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Stag life 23 a scent of heather 1980

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Stag Life 23: A Scent of Heather (1980)

Título: "A Scent of Heather (1980)", también conocida como "Scent of Heather (1980)"

Dirige: Bill Eagle (aparece en créditos como Philip Drexler Jr.)

Título Región 4: Perfume de Heather.

Performancers:

Christie Ford

Nicole Scent (como Jessica Teal)

Lisa B. (como Lisa Bea)

Louise Hasler

Susan Nadir

Tracy Adams

Vanessa del Rio

Veronica Hart (como Veronica Heart)

Bobbie Burton

Felix Krull

Foster Waine

Larry Strange

Mark Lewis

Ron Hudd (como Neil Peters)

Paul Thomas

Richard Bolla

Cuadro de Honor:

Verónica Hart

"Hay una contrariedad respecto al tema

de los símbolos sexuales: No es que no

lo sean, sino que esto representa solamente

una pizca de todo lo que son".

Rachel Welch

Claramente, el reseñar esta película es para mí un pretexto para hablar de Jane Hamilton, mejor conocida como Veronica Hart. El pasado 27 de octubre acaba de cumplir 54 años, y no le mandé tarjeta. Me da pavor que me pase como con Jamie Gillis, que tuve qué hablar de él a manera de homenaje post mortem. Desde luego, una entrega de Stag Life es insuficiente para referir todo lo que hay que decir acerca de ella, de tal manera que he de intentar hacer un tríptico, reseñando "A Scent of Heather (1980)", "Roommates (1981)" y "Pandora´s Mirror (1981)", e intentar describir a lo largo de estas tres entregas la biografía y otras cosas de interés acerca de este ícono.

Las tres entregas abarcarán referencias biográficas y partes de entrevistas, en "Stag Life 23: A Scent of Heather (1980)" revisaré sus orígenes hasta su incursión en el porno. En "Stag life 24: Roommates (1981)" trataré referir a sus años en activo, es decir, como protagonista de roles hard (ya que en activo ha estado siempre). Y en "Stag Life 25: Pandora´s Mirror (1981)", intentaré dar un vistazo a lo que ha hecho luego de dejar los roles hard y hasta a la actualidad.

Las anotaciones biográficas constituyen un trabajo recopilatorio y de traducción libre, razón por la cual aparecerán entrecomilladas y, de tener yo el dato, señalaré quién la realizó y en qué época.

Rachel Arieff

Referiré a menudo a una entrevista que realizó la comediante performancera Rachel Arieff, de quien sólo sé que inventó una cosa llamada anti-karaoke, que es un karaoke en el que el cantante evita sujetarse a una imitación fiel del artista interpretado, y lo sustituye por una interpretación delirante, y a la cual sólo he visto en una entrevista donde recién llega y el conductor le dice "Hola ¿Cómo estás?" y ella contesta con un acento de gringa que no habla español "Cachonda". Nacida en Estados Unidos pero radicada en Barcelona desde el año 2004, Arieff encarna los pareceres de estas dos culturas tan dispares, comprendiendo a Veronica en su cultura, pero preguntando desde una postura más bien latina.

En esta entrevista, que realizó para la revista "Popular 1", la chica hizo su tarea. Su forma de ser propia del teatro glitter y su postura en la que, obviamente, no le apena tener acceso al porno, la colocaba en una posición estupenda para la realización de esta plática. Con ella Jane se siente a sus anchas, y ello da como resultado una entrevista muy abierta. Cuando aluda a esta entrevista antepondré quien pregunta y señalaré la respuesta.

Luke Ford

También incluiré algunas notas y referencias a entrevistas realizadas por Luke Ford, reconocido "serial blogger" que ha dedicado mucha de su atención vital al tema del mundillo del porno. Iba a decir de él que es personaje tanto amado como odiado, pero en verdad creo que sólo es odiado, sus lectores lo leen porque es interesante lo que dice, pero reconocen que es cagalero. No se diga la estima que le tienen aquellos de quienes él habla, pues a menudo habla mal de la gente. Por alguna razón ha estado siempre entre los pasillos de los sitios donde se filman las cosas, y esa es su, digamos, virtud.

Debo señalar aquí que hay varios sitios de Internet donde se plasma la biografía medianamente oficial de Veronica Hart; tal biografía no autorizada es en realidad una reconstrucción de un resumen que hace el propio Luke Ford. El texto íntegro de dicho documento puede consultarse en el sitio de Internet de dicho blogger, que es lukeisback.com. Gran parte de lo que cito como biografía lo conocí de la lectura de este documento. La biografía que yo intento es, por definición, de segunda mano.

Veronica Hart es sólo una de las facetas de Jane Hamilton, y espero se entienda que me refiera a ella por su nombre propio en la parte relativa a la biografía, sin que ello me limite a que, durante la reseña de las películas la cite como Veronica Hart.

Biografía

Jane Esther Hamilton nació en Las Vegas el 27 de octubre de 1956 en una unida familia de clase media. Su madre provenía de familia rica y su padre trabajaba haciendo pruebas de la vista en el estado de Nevada. En su adolescencia asistió a la Western High School donde perdió su virginidad a los quince años, esto en manos de su novio de dieciséis. Ella cuenta: "Yo había oído mucho sobre el sexo y sabía todo acerca de eso desde una edad temprana. Tengo un montón de hermanas mayores, leyendo sus libros supe cómo era el cuerpo y cómo funciona. En ese momento yo no había fajado mucho; besado sí, pero no muy a fondo. ¡Decidí que ya era hora! Yo sabía qué iba a suceder [aquél día], pero él no lo sabía. Iba vestida para eso, me puse mi ropa untada y levantona. Sugerí que nos detuviéramos en el sitio de un amigo y lo arrastré a una habitación y eso fue todo. Me sentí orgullosa de mí misma. Yo estaba tan enamorada y romántica. Me sentí de maravilla. Hablé con él por teléfono al día siguiente y le dije que cómo le había ido. Le pregunté si lo había hecho antes. Él dijo, "Sí". Yo dije, "¿Qué? ¿Cuántas veces?". Dijo "Doce". Quedé con el corazón roto. Había estado con otras doce chicas antes de mí."

Ese noviazgo se rompió y Jane se abstuvo de tener relaciones sexuales durante unos tres meses; como es bien sabido eso de coger crea adicción, y obviamente, volvió a la carga luego de ese tiempo. "Yo estaba en la escuela de talentos. Siempre he bailado. Comencé a tomar lecciones de baile desde los siete. Era la época de los hot pants, y yo corría en un par de ellos. Supongo que [yo] era material caliente. Aquel hombre se acercó a mí. Era un tipo de buen aspecto y trató de poner su mira en mí. Yo no podía ser visitada [en la escuela]. Me escurrí hasta él. Unos momentos después me enteré que la giraba como cantante en un grupo de rock que estaba tocando en la ciudad. De repente me ofrecí: "Hola, ¿Cómo estás? ¿Puedo ayudarte a empacar tu instrumento?". Él quiso que le ayudara a empacar su instrumento. Me fui a su casa con él. Ya ahí, él no me dejó ir. Me arrastró hasta el dormitorio. Me bajó mis pantalones de tubo a las rodillas y me los dio. No era algo en lo que yo participara. No fue divertido para mí, pero seguro que me enseñó una lección. Me enseñó que no debía llevarme con los hombres si no me iba a aguantar. Además, me enseñó a no ser cagalera con la gente. Aunque fue una horrible experiencia, me jactaba de haber estado con él porque era una estrella de rock menor. Algún día iría a él en un concierto y le diría: "¿Hola Wayne, te acuerdas de mí? ¿Me recuerdas?". Y él diría: "Hola". Y se marcharía."

En la imagen, Verónica Hart divirtiéndose en unos vestidores

de la escuela en "Beauty (1982)"

Nada presagiaba la futura diva, se desarrollaba normalmente, y aunque tenía pocas experiencias resultó ser muy popular con los chicos de la escuela, incluso se convirtió en jefa de porristas. En la cinta "Beauty (1982)" hay una escena con referencias a unos vestidores de la escuela. Ella, capitana o algo parecido de un equipo de básquetbol que acaba de perder, decide desquitar las frustraciones propias de la derrota merendándose a dos chicos del colegio. Esta escena es incendiaria, y más porque se va alternando con otra de una orgía interpretada por Vanessa del Río en el rol femenino. Incandescente, como muchas otras cosas que filmó el buen Warren Evans (Shaun Costello). Ella continuó teniendo relaciones sexuales de manera regular a lo largo de su adolescencia. "Era una forma de conseguir aceptación. Yo sabía que podía hacer sentir bien a los hombres." Y ni qué decir. En una entrevista refiere a esta época así:

Rachel Arieff: Me gustaría preguntarte qué fue lo que te animó a meterte en este negocio. Estudiaste drama, teatro…

Jane Hamilton: "Para ser honesta contigo, no suelo hablar nunca de ello, pero esta es una entrevista agradable y honesta, así que lo haré. En el negocio encontré aceptación a través de la sexualidad. En la escuela yo era una nerd. Era estúpidamente brillante, ¿sabes?… Era nerd en los tiempos en que ser nerd no se consideraba cool. En aquella época, si eras inteligente, te sentías avergonzada. Yo crecí a finales de los 60’s y principios de los 70’s".

Rachel Arieff: ¿Dónde creciste?

Jane Hamilton: "Las Vegas. Yo era una estúpida que estaba siempre en la primera fila en la clase, y cuando el profesor preguntaba algo, enseguida levantaba la mano y gritaba: ‘¡Lo sé! ¡Lo sé! ¡Lo sé!’. Mucha gente piensa que la gente que se mete en el negocio, lo hace porque su infancia fue terrible. ¡Pero mi infancia fue maravillosa! Siempre trataba de complacer porque me aferraba al amor que recibía. Quería ser una buena chica, porque de esa forma papá y mamá me querrían más, y yo adoro el amor. En lugar de hacer cosas para llamar la atención, yo quería conservar esa atención. Pero al hacer eso me convertí en una inadaptada social. Hasta que no empecé a tomar drogas y a tener sexo, la gente no empezó a decir: ‘Oh, Dios mío, Jane Hamilton está colocada, Dios, qué cool que es, ¡es excitante!’. Las drogas y el sexo entraron en mi vida al mismo tiempo. Y finalmente sentí que pertenecía a alguna parte. No era sólo una nerd, sino que realmente pertenecía a alguna parte. Así fue como descubrí la sexualidad".

Rachel Arieff: ¿Recuerdas la primera película porno que viste?

Jane Hamilton: "Yeah. Conocí a un tipo en Las Vegas. Estaba visitando los States con sus padres, y se dirigían a San Francisco. Al final terminé yendo con él a San Francisco y pasamos unos días muy románticos. Más tarde, en Navidades, cuando tenía vacaciones del colegio, fui a Australia a verle. Allí había ese lugar llamado King’s Cross, en Sydney, donde hay muchos shows de strippers. Recuerdo que fuimos a un lugar de strippers donde una chica se estaba desnudando, y después de desnudarse, pasaron una película porno. Esa fue la primera vez que vi algo sexual".

Rachel Arieff: ¿Qué edad tenías?

Jane Hamilton: "Tenía 17 o 18. Había visto libros antes. Mis padres tenían libros naturalistas, y yo sabía dónde estaban, así que cada vez que salían, corría a su armario a mirarlos. Nunca vi libros de pin-up’s, pero tenían esos libros naturalistas. El sexo siempre me intrigó. Cuando perdí mi virginidad, fue porque me encargué de seducir a mi novio, lo planifiqué todo. Después de un concierto, fuimos a casa de un amigo y lo hicimos. Y me dijo que ya lo había hecho con otras chicas antes, lo cual fue decepcionante para mí. No tenía ni idea de eso, aunque él no pretendía herirme. El sexo siempre ha sido divertido para mí. Nunca ha sido algo malo. Mi padre se casó con una mujer que era diez años y medio mayor que él, y recuerdo que cada vez que se cruzaban por la casa, ella le agarraba las pelotas, y los dos reían. Y entonces él la besaba, y ella le besaba a él".

Rachel Arieff : Eso es realmente cool.

Jane Hamilton: "¡Sí! Era maravilloso. Cuando oigo historias de gente en cuyas casas nunca vieron muestras de afecto… Yo fui afortunada en ese sentido. Era un entorno muy sano en el que crecer".


Después de terminar la escuela secundaria Jane se orientó hacia el teatro, estudiándolo en la Universidad de Nevada. Uno de sus compañeros resultó ser el mismo Wayne con el que había tenido relaciones sexuales a los dieciséis años de edad. Jane refiere: "Estábamos ambos en Teatro y estábamos ambos en el mismo nivel. Fue importante para mí volver con él y cogérmelo porque había sido bastante mala la primera vez. En este regreso descubrí por qué había sido tan lastimoso la primera vez: tenía una verga enorme. En nuestra primera vez yo no tenía ni idea. Probablemente ni siquiera la toque. Yo no sabía qué estaba pasando."

Según puede desprenderse de unos comentarios que hizo Jane a Luke Ford, ella no es ingrata, y refiere a este Wayne de la siguiente manera: "Él se convirtió en un fan mío. Él no se queda demasiado tiempo en las fiestas donde estoy porque se siente frustrado. Él todavía toca música, pero no ha tenido una gran carrera."

Hay que tener en mente que Las Vegas es una ciudad particular que prácticamente renació a razón de 1931 con la legalización del juego, adquiriendo fama mundial. Es en 1941 cuando se empezaron a construir grandes hoteles que incorporaban casinos de juego. La prosperidad de la ciudad surge de las luces de neón y de un aspecto lúdico. Durante esos años la ciudad pudo traer inmigrantes de distintas ciudades, y tanto los inmigrantes que acudían a trabajar ahí, como los otros que, oriundos o también allegados, les prestaban servicios, sin duda dan una ciudad con una sociología especial. Dos cosas me gustan mucho de Las Vegas, una es Veronica Hart y la otra el grupo Panic at the Disco. Ambos debieran ser comerciales, pero tienen un algo chic que me agrada.

Jane se graduó de la universidad a los 19 años, en el año de 1976, y comenzó a hacer interpretaciones en obras como "A Thurber Carnaval" y "The House of Alba Bernard" en el Festival del Centro Kennedy. Poco después, ella decidió mudarse a Inglaterra donde permaneció durante tres años trabajando como modelo. Por desgracia no cuento con ninguna foto de aquella época, aunque sería un encanto tener alguna. ¿Cómo miraba antes del porno? ¿Cómo miraba antes de aquél accidente ocurrido en 1979?

Su carrera como modelo se truncó cuando por accidente derramó café caliente sobre ella misma. Pasó dos meses en el hospital y, según las referencias biográficas, el 25% de su cuerpo quedó marcado permanentemente. "En un punto, y estando en el hospital, sentí que nunca podría quitarme la ropa delante de un hombre. En la primera noche que pasé con mi novio Inglés, después de salir del hospital, él apagó las luces. Él sabía que a mí me gusta hacer el amor con las luces encendidas. Eso realmente dolió."

Vayamos por partes. Hablar del 25% de un cuerpo es una barbaridad. Ya sea que lo divida uno horizontalmente (de los pies a las rodillas, de las rodillas al ombligo, del ombligo a los pechos, y de los pechos a la coronilla) o cuadricularmente (hemisferio derecho de la cabeza y brazo derecho completo hasta el ombligo, hemisferio izquierdo de la cabeza y brazo izquierdo completo hasta el ombligo, del ombligo para abajo en el hemisferio derecho abarcando toda la pierna de ese lado, o lo mismo pero del lado izquierdo), es mucha extensión.

Por lo tanto, eso del 25% es una exageración. Quizá la marca era así de extensa luego de que ocurrió el accidente, pero no dejó una huella de esas dimensiones en el cuerpo de Jane. Lo que sí es cierto es que este accidente dejó una cicatriz que explica por qué Veronica Hart nunca mostró su brazo y hombro derecho durante las escenas de desnudo que filmaba. Si en alguna escena llega a mostrar este hemisferio, lo hace estando maquillada. Uno hace recuento y dice ¿Cómo? ¿Está quemada? Uno no lo cree porque nunca se expone este detalle.

A mí en lo particular, tener conocimiento de esta cicatriz me hace ver a Jane en una dimensión más humana, porque verla ya no es nada más verla en la escena que sea, sino que verla es verla cuidándose. Es una diva consumada en el arte de que le tomen ángulos favorables. Este gesto habla del aprecio que le tenían directores como Chuck Vincent, que era capaz de acomodar los planos y los espejos a manera que la cicatriz no se viese, o conseguir blusas lindas de manga larga que pudiese llevar puestas durante el acto sexual. Este juego de esconder la cicatriz adquiere dimensiones de coreografía dado que a veces es muy difícil mostrar los planos a manera de que el detalle de la cicatriz pase inadvertido. Jane se daba a querer, sin duda, ¿Qué otra razón tendrían los directores para estarle teniendo consideración, habiendo tantas actrices? Hay violaciones, como una que ocurre en "American Desire (1981)" en la que el atacante puede hacerle lo que quiera, pero nunca quitarle la blusa del brazo derecho.

Coreografía en "American Desire (1981)".

Es como si la cicatriz oculta fuese un eje invisible alrededor del cual gira todo. Y al decir esto no me estoy figurando una paranoia insostenible, sino un montón de acuerdos encaminados a regalarnos a nosotros los espectadores la magia de la perfección, una magia fruto de la dificultad y del ingenio, de la colaboración, de la secuacidad, de saber que cada quien es cada cual y la capacidad de guardar un secreto. La cicatriz de Jane es un pudor encarnado que descansa detrás de cada escena, es un detalle que garantiza que no has visto todo, que siempre hay un punto inasible, es un hechizo que hace del cuerpo entero un inmenso abanico que oculta detrás un guiño revelador.

La cicatriz emerge en un descuido.

"American Desire (1981)".

En Internet uno llega a leer toda serie de disparates acerca de esta cicatriz. A menudo, y para mayor morbo, la han llegado a describir como fálica. Imaginen eso, un par de pendejos y uno diciéndole "¿Sabías que Veronica Hart tiene una cicatriz en forma de verga en el brazo?", y el otro contestándole sorprendido "Recorcholis".

Jane aparece por vez primera como Veronica Hart en la cinta "Fascination (1980)", en un papelillo casi insignificante, apenas suficiente para decir "aquí estoy", como para romper el hielo de plantarse frente a una cámara; en ese año era una revelación entre tantas. Supongo que lo que importaba era obtener contratos, tenía potencial pero debía demostrarlo, y eso implicaba aceptar papeles tanto protagónicos como de relleno, a veces de diva, a veces de carne de cañón. Hay cintas suyas en las que apenas y si su personaje tiene nombre, pues aparece sin pretexto conceptual alguno, dispuesta a llenar espacios de sexo en un guión que lo exigía.

Es evidente que al querer ganar renombre participó con distintos directores, de los cuales unos serían más patanes que otros. En "Princess Seka (1980)" se ve a una Verónica Hart deslucida, contratada a destajo para coger y punto. Quizá fue una contratación improvisada, quizá el director quería terminar rápido la película, sin perder tiempo en edición, ni mucho menos en tener consideraciones con una actriz nueva a la que le acomplejaba cierta cicatriz. En una escena, está tendida Verónica Hart sobre una alfombra mientras un actor la está jodiendo; la alfombra no se ve muy limpia, ni la escena tampoco.

A mi juicio, esa es la escena en que Veronica Hart estuvo más cerca de filmar un loop apestoso, no porque el resto de películas estuvieran muy bien cuidadas en su producción o en la higiene del set, sino porque en esta cinta se le aprecia como nunca: infeliz.

Puede verse entonces una toma desde la cabecera (si la hubiere), donde se ve desde arriba no sólo la cabeza de Verónica (si hubiese tenido piojos ahí lo habríamos descubierto), sino que se ven ambos brazos y, en efecto, en el derecho se aprecia un par de cicatrices pequeñas parecidas a secuelas de un cutting, con formas tan inaprensibles que pueden servir como las manchas de Rorschach y develar, según la descripción de quien las mira, qué habita su mente y su locura. Hay quienes dicen que son un par de cicatrices horribles, hay quien dice que son fálicas, hay quien puede ver en ellas la forma de un par de aves que vuelan.

Las cicatrices en la mujer son un tema oscuro. Sin temor a equivocarme, diría que muchos encuentros sexuales, que si no íntimos, se han visto frustrados antes de comenzar dada la decisión de la mujer, ya no digamos de acostarse con alguien, sino de que ese alguien vea alguna cicatriz particular. La expresión de mujeres que se ven observadas en sus cicatrices de cesáreas u otras intervenciones, es a menudo triste. Arribar a la madurez de ver las cicatrices propias como huellas de vida es algo a lo que puede no llegarse fácilmente. A veces imagino cómo serían algunas de mis historias si fuesen interpretadas por este u otro actor o actriz. Por lo común las bellezas que describo son raras o inusuales; la perfección no se me da ni como virtud ni como exigencia.

Hay personajes cuya interpretación tentativa me queda muy clara, por ejemplo, Basil, el payaso de "Nunca Danzarás en el Circo del Sol", me parece que sería extraordinariamente interpretado por el cantante Gianluca Grignani, si es que éste se dedicara al porno y no hubiese engordado tanto (el Basil perfecto es el Gianluca de la era de "Campi di Popcorn". Esto me hace preguntarme ¿Cuál de mis personajes femeninos podría interpretar Veronica Hart? Por mucho que ella me agrade, casi ninguno le queda. Sin embargo, y esto es lo que trae a la mesa estos comentarios, el único papel que le queda, y que sólo ella lo llenaría a mi gusto, es el de la Tía Simone, de "Diez de Mayo con mi Tía", personaje que precisamente tiene innumerables cicatrices de vida, y sin embargo sigue interiormente inmaculada. Ese papel se lo daría sin chistar. Las cicatrices pueden tener forma de un pene, o un monstruo, o una explosión, la elección es personal de quien la ve. ¿Cuánta redención hay en un hombre que besa la divina forma de una cicatriz profunda? ¿Cuánta conexión?

Jane regresó a los Estados y comenzó a vivir en Nueva York, donde se involucró de nuevo en la actuación mainstream. "Me había mudado a Nueva York con un legítimo director de casting. Él fue muy sucio. Pasé de él. Se me cayeron dos ofertas para musicales. Me vi obligada a convertirme en una secretaria temporal. Es difícil vivir con $100 a la semana en cualquier lugar, y en Nueva York es más difícil todavía." Para que quede constancia de su versatilidad, era secretaria para la revista Psychology Today.

Jane se fue frustrando y desilusionando del negocio de la actuación. "Yo no era realmente feliz con la gente con la que me reunía estrictamente para negociar. Entonces le renté aquel piso a aquel caballero [Roy Stewart], quien me acogió. Me quería para reclutar chicas para filmes. Quería que yo conociera a las chicas y así guardar él mismo una posición segura en las películas". En pocas palabras, era reclutadora de actrices.

Jane mantuvo durante algún tiempo una relación de sexo ocasional con Roy y, aunque el tipo le interesaba, siempre tuvo sus reservas. "Él vio mis fotos de modelaje y mi resumen como actriz… entonces él dijo "Tú deberías hacer esto" [entiendo que pornografía]. Otra visión de este mismo instante lo cita Jane de la siguiente manera: "Él vio mis fotos de modelaje y mis créditos de actuación. Él dijo: "Eres una idiota." Yo dije: "¿Sí?". "Tú estás vendiendo tu cerebro, tu tiempo, tu capacidad de organización, todo, por una bicoca de dinero."

Jane completaría: Realmente no lo había pensado antes, lo único que había visto [de porno] fue cuando estuve en Australia. Había visto un loop de una pareja y había pensado "Nah, no es realmente lo que quiero hacer"". No obstante, Roy la persuadió para que, por lo menos, echara un vistazo. "Estábamos en lo que hoy se conoce como "Golden Age of Porn"; cuando realmente se comenzaban a tener historias, actuación y valores de producción. Lo vi y pensé: ‘Dios mío, esto es perfecto para mí’."

Según Jane: "No hubo ninguna gran cuestión moral que haya tenido que superar. Sólo probé. Yo no iba por ahí pensando en que sería una gran estrella porno pero algunas personas me dijeron desde el principio que lo podría ser. Descubrí que la mayoría de la gente que conocí de las que hacían películas legales, las supuestas personas morales de nuestro mundo, resultaban ser las más degeneradas. El porno tiene tiene su cuota de buenos y de malos, pero, en comparación con la gente "legal", es más real y aterrizado... Las dos cosas que siempre me han interesado son la actuación y hacer el amor. El negocio del X-Rated es un lugar natural para mí." Aunque más tarde admitió: "Yo era una exhibicionista... yo me crié para ser una show-off".

Como cualquier persona, Jane es susceptible de madurar algunas opiniones. No tiene sentido esperar que las versiones de sí misma sean completamente congruentes unas con otras, sobre todo si le son preguntadas en épocas distintas o en etapas vitales que, naturalmente, cambian. Esta visión del porno como sitio ideal es contrastante con una opinión que, según Luke Ford, refirió en 1996: "Todos queremos ser queridos, amados, adorados... Y el sexo era un camino para todo ello, sobre todo si eres realmente brillante. Ser brillante cuando yo era pequeña no era positivo. Así que hice un montón de cosas para ser aceptada, como las drogas y el sexo, cosas que abracé de todo corazón. Casarme fue grande porque me enseñó que yo podía tener relaciones con hombres sin tener todavía relaciones sexuales. Por lo general, antes, si había una relación con un chico me iba a la cama con él. Estar casada me enseñó que yo era una persona valiosa, con un valor más allá de la cama. Pero sigo siendo sexual. Ahora me gusta el sexo porque me gusta el sexo. No se trata sólo de gustar o ser apreciada."

"La diferencia entre el negocio del porno y el negocio normal [entiéndase mainstream] es que en el porno no tienes que joder con quien sea para conseguir un trabajo. Todos te cogen de lo lindo en Hollywood y de todas formas no te toman. Cuando me fui al negocio del porno entregué mis aspiraciones de ser una actriz normal [ibídem]. Me di cuenta que cuando entré en el porno esto no iba a apoyar mi carrera. 'Que se jodan los negocios normales’ pensaba 'No necesito la hipocresía’. Eso fue lo lindo de estar en el negocio del porno. Ya no tenía que coger con nadie o mamar a nadie para conseguir un trabajo."

Hamilton, sin embargo, hace hincapié en la diferencia entre la industria del porno de finales de los setentas principios de los ochentas, y la que existe en la actualidad. "El Porno era más como cualquier película. Justo como las cosas que hago hoy, yo tomo cinco minutos de preliminares para quince minutos de sexo. Lo que hacíamos en ese entonces era, quince minutos de preliminares para cinco minutos de sexo... Teníamos campos e historias... Era sexo más explícito [que hoy], pero era más como películas con sexo en ellas, en lugar de películas sexuales. Me gustan... Lo que hemos aprendido es a hacer mucho mejores tomas sexuales... Seamos realistas, éramos un montón de peludas y en ese entonces se iba de mujer natural. Yo me hice famosa como pornstar no porque fuera muy hermosa o tuviera el mejor cuerpo, sino, quizá, probablemente, porque la gente se sentía cómoda conmigo. Yo era un poco como la chica de al lado con la que puedes sentir que puedes hablar y tal vez tener suerte con ella. Ahora nuestras chicas son mucho más hermosas, mucho más modelos-perfectas."

Alguien que puede hablar de este tema soy yo, que me siento comodísimo con Verónica Hart.

En alguna parte leí, quizá en la revista La Mosca, que un autor decía que en cada familia había una tía reventada que presumía mucho liberalismo y apertura en los temas del mundo, incluidos los sexuales, y que también había, en cada familia (sáquenme de la duda, cada uno de ustedes, amables lectores, provendrán de algún tipo de familia), una tía que era como una flama discreta, sin aspavientos ni jactancias, de maneras muy finas y que leía Anaïs Nin, dizque porque su prosa es muy poética. Según entendí ese texto, porque de seguro el autor quiso decir una cosa y yo entendí otra, es que esa tía discreta encerraba en su vientre un fuego particular, un infierno gozoso, intenso de tanto contenerse, y que tal tía, la que no presumía de nada, la que quizá durante su adolescencia incluso creyó que era fea, era una cachonda que te dejaría seco si te descuidas. Qué hermoso enseñarle a una tía de éstas lo equivocadas que están al pensar pobremente de sí mismas.

Anaïs Nin.

En lo personal no sé qué fue antes, si Verónica Hart o el tipo de mujer que ella es. ¿Busco en la mujer a una Verónica Hart perdida?, o bien, ¿Verónica Hart me gusta porque encuadra en el tipo de mujer que instintivamente me atrae? ¿Es Veronica Hart la representación de algo que me comenzó a gustar en mi más tierna infancia? Es un tema extraño.

En lo físico puede describírsele como culo formadito, que tiembla si le das de vergatazos; unas piernas que a las claras no se ejercitan mucho, y que al abrirse hacen un compás irrompible, compás que culmina en una espesa mata de vello que oculta un coño mullido y a todas luces caliente, de amplios labios, de lujo, de lujísimo; vecino de un ano prieto que también se antoja incandescente; caderas a las que los años les vienen bien; tetas de tamaño regular, con una separación algo espeluznante porque se le alcanza a notar demasiado el esternón, pero eso sí, sensibles al extremo; espalda marcada. Flaca pero con una flacura que no notas cuando te la estás cogiendo.

Es un verdadero dilema. Podría decirse que mi exposición temprana a la pornografía pudo trastocar mi gusto acerca de las mujeres. Pero en tal caso ¿Por qué no me anclé con mujeres tipo Suzanne French o tipo Marina Frajese? Ellas fueron las primeras actrices que me sorprendieron, o quizá Maureen Spring.

La pongo más fácil, y para hacer muy gráfica esta reflexión, pudo haberse impreso con fuego en mi corazón el fenotipo-genotipo de Lisa DeLeeuw, que me arrancó cientos de puñetas en mi juventud sólo de recordarla en dos cintas: "1001 Arabian Nigths (1981)" donde le dan dos cabrones a la vez y donde uno de ellos es su esclavo sexual…

La primera escena de HMH que vi, con Lisa

DeLeeuw como la sultana infiel en "1001 Arabian Nigths (1981)"

…o en "8 to 5 (1981)" donde hace de secretaria y Paul Thomas se avienta con ella un palito mañanero que me perturbó. ¡Dios. qué manera de empinarse!

Lisa DeLeeuw, un desayuno de lujo."8 to 5 (1981)"

Y aunque Lisa DeLeeuw me resultaba atractiva a tope, en esa misma "8 to 5 (1981)" aparece, en un papel de relleno, una actriz que me tomó por asalto.

Veronica consiguiendo el empleo en "8 to 5 (1981)"

Era Veronica Hart, pidiendo chamba, cogiéndose al entrevistador (Herschel Savage) para conseguir el empleo. No es, ni por mucho, su mejor cinta, y sin embargo me produjo una sensación de "mira lo que me encontré". El tema es que no puede juzgarse mi predilección por Hart así a secas. No es que me guste físicamente y nada más, pues me gustaba también Lisa DeLeeuw, y también Annette Haven, y Loni Sanders, y Juliet Anderson, por citar sólo algunas que salen en esa misma "8 to 5 (1981)". DeLeeuw es el tipo de chica que dirías que es el tipo de chica que te gusta, pero no fue mi elección. Cuando vi a Veronica Hart en "Pandora´s Mirror (1981)" mi elección fue completa.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando escuché de la existencia de la fonoteca. La idea de que exista un lugar consagrado a preservar los sonidos me parece inquietante a mí, que soy muy visual. Sin profundizar mucho, en tal lugar se conservan sonidos en peligro de extinción, sonidos que deben grabarse a riesgo de que no se reproduzcan nunca más. Hablo de esto porque recuerdo que en aquellos años trabajaba colocando ventanas de aluminio, en realidad limpiándolas luego de que los profesionales las colocaban. Eso hacía que a menudo fuera yo a la populosa colonia Independencia, en Monterrey. Se daba mucho, como todavía se da en algunas partes del país, los carros de sonido; vehículos, con frecuencia Volkswagen sedán, con unos enormes altavoces en el techo que, cual pregoneros, te van invitando a que compres, a que acudas, a que uses, a que disfrutes, lo que sea. En aquel tiempo la desvergüenza era heróica. Recuerdo que el carro de sonido, un vocho muy jodido, recorría las calles de la colonia Independencia, invitando:

"Secretarias Calientes. No apta para menores. Secretarias Calientes. Venga a ver las mujeres más hermosas, en su Cine Independencia. Secretarias Calientes. Función doble y permanencia voluntaria. En sexicolor. La oficina más caliente es donde trabajan estas… Secretarias Calientes. No te las puedes perder."

Y no me las perdí, por mucho que el anuncio decía que no era apta para menores. "Secretarias Calientes" no era otra que "8 to 5 (1981)"

Repito, el que mi alma no echara raíz en el tipo de chica que es DeLeeuw, o las demás (a las cuales vi primero), y sí en Veronica Hart, puede tratarse de algo que habita en mi preferencia sexual más temprana, tan temprana que no logro identificar el origen (en realidad sí lo identifico, lo identifiqué al escribir esto, pero es tan íntimo que no creo que sea este el sitio para revelarlo; baste decir que hay ahí una onda de vidas pasadas. Como toda convicción, siempre es tentativa); es como si el tipo de cuerpo que ella tiene lo tuviese yo bien grabado en mi memoria genética, como si hubiese nacido para buscar y encontrar un cuerpo con tales características, y la aparición de Hart sólo significara la ocasión, festiva por donde se le vea, de descubrir que mi tipo de cuerpo era posible, que existía, que además gozaba como yo imaginaba que gozaría, que soportaba el tratamiento que en mi mente también podría yo imaginar que se merece, y no menos. A eso le llamo yo que alguien se sienta cómodo con una actriz porno.

Si la explicación lineal de que mi predilección por ella se debe a algún tipo de recuerdo infantil, eco de vidas pasadas, o visión de la cosmosexualidad que en ella se encarnó de maravilla, ésta sigue siendo confusa, más inentendible es si la analizo a la luz de ese que soy hoy. Habiendo visto tanto cine sexcore, caigo en cuenta que mi predilección más general, que abraza a Hart de rebote, terminan siendo las divinas flacas del porno, no hablo de las actrices delgadas, que las hay a montones, ni tampoco narigonas o de narices particulares, sino cierto tipo de flaca de nariz particular, la tipo bruja. Veronica Hart, Terri Hall, Marlene Willoughby, Sharon Mitchell.

Esto me hace pensar que las razones de mi bragueta son instintivas y extrañas. No hablaré aquí del rostro de Hart, pues eso quedará mejor en la reseña de "Pandora´s Mirror (1981)", pero que quede sembrada desde ahora mi duda acerca de que me encantaría ver alguna foto de Verónica antes de la cirugía plástica que le dotó de esa nariz filosa que tiene hasta hoy; su nariz de batalla, no la nariz de Jane, sino la de Veronica (que no tengo ninguna queja con que no luzca natural, uno puede esculpirse, si se le da la gana, y eso no cambia lo que uno es; esa es la trampa de las cirugías, son fallidas si uno las intenta para inventarse y no para simplemente cambiar. La promesa de que serás una nueva persona es falsa de fondo).

Es hasta hoy que hago esta reflexión acerca de las flacas del porno vintage, que descubro que no sólo son las piernas largas y de chamorro más bien escaso, el culo tendiendo a redondo pero agudo, la nalga vibrante, puede que hasta algo caída, el coño gentil y de pelambrera salvaje, ni las tetas naturales y singulares, sino que también es el cuello vulnerable, la espalda marcada (ya sea de hueso o de músculo), y como he dicho, con narices particulares. El tipo de bruja que tiene todo para encantarme. Silueta flaca en la forma singular que ya he descrito, mirada fuerte y sexo todavía más fuerte, con capacidad para el mal. Cabe agregar que a las brujas nada las tiene más sin cuidado que el riesgo de enfadar a Dios o a las buenas costumbres; una verga no les da asco; una bruja nunca dice que no a una buena mamada o una buena cogida; incluso puede ser algo egoísta ya que nunca se han distinguido por ser democráticas ni justas; es una actitud ante la vida que hace del mundo un aquelarre delicioso. Flacas y de nariz singular hay muchas, ahí está Laurie Smith, ahí está Bunny Bleu, a las que sin embargo les falta un curso intensivo de tantra negro y artes de seducción wicca, o cuando menos ingenio para pedir verga en halloween, o talento para hechizar y poner el universo de cabeza.

Más adelante, en la reseña de la película que nos ocupa, volveré a traer a cuento esta analogía de la tía que lee Anaïs Nin.

Nos habíamos quedado en que Jane meditaba en la idea de meterse al porno o no, y las explicaciones oficiales de este hecho parecen sospechosamente congruentes, sin embargo, ella misma admite que hubo otras razones detrás de su decisión. "Tú no tienes que ser un experto en psicología para ver por qué estoy en el porno. Siempre me ha gustado el sexo, aunque mi vida probablemente habría tomado otro rumbo sin aquel accidente. La gente en la pornografía por lo general es rebelde o está tratando de hacer algo con algún tipo de deficiencia o defecto. Podría estar en su carácter... o pudieron haber sido golpeadas o abusadas sexualmente en su infancia... o su nariz estar torcida, o algún otro defecto físico. La gente en ese entonces entraba en el negocio probablemente para demostrar algo o para hacer rebelión... ahora la gente entra en él como una profesión."

Antes de hacer su primera película, Jane decidió hacer algunos shows de sexo en vivo delante de un público de teatro y se dio cuenta de que disfrutó la atención. "Incluso después de haber hecho un par de películas, volví a hacer los shows en vivo." Aunque empezó alternando con Roy [Stewart] "Él nunca podría alternar [ante la cámara] aunque intentara una y otra vez. Hicimos una semana de sexo en vivo. Literalmente me volaron los sesos. Es difícil falsificar que no te pega. Él siguió intentando". Ella adoptó como nombre artístico Veronica Hart y finalmente apareció en su primera película de porno duro: "Fascinación" (1980)", tenía en ese entonces veinticuatro años.

Jane habla de sus inicios y cómo tuvo qué decirle a sus padres: "[Aparecer en películas porno] no parecía ser un gran acuerdo. Como gran acuerdo yo llamé a mis padres para decirles. Simplemente dejé un mensaje para mi mamá con mi papá... ‘Oye, ¿Mamá está allí?’, él dijo 'No, está en la tienda’. Yo dije: 'Dale un mensaje: Voy a hacer una película para adultos mañana’. Él comenzó a reírse, él pensó que era realmente gracioso. Le dije que era en serio y dijo: ‘Bueno me aseguraré de decirle a tu madre’. [Mis padres no eran] conservadores, pero tampoco eran liberales, simplemente eran unos padres normales. Ellos sabían que actuaba y que había estado haciendo cosas, sabían que yo iba a hacer algo, pero no creo que pensaran que sería esto. Ellos esperaban que yo haría algo por actuar, pues eso es lo que siempre había estudiado, algo que siempre desarrollé… Siempre he sido muy sexual, no me metí en las películas para descubrir mi sexualidad. Yo ya era sexualmente activa y no era una niña." Aunque sus padres nunca aceptaron plenamente su carrera en el porno, por su bien nunca se alienaron con eso. Les era suficiente que ella fuese feliz. Simplemente no son tan masoquistas como para sus películas.

En una entrevista se alude a este momento de manera parecida:

Rachel Arieff: ¿Cómo reaccionaron tus padres cuando les dijiste que estabas haciendo cine para adultos?

Veronica Hart: "Les llamé enseguida. Antes de hacer mi primera película les llamé, porque siempre hemos estado muy unidos. Les llamé, cogió el teléfono mi padre, y le dije, ‘¿Está mamá ahí?’. Él responde, ‘No, ha ido de compras’. Entonces le digo, ‘Voy a hacer una película para adultos, papá’, y él empieza a reír y dice, ‘Sí, seguro’. Y yo repito, ‘No, papá. Voy a hacerlo’. Y dice, ‘Sí, sí, cariño, por supuesto. OK, ¿para qué llamabas?’. De nuevo repito, ‘Papá, realmente voy a hecer esto’. ‘¿Qué?’. ‘Papá, voy a hacer una película para adultos’. Y replica, ‘Oh! Oh. Oh, bueno. Mmm, bueno. Me aseguraré de comunicárselo a tu madre cuando llegue a casa’".

Rachel Arieff: Pobre padre.

Veronica Hart: "Posteriormente me contaron que una vez estaban mirándose el uno al otro durante el desayuno… Papá miró a mamá, mamá miró a papá, y dijeron, ‘Realmente va a hacerlo’. Al principio no pensaban que fuera a hacerlo. Una vez, mi padre estaba en su trabajo, y uno de sus compañeros le mostró una revista en la que yo aparecía desnuda, y le dijo algo así como, ‘Sid, ¿es tu hija?’, y él respondió, ‘No, no, no. No es mi hija’. Fue la única vez que pasó algo así. A veces les he mostrado partes de mis películas en donde no hay sexo, donde simplemente aparezco interpretando, y se han mostrado tan orgullosos como era posible. Pero ya sabes, ellos no tienen un estilo de vida que les permita llamar a otros amigos y decirles: ‘Wow, ¡nuestra hija es excitante!’. No son swingers. Son muy monógamos. Son la típica pareja que está junta desde los 50’s. Yo nací en el 56. El hecho de que mi padre se casase con una mujer que tenía cuatro hijos, y que era diez años y medio mayor que él, debió ser muy fuerte en su día".

Rachel Arieff: ¿Cuántos hijos tienes?

Veronica Hart: "¡Dos hombres! Ya no puedo decir que tenga niños. Tienen 23 y 25 años".

Rachel Arieff: Y nunca les ocultaste lo que hacías. ¿Cómo se sienten con respecto a ello?

Veronica Hart: "Probablemente les di demasiada información. Me acusan de haberles dado demasiada información. Una vez me dijeron, ‘Mamá, si nos hablas una vez más de chicas y condones, y de ir con cuidado, vamos a gritar’. Las únicas veces que tuve problemas con mis padres fue cuando me ocultaron cosas que pensaban que yo no podría afrontar. Así que cuando tuve hijos me aseguré de no ocultarles nada. Pero a veces puedes darles demasiada información a tus hijos. Uno de mis hijos nunca se ha sentido nada afectado por lo que hago, pero para el otro ha sido algo terriblemente difícil. Una vez, él estaba en una fiesta y pusieron la película ‘Latex’. Él sabía que yo tenía algo que ver con ‘Latex’, pero no sabía que yo actuaba en la película. Yo era la productora del film y tenía un papel que no era sexual, pero él no tenía ni idea de eso, así que se escondió detrás de un sofá durante toda la película, mientras sus amigos la veían. Me enteré de eso más tarde. Tuvo que pasar un tiempo hasta que comentara con mis hijos cómo se sentían con respecto a mi carrera. Yo pensaba que todo iba bien, no tenía ni idea de que mis decisiones estaban teniendo un impacto en mis hijos. Una vez alguien me dijo que elegir una vida en el cine para adultos es algo muy egoísta. Recuerdo que me sentí muy mortificada cuando esa persona dijo eso. Y creo que tenía razón. Cuando decides que ese mundo es OK para ti, sabiendo que no es OK para la sociedad, se lo pones difícil a la gente que te quiere. Se lo pones difícil a tus amigos que no forman parte del negocio, y desde luego se lo pones difícil a tus hijos. Y es un infierno para una relación afectiva. Realmente lo es".

Rachel Arieff: Cuando tus hijos iban a la escuela, ¿decían abiertamente que eras una actriz de cine adulto o lo mantenían en secreto?

Veronica Hart: "Mi hijo mayor, cuando alguien le preguntaba qué hacía su madre, él respondía, ‘Es editora’. Y lo era. En esos momentos yo estaba produciendo y dirigiendo películas, y empecé a hacer editaje también. Así que no mentía al decir que yo editaba películas de bajo presupuesto. Pero al mismo tiempo, no decía, ‘Yeah, mi madre es Veronica Hart’. Para Max, mi hijo pequeño, ha sido más fácil enfrentarse a ello. Cuando yo hago una conferencia en una universidad, él está entre el público. No tiene problemas con esto. No va por ahí diciendo, ‘Mi madre es Veronica Hart’, pero al mismo tiempo nunca diría, ‘Mi madre no es Veronica Hart’. No es algo de lo que se sienta orgulloso hasta el punto de decirlo por ahí, pero tampoco le avergüenza. Muchas veces, cuando la gente se entera de quién es su madre, le dicen: ‘Wow, cool. ¡Es tu madre!’. Pero eso ha sucedido ya en su época de universitario, no en la adolescencia cuando iban a la escuela".     

Rachel Arieff: ¿Cuando te introduciste en la industria porno, si hubieses sido consciente de hasta qué punto iba a afectar tu vida personal, habrías hecho las cosas de otro modo?

Veronica Hart: "Bueno, yo no era naive con respecto a esto. Sabía que sacrificaba mis aspiraciones de hacer algo legítimo. Pero en esa época tampoco me sentía nada atraída por el mundillo mainstream. Bernie Styles me consiguió un papel en un film mainstream, ‘Going in Style’ y me pidió que me trasladase a New York, con promesas de otros trabajos. Lo hice y entonces me di cuenta de que nunca antes había estado con un duro judío neoyorquino del mundo del entertainment. Y Bernie era muy duro. Era duro con los actores, era duro con todo el mundo. Eso provocó que enseguida me sintiese desencantada con el negocio mainstream. Entonces conocí a un caballero llamado Roy Stewart que me alquiló una habitación, y él trabajaba en el cine para adultos. Me acosté un par de veces con él, porque suelo acostarme con la gente que me gusta. Recuerdo que me preguntó si había considerado trabajar en películas para adultos. Por aquel entonces yo sólo había visto ‘loops’, en donde no había interpretación, sólo había sexo. Así que le dije: ‘No, no, no, yo soy una actriz’. Sin embargo siempre he sido muy sexual. Yo ya había estado con hombres y mujeres antes de meterme en el negocio. Él me pidió que viese una película que proyectaban en la calle 54. La vi y no podía creerlo, porque los actores realmente interpretaban. Había sexo, pero también había interpretación".

Rachel Arieff: ¿Cuándo fue eso?

Veronica Hart: "En 1979. Pues como te decía, no me interesaba el cine mainstream, no quería pisar a gente para llegar a la cima. Yo había sufrido un terrible accidente, y por la naturaleza de mi lesión, al haberme quemado, no podía ser agresiva con nadie".

Rachel Arieff: ¿Cómo te quemaste exactamente? Creo que fue con una cafetera, ¿no?

Veronica Hart: "Sí, con un cazo de café. Sucedió en Inglaterra. Yo estaba trabajando en un stand en el National Exhibition Center, y accidentalmente me cayó un cazo de agua hirviendo en el hombro derecho. Yo no sabía nada de quemaduras en aquella época. Algo que debe saber la gente, es que si sufres una quemadura, debes poner inmediatamente hielo o agua muy fría. Si tienes ropa, debes quitarte la ropa, y aplicar hielo o agua fría. Si dejas la ropa puesta, la ropa se fusiona con tu piel y el daño es mayor. Yo terminé con quemaduras de tercer grado. Tuvieron que quitarme piel de mi trasero y ponerla en mi brazo".

Rachel Arieff: ¿Cuánto tiempo tardaste en curarte?

Veronica Hart: "Estuve en el hospital un mes y medio. He necesitado toda mi vida para curarme. Todavía me cubro con blusas o camisetas, ¿entiendes? Cada vez que tengo un nuevo novio, he de pensarlo dos veces. Si ruedo una escena y he de mostrar esa parte de mi cuerpo, es siempre un dilema. Ahora ya no se nota tanto, pero la piel aún es irregular en esa zona. Son los tatuajes de mi vida, supongo que los podemos llamar así. Pero al estar en un negocio donde la apariencia física es tan importante, siempre ha sido duro".    

Reseña:

Para mí, "A Scent of Heather (1980)" es la película más consistente de todas las que hizo Veronica Hart. No sólo la historia es muy erótica, sino que las escenas están rodadas de manera formidable.

Hay películas extraordinarias, como las otras dos películas que voy a relatar en entregas subsiguientes "Roommates (1981)" y "Pandora´s Mirror (1981)", y ni se diga la multipremiada (que a mí no me gusta mucho) "Amanda by Night (1981)", pero son, a mi juicio, superadas por "A Scent of Heather (1980)" porque ésta es una trepidante mezcla de buena historia y excelentes escenas sexuales. Igual, hay otras cintas en las que la historia no vale un comino, pero la interacción sexual es incandescente.

La película inicia con Heather (Veronica Hart, quien en los créditos es citada como "Introducing Veronica Heart") saliendo de un convento de monjas. Da la impresión de que se ha criado ahí. De hecho, va escoltada por una monja más vieja. Heather viste de manera conservadora y ella es, en estricto, puritana. Se suben a un vehículo que acusa que la historia sucede en la década de 1940. Ella mira el mundo a través de la ventana y todo parece maravillarle. Es un poema de inocencia.

Mientras, en una mansión hay una reunión que tiene cara de junta de negocios más que de congregación familiar. Un sujeto habla en voz alta y pone al tanto al espectador de la situación: "Lástima que se murió el viejo Godfred. Todos sabemos que si Heather no consigue unirse en matrimonio antes de fin de año, toda la fortuna familiar irá a parar en beneficio de un Hospital, y no queremos eso ¿Cierto? Por suerte el buen Frederick habrá de casarse con ella".

Podría decirse más fuerte pero no más claro. Las cartas están echadas. Heather es virtualmente una monja y tiene que casarse para salvaguardar los intereses económicos de la familia. Sin tregua alguna, aparece Heather abriendo una puerta y entrando en una habitación donde le espera una ancianita. La ancianita no es otra que Lisa Bea, quien para crear la ficción de vejez se pone talco en el cabello para simular canas. Sólo las canas la delatan, púes el resto del cuerpo luce muy fresco.

La viejecilla le dice: "Como tu madre no está ya aquí, debo ser yo quien te muestre algunas cosas que debes saber respecto de la vida con un hombre".

Sorprende la paz con que Heather oye hablar del muerto Godfred, y de su madre muerta. Lejos de incomodarse con la alusión a estos muertos suyos, responde:

"¿No sé a qué se refiere?"

"¿Cómo? ¿No sabes nada acerca de cómo vienen al mundo los niños? ¿No sabes nada acerca del sexo?"

Heather niega con la cabeza, asustada. Hay que subrayar lo inusual de este diálogo. Ron Jeremy explicaba alguna vez cómo la industria del porno tenía ciertas reglas endeblemente escritas donde se normaba qué debía aparecer en las películas y qué no debía aparecer. Ya hablé de este decálogo de prohibiciones en "Stag Life 22: Neon Nights (1981)", en el tema de fist fucking (según este estándar, más de dos dedos dentro de una vagina o ano era considerado penetración con el puño). Otra de esas reglas era, por sorprendente que sea, omitir cualquier alusión que sugiriera que los niños provienen del acto sexual, o dicho de otro modo, evitar que el espectador concluya que como fruto de los mares de placer que se exponen en las cintas sexcore pudiera surgir un embarazo, deseado o no.

Este diálogo, breve, rompe esa regla. Se habla abiertamente de que sexo es sinónimo de bebés. No sólo se hace aquí, sino que a lo largo de la película se irán haciendo distintas alusiones a la reproducción, e incluso se hace una crónica de un embarazo.

La ancianita continúa:

"¿No tienes idea de para qué sirve lo que guardas entre tus piernas?"

"Sí" dice la ingenua Heather "sirve para ir al baño".

"Ponte de pie. Voy a mostrarte algo."

Heather se pone de pie y Lisa Bea comienza a masturbarla. La toca con tal delicadeza que se antoja muy suave el cuerpo de Heather, que se retuerce y comienza a vociferar cosas que dan seña de lo cachonda que es y lo mucho que desconoce del tema. Es una masturbación que no hace apología de la penetración brutal, pues con un par de dedos de la mano derecha, Lisa Bea penetra suavemente a Heather, pero con la otra mano oprime clínicamente los hinchados labios de Hart. Eventualmente le da unas lamidas.

Lisa Bea educando a Heather.

Heather es una caliente, y gime de una manera tal que pone a hervir los cojones de cualquiera. Siguiendo con su montaje, dice:

"No sé qué estás haciendo, pero es maravilloso".

Y Lisa Bea lanza su sentencia "Y un día tú tendrás bebés".

Por fin veronica Hart se viene en medio de un gemido agonizante. Se abraza de su tierna maestra y la mira con cierta compasión. Heather le hace una observación: "Tú no eres casada. ¿Cómo es que sabes todo esto?". Lisa Bea mira hacia el vacío, sumergiéndose en sus recuerdos, y cuando dice "era yo muy joven…" la escena se va difuminando, como viajando en el tiempo.

Ella le cuenta que en sus años mozos su padre había ofrecido un baile al presidente y a muchas otras autoridades. Lisa cuenta que durante la fiesta ella bailó mucho y se sintió que estaba en el cielo. En especial, un militar (Ron Hudd) la había cortejado toda la noche. Era apuesto, y ella lo condujo hasta una habitación de la casa.

Una vez a solas, el militar la arroja sobre la cama, y antes de que ella pudiera decir nada, el soldado se comenzó a despojar del uniforme. El hombre comenzó a levantarle la falda a Lisa dejando a la vista sus carnes blancas y su fondo negro. El vestido rojo, el fondo y la carne, hacen un contraste delicioso. La escena es romántica. El acto sexual dura muy poco, como la mayoría de los encuentros dentro de la cinta. Para dar una idea. Lisa Bea le da una mamada deliciosa a Hudd. Luego se sienta a horcajadas encima de él y lo monta; se da sesenta y nueve sentones, exactamente. Luego él saca su verga de ella y la acomoda para tirársela de ladito; en esa posición le da trece metidas. Se retira de ahí, se hinca sobre de ella para masturbarse en sus tetas; en medio de esos dos pechos turgentes lleva a cabo cuarenta embestidas, y al contar cuarenta brota una gota espesa de semen, y comienza a regarse. En total fueron dos posturas solamente, tres si contamos como tal la puñeta cubana. Fueron ochenta y dos metidas, solamente, ciento veintidós si contamos como metida las rozadas de verga en medio de los pechos. Fueron pocos minutos, escasísimas metidas (muchas si se es precoz). No sé si sea el promedio, pero no lo creo. Ante tanta limitación ¿Qué hace de esta una escena intensa?

El enfoque, sin duda. La escena sexual está bien rodada. Aprovecha al máximo lo que hay, verga, rostro, verga, culo, verga, tetas, semen. Todo en la escena es hermoso.

Antes de pasar a lo que sigue he de contar una historia que se ajusta perfecto a lo que quiero explicar. Recuerdo que en mi adolescencia mis amigos de la escuela y yo jugábamos a una especie de certamen al que llamamos "El Juego de las Putedades". No es lo que piensan, desde luego. El juego era una de esas variantes en la que los adolescentes intentan poner a prueba su ingenio a la vez de ser procaces y groseros sin justificación alguna, a ser posible humillando a un compañero. Mi abuelo decía, no sé si con sabiduría, que "en la adolescencia los muchachos no son ni niños ni hombres: son pendejos". A qué negarlo, eran épocas de pendejez, misma que ejercíamos plenamente.

"El Juego de las Putedades" consistía en que todos los miembros de la pandilla estábamos alertas de lo que los demás hacían o decían, prestos a señalar cualquier gesto o indicio que hiciera suponer que el otro estaba cometiendo flagrante homosexualidad. El jueguito era homófobo, sin duda. Empezó como broma que un amigo hizo a otro, y cuando menos esperábamos el ambiente era insostenible, pues casi cualquier cosa implicaba alguna mariconada. Cuando alguien cometía una "Putedad" (llamémosle así, o "punto putedad" a la unidad de medida equivalente a un punto) sumaba ésta a una cuenta donde quien acumulara cien sería identificado como "El Rey Puto". Cada vez que alguien "anotaba" una putedad, se escuchaba que alguien chillaba algo más o menos así "¡Eeeiiiiiiiiiiiiiii, pinche joto!"

El juego, como he dicho, volvió insostenible cualquier tipo de trato. Beber un refresco con una pajilla era punto seguro. Sentarse en un barrote, punto putedad. Sostener un saludo de mano más allá de un segundo era punto putedad para los dos involucrados. Vaya, si llamabas por teléfono a algún amigo en vez de escuchar un "Hola" escucharías un "¡Eeeiiiiiiiiiiiiiii, pinche puto! Me hablas para una cita, joto". Tomar un lápiz entre los dedos, acercarte demasiado a alguien, vaya, tocar la trenza de una compañera era putedad (por aquello de la forma cilíndrica o vergoide de la trenza), en fin.

De las peores idioteces de mi vida fue una vez que estábamos mi hermano y yo con la pandilla. Nos sentábamos debajo de un árbol que ya nadie tocaba, por miedo al puntaje. Mi abuela salió de la casa, que quedaba a cincuenta metros del parque, y nos llamó "Vengan a comer". Sin que ninguno de nuestros amigos la viera venir, oyeron que yo le dedicaba a mi hermano un inexplicable "¡Eeeiiiiiiiiiiiiiii, pinche joto!". Un amigo dijo "¡Ah chinga! ¿Y ahora qué hizo tu carnal?". Mi hermano repeló "Si es cierto, cabrón, ¿Ahora qué se supone que hice?". Yo, que no hacía sino comenzar a hundirme, dije: "Pues te llamaron a comer". "¿Y eso qué?" preguntó mi hermano. Mi respuesta fue "Qué tal si vas a comer verga". La carcajada estalló. La pandilla le enjaretó punto putedad a toda nuestra familia. Mi hermano sólo dijo "Si serás pendejo". La anécdota todavía es recordada, para deshonra de mi abuela, que en paz descanse, de mi hermano y de mí.

Ya después degeneró todavía más. No fue suficiente apuntar un punto putedad a ciertas acciones que eran de tan flagrante mariconéz que de plano ameritaban más de un punto. Eso pasó una vez que un amigo llegó con unos silogismos por demás incomprendidos. Llegó diciendo: "Soy puto. Si putas son aquellas que les gusta mucho estar con el sexo opuesto, entonces yo soy bien puto porque me gusta mucho estar con el sexo opuesto". Yo le aclaré, de acuerdo a los conocimientos que tenía en aquel entonces, que puta era aquella a la que le encantaba la verga, y puto el que le encantaba lo mismo. Hecha la aclaración, esa afirmación le valió cincuenta puntos putedad.

Sin embargo, hubo otro amigo que de plano dijo una afirmación que fue considerado crimen de lesa putedad; tan grave era que fue coronado Rey Puto al instante. Un amigo decía que le gustaba la revista Playboy, que sexualmente siempre ha sido blandengue. Y este otro amigo, el rey instantáneo, le dijo: "Pinche revista fea, salen puras pinches viejas apretadas. A mí lo que me gusta es que se vean vergas". Digamos que fue honesto. Lo que quiso decir es que prefería ver revistas con contenido sexual explícito, es decir, donde no salen sólo hombres o sólo mujeres, sino que salen juntos y jodiendo.

A riesgo de que se piense de mí lo que sea, he de decir que unas vergas me gustan más que otras. No me apetece tener una en la boca, ni en el culo, ni en la mano, ni en la axila, ni en mis pies. Verlas sin referencia a mujer alguna me parece tremendamente aburrido. Pero no me disgusta ver una buena tranca si ésta sirve a una buena cogida, o a la idea de una buena cogida. Digámoslo así. Uno tiene en su mente una idea erótica de lo que una mujer debe ser, e inevitablemente tiene la idea de lo que una buena verga debe ser. Ya por identificación o por admiración, unas vergas me gustan más que otras.

Los hombres a menudo perdemos de vista que el porno es para las mujeres una cosa bien distinta de lo que es para los hombres. Los hombres a veces tenemos tanta miopía que creemos que todos los coños son iguales, y eso es una tontería. En la entrevista que le hacen a Veronica Hart ella admite que todas las actrices de aquella camada suya eran unas peludas que iban en la onda de mujer natural. Yo abundo su respuesta, no sólo eran peludas, eran unas coñudas.

Por desgracia no hay, en español, palabras más elegantes pero fuertes que sirvan para nombrar a la vagina. En inglés tienen la tierna "pussy" o la contundente "cunt", las cuales no admiten transformación diminutiva o aumentativa, ya que en esa lengua práctica lo que hacen es mezclar dos palabras "big pussy" o "Little cunt", incluso puede componerse "woman with haired pussy". En español todo es más áspero. Decir "vieja vaginona" se escucha chocante. Estas palabras, "coño", con una desprestigiada "ñ" en el centro, o "panocha", con la terrible "ch", surgen de la incomprensión del hombre respecto de esa maravilla corporal que es la vagina (en la exitosa obra teatral de "Los Monólogos de la Vagina" dedican un segmento a esta traición idiomática). Si así fuere, decir que una mujer es panochuda indudablemente la ofende; contrario a cuando a un hombre le dicen que está vergudo. Panochón. Vergón.

A mí las actrices que me terminan gustando más son las panochudas y peludas: Veronica Hart, Leslie Boveé, Sharon Mitchell. Por alguna razón, Venessa del Rio ya me parece más panochuda de lo que me puede gustar. Pero volvamos al tema de la verga.

Para mí es un día aciago si el porno de turno tiene puros actores verguiflojos. Nada peor que ciertas películas españolas rodadas por Jess Franco donde los roles masculinos quedan a cargo de cabrones de vergas cortas y pusilánimes que nunca consiguen levantarse. Increíble que en España no pudieran conseguirse buenas vergas, más bien Jess Franco no se molestó en buscar, hasta el vecino podría haberle ayudado.

Ya dentro de las vergas que sí se levantan hay unas más apuestas que otras. Hay unas que son particulares, como la de Mark Wallice, curva como un plátano; o venudas como la de Roberto Malone; o rinconeras como la de Christophe Clark. Fuera de ahí las hay de forma general. Cilíndricas, cabezonas, largas, anchas, etc.

Para mí, una buena tranca debe lucir no sólo tiesa, sino marcada. Las vergas cilíndricas me dan aprehensión; si encima tienen un tono diferente en la base y luego cambian de color hacia la punta, me hacen pensar que fueron objeto de un agrandamiento vía cirugía, y la idea de un bisturí en el pito me deja congelado; si son grandes pero carecen de personalidad, ya porque la verga en sí sea insípida o ya bien porque quien la porta se mueva con desinterés, igual me aburren. Para mí no hay como una verga marcada y pegada a un cabrón caliente que goce de veras.

Ya se sabe, la verga tiene un dorso, que es la parte que uno ve desde arriba (cuando es hombre), tiene un canto, que es como se ve por los lados, parafraseando a la expresión "canto de la mano". Como es impropio decir que la parte de atrás de la verga sea la palma de la verga, llamémosle revés. Para mí, es el revés el que define el carácter de una buena verga.

El dorso y el canto son casi iguales en todos los casos, salvo las excepciones de vergas con distintos tonos de piel o con protuberancias antinaturales; pero el revés de la verga siempre es diferente, en ella está una costura natural única, como las huellas dactilares, como el iris, como el mapa anal. Las vergas cilíndricas es como si no tuvieran revés, que lo mismo es verlas por adelante que por detrás o de lado, y en tal condición sólo son reconocibles por la costura. Las vergas que tienen, además de esta huella única, una especie de columna marcada desde la base del pene hasta la cabeza, son, a mi forma de ver, las que transmiten más fuerza.

Toda esta explicación era necesaria para poder señalar que, en mi gusto personal, me parecen muy intensas las tomas que hacen del revés de la verga un protagonista indiscutible junto con el cuerpo de la mujer. Tomemos por ejemplo la verga de Kevin James, que tiene un revés envidiable, marcado como un abdomen de lavadero, con una barra intermedia que llega casi desde la base de la tranca al glande. Una verga como esa transmite mucha personalidad. Para muestra, vésae la siguiente gráfica, tomada de "I Like to Watch (1982)" donde Little Oral Annie le da una mamada brutal. Como la toma es desde abajo, el revés de la verga de James se ve perfecto, y cuando Little Oral Annie se lo traga completito y luego se retira, pareciera que la verga de James es una alegoría del cuello de Annie; la verga de él con su magnífica cordillera del centro, el cuello de ella con su tráquea marcada.

Little Oral Annie y el revés de la verga de

Kevin James en "I Like to Watch (1982)"

Si a eso le agregamos que dos de mis personal favorites son las escenas que presentan una mamada en la que la verga es observada de frente a su revés y la cara de la felatriz se muestra de perfil, o bien las escenas en las que la mujer monta al hombre, dejando ver cómo la verga y su revés se hunden, de preferencia si el hombre abre con sus manos las nalgas de ella dejando ver el ano en tonalidad más oscura que el resto de la piel, pues ya se entenderá por qué no puedo resistir escenas como ésta entre Lisa Bea y Ron Hudd.

Primero hay ternura. Me suena razonable que luego del baile ella quiera entregársele. No me parece fútil, sino más bien un merecido homenaje, que se termine el baile con una buena cogida. Él comienza a tocarle el coño, que es suave, peludo (otro de mis personal favorites, viejas panochudas y peludas). Luego ella le da una mamada dulcísima, que es tomada de perfil, mostrando la linda cara de Lisa Bea que mama con devoción esa tranca de revés marcado.

Si ello no fuese ya suficiente, Lisa Bea lo monta, dejando hundir esa verga de revés marcado en su cuerpo, engulléndola a sentones, mientras que su ano, paulatinamente más oscuro que sus nalgas, se deja ver, no como fruto de que Hudd le separe las nalgas, sino porque ¡Se las abre ella misma para que se la metan mejor! Eso para mí es dicha pura.

El que el ano y el coño se ennegrezca es algo que atrapa toda mi atención, es como un mensaje de que la naturaleza ha dispuesto un salvajismo y un misterio en las partes sexuales. Es el tipo de cosas que disfruto ver, de verdad que sí. Hay cintas de la segunda mitad de los ochentas e inicios de los noventa donde la mujer ya está siempre rasurada y además se broncean, dando una tonalidad de playa a nalgas y ano, quedando todo del mismo color, guerito pero tostado, y eso a mí me da fiaca.

El recuerdo termina. Fue breve pero intenso. La historia sigue. Se casan Heather y el joven Frederick (Paul Thomas). La escena es casi simbólica, dura unos quince segundos, suficientes para colocar a Hart y a Thomas frente a una puerta donde una multitud les arroja arroz. Es la boda. Ella va de blanco.

Ya lo he dicho en otras ocasiones, Paul Thomas no es un actor de mi total agrado. En su mayoría sus papeles son desabridos, y cuando está afeitado del rostro siempre me da la impresión de que está enfermo, cuando no que sus pestañas me parecen demasiado rubias y alucino que tiene el mal del albinismo. Sin embargo, tal y como ya lo comenté en el fascículo "Stag Life 5: Beyond Shame (1981)", los papeles de hombre atribulado le quedan de maravilla, ya sea que interprete un padre que debe resistir los envites del incesto ("Virginia (1983)" o "Taboo American Style: The Ruthless Beginning (1985)", o que sea un hombre que no puede concretar sus pasiones ("A Scent of Heather (1981)"), triste y taciturno luce mejor. Un papel como el de Frederick no sería compatible con un Jamie Gillis, por ejemplo, pues él transmitiría la sensación de que todas las desventuras por venir le agradan en tanto que vuelven más bizarra su propia sexualidad. Tampoco quedaría darle este papel a John Leslie, que es demasiado gozoso y da la apariencia de pasárselo muy bien aún en las situaciones más complicadas. Quizá el papel de Frederick le hubiera quedado fabuloso a John Seeman, pero ni qué discutir, este papel de Frederick era para Thomas.

Se casan y de inmediato están ya en la parte que importa, en la luna de miel. Frederick se enternece de la inocencia de Heather. Él dice verdades acompañadas de frases absurdas: "Eres exquisita. Eres hermosa. Esperé tanto este momento". Lo dice pese a que se acaban de conocer en la boda. Ella dice frases absurdas también: "Te amo demasiado" y le llama de manera cursi "My dear husband". Ella dice una frase que se lleva el premio a la inocencia y ternura: "Tengo algo que confesar. No sé qué debo hacer con eso que parece un dedo". Frederick casi llora de ver tanta ingenuidad. Sonríe amablemente y dice: "no te preocupes. Estaré encantado de enseñarte". Y le instruye como darle una mamada. Tiende a Heather en la cama y comienza a tocarle el sexo. Ella lleva puesto uno de esos calzones antiguos que cubrían el cuerpo hasta el muslo y tenían una abertura en los genitales; calzones creados para reducir el contacto con la piel de las nalgas y recordar que el sexo sólo es para procrear.

Frederick la masturba.

Por fin Frederick la va a penetrar. Tocan a la puerta. Él pide que regresen luego. El inoportuno sujeto aclara que es urgente. Se queda Frederick en la frontera del paraíso y atiende a la puerta. El aguafiestas le entrega una carta. ¿Qué necesidad había de abrirla en ese momento? No lo sé. Frederick la lee.

La carta es devastadora, anuncia que Frederick y Heather son medios hermanos. La misiva remite a que se busque un diario que está en un cajón de una cómoda.

El diario rompe la magia. Narra la historia de un amor oscuro. Frederick Senior (Mark Lewis, señalado como Senior para distinguirlo del otro, que sería Junior, y para no estar diciendo una y otra vez "el papá de Frederick"), la madre de Heather (Christie Ford), y Godfred, el padre de Heather, guardaban un secreto. Por razones que tienen qué ver con una guerra inminente, Godfred llega a un acuerdo con Frederick Senior, amigo suyo. Godfred lleva a la alcoba a su mujer y le dice que quiere poseerla teniéndola a ella con los ojos vendados. Ella no entiende esa solicitud pero igual accede.

Godfred la comienza a erotizar con contactos tiernos, rozándole los dedos en el coño. Según explica la voz en off que lee la carta, aquello era una farsa, pues había llegado a un acuerdo con Frederick Senior. El plan era vendarle los ojos a su mujer y dejar que su amigo entrara desnudo y a hurtadillas en el lecho, y que jodiera a su mujer por él.

La premisa es muy sencilla, y sin embargo, la carga sexual es intensa. El porno es como lo quieras ver, te excita aquello que más transgresor te parezca, aquello más animal que se exhiba, aquello que quisieras hacer pero no te atreves, o aquello que quieres que te sucediera pero sabes que no pasará. Es una fábrica de fantasías.

Esta escena atiende a dos fantasías muy recurrentes: La primera, la del marido que quisiera ver a su esposa siendo empalada por otro hombre, pero manteniendo segura su reputación, muy en la onda de "se la está jodiendo otro pero ella cree que soy yo". La segunda, la del hombre que se sentiría muy honrado de que un amigo le abriera las nalgas de su vieja para que él se la coja. Que te la empine ahí para que tú se la metas.

El invitado.

Ambas fantasías son lindamente mostradas. Godfred venda los ojos a su esposa. La calienta. Le alza las piernitas hacia arriba, y observa cómo Frederick Senior repta desde el suelo hasta la superficie de la cama, acomodándose para meterle la verga a la dama. El cuerpo de Frederick Senior luce aceitado, es un hombre completamente salvaje. El guión es extraordinario, pues todo ocurre mientras se escucha la voz del Padre de Heather como si siguiere leyendo la carta, dando detalles de lo que ocurre en la escena, como si fuese un audiocomentario no del director, sino del personaje. El guión es muy ingenioso porque enriquece el erotismo y el morbo de la escena, aportando datos que no tendría el espectador forma de saber ni intuir. Cosas como. "Ella es una perra. Cree que no me doy cuenta que distingue perfectamente que la verga que le están metiendo no es la mía. Pero sigue con el juego, se deja joder, incluso se excita de una manera que no lo hace conmigo, se mueve como una puta cualquiera".

Obvio, sólo su marido, el narrador, sabría cómo es su mujer en su intimidad cotidiana, y sólo él puede dar luz acerca de que ella esté haciendo putedades que a él, por ser su marido, le niega, pero que le entregaría a cualquiera. Justo como una esposa que se deja penetrar analmente por sus amantes, pero que le niega dicho orificio a su esposo porque éste pensaría que es una guarra.

La mujer se inquieta con la venda, así que le pide a su esposo que se la retire. Él le dice que no, que no así, que se ponga en cuatro patas y entonces, quizá, se la podría quitar. La pone en cuatro patas sobre la cama, le quita la venda de los ojos y le pretende tapar la visión con su propio cabello. Entra de nuevo el amigo y le da por atrás. El narrador sigue abundando en que ella está gimiendo de manera diferente. Incluso ocurre que, por distracción de él, olvida que frente a la cama hay un espejo. La esposa mira el espejo y descubre la realidad de lo que está pasando. Lejos de enfadarse se pone más cachonda ahora que se sabe con permiso de su esposo para zorrear de lo lindo.

El espejo.

Aquí se me ocurre que la escena explora una fantasía más, la de las mujeres que quisieran que su marido se las jugara de esta manera, prestándola como carne caliente a un amigo muy apuesto, o de andar de puta con permiso. La escena es intensa, por donde se le vea.

La cosa no para ahí. En una escena corta, bella, escalofriante, se sugiere que el esposo de la madre de Heather, Godfred, se ausenta; la esposa ya está encinta, encarnando una infidelidad retorcida, aquella de la mujer que espera un hijo de otro estando tú casado con ella. En el vientre de la mujer está la pequeña Heather. Frederick Senior, que se ha quedado a su lado, le toca con ternura el vientre, la sienta sobre una pequeña repisa, le alza la falda, y se la mete otra vez. Con un poco de morbo podemos pensar que durante todo el embarazo ha nutrido a la pequeña Heather con baños de amor.

La madre de Heather viendo por su hija.

Se ha puesto en boga la idea, que además creo cierta, que lo ocurrido durante el embarazo trasciende a la persona que nacerá, ya como emociones de la madre o ya como estímulo químico. La idea es antiquísima, se me viene a la mente que durante la guerra que relata el Mahabharata, que data de dos mil años antes de Cristo, se narra que un tal Abhimanyu, hijo de Arjuna, sabe cómo desarticular una formación de guerra que sólo su padre sabía desarticular. "Me la enseñó" dice, pero la historia es que estando su madre embarazada, Arjuna le contó a ésta las particularidades de esa maniobra militar, seguro de que ella no la entendería del todo, pero Abhimanyu, ya en el vientre, la aprendió.

Cuento esto porque esa es la explicación, extraída de la trama misma, de por qué el temperamento de Heather es tan caliente, lo fogosa le viene de su gestación. ¿Qué aprendió muy rápido a mamar? ¿Qué los orgasmos se le dan muy fácilmente? ¿Qué su abandono es total? Lo trae en la sangre. No aprendió a hacer el amor, nació sabiendo.

El momento es como para pegarse un tiro. Como estar a punto de venirse y le vacíen a uno una cubeta de agua helada en la espalda. Son hermanos, el impedimento para que se acoplen es infranqueable. La inocencia de Heather es tal que no es capaz de dimensionar lo tabú que sería joderse a su propio hermano. Abraza a Frederick con cariño, como si pensara que es una mala pasada eso de que son hermanos, pero su cuerpo parece decir "sigamos adelante". Es tan inocente que no distingue entre bien y mal. Dado que Heather parece ignorar que cogerse a su hermano es malo, y toda vez que quiere continuar con el tema de consumar el acto sexual, Frederick le tiene que aclarar que no es posible. Es hasta ese entonces que Heather se desilusiona.

Se quedan a medio coger. Frederick, dramático como es, se avienta la puntada de decirle a Heather que ese será secreto de los dos y que, ni modo, tendrán que hacer voto de castidad. Heather, que era monja y debiera estar familiarizada con el tema, se entristece raramente. Como no ha quedado muy claro el voto, Frederick le dice a Heather: "Juramelo". Y Heather dice "Sí. Lo que sea. Te amo". Claramente el juramento será mandado a la chingada tarde o temprano, de ahí que pienso que Frederick no tenía intención de hacer un verdadero voto sino, más bien, se le antojó tejer la circunstancia de que se emitiera un juramento en vano. Piensen, queridos lectores, cuando fue la última vez que alguien les dijo que algo sería secreto de los dos y les pidió (o ustedes le pidieron) con autoridad que lo juraran, y ustedes lo juran o se los juran. Poco importa si el juramento se cumple, el jurar como acto ya es un hecho significativo.

Michela Marzano, filósofa italiana a menudo vinculada al feminismo, dice en su libro "La Fidelidad o el Amor al desnudo" lo siguiente: "Los seres humanos, a pesar de que reconozcan la importancia de sus compromisos y de sus promesas, son sin embargo prisioneros de varias contradicciones. Aspiran a la estabilidad y a la constancia pero rechazan a menudo la inmovilidad y la monotonía de lo idéntico. Hablan de continuidad y de duración, pero con frecuencia no ofrecen más que la discontinuidad y la inmediatez del instante. Querrían, a la vez, estar seguros de la fidelidad de los otros y no ser fieles todo el tiempo: poder mentir sin que les mientan, traicionar sin que les traicionen, revocar ciertos juramentos sin que los demás lo hagan. En resumen, desean no tener que preguntarse constantemente: "¿Puedo confiar en esta persona?" sin por ello tener que garantizar que van a ser fieles. Aquel que no mantiene su promesa siempre espera ser el único perjuro y que, al mismo tiempo, todos los demás mantengan las suyas."

¿Quién habló de cumplir el juramento? Es como casarse sabiendo que la relación no va a durar, y que vas ahí al templo a jurar, porque jurar se siente lindo, porque la verga del novio que jura ha de ser distinta del que no lo hace, y las piernas de la novia quizá se abran de manera diferente ante quien le jura lo que sea. Hay gente que se casa de manera compulsiva porque se escucha bien decir "me casé", y porque decir "me divorcié" ya tampoco avergüenza a nadie.

Cada uno permanece en su respectiva habitación. Cada uno se masturba, supongo que pensando en el otro. Ella gime, él eyacula, ambos están teniendo el más triste de los orgasmos, el que tienen aquellos que se paran en el borde del oscuro abismo del sexo imposible, vertiendo las gotas de su éxtasis al vacio, ofrendando sus gemidos al eco del propio placer, sin voz que conteste, un orgasmo compartido con la nada, compartido con la falta del otro. Quedan exhaustos, queriendo negar que gozaron más por supervivencia que por amor.

Aparecen unas letras que anuncian que han pasado ya seis meses. Quizá es una tontería aclarar eso, pero si uno es morboso habrá de pensar que tanto Heather como Frederick llevan ya seis meses de calentura no saciada. Frederick va a la cocina para que le sirvan su almuerzo. Por alguna razón que no se explica, quizá por alguna especie de retraso, él siempre deambula por la casa en una anti sexy bata de dormir con tela a rayas, de esas que utilizan en las representaciones de Scrooge en el cuento de Dickens. En la cocina están Madeline (Tracy Adams) y Vanessa Del Rio, y uno sabe que el pobre no saldrá vivo de allí.

Madeline se las ingenia para tropezar con Frederick y provocar que le vacíe encima una taza de café. Obvio se tiene que ir a un cuarto contiguo que usan de alacena a cambiar la blusa. Como que no quiere la cosa le muestra las tetas al amo, quien va hasta el cuartillo. Para darle toque barroco, todo esto está musicalizado con un clavicordio, tal como si todo ocurriera en la Edad Media.

Escalera al cielo.

Madeline se sube a una escalera, y dicha plataforma sirve de asiento para que Frederick le chupe el coño y luego comience a cogérsela. Las escenas están bien rodadas. En un momento Madeline está montando a Frederick y se le nota la celulitis, lo cual se agradece, pues le da un realismo bonito al momento. En lo personal pienso que si la celulitis se nota a causa de que una nalga está siendo apretada, magreada, nalgueada o embestida, lejos de ser un defecto constituye un detalle orgánico que motiva a apretar, magrear, nalguear o embestir todavía más. He escuchado a gente que se queja de que a alguna actriz se le vio la celulitis, y me parece una necedad. Desde luego, cosa distinta es la celulitis que rebasa el límite de lo sano. Las llagas profundas no es algo que me motive.

Vanessa está batiendo un huevo y, aunque metafóricamente es experta en ello, se advierte la impericia culinaria. Como se oyen gemidos, Vanessa pregunta en voz alta si todo está bien. Como sólo se escuchan jadeos, decide a ver qué le pasa a su ayudanta. Pone cara de falsa sorpresa cuando ve a Frederick y Madeline en pleno follamén, y hasta dice sorprendida de su patrón y no tanto de la puta de su ayudanta: "¡Mr. Frederick!". Los dos la agarran del brazo y la empiezan a fajar.

Frederick le rompe el uniforme a Vanessa, que entra en calor rapidito. De rato ya le están dando una mamada entre las dos, se pasan de ahí a la mesa del desayunador donde termina dándole por el culo a Del Rio, quien ni siquiera se incomoda. Entre escena y escena, se alternan imágenes de ollas lanzando vapor, un sartén con salsa de tomate requemándose, tapitas vibrando porque todo ahí hierve.

De ahí se pasan a otra escena en la que está Paul Thomas escribiendo un diario, que como sabemos, en dicha familia se usa este medio para darse el derecho de confesar las propias guarradas o los secretos que le van a joder la vida a las generaciones futuras. De nuevo se usa el recurso de la voz en off, como si se leyera lo que escribe en el diario. Se escucha: "Las necesidades de la carne son poderosas. Pero estoy maldito. Mientras más tomo a otras mujeres, más deseo a mi propia hermana. Tengo instalada en mi habitación una ventana secreta a través de la cual espío a Heather. Mientras más la veo, más la deseo. Pobre chica. Es tan injusto que no goce de placeres. Debo ser yo quien le provea de otro hombre para que se satisfaga, y me ame a mí aunque sea encarnado en el cuerpo de otro".

Óleo de hotel de paso.

So pretexto de mostrar cómo funciona la ventana secreta, se intercalan escenas de Heather masturbándose mientras Frederick la espía a través de un par de orificios que atraviesan el muro que une sus dos habitaciones. Del lado de la habitación de Heather se ve un óleo que muestra la carita de un niño, se quitan los ojos del niño y aparecen los de Frederick, en una rutina de espionaje popularizada hasta el cansancio en los dibujos animados de Scooby Doo, donde cada mansión tenía este tipo de infraestructura voyerista. Tan anclada está esta rutina de los ojos en el lienzo que se sustituyen por los de un mirón, que si uno hace la mueca de espionaje frente a un óleo que muestre un personaje con mirada (en un hotel de paso, por ejemplo) siempre es jocoso. Ningún muro es seguro, y cualquier personaje de un lienzo puede servir de camuflaje a un mirón. No se inventaban en aquel entonces los espejos de doble vista, que son una maravilla.

Eso es lo bonito de la voz en off, que puede ser muy explícita acerca de las intenciones de los personajes.

Frederick manda llamar a Tom (Richard Bolla), un chofer. Abiertamente le dice que puede irle muy bien si hace lo que se le pide. Bolla dice que haría lo que fuere. Frederick le da instrucciones para que seduzca a Heather. La seducción es muy burda. Se lleva a Heather en el automóvil. Van a ningún lugar. Se aparcan frente a una mansión bajo el pretexto de que el coche falló. Tom dice que no es seguro permanecer en el auto, pues por ahí podrían aparecer "hombres malos". Conduce a Heather a un lugar seguro, que es ni más ni menos que un cuartillo que tiene toda la pinta de lugar secreto donde la servidumbre se va a echar un palito en horas de trabajo. Luce como un desván y lo único en forma es una especie de cama.

Es ingenuo que Heather permanezca en esa habitación sin temer una violación, sin embargo, de eso va su personaje, de ingenuidad. No es accidental que vaya vestida como caperucita roja. Bolla le estropea de alguna manera la ropa a Heather, quedando claro, de paso, su intención de faltarle al respeto. Ella empieza a repelar: "Me decepcionas, me entristeces. Mírame, soy un desastre. ¿Cómo voy a abandonar el pueblo vestida así?". Tal como si el espíritu de la putedad comenzara a apoderarse de ella, su tono de voz se torna más cachondo; dice que está disgustada, que está avergonzada, pero su voz se va haciendo más lánguida cada vez, más abandonada al placer, casi parece que le pone cachonda renegar. Sigue con su arenga: me siento sucia. Horrible. Terrible. No soy de fiar. ¿Cómo te atreves a sugerir que haga algo contigo? ¿Qué será de mi reputación? Piensa en eso". La respuesta es clara, Tom se va desnudando.

Hay una toma con la verga de Tom en primer plano. Es bien sabido que la verga de Bolla es apenas regular, sin embargo, Heather exclama con un asombro de utilería: "Dios, me vas a matar con eso… y yo deseo que me mates". Insisten en el tema del asesinato, tom empieza a penetrarla y ella exclama "¡Me matas!". Típico, él pregunta si quiere que pare, y claro, ella dice que no. Termina por colocarla en cuatro patas, y lejos de moverse él, hace que se mueva ella. Al final, Tom se coloca ahí para que ella lo mame.

La mamada es de lo mejor. La rutina sexual es ordinaria, dentro de lo que cabe, pero a veces uno no puede sino exigir de los actores que tengan chispazos de genialidad. Heather está chupando a Tom. A las claras usará su mano para masturbarlo hasta que éste se venga. El semen comienza a brotar, pesado e intempestivo, cayendo en los dedos del puño de Heather, dando una estampa muy intensa. La cara de Veronica Hart hace una interpretación muy compleja, pues retrata su personaje vivamente. Su cara no es de una puta que se alegra de estar terminando el trabajo, no, es un rostro de angustia, de dolor, de frenesí, de culpa, de lujuria, de pericia, de placer. Lo está haciendo venirse pero está aciagamente orgullosa, sabe que acaba de cruzar un umbral, ha atravesado la línea imaginaria de la mujer que se descubre capaz de hacer eyacular a un hombre. No hay más qué decir, la prueba de su habilidad es evidente, pues el semen de Bolla resbala como una lágrima blanca que llora la muerte de la inocencia de Heather. Ella lo sabe, y lo comparte.

Veronica Hart es la tía que lee Anaïs Nin, fina pero caliente hasta la médula. Nadie como ella para interpretar este tipo de despertares a la sexualidad de la mujer adulta. Hay un sinfín de actrices que, debido a su apariencia virginal, de manera recurrente interpretaban muchachas a las que se les corrompía a lo largo de la película, ya desvirgándolas o ya enseñándoles mañas que no tenían por qué saber. Otro tema es la mujer de veintitantos que sigue siendo virgen en su sexualidad, no en la virginidad epidérmica quiero decir, sino en una que puede permanecer intocada incluso luego de años de actividad sexual mediocre. Las películas que retratan este despertar son muy interesantes y motivadoras, pues hablan de otro tipo de fronteras, de unas líneas menos míticas que siempre se está a tiempo de cruzar.

Cintas como "American Desire (1981)", o la misma "Pandora´s Mirror (1981)" revisan este tipo de despertares, y en ellas es la caracterización de Hart la que da un sentido a la trama. El rostro expresivo y complejo de Veronica es rico en matices. Sus interpretaciones dan credibilidad a esta evolución, a este despertar. No necesita andar de guarra para resultar volcánica; el magma está dentro.

Frederick va entonces a un prostíbulo donde parece ser cliente habitual. La matrona le ofrece unas nuevas chicas recién llegadas, pero Frederick aclara que esta vez no está ahí para eso. Pide discreción y solicita los servicios de algún muchacho apuesto, no para él, por supuesto, sino para Heather. En la cena, Frederick presenta a la verga de paga como su primo Jack (Felix Krull). Es de noche y todos deben ir a dormir. Por alguna razón que no entiendo, Frederick le encarga a Heather que atienda a su primo, ya que es inmaduro.

Cada quien se va a acostar. Heather está en su cuarto vestida con una bata de seda color púrpura. Tocan a la puerta y es el primo Jack. Se presenta como un niño chillón. Dice que tiene miedo. Heather lo conmina a que no tenga miedo y se vaya a su cuarto. Chiflado como es, insiste que tiene miedo, que quiere quedarse a dormir allí con ella. Jack viste un pijama muy ajustado, casi un leotardo que deja muy al descubierto la montaña de su verga. Heather lo cubre con una frazada, en una escena de ternura infinita.

Se marcha ella a su cama, pero lejos está de dormir. Observa a Jack que, inquieto, se retuerce en el pequeño sillón donde su prima política lo ha acostado. Tiene calor. Se destapa. Más calor, se desabotona el pijama. Además tiene insomnio, se agarra la verga y se la comienza a menear. Está, según esto, dormido. Heather no puede creer que su primo esté ahí con la verga de fuera. Se acerca. Se siente afortunada. Comienza a darle una mamada riquísima, para luego montarlo. La franja del revés de la verga de Jack se mete en el blanco culo de Hart. Ella lo cabalga inversamente hasta que él se riega.

Todo esto, evidentemente, está siendo observado por su marido, a través de los orificios del muro. El sudor delata a Frederick, está muy caliente, le gusta ver que se jodan a su hermana esposa, y le duele verlo, pero quizá también le gusta que le duela. Se acuesta y comienza a emborracharse para mitigar el dolor. Ya borracho sueña que Heather le está dando una mamada, al cabo, en el sueño puede él meterse con quien él quiera.

Al día siguiente, Heather encuentra una nota de agradecimientos; Jack le agradece que haya sido tan atenta. Su rostro se ilumina, un poco de reconocimiento no hace mal a nadie.

La cinta se torna en un muestrario de enroques sexuales.

Paul Thomas recibe las atenciones de Margaret (Nicole Scent), su sirvienta, no sin alucinar que se trata de Heather. Exhausto luego de pasar una mala noche en la que primero fisgoneó a su hermana y luego tuvo la pesadilla de que se la jodía como a él le daba la gana, baja al comedor y pide un café.

Las imágenes de Margaret y Heather se superponen. Una de ellas, la más sobrecogedora, es cuando se ve que alguien sirve lechita caliente en una taza. Lo inusual es que quien vierte la leche meta la mano en el chorrillo, como quien se enjuaga los dedos, obvio, el líquido impuro va a dar a la taza de la cual beberá el atónito Frederick. Alza la mano y se chupa la lechita… es Heather. Magrea a Margaret y ella le da una mamada muy dulce, no sólo por su exquisita boca, sino porque mete el pito de Frederick en un pote de miel; recomendación, cuando le ofrezcan a uno miel de abeja, hay que revisar que no tenga un pelo bajeño. Frederick tiende a Margaret sobre la mesa. Cuando se la comienza a coger le llama por el nombre de su hermana, cosa que debió inquietarla. Se la está cogiendo de perrito con numerosas intercalaciones de imágenes de fruta y demás alimentos que están dispuestos en la mesa. La más afortunada, la de Margaret chupando un plátano, imaginándose no sé qué cosa.

Luego, irrumpe en el comedor, porque ahí es donde estaba jodiendo a Margaret, Heather, quien se indigna con Frederick por romper su voto (como si ella lo hubiese seguido tan al pie de la letra). Regaña a Margaret y la echa de ahí, llamándola "slut", que no deja de ser un modismo más contemporáneo (la historia sucede a mitad del siglo XX, según esto) utilizado como acrónimo de Sexual Liberated Urban Teenage, y que desde luego no debió formar parte del vocabulario de una chica tan decente como Heather.

En cuanto a Frederick, Heather dice que no quiere verle más. Él se marcha, no sin dejar una nota a su hermana esposa: "Me siento avergonzado, y aunque haga cosas con otras personas, siempre estás tú detrás de toda mi incontenible lujuria. Me marcho. No sé a dónde. Adiós, amor mío".

El paso siguiente es despedir a Margaret. Como Heather tiene corazón fácil de conmover, la visita para darle a Margaret su finiquito termina en un acostón entre ambas. El encuentro es intenso. La vuelve a contratar.

Pasa el tiempo, llega una nueva carta. Frederick está de vuelta. Por fin se han armado de valor para entregarse a su pasión carnal, ignorando que son hermanos. Conmueve ver cómo Veronica Hart se abre de piernas espontáneamente, sin que nadie se las separe, ella puede estar abiertita así, solita, nomás para meter y ya. Frederick la vuelve a encañonar, le roza el glande en los labios de la vulva, hace malabares, aplazando la penetración. Tocan a la puerta. Otra vez. Es el cabrón molesto, aquel que en la luna de miel se acercó con la carta devastadora. Interrumpe de nuevo. Cualquiera lo hubiera mandado a la porra y le hubiera atendido una vez que hubiera disfrutado de un rato dentro de Heather, pero no Frederick, que es un pendejo bien hecho.

Se pone de pie. Atiende a la puerta. El mamón explica que, si bien Frederick Senior es el verdadero padre de Heather y ello, en apariencia, la convierte en hermana de Frederick Junior, quizá existan más errores genealógicos, pues el mamón acaba de recordar, o algo parecido, que Frederick Senior no es, de hecho, padre de Frederick Junior, porque el verdadero padre de Frederick Junior es él, el mamón. ¿Cómo olvida un detalle así? No lo sé. Explica el hijo de puta que se estaba cogiendo a la madre de Frederick, y que por tanto, Heather y él no son hermanos.

Heather hace fiesta, pues ahora podrán consumar su matrimonio sabiendo que no hay impedimento moral para ello. ¿Qué hace Frederick? La caga, qué más.

En su retorcida mente, Heather le excitaba cuando era su hermana, y ahora que sabe que no lo es, ya no se le antoja, así que se marcha. ¡Chingue a su madre!

Heather queda desconsolada, así que toma el teléfono buscando quien pueda consolarla. Le llama a Tom, quien acude pronto, pues se enamoró de Heather aquella vez que estuvieron juntos. Él confiesa que la primera vez lo había hecho por pago. Heather se enfada sin convicción, y luego sugiere que ello puede arreglarse con una mamada de coño, y se sienta en un sillón, y se abre de piernas. Todo tiene un desenlace tan veloz, y la mamada de Frederick marchándose es tan enorme, que ya nada de la trama importa, pueden irse todos al carajo.

Quizá sólo el final de la cinta me disgusta. El rostro de Hart es el de una dominatrix, lo que no es congruente con Heather, le falló ahí. Es como si no debiera estar en la cinta. Termina uno encabronado con Frederick, porque es un pendejo. El afortunado de Richard Bolla no vale madre, no hizo ningún mérito extraordinario y se quedó con la chica; y la chica, ya no por ingenuidad sino que ahora por estupidez, se atará a Bolla siendo que tiene un mundo para elegir.

Memorabilia:

La exprimida que le da Veronica Hart a Richard Bolla en el desván es memorable, sobre todo la cara de Heather descubriendo su potencial para hacer que un hombre se riegue.

Pese a su rol menor, los sentones de Tracy Adams en el cuarto de la alacena también son bonitos. En realidad todas las escenas están bien logradas. Lo memorable de verdad es la cara de Hart luego de despacharse a Bolla.

Calificación:

Cuatro chiles.

Salpicaduras:

Hay quienes no aprenden. Con lo que le pasó en "A Scent of Heather (1980)" debió haber tenido bastante Veronica Hart para no querer estar casada con Paul Thomas. Pese a esto, lo volvió a hacer en "Touch Me in the Morning (1981)". De nueva cuenta, el matrimonio con Thomas no es del todo feliz, aunque es innegable que en este segundo intento matrimonial se la pasan mejor.

La historia es más floja en esta otra cinta y las perturbaciones ocasionadas por la abstinencia conyugal no es tan lacerante, pues ni siquiera parece que se la pasen mal viviendo su disfuncionalidad. Lo único que puede recriminárseles es que la mayoría de sus aventuras sexuales suceden en el país de los sueños. Están recostados uno junto al otro y soñando que están en otra parte, teniendo una vida sexual que podrían estar materializando.

La trama es, por tanto, el pretexto para hilvanar distintas rutinas sexuales. Ni Veronica Hart es la ingenua Heather, ni Paul Thomas es el pendejísimo Frederick. La cinta no es tan pretenciosa como "A Scent of Heather (1980)", pero es una variante fresca a este complicado matrimonio.

Destacan dos escenas muy calientes. La de Veronica Hart imaginando que es vecinita de Mike Horner. Ella luce guapísima y recita un soliloquio interesante de ver. Horner, que es su vecino, acostumbra andar en pantalones cortos de mezclilla. Ella babea al verlo. Ella también está en pantalón corto, y se puede ver cuán normal es su culo. Bendito el hombre con gustos normales, para él será el paraíso. Fisgonea a donde están Mike Horner y Nicole Black teniendo sexo. Se imagina a ella misma participando.

Junto a Horner mama a Black.

Junto a Black mama a Horner.

Paul Thomas, por su parte, luce muy efectivo en esta película. Es volcánica la escena junto a Lysa Thatcher, que es una mujer que siempre hace de cualquier escena algo extraordinario en entrega y lujuria.

Ella va en su papel de chica inocente, pero ya sabemos que es un encanto voraz y adictivo.

Para la trivia. En esta cinta Veronica Hart hace una secuencia con el cabello lacio, no porque se hubiere hecho un alaciado, sino porque fantasea que se coge a su estilista y trae el cabello tan mojado que se le ve liso. La escena es buena dado esa variante.

Hay más escenas, una con Sharon Mitchell, donde practica buen sexo y además hace acrobacias circenses. Una escena entre Paul Thomas y Lisa DeLeeuw es incandescente, pues Lisa está fenomenal. La cinta acaba con una escena romántica entre Thomas y Hart, que está muy bien como eso, como una escena romántica que acaba en aquello en que acaban los romances… si son de los que valen la pena.

Por cierto, en alguna ocasión escribí para un periódico las reseñas de las películas que integraban una muestra internacional de cine, y entre las cintas reseñadas estaba "Hana-Bi (1997)", que en español se titulaba "Fuegos Artificiales", de Takeshi Kitano. En esa ocasión escribí que el cine servía para recordar, y que "recordar es volver a vivir, pero artificialmente". Este señalamiento no puede ser más adecuado que en esta serie de Stag Life, donde se recuerdan tiempos ya idos. Estas fechas decembrinas se prestan al recuerdo y al agradecimiento. Todo eso, por contradictorio que les parezca, está en esta serie. Por alguna razón me he centrado a seguir con estas crónicas, que no son mi labor habitual como escritor. 2010 es, en este plano, el año de Stag Life, y de una revisión del pasado reinventado, y de descubrimientos personales que me salen a cada paso. A mis diez lectores (antes eran tres) les invito a recordar y a agradecer. Cómprense una botella de vino, siéntense frente al televisor, y vean "Foxtrot (1981)", que en su trama incluye una sexy fiesta de fin de año, una bacanal de carne que termina con confeti y serpentinas, y de paso podrán tomar nota de que Ron Jeremy no siempre fue la mole que ahora es, que hubo un tiempo en el que calificaba como un tipo apuesto de otra época y, si me lo preguntan, es yo creo el actor que mejor se coge a Veronica Hart, por mucho que el desangelado Richard Bolla se queje, o que Jerry Butler diga estar más guapo. Para 2011, lo que el destino depare.

Mas de Jilo

Stag Life 26 Baby Face 2 (1986)

Stag Life 25: Roommates (1981)

Stag Life 24: Je Suis Une Belle Salope (1976)

Stag Life 27: Pandora´s Mirror (1981)

Stag life 21 casanova 1976

Stag life 22 neon nights 1981

Stag Life 19: Jamie Gillis Ha Muerto

Stag Life 20: Marathon Love (1985)

Stag Life 18: Educating Mandy (1985)

Stag Life 19: Jamie Gillis ha muerto

Stag Life 17: Here Comes The Bride (1978)

Stag Life 16: Bordell SS (1978)

Stag Life 15: Passion of Carol (1975)

Stag life 14: Girl Scout Cookies (1977)

Stag life 13: Violation of Claudia (1977)

Stag life 12: The Initiation of Cynthia (1986)

Stag life 11: Inside Jennifer Welles (1977)

Stag life 10: I Like to Watch (1982)

Stag life 7: The Final Sin (1977)

Stag life 9: Blonde Fire (1978)

Stag life 8: New Wave Hookers (1985)

Stag life 6: Beyond Shame (1981)

Stag life: Little girls blue (1977)

Stag life 5: Driller (1984)

Stag life: body love (1977)

Stag life: expensive tastes (1978)

Stag life: mad love (1988)

Vintage 1

Diez de mayo con mi tía (Final)

Diez de mayo con mi tia (11)

Diez de mayo con mi tia (10)

Diez de mayo con mi tia (9)

Diez de mayo con mi tia (8)

Diez de mayo con mi tia (7)

Diez de mayo con mi tia (6)

Diez de mayo con mi tia (5)

Diez de mayo con mi tia (4)

Diez de mayo con mi tia (3)

Diez de mayo con mi tia (2)

Kitsch

Diez de mayo con mi tia

Las manos de Lorena

Opera de reims para unas medias negras

Cuentos de peep show (5)

Cuentos de peep show (6)

Cuentos de peep show (2)

Cuentos de peep show (3)

Cuentos de peep show (4)

Cuentos de peep show (1)

Destino sin tumultos

Nunca danzarás en el circo del sol (09)

Nunca danzarás en el circo del sol (08)

Nunca danzarás en el circo del sol (07)

Nunca danzarás en el circo del sol (06)

Nunca danzarás en el circo del sol (05)

Nunca danzarás en el circo del sol (04)

Nunca danzarás en el circo del sol (03)

Nunca danzarás en el circo del sol (02)

Nunca danzarás en el circo del sol (01)

Como pez en el alma

Un mundo raro

Motel para tres

¿Quieres problemas?

Sueños ajenos

Lienzo sagrado

Mexican Beauty (1)

Arakarina (27: Final)

Arakarina (26: Breve caleidoscopio)

Arakarina (25: El tren de Sara)

Arakarina (24:Cuatro razones para cerrar los ojos)

Arakarina (23: La balada de Andrea)

Arakarina (22: La revolución de Samuel)

Arakarina (21: La balada de Samuel y Andrea)

Arakarina (18: Las bodas)

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Arakarina (20: El bar y Samuel)

Arakarina (17: La mano de la novia)

Arakarina (16: Sara)

Arakarina (15: Geografía de una secta)

Arakarina (14: Un rito para Arakarina)

Arakarina (13: El cumpleaños)

Arakarina (12: Gatos)

Arakarina (11: Nueva piedad)

Arakarina (10: El anillo tatuado)

Arakarina (09: La entrevista)

Arakarina (08: El vientre cálido de un hogar)

Arakarina (07: El artefacto)

Arakarina (06: Arakarina)

Arakarina (05: La fundación de Atenas)

Medias negras para una ópera de reims

Arakarina (04: Un pintor a oscuras)

Arakarina (03: Ella se casa)

Arakarina (02: La búsqueda de un pintor)

Infieles (7: El final según Cornelio)

Arakarina (01: Una chica cualquiera)

Infieles (6: El final según sonia)

Infieles (5: El final según el inspector)

Infieles (4: El arte de ser atrapado)

Infieles (3)

Infieles (2)

Infieles (1)

Radicales y libres 1998 (4)

Radicales y libres 1998 (3)

Radicales y libres 1998 (2)

Radicales y libres 1998

El Ansia

La bruja Andrómeda (II)

El ombligo de Zuleika (I)

La bruja Andrómeda (I)

El ombligo de Zuleika (II)

Tres generaciones

Mírame y no me toques (VIII - Final: Red para dos)

Mírame y no me toques (VI: Nuevas Historias)

Mírame y no me toques (VII:Trapecio para la novia)

Mírame y no me toques (V: El Casting)

Mírame y no me toques (IV: Los ojos de Angélica)

Mirame y no me toques (III: Un abismo)

Mirame y no me toques (II: Puentes oculares)

Mirame y no me toques (I: Los ojos de Claudio)

La verdad sobre perros y gatas

Amantes de la irrealidad (07 - Final)

Amantes de la irrealidad (06)

Amantes de la irrealidad (05)

Amantes de la irrealidad (04)

Amantes de la irrealidad (03)

Amantes de la irrealidad (02)

Clowns

Expedientes secretos X (II)

Noche de brujas

Día de muertos

Amantes de la irrealidad (01)

Lady Frankenstein

Expedientes secretos X (I)

El Reparador de vírgenes

Medias negras para una ópera de reims

Una gota y un dintel (II: La versión de Amanda)

Una gota y un dintel (III: La versión de Pablo)

Los pies de Zuleika

Una gota y un dintel (I)

Amar el odio (I)

Amar el odio (II)

Amar el odio (III)