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Stag Life 18: Educating Mandy (1985)

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Stag Life 18: Educating Mandy (1985)

"Luces de bohemia iluminaban

Al salir de la academia

Los patosos caminares

De tus pies desorientados

A ambos lados de la realidad.

Niña bailarina y yo detrás."

LUCES DE BOHEMIA PARA ELISA

Emmanuel

Título: Educating Mandy (1985)

Dirige: Royce Shepard

Título Región 4: Educando a Mandy.

Performancers:

Traci Lords

Harry Reems

Gina Valentino

Christy Canyon

Heather Wayne

Ron Jeremy

Francois Papillon

Craig Roberts

Starbuck

Peter North

Empleado del Mes:

Traci Lords

Reseña:

Jim: ¿Prefieres T.R.A.C.I. o T.R.A.C.Y.?

Nora: T.R.A.C.I.

Jim: ¿Qué edad dices que tienes?

Nora: 22.

Jim: No parece que tengas 22, pero bueno…

"X-Rated Ambition: The Traci Lords Story (2003)"

Foto del anuario de la High School

El anterior diálogo puede escucharse en el documental "X-Rated Ambition: The Traci Lords Story (2003)", y se reproduce como en voz en off, con la nitidez de una llamada telefónica intervenida, pero evidentemente en vivo, donde la jovencísima Nora Louise Kuzma conversa, si es que a esto le podemos llamar conversación, con Jim South, reclutador en jefe de la que se hacía llamar World Talent Agency, de Sherman Oaks, California.

"X-Rated Ambition: The Traci Lords Story (2003)"

La voz de Nora, aunque tierna, nos da razón de una cosa: esa chica no nació para ser una víctima. Había un anuncio en el periódico que ofrecía trabajo como "Model Figure Modeling"; ella lo único que hizo fue llamar al (818) 986-4316, y el resto es historia.

Llama la atención que Jim South estuviese grabando la conversación. Era 1984, la industria no era ya algo clandestino, de ahí que la grabación sólo tuviera una explicación: el morbo que desata la simple existencia de los pornstars conlleva a que cualquier registro de sus costumbres reales se pueda vender más adelante.

El mismo Jim South que en "X-Rated Ambition: The Traci Lords Story (2003)" sale con cara de "me jodieron", sale con cara de Don Jodón en "Fallen Angels (1985)", documental anti porno hecho bajo encargo para difundir el desencanto y la cruda realidad de la industria pornográfica (al inicio abre tema con unas letrillas que dicen "esta es la realidad detrás de las fantasías"). En "Fallen Angels (1985)" sale South explicando cómo funciona la industria, se muestra ojete al contestar el teléfono, insistiendo que no es por esa vía que contratará a nadie, que tiene qué ser en persona para ver si eres bonita o no. Luego pasan actrices en momentos de quiebre emocional donde explican que el porno es muy culero. Jim era parte de esa culerancia, pero bien pronto aprendería que en esta vida todo se paga.

La grabación de esa conversación es un documento único, pues en ella nace un monstruo llamado Traci. La conversación era en sí misma un inicio y un fin. Algo no podría ser ya igual para aquella rubia. En esa conversación ella no pedía nada, más bien exigía su lugar en la industria, jugando un poco al juego de "hagamos como que tú me contratas, aunque sabes que estoy tan buena que no puedes evitarme. Sabes que no puedes decirme que no". Traci no titubea, ya sabe quién va a ser, ya se construyó a sí misma en su mente, ya sabe la fantasía que ella representa, ya se ve en los sueños de decenas de miles, conoce perfectamente el trabajo que el Diablo le tiene reservado y se sabe capaz de realizarlo bien.

Lamentablemente no hay un registro en video de la audición de Traci. Valdría la pena ver ese registro en video para ver con qué aplomo se presentó ella ante Jim, con qué huevos llegó mintiendo y haciendo gala de perfidia, y sobre todo, ver la cara de Jim haciéndose pendejo, simulando que él tiene el control de la situación pero visiblemente perturbado por la impresionante estampa de Lords. Sería impagable ver la imagen de un Jim ingenuo que se la traga entera, extendiendo sus manos temblorosas para revisar con sus propios ojos la licencia de conducir de Nora así como su pasaporte, luego de emitir su dictamen pericial y certificar legalmente la edad de Nora, emite una exhalación de alivio dizque convencido de que esa chica en verdad tenía veintidós años, y en una anulación de reflejos se confía, siendo que todo su instinto natural le decía que Norita era menor de edad, en un caso clínico de auto engaño.

La cara de Jim sería como la de un perro que presume no verse afectado por un jugoso filete pero que a la vez babea. La escena sería representativa de cómo los humanos somos, en el fondo, bestias.

"X-Rated Ambition: The Traci Lords Story (2003)"

Esa noche Jim se fue a su casa y en su mente especulaba lo que le haría a esa zorrita de veintidós años; se le ocurrían historias plenas de creatividad: …y si la desvirgan… y si su padre le pide que se la chupe… y si en la escuela la joden todos…; se le venían a la cabeza nombres de actores que podrían metérsela bien. En medio de un insomnio feliz, muere de ansiedad por llamarle a un productor amigo suyo para participarle, en verdad para presumirle, de que había hecho un hallazgo de esos que se dan pocas veces. Disfrutaría la envidia de su colega y se divertiría con sus intentos vanos tendientes a sonsacarle los datos de esa mina de oro recién descubierta. No era su costumbre, pero con esta chica si tuvo la curiosidad de proponerle exclusividad o algo parecido. Se hundió en su almohada de plumas y se echó a dormir mientras contaba dólares que saltaban una valla de madera.

Traci era como un temporal que se veía venir, un monzón esquivo que se daba a desear por todas partes y cuando llega irrumpe de manera irrefrenable. Reinventó la juventud. Los presagios eran malos, pero nadie los vio, especialmente Jim South.

Durante la década de los setentas el tema de las jovencitas resultaba ser más bien marginal. Alguna que otra historia aludía a alguna chica muy tierna que se entregaba con singular gusto a la jodienda, sin embargo, el reinado del tipo de mujer peluda y capaz, madura y consciente de su sexualidad (o perdida en ella) era la regla. Un dato importante es que, pese a que en escena salían chicas muy jóvenes, ello era circunstancial, el tema era la putedad y no la edad de la puta, y a menudo la actriz no tenía brújula alguna, pero tampoco culpa. Eran los tiempos.

Carol Connors en "Cousin Betty (1972)"

Un ejemplo de esto podrían ser las primeras películas de Carol Connors, actriz que es dulcemente recordada por los amantes del género gracias a su papel de Candy, la buena tonta buena que se deja engatusar por cuanto gañán le sale al paso en "Erotic Adventures of Candy (1978)" o "Candy goes to Hollywood (1979)", pero cuyos inicios se remontan a 1971, cuando tenía dieciocho años y lucía todavía púber. Por citar algunas de aquellas cintas, está "Cousin Betty (1972)" donde se la cogen sin que ella se entere siquiera de lo que le está pasando, mientras que en "Daddy´s Rich (1972)" también la hacen presa de una vergotiza en la que ella no sabe si va o viene, despistada, ingenua, sin control de nada. Vaya, su aparición más célebre de aquellos años es en la mismísima "Deep Throat (1972)" donde aparece como enfermera que es cogida por Harry Reems, y digo "es cogida" porque no podríamos decir que está participando activamente, sino que está ahí, recibiendo la verga, pero nada más. ¿Dificultades para definir la voz inglesa whore? Véase la escena de Reems y Connors, ella sería un ejemplo de lo que whore es.

"Sweet Sixteen (1975)"

En la cinta "Sweet Sixteen (1975)", de Shaun Costello, el tema gira acerca de las picarescas aventuras de chiquillas de dieciséis añitos, sin embargo, esta cinta es un buen ejemplo para demostrar que un par de chongos de chilindrina no hacen una adolescente. A veces las actrices, por más chonguitos que se pongan en el cabello y paletas de caramelo que chupen, siguen viéndose como viejas lagartonas. Este es el caso. Lo que llama la atención es que en estos años no se había satanizado el sexo a los dieciséis. El título de la cinta no puede ser más explícito. No hay que confundirse, era igual de ilegal que hoy, pero no se tomaba como apología de delito si se hablaba de ello.

El mundo se vuelve cada vez más extraño. Antes era común ver gente fumando en las películas, incluso en las infantiles, y hoy está prohibidísimo porque incita, según esto, al vicio. Me viene a la mente la teleserie de dibujos animados Remi, en especial un capítulo en el que el pobre de Remi hace no sé qué travesura y el Señor Vitalis le dice: "Ven Remi, tengo que disciplinarte". Se coloca al buen Remi sobre los muslos de Vitalis, quien le comienza a dar de nalgadas. Al final Remi llora –lo que tampoco es inusual- pero dice comprender que aquello es por su bien. La escena es inimaginable hoy en día, pues hoy exaltaría la violencia contra los niños.

En el porno setentero se hablaba de sexo a los diecisiete como si cualquier cosa, hombres y mujeres podían participar en cualquier loquera a la menor provocación; hoy se antoja imposible que se hable de sexo con menores, o de drogas antes o después de coger, pero basta ver el porno actual para constatar cómo se ha radicalizado: no se puede uno fumar un cigarro, pero es común un baño de semen o una doble penetración anal, primero una actriz recibiendo cierto tratamiento, mismo que se repite con otras cinco iguales. Hoy más que nunca la extrema libertad de hacer algo osado es una valla que condiciona y aprisiona al género, exigiéndole a ir cada vez más lejos, excite o no la escena. Michela Marzano explica muy bien esto en su libro "La Pornografía o el agotamiento del deseo".

En "Alice in Wonderland (1976)" el papel de Alicia lo hace una tal Kristine De Bell, de aspecto infantil; así lo exige el guión, aunque se dan alusiones a que quizá sólo esté aniñada. La mamada tímida que le da al Sombrerero Loco es transgresora por donde se le vea.

Kristine De Bell y el Sombrerero en "Alice in Wonderland (1976)"

En la cinta "Casanova (1976)" aparece una de las primeras adolescentes manipuladoras del cine X, o una de las primeras que yo haya visto, al menos. La trama es sencilla: John Holmes es descendiente directo de Giacomo Casanova. Su tatarabuelito no le ha dejado mayor fortuna que un frasquito con perfume (y supongo que un poco de la genética responsable de que haya nacido con una verga enorme) que doblega el deseo de cualquier mujer que lo huela. El buen John Casanova llega a casa de un antiguo amigo que ahora vive con su mujer, su hija, dos inquilinas jóvenes, su hijo, y una sirvienta.

John Holmes y Maureen Spring en "Casanova (1976)"

¿Dije que el perfume doblega el deseo de cualquier mujer que lo huela? Es literal, una a una se las va cogiendo John. La hija, interpretada por una muy convincente Maureen Spring, primero se dice muy excitada y le pide a su hermano que le deje darle una mamada, suplica que le deje chupar aunque sea la pura puntita de la verga, ni siquiera toda. El hermano, que al principio se niega, va cediendo a las intenciones de su inquietante hermana, que desde luego mal se mete la tranca entre los labios cuando rompe su promesa de sólo atizar la verga; no se conforma con la puntita, obvio, y termina montándolo a horcajadas en una escena del más volcánico incesto. Como que el Pepe Grillo del hermano le dice que no puede ser bueno que esté disfrutando tanto de su hermana, así que interrumpe la cogida. La nena se queda con las ganas y va al cuarto de John Casanova para terminar de servirse, y con la cuchara enorme. Ella está tendida en la cama y le explica a John: "Vamos, ya soy una mujer, ya tengo dieciséis". Ante la duda de John, ella le pide una oportunidad para demostrar cuán mujer ella es. Desde luego Maureen era mayor que la edad que decía tener en la cinta, pero la interpretación es realmente efectiva. Diría más acerca de esta entrañable y psicodélica película, que fue la primera cinta porno que vi en mi vida, pero lo reservaré para cuando escriba la merecida reseña Stag Life de este film.

Como no todo es USA, viajemos en el tiempo y el espacio hasta Francia, donde surgía entre los años de 1976 y 1977 una de las adolescentes con más carácter de todo el porno universal, me refiero a Catherine Ringer.

Es fácil decir que una chica está buena pero, arribar a que esté buena y además sea un interesante misterio, ello ya es otra cosa. Cada célula de su organismo luce transgresora, y se ve envuelta tanto en películas que rayan en el arte como en otras que no sólo rayan, sino que son unas verdaderas bazofias. En cintas como "Body Love (1977)" (ya reseñada por Stag Life), "La Fessee (1976)" donde es debidamente nalgueada a petición de su padre (situación que ella agradece con un juguetón: "¡Gracias, Papi!"), o en "Love Inferno (1977)" en la que atada del cuello con una cadena y vendada de los ojos desciende a un sótano en el que será presa de un grupo de hombres, demuestra gran versatilidad y, sobre todo, cierta independencia existencial. Detalles como que presuma sus axilas plenas de vello, su mirada torva, su innegable juventud, más todos aquellos detalles de su trato que justificadamente hacen suponer que está loca y que no tiene freno alguno, la hacen un antecedente que debe verse como fundamental en el tema de las lolitas (de hecho, en esos filmes aparece en los créditos como Lolita Da Nova) manipuladoras e inasibles. Ringer tiene varias películas que son sencillamente imperdibles.

"Merci, Papá!", Catherine Ringer en "La Fessee (1976)"

En "Girl School Cookies (1977)" (ya reseñada por Stag Life), también de Shaun Costello, brilla de manera singular una actriz jovencísima, probablemente menor de edad o cumpleañera de sus dieciocho el día de la filmación; aguerrida, traviesa, perversa, manipuladora, capaz como la que más, cachondísima. Imposible seguirle la huella, pues ni siquiera aparece en los créditos de "Girl School Cookies (1977)", y nadie parece saber su nombre ni si hizo más películas. Es probable que sea su única cinta. Un fuego único.

El tema escolar cobró aceptación, aparecen cintas como la onírica "Little Girls Blue (1977)" (ya reseñada por Stag Life) donde salen unas colegialas ya muy creciditas.

Surge por esos años una de las "adolescentes" más adorables del porno: Lysa Thatcher. En "For the Love of Pleasure (1978)" le da una mamada celestial –literal- y enérgica a Jamie Gillis, vestida, ella, de colegiala diabólica.

"Yummy Youngies (1979)"

Thatcher aparece también en una cinta significativa de verdad, una que a mi gusto inaugura el subgénero Teen: "Yummy Youngies (1979)", que se regodea en íconos de este subgénero: los chonguitos, las chicas solas que se trenzan en una pijamada sexual, el calzoncito limpio como fetiche, la paleta de caramelo, etc.

"Yummy Youngies (1979)"

Como detalle chistoso, en los créditos de "Yummy Youngies (1979)", Lysa Thatcher es aludida como la "hermanita pequeña de Seka"; desde luego no son hermanas y el apodo es burdamente mercantilista.

Lysa Thatcher en "Neon Nights (1981)"

Para acabar con Lysa Thatcher, diré que su teen classic será, curiosamente, una cinta en la que ya no está tan jovencita: "Neon Nights (1981)", que es toda una masterpiece no sólo de Thatcher, sino del porno en general.

Para esos años, y salvo contadísimas excepciones, las mancebas siempre parecían estar siendo abusadas por alguien que les veía la cara de tontas, cuando no que los guiones exigían omitir cualquier interpretación o postura ante la vida. Siempre como jovencitas atrapadas en situaciones adultas y sin carácter. Tal sería el caso de la francesa Marilyn Jess, tan recurrida en las portadillas de los videos, volcánica en sus performances sexuales, pero intelectualmente hueca.

Traci Lords y Marilyn Jess en "Traci I Love You (1987)"

Yo no sé si Traci Lords vio alguna vez alguna cinta de Jess, bueno, es seguro que la vio porque en 1985 la propia Traci Lords produjo "Traci I Love You (1987)", misma que rodó en Francia, y exigió tener como coprotagonista a Marilyn Jess. Es decir, es obvio que la vio en escena, pero más bien me pregunto si la vio antes de decidirse a entrar en el porno. ¿Habrá visto Nora Louise Kuzma, en su viaje a Europa, alguna cinta como "La Femme Object (1980)" o "Pensionnat de Jeunes Filles (1980)"? En esas cintas Jess luce espectacular, con una elegancia que Lords nunca alcanzaría por más que se esforzase; frenética, casi diosa hija del esastmancolor, sujeta a la realidad con un grillete de cuero en el cuello.

Marilyn Jess en "Pensionnat de Jeunes Filles (1980)"

Luego de ver a Marilyn Jess en esas películas, quizá Nora recapacitó en que no había mucho más qué agregar. Jess era joven, pero no lo sería para siempre, o en cualquier caso Nora lo sería más; Jess tenía unos hermosos pezones color piñón, Nora los tenía igual de ricos, pero color rosa; Jess era frenética, Nora, es decir Lords, lo podría ser. Lo sería. Una cosa es cierta, Marilyn Jess desaprovecharía la oportunidad de expresarse ella misma, cometería el pecado de conformarse con siempre ser accesorio de las tramas y sentirse cómoda con ello. En eso aventajaría Traci Lords a aquella francesa inalcanzable, en el carácter.

Las francesas serían, supongo, la pesadilla de Traci, pues para carácter el de Catherine Ringer. Quizá Nora nunca tendría el garbo de Marilyn Jess, ni el carácter de Ringer, pero sí se ubicaría en un punto intermedio de ambas sacándoles un paso adelante. Jess con su falta de ambición, y Catherine Ringer con su indisposición a lucir mentalmente sana, verían a esta estadounidense aventajarlas en mito y en fama.

Es en los ochentas que las jovencitas se exponen a la perversión en su mismo mundo teenager y no como víctimas fortuitas de un mundo adulto. Es el novio, igual de virginal que ellas, quien les hace marranada y media, las aulas se calientan, también lo hacen las fiestas juveniles.

Shauna Grant en "Virginia (1983)"

La búsqueda de jovencitas fue intensa en el porno norteamericano. Arribaron ninfas del calibre de Shauna Grant, que enmudecía a cualquiera que la viese en la entradilla de "Private Schoolgirls (1983)", o que inquietaría a quien la viese perderse en los remolinos del incesto en medio de un gran finale con su supuesto padre (Paul Thomas) en "Virginia (1983)", o que conmocionaría a quien se enterase que el 23 de marzo de 1984 se pegaría un plomazo.

Directores como Leon Gucci tendría mucha fe en el tema de adolescentes, y filmaría "Erotic Adventures of Lolita (1982)". Esta cinta pudo capturar esa demanda de un mundo adolescente que se corrompe, pero por alguna razón resulta desafortunada. Quizá se debe a que mostró lo que los ochentas querían, pero en lenguaje setentero. La trama es simple, Lolita (Tammy) es ingenua e irá descubriendo tímidamente la sexualidad para acabar siendo una chiquilla controladora y lujuriosa.

Tammy en "Erotic Adventures of Lolita (1982)"

La arrogancia de Traci Lords está presente ya en esta actriz Tammy de la que se sabe poco. El carácter de la chica confronta tu humanidad completa: ¿Debe caerte bien sólo porque es joven y linda? Los diálogos no tienen desperdicio, pues capturan todo el cartón de que es capaz el cine porno. Por ejemplo, van platicando por el bosque Lolita y su amiga, van platicando acerca de cochinadas que no entienden, para luego rematar con un "...creo que a eso le llaman sexo". Hay otros gags, la púber que mira a sus papás cogiendo y preguntándose si estarán lastimando a su mami. Incluso hay coqueteos con afinidad bestial (la amiga de Lolita platica de sexo con un caballo al cual le llama "mejor amigo"). Lolita acabará haciéndolo con cuanto hombre se le ponga enfrente, todos mayores que ella, y he ahí la explicación de por qué esta película, estando en el sitio correcto y en el momento adecuado, no supo cómo explicar por qué merecía el éxito.

Me encantaría poder decir que su error fue ser rodada por Leon Gucci, cuyas películas siempre parecen estar hechas al vapor y con falta de oficio, pero no, la película puede prender por momentos, y la impericia de Gucci puede pasar como toques de realismo.

Gucci lo intentaría de nuevo con "Loves of Lolita (1984)", donde el papel de Lolita lo interpretaría, esta vez, una tal Angel West, igual de efímera que Tammy, cuya figura de caderas poco desarrolladas crean una ilusión óptica que sí raya en la minoría de edad. La chica, robótica a tope, abre la cinta diciendo con un acento sureño propia del más radical de las confederadas: "Hola. Soy. Lolita. Yo. Amo. A. Mi. Papi. Y. Mi. Papi. Me. Ama. A. Mí.". Ambas cintas tienen lo suyo, son provocativas a su manera, con todo y que las interpretaciones son chafas.

Angel West en "Loves of Lolita (1984)"

El tema obligado es este: Traci Lords nació un 07 de mayo de 1968, por lo que, al filmar "Educating Mandy (1985)" ella tendría, suponiendo que la cinta fuese de junio o de algún mes así, diecisiete años. No era su primera cinta, pues, según la iafd, tan sólo en 1984 había filmado 22 películas, lo que lleva el asunto a que, dependiendo de si fueron filmadas antes o después del 07 de mayo, tendría, o quince años, o dieciséis.

En Estados Unidos, país en el que Traci filmó sus primeras películas (y en muchos otros países) la mayoría de edad ocurre a los 18 años. Hay países de África donde la mayoría de edad se cuenta a partir de los 13 años, mientras que en Europa del Este, parte del mundo donde la sexualidad es bastante más relajada que en otros lares, la mayoría de edad se "obtiene" a los 16 (¿Quién no recuerda al dueto musical quebrantahuevos T.a.T.u. presumiendo lesbianismo y jactándose de que en su país podrían ser muy calientes a los 16 porque ahí es legal hacer de todo a esa edad?).

Hay otras distinciones, por citar un ejemplo de Estados Unidos, a los 16 años tienes mayoría de edad para conducir, pero sólo hasta los 21 tendrías mayoría de edad para comprar alcohol; o conteos mutantes como el que se pretende en Venezuela, donde las mujeres serían mayores de edad antes que los hombres; o en México, donde la mayoría de edad es a los 18, pero la edad para poder casarse es, en el hombre, 16, y en la mujer 14, siendo impensable que casados se aguantaran sin coger hasta los 18, o, tratándose de regiones indígenas protegidas por los usos y costumbres, donde todo el derecho vale verga, pudiéndose casar cuando les dé la gana si la comunidad dice que así está bien, o incluso se vale vender los hijos (las hijas, sobre todo) y otras tantas barbaridades.

Si lo legal no se pone de acuerdo, lo moral menos. No soy quien para hablar de moral, aunque la ética no me es indiferente.

Trascribiré aquí una nota periodística que me ayude a ilustrar el tema:

"Lo que debía ser un simple homenaje seguido de una clase magistral se ha terminado convirtiendo en la peor pesadilla para Roman Polanski. El cineasta franco-polaco nacido en 1933 fue arrestado este sábado a su llegada al aeropuerto de Kloten - Zúrich en relación a un caso viejo de más de 30 años: la supuesta violación en 1977 de la menor Samantha Geimer, quien tenía entonces 13 años.

Polanski huyó de Estados Unidos en 1978 mientras estaba en libertad bajo fianza de 2.500 dólares y tras haber pasado unos meses en prisión en Chino (Los Ángeles) por los cargos de abuso sexual de la menor de 13 años y del que Polanski se declaró culpable, por lo que fue enviado a prisión en "evaluación" durante tres meses, aunque sólo pasó 47 días. Tras huir de la justicia, el cineasta obtuvo la ciudadanía francesa, evitó la extradición y no volvió a pisar territorio estadounidense. Ni siquiera acudió a la ceremonia de los Oscar de 2003 cuando obtuvo el premio de mejor director por El Pianista."

El debate alrededor de Polanski es intenso, el gobierno francés incluso intercede por él, yo sin embargo no puedo estar a su favor. Sí, es cierto, Polanski es un buen realizador, pero si a esas vamos ¿Kubrik tendría derecho a disfrutar de dos o tres violaciones? Hay quien intercede por Polanski alegando cosas circunstanciales, tales como que eran los sleazy setentas, que la chica había modelado para él y sabía a qué se arriesgaba, etc. Los contrarios al cineasta tampoco se quedan cortos, y sale más temprano que tarde la palabra pederasta, vicioso, etc. Para mí ni la edad ni las circunstancias son un tema que me interese, sino sólo una cosa: en las entrevistas que dio a razón del escándalo Samantha Geimer fue muy consistente en afirmar dos cosas, primero, que quería enterrar en el pasado ese tema que durante muchos años le impidió llevar una vida placentera, y segunda, que el día en que sucedieron las cosas ella quería irse a su casa pero Polanski se lo impidió.

Será Roman Polanski, pero en mi opinión, si va a parar a la cárcel está bien, incluso encuentro justo que le arranquen un huevo, pues de lo contrario habrá vivido felizmente fugitivo toda la vida, con una libertad que quizá no merecía. De alguna manera el hecho de que la chica se hubiera querido marchar y no se lo permitieran es algo que me parece falto de ética, por no decir ojete. Ya quisiera yo que Polanski viviera en el mismo vecindario que Dexter, el psicópata justiciero que elimina a los vivales que se zafan de la cárcel mediante trampillas, para que lo emplasticara sobre una mesa y le dijera en su cara "¿Te creíste muy listillo, eh?".

Igual tengo poca tolerancia a temas como el que desarrolla Gabriel García Márquez en su "Memoria de mis putas tristes" (caray, las putas van mejor alegres que tristes, y Gabo habla de las deprimidas), en la que un anciano quiere de regalo de cumpleaños una menor de edad virgen para ser él quien la estrene. Puesto así el tema, o incluso como película que se intentó hacer, me da fiaca y alergia. Periodistas como Lydia Cacho, con todo y que a veces suena como una acomplejada total, no pudo tener más razón al decir que, sin importar que Gabo sea Premio Nobel su tema era pinchurriento y de alguna manera hacía apología del comercio de personas y la pederastia.

Los tiempos han cambiado, al menos en la alarma que despierta el tema de los menores frente al sexo. Canciones como "Luces de Bohemia para Elisa", del cantante "romántico" Emmanuel, sería vituperada. La canción, que en su tiempo era como si cualquier cosa, decía estrofas como las siguientes:

"Luces de bohemia iluminaban

Al salir de la academia

Los patosos caminares

De tus pies desorientados

A ambos lados de la realidad

Niña bailarina y yo, detrás.

De tus pantorrillas aceradas

Yo colgaba mis miradas

Mientras iba maquinando

Dónde, cómo, cómo y cuándo

Se le ataca a una puberta en flor

Cuesta tanto armarse de valor

Y exclamar con decisión

¿Me da su hora, por favor?

Y hoy colgado de tu risa

Soy un loco en la cornisa

Haciendo equilibrios para Elisa

De tus pechos diminutos

Se desbordan los minutos

Que hacen de las diez

Una injusticia

Luces de bohemia en cada diente

Contestaste sonriente

Tienes un reloj ahí enfrente

Son las nueve menos veinte

Y en mi casa cenan a las diez

¿Por qué no me invitas a un café?

Una vuelta del revés

Y Don Juan fue Doña Inés

Con más ansia que pericia

Desabrochas mi camisa

Besos por botones para Elisa

Y perdido entre tu pelo

Soy un justo que ha ido al cielo

Sin haber pisado nunca misa"

O sea, le invitó un café pero le echó un palito. No sé ustedes, pero yo no imagino que Elisa tuviera más de veintiuno, sin embargo la canción fue incluso popular.

El mundo está, pues, de cabeza. Vi un programa del Discovery Channel en el que habla de algunas personas con habilidades especiales. Una chica que desde los cuatro años ya dibujaba sorprendentemente, y que ahora, a sus trece años, es pintora profesional y centro de la economía de su familia. Pinta bien, de eso no cabe duda, aunque me parece más una retratista que una pintora con estilo propio, pero vamos, tiene trece años. La nena, chiflada a tope, acuña frases plenas de modestia y sencillez, superadas solamente por su inagotable fuente de humildad, dice: "Entre Dios y yo tenemos todo bajo control". Lo cierto es que es una esclava pero no se da cuenta.

Un segundo caso es el de un niño italiano cuyo padre compró un puto piano porque, decía, "nuestro hijo no podía nacer en una casa donde no hubiese un piano". Anda pues, compró el pinche piano, y seguro hostigó a su mujer durante todo el embarazo con conciertos y más conciertos de piano. El niño nació, y más piano. A los ocho años el chiquillo ya es un prodigio. Lo entrevistan y le dicen que es un genio y, tan predecible como puede ser, dice que no lo es, aunque un día lo será. Pasan escenas de cómo es que le dieron un trabajo en un bar en el que tiene que tocar a las 10 de la noche. A media función alega cansancio y el viejo del contrabajo le dice que no puede dejar el espectáculo así, que lea el anuncio que dice que durará una hora. El niño pregunta si marcharse es poco profesional, y el del contrabajo le dice que así es. Regresa a su sitio y termina la tocada. El papá, ojete, no lo felicita, le dice que puede mejorar, incluso balbucea ante la cámara cosas que dan a entender que es un cabrón con el niño para moverlo a crecer, o sea, lo hace sentirse de la chingada para que madure. El niño luce triste, sintiendo que la ha cagado (¡Tiene ocho años y cree que está mal haber hecho la proeza que hizo!). Mira a la cámara y con aire de divo dice, "No me filmen, no me filmen", se cree Britney Spears el cabroncito.

Para mi gusto, el pequeño pianista terminará pegándose un tiro, mientras que a la pintora le va a cambiar su percepción del mundo ya que se la cojan (allá por sus 18, supongo, 16 si se va a Hungría, o ya mismo si se va al país más tribal de África), pero entre tanto ellos seguirán perdiendo una infancia que no echan de menos ahora, y cuyo valor no puede cuantificar nadie.

Nora Louise Kuzma no creció en un hogar muy funcional que digamos. Fue la segunda de dos hermanas, y es de dominio general que recibía abuso por parte de su padre alcohólico.

No salió buena para el piano ni para la pintura, pero salió buena para la cogedera; aunque nadie la llamaría genio, o prodigio, aunque la mayoría lo pensamos. Esa es una de las aristas de nuestra doble moral. Hacemos fiesta si un joven sabe tocar un piano, o si dibuja bien, o si es capaz de recitar un verso patriótico, pero es difamante si naces con un talento innato para coger, no puede hablarse de ello, y si se habla de ello nadie lo celebra. Nunca escucharás a una madre diciendo, "mi hija salió buena para chupar vergas" o "mi hijo salió re bueno para cabalgar nalgas", "a mi hija le encanta coger, es multiorgásmica como ninguna", "no sé de dónde sacó mi hijo esa técnica tan depurada para metérsela en el culo a la gente, es rudo pero tierno". Pese a que es un talento que implica todas las habilidades existenciales que pueda llegar a tener una persona y pináculo de toda su comunicación vital, la educación reduce a la vergüenza toda habilidad y talento que exista en la materia sexual.

Pues bueno. En "Educating Mandy (1985)" se parte del supuesto de que Mandy (Traci Lords) es inexperta en ciertos aspectos de la vida. No en el sexual quizá, pues de inicio queda bien claro que está casada con Ted (Harry Reems), con todo lo que ello ha de implicar.

Están sobre un sillón. Están tan febriles que pareciera que hubiesen terminado de coger, pero no, apenas van a empezar a hacerlo. La secuencia es de lo más romántica, tanto que pareciera escrita por Corin Tellado. Ted sostiene una copa y le gira el dedo alrededor de la boquilla, como si fuese una campana tibetana, pero con una risilla hipnótica que mentalmente parece estarle diciendo a Mandy "mira chiquita, imagina que mi dedo en vez de girar en la orilla de la copa gira en tus pezones, o en tu arillo anal, o donde mejor quieras". Todo ello tiene, al parecer, la habilidad de erotizar a Mandy.

Los ojillos mamíferos de Ted no ocultan su admiración por su esposa, quien puede tener la seguridad de que su marido la quiere hacer como le da la gana, ponerle una tormenta vergal ya mismo. Traci es toda seducción, mira con reto, todo su cuerpo dice que sí. Ella besa la argolla matrimonial, honrando el sacramento que los une. La cámara vibra en momentos, lo que te recuerda que estás en una película.

Son los ochentas, de manera que la música será de plástico y omnipresente. Son épocas en las que aún se acostumbra algún tipo de diálogo. Una pareja platicando no es algo usual en el porno de hoy en día, y menos si la plática destella algún tipo de romanticismo. Todo es un juego, pareciera que marido y mujer se están ligando, pero a la vez saben que se mueren de ganas los dos, igual juegan. La voz de Traci es sutil, casi de gata, con una voracidad inocente, como un hada haciendo la calle; la voz de Reems, en cambio, es la de un seductor, mentirosamente grave y convincente, claramente donjuanezca.

Mandy: ¿En qué piensas?

Ted: Simplemente te miro. Disfruto como te mueves. Miro tu cuerpo. Tu sonrisa. A veces pienso que todo es como un sueño: El negocio va mejorando, el dinero cada vez fluye mejor… y tú. Me amas. Te vistes para mí. Te desvistes para mí. Todo lo bueno en esta vida me pasa.

Mandy: ¿Me amas sobre todas las cosas? ¿Más que al avión, al carro, la casa?

Ted: Sí, mucho más.

Mandy se pone de pie y hace un pequeño striptease. Ted la magrea con la confianza de que no se le va a escapar. Le aprieta las tetas de tal forma que Traci no ocuparía mamografía sino hasta después de los 37 años. Le masajea las nalgas, mismas que se antojan durísimas. Podría pensarse que la diferencia de edades es un tanto inhibidora, pero la verdad es que Lords y Reems hacen mucha química. Incluso parecieran lanzar el mensaje de que un hombre más joven no sabría bien qué hacer con una nena como ésta. Él no está actuando, en verdad se está dando la agasajada de su vida toqueteando a su inocente esposa.

De ahí se pasan a la acción. Reems coloca a Lords en una posición que puede describirse como "tacones al infinito", y comienza a taladrarla con ímpetu. Según mi opinión, nadie se coge mejor a Traci Lords que Harry Reems. Éste sí que la aprovecha, sí que se papea con ella. Los alaridos (porque esa es la palabra, "alarido") de Mandy están a la orden del día. Podría uno decir que está haciendo mucho escándalo, pero la verdad es que Ted sí se la está cogiendo muy fuerte. Luego Mandy la monta, luego él se lo hace de perrito. En homenaje a ese par de tetas turgentes y absolutamente naturales, Ted se masturba en medio de ellas, hasta que termina regándose. El semen salta con furia, se estrella en la mejilla afiebrada de Mandy, y en sus labios. Ted, que es un romántico, como dije, le besa la mejilla y su boca con un toque de semen.

La escena no tiene mucha ciencia, y su efectividad descansa en la entrega de los protagonistas. Mandy luce como una recién casada que no sabe cómo frenar a su incontenible esposo, y ese es su rol, de chica que desde luego quiere coger pero que quiere llevar las cosas tranquilas en tanto aprende cómo ejercer bien su calentura; y Ted cumple cabalmente con su papel del esposo que no puede esperar, que se la va a coger como la mejor de las putas sólo porque tiene prisa.

Acto seguido, aparece Mandy manejando un Ford Mustang de la época, por mucho de los más horribles que han existido, pero eso no importa, lo que importa es que, atendiendo al año que es, se lanza el mensaje de prosperidad consistente en una rubia linda encima de un Mustang descapotable y rojo, paseando bajo el sol. Ya lo dijeron sobre el sillón, tienen un carrazo, aviones, una casa. Mandy quiere tanto a Ted que desea darle una sorpresa, llegar de improviso a su oficina para invitarle a almorzar o, por qué no, darle una mamada en su propia oficina, en horas de trabajo. El guión acude al viejo recurso de que la protagonista hable sola: "Le daré una sorpresa".

La sorpresa, como es de esperarse, se la lleva Mandy luego que ve que Ted se está cogiendo a su secretaria (Gina Valentino). Ella le está dando una mamada muy efectiva mientras Mandy mira por una rendija, muerta de la envidia. Como toda buena esposa, no tiene la intención de simplemente marcharse, sino que necesita saber si la puta esa es mejor que ella, así que en vez de irse se queda espiando. La música es espantosa, plena en sintetizadores y baterías programables; tan ridícula es que reduce el acto sexual a una especie de video juego, donde Ted va sumando muchos puntos a cada arremetida. Para humillación de Mandy, Ted se la está pasando fabuloso.

El brío que ella creía que su marido le dedicaba sólo a ella, resulta que se lo podía dar a su secretaria, o en el peor de los casos, a cualquiera. La gota que derramó el vaso fue cuando Ted comenzó a regarse con tanta o más intensidad que con ella, le baña a su secretaria la boca con semen, y después la besa allí mismo. Mandy queda muy humillada de ver que ese gesto tan particular, ese en el que Ted era capaz de probar en su boca su propia semilla, quizá por amor u lo que sea, era un gag que podría llevar a cabo con cualquiera. Que se coja a otra es una cosa; que viva a lado suyo los rituales románticos que ella creía les pertenecían sólo a los dos, eso ya es demasiado.

Mandy se marcha a su casa y desde un teléfono rojo le habla a su amiga Vicky (Christy Canyon), y le pide auxilio para después quitarse una sortija (la de boda, supongo) y la tira. Vicky, que está acompañada de Heather Wayne, avisa que tiene que ir a donde Mandy, porque se trata de una emergencia. Wayne le dice: "Lástima, te vas a perder de esto…" y vacía sobre la cama una bolsa cuyo contenido era una gran colección de dildos y consoladores, desde los más realistas a los más funcionales. Deciden que irán las dos a donde Mandy, sirve que durante el recorrido pueden recordar cómo se merendaban a un tipo, como se alternaban la verga, primero lo mamaba una y luego la otra.

Christy Canyon está muy buena, y sus habilidades son muchas también, pero, con todo y que participa muy activamente en la trama, luce extrañamente relegada a una posición de coprotagonista. Es la amiga puta y emputecedora que toda mujer debe tener a la mano cuando se está despechada. Hay muchas cosas que decir de la señorita Canyon, pero me las reservaré para cuando reseñe una cinta en la que ella sea la estrella.

Cuando llegan las dos amigas a casa de Mandy, ésta está llorando mientras sostiene abrazado, irónicamente, un osito Teddy de peluche. Hacen lo que cualquier amiga metiche haría:

Canyon: ¿Y lo confrontaste?

Mandy: No, aun no regresa a la casa.

Canyon: No lo tomes a mal. Ted te ama, simplemente, hay hombres que no dejan pasar una oportunidad. ¿Ya les conté de cuando vendía cosméticos casa por casa?

Así de simple cambia de tema. La película pasará a ser una reunión de amigas muy en la onda de "Sex and The City", sólo que acá las protagonistas están más buenas y no escatiman detalles al momento de contar sus aventuritas. Como se anunció, Christy Canyon comienza a contar de cuando vendía cosméticos casa por casa. Resulta que le "vende" cosméticos a Ron Jeremy.

La película está hecha a las prisas. Muy en la onda de "Rápido. Ron, toquetéale las tetas a Christy, olvídate que en el futuro dará entrevistas diciendo que era ingenua cuando entró al porno y que su primera experiencia ante las cámaras fue horrible y que "para colmo fue con Ron Jeremy", Ron, magréale las tetas, báñaselas de esperma, cógetela al estilo del misionero. No dejes que esta mosca que tanto se para en el sillón te distraiga. Listo, se imprime. No, no editaremos la puta mosca, le dará realismo a la cinta". Al final la pareja saca sus conclusiones de lo insólito que será que la esposa encuentre, de la nada, maquillaje nuevo.

¿La razón de esta cópula? Demostrar, desde luego, que hay hombres que se tiran a cualquiera sólo porque tienen la oportunidad, como en el caso, donde Christy muestra que ahí está el punto fino: Ron Jeremy tuvo la oportunidad y se la cogió, aunque amara a su esposa. Así de buena es Christy para consolar a sus amigas, haciéndoles entender que el mundo está lleno de putas como ella que no han de tenerse como una amenaza.

Esa es la primera lección de "Educating Mandy (1985)"

Mandy, no queda satisfecha con esta lección y vuelve sus pasos a donde comenzó.

Mandy: La otra noche todo fue tan hermoso que no puedo creer que esté pasando esto. Todo es una mentira. ¿Cómo puede quererme un día y cogerse a su secretaria al día siguiente? Quisiera matarlo.

Christy: Divorciarte es más fácil…

Mandy: ¿Y dejarle a otra lo que es mío?

Christy: ¿Cómo qué?

Mandy: Pues una buena tranca.

Christy: No es para tanto, a mí el que me lava la bañera me da de eso, sin tanta complicación.

La segunda lección es esa: Que una buena tranca también se puede encontrar fácilmente. Y como buena consejera que es, Christy comienza a relatar con lujo de detalles cómo es que funciona la buena tranca de su visitante (Francois Papillon). Heather Wayne abunda el tema y recita un discurso vacío acerca de la posesividad y demuestra su punto con una escena en la que masturba a su fontanero (Craig Roberts) de manera enloquecedora.

Mandy, ya más tranquila, opina que todas esas historias la han puesto muy caliente, así que las tres amigas se montan una orgía lésbica en un verdadero sexo en la ciudad.

Christy y Heather se van de casa de Mandy. Entre tanto van chismorreando. "¿Crees que Mandy se divorcie?", "Por supuesto, ha de haber corrido al teléfono para llamar al abogado".

No es, sin embargo, lo que Mandy hizo exactamente. El abogado vendría después. Por lo pronto lo que urgía es vengarse.

Mandy mira por la ventana y ve a un latino limpiando su piscina. "Raúuuuuuuul" le grita. Desde luego entra, le besa las nalgas, se la coge bonito. Se supone que es mexicano, así que en medio del palito dice "¡Muy bien!" pero con acento pocho.

Christy Canyon y Heather Wayne terminan el asuntillo pendiente que tenían con la bolsa de dildos.

Por último, Mandy va a ver al abogado. Un mal indicio para el buen Ted es que el abogado de la familia es Peter North. Mandy llega quejándose de que esto no debería de estar pasando porque ella y Ted tienen un año de casados, incluso suelta frases como "mi madre tenía razón". El abogado le pregunta qué pasaría si Ted le pide disculpas. "No se las aceptaría" dice Mandy. Y así, buena gente como es Peter North, dice, "Bueno, como Ted es ya cosa del pasado, ya puedo decirte que siempre te amé…". ¡Ay nooooo maaaaameeeeeesssssss!

Con esos amigos para qué quiere uno enemigos. El abogado de Ted le baja la vieja antes de divorciarlos siquiera. North también tiene dinero, y una buena verga. La mamada que le da Mandy es soberbia, y más efectiva aún porque la ejecuta en los cuernos de Ted. North eyacula de manera abundante, como es su marca registrada, pero está tan mal filmado el money shot que no puede apreciarse del todo. La cosa termina con que, mal sale Mandy de una relación cuando ya consiguió otro hombre para sustituir el anterior, de hecho, en vez del clásico "The End" dice "The end… and new beginning".

¿Sueno como un fan de Traci Lords? Lo dudo. Hay dos formas de saber que Traci Lords me resulta chocante, la primera es oírmelo decir, la segunda es inferirlo. Mi falta de simpatía no llega al grado de no reconocer que la chica es un explosivo inestable. Tampoco soy dado a protagonizar a punta de negar lo evidente (En lo personal siempre me ha irritado la gente que para hacerse la interesante se coloca a contracorriente negando lo obvio, muy en la onda de "si es famoso está vendido; si es underground entonces es bueno" y chaladas de esas), por tanto no me haré el singular afirmando que Traci es una mala pornstar (hay foros en los que los foristas expresan sus puntos de vista ante preguntas como "¿Quién es la peor actriz en la industria porno?", y alguno, haciéndose el novedoso, dice Traci Lords, o Sharon Mitchell, etc., y empieza el fuego cruzado entre los mamones que se quejan de Lords y los que la defienden a capa y espada. Todo ello sólo demuestra que en gustos se rompen géneros y en opiniones hocicos).

Traci Lords y Marilyn Jess de mironas

en "Traci I Love You (1987)"

Por otra parte, no soy quien para juzgar a Traci y, a final de cuentas, de lo único que soy dueño es de mi particular gusto por las cosas, mismo que arbitrariamente se inclina por algunas actrices y huye de otras. Ya quisiera yo matarme a pajas viendo a Lords, pero no se me da.

El video "X-Rated Ambition: The Traci Lords Story (2003)" es un documento que debe verse si se quiere profundizar un poco en la historia de esta rubia iconoclasta, ahí aparecen entrevistas con Jim South, el ingenuo productor que se creyó el cuento de que Traci tenía veintidós años; entrevistas con Amber Lynn y con Ginger Lynn (quien casi va a la cárcel por producir "Those Young Girls (1984)" que coprotagoniza con Lords), competidoras "legales" de Traci, que la describen como una rata de alcantarilla, manipuladora y fría; se narra el contexto sociopolítico donde todo ocurrió (Ronald Reagan se reelegía), y el detalle de cómo se descubrió que era una pornstar menor de edad. Entrevistas con Tom Byron, que se supone que era su novio en la vida real y principal responsable de que se metiera al porno, y el propio Peter North quien simplemente termina opinando que, si pudiera, se la cogería otra vez.

A mí Traci no me gusta del todo porque me parece muy producida. No lo están sus películas, que a veces son unos bodrios baratísimos, sino ella, su pasión de diseño, muchos de sus alaridos ensayados, su confianza en que eres una bestia que no puede resistirla. Escucharla jadeando puede ser muy excitante, pero todo se va al traste cuando voltea en alguna dirección imprevista, como si recordara los recibos que debe pagar, el nombre del antigripal, o como si recibiera instrucciones; se evade, no está; todas lo harían alguna vez, cuando no que a menudo fingen, pero en tal caso es más honesto no sobreactuar y aparentar que estás caliente, pero no muy caliente o, peor aún, presumir que estás más caliente que ninguna. Es una nimiedad, pero a mí sí me desestabiliza.

"Traci, I Love You (1987)"

Su personalidad es así, no deja al azar nada, todo se ejecuta conforme a su maquiavélico plan, prevé incluso tu inevitable emoción. Yo no dudo que ella fuese quien denunció su minoría de edad para afectar a la industria, después de todo, las únicas películas legales que realizó son, casualmente, fruto de su propia productora. Admiro su video de aeróbics, que lo intenté seguir y está arduo, plagado de posiciones de yoga. Su aparición reciente en "Zack and Miri make a porno (2008)" es autoindulgente, mientras que las apariciones en cintas mainstream son más bien opacas. Con todo, le aplaudo que no vaya por ahí haciéndose la sufrida, la abusada, la que no sabía. Ella es ella, una diva que pudo haber tenido el mundo a sus pies con un poco más de amabilidad quizá. Tiene muchas cosas admirables, muchas que requieren valor, pero creo que despreció sus propias plataformas y también a la industria que le pudo servir para sus fines, y nada me caga más que la ingratitud.

Diría que pudo ser una reina si hubiera hecho las cosas bien, pero no puedo juzgar el cómo hizo las cosas, pues a veces la historia no se detiene a esperarte. ¿Corrupción de menores? Yo podría decir que ella me pervirtió a mí, después de todo vi, las hoy inconseguibles "Black Throat (1985)" y "New Wave Hookers (1985)" siendo todavía menor de edad. Escucharla mintiendo a quemarropa diciendo que tiene veintidós años no es ni más ni menos honorable que escucharme a mí mismo diciéndole al portero del Cine América o del Cine Independencia, o del apestoso Cine Chaplin, con la voz más grave que podía, que tenía dieciocho años (siendo que tenía trece), para poder entrar a ver "Casanova (1976)", o la inefable "Pandora´s Mirror (1981)", películas que no hubiera podido vivir en pantalla grande de haber respetado los límites de edad.

No quiero decir que fuese correcto lo uno o lo otro, pues pude haberme convertido en cualquier cosa, y visto en retrospectiva, si había muchos peligros en tales salas, más bien lo que quiero expresar es que: si me hubiera atenido a los límites de edad, me hubiera tocado ver puro mal cine, y tratándose del tema de Traci, es evidente que filmar en 1984 y filmar en 1986 no era ya lo mismo, ni en formato, ni en temática, ni en realizadores, ni en producción. A veces uno hace cosas porque cree que no hay mañana, y es todo lo que puedo decir.

Memorabilia:

La escena entre Harry Reems y Traci Lords es lo más ponedor de esta película. Pocas escenas te hacen sentir que quieres verdaderamente ser el actor; claramente ésta es una de ellas.

Calificación:

Tres chiles.

Salpicaduras:

Hay un video que se titula "Christy Canyon Compilation (1985)" en el que aparecen de nuevo Canyon y Lords. Al inicio de esta producción, y pese a que se comercializa como un trabajo de Christy Canyon, se lee "Les inedites de Traci Lords", quitándole, de facto, el protagónico a Christy en su propia compilación; las dos primeras escenas: la primera, lésbica de Traci con Christy Canyon, y la segunda un trío de Canyon, Lords, más Tom Byron. No se descarta que en efecto sea un recopilatorio creado con el único fin de aprovechar las dos escenas de Lords. Se entiende que están mal logradas y que si fuesen un disco de audio serían cortes eliminados por el artista. A falta de contexto para comercializarlas, y al no haber manera de poder poner en la cajilla del video a una Lords menor de edad, sacaron a la venta el video como acoplado de Canyon, lo cual es una falta de respeto. La colección no es muy nutrida, sencillamente entre Tom Byron y T.T. Boy se llevan el 80% de participación masculina, por lo que hay una escena con T.T. Boy, seguida de otra con un tal T.T. Boy, para luego aparecer junto al gran T.T. Boy. Es, pues, una ensalada de escenas con el pretexto de vender esas dos escenitas de Lords, que están, además, bastante sobreactuadas. Para el recuerdo: la escena en la que Christy Canyon arma un trío con Joey Silvera y T.T. Boy es la que vale la pena recordar.

Se recomienda ampliamente indagar en la filmografía de Catherine Ringer. Diría que es como una Traci Lords pero desquiciada, sin embargo no lo hago porque Catherine llegó primero. Diría que es la Toni Basil del mal, pero también llegó antes. Ver la cinta "Marathon Love (1985)" es como esparcirse LSD en la verga.

A Traci me la volví a topar hace poco. De 38 ó 39 años. Felizmente casada. Alejada, supongo, de su pasado de pornografía y mentiras, o al menos de lo primero. Fue curioso. La vi en un programa que transmiten en el canal de paga Biography Channel, cuyo nombre ya sugiere que se dedica a difundir programas de corte biográfico. El programa se llama "Celebrity Ghost Stories", que en Latinoamérica lo traducen como "Famosos y fantasmas".

En ese programa acostumbran dar una referencia de por qué son famosos los famosos que ahí aparecen, aunque sea con referencias pequeñas acerca de qué es lo que convierte en celebridad al famoso de turno. Tratándose de Traci no explicaron que es una de las pornstars más polémicas del mundo. Ustedes me dirán si la historia les encaja del todo.

Aparece Traci diciendo que en 2007, a sus treinta y ocho o treinta y nueve estaba esperando un hijo de Jeff, su esposo. Ilusionados por la llegada de su hijo compraron una casa en el estado norteamericano de California. La casa era antigua, pero con una estructura arquitectónica fuerte, a tal manera que, aprovechando que Jeff es ingeniero civil o algo así, la compraron barato, le harían unas cuantas mejoras y quedaría estupenda.

Uno de esos días en los que Traci, ya con ocho meses de embarazo, estaba lavando la ropa, bajó a la lavandería, junto a la cual se había hecho una excavación para ampliar precisamente el área de servicio. Habría qué ver la recreación de la escena donde aparece una Traci de utilería, embarazada, con imagen borrosa para que no se identifique que se trata de una doble, cargando un bote con ropa sucia para lavarla. Baja las escaleras lento, a punto de reventar con su orgullosa panza. Echa los calzones de Jeff a la lavadora. Voltea hacia donde se hizo la reciente excavación, movida más por la curiosidad que por otra cosa, pues su olfato de mujer embarazada le hace detectar el olor a humo de cigarrillo. Traci ve a uno de los trabajadores de Jeff, quien viste con ropa muy particular, lleva un casco con foco, como el de los mineros. Traci se refiere a él como un hombre que dentro de su rudeza lucía dulce. El hombre la mira y le sonríe a ella con afabilidad. Ella piensa "este tipo sí que tiene agallas", y lo piensa así porque Jeff y ella habían tenido estridentes discusiones porque a él no le gustaba que ella fumara, de hecho, a Jeff no le gustaba que nadie fumara; de ahí que el ver a este empleado entregado a la desafiante actividad de fumar resultaba extraño.

Fue quizá la mirada de miedo de Traci la que lanzó un mensaje clarísimo a aquel albañil, quien de manera amable le dio una última calada al cigarrillo para luego tirarlo al suelo y pisarlo. En el cobertizo estaban Jeff y Pépe, el empleado de confianza de Jeff. Traci les hizo de comer y les llevó los platos a la mesa. Nuevamente habría que ver a la Traci de utilería cargando la bandeja con los tres platos con arroz, calabacitas con carne de puerco y frijolitos. Cuando Jeff ve la charola le pregunta por qué son tres platillos, si aquella tarde, contrario a los otros días en que deambulaban de aquí para allá uno que otro albañil, sólo estaban Pépe y él. Traci dijo que no era cierto, que en la lavandería había otro empleado. Ella sintió escalofríos.

Bajaron a la lavandería y Jeff se dio la encabronada de su vida al oler el hedor a cigarrillo. Por más que Traci juraba no haber fumado, Jeff no le creyó. El final feliz sucedió en la forma de que, otro día, estando Traci fuera de la casa, Jeff bajó a la lavandería, movido por la peste a cigarro (ahí todos parecían tener olfato de sabueso), fue hasta donde se había cavado, y él, con sus propios ojos, vio al fantasma del minero. Cuando Traci regresó, Jeff estaba con el rostro pálido. El marido, habiéndole bajado ya a sus pedos, explicó a Traci lo ocurrido, la abrazó y le pidió perdón.

Traci termina su relato diciendo: "Jeff pudo ver que el minero iluminaba con la luz de su casco una grieta que nadie había visto. De alguna manera nos avisó de una falla importante en la casa que, de no haberla visto, hubiera sido peligroso dado que California es zona sísmica. Quién lo iba a adivinar, que un fantasma de un minero sería nuestro ángel guardián".

Así es, Traci casada, como un ama de casa cualquiera que echa ropa a la lavadora y cocina para su marido. No creo a Traci capaz de inventarse lo del fantasma con tal de fumarse un cigarrillo a escondidas estando embarazada, no porque un angelito como ella no sepa mentir convincentemente, sino porque es demasiado increíble como para suponer que alguien que no esté borracho lo crea. No se atrevería ¿O sí?

Miro hacia atrás y veo por qué me cuesta tanto escribir estas reseñas, porque se extienden, se extienden, se extienden y se extienden, pasando de una simple reseña de una cinta rabona a ser un trip a lo largo del subgénero teen. Quizá las reseñas debieran ser tan mínimas como las que aparecen en los blogs ordinarios. Cuando comencé con Stag Life me propuse, sin haber analizado el esfuerzo que me costaría, el escribir 100 reseñas. Son un chingo, y si siguen así de largas no terminaré nunca. Prometo ser breve, que ya habrá tiempo de hablar de todo a lo largo de las cien cintas reseñadas. No es obligatorio. Un buen deseo sí.

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