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Arakarina (10: El anillo tatuado)

en Grandes Series

ARAKARINA X

EL ANILLO TATUADO

 

X

EMPATIA O LA BODA.

Algo extraño pareció suceder después de la presentación de la exposición, como nunca me comenzaron a llover ofertas de todo tipo, las primeras me dio por definirlas como las ofertas mesiánicas, las segundas como las ofertas sexuales y las terceras las comerciales. De una u otra manera Anna realizó tan bien su trabajo que de su transcripción no sólo se desprenden las respuestas que yo en su momento le expresé, sino que ella fue más allá, quizá mucho más allá al efectuar una genealogía de cada pregunta que hizo, detallando su intención de búsqueda, su objetivo, su trampa, y he de reconocer que muchas de las razones de sus preguntas me dejaron perplejo, pues no cabe duda que la chica estaba mucho más segura de lo que pensé, y encima dispuesta a robar de mí mucho más que un mordisco de mi carne, un efluvio de semen, o un boleto al primer nivel del periodismo, no, iba dispuesta a robarme una astilla de cada parte de mi expresión. Sin duda que yo también le robé una rebanada de algo, pero me acuso silvestre.

Como digo, surgieron tres tipos de oferta, siendo las más copiosas las de carácter mesiánico. Para mí el decir mesiánico me lleva por muchas rutas, la primera es aquella que te convierte en un modelo a seguir, y lo notas cuando la gente te comienza a insistir que en muchas cosas se parece a ti, sin embargo yo intuyo que tales parentescos son recién descubiertos, que alguien no se había atrevido a reconocer su violencia y su vértigo hasta que vio el mío, que repentinamente descubre que tengo razón, que el orden de las cosas no está funcionando del todo bien y que además hay que hacer algo si no se desea quedar convertido en una parte simbiótica de ese orden. Entonces la gente viene y dice que siempre ha pensado así, como yo, pero nunca había acertado a encontrar las palabras exactas para expresarlo.

Me aterro, pese a que sé que es necesario un cambio, no estoy del todo de acuerdo en que este mundo se pueble de una infinidad de replicas de mí o de quien sea. Hablan de palabras como expresar los sentimientos, por favor, no me jodan con eso, pues la esencia no precisa de palabras para expresarlo, lo haces con tu mirada en cuanto miras al mundo y pretendes ver mucho más de lo que te muestra, cuando tus ojos no sólo se hieren con las imágenes, sino que se tienden rebeldes a abrazar todo y cuanto no debes ni siquiera mirar, amedrentando, dando muestras pequeñas de ese ángel terrible que seguramente encierras, al cual, de sólo ver caes de rodillas, expresando toda la ternura y toda la lascivia posible. Lo haces al fruncir el entrecejo a manera de que dibuje una filosa pendiente por la cual se es muy fácil caer, en cuyo fondo puede estar la furia o la confianza absoluta, después de todo un demonio podría no ser tan malo si es tu aliado. Ese que eres queda al descubierto con tu cuerpo, en su rebosante salud o su flagrante enfermedad, al tocar con estas manos, con las piernas, la espalda, al hacer el amor, al hacer el rechazo. ¿Cómo se puede iniciar uno en una escuela de todo eso?, ¿Cómo puede caerse en la imitación?, No es posible. El espíritu está vivo y el cuerpo es su casa, no hay academias para su adecuada fusión, para su delirio las ideas.

Sin embargo una cosa me quedó clara al momento en que obtuve mi vista, la gente vive imitando dioses, y estos dioses no son aquellos que yo imagino, celestes, incorpóreos, desespanpanantemente amplios, no, un dios puede ser un tipo de la televisión, con sus peinados, con su vestimenta, todos hablan, sonríen, miran como alguien, siempre hay semejanzas con alguien del cine, del televisor, de la farándula. En este caso ese de la farándula resulto ser yo. Me halaga, pero no me hace más grande. Lo curioso es que el origen de todo fuera la entrevista, esto que digo, los gestos, las muecas, la esquizofrenia, se vio retratada de linda manera, tan íntimamente que no se precisó que Anna escribiera que después del evento fuimos a mi casa donde le hice el amor con un ímpetu descomunal, eso lo entendería cualquiera sólo de ver lo cachonda que está la entrevista, imaginándose de inmediato a un "escritor de una sola mano", es decir, con una escribe y con otra se masturba.

He de admitir que el tener oferta mesiánica me ha dado momentos interesantes, gente con verdaderas inquietudes, eso tiene sentido. Desde el momento en que alguien se acerca a ti, no para imitarte, sino para darte un trato de iguales y te comienza a expresar sus puntos de vista, los cuales no siempre coinciden con los tuyos, se comienza a sentir que existe un enriquecimiento mutuo.

Sencillamente ayer entablé conversación con un joven de acaso veinte años, llegó y me comenzó a hablar de un par de mis obras.

-¿No crees que a finadas cuentas todos somos lo mismo? Es decir, todos desfallecemos por un poco de atención, por un poco de amor, y sin embargo nos condenamos a un desierto emotivo donde el verbo principal es mendigar. Sé que piensas más o menos así después de ver tu obra titulada "Las esposas", y me causa gran inquietud de saber si por tu mente ha cruzado alguna sugerencia, ¿Sabes? Yo estoy harto de autocomplacerme, de autoestimarme, quisiera dedicarme a ser, no tener siempre la tarea de no dejarme caer.- Me dijo.

Yo me puse a pensar en preguntas que anteriormente me había formulado, sólo que esta vez las plantee con distintas palabras, a esto me refiero cuando digo que la comunicación enriquece. Ubique mentalmente la obra de las esposas, en este cuadro hay un par de mujeres desnudas que en sus pechos llevan un par de heridas, una con sangre que se derrama y otra de un inexplicable vacío, ambas traen corrido el labial, pero de distintos tonos, lo cual pretende aclarar que no se han besado entre ellas mismas. Bueno, aun y esta distinción, conozco gente que se excita al pensar en ese cuadro, ya que juran que estas dos chicas si se han besado y no sólo eso, que se han estado comiendo mutuamente durante un buen rato, este morbo, la desnudez, la sumisión, y la sangre, convierten a ese cuadro en una de las piezas más deseadas por los seguidores del placer oscuro, pero no era ese el tema de mi reflexión, lo interesante es que esas dos mujeres están presas de una desesperación primitiva, pues ambas llevan en sus manos unas esposas que les rasgan la piel de sus muñecas, de las esposas pende una cadena que sujeta una esfera de nadedad, y otro detalle, y quizá el más importante, el sentido del desgarramiento de la piel de las muñecas nos revela que la desesperación de ambas no es por liberarse de ese yugo, sino que la carne estira en dirección del codo, es decir, se mueren por estar sujetas, por ser prisioneras de aquella inexistencia, sus rostros son en ese momento de placer obtenido, pero sus ojos nos hablan del temor a que tal gozo es efímero.

- Tienes razón- le contesté después de guardar silencio por un rato - Puedes engañarte y pensar que es preciso el dolor y la tristeza para poder aquilatar la dicha y el placer cuando éste se presenta, pero no nos justifiquemos, lo único que persiste es el ser, cuando sufres eres tú sufriendo y cuando gozas eres tú gozando, y ambas situaciones deben ser instrumentos de deleite desde el momento en que te sabes manifestado. No tengo una receta para eso que dices, además si la tuviera esta no te serviría porque sólo podría aprenderse en carne propia. Pero de una cosa si estoy seguro, hazle caso a tu principal impulso, adéntrate en él, la gente te comenzará a dar, lo que sea pero lo hará, recuerda que nunca dejas de depender de los demás, simplemente no te hagas a la idea de que lo único que cuenta es agradar, quien te quiera dar su rechazo, bienvenido, quien te quiera dar amor, bienvenido también, todo te hace vivo. Hay quien se inventa que la felicidad tiene que costar, yo creo que eso es cierto, pero el precio puede ser años de lucha por conseguirla, o el simple clic en la cabeza de abrir los ojos y despertar.

Seguimos charlando y de a rato me confesó con culpa que era homosexual, que acababa de terminar su relación de dos años con su novio, que se sentía solo e inquieto. Mientras hablaba con él una sarta de tonterías, mi mente trabajaba subterráneamente, formulando preguntas, dándome cuenta que estaba aún muy lejos de dejarme alcanzar por situaciones que no deseara. No es que me molestara que el chico fuera gay, eso a fin de cuentas es asunto suyo, aunque admito que me irrita esa constante de los homosexuales de transformarse literalmente después de declararse como tales, empezando a hablar cantadito, a sobre expresar los ademanes, total, si son homosexuales lo peor que pueden hacer es no estar conformes con ello, pero ¿Por qué hablar con virilidad para luego transformarse radicalmente?. Entre otras cosas descubrí más claramente un fenómeno que ya había percibido en anteriores ocasiones pero hasta hoy sentía que definía: En el momento en que algo me hace entrar en un plano superfluo, cuando mis expectativas de compartir un momento, una comunicación, un enriquecimiento, ya son de plano imposibles, cuando se me mete por la fuerza a actuar en ese mar de orden que no me interesa, me transformo en un ser con una crueldad indecible, y tiendo a aprovecharme de lo que sea para divertirme, para investigar, para experimentar, y eso me empequeñece, muy a mi disgusto, a un nivel de falta de cordura propia de un mantis.

Varias pláticas llegaban a exasperarme de verdad, ya que se esperaba y se esperaba y se esperaba de mí, sin embargo no me aportaban absolutamente nada, intentaba comunicarme, intentaba ser profundo sin preguntarme siquiera por qué habría de ser así frente a los necios que en ocasiones se me plantaban enfrente, la situación era en ocasiones insoportable, pues de a rato me daba por experimentar con la torpeza ajena y comenzaba a decir incoherencias que estúpidamente intentaban ser entendidas.

Sin duda las mejores ofertas no eran las abiertamente sexuales, sino aquellas que siendo sexuales se disfrazaban de mesiánicas. En lo personal pienso que la filosofía tiene un trasfondo sexual, que penetrar los misterios del cosmos es una agresión, es como mirarle dentro del corpiño a la naturaleza, como meter mano en las bragas de la creación, de hecho, estar charlando efusivamente, haciéndose escuchar, resonando en los cuatro polos de quien escucha y sembrar dudas, e inquietudes, y alegrías en el alma, es tener que ver, es seducir, es acariciar el espíritu con ese roce que tan feliz lo hace. El silencio filosófico no existe, siempre hay transmisión. Nada es más hermoso que mirar de frente a quien filosofa, y escuchar su voz queda, curando nuestras heridas sangrantes de vacío, embalsamando con verdad, con esperanza de no ser insignificantes, con esa sonrisa que susurra que trascenderemos, de hecho considero un error grave filosofar y no terminar en una cópula sublime. Hay que ver nada más esto, si las dudas filosóficas son tan personales ¿Por qué comunicarlas?, Si se comunican es seguramente porque se identifica la existencia de un destino común, de una realidad etérea por compartirse. Aquél que lanza una premisa de filosofía no sólo dice ¡despierta!, sino que invita a seguir por ese cauce desbocado sea cual fuere el destino, proponiendo la compañía más absoluta que es la seguridad futura.

 

En el umbral de mi puerta estaba una chica de cabello muy corto y rubio, de enormes ojos verdes, una nariz bastante larga y una boca estrecha e inflada, vestía con un conjunto compuesto por saco, pantalón y camisa idénticos a aquellos que llevé la noche de la inauguración de mi exposición, de su cuello pendía una corbata y muy ligeramente se alcanzaba a apreciar que bajo de su camisa y nudo estaba una gargantilla de pequeños carrizos rojos que le sujetaban con furia su garganta, al grado que sus venas lucían un tanto abultadas. Sorpresivamente lucía semejante, muy semejante a mí y su estatura era verdaderamente inusual, pues medíamos casi lo mismo. Su cuerpo era bastante delgado.

- Quise verla por mí misma-

- ¿Qué precisamente?-

- Tu mirada- Lo decía mirándome con descaro, como si quisiera aclarar que sólo se llegaría al placer si ella lo deseaba, y que además ese deseo no era del todo un hecho, sin embargo la cercanía de su aliento de cereza me estaba comenzando a embriagar seriamente.

- ¿Qué tiene mi mirada?-

- La chica de la entrevista la definió muy bien, además concuerda con todo lo que le dijiste, me agradaría hablar contigo un rato, fíjate bien, no para aprender algo o que me des consejos, tampoco para estudiarte, sino simplemente por el gusto de hacerlo, estoy segura de que lo pasaremos muy bien, sin agravios, dejándonos ser.-

- Está bien, como es lógico no esperaba a nadie a estas horas...-

- Luces perfectamente vestido y dentro de tu casa hace calor ¿Seguro que no ibas a salir? Podría acompañarte.

- No, no te preocupes, te decía, deja apago el estéreo para entendernos mejor-

- ¿Qué oyes?-

- Il Balleto Di Bronzo-

- ¿El valeto de qué?-

Il Balleto Di Bronzo

"Sin duda la historia de la humanidad ha evolucionado tremendamente en las últimas décadas, ya sea por los cambios tecnológicos como por los cambios sociales. parece extraño que uno identifique las épocas por las usanzas, la moda, la música. En este año de 1995, así como ya algunos años atrás, los cambios terrestres se han ido llevando a cabo en esferas preponderantemente adultas, asesinan adultos y estos cambian la historia, adultos deciden la economía, y en lo social la crisis económica parece arrasar con todo, adultos, jóvenes o niños. Sin embargo en lo cultural parecen ya haber muerto los maestros de la pintura, al igual que todo el movimiento surrealista, los llamados ídolos del cine han muerto o están muriendo, cada día son menos los mitos, no hay Elvis, ni Marilyn, la juventud peca de carecer de movimiento, no hay ritmo ni ideología que los agrupe en un espíritu común, y el único gesto absoluto parece ser el consumismo. ¿habrá sido siempre así?, probablemente. Sin embargo la tendencia está más dispuesta a desenterrar titanes que a gestar nuevos, cada día reedita cosas viejas en formatos nuevos, música, cine, literatura, actitudes. Es bien sabido que cada movimiento principal acarrea un movimiento secundario, marginal. La psicodélica trajo el folk de protesta, los grupos pseudo sinfónicos, los ritmos ácidos, así a los inicios de los setentas con el fenecer del movimiento hippie y la gestación de la onda pandilleril y disco se originó un movimiento marginal, difícil, del cual sólo monstruos de la envergadura de Pink Floyd, así como dioses menores como Yes, Génesis, Emerson Lake and Palmer, pudieron figurar en un recuerdo más o menos pobre, me refiero al movimiento progresivo, a esa música que investigó los pormenores de las posibilidades que ofreció la tecnología, rompiendo cualquier esquema rítmico, (después de todo, los integrantes del grupo Gentle Giant dijeron alguna vez de su música "tomamos las raíces de la música popular, la exploramos, unimos y modificamos a fin de hacerla más rica, sin importar el riesgo de que esto convierta la música popular en algo sumamente impopular) tomando como norma musical la realidad del hombre sobre la luna, navegando en tonos ácidos como el LSD, con la utilización de un verdadero arsenal de instrumentos, piano, flauta, mellotron, cello, violín, celesta, todo tipo de cuerdas percusiones y sobre todo, el órgano. Pese a que existen grupos como Emerson Lake and Palmer que alcanzan en el ´72 y ´73 niveles sorprendentes de delirio en canciones como Toccata, Tarkus, Karn Evil 9, hay que destacar que siendo que el progresivo pareció nacer en Inglaterra, Italia lo tomó como suyo y lo transmutó en un debraye total, degenerando deliciosamente, transformando ese género a la luz de su temperamento vehemente. Y no es nada raro. Italia parece ser cuna de sangre intensa. Dante inventó los infiernos, ahí se desarrolló el catolicismo y toda esa jerarquía divinal de lo más violenta e intransigente, no me extrañaría que algún estudio descubriera que en Italia se haya inventado el orgasmo acompañado de un alarido, miles han sucumbido a la musicalidad y pasión de ese país que no destaca como potencia económica, quizá famoso por el temperamento de sus habitantes, las mafias capaces de matar sin miramientos por cualquier locura pasional y del honor, la invención de los imperios en su más degenerada y directa faceta, la gestación del derecho, de muchas ciencias, de muchas artes, de los desnudos viciosos. No es entonces fortuito que al surgir el Rock progresivo, y que éste cruzó la frontera de Italia, lo hizo desnudo y sin defensas, dispuesto a ser violado, vejado y sometido a voluntad de los italianos, es de esa forma en que lo hacen como les da la gana, lo fusionan con la pasión y con todo ese sueño oscuro que se resume en un hombre muriendo por pellizcar una teta de una mujer voluptuosa, y el resultado es violento y sublime a la vez, en ocasiones satánico como los discos de Jakula, con los estertores divinos de su vocalista que eriza los cabellos ante su fuerza. De entre todos los grupos italianos de progresivo, Premiata Forneira Marconi, Celeste, Banco del Mutuo Soccorso, etc. Prefiero al Balleto. Con su alucinación, su trepidante y aplastante siseo de teclados. Me río, su tecladista Gianni Leone, al comenzar el grupo tenía 17 años, u estaba totalmente loco y poseso, preso en su cabello largo, su porte andrógino e indefinido, su mirada de violencia y su indumentaria pseudo cavernícola.

El momento en que choqué por primera vez con el Balleto se me pierde, pues lo único a que se reduce mi recuerdo es a mi oído escuchándolo, sintiendo fiebre en el corazón, el impulso de pararme gigantesco y con batuta en mano dirigir la orquestación de la música de un mundo encarnizado, imaginando que con cada movimiento de la vara se volcaran montañas y mares, y de manera aparejada una geisha danzante que danza con los labios, parada con un vestido negro y vampiro, mirando y haciendo muecas, paralizada de placer, dejando escapar ráfagas de energía y fuego por sus pupilas, entre sus dientes, inmovilizada, pero quedando claro que en su cuerpo y corazón ebulle la música más violenta, veloz, furiosa. No puedes sino admitir que el mundo es una alberca de lava incandescente en la que puedes echarte un clavado y salir ileso, entregándote a un abrazo con el alma de la tierra, para que al final sientas aterrizar en una realidad aparente.

Es distinto que con Emerson Lake and Palmer, por ejemplo, en Toccata sientes el gozo de moler a golpes a un infeliz, principalmente a algún necio, sin ir a la cárcel por hacerlo. En el caso del Balleto todo se vuelve lúdico."

 

Ahora que lo pienso y veo con detenimiento a esta rubia, su porte, su nariz y mirada entre triste y ardiente, sus dientes, me doy cuenta que eso es, tiene algo de italiana.

- Il Balleto di Bronzo. Es un grupo de música progresiva italiana. Algo viejo, de los setentas. ¿Te gusta la música?-

- ¿Puede no gustarle a alguien?-

- Depende si está vivo o si está muerto-

- Eso pienso yo, si no le gusta la música no es capaz de sentir nada con verdadera emoción-

- Coincidimos-

- Lo sé-

- Pero ¿Cuál es la que te gusta?-

- Seguro ya has escuchado a Mano Negra, a los Gipsy Kings, todo ese tipo de música, en verdad me deleita.-

- Es buena. Me alegra que no hayas dicho que de toda. Siempre que lo hacen me da la impresión de que quién dice eso no ha tenido tiempo de sentarse a escuchar nada en paz, por la música misma, como si no tuvieran decisión propia.- Dije sonriendo, aunque mi sonrisa se reprimió un poco al ver su ojo derecho encantado y su ojo izquierdo bastante juicioso.

- No te inquietes- Me dijo- A mí no necesitas apantallarme con eso, sé que piensas así, pero me fascina tu manera de hablar, ver como juegas con tu labia, con tu lengua. Tampoco creas que vengo con la intención de creer que me las sé todas. Sólo que observo sin límites, no creo que deba sentir vergüenza frente a ti, ¿o sí?.-

- No, de hecho parece que tienes razón en todo-

- Pon un disco para mí.-

Su manera de conducirse era idéntica a la mía, preciosa con mi propia indumentaria, caminando suave como si su elemento no fuese la tierra, sino el espacio mismo, como en cámara retardada, emitiendo olores y sabor, colorido, sensaciones. Estaba aquí instalada con un talante y una confianza como si nos conociéramos desde siempre, eso me gustó.

Saqué del estante de los discos el CD de "Recuerdos de mi tierra" de un grupo progresivo que se llama Mezquita, el cual no sólo tiene teclados, sino que roba el espíritu impetuoso de la España invadida por los moros, con un aire gitano.

Lo escuchamos y hablábamos de esa música. Uno aprende mucho de la gente si entabla conversación acerca de la música que más le gusta, prácticamente se desnuda.

- ¿Quién te presentó esta música?-

- Pasa algo extraño. A mí me gustaba en sobremanera el grupo The Doors, sobre todo aquella canción de Ligth My Fire, la versión en vivo, con el impresionante solo de teclados y guitarra al son de una batería en Bossa Nova, y me enajenaba el teclado, y en cierto modo lamentaba que no todas las canciones de ellos estuvieran plagadas de ese tipo de ejecución. Además, Jim Morrison nunca fue muy de mi agrado. Busqué entonces otros grupos que pudieran ofrecer ritmos semejantes, y mi búsqueda fue bastante lenta, pues nunca había tenido conocidos. Para no hacer la historia muy larga, una vez en una tienda de discos me crucé con un tipo que buscaba más o menos lo mismo, entablamos conversación y resultó que un grupo de hombres se juntaban cada jueves a escuchar música progresiva, lo que me pareció sumamente raro. Llegabas a casa de un tal Toño, nunca supe los apellidos, ni siquiera si se llamaba de verdad Toño, la cosa era que ahí sólo se tomaba cerveza y se escuchaba música, y no se hablaba de nada, ni de mujeres ni de dinero, ni del país ni de otra cosa que no fuera la propia música. Suena un tanto aburrido, lo sé, y vaya que no sabes cuánto, en veces andaban de temperamento barroco, otras veces andaban blues, psicodélicos, heavys, y el peor, peor de los casos era cuando estaban experimentales.

Yo en ese entonces no imaginaba las cosas que ocurrían en este mundo, hasta después supe que la cosa no era tan misógina, pues a eso de las cuatro de la mañana partían de la casa de Toño todos los progresivos y se iban a burdeles, donde seguramente descargaban toda esa excitación que la música había provocado. En fin, hubo cosas muy buenas, entre ellas, ésta que escuchas, el grupo se llama Mezquita y el disco se llama "canciones de mi tierra", Recuerdo que una vez lo escuchábamos y Toño dijo, "checa como se llama este disco, canciones de mi tierra, quien sabe dónde queda esa tierra de dónde ellos vienen porque si así suenan los campos, es decir como el disco, es la tierra más chingona que yo pueda imaginarme"

 

Ella se sentaba justo como yo me sentaba y hablaba con mis muletillas, sonreía cínicamente y miraba incisivamente. Era curioso, siendo que me imitaba descaradamente no sentía yo que me estuviera imitando, es decir, su postura era totalmente nueva y original, como el juego erótico que podría efectuar una mujer y amante de muchos años, con todo el conocimiento de causa, con toda la habilidad, con toda la interrelación. Ella tenía apenas treinta minutos en mi casa y ya la sentía como mi mejor amiga. Sentí esa confianza que se adquiere con los años sin ellos, y eso me ponía feliz en extremo, pues nunca soy capaz de sostener una relación con nadie, siempre vagando, siempre sin nada.

- Canta-

Interrumpió lo que le estaba contando para esgrimir esa orden que desde luego no me pesaba en lo absoluto, de hecho vivía cantando. Sería la coincidencia, pero el pedazo de estrofa que me tocó cantar, por cierto con toda mi alma, sonaba como una profecía hermosa, por lo mismo irreal, pensé.

La luna entre las estrellas

No le encontraba sentido

Por más que me esforzara quisiera

Hasta que llegaste a mi un día

Como una paloma más

Te tomé entre mi garra y te desmenucé

Mas sin embargo te quedaste en mí

Muy dentro de mí

Entre las comisuras de mi piel

Y nos convertimos en dos

Y desde entonces

Desde que somos dos

Todo es más sencillo.

Ya sé por qué trabajo

Ya sé por qué existo.

- ¿Cómo se llama esa canción?-

- "Desde que somos dos"-

- Desde hoy-

- Supongo-

- ¿Cuál es tu nombre?-

- ¿De qué vengo vestida?-

- De Virgilio-

- Me llamo Fedra, pero hoy deberás llamarme Virgilio.-

- Está bien Virgilio-

Todo parecía indicar que no sería una de esas visitas que concluyen en el orgasmo, que habría ocasiones subsecuentes entre Fedra y yo. Curioso, el "Tercero Incontro" del disco del Balleto di Bronzo comienza con una vocalización que dice "Vedra! Vedra!", lo que creo que difícilmente podré separar de mi mente a esta mujer del Balleto, al contrario, la chica danzante de mi sueño orquestal esta condenada a llevar la figura de Fedra! Fedra!.

Fedra, es decir Virgilio, comenzó a hablar de la música árabe, citó todo aquello que le inquietaba de ese pueblo. Lo hacía enajenadamente, con su mirada viva de emoción, dando a cada nota su punto exacto, sin duda existía la admiración innata.

- Tu apellido es árabe, Nungaray, me encanta. Pero debes saber que no correspondes a la costumbre árabe, aunque tu sangre lo sea, me da la impresión de que eres un pésimo comerciante, y que no te importa mucho proteger la propiedad de tus mujeres, no crees en Alá, podría jurarlo.-

- Tienes razón, llevo sangre árabe, pero nada más, no me interesa el comercio, y no protejo mis mujeres porque no tengo ninguna que sea mía.-

- Todavía-

- Sí, todavía. Sabrás que más de la mitad de mi vida fui ciego, lo que quizá no sepas es que mi padre nunca aceptó la situación, por la cual con su temperamento árabe hubiera preferido que muriese. Hoy, claro está, piensa distinto, pero ni su Alá le harán recuperar esos años en los que no me consideró, en los cuales no sólo no me dio una educación islámica, sino ninguna educación humana. ¿Creerás que lo lamento? En lo absoluto, hubiera aprendido todas esas cosas que están mal. No me pondré freudiano a analizar el "Trauma" que esto me marcó. Mas bien veo la verdad de las cosas, sin prejuicio.-

Continuamos hablando de allá. Fedra lucía muy bien vestida de mí. "Sherezada" repite, aislada de todo contexto esa palabra me cimbra de pies a cabeza, como la pronuncia.

- Sherezada es hombre- le dije.

- Explícate- De nuevo entabla conversación en el sentido de orden, me entra pavor de que sea una dominatress en potencia, cierta vez hice el amor con una chica así y fue demasiado intenso, tan intenso que dolía tan raro que no apetezco repetirlo.

- Así lo pienso- le dije- analiza bien la historia y descubrirás que se trata de un ramillete de sentimientos masculinos. Te la contaré desde mi punto de vista. Existía por aquellos años un rey que vivía de la mejor manera, en un espacio muy amplio, rodeado de sirvientes, comiendo manjares cada día del año. Su reino no presentaba mayor problema que elegir de qué manera disfrutarlo, al menos la historia no se ocupa en detallar que el rey tuviera la más mínima preocupación. Muy en cambio el cuento relata que el rey tenía un invaluable tesoro que brillaba mil veces más que la más bella gema de oriente, ese tesoro era su esposa la reina, alta de estatura, de cabellos negros y abundantes, con mirada de hechizo, amplia y vasta, con una boca roja como el fruto del granado, voluptuosa y expresiva, su cuerpo no es descrito, por la sencilla razón que los narradores nunca fueron valientes para describir las caderas de la reina. Resulta que la vida de este monarca parece ser perfecta e insólita en dicha, hasta que un día el rey invita a su hermano a que le acompañe en la cacería de venado, el hermano acude desde tierras muy lejanas, deseoso de conocer el castillo, los dominios y la reina. En la mañana en que partió el rey a la caza, su hermano amaneció indispuesto, por lo que se excusó solemnemente y se quedó en el castillo. Una vez que partió el rey y su séquito, la reina, que imaginaba que el rey y su hermano partían a una ausencia de dos días cuando menos, fue partícipe de lo siguiente: La reina esperaba desnuda en el jardín central del palacio, de un portal emergieron diez robustos y firmes esclavos, mientras que de un portal contrario emergían diez esclavas, ambas hileras se acomodaron en torno a ella, luego intercambiados, y una vez rodearon a la reina en círculos, entre todos comenzaron a hacerla sujeta de las más intensas caricias sexuales, cada esclavo la poseyó por separado y en ocasiones la jodían tres a la vez, mientras las esclavas la magreaban sin tregua, cabe decir que ninguna de esos falos tuvo contacto con mujer que no fuera la reina, por lo cual ella los devoró egoístamente, el rito pagano duró desde el mediodía hasta el amanecer, y en ese intervalo se hizo de todo, se comió, se copuló, se dio muestras de sumisión y de poder. El rey jamás intuiría que su tesoro le fuera desleal en tal manera. Viéndolo cruelmente el rey no tenía que recriminarle, el corazón de la reina le pertenecía, mas no así ese cuerpo en celo que ésta tenía. ¿Te parece ésta una fantasía femenina? Yo no lo siento así después de llegar al final que no hemos tocado, otro de los aspectos es que durante el tiempo en que duró el acto, el hermano vigilaba desde una sórdida ventana cada movimiento que ocurría, tomando nota de todo con singular morbo. Imagínalo. Cuáles serían las impresiones que se habrá llevado. Al momento en que llega al palacio su hermano le presenta a su reina, éste claro que percibe la belleza de asta, y quizá se formula una callada opinión, un diagnóstico pasional acerca de ella, y poco importa que ésta sea como sea, al ser la esposa de su hermano la ubica ante sus ojos como una dama respetable. ¿Pero que ocurre? No puede su hermano ausentarse a una simple cacería porque aquella dama se transforma en una ramera ávida de sexo sin medida, en la más traicionera y desleal compañera, entonces su sentir seguramente cambió tajantemente. La historia narra que presenció todo y cuanto ocurrió, no dice que salió al patio gritando colérico, ni que empuñara su cimitarra y decapitara a todos los sirvientes, no, únicamente se limita a esperar a que su hermano llegue para contárselo todo y sea éste el encargado de matarles. Bajo este punto de vista podemos ahora imaginarlo mejor. Sintiéndose mal como se sentía tuvo el tiempo suficiente para recorrer secciones enteras del palacio y observar el jardín central, ahí encuentra desnuda a su cuñada, y en vez de evitar mirar aquel cuerpo se esconde detrás de algún muro de alguna enredadera y se dedica a mirar la agresiva belleza de la reina, y así transcurren un par de minutos y seguramente su miembro se puso con la dureza requerida. Luego, para su sorpresa, ve emerger a los esclavos y esclavas, ellas de belleza enloquecedora y ellos de porte gallardo con su lanza bien afilada y lista para las lides. No acostumbrado a ver tanta desnudez se siente atónito, pero no se retira, ni su falo decae lo más mínimo, espera, observa, contempla todo lleno de duda, se esgrime argumentos apócrifos acerca del honor familiar y la respetabilidad de su hermano, visto lo que ha, ya esa mujer no es la reina de su hermano sino la reina de las putas, y eso piensa, y su ira lo único que hace es hervirle la sangre ¿Qué distancia hay entonces de la ira a la lujuria si ambas son calor y desenfreno?. Sigue mirando, ahora ansioso de deleitarse mirando, participar lo pondría a un nivel de crimen y deslealtad con su hermano similar al de su mujer, pues si por ella fuera, un hombre más no le vendría mal.

¿Qué decir entonces de él? Mira como la reina hace que todos y cada uno de los varones la posean con furia, cómo disfruta de su ser animal, de cómo se regocija de no convidarles ni tantita verga a ninguna de las esclavas, las cuales sólo se consuelan tocándose solas y excitándose con el concierto de aullidos de su líder, mientras que los esclavos se organizan en silencio para ver quien recibe la vagina, el ano, la boca, las manos, las axilas, seguros que a todos les tocará un poco de cada cosa.

Llega pues el rey y su hermano le platica lo sucedido en el jardín y le calla lo sucedido en sus pantalones. En un acto de culto al dolor y la auto humillación, el soberano trama un plan maléfico: Fingir que parte de cacería con el único afán de disfrazarse y retornar al castillo y averiguar por si mismo lo narrado por su hermano. Es entonces que aguarda, ansioso e impaciente, a que llegue ese momento en que su mujer lo engañará con sus esclavos pobres en haber pero ricos en atributos físicos. Imagina el momento de tortura que vivió el rey, es como si te dijeran dentro de misa que la tipa de la segunda fila del coro se acuesta con los seis hombres de las guitarras y con el del piano, todo se hecha a perder, pero nos da un gusto siniestro por que ello suceda. En fin. Sucede lo planeado, y el monarca ve con lujo de detalles todas las formas de depravación a que se entrega su mujer y siente una rabia que se le hincha en el pene. Al igual que su hermano, no toma acciones en el acto, sino que aguarda a que la reina beba todo el semen que sea capaz de beber.

A la mañana siguiente el rey manda decapitar a los esclavos y esclavas que participaron de la orgía, y reserva para sí el placer de ser el último en introducir un elemento ajeno en aquel cuerpo de mujer, le recuerda que fue el primero en despertar en su matriz el fuego incandescente de su magma, ansioso por permanecer, por ser la figura inmortal que no es, admirable respetable que no es, le grita que es el hombre de su vida, el primero en poseerla y el primero y único en matarla. Esgrime su cimitarra sobre ella que yace sobre un diván hecho a todo vapor para tal ocasión, totalmente desnuda, con sus pechos altivos rogando a los cielos, su mirada hundida en las pupilas de Dios y sus nalgas señalando el infierno. El monarca hubiera deseado escuchar imploranzas de perdón, de piedad, las cuales negaría, aunque eso le haría pensar que su mujer era totalmente inicua, enfadado por el silencio, de ver que ella yace sin arrepentimiento, ofrendándose en un sacrificio que va mucho más allá de él, de sentirse engañado esta vez con el creador que con brazos abiertos la esperará allá donde él no está en condiciones de alcanzarla, alza su metal, ella no es nada suya, no lo puede soportar, entonces blande su cimitarra separándole la cabeza del cuerpo, y al rodar esta sonríe, siendo libre.

El rey se inventa la historia de que la ha matado por amor. La ha matado y fue por su bien, ha sido dentro de lo permisible, dentro de un ajuste de cuentas del honor, sin embargo el cuerpo, mucho más cauto y prudente, comienza a llorar sin consuelo. ¿Quién le recriminaría al monarca nada? Todos le dan su respaldo, menos su espíritu.

La herida le hace formular un plan macabro que le aseguraría una tranquilidad imposible. Cada tarde desposaría una doncella, al ser ésta, virgen, no tendrá referencia alguna respecto de los hombres, la llenará de elogios, deliciosos manjares, baños exóticos, suaves perfumes, música hermosa, tomará su cuerpo y al amanecer la recién desposada recibirá la muerte, con ello aseguraría el no verse burlado nunca más.

En realidad esto es una idiotez, pues después de todo ninguna de esas jóvenes realmente le llegaría a importar, luego la herida no sana desde el momento que la mujer que sí le importaba, aquella a la cual sí amaba, ésa, lo había traicionado, y al matarla se había él casado con una novia mucho más nefasta que era la muerte misma, enamorado de la sensación de decidir la vida o la muerte de sus esposas, de ver su mirada triste, dependiente, perdida en la desolación del fin próximo y seguro, se había enamorado del temor, de la mirada de dolor de la joven que es desvirgada, sin experiencia alguna, sin aviso de ningún tipo. De todas las que desposó no recuerda ya ninguna, ni las que tenían veintinueve y eran vírgenes, ni las de trece años con cuerpo de mujer, todas eran la inocencia que él venía a asesinar al poseerlas para al amanecer acabar con lo que quedaba de persona. Quería matar la inocencia, esa inocencia que él mismo padeció como enfermedad al ser crédulo y confiado respecto de su sultana.

Así sucedió hasta que apareció Sherezada. La chica era hermosa como ninguna, vivaz, lista, y al ver que su hermana había sido elegida como una esposa más del sultán, ella se ofreció en sustitución, "Es una locura" pensarían sus padres que la amaban como a nada, "Eres una niña, sabes bien que vas a la muerte", pero ella continuó con su plan. Se casó con el rey, disfrutó de todo aquello que él ofrecía, y siendo virgen entregó su cuerpo segura de no ser inocente, pues tenía su plan, sin inocencia que matar, ¿Qué haría el monarca?. Al morir la noche invitó a su esposo a presenciar el alba y comenzó entonces a narrarle una historia, la cual narró con singular gracia y encanto, el cuento a su vez era interesante como ninguno, y antes del final suspendió su relato, dejando pendiente el final, y el soberano perdió su tiempo insistiéndole a que lo culminara, de nada sirvió su súplica y su orden, se vio entonces obligado a prolongarle la vida un día más a efecto de escuchar el final, sin embargo al terminar el cuento comenzó otro distinto e igual de interesante, y así sucesivamente pasaron mil y una noches en que el rey lloró y rió por igual con las narraciones de Sherezada, a quien reconoció como su legítima esposa. Aliviado ya de su alma desistió de su plan de matarla y vivieron felices.

Te das cuenta de todo lo que encierra esta historia. Perdona, y sé que perdonarás, las majaderías que haya podido decir, eran precisas para que vieras como ve el hombre común el sentido de este texto. ¿Te das cuenta? Sherezada nunca existió, Sherezada fue la fantasía de una humanidad de tener una compañera ideal que no sólo es hermosa en su físico, sino inteligente, tierna y rapaz, y que cada día de esta vida mostrara el interés de dar algo personal, algo de sí. Sherezada es esa compañera tan deseada, esa presencia bonita que llena todo hueco, todo vacío. No existió, fue una quimera, fue un pretexto para sentir dolor y luego imaginar que este tiene una cura. Yo quisiera ser Sherezada y tener cada noche algo extraordinario que contar, llegar siempre a fondo y dar. No es por que estés tú aquí, así lo pienso, aunque estoy seguro de sentirme muy a gusto a tu lado y charlar, pero no sólo doy mi cuerpo cuando me entrego, doy todo mi ser, me expreso y cuento mi vida entera en un gesto, en una tesitura de voz, en una mirada, y mi sueño es que el sexo deje de ser efímero por casual que éste sea, que cada quién se alimente de los otros que no desean más nada en el mundo que ser recibidos aunque sea como ofrenda. Es más fácil darlo todo que encontrar quien lo reciba. Disculpa que haya tomado la palabra de esa manera, creo que somos dos, tienes derecho a opinar.-

Ella salió del ensimismamiento que le había provocado mi plática y sonrió como un niño. Luego dijo - Definitivamente tu sangre es mucho más que árabe, es universal. ¿Crees en el matrimonio?-

- Depende que tipo de matrimonio-

- Aquel en que, pese a todo, tienes a una mujer para siempre y ésta te tiene a ti-

- Supongo que de ser así me encantaría la idea. ¿Tu serías capaz de casarte así?-

- Nunca lo haría de otra forma-

- Creo que empiezo a necesitarte.-

Ella se rió con esa risa franca y luego se le humedecieron los ojos, iba yo a preguntar qué ocurría pero ella me cubrió los labios con la mano. - Pon este cassette- Susurro al momento en que de su saco extrajo una cinta, era de Peter Gabriel, el soundtrack de la película de "The Last Temptation of Christ". - Siéntate- me dijo. La música comenzó a sonar. Todo muy oriental y muy oscuro, las flautas, las cítaras, las percusiones, delicioso. Sacó de su bolsillo una mascada blanquísima y la colocó sobre su nariz y boca, formando un velo. Comenzó entonces a danzar como una odalisca, vigorosa y serena, voluptuosa en todo tiempo. Aunque con mi indumentaria no parecía del todo una bailarina sus movimientos eran certeros como los de una serpiente que oscila entre la plenitud de un viento infinito.

Aun no definíamos que íbamos a hacer. Ella por lo pronto me narraba con su danza la historia de su vida. Su mirada quedó entonces atrapada en la mía y viceversa, más nos parecíamos. Yo con mis ojos la desnudaba lentamente y ella parecía sentir mi tacto, empezó entonces a moverse con mayor fruición y a emitir cantos guturales y extraños que me hablaban de los orígenes de la pasión, y traje mi enorme tumba y comencé a tocar las percusiones con ritmo frenético y ella bailaba al ritmo de mi pulso, adivinando cada golpe. El cassette ya sonaba muy a desritmo pero no importó, un ritmo nuevo era el que contaba ahora. Fue entonces que pareciera que ambos nos adentráramos en una jungla tupida, rica en ritmo, musical en extremo, convirtiéndonos en una multitud de notas, mezclándonos de una manera sublime. Cuando volvimos estábamos envueltos en sudor, temblando como dos locos que han escapado por fin de la razón.

- Tuve un orgasmo- me dijo.

- Pude sentirlo-

- Lo sé-

- Sabes lo...- iba a hablar y ella me interrumpió diciendo

- ¿Quieres que sea tuya a mi manera?-

- Te digo que sí incondicionalmente, aunque me gustaría saber cuál es esa manera que abrazo sin siquiera conocerla-

- Mi manera es mi manera. Y esta manera es lejana, nostálgica, omnipresente. Mi manera es ardiente, vehemente, volátil, fiel de corazón y alma, entregada por siempre, rabiosa y orgullosa, celosa del juego y la sabiduría, silenciosa, comprensiva e histérica, muriendo cada vez, floreciendo constantemente, cruel y salvaje pero siempre pendiente, imprudente, engañosa, estoy destinada a ser la mala hija de un padre muy bueno, su predilecta también, soy un puñal ya lo verás, y mi llanto y sonrisa cauterizan. Te advierto que ésa es mi manera, una manera que no siempre te convendrá, pero no es otra cosa que yo, sin caretas, por lo tanto, si soy tuya a mi manera tendrás en tu mano a esa mujer que soy, y me tendrás totalmente, sin necesidad de cambiarme nunca, seré tuya en ser. ¿Me pregunto si tu te arriesgarías a ser mío a tu manera?, ¿Si?, ¿Qué manera es esa?-

- Mi naturaleza es solitaria, incapaz sin embargo de ser indiferente de las cosas, soy de mirada rapaz y desquiciada, reniego del orden, soy intimista, eso ya lo has oído antes, soy ante todo una herida abierta de la cual mana sangre sin cesar, y mi sangre satisface un poco a tanto muerto, pero por mas que mi sangre salva yo no me salvo, quiero salvación y no la hay para mí, por eso reniego de este mundo que fue creado sin redentor, donde hasta el sol miente por que sus rayos no logran en verdad calentarme, estoy viviendo la vida lo más plenamente que quiero y puedo, manejando voluntades que no me dan la más mínima resistencia y tal poder no me salva, declarando la guerra a un enemigo que desconozco y sólo se está por todas partes, abriendo de vez en cuando el manto celeste para dejar entrar un rayo escaso de vitalidad. Soy una crisálida que se convierte en una mariposa monstruosa, soy, por más que mi voracidad me lleve a rincones de guerra, una alma de niño que no quiere aprender ese mundo adultamente podrido. Soy, presa fácil de aquel que en realidad se interese en mí. Soy solitario por eso, por que me mata la idea de estar solo algún día, cualquier día. Ésa es mi manera. Oportuna, constante, infinita, fiel hasta la auto aniquilación, obsesiva, perfeccionista, parsimoniosa, generosa, violenta, vampírica, absoluta, posesiva, soberana, tiránica, fría y desgarradora.

Estaba abatido, fui tremendamente sincero, desnudo. Lo había dicho, era débil.

- Sé mi esposa- Dije.

- Elige el rito- Nuevamente la imperatividad.

- El único que conozco-

Saqué entonces del cajón de la cama un estuche. - ¿Qué es?- Me preguntó llena de dulzura, como si fuese una niña pequeña que intenta develar el dulce que se oculta dentro del puño.

Era un estuche de agujas y tinta para hacer tatuajes. Un tipo insistió que debería probar esa técnica del arte, experimentarla en piel viva de un semejante. Yo acepté el regalo, y esta era la ocasión ideal para hacerlo funcionar. Ella llenó su cara de luz. Me admiraba, deseaba saberlo todo de mí, deseaba devorar mi carne literalmente, comerme para así ser parte de ella, deseaba ser yo mismo, mientras yo sentía en ese momento exactamente los mismos deseos.

- Dame tu mano izquierda- Le dije, y fue hasta entonces que reparé que sus manos eran de una exquisitez sin par, blancas en extremo, largas y de rasgos firmes, con su carne dura y su piel tersa, con sus carnosidades ricas suaves como los cojincillos de las garras de un gato recién nacido, con la textura amante de la lengua de una guacamaya. Me la extendió y me pareció tener ante mí las manos que todos los pintores han querido identificar como las de la Virgen María, llenas de expresión. No es que no le hubiera visto las manos, sino que hace un rato, mientras bailaba, sus manos no eran para mí otra cosa que serpientes encantadas, brazos de medusas.

Tomé el aparato de tinta y comencé a dibujar un anillo enorme, casi del ancho de la falange. Mi mano izquierda y la suya estaban reposando sobre la mascada blanca, y el tatuaje de los dedos anulares se hizo sin anestesia y alternados, una figura en su carne y luego la misma figura en la mía, con la misma aguja, con la misma sangre.

Su cara era toda experiencia. Cuando su mano estaba aún intacta temblaba un poco, y después del primer pinchazo aguanto valientemente, en esa incisión ella mordió sus labios con tal fuerza que se hizo una marca roja, y después dejó escapar un suspiro de éxtasis, le dolía y sin embargo lo soportaba, si acaso distraía un poco sus nervios mirándome el brazo cubierto de vello o la bragueta, mi cuello o mis pies desnudos. Una vez que hube acabado el primer elemento del anillo tatuado y que pasé a mi mano para comenzar conmigo, ella sintió un estremecimiento, no creía ese procedimiento, y aquella mujer que había entrado hace unas horas como una figura dominante se mostraba romántica y encantada, con un orgasmo a puerta sobre todo su ser, con una dicha muy grande, era mía y no le preocupaba, al igual que a mí no me preocupaba estar siendo suyo, "Qué detalle" dijo, luego calló, y no hubo ya más dolor, era un proceso en el que nos convertíamos en la misma cosa.

Es preciso pues que detalle cuales eran los grabados que componen el anillo tatuado de matrimonio:

Se formaba principalmente de dos aves que se tocaban en sus picos, uno era un ave varón y el otro un ave hembra, mirándose seriamente a los ojos, en colores vivos. La curvatura de sus cuellos formaban un arco que emulaba un corazón, en sentido de que uno solo no haría nada mas, en el centro del corazón estaban dos flores en semejanza de una flor que se parte a la mitad ante la gota de una lágrima sangre que cae de un ojo radiante que declara la unificación de nuestras miradas, la flor es roja y pese a que está dividida en canal se instaura como una misma, pues de cierto cada quien es una individualidad, y si el matrimonio fuera convertirse en un solo ser, sería la situación más aburrida sobre este universo y los otros, a tal forma que cada extremo es ante todo libre y sin embargo, gozan de las mismas raíces, nutriéndose, aprovechándose de un mismo mundo, en vísperas de un mismo horizonte, el de la luz que salva con su sol que de una vez por todas podrá calentar aquello que ahora no puede, las almas y corazón de los hombres, y ese horizonte será la silueta de Dios dormido que a su marcha ilustrará de que manera se florece de verdad. El tatuaje incluye una mariposa, símbolo eterno del cambio, de la transformación en algo superior, de la riqueza de colores, la riqueza de ser, también está un pequeño camaleón, maestro del mimetismo, muestra de tolerancia y asimilación de la pareja, se sienta sobre unas flores cuyo tallo es una lágrima y por corola tiene un ojo abierto, que es donde el mimetismo se da realmente, pues pese a que no nos convertimos en un solo ser, nuestros ojos terminan pareciéndose a los ojos de todos aquellos que verdaderamente nos miran, adoptando su color, el de su risa y su amargura, el de su pasión y su deseo, el de su frustración y de su éxito, quedando el centro siempre y solamente oscuro, y la cola del camaleón hace una espiral, pues el mimetismo es gradual, de menos a más, cuando niños nuestros ojos son limpios, luego se van pintando, con el tiempo, con los matices de nuestra ruta, y el camaleón saca su lengua que es el verbo que se funda cada día, y bendito Dios si ese tipo que seré en diez años es capaz de amar o ser amado por esa que será mi esposa después de diez años, pues ambos, como mariposa, como camaleón, cambiaremos. El tatuaje tiene una cruz, sin que en este instante quiera profundizar en su significado, y un gato que evoca la visceralidad hedonista, la lasitud placentera, aquella que no es pereza, sino acción sublimada, ronroneo y paso sigiloso. La flor lleva por corona ese nuevo sol que inventa el nuevo amanecer, el nuevo despertar, en el cual, abriremos los ojos y todo será distinto, justo como desearíamos que nuestro mundo fuera.

Acabado de hacer el grabado en nuestra piel, con las manos aún sangrando, nos miramos y aquí estaba yo consciente de estar enamorado a profundidad, y de estar además convencido de que el sentimiento que provocaba era el mismo. Ella me miraba con adoración. Le pedí que cerrara sus ojos, "son un exceso" le dije, noté que mi broma fue torpe "es broma" rectifiqué, "solo ciérralos" y entonces le até los ojos con una corbata, luego la cargué y la puse sobre la silla de cuero. Saqué entonces una caja que tenía destinada para una ocasión especial, era de madera y su cubierta estaba pirograbada con infinidad de signos y caracteres, aves, ojos, manos, plantas y flores, todo ello en una conjunción hermosa de sombras. De todos los grabados sobresalía una flor pájaro que miraba de frente. El pirograbado era furioso, y no me había importado elegir madera rica en resinas, pues mi intención era dejar en claro que el fuego era quien había trabajado esa caja. Y en el interior estaba una sábana, la cual me dio por llamar "sábana de desvirgamiento", la cual en su orilla se circundaba por un margen bordado de un verde intenso, matizado con retoques de azul marino, del más oscuro que encontré, lo que hacía de ese marco una aureola carnívora, mientras las hojas y espinas parecían tan reales y filosas. En cada una de las esquinas repuntaba una figura animal, un ave, una serpiente, un gato y una araña, siendo de colores azul, rojo, pardo y negro respectivamente. Cada bestia apuntaba hacia el centro con un pequeño símbolo en forma de soplo azteca. La intersección entre los animales y las ramas eran unas flores rojísimas, con rebordes amarillos y una mota púrpura cada una. En el centro se izaban el bordado de dos alas enormes, más largas que cualquier brazo humano, erguidas hacia arriba, a manera que, la sábana era tamaño king size, recostado justo al centro de la cama, en el centro de la sábana también, daba el efecto visual de que sobre la cama yacía un ángel. Tendí la sábana sobre la cama, acomodé que cada animal estuviera en su esquina, luego salí de la casa y arranqué del jardín vecino unas cuantas rosas, de haber estado avisado, hubiera comprado unas, pero en esta circunstancia que me perdone la vecina, y también mi mano que se espinó en el dedo meñique. Puse cada rosa en los extremos de la cama, siendo cinco rosas y solo cuatro extremos me dio por colocar la quinta en medio de las alas, quedando como rosa alada. Luego fui con ella y muy despacio comencé a desnudarla, haciendo de esta tarea un himno a la parsimonia, procurando ser tan torpe de no poder evitar tocarla al desvestirla. Ella tenía sus poros erizados, mientras su boca temblaba como una gelatina hipocondríaca. No encuentro palabras para definirme a mí mismo la belleza de su cuerpo. Sus tetitas eran de un puntiagudo extraño y brillante, como si se tratase de una montaña nevada y vertical cuya nieve pierde terreno pero el resto de montaña fuera de hielo, es decir, sin dejar de ser agua, sus costillas afiladas que daban pie al valle de su plexo firme y candente, preludio único de la selva que aparecía más abajo, en medio de unas caderas que en pantalón de hombre no lucía como debiera, casi masculina su cadera, pero ese casi era de redondez perfecta, de riqueza, exoticidad, brío, brillo, y sus piernas blancas y fuertes como sus antebrazos, mientras que su espalda era el revés arenoso de un desierto recién llovido, su cuello largo y frágil, deseo cumplido para un vampiro como yo. La encaminé ya desnuda sobre la sábana, la senté en la orilla y recapacité que la rosa que estaba en medio de las alas estaba destinada a no participar en la fiesta, pues, no la iba a recostar sobre las espinas, ni tampoco la iba a acostar en una orilla con tal de no mover la rosa, la quité y tendí el cuerpo de la única y universal rosa de esa habitación, de mi habitación. En posición horizontal, con los ojos vendados, sabiendo que te están mirando, es seguro que no sabes qué hacer con las manos, ella estaba a la total expectativa, en una inusual posición de firmes. Extendí la quinta rosa hasta su nariz y Fedra exhaló un suspiro, pero a mí me pareció más que eso, expiró en una vida anterior. Agradeció con una sonrisa la rosa, y se dispuso a tomarla con sus manos, por fin iba a dejar el firmes, y yo vi que ellas iban en dirección a una espina, pero fui incapaz de detenerlas, pese a que hubo tiempo. La espina se enterró, pero no hizo daño, cogió la rosa y la puso sobre, como tercer flor en aquel jardín que eran sus pechos. Alcé la vista para ver como se miraba Fedra ahí donde estaba. El espejo de encima de la cama reflejaba un perfecto ángel. Procedí a retirar la corbata de sus ojos, ella miró el espejo y sostuvo una cara que nunca había visto en mi vida, seguramente ella tampoco, sonreía con un hálito divino, extraterreno, etéreo, satisfecha aún antes de iniciar nada. Su mirada decía gracias, pero esas gracias que se dan a alguien cuando nos da origen y comienzo, cuando sabes que en realidad comienzas a vivir. Sus ojos, su iris y retina, su fondo, todo pasó a ser parte de mi alma en ese instante, y vi lo que ningún hombre puede ver, que es la mirada de su propia alma, aquélla con la que comparecerá ante el Padre en caso de que el juicio final exista, supe entonces que estaba salvado. Le toqué el cabello y sentí que electricidad recorría todo mi ser. Era ella de piel frente a mí, definitivamente de piel. Y su aroma superaba a cualquier perfume existente o por inventarse, y comencé a besarla sobre la cama revuelta en sábanas, tocando cada parte de su cuerpo, sin dejar ni un solo milímetro sin besar, y ella hizo lo mismo.

Podría pensarse que el juego previo había sido esa sesión inusual de besos, el desnudarla, el tenderle la sabana del desvirgamiento, sin embargo caía en cuenta que el juego previo había sido, en mi caso, mi vida entera. Supuse que todo lo hecho a lo largo de mis años estaba destinado a desembocar en este día, en esta cama. Cuando por fin la penetré pude conocer que era virgen. ¿Porqué no me lo advirtió? Ella pareció leer mi mente, pues en su agonía gimió - Tú- y eso lo decía todo, la entrega, la elección, la voluntad, la falta absoluta de accidente.

Lo hicimos en la forma más natural, ella acostada sobre sus espaldas, con sus piernas bien abiertas y yo encima y dentro suyo. Pudiera pensarse que esta forma es convencional, pero en realidad, cuando se hace el sexo con el corazón, ninguna lo es. Sus alas de ángel se batían de manera vertiginosa, rodeándome en veces la espalda, arañándome por todas partes. En este caso yo le pasé el brazo derecho por la espalda, haciendo una diagonal con su columna, desembocando mi mano en su nalga izquierda, sujetándola en medida que su humedad me lo permitía, mientras que mi brazo izquierdo la sujetaba del cuello y nuca. Sentí una unión poderosa, como si su alma y la mía jugaran a cambiarse de sitio, ora en mi cuerpo, después en el suyo, y sentía cada cosa que ella misma sentía, y sonreía, y gemía. El orgasmo, más bien, el orgasmo final, después de los múltiples que se habían ocurrido, fue conjunto, y de tal violencia que grité en un rugido incontenible, seguido de una respiración monstruosa. Tal parecía que tuviéramos un tiranosaurio y una horda de lobas debajo de nuestro colchón. Reviré al techo y vi una escena hermosa, hombre y ángel, ángel y dama. Mi boca, por cierto, aparecía ensangrentada y la suya también, nos habíamos mordido salvajemente.

El sudor, los pétalos y tallos de las rosas, y la sangre, inscribieron en la sábana una historia llena de encanto y misterio. Colgarla en una exposición le erizaría los cabellos a cualquiera. Una vez que se hubo levantado de la cama me di cuenta que esas alas no eran nada sin ella. El significado de ese momento me hizo sonreír como un tonto. Por primera vez en mi vida era aterradoramente feliz, feliz, feliz, ¡¡¡feliz!!!.

Sus alas estarían en esa sábana. Si perder la virginidad es dejar la inocencia atrás, las alas están bien ahí. Si al amar de nuevo los cielos abrirán sus puertas y uno emprenderá el vuelo, esas alas no se desprenderán nunca, y están, por lo tanto, bien ahí. Es entonces que al robarle las alas, le he otorgado unas. Ni puede perder las alas alguien que nunca las tuvo, y tenerlas es no dejarlas jamás. Hermoso. ¿Quién tuviera una constancia tan mágica de su primera vez como Fedra?

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