Stag Life: Mad Love (1988)

La serie "Stag Life" es complemento de un trabajo por encargo consistente en reseñar el contenido de Memento (una memoria USB con 150 gigas que concentra aquello que considero lo mejor del porno del siglo XX). La historia libre de su construcción se detalla en la serie "Vintage", mientras que el texto que resume la historia del porno se llama "La Vie in Porn".

Dirige: John Leslie

Título Región 4: Loco Amor

Performancers:

Aja

Brandy Wine

Britt Morgan

Lisa Bright

Renee Morgan

Damien Cashmere

F.M. Bradley

James Dalton

Jon Dough

Jon Martin

Richard Pacheco

Robert Lee

Tony Montana

Empleado del Mes:

Lisa Bright.

Reseña:

Esta es sin duda la película porno que más renté en mi vida. No puedo precisar cuántas veces la alquilé, pero fueron muchas veces.

En el video club al que iba no colocaban –por pudor- las cajillas junto a las demás portadas respetables, sino que doblaban los cartoncillos y los metían en micas de plástico que engarzaban en una carpeta roja que tenía una enorme etiqueta en la cual habían marcado con un crayón negro "XXX". Eran tiempos en que uno no podía alegar que estaba siendo objeto de discriminación.

Si bien te evitaban la pena de que deambularas con las manos en los bolsillos por el ala oeste del club justo en la esquina donde estaban los estantes de películas de viejas encueradas, te hacían pasar la vergüenza de tener qué pedirle al dependiente del lugar, primero, que te prestara la carpeta; segundo, te hiciera espacio en el mostrador para que la hojearas, ahí, donde la gente entregaba sus videocasetes o rentaba los de turno o pagaba, mientras tú ahí paradote esculcando la carpeta prohibida; tercero, y esto una vez que dabas con el título elegido, le tenías que pedir al dependiente un papelillo para que le anotaras la clave de la película, y sólo entonces, te podía él entregar el videocasete (con ello evitabas tener que pronunciar frente a los demás clientes (que te podrían rodear en cualquier momento) "Me das la de Por el culo Vol. 3".

Nunca me acostumbré a que la gente me viese revolviendo la carpeta roja ni a pedirle la carpeta al dependiente si éste era mujer.

Terminó resultándome más sencillo aprenderme el número, 108, así ya nada más llegaba, decía "ciento ocho" y me daban mi croqueta. Y así fue hasta que el dependiente me explicó que un cliente había averiado el video y había tenido que pagar su valor. A punto estuve de preguntarle "¿Y te mostró el daño a la cinta? ¿No tiene arreglo?", pero pensé que iba a sonar muy desesperado. Ante todo, me sentí como un pendejo por no habérseme ocurrido la mentira de que había dañado la cinta para pagarla quedándome con ella para siempre (aunque el cómo conseguir la portada sería harina de otro costal).

Difícilmente esta obra se proyectó en cine. La película fue comercializada, mayoritariamente en video y con una carátula en la que la chica de la portada era Aja. Y aunque me encanta Aja, en justicia, la chica de la portada debió ser única y exclusivamente Lisa Bright, que es una de las actrices más ignoradas de la industria.

Haciendo un poco de contexto, en 1988 el porno era, por lo general, un asco. Las actrices que habían sido despampanantes jovencitas seguían haciendo el mismo tipo de películas desde hacía cinco años, sólo que ahora más gordas, o con el cabello quemado de tantos enrizados permanentes. Las que no habían sido jovencitas y que hacía algunos años interpretaban a las mamás de esas nenas, ahora lucían como las abuelas, todo cortesía del hiperrealismo de las cámaras de video. El SIDA era un fantasma constante, en marzo de este año había muerto el Rey (John Holmes), mientras que Lisa DeeLeew se había retirado ya enferma, así, la industria se sobrepoblaba de gente a la que le importaba un comino morirse. En resumen, un mal momento para filmar o ser filmado.

Es en medio de esta mierda que inició su breve carrera Lisa Bright, la cual se limitó a trabajos realizados durante el periodo de 1987 a 1991. Participó en muchas películas, y en todas ellas salía como telonera de alguna otra chica que era la "verdadera estrella". Acompañó a Angel en los estertores de su carrera y, si hubiese ésta cumplido su promesa de abandonar para siempre el porno en Undercover Angel (1989) se habría despedido con una escena lésbica memorable junto a la cándida Lisa Bright. Por lo general era contratada como carne para rellenar bodrios y lograr que los videocasetes pudieran ofrecer 90 minutos de dizque película. La vemos en Wild Brat (1989), en Robofox (1987), Ghostes with Mostess (1988), Dirty Pics (1987), y la que por mucho es su peor intervención Backspace to the Future II (1989) donde de plano la hacen alternar junto a un incompetente aficionado.

Lo anterior no quiere decir que fuese mala, al contrario, transmite un candor extraño para la época, sólo que sus rasgos latinos no le ayudaban mucho, tampoco su cuerpo entrado en carnes, ni su postura de no teñirse el cabello y dejárselo como Bon Jovi. Si Lisa Bright hubiese estado en activo en 1979 hubiese sido una estrella de primer orden. Pero en 1979 ella tendría escasos 16 años (nació el 13 de septiembre de 1963), no pudo haber filmado nada, y su momento no llegaría sino hasta sus 25 años, cuando filmó Mad Love, que es sin duda su mejor trabajo.

Como todos los buenos pornos, suelen ser una conjunción de cosas, por principio, retirado ya John Leslie del performance sexual se metió a dirigir. Si como actor tenía instinto, como director tiene más, al grado de que es de los pocos directores rescatables de aquella época y, por qué no decirlo, de la época actual. Mad Love, junto con Catwoman (1986), Course of the Catwoman (1987), Chameleon (1989) y Chameleons not the sequel (1992), marcan el asombroso inicio de John Leslie como director, a quien responsabilizo de contribuir al calentamiento global.

Mad Love da inicio con una escena inquietante. Está Aja con un vestidito rojo muy entallado. Ella atiende a un viejo de mirada turbia, de quien no recuerdo el nombre pero sí que le había visto antes en alguna película de cuando menos una década atrás donde ya le daban papeles de viejo cochino o, lo que es lo mismo, en este filme está aun más viejo y más cochino. No se sabe si es su padre o qué diablos es, ni por qué ella debe de prestarle atenciones. Están comiendo sobre una enorme mesa. El decorado de la casa es prácticamente rococó, pues abundan artículos inservibles en las paredes, adornos sobrecargados encima de los muebles, y hasta piezas de taxidermia de todo tipo, creando una atmósfera pesada y lúgubre pese a que todo está perfectamente iluminado. La escena de la comida transcurre desesperanzadoramente lenta.

Tocan a la puerta y Aja va a ver quien es. Son dos tipos, Jon Dough y Damián Cashmere, quienes al instante registran lo buena que está Aja. Se les ha desbaratado su automóvil y piden prestado el teléfono, así de común está el pretexto. Aja les ofrece de comer. Ellos preguntan qué le pasa al viejo y Aja, asemejando una Uma Thurman endemoniada, les contesta que nada le ocurre, pero sobretodo, nada puede hacer así pase lo que pase en sus narices. Desde luego, eso es una orden para los dos visitantes, quienes empiezan a manosear a Aja. El vestido está tan ajustado y las manos recorren el cuerpo tan lascivamente que la escena es muy efectiva. Aja queda atrapada en medio de los dos extraños, se pone de rodillas y comienza a darles una mamada de impresionante. La escena me parece realmente cachonda.

John Leslie se las ingenia para hacer tomas muy vouyeristas que permiten observar el monumental culo de Aja sin que se pierda el detalle de cuan dulce es o debe ser su coño. Conforme se aprovechan de ella, se intercalan imágenes del viejo. Está sudado. Mira la escena con un vacío mortal. Sus ojos brillan debido a las lágrimas retenidas. No se ha dicho si Aja es su hija, o su esposa, o su nieta, desde luego no su enfermera, o su amante; es, en cualquier caso, alguien que le importa al viejo, y que, como ella misma adelantó minutos antes, nada puede hacer para detener la joda que le están metiendo. Los actores lucen muy apuestos, para mayor humillación del anciano.

Se termina la escena y de la nada se cambia de tema. Están Jon Martin y Lisa Bright; son un matrimonio que desea rentar una casa. Sin explicarse por rentan la casa en la que estaban Aja y el viejo. Cuando le muestran a Jon Martin la casa, se detiene a manosear unas fichas de poker, como si le trajeran recuerdos.

Lisa Bright viste un short que sólo pudo existir en los ochentas y bajo la sombra del furor aeróbico de Jane Fonda. Ella no es Jane Fonda, así que se ve rarita. Hacen el amor los dos esposos, todo está muy bien, pero… a uno le dan ganas de reclamar la devolución de la renta del videocasete porque Bright no le da una mamada a su marido. Pareciera un defecto el que Leslie no incluyera ahí una escena de felación, siendo que la boca de Brigth se antoja hábil; pero es un truco. El maestro Leslie guarda lo mejor para el final. Lisa Brigt mamará, y mucho, y no a su marido, pero ello ocurrirá cuando John Leslie lo decida.

Después, sucede que Lisa cae en visiones de escenas sexuales, presumiblemente del pasado, que la atormentan. Por doquier se le aparecen fantasmas haciendo los actos más obscenos. Ella les dice a los fantasmas que se marchen, que dejen de hacer todo aquello, pero ellos no se van, sino por el contrario, van absorbiéndola en un remolino de lujuria. Dado que todo ocurre cuando su esposo está en el trabajo, él no puede explicarse por qué su mujer tiene tan poca energía, como si un vampiro le estuviese robando la vitalidad. Un médico va a casa y les indica que no es nada, que Bright debe reposar.

Así, Bright no puede evitar ver a una pareja interracial practicando juegos bondage, ver como Aja y otra chica se entregan a juegos sáficos con un arnés, o ver una orgía. Se está volviendo loca, o peor aun, se está volviendo mala.

En la escena final, obedece el canto de las sirenas que parece provenir de un tapanco que hay en la casa. Sube con miedo pero ya acostumbrada a ver cosas raras en casa. En el tapanco están tres tipos jugando a las cartas. Junto a ellos está el viejo, ya más vivaracho. Lisa ni siquiera pretende echarlos, ni sé si se da cuenta que es la única mujer ahí. Está como hipnotizada, como poseída por una fuerza que es más fuerte que ella y que le dice que ella no se pertenece más. El viejo le aclara que ella es la puta que siempre ha vivido allí, y le muestra un periódico que parece confirmarlo.

Para esas alturas uno no sabe si Lisa Bright es real o un alma atrapada en el éter, o una alma vieja de una puta de tiempos idos encarnado en el cuerpo de una esposa fiel que no podrá evitar su tendencia. Es ahí donde Bright dobla los brazos y comienza a seducir a los jugadores. Uno a uno se van sumando alrededor de una Lisa Bright monumental. Las mamadas que da son de una intensidad que no puede compararse con tragasables circenses (Linda Lovelace, Little Oral Annie) o las felatrices más dedicadas a chupar con devoción (Leslie Bouvee), y no puede compararse porque es ella, es Lisa Bright y su candor, es su inexperiencia en el porno, es su calor natural. Es toda ella hecha mamada.

La esposa es atrapada en un gang bang que nada tiene de acrobático, cosa que se agradece. Está poseída.

Cuando todos le acaban encima, Bright comienza a cambiar impresiones con el viejo. Él insiste que esta historia ya ha ocurrido antes, aunque el final, por desgracia más esperado que inesperado, culmine en un marido celoso que da muerte a su mujer.

Un final así de segador de la existencia humana sólo puede filmarlo el Diablo, y quizá Leslie es el Diablo; un Diablo que sabe sacar lo mejor de los actores y actrices que trabajan con él, y que se dio la habilidad para regalarle a Lisa Bright la oportunidad de demostrar que no es una actriz mediocre, que bien pudo labrar un nombre en la industria (de hecho labró muchos: Kendall Marx, Lissa Bright, Kendal Marx, Isabella Raffelli, Isabela Ravelli, Isa Robetti, Isabella Rovetti, Marla Franks, Koral Broderick, Isa Rovetti, Tabitha Lombardo, Isabella Roveti, Alisia Monet, M Francis, C Talbat, Marilyn Ward, Gina Loren, Isa Roberti, etc., en un circuito donde cuesta más labrar uno solo) sembrando la duda de qué habría sido de la carrera de ella si hubiese filmado con Alex De Renzy, Gérard Kikoine, o Cecil Howard, y alternado con divas de la talla de Seka, Verónica Hart o Desirée Cousteau; seguramente no habría desmerecido. Habrá quien me corrija y diga, "Hey, con De Renzy filmó Ghostess with Mostess en 1988, y no fue la gran cosa" y tendrá razón, lo que quiere decir que el paso del tiempo no perdona ni siquiera a la gente con instinto. Por eso vale la pena valorar más aún a Mad Love, porque captura el instante en que un tal John Leslie apostaba por la idea de que podía haber cintas de valor en video. Pero la vida es así, ella nació en el 63, y sólo fue posible que nos entregara este clásico perdido de finales de los ochenta.

Memorabilia:

Las escenas inicial de Aja y final de Bright son oro puro. No quiere decir que las escenas intermedias no valgan la pena, sólo que luego de ver la de Aja y la de Bright las otras hasta parecen un tanto ordinarias.

De la escena de la orgía ha de rescatarse una eyaculación que es vertida encima de la espalda de Brittany Morgan. La están jodiendo en doggy style y el matachín saca su verga y, sin puñetearse ni nada, comienza a regarse espontáneamente. La escena es sorprendente. No sé si duele verlo, lo que sí, motiva a intentar algo así, estar tan en el borde que, aunque no toques tu verga, ni le soples, ni nada, el chorro se produzca en seco, supongo que es otro nivel.

Calificación:

5 Chiles.