a tener un poco de animación para disolverse en un plano oscuro para luego aparecer en vivo y a todo color, dramatizado por actores y actrices porno. La primera secuencia emula un caracol compuesto por el molusco largo, con antenas y todo, cargando una concha, luego la animación que hace que dicho caracol camine despacio, se desvanece y aparece una mujer envuelta en un mallón que la cubre de cuerpo entero, excepto culo, tetas y cabeza, la malla es en color negro, ella está boca abajo, y encima de ella, disfrazado de concha, está un fulano con una verga enorme, el cual se posa exactamente a la altura de sus nalgas, en el sitio adecuado para meterle la verga en ese culo ligeramente alzado hacia arriba, la gracia de esto es que la tipa intenta avanzar hacia adelante a través de la locomoción de los caracoles, es decir arrastrándose, lo que hace que sus tetas se repeguen al suelo, dejando en claro que son naturalitas y además suaves, y aunque nadie podría definir la diferencia entre la sensación entre tocar un globo repleto de agua y una buena teta, al ver este cortometraje se tendría la sensación de deseo de convertirse en ese suelo en que se arrastra el caracol, restregando sus tetas en el suelo, avanzando lentamente, mientras que su concha se la coje duramente, golpeteándole las nalgas a cada paso, y en un acercamiento se verá lo real que resulta esa cogida que la sensación será de calor, de vapor, podrá casi olerse. Luego la caracola llegará a un suelo de donde emanan yerbitas que son ni más ni menos que vergas bien paradas, pasará encima de un par de ellas sin devorarlas, sin embargo las aplastará con sus tetas, luego encontrará dos que si le apetezcan y las chupará hasta sacarles el néctar, su concha se vendrá dentro de ella, esto testificado desde luego con un buen acercamiento. la caracola es trigueña. El segundo cortometraje consiste en unos abejorros posándose en una florecita, la animación hace ver que los abejorros merodean la flor hasta que uno a uno la polinizan. En la versión porno la florecita es una rubia disfrazada de flor, con sus pétalos amarillos color oro, y su cuerpo vestido de color verde, sus manos son sus hojas. Los abejorros son unos fulanos que por aguijón llevan unas pichas muy puntiagudas, la sobrevuelan y esta les recibe con su boquita de flor y con sus hojas. la secuencia termina cuando cada uno de los cuatro abejorros que la abordaban por todos sus ángulos posibles la polinizan con su esperma.

Lo chistoso es dirigirlas, hacer que los actores acostumbrados a no hacer más esfuerzo que los inherentes para simular una buena cogida aceptaran meterse en semejantes trajes y acatar las complejas órdenes que les obligaban a comportarse con una lógica de caracol, de hongo o de concha, la flor muriéndose de calor mamando los aguijones y los abejorros, que desde luego son los más patéticos, colgando al azar de unas lianas que los sujetan del tórax y los hacen subir y bajar como unas piñatas excitadas.

Luego me medio desperté y cavilé en mi cama como queriendo dormir más, haciéndome a la idea de que dormiría más, pero eligiendo ahora el sueño que yo deseara, y claro que el sueño que desee fue Natalia, la imaginé llegar vestida de negro, con una minifalda, más preciosa que nunca, la imagine ordinaria en su apariencia, pero extraordinaria frente a mí, y pensaba, en mi sueño, qué lindo sería que ella adivinara con qué veneración la miraba, las ideas, las perspectivas, las esperanzas que en ella depositaba. No lo había percibido, pero mi sueño me dio claridad: quería encontrar en Natalia a una compañera, sin importarme si tenía una novia que casi no visitaba, si tuviera amigas que me amaran pero no quebraran una vara por mí, no, mis expectativas respecto de aquella mujer espléndida invocaban una belleza suya que ella misma desconocía, una hermosura que yo podría despertar. No sólo ella sería la beneficiada, yo también de haber encontrado un eco en medio de tanto desahucio. En mi sueño ella me miraba con deseo y yo con más que el que ella podía irradiar, de rato nos besábamos y ella se repegaba junto a mí en un gesto tan tierno que no imaginaría de un tipo como yo, ni de una mujer con una mirada como la de ella. Su entrega sugeriría un cuerpo desnudo y mi voz un hotel, y ahí nos amamos desenfrenadamente, luego el sueño volvía a ese instante en que entrábamos en la habitación, y nos amábamos de nueva cuenta, ya no por necesidad como la vez primera, esta vez por placer, y la tercera, la mejor de las veces, nos hacíamos el amor sin dejar de charlar, de charlar con silbidos como las serpientes, con chasqueos de labios, con mms, con miradas, con la piel, y mi sueño concluyó ahí porque no quería sentir en sueños lo que es absorberse por otra persona, eso lo quería real.

Durante el día fui tan miserable pero tan feliz que no pude sino acordarme de "El lobo estepario", de Herman Hesse, cuando éste está por verse con Armanda y sin saber por qué, conoce que no es con Armanda con quien se encuentra, sino con un destino mágico sólo para locos.

Por fin pude salir de casa. Acercarme al restaurante fue ya de por si un descanso. compré unas flores a manera de apuesta, si ella llegaba sería maravilloso que éstas estuvieran ahí, si ella faltaba serían el himno de mi fracaso. Pero estaba escrito que ella llegaría. No con minifalda, no de negro, sino con un vestidito que alguna vez fue festivo, en color ocre o algo parecido, con un cabello suelto, mal peinado quizá, pero vestido de intención, caminando como una pantera, como Nasstia misma. Sus ojos delineados, su nariz afilada y su boca apenas retocada con brillo, lo que me pareció bien, cualquier otro color que no fuera el azul rojizo de sus labios naturales sería una herejía. Se me alegró el corazón de verla arreglada. He de admitir que es una de las cosas que más entraño de una mujer, que se arregle para mí, que se arregle no es sólo que desee verse bien, es un deseo de agradar, de llamar la atención, de atrapar, a mi novia, hasta ahora porque me he jurado dejarla, ya le vale madre arreglarse, sabe que de todas formas me gusta, mis amigas igual, nada pasa si las visito, lucen como si acabasen de despertarse o si fuesen a un pic nic, y sin embargo vean a Natalia. casi había olvidado lo que se sentía que una mujer deseara sorprenderme de esta manera.

Sonrió y yo le estreché la mano con fuerza, con toda la disposición con que contaba. - Luces hermosa, gracias por arreglarte tan bella- fue mi bienvenida.

Ella se plantó frente a mí para beberse mis horas, yo le miraba sin empacho su cara y cuerpo, ella enloquecía y hacía ademanes sabiéndose bella. Yo más dramático que ella le hablé de lo que Hesse, Miller, Levi, De Sade, y sobre todo Kinski me habían enseñado. Por alguna razón callé lo de Jodorowsky. Ella habló otro tanto, habló de sus padres a quienes evocaba como un recuerdo feliz, aunque muertos ya los dos, y de su presente nada supe, nada que ver con los humanos, sólo su alma, su efigie de mujer contemporánea parada en la orilla de un barranco, pero riéndose. Nada supe pues de su vida social actual, no necesitaba saber, dicho sea de paso.

Comimos a reventar y se nos dio el ocaso ahí sentados. Reí de buena gana, a carcajadas que nunca acostumbro. Me hubiera encantado que esa plática no acabara jamás. Ella terminó por simpatizarme diciendo:

- Porque no me recitas un poco de tu monólogo, la parte que más te guste-

Era algo tan sencillo de pedir y que sin embargo nadie me había pedido. Algo que me moría de ganas de hacer, pero que a fuerzas no vale. Comencé a recitar el paraje de las mariposas para concluir con la carta de Kinski a su hijo Nanhoi. Claro que llamamos la atención, como no hacerlo siendo una pareja tan bella, diciendo cosas tan profundas. Las otras tres parejas que estaban en el lugar nos hicieron compañía e incluso aplaudieron cuando terminé diciendo "...no podremos separarnos jamás, pues somos tierra, agua, fuego, viento, montañas y sol."

Fue cuando aplaudió feliz que pude notar algo en sus muñecas, unas horribles cicatrices a la altura de sus venas. Acaso se las habrá querido rebanar apenas hace un año, o menos. Ella, precisamente ella que se me presentaba como la confidente ideal, amiga eterna y para esas horas hermana mía. Fingí alegría, conmoción acaso, emoción lacrimógena tal vez, pero una vez sentado de nuevo frente a ella le pedí que me mostrara sus muñecas, en un arranque total de indiscreción, pues con el tiempo me habría terminado por contar el por qué de sus venas. Lo único que conseguí fue que se entristeciera ella que tan feliz estaba apenas hace tres minutos, y llena de pena me mostró sus muñecas, con la vergüenza que un sujeto mostraría la cicatriz de una pierna recién amputada.

Mis errores no acabaron ahí, digo errores porque no puedo explicarlo de forma mejor, pues encima me convertí en un comprensivo, en un paternal, en un tipo protector, como si ella, a quien hacía unos momentos veneraba como una diosa, de repente se convirtiera en un objeto de mi compasión. No tan grave, no comencé a decir sandeces como cuenta conmigo, yo te ayudo, la vida es larga etc. Sin embargo no pude evitar ponerme serio, y eso resultaba infantil. Intentamos reír y la cosa pasó, de rato ya se nos había olvidado en medida de lo posible. Me tocó las manos un par de veces y me sentí muy bien. Pero nada de besos, ni de sexo como en mis sueños, pero, a decir verdad, era mejor así, debí haber soñado esta tarde tal cual fue, así mis sueños se habrían convertido en realidad.

Le di mi teléfono y ella dijo no tener un número en donde localizarla. No obstante me dio una dirección, la calle era Calle Dólar, el número 386, como las computadoras. Quede de buscarla.

Hechas las promesas de rigor nos marchamos, no la acompañé a su casa porque insistió en tomar un taxi y mi coche estaba en el taller. Su mirada de adiós es una de las cosas que valen la pena por sí solas, era la mirada de un cordero, de un Cristo cualquiera, incluso balbucee "Te pareces a Cristo" ella sonrió diciendo "no digas tonterías corazón", por tercera vez en esta tarde, que ya era noche, me llamaba de esa manera. Manera que además me encumbraba en una manera insólita. Sus ojos eran también los míos en ese momento, era algo muy cercano, era el Maestro Kinski parado a mi lado y riéndose como loco.

Llegué a mi casa y no encontré nada interesante que hacer. Encendí la caja tonta para ver que había en los canales locales y lo primero que sintonicé fue un noticiero amarillista en el cual la conductora pechugona decía con voz de verdulera comercializadora de tripas y balas, "enseguida les diremos lo más espeluznante de los crímenes de la ciudad, si es usted taxista cuídese de un cliente con botas...", se habrá visto semejante pendejez, en esta ciudad todo mundo, excepción hecha de un servidor, usa pinches botas. Cansado, fatigado de verdad, me miro al espejo y reconozco no sólo mi soledad, sino lo idiota que puedo resultar, y caigo en cuenta que debí haber hecho lo que debía haber hecho, llenar la tina para quedarme ahí dentro hasta que el agua se enfríe. Voy, lleno la tina, el agua está sumamente caliente, por precaución no me rasuro, pero ya que estoy bajo el agua y que mi pelambrera y mi pene flotan como una alga en el fondo de los mares, reconozco y concluyo, que debía haber hecho lo que debía haber hecho, raptar a Natalia, traerla a vivir aquí, pintar la casa de blanco, respirar profundamente, no dejarla marchar ni un segundo.

Pasaron cerca de seis días en que rumié en la cabeza la idea de visitar a Natalia, mi orgullo se convirtió en miseria de esperar un telefonazo suyo, imposible faltar al trabajo por si se le ocurría buscarme ahí, imposible pedirme buen humor si ella no estaba cerca, sin embargo no fue sino hasta el séptimo y exacto día en que me animé a acercarme, en un horario que no fuese indiscreto, después de todo no sabía si trabajaba, si vivía con sus padres, si vivía sola o con amigos, en fin, la inconveniencia de visitarla en alguna hora inapropiada no era tanto por ella, sino por quién viviera con ella. Un día tan soleado, siendo que debería de hacer frío resultaba genial. Abordé mi coche recién reparado y busqué en un mapa de la ciudad la calle Dólar, la colonia era una colonia bastante jodida, dignificada si acaso por la presencia de Natalia ahí. Uno ante tales situaciones siente la inevitable sensación de decirle a la otra persona que abandone todo aquello que lo sujeta a ese sitio que consideramos inferior, pero eso es algo subjetivo en extremo, no todos tienen las mismas ambiciones, no todos la pasan muy mal en el sitio en que viven, de hecho mi modesta casa sería para alguien rico una verdadera pocilga. Claro que no debo dejar entrever que siento un poco de pena por su colonia, pues podría entenderse como cierta lástima que desde luego no se merece, y eso se convierta en una antipatía insalvable.

Llego a la dirección indicada luego de sortear los coches estacionados en las aceras, ya que la calle es tan angosta que apenas caben dos coches, por lo que tuve que zigzaguear y eludir los coches estacionados, dos coches estacionados a la misma altura cerrarían por completo la calle que pareció ser imaginada por un arquitecto o ingeniero civil que tuviera una absoluta fe en que los habitantes de la calle dólar estarían por siempre tan jodidos que el problema de los muchos carros no se daría nunca. Me orillé enfrente de la casa, una verdadera caja de zapatos con un graffiti de spray en la fachada que decía a través de signos primitivos "Fuera de mi camino, Ese". Coloqué el seguro en el volante de mi coche sin voltear mi vista de la casa, para ver si las cortinas se movían en señal de haberse percatado de mi llegada. Sólo los vecinos se asomaron, en casa de Natalia nada.

Me bajé bien vestido como iba, despertando planes criminales en los fulanos que estaban en la esquina perdiendo su tiempo. Toqué la puerta de lámina con la mano. No contestaban. En el peor de los casos los vecinos creerían que soy un abogado que viene a cobrar alguna deuda, aunque mi cabello ya no está corto como el de los abogados decentes, peor aun, luciría como un abogado indecente. Toqué de nuevo y la puerta se abrió bajo el mandato de un sujeto chaparro, prieto, barrigón y sin camisa, apenas vestido con un pantalón corto de futbolero, con la cara brillosa de no haberse bañado, el cabello graso y un mal talante que me sugería que dormía y yo lo fui a despertar. - Buenas tardes, ¿Se encuentra Natalia?- dije con aire formal, - Aquí no vive nadie con ese nombre- , -¡Que extraño!- repliqué - Me dieron esta dirección, una muchacha delgada, como de ésta estatura, aquí lo anotó, mire- , - Pues sí se lo anotó, pero yo creo que le mintió, pues aquí vivo yo y mi familia, y mire- abrió un poco más la puerta de lámina para que yo pudiese ver, además del marranero y la peste que tenía en su pocilga, un inmenso retrato de pésimo gusto en el cual aparecían horriblemente retocados, el fulano, su esposa e hijos sentados en una mecedora de jardín, de esas que sólo adquieren los malos y barateros estudios fotográficos de la avenida Colón, donde, bien se sabe, no hay lugar para jardín alguno, menos aún de alguno que esté tapizado de tulipanes en flor seguidos de una cascada de un río que al fondo deja ver un pinche castillo además de un molino holandés, y frente a ese bello paisaje, sentados en la mecedora de alambre, la familia chamagosa vestida con sus mejores garras - ésa es mi familia y no hay naiden delgado- . Se reía. - ¿Esta calle sólo abarca esta cuadra, o habrá un oriente poniente?- pregunté, - No sólo es esta manzana- .

Comprendí que no tenía objeto seguir indagando. Guardé el papelito que contenía la dirección y lo arrugue previamente. Le di las gracias al sujeto por aclararme que me habían tomado el pelo. Le di las gracias a él, que pese a su aspecto y pinta de prángana resultaba menos miserable que yo, burlado como un pendejo.

¿Porqué habrá hecho eso Natalia?, ¿Acaso se la pasó mal?, pero si se rió de buena gana, si nos miramos con brillo verdadero, con entusiasmo, gozó de todos los lugares que con mi voz la invité a visitar, incluso sentí entenderla, dijo chistes que me hacían reír de verdad, cosa que es difícil, su aroma me embrujó y estuve además muy cerca de tocar esos ojos que yo mismo imaginaba como su mirada enamorada. Me da una rabia de saber que nada le estaba yo pidiendo a ella. Posiblemente y mi única intención era verla feliz, saber que existía, ponerme a sus pies como amigo, como compañero, como amante, como ella hubiera querido. Por un momento pensé que había encontrado a un semejante de verdad, bella a mis ojos, sin la obsolencia que mis amistades existentes tienen a manera de cáncer, esperando ya de mí las mismas cosas que me han caracterizado frente a ellos, mientras que Natalia se me presentaba como toda la frescura del mundo, como un himno nuevo que me hubiera gustado cantar. Tal vez y todo ocurrió por haber mirado el secreto de sus muñecas, tal vez en sus cortes se relataba la historia de una vida triste, aunque no, una vida triste no hubiera reído como ella, no hubiera alcanzado su brillo, y si no se trataba de una vida triste debía seguramente tratarse de un amor no correspondido, o algo similar, si es que existe algo similar a eso. Mi intención no era salvarla, pero la salvaría con todo el placer del mundo. Nada le costaba darme su dirección.

Tal vez es casada, tal vez llegue a su cama y finja estar igual de aburrida que siempre, con oportunidad y su marido no sospechará que se la pasó muy bien a lado de un loco que le narró textos que parecieron encantarle, acompañada de un idiota que la trató como la tratarían seguramente en aquellos tiempos en que era motivo de lucha, motivo de esfuerzo, musa y diosa a la vez, cuando gozaba de la seguridad de ser una mujer y valer, cuando no se hacía aún necesario meterse navaja en las muñecas.

Ahora no se dónde esté, mi coche ya llegó a la cochera de mi casa y he de aceptar que el coche llegó sólo, que yo no lo dirigí y éste, por costumbre, supo dar con mi domicilio, eso como un favor a mí que soy su amo y no tenía ni el valor ni la vergüenza de pensar en otra cosa que no fuera Natalia y el plantón que me acababa de recetar. Llevaba acaso cuatro años de no haber recibido un palmo de narices semejante. La última vez había sido una muchachita que bien hubiera esperado a su mayoría de edad para tomarla, y en su caso era comprensible, yo era distinto a ella en lo absoluto y sin embargo mi interés era muy incisivo, es decir, puramente sexual, pues la torpe no valía la pena más que desnuda. ¿Pero Natalia?, Ella era distinta. Me hubiera gustado conservarla a mi lado, bajo el pretexto que fuera, muchos años, a ser posible hasta mi muerte.

Razón de más para concluir el monólogo, el cual mucho he presumido y del que sólo me sé la parte inicial y final. Y no me importa que en el trabajo me jodan diariamente con que me corte el cabello ni que en la antesala mi gurú pretenda imponer su muy humana voluntad sobre mí para que me lo corte, ni me importa tampoco que tenga que editar un vídeo de Kinski para proyectarlo en la obra, ni conseguir bocinas, televisores, ni nada. He de hacerlo para posicionarme de una buena vez en el equipo al que pertenezco, para decir de una buena vez que estoy harto de que las cosas marchen de manera tan idiota, además de que estoy seguro, Natalia acudiría.

¿La técnica será la misma?, trabajo arduo. Vocalizar, gesticular, estallar, reír, llorar, ser el personaje, intentar entenderlo y ser él, todo con disciplina, con método. Y lo primero que haré será buscar una prostituta y amarla con candor, con ternura, con fuerza, con verdadera pasión y entrega. Luego debo reírme de alguna autoridad, aunque, no es necesario, mi monólogo hablará sólo de amor, incluso la vida turbulenta de Kinski empezó ya tarde, es decir, la sensual, primero actor y luego pervertido, por lo que por eso debo ser primero actor y luego lo otro, faltarle el respeto a una autoridad es una forma muy estúpida de medirme, sin embargo, lo de la puta si lo voy a hacer un día. Pese a todo, me siento aún con carencias.

Nos reunimos en la asociación y no cabe duda que las cosas suceden cuando tienen que suceder. Resulta que vimos una práctica esotérica que vino a solucionar gran parte de mis problemas. La práctica se llama "MEDITACIÓN EN EL AURA DEL MAESTRO" , en esta práctica uno reza y ora profundamente, alza los brazos al cielo e invoca a algún Maestro de Luz, a algún santo, a algún iniciado. Es muy interesante porque dentro de la oración uno pide permiso de entrar en el aura del maestro y obtener de ahí la sabiduría, el conocimiento y la voluntad para seguir en el camino iniciático. Ya que pides eso, te cobijas en el aura del santo que elijas y este te conducirá hasta lo que quieres saber. Casi todos escogieron a Cristo. No sólo porque uno no tiene nunca la seguridad de que los santos existan, de manera que si eliges un santo que fuera invención de la iglesia católica, pues estarías asociándote al aura de un vacío, así que con Jesús no hay pierde.

La advertencia de Adreil antes de iniciar esta práctica fue "Tengan mucho cuidado del ente con el cual quieran entablar comunicación y nexo. De preferencia son santos, pues este tipo de relación puede hacer que a la persona se le peguen las virtudes del santo, pero también sus defectos, así que si quieren burlarse de la muerte y escogen algún familiar o amigo que se les adelantó en el camino, entonces es probable que empeoren su situación espiritual, pues no sólo asimilarían lo bueno del ente, sino que sus vicios también"

Yo pensé, "¿Quién me puede dar la voluntad y las agallas de Kinski sino el propio Kinski?", entonces mi práctica del aura del gurú la dirigí a Klaus Kinski.

No sé si fue un error o no. Lo cierto es que la práctica funciona. Alcé mis Brazos sobre mi chackra coronario, luego en el frontal y en mi tercer ojo rece con suma fe, duré cerca de quince minutos implorando que se me permitiera establecer contacto con mi maestro, me empecé a adentrar en la meditación, me coloqué en posición de medio loto, la cual ya domino a base de tanta meditación y me concentré, empecé a respirar por cada parte de mi cuerpo con gran fe, ya que no sentía mi cuerpo molestarse y molestarme en mi práctica, comencé a respirar cada vez más lenta y profundamente, centrando mi atención en inhalar y luego exhalar, luego me centré en el espacio vacío que hay entre la inhalación y la exhalación, y ese espacio lo comencé a musicalizar con mantrams. De rato mi cuerpo, estoy seguro de creerlo así, era una puerta abierta a la energía. Adreil dirigía la meditación con su voz hipnótica y nos encaminaba a través del trance. Cuando dijo con voz como del viento, "ahora, nuestra conciencia y nuestra parte energética alza sus manos e implora al cielo, al gran orden universal, a Dios, que nos permita acercarnos a nuestro maestro, que nos deje ver los colores de su aura, sentir el calor de la misma, que nos proteja de no saber asimilar su sabiduría, que nos deje ver justo lo que necesitamos para llegar a nuestra cima. que nos permita ir y recostarnos en esa sábana blanca azulada que es el aura del maestro. Digan entonces, mentalmente, el nombre de su maestro y visualícenlo, imaginen su cara sonriente, su mirada penetrante, llena de compasión, imaginen que es él en su cuerpo, está ahí justo dónde ustedes están, charlen con él"

Sé que todos escogieron vírgenes, la de Guadalupe, la de Fátima, santos famosos, a Jesús mismo, a Buda. Sin embargo yo fui en busca de Kinski y lo encontré parado encima de una roca, frente a un acantilado, descalzo, con unos pantalones de manta bastante flojos y una camisa sin fajar. El viento movía sus cabellos de un sitio a otro, mientras su mirada se fijaba en el chocar de las olas, en la violencia de ese mar furioso, respirando profundamente el aroma del agua y la sal. Cuando me acerqué no pareció gustarle, hizo una mueca animal que entendí como una amenaza a no acercarme más. Sus ojos azules no me miraron a mí, sino a aquello de lo que formo parte y los encontré tristes pero intensos, como si supiera que el pinche mundo no tuviera remedio y sin embargo no quisiera abandonarlo. El no me dirigió la palabra, se puso a ver de nuevo el mar. De rato comenzó a moverse, comenzó a actuar y recitar poemas en un perfecto francés, aunque con la esquizofrenia del acento alemán, se desgarraba, gritaba, susurraba, sugería, señalaba con el dedo el mundo para luego hacer ademanes de estar cargando un bebé, luego amando a una mujer, riendo, saltando, todo encima del peñasco, y el acento de sus gritos, de el sisear de sus brazos con el viento me daban a mí un mensaje claro que me hacía entender que el idioma no importaba, que el chiste era expresar. No podría referir lo que aprendí de aquel acercamiento, lo cierto es que era necesario que yo lo viese en vivo, era indispensable ser testigo de las baladas de Villon directamente de su boca, fue preciso escuchar su risa de loco. Alzó su mirada como un guerrero, como un predador, como un mendigo, ubiqué aquello que captaba su atención y percibí qué en una parte del mar nadaba una mujer. Era obvio que llamaba su atención. Me miró con cierta lástima y comenzó a carcajearse, su cabello comenzó a hacerse cada vez más largo hasta que era del tamaño mismo del aire, hasta que fue aire, y su cuerpo piedra y olas, se desvaneció en todo aquello, de rato nadaba a lado de la mujer y la sacaba a la playa para hacerle el amor. Adreil dio la orden de regresar y mi cuerpo volvió en sí, teniendo en la boca un sabor a coño y sal.

Lo que siguió se me hizo una total idiotez, pues todos contaban sus experiencias, que habían sentido la luz, que sentían su corazón henchido de amor, que se sentían más concientes, unos incluso comenzaron a jurar cosas, todos lucían tan sugestionados con el divinismo, y Adreil les daba por su lado, ampliándoles su sueño. Tal parece que todos entraron en trance para huir de aquí, de este mundo. Todos corrieron a abrazar el amor de otra parte, el clímax de un cielo lejano, de un futuro en que los gerentes del mundo serían los esoteristas, y todos ellos se creían esoteristas, es decir, el amor era una real mamada, era una herramienta de poder para decir que unos son más grandes que otros, como si eso importara, como si jugasen un juego de mesa absurdo en el que no importa jugar, sino que los demás vean que juegas.

El que realmente ama, poco se interesa en difundirlo, eso es algo kinestésico, se nota. sentí un poco o mucho de pena por todos estos aspirantes a megalómanos que participan en la política celestial. Todos buscando un puesto en la administración pública del futuro que será el reino de los cielos, reino al fin, con su rey loco y ególatra que requiere de aduladores, vasallos guerreros, asesinos, lame huevos, damas caritativas y amantes para cada una de ellas, sus putas de la corte y los varones que las necesitan para afirmarse como hombres siendo todos unos maricones, con toda esa jerarquía. ¿Quién nos dice que el reino de los cielos no tendrá que formarse de eso que están hechos los reinos actuales?, ¿Quién nos dice que la reina virgen no se hará amiga de Lady Di y juntas se irán a putear con jugadores de polo?. En fin, repentinamente se me hace tan absurdo imaginarme la autorrealización espiritual como un proceso político, donde los partidos políticos son las religiones y se pelean por unos pinches votantes que ni importan, que sólo importan si llevan a los líderes al poder. ¿Para eso fueron con sus maestros? ¿Para recibir tips de ascenso a la silla ducal del cielo?, Todos soñaron con el futuro, sólo yo lo hice con el presente, y aunque nada es más seguro que Kinski no es ni por asomo un santo, fue el único que dio amor, a todos la boca les sabe a la dulce amargura de la avaricia mientras que a mi me sabe a cuerpo de mujer condimentado por el mar. Nada es real, todo da risa. Darse es amor y se chingó, no hay más realidad que esa. Amar es compartirse en acto, no puede darse amor, sino hacerse amor. Dar amor implicaría que uno tuviera una bolsita con una cantidad de amor determinado y de ahí sacaras para dar.

Todo el camino a casa me fui rumiando en la mente. Mi guión tal como estaba no servía, había que cambiarlo o ni siquiera hacer un guión, no, modificarlo es mejor, la disciplina importa para esto. Pero la perspectiva es distinta, y en mi cuerpo siento hervir la sangre

Bueno, pero antes que nada había que aprovechar que mi cuerpo bullía de excitación. Era el día ideal para cumplir el compromiso con alguna puta.

Me arreglé lo mejor que pude, sentía inclusive el tacto de la tela como una caricia, y el primer paso para interpretar mi guión era no usar calzones nunca más, para que se note la verga que me cargo encima. Antes de salir, previa perfumada, sonó el teléfono, era mi amigo Josué, que por el auricular me decía que me había elegido para un proyecto nada peligroso, excitante incluso, pero que requería de toda mi confianza, y sólo en mi confiaba de esa manera. Después descubriría con asombro de qué se trataba, por qué era tan delicado y sobre todo, descubriría la veracidad de aquél dicho que versa "Todo ser humano termina por convertirse en aquello que piensa de sí mismo", y yo pensaba en Kinski.

Mas de Jilo

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Stag life 14: Girl Scout Cookies (1977)

Stag life 11: Inside Jennifer Welles (1977)

Stag life 10: I Like to Watch (1982)

Stag life 7: The Final Sin (1977)

Stag life 6: Beyond Shame (1981)

Stag life 9: Blonde Fire (1978)

Stag life 8: New Wave Hookers (1985)

Stag life: Little girls blue (1977)

Stag life 5: Driller (1984)

Stag life: body love (1977)

Stag life: expensive tastes (1978)

Stag life: mad love (1988)

Vintage 1

Diez de mayo con mi tía (Final)

Diez de mayo con mi tia (10)

Diez de mayo con mi tia (11)

Diez de mayo con mi tia (9)

Diez de mayo con mi tia (8)

Diez de mayo con mi tia (7)

Diez de mayo con mi tia (6)

Diez de mayo con mi tia (5)

Diez de mayo con mi tia (4)

Diez de mayo con mi tia (3)

Diez de mayo con mi tia (2)

Kitsch

Diez de mayo con mi tia

Las manos de Lorena

Opera de reims para unas medias negras

Cuentos de peep show (6)

Cuentos de peep show (5)

Cuentos de peep show (2)

Cuentos de peep show (3)

Cuentos de peep show (4)

Cuentos de peep show (1)

Nunca danzarás en el circo del sol (08)

Destino sin tumultos

Nunca danzarás en el circo del sol (09)

Nunca danzarás en el circo del sol (07)

Nunca danzarás en el circo del sol (06)

Nunca danzarás en el circo del sol (05)

Nunca danzarás en el circo del sol (04)

Nunca danzarás en el circo del sol (03)

Nunca danzarás en el circo del sol (02)

Nunca danzarás en el circo del sol (01)

Como pez en el alma

Un mundo raro

Motel para tres

¿Quieres problemas?

Sueños ajenos

Lienzo sagrado

Mexican Beauty (1)

Arakarina (27: Final)

Arakarina (26: Breve caleidoscopio)

Arakarina (25: El tren de Sara)

Arakarina (23: La balada de Andrea)

Arakarina (24:Cuatro razones para cerrar los ojos)

Arakarina (21: La balada de Samuel y Andrea)

Arakarina (20: El bar y Samuel)

Arakarina (19: Los chicos de la secta)

Arakarina (18: Las bodas)

Arakarina (16: Sara)

Arakarina (17: La mano de la novia)

Arakarina (15: Geografía de una secta)

Arakarina (14: Un rito para Arakarina)

Arakarina (13: El cumpleaños)

Arakarina (12: Gatos)

Arakarina (11: Nueva piedad)

Arakarina (10: El anillo tatuado)

Arakarina (09: La entrevista)

Arakarina (08: El vientre cálido de un hogar)

Arakarina (07: El artefacto)

Arakarina (06: Arakarina)

Arakarina (05: La fundación de Atenas)

Arakarina (04: Un pintor a oscuras)

Medias negras para una ópera de reims

Arakarina (03: Ella se casa)

Arakarina (02: La búsqueda de un pintor)

Infieles (7: El final según Cornelio)

Arakarina (01: Una chica cualquiera)

Infieles (6: El final según sonia)

Infieles (5: El final según el inspector)

Infieles (4: El arte de ser atrapado)

Infieles (3)

Infieles (2)

Infieles (1)

Radicales y libres 1998 (4)

Radicales y libres 1998 (3)

Radicales y libres 1998 (2)

Radicales y libres 1998

El Ansia

La bruja Andrómeda (I)

El ombligo de Zuleika (II)

El ombligo de Zuleika (I)

La bruja Andrómeda (II)

Tres generaciones

Mírame y no me toques (VIII - Final: Red para dos)

Mírame y no me toques (VII:Trapecio para la novia)

Mírame y no me toques (VI: Nuevas Historias)

Mírame y no me toques (V: El Casting)

Mírame y no me toques (IV: Los ojos de Angélica)

Mirame y no me toques (II: Puentes oculares)

Mirame y no me toques (III: Un abismo)

Mirame y no me toques (I: Los ojos de Claudio)

La verdad sobre perros y gatas

Amantes de la irrealidad (07 - Final)

Amantes de la irrealidad (06)

Amantes de la irrealidad (05)

Amantes de la irrealidad (04)

Amantes de la irrealidad (03)

Amantes de la irrealidad (02)

Clowns

Expedientes secretos X (II)

Noche de brujas

Día de muertos

Amantes de la irrealidad (01)

Lady Frankenstein

Expedientes secretos X (I)

El Reparador de vírgenes

Medias negras para una ópera de reims

Una gota y un dintel (II: La versión de Amanda)

Una gota y un dintel (III: La versión de Pablo)

Los pies de Zuleika

Una gota y un dintel (I)

Amar el odio (I)

Amar el odio (II)

Amar el odio (III)