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Arakarina (25: El tren de Sara)

en Grandes Series

ARAKARINA XXV

EL TREN DE SARA

EL TREN DE SARA

Cierta vez mencionaba Adreil "Hay una idea que se tiene en los países occidentales que es contraria a toda realidad. Desde siempre se ha respetado la idea de que es el cuerpo quien resguarda el alma, que esta estructura de carne y hueso, así de efímera y susceptible es la casa del espíritu y se ha sobreestimado su importancia. Es cierto que su trascendencia es radical, incluso para fines internos. La energía cósmica, la absoluta armonía que existe en todo, se ofrece al hombre desnuda, en sánscrito se ha denominado a esta fuente de riqueza bajo la palabra de Prana. El Prana lo absorbemos de la tierra, del sol, y fundamentalmente del aire, de ahí la importancia del cuerpo físico, este es una máquina de asimilar Prana, y vaya que para desarrollarse internamente se necesita mucha energía, mucho Prana. Por eso es radical aprender a respirar. Nosotros los occidentales respiramos del asco. No me sería novedad que si les digo que respiren profundamente aspirarán un narizaso pero sólo harán ruido. "Aspirarán" pero su vientre se comprime en vez de abultarse como debería al estar lleno de aire. Todo esto de respirar lo hemos convertido en una mala broma acerca del proceso profundo que es respirar. Pero no era eso lo que quería decir. La idea de que el cuerpo es el que sostiene el alma como una unidad es falsa. Es la energía la que sustenta el cuerpo físico, llámenle alma, espíritu, cuerpo energético. Háganlo así a reserva de que después explicaremos que estas tres cosas que hemos citado son muy diferentes, pero imaginen eso, el alma es la que sostiene al cuerpo, es lo único que mantiene a todo ese montón de células y moléculas que somos. Por eso al abandonar el alma o la energía, al cuerpo, éste empieza a disgregarse, a descomponerse, a pudrirse. Imaginen entonces que tenemos, de manera alterna, el cuerpo físico y una estructura energética que lo sustenta, como si fuese una estructura de alambre, pero ese alambre fuera energía. De ahí la curación mágica, la acupuntura también. "Curas" la estructura y en consecuencia el cuerpo sana también. Cabe decir que la estructura energética no es el alma, el alma es la esencia, lo que le da realidad a algo, lo que constituye su vida, mientras que la estructura energética es sólo eso, una forma de energía que sirve para sustentar el cuerpo como una unidad. La muerte. Cuando el alma abandona al cuerpo, es decir, cuerpo y todo lo que este requiere como aura y estructura energética, este comienza a pudrirse, a desorganizarse. La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma, en este caso la transformación se manifiesta a través de lo que conocemos como una descomposición. Una vez muerto alguien, el cuerpo dura todavía por un tiempo, en una especie de inercia, se comienza a dispersar lentamente. Otro ejemplo es el que pasa con las gentes que pierden algún miembro, una mano, por ejemplo. Se pierde de tajo la carne, pero la estructura energética permanece, es como si tuvieran una mano invisible e inservible con la cual no pueden sujetar nada, de hecho las personas que sufren un accidente como es una amputación, tardan un tiempo en comprender que la mano falta, porque la estructura está ahí, sólo que falta cuerpo. La estructura de esa mano se disolverá en veintiún días. Es rara la inercia, los elementos distintos al alma, que es la única realidad, se intentan convencer que ellos son vida, pero son sólo energía transitoria, son, muy a su pesar, parte de una gran mentira"

En este caso la secta era como un gran cuerpo. El alma de ese cuerpo era Adreil y en consecuencia, al desaparecer este, todo se vendría a descomponer, y como él mismo decía, todo lo demás era transitorio, muy a su pesar, el resto del grupo formaba parte de una gran mentira, muerto él nada existía, sólo la inercia.

Dentro de los ritos, el que más implicaciones tenía respecto del mundo exterior, mundo exterior a la secta por supuesto, era el de matrimonio, pues las parejas difícilmente dejaban de conocerse en lo exterior. Hubo quienes eran marido y mujer en la vida exterior y en consecuencia casarse conforme a las leyes de la secta era un sacramento profano que ofrecía nuevas expectativas románticas. Disuelta la secta sólo se trataba del rompimiento del encanto que esta pudiera ofrecer. Acaso si quisieran podrían seguir sintiendo que la unión era eterna, fructífera, arrastrada por milenios. Otras parejas nunca se trataron fuera de la secta. Sólo ahí se veían y encontraban. Pasaba más frecuentemente con los jóvenes, estos se adoraban dentro de los muros del templo, se hacían el amor, se conocían, pero dando un paso hacia afuera no se conocían, ni se llamaban, es más, en alguna ocasión se topaban en la calle y se ignoraban, tenían acaso novias y novios fuera del grupo, y estos novios y novias ignoraban que dentro de la secta eran poseídos por otra persona. Los noviecitos que batallaban para tomar de la mano a sus novias, para llevarlas al cine, no imaginarían las cosas que eran capaces de hacer dentro del grupo, no sólo con sus "esposos", sino con el propio Adreil que gustaba de tomar como suyas las esposas jóvenes de algunos miembros de la grey, o de como eran bañadas por sus hermanas. En general, al morir Adreil, este tipo de parejas sencillamente dejaron de considerar que tenían esposos. Algunos ni siquiera se despidieron de sus cónyuges.

Sin embargo había otro tipo de parejas. Las que estando casadas o solteras, tenían sus parejas en el mundo exterior, pero además frecuentaban, fuera de los muros de la secta a sus esposos internos, a los cuales amaban y albergaban en su corazón como suyos o que sencillamente le sacaban provecho a esa situación. El más claro ejemplo de este tipo de relación eran Sara y Julio. Desde que habían sido casados por Adreil vieron que esta unión podía servir para llenar el hueco sentimental y sexual que cada uno de ellos tenía. Ella casada con un tipo insensible y él divorciado y presa de la melancolía absurda, vieron genial el tenerse. Desde el inicio todo fue muy intenso, se veían casi todos los lunes y los miércoles, y sin excepción todos los sábados al mediodía. Ella sabía de él que estuvo casado con una tal Helena, por insistencia de ella misma sabía que Helena tenía el cabello más claro que ella, la nariz más pequeña, los labios más delgados, las tetas y el culo más pequeños, que era buena mujer pero vivir a su lado se había vuelto imposible. Él sabía de ella que su esposo era un eyaculador precoz y bastante insensible respecto a la mujer que tenía a su lado, que tenía una hija a la cual adoraba, que ella desearía encontrar a alguien con quien recomenzar la vida feliz. Ella sabía que le gustaba a él, que en ningún lugar podía estar mejor que entre sus piernas, que a su lado se olvidaba de todos los fantasmas de su anterior matrimonio. Ella estaba convencida que este hombre podía ser aquel que ella buscaba para recomenzar. Él sólo estaba seguro de ser dichoso a lado de ella.

Al disolverse la secta ellos continuaron con su relación, pero algo cambió. Bajo el sagrado matrimonio ellos se debían el uno al otro incondicionalmente. No era ni siquiera asunto de ellos el quererse, pues el destino así lo determinaba. Contrariar aquello sería querer ir en contra del curso cósmico. El amor en su caso era producto de una orden divina. No dependía de ellos. Al morir ese Dios que los unía, la relación comenzó a depender de ellos mismos, y como en el paraíso terrenal, se despegaron del tibio calorcillo de Dios y descubrieron que estaban desnudos, que estaban expuestos a lo que cada uno de ellos era en verdad, había que conocerse, reafirmar su cariño, dejaron de amar al amor que el otro representaba para comenzar a aprender a amar al hombre y a la mujer.

Una tarde incluso hicieron un experimento interesante. Acudieron los dos a casa de los padres de Sara, grandes de edad los dos, so pretexto de que Julio era experto decorador, aunque la idea esencial era de que él conociera a los papás de Sara. Julio tenía experiencia en decoración y realizó algunos comentarios muy buenos y entre comentario y comentario conoció a dos personas muy amables que no le permitieron marcharse sin quedarse a comer. Si los padres de Sara no hubieran estado tan embelesados en las palabras de Julio, quien se había esmerado en su arreglo personal, se hubieran dado cuenta que su hija estaba enamorada de ese sujeto. Bastaba sólo con ver el brillo que le emanaba de las retinas, la mueca de loba que se le formaba al verlo, las cejas inclinándose sumisas a cualquier orden de él, así se tratara de pasarle la sal. Los padres llegaron a la conclusión de que era encantador este "compañero de trabajo" de Sara. Su opinión ciertamente hubiera cambiado si conocieran el lazo que les unía, pues aunque aborrecían a su yerno, la idea de que su hija se acostara con otro hombre distinto a su marido les hubiera hecho pegar un grito en el cielo.

El experimento continuó. Recogieron a la niña, la cual a sus cuatro años no le quitaba los ojos de encima a Julio. Este se sentía un tanto reprimido, pues no podía tocar a Sara, cualquier caricia hubiera sido una falta de respeto a la niña. Intentó entonces la comunicación con la pequeña, pero no fue hasta que fueron a la feria que pudieron entenderse mejor. A la niña le comenzó a caer mejor este sujeto luego del Pony, de dos o tres ruedas de la fortuna, luego de algunas resbaladillas y un par de golosinas. La que de verdad sufría mucho era Sara, a quien le hubiera gustado abrazarse todo el tiempo de Julio y verse como la familia bonita que eran. Para descanso de Sara, la niña y Julio se entendían muy bien, incluso su pequeña boquita besó en una ocasión a Julio, espontáneamente. Se miraban todos con amor.

No les importó llegar a casa de ella, pues el marido, para variar había salido de viaje, en los cuales seguramente se la pasaba mejor que en su casa donde a su esposa le desagradaba que tomara tantas cervezas escuchando a todo volumen cassetes de música ranchera. La niña se sintió un tanto extrañada de que las visitara alguien en casa, pues al marido le disgustaban las visitas de la niña y de su mujer mas. Pero tuvieron oportunidad de estar ahí un rato. La niña cayó en su cama como un ladrillo y Sara y Julio se miraron. Tal vez por primera vez se dieron cuenta de que estos momentos en realidad se los estaban robando al destino, aunque por su mente pasó la idea de que estos momentos eran por sí mismos parte de un destino. Juntaron los platos en silencio. Era curioso que lavar los platos fuera en cierto modo un juego erótico. Ambos sabían que terminarían ese día precioso en la cama. Él estaba sediento de la carne de la mujer con la cual había vivido el día entero, disfrutando su mirada, su plática, su sonrisa, su apertura a escuchar, su interés, era en gran medida una mujer perfecta, y ella quería hacer real su unión, ratificarla, probar como cotidiano aquello que siempre aparecía como prohibido, ella quería atenderle, hacerle café, la cena, tenderse con él en la alfombra, sentarse encima de él y servirle como su más amada esclava arrancándole hasta la última gota de semen para luego abrazarle y convertirse no sólo en su sabana, sino en su noche misma. Ambos sabían que este día acabaría así pero no querían precipitarse, uno lavando el plato y el otro secándolo era como si uno metiera su verga y la otra abriera las piernas, se sonreían y hacían la casa cuando en realidad hacían el amor. Del fregadero caminaron a la sala y entre el temblor de los labios probaron un poco de tequila, luego pasaron a la habitación y se encontraron con una cama hermosamente arreglada, y ella explicó que sabía que llegaría este momento, que la cama la había arreglado ella de manera nupcial, que esta forma en que estaba tendida no era de todos los días, así estaba por hoy y para él. La cama era en realidad un lecho nupcial, no porque el edredón fuera blanco y tuviera ingeniosamente acomodado un espejo frente a la cama y un velo blanco y enorme sobre el cielo irrumpido por un ventilador de techo, sino porque encima tenía a la novia más flamante que pudiera haberse visto. A lado de la cama estaba un sillón.

- Siéntate- Le dijo ella, quitándole la corbata y cubriéndole con ella los ojos.

Julio sentía que ella le tocaba en todo momento, pero sin embargo ella no estaba en la habitación, era quizá la fuerza de su pensamiento que le hacía el amor aun estando él sentado en ese sillón y vestido. Escuchó los pasos de ella aproximándose, ruido fino, tacones sin duda, su aroma, no su perfume, el de ella.

- Quítate la venda. ¡Fiat lux!- ordenó ella.

Lo que Julio encontró frente a si era una mujer preciosamente ataviada con un vestido de novia, blanquísimo, con su cola, su velo, su escote. A eso se refería ella cuando decía que quería adelgazar un poco para darle una sorpresa. En las caderas el vestido parecía no dar muy buen abasto, este vestido debió quedarle algo flojo en su boda, pero ahora le ajustaba sus caderas de manera sugerente. Miraba como novia, olía como novia, caminaba hacia él como una novia, abría la bragueta con el ansia, el hambre, la torpeza de una novia y miraba el falo con ese apropiamiento con que miran las novias al hacerse esposas mediante el beso caliente de su boca engullendo enteramente su miembro. Él podía haber contado cuantos dientes tenía, cuantos rebordes su paladar, cuantas estrías su lengua, cuantas venas el interior de esa boca, porque toda ella participaba en esa mamada y él estaba sumamente hechizado, sumido en una sensibilidad desconocida hasta ahora. Luego de un placer indecible le alzó la cara y le besó la boca con avidez, mientras ella adoraba ese momento. Con su marido ella era obligada a felarlo, y él dentro de su machismo pensaba que luego de que su mujer le mamara, él ya no podía besarla, pues era como besar él mismo una verga, lo que lo convertiría en homosexual. En cambio con julio eso no ocurría, pues Julio besaba con vehemencia la boca que tan feliz lo hacía y el sabor probado no era el sabor a su propia verga, sino el sabor de ambos, por eso Julio podía inclusive besarle el coño luego de que ella tuviera orgasmos, lo que la hacía venirse muchas más veces, e incluso una vez se lo chupó luego de haberse venido él mismo dentro de su matriz, y eso para ella no era mariconez, sino una fusión absoluta.

Él la besó largo rato y se metió debajo del vestido de novia para besarle el coño con avidez, haciendo la pantaleta blanquísima a un lado con la mano. La volteó completamente vestida y comenzó a besarle el coño y el culo, para luego morderle las entrepiernas y el reborde más terso de las nalgas, lo que hacía que Sara tomara una almohada para morderla y acallar todos los gemidos de gozo que se le escapaban. Alzó Julio el vestido ya con su palo preparado para atacar y la arribó por la vagina alzándole la pierna derecha, sintiendo que parte del vestido le raspaba la piel con el encaje. Sara callaba todos los gritos, mordiendo la almohada. Ella se vino con furia. El la alzó y le quitó el vestido de novia dejándola solamente con su sostén de novia y su velo de novia. En esta ocasión ella alzó las nalgas de esa manera que ambos conocían en que ella sugería que quería una verga en su ano, lo cual él comprendía y atendía de inmediato. Esta vez fue él quien se corrió con estrépito.

Durmieron un rato abrazados el uno del otro, lo que era de por si una novedad, pues ella siempre tenía que volver a casa de sus padres por la niña para luego regresar a su casa con su marido. Casi siempre tenía que bañarse en seco, es decir con un trapo de los hoteles y por ninguna causa debía mojarse el cabello en la regadera, pues ello traería mucha desconfianza. Esta vez respiraron el mismo aire mientras reposaban de tanto amor para luego seguir en una noche sin descanso, en la cual mientras más se hacían el sexo más adictos se hacían del cuerpo del otro.

Casi al amanecer se sentó Julio a la orilla de la cama y ella, completamente desnuda, se tendió a sus pies y comenzó a untarle en ellos esencias. Ella dijo algunas cosas acerca de la aromaterapia, pero a él mas bien le parecía que las esencias olían a yerbería. Pero no dijo nada, aquellas manos hábiles le hacían sentir muy bien.

Hubo silencio. Ella le miraba callada, con la cara diez años menor, virgen de nuevo luego de cinco folladas. Ese hubiera sido el momento ideal para decirle te amo, pero eso se calló por considerarse algo demasiado sabido. Era el momento para decirle, cásate conmigo, vive conmigo, pero también se calló. Era toda una novia, pero Julio, Julio miraba la medía luna de espejo y descubrió que esta medía luna era ideal para observar como aquella mujer se sentaba sobre su falo y comía de su carne con aquellas caderas voraces, también servía para mirar aquella mujer de rodillas y sirviéndole, pero lo que ese espejo no podía hacer era encontrar en su cara el rostro de un novio, tristemente encontró la cara de un hombre que no era merecedor de todo aquello, dejando sus pensamientos cómodamente descansar sin abordar la pregunta importante: ¿Por qué no encontraba al novio, al esposo, al papá?

Ya más de mañana se marchó, serían las seis de la mañana de un domingo, hora y día en que nadie está despierto, ni siquiera los vecinos, ni siquiera la hija de Sara.

Cuando se levantó la niña encontró a su madre feliz, preparando unos hot cakes, dispuesta a abrazarle. - ¿Cuando iremos de nuevo a la feria con Julio?- preguntó.

- ¿Te cayó bien?- Preguntó Sara.

- Si-

- Supongo que muy pronto nos iremos con el...a la feria. Pero por lo pronto esa ida a la feria tiene que ser secreto de nosotras dos, no hay que contárselo a nadie.-

- ¿Por qué?-

- Porque si se lo cuentas a Papá se va a molestar porque no lo invitamos-

- Y me pega-

- Dentro de poco ya no te va a volver a lastimar, pero por lo pronto no le digas nada-

- Nada-

Pasaron los días y Julio y Sara se vieron frecuentemente. Sin embargo no alcanzaron la dicha de aquella noche, quizá porque su ciclo como amantes, como novios, había concluido, y era momento de ser esposos, de pertenecerse completamente. Y pese a que Sara lo tenía muy en claro, Julio lucía distraído a los detalles que de una u otra manera sugerían que este orden de las cosas tenía que cambiar.

Un incidente entre Sara y su esposo provocó que éste le pusiera un par de cachetadas, lo suficientemente fuerte para ponerle morada una oreja. Entonces fue cuando los sucesos tuvieron que cambiar, pues era impensable que un cabrón iba a venir a golpear a la mujer y tener que soportarlo, teniendo otro amor con el cual irse, con quien las cosas cambiarían. Fue entonces que se abordó mas directamente el tema de vivir juntos.

Sin embargo, aquella noche había sido la ocasión para planear la huida, para jurarse amor, para proponer vivir juntos. Ahora a Sara le era un tanto difícil aceptar que era necesario una golpiza para que su novio decidiera vivir con ella, y para él era un tanto incomodo verse apresurado por una situación tan abochornante, después de todo la situación era bien clara: Un tipo le pegaba a su mujer, es decir a la mujer de él, de Julio.

Hicieron los planes para marcharse. Guadalajara sonaba bien para vivir. Julio incluso dijo que tenía suficientes ahorros, que todos eran de ella, es decir, de ambos, de los tres. Le entregó a Sara un cheque por quinientos mil pesos, que era todo lo que tenía en una cuenta de un banco local. El cheque iba a nombre de ella, y la instrucción era que no lo cobrara hasta que estuvieran en Guadalajara, depositándolo de inmediato en alguna cuenta de los dos. Compraron los boletos para el domingo a las seis de la tarde. Ella llegaría al aeropuerto con sus pertenencias más vitales y las de la niña, dejándole una nota de "me marcho- no me busques- te lo mereces" a su marido, mientras que Julio llegaría al aeropuerto luego de atender varios asuntos.

Con lo de la cuenta podrían llegar comprando una casa modesta, y vivir bien durante algunos años, poner un negocio tal vez.

SARA

- ¿A dónde vamos, mamá?-

- Vamos a ir a otra ciudad a vivir-

- ¿Y papá?-

- Ven. Es hora de que hablemos de algo.

Le explicó los acontecimientos en medida que una niña de esa edad le pudiera entender y obtuvo en cierto modo su consentimiento. Arreglaron las maletas. De todos los que le conocían, Sara sólo le dijo a una persona acerca de sus intenciones de partir, y esta era su amiga Chelo, acaso su única amiga, sobre la cual tenía plena confianza. Sólo ella sabía de su relación con Julio. Sólo ella sabía del padre de la niña. Sólo ella sabía muchas cosas. Chelo era bastante fría en sus juicios y quizá esta característica era la explicación de que existiera amistad entre las dos, pues Sara era muy soñadora y en ocasiones precisaba de un regaño, de alguna ancla, y Chelo era esa ancla. Sin embargo Consuelo estaba muy nerviosa por la partida de su amiga, pues ella veía con otros ojos la relación de Julio y ella, la vista de Chelo no se entorpecía con la ilusión, ella dudaba de Julio.

- ¿Porqué no se van juntos?

- Así lo acordamos. Él tenía que arreglar algunos asuntos pendientes-

- ¿Vendió su casa, sus muebles?-

- No que yo sepa. Supongo nos quedaremos con su casa aquí en Monterrey-

- Pero vivirán en Guadalajara-

- Así es.-

- ¿Estas segura que él...?-

- No seas pesimista Chelo.

- Tienes razón estoy algo afligida. Sé que Guadalajara no está tan lejos, pero te voy a extrañar.-

- No tienes porqué. Puedes ir a visitarnos cuando quieras-

- No queda tan cerca, además no es barato-

- No te preocupes por eso-

- Debo preocuparme, tengo unas deudas que me quitan el sueño, y aunque no son más importantes que tu, me atan de mil maneras.

- ¿Cuánto debes?-

- Treinta mil pesos, pero de aquí a que los pague se me van a convertir en cuarenta por puros intereses-

- Yo te los presto-

- Tu tampoco tienes ese dinero-

- Acompáñame al banco.

Fueron al banco y cambiaron, luego de muchas autorizaciones, el cheque de medio millón de pesos, de los cuales treinta se los dieron en efectivo y el resto, a petición de Sara, se lo reexpidieron en un cheque de caja del banco. Total, que más da si sale de la cuenta de Julio para pasar a otro documento, igual, pagadero allá.

- No soy pesimista, espero no equivocarme, pero encuentro a Julio muy desorientado, como que no asimila la relación. No me extrañaría que se retractara antes de marcharse.

- No lo hará, me ha jurado que contra viento y marea nos iremos.

- ¿Qué asuntos importantes iba a arreglar?

- No me dijo-

Llegaron al aeropuerto y la inquietud se había apoderado de Sara, pues Chelo nunca se equivoca. Pero quedaría demostrado lo equivocada que estaba cuando los tres se fueran en ese avión rumbo a Guadalajara. Esperó un rato antes de entregar su equipaje, después de todo sus asientos ya estaban apartados mediante la documentación previa.

Asiento 26 D decía su boleto, la señorita del mostrador le decía a un cliente que le podía asignar el 26 E, Sara explicó que ese asiento no podía despacharlo porque ya estaba apartado, la señorita lo negó argumentando que hacía un par de horas lo habían cancelado, "no es posible" pensaba Sara, en efecto, había sido cancelado por el Señor Julio Mendizábal, no había dejado ningún mensaje.

Un frío comenzó a recorrer la espalda de Sara. Miedo y coraje, acaso más lo segundo que lo primero. Temía que Chelo tuviera razón, esa cabrona de Chelo que siempre tiene la verdad a la mano. La niña le abrazaba las piernas y empujaba la bolsa de Sara. Se fueron del mostrador a la sala de espera y ahí permanecieron inquietas. Sara ya le había explicado a la niña que se irían, que tendrían su casita en Guadalajara, que conocerían nuevos amiguitos, que irían a otra escuela y que todo sería mejor, que nunca les volverían a pegar a ninguna de las dos, ni a decirles maldiciones, ni a tratarlas mal, le había dicho que vivirían súper. "A lo mejor va a vivir Julio con nosotros ¿Te gustaría eso?" le había dicho, y la niña casi brincó de alegría imaginándose que la vida sería una feria eterna de risas, de cariño. Sara estaba profundamente triste y desesperada porque sabía que no le quedaría mal a esta niña que frente a ella estaba bailando una canción que pasaban en la tele de la sala de espera, triste porque sentía que el amor era una gran farsa, que tal vez no era tan atractiva como ella pensaba, que acaso sería bonita pero antipática, esa era la única explicación, o sería tonta, o algo debía de ocurrir. De una cosa si estaba segura, que no iba a defraudar a esta niña bonita. Con o sin Julio se marcharía a Guadalajara

Comenzó el abordaje y tuvo que explicarle a Su niña que lloraba un poco por lo que dejaba en Monterrey, pero que todo marcharía bien. Guadalajara apareció entonces como una isla donde se podría comenzar a vivir de verdad. Al fin y al cabo, en su bolso llevaba una cantidad que haría posible empezar. Palpando el cheque dentro de su bolsa encontró un pequeño tesoro. Antes de abordar el avión se encaminó a un teléfono que estaba ahí, entabló contacto.

Voy a Guadalajara dispuesta a comenzar a vivir de nuevo, y me encuentro sola.

No te marches del aeropuerto al llegar, te alcanzo ahí, sigue en pie todo lo que te dije.

Era el tipo del bar.

JULIO

No es que no la quiera, de hecho a su lado he conocido más de lo que hubiera esperado. En cuanto a su amor no estoy en posibilidades de quejarme, sin embargo, no estoy en posibilidades de establecer una relación seria. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que me sintiera harto de ella, y de su niña?, me falta definitivamente vocación, sólo me gusta el placer, no puedo hacerme responsable de su amor.

Mientras estábamos en la secta todo era de maravilla, ella nunca me cuestionaba nada, nunca se ponía celosa, daba lo mismo que hiciera lo que hiciera, ella estaba ahí sin adueñarse de mí, y paradójicamente, esto le daba un poder tremendo sobre mí que hasta cuando me masturbaba pensaba en su cuerpo, sin embargo el no sé como llamarlo de Adreil tenía que morir. Y no sé si a los demás les representó lo mismo, pero al verlo con sus estertores, manchando de sangre todo el suelo, es como si se descubriera una gran mentira, si fuese maestro hubiera predicho su propia muerte, y no es que me sienta como los judíos que le decían a Jesús "sálvate a ti mismo" sino que entre Jesús y Adreil hay un chingo de diferencia, una distancia abrumadora, y ver a los pendejos que querían revivirlo con mantrams, con palabras mágicas, con limpiezas áuricas, ese guey iba a morirse de todas maneras, su doctrina, a la cual no juzgo, la cual de seguro tiene gran porcentaje de verdad, resulto inservible para salvarle a él y a nosotros. Ahí estamos todos los integrantes de su rebaño sin poder adaptarnos a este mundo ni a nada, pensando que todas las religiones no dicen más que estupideces, prohibiéndonos la fe ciega. Yo no tengo ahora fe en nada, estoy vacío, seco, sin nada que creer, y si vivir a lado de ella significa entronar una estabilidad no sé cómo superarlo, yo no tengo la misma fe que ella, yo no creo que esto sea eterno, y aunque me encanta su manera de mirarme, sé que no es eterno, que de rato dejará de mirarme con esos ojos con que seguramente miraba a su marido y buscará otro en sustitución mía. Además no estoy seguro de querer soportar una hija que ni es mía, qué pasará cuando me haga enojar, con qué violencia reaccionaré, la trataré justamente o con mayor dureza para hacerle pagar no sólo la culpa sino el no ser de mi sangre, tal como si ello fuese un delito, siendo que es absurdo, de hecho pertenecemos cada quién a una sangre que es diversa de la del resto del mundo, es un racismo peor que el de cualquier idealista. Me volvería loco. Miro hacia el aeropuerto, miro el anden, es pequeñismo, veo quién entra y quién sale, de hecho ahí se ven, desde aquí se ven las dos. Ella cree mucho en la telepatía pero si la tuviera me detectaría y sabría que desde aquí la estoy mirando.

Ella voltea para un lado y para otro y no me ve, ni me verá. Ya veo que comienza a llorar, ese era mi destino tarde que temprano, verla llorar, y no es esa mi misión en la vida, de hecho no tengo misiones, para que me hago pendejo, estoy hecho un fracasado y tal vez si necesite nacer de nuevo, pero si he de resurgir ha de ser con una muchacha que no me venga a agregar problemas, alguien nuevo, a quien pueda educar sin cometer los errores que cometí con Helena. Necesito una persona, y me duele perder ese amor, pero no era amor. Echaré de menos ese culo. Bah! Lo único que pasa es que tengo miedo, que no tengo agallas. Como lo supuse, ella abordará el avión conmigo o sin mi, tal vez no le haga yo tanta falta, pero eso no cambia mi condición de cobarde. No es que esa mujer divina y esa niña, ambas llenas de amor para dar no merezcan mi amor, sino que soy yo quien no merece tanto amor. No me importa, intentaré olvidar todo sin que me dañe el corazón y empezar de nuevo. Lo primero que tengo que hacer es ir al banco y cancelar ese cheque, no puedo permitir que Sara lo cobre, me dejaría en la calle, aunque tal vez merezco una lección, pues ¿Acaso ella no va a llegar a Guadalajara y quedarse en la calle?, seguro no tiene dinero ni para la comida. En fin una mujer tan buena como ella nunca morirá de hambre. Tengo que llegar al banco antes de que lo cambie, pues el cheque tenía la firma de visto bueno del gerente, una vez que nos identificamos ella y yo, lo que me haría imposible que lo reporte como robado. Debo cancelarlo mientras dura su vuelo. Despega rica y aterriza pobre. Que chinga para ella. Siento que me estoy recuperando.

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Arakarina (07: El artefacto)

Arakarina (06: Arakarina)

Arakarina (05: La fundación de Atenas)

Arakarina (04: Un pintor a oscuras)

Medias negras para una ópera de reims

Arakarina (03: Ella se casa)

Arakarina (02: La búsqueda de un pintor)

Infieles (7: El final según Cornelio)

Arakarina (01: Una chica cualquiera)

Infieles (6: El final según sonia)

Infieles (5: El final según el inspector)

Infieles (4: El arte de ser atrapado)

Infieles (3)

Infieles (2)

Infieles (1)

Radicales y libres 1998 (4)

Radicales y libres 1998 (3)

Radicales y libres 1998 (2)

Radicales y libres 1998

El Ansia

La bruja Andrómeda (I)

El ombligo de Zuleika (II)

El ombligo de Zuleika (I)

La bruja Andrómeda (II)

Tres generaciones

Mírame y no me toques (VIII - Final: Red para dos)

Mírame y no me toques (VII:Trapecio para la novia)

Mírame y no me toques (VI: Nuevas Historias)

Mírame y no me toques (V: El Casting)

Mírame y no me toques (IV: Los ojos de Angélica)

Mirame y no me toques (II: Puentes oculares)

Mirame y no me toques (III: Un abismo)

Mirame y no me toques (I: Los ojos de Claudio)

La verdad sobre perros y gatas

Amantes de la irrealidad (07 - Final)

Amantes de la irrealidad (06)

Amantes de la irrealidad (05)

Amantes de la irrealidad (04)

Amantes de la irrealidad (03)

Amantes de la irrealidad (02)

Clowns

Expedientes secretos X (II)

Noche de brujas

Día de muertos

Amantes de la irrealidad (01)

Lady Frankenstein

Expedientes secretos X (I)

El Reparador de vírgenes

Medias negras para una ópera de reims

Una gota y un dintel (II: La versión de Amanda)

Una gota y un dintel (III: La versión de Pablo)

Los pies de Zuleika

Una gota y un dintel (I)

Amar el odio (I)

Amar el odio (II)

Amar el odio (III)