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Stag life 8: New Wave Hookers (1985)

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Stag Life 8: New Wave Hookers (1985)

La serie Stag Life es el conjunto de reseñas relacionadas con Memento, una memoria multimedia que concentra lo mejor del porno del siglo XX, relacionada con los relatos "La Vie en Porn" y "Vintage".

Título: New Wave Hookers (1985)

Dirige: Gregory Dark

Título Región 4: Putillas del New Wave

Performancers:

Ginger Lynn

Desire Lane (en su papel de Cindy)

Kristara Barrington

Kimberly Carson

Brooke Fields

Gina Carrera (en su Introducing)

Jamie Gillis

Jack Backer

Tom Byron

Steve Powers (como "The Dog")

Peter North

Rick Cassidy

Greg Rome

Steven Drake

Empleado del mes:

 

Kristara Barrington

Reseña:

Resulta absurdo reseñar esta película partiendo de su incoherente argumento, o de la técnica visual utilizada para su filmación, o del look de puta de basurero que vestían las actrices cuando vestían (que, hay que decirlo, no era cosa nueva para el momento en que se filmó New Wave Hookers, esa moda la había popularizado Madonna en todo el mundo, incluso donde ni basureros había). Esta cinta es un parteaguas, y para decirlo fácil me valdré de una metáfora propia de la tauromaquia: esta cinta clava el estoque de muerte para el llamado Golden Age of Porn, ahí, en la primera proyección de New Wave Hookers, moría.

Que el porno puede fácilmente carecer de sustancia es un hecho. Incluso, autoras como Michela Marzano han dedicado muchas páginas en relatar cómo la sobreexposición de los cuerpos reduce el deseo más que enriquecerlo. Muchas cintas eran una apología de la nada, pero lo habían sido por malas que eran, por carecer su director de cualquier manifestación de talento, lo habían sido de manera accidental. Tratándose de la obra de Gregory Dark, la provocación de un vacío es absolutamente intencional, algo planeado con premeditación, alevosía y ventaja (la ventaja es que el espectador es, en el fondo, un animal que saliva cuando se le ondea frente a sí un filete).

Desde que abren los créditos aparece ya un coño que danza, un dedo que se mete. No hay gran escenografía, si acaso alguna especie de tarima rodeada de humo artificial (obvio, ni modo de poner a las actrices en medio de un incendio para lograr el efecto). El coño que aparece en un primerísimo plano es el de Ginger Lynn. Se toca en serio. La tipografía que da a conocer el título es en color rosa chillón y en trazos puntiagudos que remiten a la idea lega de lo punk. Luego más escenas, esta vez de Kimberly Carson y Brooke Fields, en especial se ve por detrás las caderas de Brooke Fields, y hay algo en la nitidez de la cámara que te hace suponer que ese coño que ves está caliente, que ese ano está muy caliente, que tiene olor, que tiene una suavidad. Está ahí y tú sólo puedes mirarlo como un perro deseoso de olisquearlo y darle una lengueteadilla. Luego más letras, más actrices. En los casi cuatro minutos que duran los créditos iniciales tú ya viste todo el menú de actrices que participarán en la cinta. No hay duda de quienes actuarán, y menos aun de lo que saldrán haciendo. Muy en el uso actual donde las cintas se identifican, en su mayoría, de un título que parece menú. Me invento uno (a riesgo de que me demanden por plagio) al vuelo: "Black Dicks in White Butts # 26". Los créditos serían, o puras letras, o el repaso de las actrices intercalando pequeños fragmentos de lo que verás. He aquí que muchas de estas cintas actuales llevan New Wave Hookers en su genoma.

Abre la película con un par de tipos sin quehacer: Jamie Gillis y Jack Baker. Decir que sale el versátil Jamie Gillis implica necesariamente la aclaración de cómo sale, pues no es un tipo predecible (como puede salir de aristócrata sibarita puede salir de esposo comprometido o de hombre sensible, incluso ha interpretado a Drácula y al mismo Diablo, a diferencia de otros, por ejemplo Peter North, que siempre interpreta al mismo tipo de cabrón haciendo la misma gracia, que ya sabemos cuál es): Aparece un Jamie Gillis dentro de una estética New Wave, con playera negra, pantalón de cuero, con el cabello un tanto largo, con un collar de perro ajado al cuello. Jack Baker aparece sencillamente estrafalario, usando colores absolutamente contrastantes con su piel negrísima. Están sentados viendo una cinta porno, quitados de la pena, y fantasean con la existencia de unas putas new wave que acudieran a su llamado a satisfacer todos sus caprichos sexuales que encima no son sencillos. A lo largo del film se advertirá que Gillis utiliza distintos acentos, simplemente, en la escena inicial habla como un rapero de color. La música es, y debe ser (según lo aclaran los directores de "New Wave Hookers Inc.", o sea Gillis y Baker) "No rock and roll, sólo new wave".

Aparecen en otro escenario, que es básicamente la misma porquería que la sala donde estaba el sillón y la televisión, sólo que ahora hay escritorios y otro sillón al fondo. Este escenario se podría hacer en cualquier habitación. Gillis viste una playera con la "A" de "Anarchy", y lleva ahora un collar de perro en el cuello y lentes como los que usaba el vocalista de Electric Light Orchestra. Entra en escena la primera puta new wave (Desire Lane). Las presentaciones son absurdas porque no importan. Ella se coloca en los oídos un par de audífonos con forma de teta y comienza a bailar con, lo que parece ser, una música putirizante. Le empiezan a meter mano los tres. ¿Los tres? Sí. Echado en el suelo hay un tercer individuo (Steve Powers) quien la hace de perro de Gillis y Baker. Como es un perro, el cabrón no habla, si acaso ladra o hace el sonido del teléfono. Terminan con Desire Lane. El perro ha recibido una mamada muy satisfactoria e, irónicamente, quien se la coje de perrito es Gillis y no el perro. La escena ha terminado y Gillis se pasea por ahí con la playera puesta, pero sin pantalones, con sus botas de motoquero puestas, como quien caga pero tiene diferencia de principios con el concepto de rollo de papel y se lava cada vez en un bidé. Pasan a la siguiente alucinación.

Entran en escena Kimberly Carson y Brooke Fields, a las cuales no sé si llamarles putas new wave, pues no visten a la estética de éstas, ni portan la actitud. Este pasaje en el que Carson y Fields se meriendan a un arabizado Peter North es un remanso de paz dentro de la cinta. La violencia y la decadencia toman unas ligeras vacaciones y casi parece ser un extracto de una cinta distinta. Si acaso los lentes de Carson acusan que es una puta new wave, pero nada más. En la escena está tirado Peter North, vestido únicamente con un fez (gorrito marroquí como el que portaba aquél viejo personaje de series animadas llamado Morocco Topo) y tenis nike. Llegan Carson y Fields y le hablan, pero él sólo habla en árabe o en algún idioma que él estaba inventando ahí mismo (dudo que North aprendiera árabe para decir sus líneas). Lo joden entre las dos, pero todo muy dentro de lo mainstream. Ya se sabe, North hace lo suyo, que es regarse a litros. Ni Carson, un Fields, ni North están a la altura de la bizarrez del resto de la cinta.

Vuelven a la oficina de New Wave Hookers Inc., donde están los escritorios y en cuyo muro del fondo aparece grafiteada la figura de una mujer desnuda y una verga parada.

La película vuelve al enfermizo mundo de Gregory Dark con la siguiente escena. Las dobles penetraciones no eran, para 1984, el hilo negro del porno. Pero sí lo era que lo intentara una diva juvenil en el pináculo de su carrera. En efecto, la puta new wave número dos es Ginger Lynn. Sale vestida muy a la usanza de los cincuentas, pero más como fetiche que como ropa casual. Pese a que habían transcurrido ya algunos años desde "Grease (1978)", el subconciente colectivo conservaba en las neuronas la inquietante imagen de Olivia Newton John enfundada en sus pantalones negros. Pues bien, Ginger es en esa escena todo lo que Olivia no se atrevió a ser y hacer. Sus compañeros de orgía son Tom Byron y Rick Cassidy, que lucen unos espantosos peinados escolares y chapitas que sonrojan sus mejillas como una muñeca rota o como un par de espeluznantes muñecos de ventriloquía que hubiesen adquirido vida para fornicar lo que aparezca. La hacen de tontos. Son unos nerds con suerte que se habrán de coger a la capitana universal de porristas, a la reina del baile, a la cachonda hija de la directora.

Ginger Lynn está muy bien y saca adelante su toma. El brillo de los cuerpos, que sugiere todo tipo de olores, sólo realza la efectividad de la escena. La música es loquísima, y por momentos se aleja del cansino new wave que atiborra cada paraje del film.

Vuelven a la oficina, y entra la tercera puta new wave (Kristara Barrington), y aquí debo hacer una aclaración: En las fichas de producción que se precie aparece dentro del elenco Traci Lords, sin embargo, dada la bien conocida historia de que ella era menor de edad cuando entró al porno, no tengo disponible la cinta que incluye su escena, al igual que es difícil adquirir la cinta "Black Throat (1984)" del propio Gregory Dark que incluye también a Lords. Ambas las vi en su tiempo, incluso en un antiguo diario en donde pegaba recortes de mis revistas (mismo que fue inquisidado por mi madre al ser yo también menor) recuerdo haber pegado en una hoja el promocional de "Black Throat (1984)", pero hoy eso es historia. No sé decir si la escena de Lords es una donde mastica ostentosamente un chicle, u otra en la que le practican un tournante (lo hace con dos tipos, pero nunca a la vez, se la turna uno y luego el otro) ante la atónita mirada de una rata de utilería. La de la rata es "Black Throat (1984)" pero no sé decir si la del chicle también. En fin, no tuve el cuidado de anotar ese dato (a quien se le ocurriría que habría que recordarlo). Los artículos de Traci salieron del mercado a causa de que ella era menor de edad cuando realizó todo este material. Lords es gritona, protagónica, impositiva, hubiera dado gusto ver trabajando juntos y tras bambalinas a Dark y a Traci. La que manejó siempre un bajo perfil fue Kristara Barrington, quien al filmar "Every Woman Has a Fantasy (1984)" también era menor de edad, pero no le dijo a nadie. Luego, la puta new wave número tres era así de joven, y es posible que nadie sospechara de ella porque no da esa apariencia virginal de Lords, o la da pero la impericia para reconocer ese rasgo en genoma oriental impidió saberlo.

Kristara Barrington se pone los audífonos de teta. Al igual que Desire Lane, se putiriza con sólo escuchar un poco de aquella misteriosa canción, que pudo ser parecida a la que suena insistentemente en el filme, muy en la onda new wave o la onda de Billy Idol. Al igual que a Lane, se le abalanzan esas bestias que son Gillis, Baker y Powers, alias el mañoso, el negrito y el perro. Mientras el perro se coje a Kristara y ésta le da una mamada al negrito, Gillis come de un plato algo parecido a fideos fríos; desde luego no usa tenedor ni una tortilla para rempujar el bocado sobre el cubierto, sino que lo consume directo del plato, como si fuese una mascota. La corrida de Baker a boca y manos de Barrington es referencia obligada al momento de hablar de eyaculaciones de los ochentas, no sólo porque está completamente abstraído en su pedo, sino por lo violento que resulta ser el chorro, como si se le hubiese agolpado un tapón de colesterol en el conducto que lleva al ojo del pene y de repente se destrabara el dique para estallar con furia.

La película se acerca a su larguísimo clímax, pero es posible que para esas alturas ya se esté hasta la coronilla del mundo de Dark.

Según reseña el artículo "The Devil in Greg Dark", escrito por Tom Junod para la edición de febrero de 2001 de la revista Esquire, Gregory Dark estudiaba cine (en realidad estudiaba Bellas Artes) en la escuela de Stanford y realizaba a mediados de los ochenta un reportaje acerca del documental "Fallen Angels (1985)". Con ese pretexto acudió a ver a Walter Gernert, que era un productor de porno de la época. Ya entrados en confianza Gernert le hizo su propia entrevista a Gregory, y así como el diablo tienta con cosas que secretamente queremos hacer y no con las que nos repugnan, interrogó a Dark con temas que en su búsqueda proponían su hallazgo: ¿Tiene usted un coche?, ¿Puede usted pagar el alquiler?, ¿Tiene la leche en el refrigerador?. Ante el eventual titubeo de Dark, y en franca actitud de "me duele verte así", el productor fue al grano: "Yo pongo mi dinero y tú tu talento". Nacieron ahí los Dark Brothers (mejor conocidos como los Dark Bros).

Su primer éxito (su debut fue con un díptico "Let Me Tell Ya´bout White Chicks (1984)" y "Let Me Tell Ya´bout Black Chicks (1984)", las cuales no figuraron) fue "New Wave Hookers (1985)". Se ha querido sostener que la fama de dicha cinta se debe a que en ella participó, siendo aun menor de edad, Traci Lords, pero ello sería sobrevalorarla (a Traci) más de lo que ya está. En realidad la película es única porque rompió con cualquier tendencia que pudiera estar teniendo el Cine X por aquel entonces. La cinta puede no gustarle a mucha gente, pues incluye muchos elementos de mal gusto, pero no puede negarse que es absolutamente innovadora.

En el artículo "The Devil in Greg Dark" se cita también que parte del éxito de esta cinta se debe a que durante el rodaje Gregory pidió a los actores que hicieran cosas, digamos, extravagantes, y no sólo eso, sino que ellos las hicieron. ¿Por qué las hicieron? Dark lo explica: "Porque yo era bueno en eso! ¡Yo era bueno en conseguir que las personas se comporten como animales! Era bueno desgarrando toda su socialización, todo lo que sus padres les habían enseñado. Fue raro. Ni siquiera tuve que levantar la voz. Hice un llamamiento a sus egos, al pecado del orgullo. ¡La gente hará cualquier cosa por el pecado del orgullo, incluso convertirse en bestias! Y eso es para lo que yo era bueno en conseguir para la película: el momento en que los seres humanos se coinvertían en otra cosa, en algo que no era humano".

Hay que decirlo así: Gregory Dark creó escuela, una escuela que además de inimitable supone el dilema de querer imitarla, pues se remite, más que los recursos estilísticos o visuales y argumentales, a la retorcida visión de su autor. Parte de sus recursos reflejan una fría crueldad, y van, desde sumir a sus actores en situaciones incómodas (ponerlos a joder junto a pescados muertos), o sorprenderles con alguna pregunta improvisada que, dicha a quemarropa, toma por asalto a sus protagonistas (en "Gregory Dark Snakepit (1996)" una banda de gañanes someten a un gang bang a la actriz, al terminar la escena, estando ella aun bañada en semen, Dark le pregunta, haciendo primer plano a su rostro, si su padrastro abusaba sexualmente de ella). En cualquier caso, no le interesa ni el placer de sus protagonistas, ni mucho menos los detalles de su vida íntima, sino la transgresión que puede hacerse a todo ello.

Ciertamente no es admiración lo que siento por Gregory Dark luego de escuchar estas "proezas" contraculturales. Más que malo me parece travieso. Se necesita más ojetencia que valor para emprender un gesto como el de preguntarle a la actriz si su padrastro la violaba y provocar en sus ojos un destello húmedo. En contexto, su actitud, por estridente que sea, ocurre sin riesgo para él, después de todo le revienta esa pregunta a una actriz desprevenida que sigue siendo su empleada en una industria en la que el acoso no es causa de demanda laboral. Pongo un ejemplo para explicarme mejor: Cosa distinta sería si encierras a Gregory Dark en una celda junto a un cabrón grandote y feo que purga cadena perpetua por algunas diabluras que hubiera hecho en el pasado mientras en el presente padece graves alteraciones en el lóbulo frontal que ocasionen desorden de déficit de atención sumado a altos niveles de testosterona combinados con niveles bajos de serotonina y de colesterol con un desmadre generalizado en sus andrógenos como recidivas del uso de diversas drogas auto-inducidas más los efectos de las dietas con alteraciones por cobre y zinc sumados al efecto de traumas de guerra y accidentes y una paranoia general ante desastres imaginarios potenciados por el efecto de la contaminación ambiental y las toxinas sobrevaloradas como fruto de una hiperactividad y problemas cognitivos como efecto del tabaquismo en la madre sobre los hijos padeciendo ácido úrico en coctel con su predisposición genética y la relación entre estados emocionales alterados (depresión y ansiedad) y la conducta criminal entre muchos otros, y que ante ese cabrón que, sin ser racista, se me antoja negro tatuado y gay, Gregory Dark le preguntase, ahí, en esa celda aislada, si su padrastro abusaba de él sexualmente. Ahí si hablaríamos de cojones.

Su cine es, pues, de un calor frío. Es como acudir a un zoológico y ver a un par de cebras copulando, o ver a un par de perros haciéndolo, no te identificas, pero les entiendes quizá demasiado. No se supone que excite, pero les envidias. En las películas de Gregory Dark no se intenta dar la falsa expectativa de que los actores sean algo más que carne, por el contrario, se pretende que así sea. Es un cine pleno de artificios donde tu mente aporta mucha de la oscuridad requerida.

La escena final sucede encima de una rueda de volantín, tan común en los parques de juegos infantiles, con la diferencia de que sobre la rueda y amarradas con fiambres de tela están Kristara Barrington, Desire Lane, Kimberly Carson y la debutante Gina Carrera.

Llegan a jugar al volantín el propio Gillis, Greg Rome y Steven Drake.

Por ahí merodea también Baker, pero éste se dedica más a observar y consumirse en su propia excitación, como si se extinguiera en su propio fuego. Baker será una presencia constante en las cintas de Gregory Dark. No sólo no es agradable, sino que puede ser muy desagradable, habrá quien lo encuentre gracioso, o habrá quien lo encuentre sexy, no sé; en cualquier caso me recuerda a la manía de realizadores como Alex De Renzy, David Lynch o Jean Pierre Jeunet de incluir en sus cintas a actores fetiche tendientes a lo fenomenal (palabra usada en un sentido no metafórico ni como sinónimo de estupendo). Baker no tiene nada qué ver con los modernos negros metrosexuales que deambulan por el porno del siglo XXI (Mr. Marcus, Mandingo). En "New Wave Hookers 5: A New Generation (1997)" aparece en los créditos que la cinta está dedicada en la amada memoria de Jack Baker, a quien identifican como "The True Pimp Daddy" (algo así como El Verdadero Papi Chulo, donde lo de chulo obedece a la expresión popular que identifica a un proxeneta, y no porque estuviera muy lindo), memoria algo tardía aunque no dudo que sentida (vamos, una cosa es el personaje exasperante que Dark lo hacía interpretar, pero en la vida real ha de haber sido comiquísimo y buena onda), pues Baker había muerto el 13 de noviembre de 1994 a causa del cáncer.

La secuencia es trepidante, sobresaliendo Barrington por su entrega casi auténtica, y Carrera, que nos regala una estampa deliciosa al empinarse mientras es penetrada a través de un calzón transparente color morado, mismo que será bañado en semen y terminará con una consistencia acuosa.

Gillis, cuyos money shots no son especialmente abundantes ni estridentes (en lo clínico, pues siempre hace muecas que sugieren gran placer), se corre en esta secuencia con una intensidad apabullante, mientras que el rostro de Barrington es un homenaje al placer ensimismado donde parece no contar el chorro de leche que le cae encima, sino su furor interno.

Al final, va Gillis manejando un auto y va recapitulando en distintas visiones de lo sucedido (lo actos sexuales). Se orilla junto a la acera como para regatear con una prostituta que está haciendo la calle. La prostituta en cuestión es Kristara Barrington. Él queda atónito diciendo "Eres real, eres real". Quizá en eso falló Gregory Dark. De alguna manera no pudo suprimir la humanidad de Barrington, quien pese a que fue sumergida en la situación que Dark le impuso, reveló un candor bestial, pero candor al fin.

La cinta es seminal, por donde se le vea.

Y aquí es donde quizá debamos hablar de la "Ley del Copión", que es tan irrebatible como la de la Gravedad, y con ello cerrar esta reseña exponiendo el por qué esta cinta es tan importante. Según la Ley del Copión toda segunda parte intentará compensar su falta de originalidad con estridencia en el estilo. Un ejemplo de la vida cotidiana: Cuando estudiaba en la facultad ocasionalmente teníamos horas libres y gustábamos, un par de amigos y yo, de ir a tomar café a la cafetería de la Facultad de Filosofía y Letras; uno de mis amigos acostumbraba pedir un vaso de yogurt natural, sacaba de su bolsillo un empaque de cacahuates naturales (sin sal) y lo vertía en su yogurt. Yo y mi otro amigo, medievales en cuestiones de alimentación, encontrábamos ocurrente que él comiera yogurt con cacahuate. En plena aplicación de la Ley del Copión, mi otro amigo comenzó a comer yogurt con cacahuate, pero a falta de originalidad, él vertía en el yogurt cacahuates enchilados. Suena mamón que una costumbre tan trivial tuviera que llevar aparejada una pretensión artístico-gastronómica. Yo pienso que no hubiera habido pedo si comía el yogurt con cacahuate natural, sin inquietud de demostrar que era original en un asunto tan irrelevante. En fin, era divertido verlo comerse el yogurt con cacahuates enchilados, que juro sin ver que sabía cercano a la mierda.

Un ejemplo cinematográfico puede ser cualquier saga de algo, por ejemplo, la serie derivada de "Friday 13 (1980)", de Sean S. Cunningham, en cuya primera entrega establecen todos los elementos argumentales; para la segunda ya no hay demasiadas cosas qué explicar, así que se hace un breve resumen y comienza la carnicería, el tema deja de ser si Jason Voorhees es un niño monstruo o si sólo estaba feíto, o si la mamá estaba cogiendo con los del campamento cuando descuidó al chilpayate, ya nada de eso importa, lo que importa es que mate mucha gente procurando no repetirse. Lo mismo podemos decir de las secuelas de Alien, las secuelas de Hostal, o si se quiere otro género, las de la serie de "Mira quién habla". Las secuelas son lo mismo pero más delirante.

La Ley del Copión no aplica a los genios, quienes se las arreglan para que sus obras tengan, cada una de ellas, personalidad propia. Por citar ejemplos, Alex De Renzy hizo una secuela de "Baby Face (1977)", que fue "Baby Face (1986)" que es una joya totalmente diferente en estilo y época de su predecesora. Gregory Dark fue el orquestador de secuelas de obras propias (New Wave Hookers) y ajenas (The Devil in Miss Jones), sin que sacrificara genialidad en cada una de ellas.

Y aquí es donde pasamos a hablar de la importancia de referirnos a la Ley del Copión. Gregory Dark fue un creador seminal que malinfluenció a realizadores tan dispares como Max Hardcore o aún Nacho Vidal o Rocco Siffredi. Max Hardcore es un hijo de puta, según refería Veronica Hart en una entrevista, que recibe a las actrices y les pregunta, como si se interesara en ellas, qué es lo que de plano no estarían dispuestas a hacer, las actrices abren su corazón y le exponen sus aversiones esenciales. ¿Resultado? Aquello que las chicas refirieron como lo más intragable que les podría suceder es lo que Max Hardcore instruye que les hagan. ¿Qué ponen cara de infelices? No es la felicidad de ellas la que Hardcore busca, sino la de sus espectadores sedientos de dominación y abuso. Lo mismo pasa con el cine extremo de Vidal o Siffredi que se ahorra la genialidad y transmite solamente la incomodidad de muchas de sus protagonistas. Aplica el mismo deseo de colocar a estos realizadores en la celda del cabrón malo y feo.

Las películas que narran la historia de una máquina de inteligencia artificial que se vuelve independiente del hombre e inaugura una apocalipsis tecnológica son ya tantas que podría decirse que es un género cyberapocalíptico, y siempre refieren a un pequeño invento que, en su momento supuso un adelanto que abría esperanzas de un mundo feliz pero descarrila en algo atroz e incontrolable. Un chip de bienintencionada manufactura deviene en el anticristo. Desde mi punto de vista, en el porno ocurrió una historia parecida. Gregory Dark fue esa especie de médico loco que creó una obra que no se parecía a ninguna. De frescura y creatividad innegable, "New Wave Hookers (1985)" escaló triunfos de la crítica y económicos, desencadenando una nueva forma de hacer porno en el que prescindir de toda trama es la regla.

¿En qué medida se puede responsabilizar a Gregory Alexander Hippolyte –alias Gregory Dark- del porno actual? No lo sé, la llegada del formato de video es como el meteorito que extinguió la dinosáurica industria del porno como la conocíamos. Lo cierto es que pudo haber cambio de formato pero no de historias y tramas, y lo que tenemos hoy es básicamente la eliminación de todo espíritu humano de las cintas porno, el sueño de Gregory Dark hecho realidad, aunque a su pesar, un sueño que surgió sin gracia. El científico loco viendo, impotente, cómo su creación se vuelve contra él, disolviéndole. Desde luego no le importa. En la actualidad está enfocado a la filmación de videos musicales para gente como Britney Spears o Mandy Moore, y en la crianza de sus hijas adolescentes. Es ahora un tipo cool, nada parecido a aquel de quien se decía que era el Diablo, pero ¿Acaso el Diablo no es, por definición, cool?

Memorabilia:

La escena del volantín es rica en estampas memorables, al igual que la de Ginger Lynn. Imagino a Gregory Dark encabronado con el trabajo de Gillis y Barrington, diciéndoles: "¡Me decepcionan! ¡Claramente les dije que no conectaran! ¡Claramente les dije que debían ser como animales centrados en su propio y exclusivo placer!". Ellos dirían: "¡Pero si nos la hemos pasado egoístamente felices!". Y Dark: "¡Exacto! ¡No les pedí que fueran felices! ¡Borren esas sonrisas!".

Y es que la escena es visceral. Incluso Gillis le mete la mano en la boca a Barrington y le distiende su semen a lo largo del cutis. Pero luego la besa, la mira a los ojos, no se apena de llenar sus labios con su propia simiente, y ella simplemente conecta como si descubriera el sutil encanto de la sumisión y comprendiese que detrás de la bestia hay un alguien que puede enseñarle, acompañarle, entregársele. De seguro Dark no suprimió la escena porque supuso que, el que Gillis besara su propio semen, resultaría chocante a más de uno, pero esa escena, en su transgresión y aparente vileza, encierra una semilla de ternura inexplicable. La mano de Gillis en el rostro de Kristara Barrington no es la garra de un león que juega con su presa. De cierto no la está humillando, sino que la está iniciando.

Calificación:

Cinco Chiles.

Mas de Jilo

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Stag Life 26 Baby Face 2 (1986)

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Stag life 22 neon nights 1981

Stag Life 20: Marathon Love (1985)

Stag Life 18: Educating Mandy (1985)

Stag Life 19: Jamie Gillis Ha Muerto

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Stag Life 17: Here Comes The Bride (1978)

Stag Life 16: Bordell SS (1978)

Stag Life 15: Passion of Carol (1975)

Stag life 13: Violation of Claudia (1977)

Stag life 14: Girl Scout Cookies (1977)

Stag life 12: The Initiation of Cynthia (1986)

Stag life 10: I Like to Watch (1982)

Stag life 11: Inside Jennifer Welles (1977)

Stag life 7: The Final Sin (1977)

Stag life 9: Blonde Fire (1978)

Stag life 6: Beyond Shame (1981)

Stag life: Little girls blue (1977)

Stag life 5: Driller (1984)

Stag life: body love (1977)

Stag life: expensive tastes (1978)

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Un mundo raro

Motel para tres

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Sueños ajenos

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Mexican Beauty (1)

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Arakarina (26: Breve caleidoscopio)

Arakarina (25: El tren de Sara)

Arakarina (24:Cuatro razones para cerrar los ojos)

Arakarina (23: La balada de Andrea)

Arakarina (22: La revolución de Samuel)

Arakarina (21: La balada de Samuel y Andrea)

Arakarina (18: Las bodas)

Arakarina (19: Los chicos de la secta)

Arakarina (20: El bar y Samuel)

Arakarina (17: La mano de la novia)

Arakarina (16: Sara)

Arakarina (15: Geografía de una secta)

Arakarina (14: Un rito para Arakarina)

Arakarina (13: El cumpleaños)

Arakarina (12: Gatos)

Arakarina (11: Nueva piedad)

Arakarina (10: El anillo tatuado)

Arakarina (09: La entrevista)

Arakarina (08: El vientre cálido de un hogar)

Arakarina (07: El artefacto)

Arakarina (06: Arakarina)

Arakarina (05: La fundación de Atenas)

Medias negras para una ópera de reims

Arakarina (04: Un pintor a oscuras)

Arakarina (03: Ella se casa)

Arakarina (02: La búsqueda de un pintor)

Infieles (7: El final según Cornelio)

Arakarina (01: Una chica cualquiera)

Infieles (6: El final según sonia)

Infieles (5: El final según el inspector)

Infieles (4: El arte de ser atrapado)

Infieles (3)

Infieles (2)

Infieles (1)

Radicales y libres 1998 (4)

Radicales y libres 1998 (3)

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El Ansia

La bruja Andrómeda (I)

El ombligo de Zuleika (II)

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Tres generaciones

Mírame y no me toques (VIII - Final: Red para dos)

Mírame y no me toques (VII:Trapecio para la novia)

Mírame y no me toques (VI: Nuevas Historias)

Mírame y no me toques (V: El Casting)

Mírame y no me toques (IV: Los ojos de Angélica)

Mirame y no me toques (II: Puentes oculares)

Mirame y no me toques (III: Un abismo)

Mirame y no me toques (I: Los ojos de Claudio)

La verdad sobre perros y gatas

Amantes de la irrealidad (07 - Final)

Amantes de la irrealidad (06)

Amantes de la irrealidad (05)

Amantes de la irrealidad (04)

Amantes de la irrealidad (03)

Amantes de la irrealidad (02)

Clowns

Expedientes secretos X (II)

Noche de brujas

Día de muertos

Amantes de la irrealidad (01)

Lady Frankenstein

Expedientes secretos X (I)

El Reparador de vírgenes

Medias negras para una ópera de reims

Una gota y un dintel (II: La versión de Amanda)

Una gota y un dintel (III: La versión de Pablo)

Los pies de Zuleika

Una gota y un dintel (I)

Amar el odio (I)

Amar el odio (II)

Amar el odio (III)