Stag Life: Beyond Shame (1980)

Dirige: Fred J. Lincoln

Codirector: Sharon Mitchel

Título Alternativo: A Place Beyond Shame

Título Región 4: Más allá de la vergüenza.

Performancers:

Seka, interpretando a una chica llamada Seka.
Jesse Adams
Lori Blue, como Diana, la amiga de Seka.
Billy Dee
Don Fernando, como Paul, el pretendiente de Seka.
Blair Harris
Bonnie Holliday
Mike Horner
Milton Ingley (aparece en créditos como Michael Morrison)
China Leigh
Mai Lin
Jon Martin
Jim Reynolds
Ken Scudder
Aaron Stuart
Sonya Summers
Lysa Thatcher
Paul Thomas, en el papel de Michael, el terapeuta hipnotista.

Empleado del mes:

Seka. Por su capacidad

hipnótica.

Reseña:

La talla de Seka como pornstar fue tan grande que difícilmente encontraremos otra actriz a la cual le hayan dado tantos y tan evidentes protagónicos. Y al decir protagónicos no me refiero a películas en las que ella saliera mucho, sino guiones escritos ex profeso para que interpretara ese papel único que ella es.

Esta es una de esas cintas que existen sólo porque Seka existe. Ni siquiera hubo necesidad de cambiarle el nombre porque Seka interpreta a Seka.

Empieza como muchas películas de la época ("Babylón Pink (1979)", por citar un ejemplo) con un zoom interiorizador que primero retrata una calle de alguna ciudad, luego la fachada de una finca en particular, para luego mostrar el interior de una alcoba que se supone es el interior de la finca que queda ubicada en la calle que ya se vio. Esta dinámica, siento, no persigue que uno diga "¡Hey, esa calle la conozco!", o "¡hey, todos los días paso por ese edificio y no sabía que ahí vivía Seka", o "¡Hijos de puta, esa es mi casa!", sino que es un mensaje que te invita a comulgar, un gag que te dice que se trata de una ciudad como la tuya, o de hecho la tuya, en fincas ordinarias, donde las cosas que les pasan a los interpretes es lo que podría pasarle a cualquiera, incluso a ti, o a tus vecinos.

Ya en la habitación de Seka, la cámara recorre su cuerpo, y al llegar a su rostro ella te lanza una sonrisa como diciendo "bienvenido". Es una escena muy corta, pero se agradece la amabilidad. Si agregamos que la música es una vil copia de "How deep is your Love" de The Bee Gees, la empatía está garantizada. De hecho, podría decirse que esa es la canción tema del filme. La tonadilla casi reproduce íntegramente la canción de The Bee Gees, pero cambiando la última nota, seguramente para no tener una demanda de plagio, y para despistar, la tocan con una guitarrilla folk. Para efectos prácticos, yo cambiaría el nombre de la canción a "How deep is your count". Lo mismo pero más barato, como la canción.

En esta película Seka interpreta la trama, común en el porno, de una mujer que tiene impedimentos sexuales pero que al final de la cinta ya no los tendrá, todo ello a través de un emputecimiento liberador.

En la primera escena, Seka tiene una cita con Paul (Don Fernando), pero por algún tipo de trauma ella no puede, pese a que va vestidita para ello, ni siquiera iniciar el sexo. Los hardcoreros fundamentalistas gritarán ante la negativa de Seka, que actúa tan bien y con tal convicción que en verdad parece que tiene un trauma muy pesado, que se muere de ganas pero de plano hay algo mal en ella que no le permite disfrutarlo como se debe y mejor prefiere que no suceda sobre todo porque Paul le importa de verdad, colocándose en el doble sufrimiento de querer coger y no poder, y encima soportar las quejas de Paul quien, para ese entonces, estaría sufriendo un calambre escrotal debido a la brusca interrupción de la calentura.

Parece muy rebuscado, sin embargo, hay que dejar muy en claro que en esta película sí es puesta a prueba la capacidad de Seka para la actuación dramática y no sólo para las coreografías sexuales. Seka actúa, y muy bien, a lo largo de esta cinta.

A estas alturas de la cinta entra su amiga Diana (Lori Blue). Luego de quedar de verse con Seka repara en la compañía de Jon Martin, quien al parecer no ha desayunado, así que Lori le da su coño para almorzar (literal, de dice "ven por tu desayuno" mientras se abre los labios del coño con los dedos). Luego de mamar a Diana (el equivalente a un huevo con tocino acompañado de frijolitos y una rebanada de queso fresco más un licuado de plátano) ésta le regala una de esas mamadas profundas y viscosas que sabe dar.

Ya en casa de Seka, Diana la ve tan mal que le recomienda a Michael (Paul Thomas) que es su hipnoterapeuta. Michael extraerá, con sus artes hipnóticas, las escenas que habitan en el subconciente de Seka, y esa será la cura a la inhibición sexual de la pobre Seka.

Paul Thomas, quien seguido nos receta actuaciones soporíferas (y ya como director de la casa productora Vivid también dirige cintas con efecto adormilante), queda que ni pintado para el papel de Michael, el hipnoterapeuta que, como parte de su trabajo, debe tener la habilidad de poner a dormir a la gente. Aquí lo vuelve a hacer, pero esta vez al servicio de un guión. La barba hasta le da un toque freudiano.

Michael induce a Seka a trances hipnóticos. No es ina inducción hipnótica burda como al que John Leslie le receta a Carol Connors en "Candy goes to Hollywood (1979)" en la que Leslie sugestiona a "Candy" para que se imagine que chupa un cono de nieve facilitándole ese cono de nieve que es, o puede ser, su verga, no; la inducción de Michael es sorprendentemente parecida a la que haría un hipnoterapeuta real, acompasado y febril, que a través de su voz te conduce a aquellos pasajes de tu mente que no quieres ver pero ahí están, en un turismo interno pleno en revelaciones donde impera el principio del placer y nada más, y vaya que el cerebro derecho de Seka encierra toda serie de estampas incandescentes. Se me ocurre un experimento, cerrar los ojos cuando él comienza a hipnotizar a Seka, y ver qué pasa, indagar a qué rincones de la mente propia puede uno acceder, capaz que Seka esté ahí esperándole a uno.

Primero sale una escena de una pareja de recién casados en la que la novia se coge a su flamante marido vestida de blanco. La escena es muy auténtica y realmente tiene ese sabor a boda que se espera de una escena así (nada qué ver con el montaje tipo "esposa tragona que aprovecha el vestido blanco para putear más y con todos"). Los novios lucen cercanos, como si se hubiesen prometido lo que se supone que se prometieron. La mamada es de recién casados cien por ciento.

Luego, en una segunda sesión, Seka narra la primera vez que se enamoró sexualmente de alguien, y fantasea con un motoquero que habita en sus fantasías, el cual se coge a una chica con braquets. Se la jode sobre la moto. La escena es tan acartonada que uno ruega por un accidente (que la moto se caiga, por ejemplo) para ver algo atractivo.

Se podría decir que hasta aquí es un tipo de película. En esa primera mitad Seka no muestra sexualidad explícita, pero su actuación resulta intensa y logra un personaje muy completo. Incluso sus muecas pueden llegar a parecerse a aquellas que hicieran famosa (al menos en mi corazón) a la pelirroja Coleen Brennan. No podría decirse que es un desperdicio tanta falta de sexo, pues para esas alturas Seka ha conectado con el espectador, quien al final no quedará defraudado de ella, al contrario, garantiza que lo que sigue será como ver jodiendo a una conocida (cosa que excita más que ver joder a una extraña).

El lenguaje de la primera mitad es intimista, de sexualidad más sugerida que explícita, salvo los close up de las felaciones, la cinta raya en lo soft, pues en la primera mitad no se muestran penetraciones en primer plano.

La segunda mitad es diferente. Michael induce un trance a Seka, quien ya comienza a realizar un striptease hipnótico (según esto está en trance cuando se desviste y se toca) donde se ve cuan buena está.

En su visión final, la que al parecer la cura, aparece un tríptico de encuentros sexuales: Dos orientales lesbianas (Mai Lin y China Leigh) se terminan merendando a un sujeto advenedizo; Lysa Thatcher (aparece en créditos como Lisa Adams) aparece de vaquera y jode con un cowboy (Jesse Adams); y una tercera pareja, un fascista se jode a una chica silvestre. Se alternan las escenas de esas tres estancias. El resultado es un accidentado collage de encuentros sexuales que, en su diversidad, satura al espectador con imágenes que no pueden seguirse. Esta abundancia, lejos de ser efectiva, hace que la película vaya tropezando. Y no es que las escenas no sean volcánicas, sino que justo cuando van tomando ritmo saltan a una escena distinta en ambientación, música, y situación, y ello puede resultar congelante.

Mucho se ha explicado cómo el éxito del video en el porno se debió a esa facilidad de que el espectador pudiera, con su control remoto, adelantar o retrasar, o lo que es lo mismo, elegir, qué escena quiere ver de entre las que contiene una película. Este tríptico es la antítesis de ese factor de éxito, porque cuando ya te estás compenetrando con la mamada de Mai Lin, saltas al culo de Lysa Thatcher, y apenas te estás imaginando que le das una nalgada cuando ya ves la escena del fascista. Vaya, aunque tuvieras el control remoto en la mano (suponiendo que eso sea lo que tienes en la mano) no podrías dar con la estampa que te gusta porque aun las escenas más básicas tienen una estructura oculta predecible, primero el diálogo y las caricias (en el cine vintage solía haberlas), luego las mamadas, luego la cogida, si hubiere vaginal y anal, primero uno y luego otro, y al final los orgasmos, y en este tríptico no puedes seguir esa secuencia (que no es accidental, justo así te vendrías tú mismo, y justo así harías las cosas en un plano más o menos ordinario). Si adelantaras la cinta podría ser que ya se te hubiera pasado el orgasmo, o la mamada, o estés con otra pareja, o te traslades al consultorio donde también están ocurriendo las cosas. En fin, un caos, y al ser humano, contrario a lo que se publica por todas partes, le encanta el orden.

Todo sea por la salud mental de Seka, quien para beneplácito de muchos se curó con esta visión tripartita (más la toqueteada que se da ella misma, más la mamada que –completamente en trance- le da a Paul Thomas junto a una chimenea).

Obvio, se revuelca con Michael, se merienda a un amigo de Diana y a Diana misma, y clama venganza con Paul.

En nuestro chart no hay cinco chiles para esta película con final feliz porque algunas escenas desmerecen frente a otras, no es regular, mientras que la escena final no es climática como pudo haber sido, pues personal había.

Memorabilia:

Son memorables muchas escenas, aunque más que escenas, estampas. La de la boda es linda, y aunque no es explícita transmite muy bien el furor de dos que se hacen suyos.

La escena que mejores estampas ofrece es la de Lysa Thatcher con Jesse Adams, pues ella porta un pantalón de piel verde que deja a la vista su imponente culo, además, su encuentro tiene muy buen ritmo y el primer plano de la penetración anal que se lleva a cabo es muy acertado.

La escena final de Seka con Don Fernando es muy agradable, y se aprecia a Seka en plenitud de sus capacidades que son muchas. Es entrañable cuando ella lo monta, ya porque la verga de Don Fernando no desmerece frente al culo en el que se está alojando, ya porque esta toma permite apreciar lo hermoso que es el coño de Seka, que es un coño lleno de suavidad y humedad, de esos que abrazan el pene cuando se mete, y se distienden pidiéndole que no se vaya cuando se sale en el ir y venir.

Calificación:

3 Chiles.