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Arakarina (09: La entrevista)

en Grandes Series

ARAKARINA IX

LA ENTREVISTA

 

VII

LA ENTREVISTA

En lo que quedaba de la noche llegó a casa. Se recostó en su cama y contemplaba la luz que entraba por la ventana, le parecía chistoso que la gran mayoría de las lámparas mercuriales de la ciudad estuvieran fundidas y que sin embargo esta, que caía en su ventana, pareciera más viva que ninguna. Alzó sus manos para formar sombras, y como si fueran de estambre las estelas de recuerdo se enredaban en sus dedos, recapacitaba en lo que acababa de pasar en casa de aquella dama de la cual no había preguntado ni siquiera el nombre, que ciertamente era una especie de amiga completamente ajena. Algo de ella se quedaba en su interior y viceversa. Parecerá mentira quizá, pero podría olvidar los nombres y los títulos, las situaciones inclusive, pero no así el cuerpo, las miradas, los olores, el nexo. Era una caja que guardaba mil cosas. ¿Porqué las cosas no podrían valer un poco más la pena?.

Quedó dormido y de hecho soñó que caminaba por callejuelas oscuras y al llegar a un lugar que nunca había visto, tenía miedo de voltear la esquina, pese a ello avanzaba y encontraba al otro extremo una chica de fuertes muslos, impresionante cadera y un busto hermoso, sin embargo él nada podía hacer por cortejarla por la sencilla razón de que era su mismo rostro, con todos los atributos femeninos pero él al fin. - ¿Quién eres?- preguntaba a la mujer y ella contestaba - Soy tu hermana- , - ¿Cómo saberlo?- replicaba ansioso. - Cómo ignorarlo- era su respuesta.

Al día siguiente se vistió mucho más elegante que la noche anterior, se puso unos zapatos de media bota y chatos de la punta, negrísimos como el resto de su atuendo, saco, pantalones y calcetines, su camisa era deslumbrantemente blanca, su barba perfectamente rasurada, su cabello peinado minuciosamente hacia atrás y en forma de una daga. Esta vez ya se miraba que los títulos de las obras llevaban en la misma tarjeta los precios, regularmente inaccesibles al público en general.

Recordemos que un día anterior se había llevado a cabo la preinauguración para los clientes selectos de la galería, de ahí que la gran mayoría de los compradores ya no asistirían en esta inauguración, pues ya habían tenido la suya propia en privado. Ahora en el tumulto no se veía a ninguno de esos personajes, aunque de una u otra forma estaban ahí en espíritu, pues las mismas tarjetas mencionaban además a que colección pertenecían, y muchas de ellas tenían ese espacio en blanco, mientras otras tenían el nombre del comprador con plumón, recién puesto ayer.

En esta ocasión la concurrencia era mucho más variada y numerosa. Había muchas chicas de minifalda con sus piernas preciosas, mujeres más gruesas, señoras, homosexuales, muchachos que iban para hacerse los cultos, había introvertidos que gozaban de lo lindo viendo las insanidades de las obras, había pervertidos, había rarezas producto del deseo de marcar una diferencia, de gritar la existencia. Este público le gustaba más, pues robaban un poco del espíritu de las obras, las soñaban, las grababan en su mente ante la imposibilidad de comprarlas y tenerlas sin saber que una vez en su cabeza la obra se expandiría más allá de lo conscientemente imaginable, haciendo una comunión perfecta, mi cuerpo en el vuestro. Totalmente dentro, participando en tu vida, siendo.

Esta noche Helena iba vestida mucho más desarrapada, con la intención de no hacerse notar mucho, poniéndose más a nivel de la gente común, igual cosa con Julio, quien esta vez iba en un pantalón flamantemente nuevo de mezclilla prelavada, una camisa beige y mocasines color vino. Reían y se ponían del lado de la gente. ¿Con quién eran deshonestos, con la gente elegante de ayer o con la gente común de hoy?, ¿Eran hipócritas con ambos?. Virgilio definitivamente pensó que fundamentalmente eran hipócritas consigo mismos. Sabemos que Virgilio poco o nada se cuidaba respecto a que la gente captara su estado de ánimo, sus facciones, su talante, sus muecas. Quizá por eso cuando Helena lo miró se sintió un poco avergonzada, era obvio que poco importaba lo que ella alegara, él sabía la verdad, Helena era más Julio que otra cosa, y él sentía desprecio por Julio, y compasión por ella.

Una chica de unos dieciocho años se acercaba tenazmente a Virgilio. Ella se llamaba Anna y estaba recién contratada por el periódico El Norte que es el de mejor nivel de entre todos los que circulan por Monterrey, esto significaba que ella estaba absolutamente motivada de formar parte de esa empresa, además estaba convencida que dicho periódico era el mejor, y quería sobresalir, era lista.

Era de tez morena clara, sus ojos no eran muy grandes pero guardaban una simetría asombrosa, y estaban cargados de una intensidad juvenil irreprimible que eran incapaces de derrotarse en un duelo de miradas, vaya, daban ganas de estarlos mirando todo el tiempo, su nariz era pequeña y respingada, mientras que su boca era grande y café, sus mejillas eran un par de medias manzanas estilizadas, su cabello era largo y estaba teñido de rubio, su cabeza entera era una dulzura que se apreciaba completamente cuando sonreía.

Ciertamente estaba algo pasada de peso, un poco de su barbilla tenía una caída pesada y sus brazos no eran exquisitos, su busto era maternal aunque daba la impresión de no haber estado con hombres todavía. Se le notaba la dieta en esas pequeñas ojeras oscuras que formaban un hálito de sombra precioso sobre su iris completamente azul, su cintura en medidas no sorprendería a nadie, pero como comparativo de sus pechos y caderas era perfecta para dibujar una silueta tremendamente femenina. Llevaba puesta una blusa de seda muy coqueta, se transparentaba un poco su corpiño de encaje sin que se percibiera el más leve indicio de los pezones, aun así, la exhuberancia de sus senos que saltaba a la parte superior del sostén se apreciaba tersa y satinada bajo la seda, luego el cinto indispensable que anunciaba sus enormes caderas enfundadas en una falda negra que no iba del todo pegada al cuerpo, y sus piernas dentro de las medias negras se miraban gruesas y sostenidas.

- ¿Me concedería una entrevista?-

- Por supuesto.

Virgilio estaba en cierto modo en contra de las entrevistas, regularmente las rechazaba o daba respuestas casi tan estúpidas como las preguntas, en este caso fue un acierto que fuera mujer quien la pedía y que además llevara una blusa tan encantadora, pero más aun que su blusa, aquella sonrisa.

Iban a comenzar cuando Julio intervino para romper con la espontaneidad. - ¿Qué pasa aquí?- Preguntó.

- Vamos a desarrollar una entrevista- Dijo con entereza Anna.

- Es cierto- Dijo Virgilio por restarle poder a Julio.

- Claro...- titubeó - Pero vamos a hacerlo de mejor manera-

Subió prácticamente corriendo a la tarima de oradores y encendió el micrófono, le dio un par de golpecitos a la cabeza de éste y cuando sonó dijo- Les informamos que esta galería Atenas- reviró para ver el gafete de Anna y continuó- en compañía del periódico El Norte llevará a cabo una entrevista al pintor Virgilio Nungaray. Sus pareceres, su plástica, su simbología, aquí, dentro de treinta minutos, aquí en su Galería Atenas, a las once en punto, función de medianoche, habrá lugares contados y cócteles, hagan su reservación en la entrada, pásenla bien.- Eran las nueve con treinta.

Cualquiera hubiera pensado que Julio era un presuntuoso, incluso más de uno hubiera esbozado una trompetilla anónima desde cualquier punto de la galería, pero no tuvieron tiempo de lanzarlas, pues rápidamente aparecieron de la nada unos peones con rostro amable que pareciera que lo que más amaban en el mundo era cargar sillas y acomodarlas para una entrevistas. Acomodaron también unas mesas muy breves y colocaron sobre estas cirios. Un barman preparaba bebidas acorde a lo solicitado en las reservaciones, a manera que al momento en que iniciara la entrevista cada quién tendría su bebida favorita en la mano. Sólo hubo cincuenta invitados. Había que reconocer que Julio era un profesional en su negocio, pues organizó de la nada un evento como ese, una "Función de Media Noche: Entrevista retrospectiva con Virgilio Nungaray", una idea que en segundos se vio cristalizada.

Ahora había que ver detalles, el salón estaba ya perfecto, la luz era de cirios y estaban un par de sillones encontrados, los del artista y de su entrevistador, rodeados de sillas técnicamente acomodadas, y como fondo los muros cubiertos de las obras del pintor, unas expresivas y otras atrevidas, iluminadas por una luz casi invisible de color ámbar, el suelo de madera, el clima a la temperatura ideal.

Faltaba ver una cosa. Ciertamente El Norte siempre había apoyado de excelente gana a Atenas, sin embargo, Julio se enteró que esta sería la primera entrevista de Anna a sólo treinta minutos antes del evento, quiso aleccionarle respecto de entrevistas artísticas pero ella lo ignoró y casi le dijo que cada cual realizaría su trabajo como mejor sepa, en consecuencia, él estaba en manos de una principiante.

Las once se dieron en el reloj y Virgilio se encaminó al sillón que permitiera ver más detalladamente al público, le parecía justo que si éste le iba a ver las expresiones del rostro él hiciera lo mismo. La atmósfera le agradaba en sobremanera y casi estimó a Julio por su sentido de intimidad que mostraba. Si Julio supiera que la atmósfera de las casas de Virgilio eran siempre iluminadas por cirios.

Se hicieron las presentaciones personales y comenzó de lleno la entrevista. La gente era de lo más diversa, jóvenes, viejos, listos y lerdos, más vivos que muertos y viceversa, gente a todas luces pobre, gente discretamente rica, todos con sus ojos expectantes, con su boca cerrada en un silencio contemplativo. Podríamos haber preguntado al público sobre aquello que esperaban de la entrevista y posiblemente hubieran contestado que lo mismo que se dice en las entrevistas a pintores, sobre las últimas exposiciones, sobre qué opinión tenía de Picasso, sobre qué es para el autor el arte etc. Sin embargo, y como lo descubrirían algunos del auditorio, el nombre improvisado que Julio dio a la plática "Función de Medianoche: Entrevista Retrospectiva con Virgilio Nungaray" era lo más acertado que hubiera titulado en su vida.

Anna Vallejo era el nombre de la entrevistadora, la cual de inicio se sentó firme en su intención de develar en verdad un poco del pintor, comenzó:

- Primeramente, una servidora, al igual que todos los que estamos aquí presentes, agradecemos que hayas accedido a ofrecer esta entrevista ¿Te molesta si entramos de lleno a conocer a la persona que es Virgilio Nungaray? Desde luego, yo formularé las preguntas y Tú estarás en posición de contestarlas si así lo deseas, o en su caso expresar tu voluntad de que algo quede en secreto.- Dijo Anna. Virgilio estaba cómodamente sentado, con una mano en el rostro, su mirada se hallaba perdida, nadaba entre su propio fuero. Contestó con su voz grave.

- Quiero también hacer una aclaración por parte mía, y creo que con la aclaración empezamos con las respuestas. Tu pregunta fue ¿Te molesta si entramos de lleno a conocer a la persona que es Virgilio Nungaray?, Mi respuesta es que no me molesta. Verás, cada cual se ve revestido de una luz propia, cada cual va envuelto en sus propias cosas, cada quién podría incluirse dentro de la grey de una enorme iglesia en la que se reuniría con cientos que, como él, creen en las mismas deidades, en los mismos sujetos de adoración, sus almas son del mismo tipo, no me extrañaría que sus tipos sanguíneos fueran iguales también. En otras palabras, mira a tu alrededor, observa las pinturas que nos rodean por todas partes, si yo hubiera querido guardarme de los demás, huir de los demás y esconderme de ellos en mí mismo, sencillamente nunca hubiera realizado esas pinturas, cada una de ellas habla detalladamente de mi vida, de mis sueños, y de ese trágico punto en que estos dos mundos se entrelazan para convertirse en una realidad mágica. Me gusta mostrarme, soy un gran exhibicionista que quiere que todo mundo lo vea, cualquiera que camine por estos pasillos sabrá con exactitud donde tengo cada lunar de mi cuerpo, y cualquiera que me vea sabrá la historia de mi vida. He aprendido a no mentir, a ver la falsedad como una herramienta que acaba por matar tu realidad.

Veo por ejemplo a Dalí, con sus poses de genio, que se hacía llamar "El divino", cuando yo en verdad le diría el pobre diablo. Empezó llamando la atención, era excéntrico, rebosaba de ingenio, tenía talento de veras, sin embargo fue forjando poco a poco una propia idea del personaje que llegó a constituir, al grado que terminó convirtiéndose en ese personaje, pudiera ser que en una ocasión quisiera ser un tipo tan normal como el que nos vende las coca colas en la tienda de abarrotes, y sin embargo su propio mito lo forzaba a fingir que él sencillamente nunca querría ser normal, probablemente un día quisiera caminar como cualquiera sobre las calles sin ser tratado como genio, escuchar la plática sin gracia de un compañero que dice estar muy cerca de acostarse con la vecina y que esto resulte interesante sin tener que decirlo surrealistamente.

Definitivamente no me interesa ser un mito, no deseo dar una impresión y que esperen de mí lo lógico que Virgilio haría, pudiera decepcionarlos por haber amanecido radicalmente transformado en otro. Dudo en los cambios drásticos si estos no obedecen a las raíces, esos son los cambios influenciados, los cuales si en el fondo no concuerdan con las raíces, morirán indefectiblemente.

Repito, esta entrevista pudiera no ser necesaria, todo lo que tengo que decirles está en mis obras, detalladamente. Cada quién es como es, y sépase que siempre vendrán a tu lado aquellos que son como tú. Desde que se supo que soy un pervertido, o al menos así me han llegado a catalogar, que te soy franco, tal perversidad existe únicamente en la mente de aquel que me tacha de monstruo, pues para mí todo es natural, y lo natural no puede ser monstruoso, te digo, desde que se dijo que soy un degenerado, han aparecido en mi vida un sinnúmero de pervertidos, amigos incondicionales, y la situación parece abrirse camino por sí sola, no necesito buscar la vida, esta ahí frente a mí y como me gusta, intensa. El secreto radica en que estoy plenamente seguro de querer lo que a diario vivo, por eso se sucede. Igual un santo, se verá rodeado de santos y tentadores, y ambos guardaran su papel en su vida. En sí mi obra no es sino un grito desesperado, comúnmente me siento solo y necesito a mi lado alguien que sea en alguna forma similar a mí, quiero que esos se acerquen y charlemos, a su vez quiero que, al ver ellos mi obra, sepan que no están solos, disfruto enormemente estar compartiéndome con otra persona, por lejana que parezca, adoro ese momento en que uno esta frente a otro y ambos valen exactamente lo mismo, en que dos humanos se merecen.

Disculpa que me haya tomado tanto tiempo en contestar únicamente una pregunta, pero es fundamental que sepas que me puedes preguntar lo que quieras, nada me asusta porque de nada dependo, en todo caso, al igual que mis cuadros, mis respuestas sólo las entenderán aquellos que en el fondo tienen algo que ver conmigo.-

Terminó de decir Virgilio. Durante su intervención movía en sobremanera las manos, casi hablaba con ellas, sus muecas eran una infinita colección de expresiones y su alma una caja por exponer su interior. Con sus ojos abiertos, completamente abiertos y llenos de luz, parecía no mirar a nadie en particular, estaba muy lejos, pero quizá también demasiado cerca que daba pavor. Sin embargo era consciente de sus ojos, miraba fijamente, a Helena particular e insistentemente, después al público. Llamó su atención una chica flaca, de cabello largo y negro, la cual se detuvo a mirarlo, como si ella supiera las palabras que él iba a decir, como si fuese de su misma estirpe. Virgilio pareció haber encontrado el blanco de su cuerpo, en lo especifico era el lunar negro que aquella chica tenía junto a su boca carnosa. La entrevistadora continuó:

- ¿Cómo te definirías?

- Esa respuesta la tengo muy clara, me defino como intimista. Para esto debo comentarte de una cosa que me obsesiona. En cierto diccionario definen como sadismo a la práctica de cualquiera de los actos referidos en las obras del Marqués de Sade. Es maravilloso, no que exista el sadismo, contra el cual me gustaría decir que no tengo nada en contra, aunque no me familiarizo con el dolor cuando no surge de un acuerdo, sino el hecho de que la obra de un autor sea trascendental de esa forma. Si lo ves bien, las obras, pese a que manejan una gran cantidad de situaciones enfermas, todas hablan de lo mismo, del fuego que arde en el pecho de los verdugos de mayor o menor escala, la mutación del dolor y la vejación en placer y poder, hablan de lo mismo, claro que ricamente ilustrado. Mi sueño tal vez sería que existiera un Virgilismo, al cual pudieran definir como lo sucedido en mis obras. Digo que intimista por las palabras que pueden entrar en pugna dentro de ella, intimista de intimar, de intimidar, ambas unidas en esa bella palabra, y es que es natural que intimide a quienes son ajenos a mí, así también lo es hacer intimidad con todos a quienes amo. Quedas unido, perteneces y te pertenecen, nunca más estarás solo.

- ¿Qué es lo que hay en tus obras?-

- Espero que esa pregunta la formules para los demás y no por ti. Mis obras hablan de todo, de la vida, del amor, de la extrema unión, del nexo invisible que se tiende entre las personas cuando éstas se dan cuenta que algo pueden ofrecerse. Yo quisiera ser como un cuerpo gigante del que todos comieran, estar ahí, formando parte de todos en sus bocas, y que lejos de acabar conmigo formaran un amor que los abrazara siempre.

- Eso suena imposible.-

- Lo sé. Pero ahora que lo mencionas, y que yo lo pienso, recuerdo la historia de Jesús de Nazareth. Él hizo lo que acabo de decir, a su manera, y nadie lo comprendió, quisieron pensar que eso no era brutal, que no era una unión salvaje, que nada tenía que ver con esa sangre que de ordinario nos da tanto asco, pero ahora que lo veo, está claro, era una unión carnal, y ésta no fue impura, y sin embargo nadie la siente de veras, quien rechaza la naturaleza sangrienta de dicho pacto no entenderá jamás al Galileo, él quiere fluir en tus venas, y es algo que diario le es impedido. Volviendo a mi tema. El único cuerpo que he alcanzado a dar son mis obras, a muchos estas no les dirán nada, por la sencilla razón que no están hechas para ellos, sin embargo para otros éstas serán un alivio, un descanso, un deseo.

- El arte es un instrumento de expresión universal, y va dirigido a todas las personas por igual, dentro de las cuales a algunas les puede ofender y a otras no. ¿Qué podrías decir si un niño entra indebidamente a ver tu obra?-

- No creo que un niño interpretara debidamente estas obras. Sirva esto para decir que no creo en la inocencia. Vaya, la inocencia como tal no debería existir, la inocencia es para que el perverso se regocije violándola, la inocencia es tristemente un país que no existe, creo en la magia de los cuentos y las fábulas, creo en los fantasmas, creo en las hadas, pero me resisto en creer en la inocencia. La inocencia debe de sustituirse por el aprendizaje, por la toma de experiencias debidamente dosificada de acuerdo a la edad, tus ojos van dictándote tu edad, sólo revirarás rumbo a lo que te interesa, y de lo que te interesa sólo comprenderás aquello a lo que estás preparado. Si el mundo no fuera un asco los niños nunca tropezarían con algo que no debieran ver a su edad, y lo encontrarían justo cuando estuvieran preparados. Pero sabemos que el mundo no es así, por otro lado, un niño no tiene que hacer nada en esta exposición, ciertamente no la hice para ellos. Tengo en casa pinturas de ángeles, de animales, y en esas son los adultos los que nada tienen que ver. Sin embargo un sueño es que los niños tengan a la vista la realidad humana y opinen acerca de ella, siento que tal medida anularía gran parte de la dislocación que tiene la educación. El sexo es, por ejemplo, el proceso más natural del mundo, es nuestro origen, y sin embargo es tachado de impuro, se enseña a los hijos que es algo malo, eso es aberrante.

- De lo que has dicho ¿Podríamos entender que tu arte es, aunque sea en un reducido porcentaje, parte de ese asco del que hablas?-

- Supongo que visto de esa manera así es. Pero esto me motiva a hacer una cosa que regularmente evito, buscar culpables. Siento que lo que no debería de existir es el morbo, el morbo está hecho de malicia, de una lluvia de pequeños- casi- microscópicos juicios y condenas. ¿Tú crees que si el sexo no fuera mal educado como lo está siendo en este instante, si no fuera ese misterio maligno tan celado, ese rubor en la mejilla de la beata, esa culpa de haber eyaculado y olvidarte en ese instante de Dios, mujer y mundo, esa negación de su existencia, sería malo?, A mí me parece que el rumor general te lleva a pensar que el sexo es malo, y en lo personal, no concibo una idea más equívoca. El sexo no es malo, es natural, si da miedo que los niños lo vean es porque uno quiere evitar que descubran demasiado temprano que están destinados a una fuerza tan poderosa. El ser humano es un ególatra, teme a todo aquello que no puede dominar, y es de todos conocido que hasta el más cuerdo se encuentra dominado por su sexualidad. Ante tal cosa el ser humano ha boicoteado al exquisito sexo, le ha inventado nexos con el diablo, ha interpretado que su consecución es un abuso, en fin, el humano le teme, le da pavor, sabe que el sexo es en definitiva una fuerza mayor a las suyas, así separándolas.

- Dices los humanos. ¿Tú no eres humano?

- Por supuesto que soy humano.

- Entonces. ¿Cuál es tu caso?, ¿Temes al sexo?, ¿Lo dominas?

- Ni una cosa ni otra. Lo asimilo, es una fuerza motriz tremenda, acepto su naturalidad, sé que es parte inherente de mí, lo abrazo, lo disfruto, y sobre todo, lo más importante, lo comparto. Te voy a poner un ejemplo. Si yo, frente a esta concurrencia te pidiera que hiciéramos el sexo, no frente a ellos vamos a decir, en casita, tu primer impulso será sin duda negarte, ¿Por qué? Porque te resulta inconcebible que toda esta gente se de cuenta que tú aceptaste tener sexo conmigo, sin el requisito del compromiso, requisito que por cierto tu no inventaste. Observa como se oye, "tener sexo conmigo". Pero analízalo, estás rechazando que te bese todo el cuerpo, ¿Sentirías horrible que te besara los pies, las manos, la espalda, el cuello, la boca, los ojos? Yo más bien pienso que eso se sentiría delicioso, en lo personal preferiría estar recibiendo todos esos besos en vez de estar aquí hablando con todos ustedes. Te estarías negando a que mi cuerpo participara de la fiesta que es tu piel y viceversa, jura que haría mi mejor esfuerzo por amarte maravillosamente, adorando toda tu carne con la más verdadera devoción, reiterando su hermosura. Sin embargo no sucede. ¿Por qué?, Eso pregunto yo ¿Porqué te negaste, porqué preferiste la ausencia de mí a la presencia de mí?. Nadie de los presentes te ofrecerá nada mejor, sólo te juzgaran, y sin embargo es por ellos que te niegas. Te diré entonces que no es culpa tuya, ni de ellos, es el orden de las cosas por el demonio inventadas en el cual hay gente que vale más que otras, por lo que el amor a veces no es parejo. La culpa fue el morbo, la educación dentro del miedo. Solo diría, quien participa de mi cuerpo me lleva consigo siempre, y en mi pecho recuesto el recuerdo de cada compañera. Es tiempo que la soledad vaya perdiendo poder, es hora que se conozcan, los novios a sus novias, el marido a su esposa, el hijo a su padre, es hora de ser menos solitarios. Es hora que la gente descubra que los otros tienen un olor, tienen un sabor, un ritmo, un brillo, una música. La forma de conocerlo estando cerca, repegar la nariz a la nuca del ser amado, percatarse que la saliva huele a una fragancia particular, que las axilas van más allá de los desodorantes, que la gente por dentro también huele, y ese olor es un perfume sutil, es momento que la gente se apropie de ese perfume, que descubra feliz que luego de tener sexo uno huele a la piel del otro, al jugo del otro, Es hora de contar con unos ojos a los cuales mirar sin cansancio, de captar el brillo que pudiera ser como un faro que nos indica aquello contra lo que debemos encallar, internarnos como un colibrí en esa flor que es el iris, pinchando las retinas con una penetración perfecta, etérea, encontrarnos en el fondo del ojo del otro, disfrazados de su alma misma, debemos encontrarnos un pecho en forma de manos cálidas que reciben, de tener un beso siempre a la mano. Es tiempo de repegar el pecho en los otros, sentir el ritmo de su respiración, el ritmo de la respiración, imitarlo, empatarlo, vivir paralelamente sonando iguales, con una sincronía perfecta, hay que escuchar la música que da la voz cuando no dice nada, cuando gime, cuando grita. Pensarán que no es momento para que proponga revoluciones idiotas, es cierto, no debo extender estas cosas en público, son personales, debo más vivirlas que difundirlas. Pero piensen que hay que abolirlo todo, es hora de que un hijo pueda abrazar a su padre y estrecharse en su pecho, y que sienta el contacto con sus orígenes y con su sangre y tierra, que lo abrace febril cuando se sienta solo y el hecho que se amen en ese abrazo no sea malo, que recibir de su padre o de su hijo una caricia no sea una mariconez. Deberían entrar los tiempos en que el novio reconozca ante su novia que le subyugan sus nalgas y que deje de hacerse el espiritual, puede ser espiritual y encima adorar su cuerpo. Es tiempo que cuerpo y espíritu hagan el amor y se entreguen con descaro, es hora de que aquellos a quienes amamos lo sepan, es hora de que eso no sea pecado, es hora de ayudar, es hora de ser un gran pecho.-

Virgilio se mostraba violento, tenaz, su voz era ronca ya, miraba a cada uno de los asistentes, miraba a Helena y le reclamaba con la vista el que fuera una esclava de Julio, miraba a Julio y le parecía un estúpido poniendo cara de que la entrevista era un éxito comercial, le daban ganas de interrumpir sus opiniones y subrayarle su ausencia de poder, le daban ganas de gritarle "No soy un artículo que vendas, pendejo, puedo regalar en este momento cada uno de mis cuadros, pagarle a tus clientes lo que pagaron por ellos y dárselos a la chica de más buenas tetas, puedo reírme de tus cálculos, de tu función de mercader, puedo meterme a tus dominios y robártelo todo, tal vez dejarías de sonreír como un idiota", Pero no lo hacía.

- De lo que dices, que es muy interesante, resaltas mucho la soledad y lo hermoso, háblanos un poco de esas dos cuestiones.-

- Primero de la belleza. Cierta vez vi una película mexicana, creo que la adaptación fílmica de "Marianela", creo que sí. En esta película había un muchacho ciego. Durante su ceguera lo visitaban dos mujeres, una era una prima de él, rubia, con su cintura, sus caderas anchas, sus tetas muy en alto, en verdad simpática, con su nariz respingada, ojos grandísimos, con su boca pequeña que era casi el himno a la simetría, esta lo trataba como un subnormal, lo consideraba una lacra, una carga, y la otra era una enfermera que tenía su cabello negro, ojos pequeños, algo más ancha, de carácter más ligero, más comprensiva, ella le quería de verdad, lo irrisorio es que mientras él está a oscuras le pregunta a la enfermera que cómo es ella físicamente y ésta, al saberse fea, describe una mujer que no es ella, se describe delgada, de nariz pequeña, de cabello largo y dorado como el oro. Sucede que al muchacho le hacen una operación en sus ojos y se fija fecha para que pueda ver, la escena cumbre es aquella en la que él está en su cama con la venda rasgada por un extremo y lista para que se la quite de la cara, a un lado de la cama está la prima y al otro está la enfermera, cuando éste se quita la venda sonríe como loco ante el milagro de la vista, atónito mira a su alrededor, ve a las chicas que están rodeándole y se abalanza sobre la prima, la abraza con fervor y le dice el nombre de la enfermera y le recalca "siempre te imaginé así, eres bellísima", la enfermera se cubre el rostro con sus manos porque está llorando y corre saliendo de la habitación, apenada, decepcionada, con el corazón roto, mientras la prima, feliz de haber hecho infeliz a la enfermera sonríe y de un manotazo se desembaraza del recién vidente. Se preguntaran ¿Para que nos cuenta Virgilio esta historia? Probablemente ya la han visto miles de veces, pero se presta para lo que voy a contarles. La situación que plantea es totalmente absurda. Como saben ya, yo fui ciego completamente durante la mayor parte de mi vida, al igual que el muchacho estuve largos años encerrado en la negrura más ilógica, a diferencia de que, a él lo amaba una enfermera y en mi caso no sucedía así. Cuando eres ciego hay términos que te resultan hasta ofensivos, largo, ancho, dorado como el sol, bonito, feo, etc. Son cosas demasiado abstractas si se les va a imaginar. De la descripción que hace la enfermera él no pudo obtener gran pista, pues los colores y las dimensiones son sencillamente inimaginables, luego la tontería de que se quita la venda e inmediatamente ve. El encuentro con la luz es algo que te sorprende, te toma a quemarropa, cada rayo de luz te tiende una emboscada y entra hasta el fondo de tu alma, en mi caso la luz me embrujó de inmediato, me destinó a pintarla, a imitar sueños, a hacerlos con colores, pero ese proceso de abrir los ojos lleva su tiempo, no es como en la película que inmediatamente ve perfectamente. Bueno, una vez que el tipo veía, mira a su alrededor, se abraza sobre la prima, que efectivamente coincide con lo que todos conocen como una chica hermosa, y le dice que él sabía que era bellísima. ¡Una tontería! no puedes saber qué es bello visualmente si nunca has visto. Igual la estúpida de la enfermera lo pudo haber amaestrado diciéndole que bella era lo parecido a ella. En fin. Yo al igual que ese personaje de la película fui operado de mis ojos, tuve la bendición de que una persona quisiera compartir su cuerpo conmigo, y de qué manera, su donación es un acto de amor que no puedo valuar, estoy en deuda con todos, recibí mucho amor, debo darlo también. El donador fue anónimo, seguramente una persona muerta o por morir, me hizo el amor radicalmente al darme sus retinas. Después de esa operación mi sentido de la vista es como el de todos ustedes, aunque siempre me pregunto si los mismos colores que ustedes ven son los mismos que yo veo, es decir si el verde yo lo viera rojo, no podría distinguirlo, coincidiríamos respecto a su clasificación, pero nadie asegura que viéramos lo mismo. Al ver toda esa ráfaga de luz, primero todo desordenado, el mundo fue para mi durante tres días un sitio amibáceo donde las cosas temblaban y cambiaban de forma, después me corregí. Ya con la vista era distinto. Creía que la soledad era sólo de aquellos que no veíamos. Me di cuenta que la soledad y la infelicidad son más fuertes y grandes de lo que imaginaba. Sin embargo pienso que la soledad es culpa del que se siente solo, hay tantas cosas por hacer, romper con todas esas tonterías que reprimen el corazón y el alma. Yo volví a nacer con la vista, nunca comprendí el orden de las cosas, siempre tan limitantes, tan dolorosas. Hice un sondeo y ya que vi la situación decidí que ese orden en el que la mayoría vive no era aquel que yo quería, y que en vista de que yo estaba por aprenderlo todo, no deseaba aprender a temerme a mí mismo, a suponer que dañaba o molestaba a los demás con mi compañía, a mentir para no estar fuera de contexto, a fingirme alguien que no soy, todo eso decidí no aprenderlo. La soledad es luego un gran mito, un gran enemigo, lo padezco porque de nada sirve que no la cultive si estoy rodeado de gente infeliz. El orden no me sirvió, detesté las definiciones, creé las mías propias, no tolere que me dijeran qué era lo bonito y qué lo feo, y condenar al éxito a lo bonito y a lo feo encaminarlo al fracaso. Lo bonito lo bautizo yo, y lo feo no lo conozco. Todo es bello para mí, menos la falsedad. No quiero prolongar mucho esto, sólo sugiero que sean. Sean de verdad, tal vez un día mire a mi alrededor y no me duelan de ver tanta mentira.-

Virgilio terminó la entrevista, se le acercó mucha gente a seguirle la corriente. Él buscó con la mirada a la chica del lunar, pero no la vio por ninguna parte.

Salió de la galería a pie, sudaba, caminaba deprisa, latía. A pie también lo alcanzó Anna.

- Gracias por la entrevista.

- No tienes que agradecérmelo. Tenía rato que no platicaba de mí. Yo soy quien te da las gracias, me pudiste haber preguntado idioteces y hacerme pasar un rato atroz.-

- Tal vez no me conoces bien.-

- Nada es más cierto que eso-

- Yo no me negué-

- ¿No qué?-

- En lo del sexo.-

VIII

LA OTRA ENTREVISTA

Pasaron dentro de la casa.

- Te siento muy cerca- dijo Anna.

Virgilio no dijo absolutamente nada, le tomó de la mano y la condujo hasta el sillón que tenía cara de diván, se recostó con las piernas abiertas y jaló de los cabellos teñidos de rubio la cabeza de Anna, haciéndola caer casi en rodillas. Ella por un segundo pensó que se trataría de una actitud machista la de Virgilio de colocar de inmediato su boca tan cerca de los genitales, seguramente para exigirle una mamada inmediata. En ese brevísimo y casi incontable lapso puso cara de azoro, en una mueca cercana a la tristeza, sin embargo su cara cerró con amplitud los ojos, pues las manos de Virgilio condujeron la cabeza hasta su pecho, donde la abrazó con ternura ilimitada, y en cada pum pum del corazón le expresaba que no sabía qué pensar. Abría a ella su ritmo. Si ella tan sólo no le hubiera hecho preguntas personales, si no lo hubiese mirado con ilusión, si no lo hubiera seguido a pie, si no hubiera sido franca de tajo, si no hubieran ocurrido esas cosas él aprovecharía de manera rapaz ese cuerpo pleno. Sin embargo, por una parte quería darle de lo mejor de sí, por otra sospechaba que todo ese embrujo momentáneo se debía en gran medida a la magia que había prevalecido en la entrevista. Le sujetó la cara y le miró a los ojos, él estaba violento e irascible, con fiebre en el alma, y ella en cambio miraba con ansiedad.

- ¿Cuantos hombres te han amado?-

- Lo he hecho dos ocasiones, con personas diferentes-

- ¿Te sientes inocente?-

- Esta noche aprendí que no he disfrutado porque he sido inocente. En este momento creo que estoy en la hora y el momento indicado para aprender, para experimentar, para darme cuenta de mi cuerpo. Decías que la inocencia debe suplirse por el aprendizaje oportuno, que una ve las cosas cuando está preparada para recibirlas, y lo que veo ante mis ojos es este tipo de hombre que eres tú, distinto a todos los que hubiera tenido cerca, un hombre de verdad. Me importa la pasión que irradias, me gusta lo que veo pero más aun lo que intuyo, creo tus palabras y sé que no será de ti de quien deba yo decepcionarme en esta vida, me gusta tu vitalidad y quiero sentirla más acá, francamente. Siento que estoy lista, que estoy a tiempo.-

- Tenías razón, me tienes verdaderamente cerca-

Sus voces eran preludio de una reunión muy agradable, pues se escuchaban quedo, casi susurrado, así como se hablan aquellos que no temen estar demasiado cerca de otra persona e incluso tocarla, abrazarla, que los labios al hablar rocen con su orilla la de los oídos, tan cerca que se pueda oler el cuello, que se pueda distinguir que la piel es un tejido tan vivo.

Ella se incorporó y se recostó sobre él, más completamente, de hecho sus mutuos pezones se conocían a través de las ropas, los labios se juntaron muy despacio, detallando el contacto, sintiéndose primero fríos y luego indivisibles. Virgilio sujetaba con sus fuertes brazos el ancho cuerpo de Anna, le tocaba la espalda y las caderas, se sentía blando, contactual, y la mano se deslizaba de arriba a abajo en un movimiento sesgado, tocando con las uñas la superficie de la tela, y ella con sus ojos cerrados sonreía de delicia, a la vez que lanzaba grititos agudos cada vez que Virgilio le mordía la clavícula. El cuerpo de Anna pareció ponerse más pesado al contacto con los labios de Virgilio, esto porque sencillamente estaba desvalida, a expensas. Él le quitó la blusa y el sostén, dejando que cayeran un par de senos grandes y pesados, sería criminal pedirle a esos pechos que se alzaran como banderas, y eso era algo que él nunca esperaría, ante todo comprendía que la belleza de aquellas tetas era así, grande, voluptuosa, las levantó con sus manos y encontró que ese peso era delicioso, pues propiciaba que cayeran sobre su cuerpo restregándose, tocándolo lo más posible. Comenzó a lamer los pezones y estos reaccionaron inmediatamente, pues eran un punto muy sensible en el cuerpo de Anna. La lengua y los dientes hacían hábilmente su trabajo, arrastrando corrientes de éxtasis a todo lo largo de los nervios de ella, tal como si aquel par de pechos fueran de cristal y el contacto de la lengua de él fuesen la pequeña astilla que anuncia que habrá de estallar en añicos, trazando primero una pequeña telaraña en todas direcciones, expandiéndose luego la sensación como un big bang hacia todo el cuerpo, haciendo añicos la cordura, desnudando el rompimiento.

Terminaron de desnudarse y ella tomó con avidez el miembro de Virgilio, lo miraba con asombro, pues creía que los penes eran todos pequeños e inexpresivos, o bien descomunales, para luego encontrarse con este ejemplar tan bello. El encuentro con el sexo es más asombroso para las mujeres que para los hombres, pues las diferencias entre cuerpo y cuerpo son más aparatosas en el genero masculino, dentro del cual existe una variedad sorprendente que va de lo placentero a lo aterrador o decepcionante, de lo cómico a lo pavoroso, además que tal situación se ve enriquecida por el morbo que rodea su funcionamiento, pues una cosa es el ser y otra la manera de ser.

Lo magreó largo rato, tomándolo con ambas manos, recorriéndolo de arriba a abajo sin cesar, colocando saliva en su mano para lubricar la piel, dejando el pene brillante y lustroso, amasándolo en el puño, metiéndolo por entre sus dedos, ora entre el índice y al anular, ora emulando una dona con el índice y el pulgar, jugando felizmente. Se sentó sobre el tesoro y lo fue metiendo lentamente en su cuerpo, dejando que todo su peso encallara en un placer indecible. Bajaba y subía a ritmo lento mientras sus ojos no se despegaban un segundo, al igual que sus labios. Su vulva era estrecha y apretaba como la mano de Vulcano en su período onanista. Ella después se detuvo, y dejó que él, desde abajo cilindrara poderosamente en un vaivén furioso, mientras sujetaba con sus grandes manos las nalgas que se hallaban suspendidas, las abría y las cerraba, las apretaba para gozar de su suavidad y de su peso, matando toda levedad, afirmando la tierra y su carne, las apretaba y experimentaba la hermosura del volumen que irrumpe con la nada, supliendo la ausencia con la extrema presencia, pasando de vez en cuando sus dedos por la tibia hendidura que era ella misma.

Ella se puso boca abajo y él la arribó por la espalda sin dejar de jugar con las carnes, sujetándose de aquello que pareciera delicioso. En el entrar y salir del pene en el coño la inclinación hacía que el tronco del miembro rozara el ano inquieto, lo que enloquecía de verdad a Virgilio, quien para sentirlo mejor dejó la posición de rodillas y echo una pierna sobre las caderas, entrando ahora de lado. Anna suprimió la respiración como si el mundo se hubiese detenido para ver el paso de un cometa, y luego sobrevino ese cometa en forma del flujo caliente de semen que salía despavorido dentro de la matriz de Anna, y clarito sintió que toda esa vida hirviente iniciaba un viaje a fecundar su corazón, al grado de que cuando el esperma rey hizo contacto con éste, ella sólo exclamó un "Ay" que la declaraba completa, llena, satisfecha, y ella pensaba en cosas prácticas como que su precisión al tomar las pastillas anticonceptivas era insuperable y que Virgilio jamás sería un buen esposo, demasiado loco para ser formal y respetuoso de la familia, y por otro lado estaba en ese entonces con el corazón poseído de un amor hasta entonces desconocido, estaba enamorada, pero no requería que Virgilio viviera con ella toda la vida, había un nexo, y le temblaba la mandíbula de felicidad pura, lo tenía en su cuerpo, en su corazón, sin egoísmo. Estaba en ese momento enamorada y sin perjuicio para el mundo.

- Siento algo muy bonito en el pecho- Dijo Anna sofocada.

Virgilio la siseó para que no hablara más, le tomó la cabeza y la volvió a colocar en su pecho, la estrechó como se estrecha un crucifijo cuando se siente culpa y amor por Jesús. Con sus manos quitó un cabello rubio que se hallaba pegado en la espalda y lo colocó en la cabeza, luego rascó la cabellera hasta que ella, la del cuerpo tan aparatoso, quedó dormida como cualquier otra niña pequeña.

IX

HELENA

- No me pareció tan mala-

- No me dirás que estás de acuerdo aunque sea en una palabra de lo que dijo. Ese fulano es un ególatra seductor que no pierde oportunidad de lanzar las probabilidades de penetrar a todo el mundo. Lo único que se puede ver es que no respeta en lo más mínimo las instituciones y el orden. Dime tú ¿Quién creó todo ese orden? Miles de personas, generaciones enteras, siglos de sangre, de tropiezos, han ido sacando a flote cómo deben ser las cosas. Si el matrimonio existe, es porque el ser humano no es lo suficientemente formal para soportar un matrimonio de por vida, si no se instituye se va de pique la especie.-

- ¿Me intentas decir que me soportas?-

- Admítelo, tú en veces me tienes que soportar, no soy perfecto, y desde luego tú menos. Por ejemplo, cuando quieres sugerir que no marchamos bien, automáticamente te tengo que soportar. Pero no tiene caso que riñamos por eso. Disculpa si soy un boca floja, pero es que durante todo el día tengo que guardar apariencias de formal, de erudito, me canso, y luego soportar a Virgilio diciendo toda esa sarta de cosas durante una hora entera. Me da risa la reportera que lo entrevistó, le preguntó puras cosas supuestamente profundas, verás que mañana no le publicaran ninguna de esas respuestas "Reveladoras". Ella debió preguntar lo publicable, es su trabajo. ¿Que le va a decir el editor? "Compañera, infórmeme dónde será la próxima exposición del autor y cuándo se larga de esta ciudad" y ella no sabrá qué responder. No vaticino gran futuro para esa chica. Eso sí, lo fue a corretear, júralo que la muy incauta en este momento se está dejando follar mientras el pintor filósofo le avienta un rollazo metafísico y se lo deja ir por el coño.-

¿Qué caso tendría que yo discutiera con Julio, si es precisamente esa actitud que está tomando ahora lo que Virgilio aborrece? Me diría "Lo que me faltaba es que mi mujercita se ponga del lado del pintorcito revolucionario" luego fingiría que soy una estúpida y por eso no veo las cosas como son, luego me rascaría el cabello como si quisiera congraciarse conmigo para luego recordar que esta noche tiene ganas de tirarme por detrás. No sé qué pensar, no debe decir todas esas cosas, no esta noche.

- No te angusties corazón. No entiendes lo que ese viejo lobo hábil dice entre líneas, pero ya entenderás, con el tiempo entenderás. ¿Te rasco?-

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