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Stag Life 17: Here Comes The Bride (1978)

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Stag Life 17: Here Comes The Bride (1978)

Errata Corrige: Por problemas técnicos no he podido incluir mis propias fotografías de "Here Comes The Bride (1978)", y he tenido que incluir imágenes obtenidas de un preview. Las demás imágenes sí son de mi selección personal. Una disculpa.

Título: Here Comes the Bride (1978)

Dirige: John Christopher.

Título Región 4: Ahí viene la Novia.

Performancers:

Samantha Fox, como Rhonda, la Novia.

Clea Carson, como Jenny.
Heather Young (aparece en créditos como Colleen Anderson)

Erica Havens (aparece en créditos como Karen Havens)
Paula Morton
Vee Summers

David Morris, como Tom, el Novio.

David Christopher

Roger Caine

Richard Stevens

Joey Silvera (aparece en créditos como Joey Civera)

Mike DeMarco

Ben Pierce

Empleado del Mes:

 

Samantha Fox

Reseña:

Dedicado a mi Tía Isabella.

Los recuerdos suelen contarte mentiras.

Se amoldan al viento, amañan la historia;

por aquí se encogen, por allá se estiran,

se tiñen de gloria, se bañan en lodo,

se endulzan, se amargan a nuestro acomodo,

según nos convenga;

porque antes que nada, y a pesar de todo

hay que sobrevivir.

He comenzado esta reseña con unas estrofas de la canción "Los recuerdos" del gran Joan Manuel Serrat, no por azar, sino porque vienen al caso.

En realidad de verdad les digo que en el porno americano no hay una novia más zorra y discotequera que Samantha Fox. Así lo atestigua su apellido de batalla y esta cinta de 1978, que nos coloca debajo del velo de la figura fetiche de "La Novia". Yo me confieso muy vulnerable a esta fantasía, con poquito que construyan bien este fetiche me pueden inducir violentos ataques de fiebre, sudoración intensa, crujir de dientes e incontinencia seminal.

El hilo negro: Esta figura de la novia es una de esas construcciones obligadamente referenciales, es decir, este fetiche sólo tiene sentido con referencia a alguien más, pues la novia no es novia si no lo es de alguien.

Tenemos así que en este mundo existen cualidades inherentes y cualidades referenciales. Por ejemplo, si dices "esa manzana es roja", estarás hablando de algo que le es inherente a sí misma; si en cambio dices "esa manzana es más grande", estarás hablando de una cualidad referencial de ésta, pues sólo puede ser más grande o más pequeña respecto de otra manzana, es decir, con referencia a otra manzana. De ahí el chiste aquél en el que un tipo suspira: "Mi esposa es hermosa", y otro le contesta "Comparada con qué".

Por lo tanto, para lograr una buena novia no basta con que el director enfunde en un vestido blanco a una mujer, sino que necesita construir una situación completa. Debe, por principio, involucrar un feliz o infeliz que la haga de novio, el cual ha de tener sus propias características de personalidad. A veces la ambición es mayor y el director se da la habilidad para construir no sólo la pareja, sino que les inventa familiares, amigetes, padrinos (todos ellos amenazadores de la sacrosanta fidelidad, o fisgones morbosos, o ingenuos que descansan a escasos pasos de la fornicación y no se dan cuenta de lo que ocurre).

Los italianos, específicamente Mario Salieri, es una verdadero ícono de la creatividad mórbida surgida de una sociedad tradicionalista como la italiana. En sus cintas nunca jodes, sino que fornicas; nunca un hombre o una mujer, sino el esposo de alguien más, la esposa de alguien más, la hija de alguien, el hermano de alguien, la protegida de alguien o la empleada de alguien. Su maestría es tal que, con trazos muy sencillos, te coloca en una situación donde el morbo invade todo lo existente: el bien siempre es vejado, las fidelidades traicionadas, el abuso hecho.

Las novias de Salieri son siempre verdaderas joyas, casi sientes en la frente la cornamenta ajena, te disgusta la traición pero tu lado más cabrón te sugiere que si estuvieras cerca de la situación tú mismo le faltarías el respeto al novio de turno, al esposo de turno, a la esposa, al padre. Ni qué decir que Salieri sólo da cabida en sus producciones a actores de talento probado, al grado que, por ejemplo, no me ha tocado ver en cintas de Salieri a ninguna mujer que mame mal. Todas son consumadas tragasables a la escuela de Leslie Bouvee, lo que agrava todavía más cualquier infidelidad porque no sólo engañan, sino que lo hacen de manera profesional.

Por citar algunas novias de Salieri:

Zara Whites, que en Tutta una Vitta (1992) es la novia de Roberto Malone, con quien goza de la noche de bodas mientras su hermana la mira a través de un espejo de doble vista mientras es acosada por un Tío de ambas que es muy culero. La hermana es ni más ni menos que Gabriella Dari. Ambas maman de manera sincronizada, cada una a un lado del espejo en una secuencia espectacular que sólo es superada en belleza por la vez en que el equipo femenino de nado sincronizado italiano ejecutó desnudo una rutina al ritmo de la canción "Traccia II" de Banco del Mutuo Soccorso en las olimpiadas (como esto no ha ocurrido, ni creo que ocurra nunca, esta sincronía de Whites y Dari es lo más bello que hay). El Tío se riega en la boca de Gabriella Dari, quien liba en su garganta y en su lengua la abundante leche del viejo. Escenas más adelante, la rica esposa de Malone le dará las nalgas, furtivamente, a un antiguo amigo, interpretado por Christope Clark, quien le hace olvidar los votos con su verga rinconera, obvio, su hermana lo ve todo y llora de vergüenza.

Julia Taylor, que en la cinta "Napoli (2000)" es la hija de un mafioso buscado por la Interpol. Se está casando con Francesco Malcom y se ve lindísima con su vestido blanco y su velo. Se encabronan por alguna razón. Ella se venga de él jodiendo con un par de amigos que estaban por allí, y luego el mismo novio se suma a la fiesta, mientras el inocente padre de ella canta para los invitados canciones de la tradición napolitana.

La inefable Selen es una novia estupenda en la película "Violenza Peterna (1996)", y hace las delicias de su matador ante la mirada de un fisgón que sabe que aquello es indebido. No confundir, el que le está dando por el culo no es precisamente su marido.

Por último, Jean-Yves Lecastel (en Italia Joe Calzone) es un padrecito católico que consuela a una novia despechada (Vivienne Hadman), esto un par de horas después que la casó, en "Confessionale (1998)". Le llena la boca de verga y la novia es simplemente un encanto. No sé si es práctico que la chupada se encaje dentro del cachete formando una roncha, lo cierto es que la verga de Calzone se dibuja dentro de la cara de la novia dando un espectáculo grotesco pero, ¿Qué no lo bonito de una novia siendo jodida es el contraste de profanación del voto, grosería y pureza?

No todas las novias están tan bien logradas como aquellas de las producciones de Mario Salieri. Repito, es importante que el novio se sienta medianamente herido para que el fetiche sea efectivo, pues si eso no ocurre estaremos ante un acto sexual con disfraz de novia, y no ante la fantasía de una novia. Hay películas como "Teenage Stepmother (1975)" donde se casa Jamie Gillis con Darby Lloyd Raines. Es una boda por lo civil o algo similar, la chica ni siquiera lleva velo, el inverosímil oficiante de la boda (sepa Dios qué tipo de Biblia es la que lee, satánica cuando menos) es ni más ni menos que el chiflado Marc Stevens, quien mal termina de casarlos cuando ya está recibiendo una mamada de la novia. La interpretación de Stevens, haciéndola de taimado retorcido y fundamentalista se adelanta casi una década al estridente Gregory Dark, quien hiciera de estos personajes caricaturescos y bizarros su sello de la casa. Todo es muy sui generis porque al novio le vale verga compartir a su esposa. El "puede besar a la novia" es aquí el "puede magrear a la novia". La escena es efectiva, pero no porque la novia esté bien planteada, sino por otras razones. En la foto, la falda levantada es la de la novia, las manos son las de Gillis, el novio, y el brazo que se extiende hacia la derecha es el de la novia y, en efecto, la mano no se ve porque está perdida dentro del pantalón de Marc Stevens.

Brigitte Lahaie fue novia algunas veces. En "La Perversion de Jeune Mariee (1977)" es una esposa encantadora que cierra su fiesta de bodas en una orgía de tipo iniciático que su flamante esposo le permite. Dado el detalle del montaje, hay que decir que es una de las novias más lindas del porno setentero ¿Algún valiente que se quiera casar?

En "Je Suis a Prendre (1978)", ya llega casada a una casona de campo con hartos jardines, habitaciones rococó, establos, riachuelos y hasta un túnel antiguo, donde poder darle rienda suelta a la carne. La escena en el túnel es de una belleza excepcional, en el fondo un caballo espera pacientemente que su ama termine lo que está haciendo mientras el sol entra con aire estival. Sus encuentros sexuales no son, en estricto, infidelidades porque el marido se los permite también acá (a Brigitte le toca puro marido comprensivo y nada egoísta, en otras palabras, la pareja que uno quisiera tener de vecina), y aun así queda claro que ella es suya.

En "Vibrations (1979)" se casa con un detective; no es muy lograda la escena, pero vale la pena verla solo para ver a Lahaie corriendo, y muy veloz, con unos zapatos de novia con plataforma y tacón altísimo, lo que me hace presumir que si participara en una carrera en tacones (los organizan en México algunas tiendas departamentales y en Europa algunas organizaciones gay) ganaría de manera apabullante. La escena de los novios corriendo, misma que hace honor a que en ese día pueden hacer cualquier ridículo y se les dispensa, es conmovedora. Quizá de la foto no se aprecia, pero créanme, la habilidad de Lahaie para correr en tacones es sencillamente atípica. Imposible no sonreír.

Un ejemplo de que el vestido no hace a la novia, es la cinta "Big Orgy, The Wedding (1997)" donde el vestido blanco lo lleva Aja; le queda tan mal que lo primero que uno imagina es que se trata de un vestido rentado o de utilería.

Llega a un jardín donde están los invitados, y de inmediato empieza la orgía. Al parecer el marido es el peludo y ya para ese entonces monstruosamente gordo Ron Jeremy. Y digo "al parecer" porque no se sabe quién es el novio, la novia se desnuda casi al instante, ora se la coge uno, ora otro, y ella a todos les dice "sweetheart". En la foto anterior, le da una mamada a Ron Jeremy mientras la madrina de arras observa y espera su turno.

Lo que salva la tarde es que Aja tiene uno de los culos más hermosos en el porno universal, sin embargo, la escena da pena ajena dado la impericia del director. A veces hasta se ve que hay un camarógrafo tomando las escenas. Imagino al director chambón escuchando a uno de sus ayudantes "Señor, el pinche Carlos sale dentro de la escena, hay que editarlo". Y el director contesta "¿Para qué? He cambiado el guión y ahora dice que de vez en cuando se ve en la escena el fotógrafo contratado para la boda tomando el video del recuerdo". Los actores voltean todo el tiempo para recibir instrucciones, quedando muy claro que están cubriendo un turno, sin pasión ni la entrega mínimas, en pocas palabras, "más que cine, video", teniendo como único punto de interés la eventual y anecdótica participación de Aja vestida de blanco. Video rascuache al fin.

Recuerdos que volaron lejos, o que los armarios encierran;

cuando está por cambiar el tiempo, como las heridas de guerra,

vuelven a dolernos de nuevo.

 

En "Here comes the Bride (1978)" la radiografía de la novia es completa. Se hace una crónica desde el momento que la pareja se conoce, su noviazgo, su fiesta de despedida de soltera, la boda, y la vida después de casarse.

La cinta es el introducing de Samantha Fox. Ya he dicho alguna vez que esto de aclarar al inicio de la cinta expresiones como "Introducing Samantha Fox" equivale a la madame que le informa a los clientes que llegaron chicas nuevas al burdel. El Cine X tiene esa característica particular de fichar talentos, ir a por ellas, engatusarlas, convencerlas, como una industria proxeneta que se sabe vergonzosa y vergonzante. Los tiempos han cambiado y la industria es más fría; el ser pornstar es a veces un oficio buscado por la actriz, no tanto por las productoras. Hay de todo.

En cualquier caso, Stasia Therese Angela Micula, mejor conocida como Samantha Fox, nacida el 03 de diciembre de 1951, debutaba por allá de 1978, teniendo veintisiete años, como actriz porno. A sus espaldas llevaba consigo la experiencia como bailarina luego de estudiar danza durante la niñez y adolescencia, e incluso trabajó con ese oficio de manera profesional en el circuito de Broadway, llegando a aparecer inclusive como presentadora de televisión. Aunque en "Here Comes The Bride (1978)" claramente se lee que es su introducing, era común que varias películas presumieran esa primera vez. Los biógrafos de esta actriz coinciden en que su verdadero debut ocurrió en el filme Bad Penny (1978), de Check Vincent, e incluso hay quienes afirman que fue ese mismo director quien la reclutó para incluirla en esta última cinta. Otros opinan que su pornonacimiento fue en la película "Odyssey (1978)", de Gerard Damiano, donde ocupó un rol secundario. La discusión puede resolverse de manera salomónica diciendo que su primera aparición en el cine X fue en "Odissey (1978)" con un papelillo que no cuenta por marginal, mientras que ya como reparto establecido surge en "Bad Penny (1978)".

Eran años felices. Los setentas tardíos eran una buena época para tener veintisiete años. El testimonio del estado anímico de Samantha Fox lo tenemos en sus películas. Es en 1978 y 1979 donde toda ella florece, es estrella en asenso y germina por todos lados. Su cuerpo, de escasos metro cincuenta y cinco de estatura, tenía un tórax robusto de donde brotaban un par de pechos pequeños y aciagos, sus caderas eran maternales y maleables, su coño salvaje y de aspecto insondable bajo una selva de vello con carácter. Tenía además esa sonrisa encantadora y una voz inquietante, mirada cálida y curiosa. Su rostro es amplio y hermoso, y hay que ser reiterativo, el epicentro de su belleza es su boca respingona y, sobre todo, capaz y talentosa.

La resaca vendría después, y en el caso de Samantha Fox pegaría duro. En 1978 no podía intuir Samantha que una cantante de música pop atendería a idéntico nombre que el suyo sin que ella pudiera quejarse porque, aunque el nombre artístico Samantha Fox le perteneció primero a la actriz neoyorquina, la cantante inglesa tenía la dispensa siempre válida de que ese es su verdadero nombre o nombre legal, y ahí ni qué decir, viciando lo único que a veces pertenece a las pornstars: su nombre y su mito. La confusión es tal que hay sitios de internet supuestamente especializados como "allthepornstarsstore.com" que al pretender brindar una biografía de Samantha Fox dice: "No confundir con la cantante pop surgida en Inglaterra", y sin embargo, la foto que colocan ahí es la de la pechugona cantante inglesa, mientras que señalan como día de nacimiento el 15 de abril de 1966 (o sea, según ese sitio "Here Comes The Bride" la habría filmado a los once años). El colmo, algunos mercaderes colocaban en las portadillas de los videocasetes la foto de la rolliza cantante británica. En 1978 tampoco imaginaba Samantha que el porno viraría rumbo a una nueva generación de actrices de aspecto escolar y juvenil que la mandarían a una obsolescencia tan instantánea como la que padecen los autos que sufren un rediseño. Al cabo de los años Samantha revelaría que el estrés de trabajar e la industria del entretenimiento para adultos le causaba tal estrés que cayó víctima del alcohol (o sea, primero tuvo la culpa la industria y luego el maldito alcohol, ella nunca). Faltas de respeto por doquier.

Se avecinaban los ochentas y sus cambios, pero estamos ahora en los setentas y la tormenta no era sino una mariposa aleteando en Moscú sobre la mano de una linda chica que la incita a aletear más para verle mejor los colores.

La cinta comienza con Rhonda (Samantha Fox) y Tom (David Morris) tendidos en una alfombra. Miran el álbum de fotos de su boda mientras se calientan junto a una chimenea. Él, viendo las fotos, le hace notar que son una bonita pareja, y le dice a su mujercita linda "Rhonda, me pones tan caliente como el día en que te conocí". El comentario romántico enciende de inmediato a Rhonda, quien comienza a darle una mamada extraordinaria a su marido.

Es posible que cuando se piensa en buenas felatrices la memoria acuda a Leslie Bouvee, Little Oral Annie, Vanessa del Rio o Linda Lovelace, sin embargo, la mamada que ejecuta Samantha Fox es dulce y enérgica, no blandengue, tampoco ninfómana, simplemente una mamada ganosa y entregada: un verdadero don. Los labios de Samantha (que tan bonito sonríen) se convierten en una especie de medusa que distiende su mesoglea para abalanzarse sobre su presa, a la cual engullen con movimientos rítmicos y letales. Si alguien tiene interés de ver a la señora Fox poniendo a prueba su garganta, puede acudir a "Tigress… and other Man Eaters (1982)", donde aquello de "man-eater" es literal, y no refiere a la antropofagia, sino a una modalidad de canibalismo que tiende a matar a punta de desgaste proteico. Es esta capacidad chupativa que incluye a Samantha Fox en el selecto grupo de verguicidas capaces de reducir a la nada cualquier tranca. La escena matrimonial es tan efectiva que a uno le dan ganas de casarse sólo de imaginar que la vida en pareja será así.

Luego de la mamada, Rhonda se tumba en el suelo, y Tom le retribuye con una justa chupada de coño. Luego se le pone encima, en una posición bastante tradicional. Ella no abre las piernas, la escena casi luce como una letra "I" encima de otra letra "I". Habrá quien no encuentre encantadora esa posición, pero según sé, esa posición tan poco vistosa es sencillamente enajenante para muchas mujeres porque condena al clítoris a una copiosa fricción. Ella gime orgásmicamente y él se saca la verga y se riega encima de ella. Tom, exhausto, acerca su verga a la boca de su mujer y ésta le extrae las últimas gotas como un becerro que se amamanta.

Yacen sobre la alfombra y él le vuelve a repetir lo mucho que la adora. Sacan unas copas y se ponen a brindar recitando el típico "Te amo-Yo también te amo". Tom le dice con nostalgia: "Todavía recuerdo como te conocí. ¿Recuerdas tú lo que pasó ese día?". Ella se incorpora, pone una cara pícara que él no puede ver, y contesta: "Sí, sí que me acuerdo".

Y por más que tiempos felices saquen a pasear de la mano,

los recuerdos suelen ser tristes, hijos, como son, del pasado,

de aquello que fue y ya no existe.

Ya desde el primer palito uno puede resentir cuan setentera es esta cinta. Ya por economía o por visión artística, mal empieza una faena sexual el director echa a andar su tornamesa y comienza a sonar una cuidada selección de música disco, y más específicamente, música rica en orquestaciones. La vaguedad de los créditos y datos de producción deja en estado de indefensión a toda persona que quiera saber qué grupo toca qué canción.

A riesgo que se me tilde de obsesivo y subnormal (hay quien ya lo hace), contaré que en mi iPod tengo una carpeta que se llama "Sounds of Vintage Cinema", donde he tenido a bien colocar una selección de aquellos cortes que he extraído de algunas películas y que, o devienen en autorías anónimas, o bien son inconseguibles en cualquier tipo de formato. Los títulos no son los reales sino aquellos que se me vengan en gana y, en vez de precisar el grupo (por lo general desconocido, sobre todo si es soundtrack original), hago alusión a la película de donde los extraje. El plus de estas piezas es que no sólo grabo la canción, sino que incluyo breves fragmentos de la cinta a la que pertenecen. Al día de hoy, la carpeta tiene los siguientes cortes:

  • Neon Nights Theme (de Neon Nights 1981).
  • Corte delirante de este soundtrack original. La canción comparte género con las baladas funky que tan bien lograba el grupo afroamericano de P-funk Parlet.

  • Take me Rhonda (de Neon Nights 1981)
  • Otra pieza excepcional. Típica de las películas de Cecil Howard en su etapa pretenciosa, agresiva y sutil, presagio de lo que décadas después vendería como sonido fresco el grupo "The Rapture". Hablaré de ella en la Stag Life de esa obra maestra que es "Neon Nights (1981)".

  • Lisa´s Brush (de Neon Nights 1981)
  • Frenético. Igual queda para después.

  • Afternoon Desire (de Afternoon Delights 1981).
  • Esta canción es ochentera, bonita, con unas afonías muy cuidadas. Entrañable porque parece un grupo de aprendices muy prendidos. Si a ello agregamos que con esta pieza se musicaliza una escena en la que Veronica Hart (mi actriz preferida en todos los géneros habidos y por haber) recibe las embestidas de Bobby Astyr mientras supuestamente está bajo el influjo de una anestesia, todo ello bajo el morboso lente de Warren Evans, pues su inclusión es obligada. Canción hecha al vuelo, contiene elementos que en el año 2007 le valió elogios al grupo Arcade Fire y su sobrevalorado disco "Neon Bible (2007)", cuya vanguardia ya se había escuchado en esta atípica canción de 1981. Por suerte nadie conoce esta pieza, que parece no haber sido tocada por nadie.

  • A Natural Thing (de Here Comes The Bride 1978).
  • No diré más de este corte porque lo citaré en su momento. La canción es de un grupo que obedece al ridículo nombre de Rice & Beans Orchestra (algo así como la Orquesta del arroz con frijolitos) y se llama "You Got Magic", extraída del disco Cross Over, que es una obra extraordinaria, salvo su último corte que habla de una banana y suena como tal.

  • Claudia Lovesong (de Violation of Claudia 1977).
  • Es una bellísima canción, ideal para amenizar uno mismo un encuentro sexual. Al inicio se escucha el diálogo de Sharon Mitchell y su amante. Ella le pregunta por qué está nervioso, él le dice que lo ponen nervioso las mujeres más grandes. Mitchell le aclara que sólo tiene veintiséis años para luego preguntarle si lo ha hecho con una mujer más grande, el chico dice que no y ella ataja "¿Y te gustaría?". La voz de Mitchell es un poema de dulzura. Durante la canción se escuchan los gemidos. Es muy rupestre, de flauta, con compases de bajo y batería que nos recuerda a algunos grupos de progresivo italiano de venia romántica, como Celeste y su "Príncipe di un Giorno (1976)".

  • Funky Stuff (de Candy Strippers 1978).
  • Su nombre lo dice todo. Es funketo.

  • Incredible Story (de Betrayed Teens 1975).
  • Una música para amenizar una orgía setentera. La voz en off es una intensa sinfonía de bramidos de Warren Evans corriéndose salvajemente.

  • Just Say Yes (de Here Comes The Bride 1978).
  • De THP Orchestra, y se llama "Two Hot for Love", sacada del disco del mismo nombre. La versión incluida aquí es la del disco 12", que hoy llamaríamos single o remix. Hablaré del por qué del título en su momento.

  • Photograph in Bed (de Getting Off 1979).
  • Dulcísima pieza que raya en el progresivo ambient, y que a pesar de ello tiene un ritmo cadencioso. Cadencioso es una palabra que se agradece a la hora de estar cogiendo.

  • Violation Theme (de Violation of Claudia 1977).
  • Extraordinaria pieza que nos evoca al grupo italiano Goblin en su etapa más violenta. Esta canción es muy buena y lamentablemente muy corta.

  • Walk of Desirée (de Getting Off 1979).
  • Es una pieza con la que se musicaliza el andar de Desirée Cousteau a través de la ciudad. La pieza es linda, y al terminar, una chica evalúa el hermoso cuerpo de Cousteau, y una vez que lo hace le pregunta a John Leslie "¿Cómo la ves?", "Es preciosa" contesta, y tiene razón.

Para tener estas canciones lo que hace falta es paciencia para pasarlas a formato MP3, y sobre todo, bastante falta de vergüenza para ponerlas en el estéreo del auto y que a uno no le importe que entre algunas notas se escuche algún gemido que revele su oscuro origen. Por ejemplo, en "Violation Theme" se escucha un bajeo que está a punto de desencadenar una pieza virulenta. La batería y guitarra eléctrica entran en escena después del gemido que lanza Sharon Mitchell cuando Jamie Gillis le encaja la verga sobre una cama de masaje.

Todo esfuerzo en integrar una carpeta de "Sounds of Vintage Cinema" vale la pena, no sólo porque uno tiene acceso a música desconocida que nos alegra el alma, sino porque se vincula a películas que igualmente nos alegran el alma, o algo parecido. Además, y ello aplica especialmente a esta película "Here Comes The Bride (1978)" –que es por mucho una de las películas más Disco de la historia del porno-, si te familiarizas con la música, y vuelves a ver la película ya teniendo el soundtrack bien memorizado, la película se disfruta en dimensiones que van mucho más allá de lo visual y se convierte en un deleite. Ni pensar que la película saldrá en Dolby 5.1. o en Blue Ray (quizá Neon Nights, por su relevancia, lo haga, pero no el resto de miles de títulos que faltan), así que la tecnología extra vendrá de la mano de nuestro oído y memoria musical, que enriquecerá la experiencia a punta de inferencias cerebrales y evocaciones.

Rhonda recordaba el día en que conoció a Tom. Ella venía de recoger un periódico y se dirigía a su casa a través de las dunas de nieve que había fuera de su edificio. Tom estaba ese día quitando la nieve con una pala. Rhonda cae encima de la nieve en forma por demás estúpida y Tom se ríe de ella, pero acude a ayudarla. Al intentar levantarla pierde el equilibrio y cae, muy casual él, encima de Rhonda. Vuelve a intentar alzarla, pero vuelve a caer, esta vez sobre la nieve. A la tercera la logra poner en pie. Ella le da las gracias y él le lanza un piropo del tipo de: "Siempre estoy listo para ayudar a una dama tan hermosa como Usted".

Algo en el clítoris de Rhonda le dice que ahí hay un posible novio, así que se vuelve y le dice que si no quiere tomar chocolate caliente. Tom no se la piensa dos veces y la sigue.

Ya dentro del apartamento de ella se ponen a platicar. Ella dice tener una vida aburrida. Él la abraza por detrás y le toquetea levemente las tetas y le dice que él podría poner algo de acción para combatir ese aburrimiento. Ella se aparta como gata esquiva y le dice que le perdone, que no puede. No es que no le guste, explica, sino que se está guardando virgen para su marido, y por eso no puede acceder a entregarse.

"De verdad eres muy virtuosa" le dice David Morris a Samantha Fox. Morris se marcha no sin antes pedirle el número telefónico a Fox, quien con una vocecita de una Marilyn Monroe preñada le dice: "Por favor llama". "Seguro que sí" parece decir el rostro de Tom.

Él sale del edificio, dos tipos van entrando (David Christopher y Roger Caine). Casi chocan. Tom con paso de enamorado. Los dos tipos con un andar de gañán. En la siguiente escena ellos están en la cocina de Rhonda. Ella les recibe con afecto y les da la buena nueva: "Hoy he conocido a un chico que me parece un buen hombre como para casarme con él, así que venga, que una vez que me case este cuerpecito será nada más de él". Así de simple y radical es el cambio: de virtuosa brinca a ninfómana. "Ya vuelvo" les dice a los dos gañanes, quienes comienzan a desvestirse mientras hacen bromas acerca de lo obsoleto del matrimonio, la fidelidad, y la pendejez del novio recién encontrado.

Rhonda regresa vestida únicamente con ropa interior, y lleva puesto unos ligueros que le dan una imagen burdelesca. Se tiende sobre la mesa y comienza a chuparle la verga a Roger Caine, mientras que David Christopher la mama a ella para después metérsela. Para estos dos, Rhonda no es sino una puta, una nalga a la cual atravesarse, no les importa lo que ella sea. La joden bonito. Rhonda se coloca en posición de perrito y Christopher la embiste por atrás, azotando las nalgas con sus caderas, haciéndolas temblar. Lo que para muchos es un defecto (que las nalgas se zangoloteen de aquí para allá cuando las están jodiendo) para mí es un rasgo de realidad encantador. Hablando por mí, las nalgas me gustan algo temblorinas; las de gimnasio me ponen algo nervioso. Bajo esa perspectiva, se entiende por qué las nalgas de Samantha Fox me parecen excitantes. Entretanto, mientras es penetrada por la espalda, Rhonda le da una mamada de aquellas al pobre de Roger Caine, quien hace tantas muecas que pareciera que ha metido el pito en un sacapuntas. Termina por venirse en la boca de Fox.

Durante todo el follamén ha sonado la insoportable canción "Scotch Machine" del grupo discotequero francés Voyage.

La escena se pone borrosa. Todo estaba en el recuerdo de Rhonda. Se acordaba del día en que se conocieron, sí, pero había mucho más, una vida secreta y paralela de placeres. La virginidad obviamente era inexistente.

De ahí se pasan a otros recuerdos de cuando eran novios. Están en un autocinema. En el asiento de atrás está una pareja de amigos, interpretados por Erica Haven y Richard Stevens, quienes no pierden el tiempo mirando la película. Haven le está dando una mamada a Stevens, quien gime como un prisionero, sin importarles que en el asiento del frente se escuche su intimidad. De hecho, en el asiento de adelante está Tom y Rhonda. Tom quisiera estarse cogiendo a Rhonda, pero ésta, en un gesto de absoluta perfidia, le prohíbe que la toque en salvaguarda de su doncellez, limitándolo en nombre de la bendita virginidad que será suya una vez que se casen. Tom está muy caliente, y más lo está porque la película es cachonda, y sobre todo, porque a escasos centímetros hay un par de amigos dándose un verdadero agasajo.

Rhonda sale del auto, supongo que al baño. Tom se queda sentado con su soledad. Con una mano sostiene un bote de rosetas de maíz, y con la otra empuña su verga. Aprovechando la abundancia de estímulos que crean una atmósfera masturbatoria, decide poner fin a su ansiedad.

Mientras tanto, Rhonda va de regreso al auto cuando el solitario Joey Silvera, quien se dice plantado, le invita a pasar a su coche para fumar un churro de marihuana. Rhonda no se hace del rogar y, sin que Silvera pida nada, le empieza a dar una mamada ahí mismo, a escasos coches de su prometido. Silvera se corre con cara de no creérselo.

Rhonda llega a su auto. Explica que se ha tardado porque el baño estaba ocupado. Su habilidad para mentir es patológica, la verdad; su culpa, nula. Le pide a Tom que le comparta de las rosetas de maíz. Se echa un bocado y exclama: "Mmmmmm, estas rosetas saben deliciosas". Se sobre entiende que el aderezo que las ha vuelto irresistibles es el esperma de Tom. No me pregunten bajo qué argumento vertería yo mi semen en unas palomitas de maíz, pues yo no encontraría razones, pero al parecer a Tom le pareció razonable, y por lo visto a Samantha Fox también.

De ahí vuelven a la alfombra inicial. Tom, ingenuo por naturaleza, le pregunta a Rhonda por su fiesta de despedida de soltera. En "Sounds of Vintage" el corte "Just Say Yes", empieza desde aquí:

-Cariño, nunca me contaste cómo estuvo la fiesta.

-Puedo decirte que estuvo salvaje, realmente salvaje… (wild, reeeeeeally wild).

Aparece entonces la escena donde están las amigas diciéndole a Rhonda que le tienen una gran sorpresa. Rhonda se autoalburea alrededor de la palabra "gran" (Big, en inglés). Se escuchan aplausos y el sitio de la fiesta se ve invadido no por bailarines ni desnudistas, sino por los amiguetes de Rhonda, o de sus amigas, qué se yo. Sus diálogos son oro puro, pues no hay frase que no lleve sembrada la semilla del acoso sexual.

Apenada, Rhonda dice ante la sugerencia de una posible orgía –Hay amigos no sé qué decir…

-Entonces di "Sí"…- dice una de sus amigas.

Un amigo es más explícito: -Di que sí, o mejor aún, di "quiero coger"…

¡Faltaba más! Empieza a sonar el ritmo cogelón de la pieza "Two Hot for Love" del grupo THP Orchestra. El ritmo es orquestal y con percusiones latinas. Difícilmente podría otra canción ser más adecuada. Dan ganas de bailar y coger a la vez. La escena es una orgía no muy lograda, pero la canción le da una solidez impresionante. Por alguna razón imagino los sonidos agudos como puntiagudos y los graves cóncavos o redondos. Pues he aquí que el bajeo es redondísimo, redondo como nalgas que montan vergas, como tetas que van y vienen en el ajetreo de una jodienda bien dada, como testículos que rebotan en la divina uve del clítoris. Cada acto sexual en particular no vale la pena, pero ya en bola, y con la música de fondo, se antoja. La música disco, anti intelectual por definición, va directo a los sentidos y a las pasiones más bajas. La escena dura lo que la canción, es decir, cerca de quince minutos.

Al final, aparece Rhonda con una botella enorme, y habla según esto ebria. Vuelve la escena a la alfombra. Rhonda le dice a Tom: "Nunca estuve más borracha que ese día".

De ahí pasan a recordar el día de la boda. De aquí desprendí otro corte de "Sounds of Vintage", una toma que se llama "A Natural Thing". La circunstancia es que Rhonda está en la casa donde va a casarse. Toda novia que porta un vestido, primero se pone la ropa interior de novia. Hay un momento en el que no está desnuda pero tampoco vestida. En teoría se cambia sola, pero a menudo sus amistades más allegadas, o hermanas, o la madre, le ayudan a vestirse. Rhonda está en liguero, apenas con brasier y pantaletas. Quien le lleva el vestido es Jenny (Clea Carson), una amiga suya.

El diálogo que sostienen es belleza pura, no sólo por sus caracterizaciones, sino por la extraordinaria interpretación que con sus voces hacen cada una de ellas. En el corte "A Natural Thing" de mi iPod no las estoy viendo, escucho sólo sus voces, y no miento si digo que me conmueve de verdad. La voz de Jenny es temerosa, la de Rhonda seductora, con un timbre tan norteamericanamente dulce como el de Jackie Kennedy en plena campaña presidencial, habla como ama de casa, pero también como una gatita amante, no alza la voz, pero con su tierno siseo puede proponer las más desenfrenadas perversiones.

Jenny le lleva el vestido de novia.

-¿Sucede algo Jenny?

-No… bueno… en realidad sí.

-¿Qué pasa?

-No sé cómo decirlo…

-Vamos Jenny, puedes contarme a mí, no tengas miedo.

-Te amo Rhonda…

-Oh, Jenny- dice con comprensión cósmica –Sé cómo es eso que sientes.

-¿No te asusto?

-¿Asustarme? ¿Asustarme del amor? Pero si es una cosa natural.

-Rhonda- suspira Jenny –quiero hacerte el amor…

Cuando Jenny termina la hermosísima frase (supongo a todo el mundo le gusta que se la digan, al margen de que uno acepte o no) comienza el bajo acompasado de la canción "You Got Magic" de la sorprendente Rice & Beans Orchestra. Que el nombre de esta agrupación no les engañe, ni tampoco el género musical que interpretan. Escucharlos con detenimiento nos revela que son grandes músicos que simplemente, ya por razones de dinero o de fama, eligieron el género disco para dar rienda suelta a su creatividad. La pieza es rica en matices, y está orquestada bellamente. Puedo decir que Rice and Beans Orchestra es una de las agrupaciones más ambiciosas del género disco. Su obra conceptual "Dante´s Inferno" de 1979, es un trabajo sui géneris (no creo que necesite explicar que un larga duración de música disco que revisa la obra de Dante Alighieri es especial de alguna manera). A menudo se desdeña la música disco porque se asocia con los zapatos de plataforma y las discotecas, que nada tienen de malo. Incluso se piensa que el boom de la música disco fue estrictamente norteamericano. Lo cierto es que las orquestaciones eran todo menos sencillas, y que este género fue expresión de muchos países. Por ejemplo, más de una persona se sorprende al momento en que se entera que agrupaciones como Silver Convention, con integrantes de color y toda la cosa, es de nacionalidad alemana; de hecho, por citar un ejemplo, el éxito "Get Up and Boogie", de 1976, requirió los servicios de la Orquesta Sinfónica de Munich. Luego, los violines, las flautas, las trompetas, las arpas, eran reales… todo orgánico.

El caso es que la pieza "You Got Magic" es espléndida para ambientar el encuentro lésbico entre Rhonda y Jenny. Esta escena es, por mucho, uno de los momentos más hermosos del lesbianismo del porno setentero, y por varias razones: a menudo el lesbianismo parece obedecer a cierta hipnosis en la que los cuerpos de las damas se sienten atraídas dada la nostalgia del varón. En el mejor de los casos, los encuentros sáficos son un tentempié en tanto llegan las anheladas vergas, y en el peor de los casos el encuentro no obedece a razón alguna. Rara vez se muestra lo que para toda lesbiana de fiar resulta obvio: que para gozar se puede prescindir de los hombres. Por lo común, cualquier masaje, roce accidental, o eventual encierro en un mismo cuarto, sirve de pretexto para trenzarse en mamadas y metidas de dedo o cualquier otro objeto, desde velas, zanahorias, dildos, peines, o cualquier cosa verguiforme.

Este momento entre Jenny y Rondha especifica muy claramente su naturaleza. Jenny era invadida por un deseo incontenible por eso que Rhonda es, es decir una mujer y no una promesa de un hombre futuro, la quiere como es, por lo que es. No se acerca dando por hecho que Rhonda la aceptará, sino que tiene miedo de ser rechazada. Una vez que Jenny desnuda su alma y Rhonda la abraza (en cuerpo y alma) con una calidez infinita, minimizando su temor, comprendiéndola, todo está predispuesto para que Jenny, en su debilidad, en su desventaja, en su esclavitud, declare a su ama su intención de poseerla, y Rhonda, cual reina de gran corazón, se entrega a su súbdita que le ha ganado mediante el amor. Ese es el punto: transmiten un pacto de amor misericordioso en el que Rhonda, benevolente, le deja gozar de su cuerpo. Música e imágenes son algo sumamente disfrutable. Durante todo el encuentro Jenny tiene cara de dolor, como quien no soporta tanto placer, como quien ya echa de menos lo que todavía ni siquiera termina. Pierde a Rhonda en manos del novio. Jenny es el corazón roto pero fiel. Terminan unidas coño con coño, bellísimas.

De la boda no hay grandes detalles. Los invitados, en su mayoría, se han cogido a la novia, y el único que no sabe nada es el pobre de Tom.

Se sugiere que vuelan a otra ciudad. Llegan a una habitación de hotel. Tom lleva cargada a Rhonda mientras un botones (Ben Pierce) les muestra la habitación. Tom se mete al baño y deja al pobre botones con la mano estirada esperando su propina. Rhonda consuela al botones que se ha quedado sin propina y justifica a Tom diciendo que está muy nervioso. Rhonda le da la propina al botones: se alza el vestido y deja que el acomedido empleado le dé una mamada en el coño. Ni siquiera en la alcoba de la luna de miel le puede ser fiel a Tom.

Tom pregunta desde el baño si ella está ya lista, y ella, que ha estado recibiendo los lengüetazos del botones, parece estar lista ya. Tom sale del baño y Rhonda tiene que ocultar al empleado debajo de su vestido de novia. De manera inverosímil Tom carga a Rhonda sin darse cuenta que el botones estaba en sus enaguas. La tiende en la cama y ahí se la coge, por fin la "desvirga". Entre tanto, el botones está junto a la cama, masturbándose con los gemidos de Rhonda.

Vuelven al presente, están de nuevo en la alfombra.

-¿En verdad eras virgen cuando nos casamos?

-Sí, me guardaba para ti.

-Me da pendiente dejarte sola tanto tiempo. Mañana tendré un día difícil en el trabajo y no podré venir a comer.

-Yo también tengo muchas cosas que hacer. Quedó de venir el lechero a cobrar. Va a venir un fontanero a arreglar la tubería.

-¿Amor? ¿Soy el único hombre en tu vida?

-El único. Por cierto, me acordé que también debo ir con mi dentista para que me diga si mi boca está bien.

Apagan la luz. Dada la forma en que mama Samantha Fox, se puede uno imaginar la forma en que el dentista supervisará la salud oral de Fox, y cómo cobrará el lechero, y lo que reparará el plomero. El pobre de Tom se ha casado con una puta bien hecha. "Puta la novia, puta la esposa" dirían los italianos. Una cosa es cierta, a Tom no le va a faltar mujer, aunque lo malo para él es que a su mujer le alcanza para toda la ciudad.

Entre tanto, que se avenga a la fidelidad ingenua. Michela Marzano en su obra "La Fidelidad o el amor al desnudo" dice: Así, la fidelidad, aun estando libre de obligaciones, probablemente, no pueda liberarse de la unicidad del espacio compartido. Creer que podemos ser fieles a varias personas a la vez equivale, en el fondo, a intentar mirarse en un espejo roto. Equivale a simular que los otros pueden ayudarnos a estructurar nuestra fragmentación interior. En realidad, a partir del momento en el que los demás no representan más que una pieza de un puzle, no sólo no pueden ayudarnos a reabsorber esta fractura, sino que contribuyen a reforzarla, hasta la ruptura definitiva del vínculo. Sólo nos deja exhaustos la búsqueda sin fin de la novedad, ya que en este tipo de búsqueda no hacemos más que reproducir, con diferentes personas, los mismos gestos, sin darnos cuenta de que estos gestos sólo pueden ser diferentes con las mismas personas. Éste es el sentido de la fidelidad: un proyecto que se desarrolla en el espacio del encuentro; un proyecto que hace posible la intimidad de la pareja; un proyecto enraizado en el presente, sin negarse a rechazar la llamada del porvenir por temor al cambio". Pobre Tom.

Pero los recuerdos desnudos de adornos,

limpios de nostalgias, cuando solo queda

la memoria pura, el olor sin rostro,

el color sin nombre, sin encarnadura,

son el esqueleto sobre el que construimos

todo lo que somos, aquello que fuimos

y lo que quisimos

y no pudo ser.

Samantha Fox fue estrella. Lo sigue siendo, pero quizá no lo sabe. A inicios de los setenta, orillados por el miedo a la censura, se creó una variante del género mondo (surgido a raíz de la cinta italiana "Mondo Cane (1962)" de Paolo Cavara, Gualteiro Jacopetti y Franco Prosperi, que en onda documental pretendían mostrar lo bizarro que el mundo puede llegar a ser gracias a la presencia del hombre) en el que se mostraba de manera seudo documental la variedad sexual del mundo, sus excentricidades y contradicciones; todo era un simple pretexto para intercalar, como quien no quiere la cosa, escenas de sexo explícito, y tantear si los censores rezongaban o no, y en éste último caso, animarse a producir cintas con cada vez más contenido sexual explícito. Esta tradición tuvo manifestaciones más abiertamente mercantiles en documentales que pretendían que el público diera un vistazo al mundillo porno, intercalando algunas escenas de hardcore. La fórmula era exitosa, por un lado, se hacía asequible la industria, e indirectamente se promocionaban las cintas cuyos fragmentos se intercalaban.

Un par de ejemplos de este tipo de trabajos fue el filme "Behind the Scenes of an Adult Movie (1984)", que es un documental animista donde el entrevistador es el propio Ron Jeremy, donde se repasa la cuestión de los castings, tan popularizados al cabo de los años por la firma Private, y se escucha la opinión de algunas actrices. En Europa, un trabajo similar fue "Exhibition (1975)". Otro ejemplo es "Fallen Angels (1985)", documental hecho bajo encargo de un grupo conservador, que endilgó la tarea de hacer una muestra desanimante y desmoralizadora respecto del porno al confundido Gregory Dark.

En "Behind the Scenes of an Adult Movie (1984)", entrevistan a dos luminarias de aquel entonces y de siempre: Samantha Fox y Veronica Hart. Me abstendré de hablar de la señora Hart porque tengo mucho que decir y cualquier exposición a medias me parece una falta de respeto.

El lenguaje corporal de Hart y de Fox ante las preguntas es absolutamente opuesto. El de Hart es titubeante, como si enfrentara las preguntas y reconociera las innumerables contradicciones de cada respuesta, pero mirando siempre de frente; Samantha Fox, en cambio, expresaba sus respuestas con una lucidez inusual, como si tuviera previamente analizadas cada una de las preguntas, pero siempre evitando el contacto visual con el entrevistador o con la cámara, si acaso, de vez en vez volteaba a ver a Hart, como para obtener su complicidad.

En este documental, se les pregunta cómo fue que se adentraron en el porno. Samantha Fox cuenta que ella acudió atendiendo un anuncio que había visto en donde se solicitaban modelos. Llegó llena de ingenuidad al lugar del casting y ahí se le informó que el modelaje de la compañía incluía desnudos y actos sexuales. La cara expresiva de Fox la hace una gran conversadora, pues te transmite las emociones que experimentó mientras sucedían aquellos momentos que te cuenta. Al hablar de cómo acudió al anuncio su rostro muestra entusiasmo, como si fuese a pedir trabajo en ese instante. Luego cuenta la aclaración de que el modelaje era sexual y pone cara burocrática, y de ahí da paso a un rostro de profundo desencanto, justo como el que debió poner en aquella entrevista que refería. Incluso enmudece su respuesta tal como seguramente enmudeció en el casting. Comienza a contar que de inmediato se le habló de las cosas buenas del negocio, que sería una estrella y que ganaría mucho dinero, y cosas así. Cuenta que ella dijo que lo pensaría, pero que tenía que consultarlo con su marido. El reclutador le dijo, "Bueno, anda ve y piénsalo, coméntalo con tu esposo y luego nos dices".

La historia nos revela que dijo que sí. Si bien en "Here comes The Bride (1978)" Fox es la pérfida novia de Tom, pareciera que en la vida real era una mujer muy distinta. Su explicación de que debía hablarlo con su esposo nos habla de ella misma y de la era en que le tocó vivir. En aquel entonces no existían los reality shows, no al menos como los conocemos, pero este tipo de momentos inusuales son los que darían mucha tela de donde cortar: La esposa que llega de la entrevista de trabajo y le cuenta a su esposo que se trata de pornografía.

Me confundo aquí porque no tengo datos exactos de la identidad de la pareja de Samantha Fox. Un indicio que tengo es el contenido del artículo "Apuntes para una pornoenciclopedia" aparecido en el periódico El Nacional, de México, donde el autor, el divertido Naief Yehya, resume a Fox en unas cuantas líneas: "Samantha Fox: Destacó en papeles donde se combinaba la ñoñería con el mal. Participó en muchas comedias porno a lado de su pareja Bobby Astyr. Entre sus virtudes estaba la de tener un don especial para la seducción. Sin embargo, su físico difícilmente podría ajustarse a los cánones del cine porno actual; era bastante floja de carnes, y sus senos no eran muy grandes". Eso de que su pareja era Bobby Astyr cambiaría por completo este momento reality, aunque quien sabe, hay actores porno que no permitirían que su mujer se mochara con otro hombre, pese a que ellos se ejecuten a un número indeterminado de actrices, por ejemplo, el triste caso de Kascha y Francois Papillón, él era un golfo, pero ella sólo filmaba escenas hetero con él, ¿Resultado? Una actriz predecible y de exótico aburrimiento.

En el mismo documental hay otra parte en la que tanto Hart como Fox expresan lo que significa para ellas el estar en el porno. La explicación de Fox suena un tanto a justificación, mientras que Hart es más aterrizada al decir que es un juego de aprovechamientos. Samantha Fox protagoniza una diatriba en la que construye una teoría del aprendizaje en la que ella aprende de los demás y los demás de ella, y el público también, entre líneas se esfuerza por aclarar que el sexo es algo muy personal, lo cual es un tanto raro de escuchar en una pornstar, para luego aclarar que muchas de las cosas que hace frente a las cámaras no las haría nunca en su sexo cotidiano, y que se atreve a pensar que es el personaje quien lo hace y no ella, en un ejemplo fabuloso de disociación clínica. Al final de esta intervención por fin se digna a mirar a la cámara y dice: "¿Qué voy a decirles? Soy un símbolo sexual, eso es lo que soy", y se toca el cabello de manera coqueta, clava los ojos a la cámara como demostrando que ella es más fuerte que cualquier mirada invasora.

Las contradicciones, latentes desde aquellos años de gloria, vinieron a descarrilar en el futuro. La misma Veronica Hart declararía en una entrevista (desconozco la fecha en que se realizó pero supongo data del 2009 porque le preguntan si le pone caliente el recién electo presidente Obama) dada a Rachel Arief lo siguiente:

RA: Hablemos de porno legendario. Aparte de "The Opening of Misty Beethoven", otras dos películas esenciales son "The Devil in Miss Jones" y "Deep Throat". ¿Qué opinas de ellas?

VH: "He visto ‘The Devil in Miss Jones’, pero nunca he llegado a ver ‘Deep Throat’ entera. Una de mis mejores amigas es Georgina Spelvin, que protagonizó ‘The Devil in Miss Jones’. También trabajé con Harry Reems en su film de ‘comeback’, ‘Society Affairs’. Yo era su fluffer en esa película, debía asegurarme de que mantuviese las erecciones. Harry tenía problemas para que se le pusiese dura, y yo hice cualquier cosa para que la película saliese adelante". (Risas)

RA: ¿Harry no es un renacido en Cristo en la actualidad?

VH: "No lo sé. Es agente inmobiliario en Park City, Utah. Él nunca quiere tener relación con la gente de nuestro negocio, pero sé que aprovecha su fama como Harry Reems".

RA: Harry tuvo problemas con las drogas, y creo que citó ese motivo como una de las razones por las que decidió meterse en la religión.

VH: "Es como el caso de Linda Lovelace. Es divertido, porque Linda odiaba sus conexiones con la pornografía, pero era siempre la gente del porno la que acudía en su ayuda cuando tenía problemas".

RA: ¿Piensas que Linda Lovelace mordió la mano que le daba de comer?

VH: "Sí, sí, sí. Annie Sprinkle la quería mucho y realmente siente por ella. Piensa que fue una víctima. Pero Linda fue una víctima y permaneció siendo una víctima. Hay personas que se sienten muy cómodas en ese estado, y no quieren hacer nada para solucionar sus problemas".

RA: Cuando Linda Lovelace inició su campaña anti-porno con aquellos libros que escribió, acabé harta de leer sus historias acusando a todos menos a sí misma. Tenía ganas de abofetearla.

VH: "Es en plan, ‘Estabas allí, lo hiciste, siento recordártelo, pero te gustó’. Yo tuve un problema con Samantha Fox (la actriz porno; no confundir con la cantante) por lo mismo. Samantha y yo éramos amigas. Ambas fuimos estrellas en la misma época. Pero no me di cuenta del problema con el alcohol que tenía en aquella época. Lo ocultaba muy bien. Un día fuimos al programa de Phil Donohue juntas, y tuve que defenderme de ella en TV por formar parte de la pornografía. Nunca pensé que me atacaría en un programa de TV. Tuve ganas de decirle, ‘Bueno, mientras te comía el coño, no parecía que te sintieras incómoda’. Pero no lo dije. No quise rebajarme a ese nivel. Aunque sí le dije: ‘Samantha, nunca en mi vida habría soñado que tendría que defenderme de ti’. Y ella replicó que yo estaba tratando de crear polémica".

RA: Así que ahora ella es anti-porno…

VH: "No sé lo que es. Lo que está claro es que no quiere hablar de ello y no quiere verse involucrada en ello. Creo que es mucho más adulto decir, ‘Sí, esto es lo que decidí hacer entonces. No es algo apropiado para mí ahora. No es lo que hago ahora, pero sí, es lo que hice entonces, y estaba feliz con ello’. Me pone enferma toda esta gente que aparentemente lo pasaban bien, ganaban dinero haciéndolo, y de pronto, de la noche a la mañana se vuelven contra la industria y dicen, ‘Fui forzada a hacerlo’. Y no es cierto. Nos hace quedar mal a todos los demás (Risas). Parece que todos seamos víctimas, y yo NO soy una víctima".

El hecho de que yo opine que Veronica Hart es una señora en toda la extensión de la palabra no me hace volverme contra Samantha Fox, se les aprecia y respeta a las dos. Quizá ambas se buscaron en el porno pero sólo una de ellas se encontró, no lo sé. Según parece la vida es un todo donde deben caber nuestras tonterías y nuestros aciertos, y al final del día uno puede sonreír de haber vivido lo uno o lo otro. Lo cierto es que nuestras decisiones presentes no deben ser excluyentes de nuestro pasado, ni para nosotros ni para los demás. Da pena que en documentos tan referenciales como la Adam Film World Guide 1997 (que tengo la suerte de poseer luego de haberla comprado en un tianguis de usado en el equivalente a dos dólares) excluyan a Samantha Fox de la lista de 100 actrices más significativas del porno, lo cual es contradictorio luego de que en su lista de cien mejores películas incluyen una decena de cintas protagonizadas por Samantha. Un hielo ridículo, a mi forma de ver.

Escribir esta reseña me ha tenido en constante reflexión. No soy yo quien para juzgar a Samantha Fox por rasgar sus vestiduras respecto del porno, si acaso, para no ser ingrato lo conducente es quererla, agradecerle los buenos ratos que me ha hecho pasar. Revisar la música disco, tan omnipresente en esta película me llevó también por los rincones de mis recuerdos más tempranos, cuando en casa de mi abuela me escondía en el prohibido cuarto de mi tía Isabelle y ojeaba su colección de acetatos de música disco. Recuerdo haber visto en esa modesta pero sustanciosa colección, obras de Silver Convention, Bootsy Collins, Donna Summer, Stevie Wonder, un disco en vinil rojo del grupo Meco reinterpretando la música de Star Wars, entre otros. Eran tiempos de inocencia en los que veía yo la portada del disco de Village People y pensaba yo que eran sumamente viriles, el que más, el disfrazado de obrero que mordía un destornillador pelando los dientes.

Sobre todo, la figura de Samantha Fox me acerca de alguna manera a mi tía Isabelle, postrada en cama desde hace un par de meses víctima de un derrame. Mi tía Isabelle es lo más cercano a Farrah Fawcett que tengo, tuve y tendré en mi familia. Oveja negra oficial, su único pecado fue ser muy reventada, su oración de siempre fue darle gracias a Dios por ser viernes y prepararse para ir a bailar comiendo mandarinas hervidas para luego beber agua fría y poder portar una voz ronca y sensual fruto de una garganta destruida. No estoy yo para contarles que la desgracia en que ella ha caído en estos últimos meses es interpretada, en algunos sectores conservadores de la familia, como una especie de castigo merecido por haber sido tan desordenada.

El orden es relativo, el desorden también, y uno y otro son relacionales, no inherentes. Su desorden era escandaloso dada la convicción católica de casa de mi abuela (mi abuela había formado parte de las Guerras Cristeras) y atentaba contra el plan esperado de que se casara y tuviera hijos y trabajara como toda la gente. En resumen, mi tía Isabelle terminó por redimirse, se casó de blanco como Rhonda, tuvo un par de hijos. Todo su presente y futuro giran en torno a esa nueva Isabelle, y nunca se habla de su pasado disco, tan incongruente con su nueva vida. Samantha Fox y ella se parecen en algo, quizá en que han guardado en un cajón fracciones enteras de su pasado. Lo inadecuado no le quita lo real a las emociones sentidas en la transgresión y la censura siempre es ajena.

Me haré tiempo para ir a ver a mi tía Isabelle a la ciudad en la que vive, buscaré estar con ella a solas, le llevaré unos cuantos compactos de música que yo mismo le grabe, le presentaré mis respetos y le diré cuanto admiro que una tía mía haya sido reina de una pista de baile, le diré que es lo más parecido a Farrah que tengo, y que eso me enorgullece. Como una Amelie del Mal le contaré, sobre todo, que sé de buena fuente que Dios es una enorme bola de espejos que reparte destellos en todas direcciones mientras la gente baila debajo justo como puede y mejor le sale, porque antes que nada, y a pesar de todo, hay que sobrevivir.

Después, inflexible, el olvido, irá carcomiendo la historia;

y aquellos que nos han querido, restaurarán nuestra memoria

a su gusto y a su medida, con recuerdos, de sus vidas.

Memorabilia:

Las escenas que quedarán para la posteridad por su combinación de sexo y música disco son:

La despedida de soltera de Rhonda.

El encuentro lésbico de Rhonda con Jenny.

Calificación:

Tres chiles.

Salpicaduras:

Cualquiera de las cintas que se señalan en el catálogo de novias vale la pena. Si esta película ha roto por completo cualquier confianza que se tenga en el matrimonio, y el texto de Michela Marzano no es suficiente para arribar a la conclusión de que la fidelidad puede con el engaño y el desengaño, favor de acudir al antídoto: La película "Charli (1981)". Esta cinta, con todo y que es un porno, resulta extremadamente mainstream, ideal para matrimonios de más de siete años de casados que han perdido la chispa en la cama. Charli (Jesie St. James) está que arde y su marido Jack (Eric Edwards) parece estar siempre enrollado e indispuesto. La escena en la que yacen en la cama Charli y Jack, y que a Jack le dan ganas de cogérsela no por lo que ella es, sino porque tiene visiones en las que cree que su mujer es Arcadia Lake, es muy gráfica. Mientras la penetra, el holograma de Arcadia Lake le pide que se riegue, mientras que Charli le pide "no te riegues". ¿A quién le hace caso? Obvio, a la que le pide que se riegue. Como marido, Jack nada más no concreta una. Incluso Charli rompe todas las reglas al comprar una cinta porno de VCX (el dependiente de la pornoshop dice "ellos hacen el mejor material", el comercial es innegable, sobre todo porque la cinta donde se rinde este juicio de valor también es de VCX). La cinta que Charli compra para revivir la chispa es, ni más ni menos, que "Insatiable (1980)", para regalársela a Jack a ver si así jala: Jack eyacula pronto dado que se la mama Charli mientras ve la escena en que Marilyn Chambers le da la mamada al pendejo de la gorrita beisbolera. Se sugiere que ante tal desavenencia se corre el riesgo de que ambos se pongan el cuerno, Jack con una secretaria sabrosa interpretada por Blondi Brown, y Charli con un amigo del matrimonio. Al final, ambos desisten y salen huyendo rumbo al lecho conyugal, donde se echan un palito ordinario, en un gran finale en el que el matrimonio triunfa. Esta cinta es de la VCX, por lo que, si el empleado del sexshop tenía razón, ésta ha de ser una de sus más tibias producciones. El porno es transgresión y una ventana a la fantasía, pues bien, "Charli (1981)" es la película ideal para un libertino que fantasea con un matrimonio lleno de domingos por la tarde y problemas sexuales.

Mis lectores me piden datos de bibliografía. En el presente texto los datos biográficos de Samantha Fox fueron obtenidos del interesante libro (el más completo y libre de eruditismos que he leído): "Sólo para adultos: Historia del Cine X", escrito por Casto Escópico en 1996 para Editorial La Máscara, Valencia, España. 287 páginas. ISBN 84-7974-150-3. Por desgracia se encuentra hoy fuera de impresión, quizá en Internet se pueda obtener un tomo.

Los textos de Naief Yehya son obtenidos del periódico El Nacional, de México, que durante los años noventa publicó una inusual columna de GARGANTA PROFUNDA donde el autor, valiente, no cabe duda, hablaba abiertamente de pornografía en dicho periódico de distribución nacional y hoy inclinado un poco a la derecha (razón por la que se extinguieron las columnas hermanas GARGANTA PROFUNDA, de Yehya, y SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS, de José Xavier Navar). Nunca pensé que se fuera ofrecer la fecha de publicación de tales artículos, los recorté y los conservo, pero no recorté las fechas.

¡En la próxima entrega "Educating Mandy (1985)"

con Traci Lords y Christy Canyon!

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Mírame y no me toques (V: El Casting)

Mírame y no me toques (IV: Los ojos de Angélica)

Mirame y no me toques (II: Puentes oculares)

Mirame y no me toques (III: Un abismo)

Mirame y no me toques (I: Los ojos de Claudio)

La verdad sobre perros y gatas

Amantes de la irrealidad (07 - Final)

Amantes de la irrealidad (06)

Amantes de la irrealidad (05)

Amantes de la irrealidad (04)

Amantes de la irrealidad (03)

Amantes de la irrealidad (02)

Clowns

Expedientes secretos X (II)

Noche de brujas

Día de muertos

Amantes de la irrealidad (01)

Lady Frankenstein

Expedientes secretos X (I)

El Reparador de vírgenes

Medias negras para una ópera de reims

Una gota y un dintel (II: La versión de Amanda)

Una gota y un dintel (III: La versión de Pablo)

Los pies de Zuleika

Una gota y un dintel (I)

Amar el odio (I)

Amar el odio (II)

Amar el odio (III)