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Cuentos de peep show (4)

en Erotismo y Amor

CUENTOS DE PEEP SHOW IV

Historia de una mano maravillosa.

...el calor era insoportable en aquel salón de conciertos. La espera se hacía cada vez más tensa porque ya lo único que faltaba era que apareciera el grupo principal. En realidad no soy fanático de Lacrimosa, sin embargo valoro que aun acostumbre tocar requintos de guitarra eléctrica en sus canciones. Al entrar al concierto me sentí un poco fuera de lugar. El grupo representa un buen exponente del movimiento oscuro, que a mi forma de ver se basa en la representación de un mundo gótico en el cual todos son vampiros, pero vampiros basados en su acepción romántica. A la entrada vi, por ejemplo, una chica de unos diecinueve años, con un collar con picos en el cuello, con su cabello negro y alaciado, con un escote amplio que dejaba ver buena parte de sus blanquísimos pechos, sus labios pintados con labial negro, sus uñas con esmalte del mismo color, y sus ojos adornados con unas ojeras postizas que daban la sensación de que era una vampiro que no ha comido en días.

Le sonreí y no sólo me ignoró majestuosamente, sino que hasta hizo una mueca de asco. No soy feo, digo yo. Es cierto, tengo treinta años y voy vestido de oficinista, lo cual técnicamente le hace saber que no soy su tipo, sin embargo, mi interior es tan oscuro como el de ella, o mejor aun, mi oscuridad interna trastoca cada aspecto de mi vida. Soy poser pero al revés. Es decir, un poser es aquel que adopta, por imitación o necesidad de aceptación social, una moda o movimiento sin que éstos le sean auténticos. Yo soy un poser, pero al revés, es decir, mi interior es rebelde e iconoclasta, en mi casa pinto y las obras que hago son siempre perturbadoras, escucho música muy intensa y la disfruto hasta la médula, tengo una visión trágico preciosista del mundo y no hay banalidades para mi, tengo mis principios y son en esencia contraculturales, ese soy yo, pero soy poser porque me visto de oficinista para no llamar la atención, para dar esa apariencia de gente normal, por conveniencia o por empleo, por lo que sea. Lo cierto es que esta indumentaria normal no atraería a una chica del tipo que me gustan, y a ser exactos el rechazo de esta mocosa sí me dolió, me hizo sentir obsoleto.

Empezó el concierto y todos enloquecieron. Salió al escenario Tilo Wolf, el vocalista, pálido y casi muerto, ideal para un concierto gótico. La banda toca muy bien, aunque nunca serán una leyenda. Yo de inmediato comencé a disfrutar la música, la masa de la gente, el calor, el sudor. Saltaba y bailaba como mejor podía, por mucho que quienes me rodeaban pensaran que era un estrafalario. La música me gusta, qué se le va a hacer.

De rato mis vecinos de concierto empezaron a incomodarse de mi furor, así que supe que tenía que pasarme a mero adelante, justo donde está la horda más fanática. Había una multitud de manos alzadas mientras que Tilo Wolf cantaba. Entre la multitud me acomodé a lado de una chica muy bajita que difícilmente podía ver al grupo debido a que un gigantón se metió justo frente a donde ella estaba. Yo entré en su auxilio y como pude, y sin que se diera cuenta, desplacé al gigante hasta muy lejos de ella, quien ahora sí pudo ver. El oleaje de gente hacía que eventualmente tuviéramos que pegar nuestros cuerpos, pero yo no quería acosarla, la verdad, así que la miraba lo menos posible, aunque ella podía confiar que yo haría lo imposible porque no la tumbara la multitud.

Una cosa cambió todo. Ella alzó su mano izquierda hacia los aires y pude ver que aquella mano era la mano más hermosa que hubiera yo visto. El tumulto de brazos hacían un bosque en el cual cada mano era una flor, las había de muchos tipos pero ninguna como la de ella. Su mano estaba tatuada desde el codo hasta los dedos, con figuras tan caprichosas que me sentí inmediatamente hechizado por su encanto. A contraluz, aquel mar de brazos y manos me parecía un bosque oscuro en el cual el único árbol vivo era su mano. Me he de haber quedado paralizado y abstraído de mi entorno porque una ola de gente nos atropelló. Caímos al suelo, lo cual puede ser peligroso, y con toda mi fuerza sostuve una bola de gente que nos cayó encima. Yo muy adolorido. Ella intacta.

Aquella situación me permitió vernos a la cara. Dios mío, sus ojos eran tan dulces y tan profundos que así como me quedé viendo su mano, me quedé viendo sus ojos. Cuando me levanté ella me abrazó. Nos apartamos un poco de la muchedumbre y sin hablar le tomé el brazo entre mis manos y lo observé. Era tan magnífico, tan exquisito, tan frágil, que lo memoricé en mi cabeza, lo único que deseaba era estar en la casa acompañado de mis pinturas para comenzar a dibujarlo. Desde luego, mejor aun que eso era irme a la casa con la modelo.

Otra avalancha de gente nos aventó hacia un oscuro rincón, iluminado si acaso por un lejano foco ultravioleta que me hacía visible a mi y a las partículas de polvo de mi ropa, e invisible a ella, vestida toda de negro. Yo quedé de frente al muro, como si estuviese dispuesto a recibir una inspección policial, y ella estaba atrás de mi, pegada a mi cuerpo, como si me estuviese sodomizando. Como la multitud se marchó y ella no tenía trazas de querer despegarse, yo no hice nada para marcharme de ahí, pues me sentía a gusto de tenerla ahí, con su trajecito negro, pegada tras de mi como una lapa, recargando su mejilla sobre mi espalda, abrazándome con sus bracitos.

Para mi sorpresa, ella me apretó aun más fuerte y pude sentir con claridad sus pechitos, y su respiración. Con una mano ella bajó el cierre de mi pantalón y no tardó en salir de ahí mi verga, que estaba ya bien parada. Con su mano tatuada la chica comenzó a sobarme el pene de arriba abajo. Mi verga estaba caliente y sus dedos estaban fríos, de ahí que el contraste me resultara delicioso. Yo era la vida de cara a la pared y ella la muerte masturbándome. Con sus dedos fríos tentó mis testículos y también tomó medida de mi herramienta. Con su brazo derecho me abrazó a la altura del abdomen y empujó sus caderitas como si me tuviera bien atravesado, su mano izquierda comenzó a trabajar, empuñándome la verga y comenzando a agitarla. La tensión del puño era deliciosa, bajaba y subía sin diezmar su presión. Mis testículos se contrajeron. Con su mano derecha bajó a sujetarme de los cojones, estirándolos, provocándome cierto dolor delicioso. Su puño no dejaba de ordeñarme. Su respiración, agitada me daba seña de su excitación. Sin más, se puso de rodillas y se colocó entre la pared y yo, con la boca bien abierta. Le dejé ir la verga hasta la garganta. Su cara tan minúscula avivaba sentimientos primitivos que nunca había sentido. Deseaba traspasarla, abrirla, hacerla más grande. Era una boca pequeña que raspaba mi miembro por todos lados. Yo sentía el calor casi anal de aquella boca que chupaba con verdadera hambre. Los chorros de saliva que ella despedía me hacían dudar que ya me hubiese yo regado en su boca. Al sacar mi verga de la boca alcanzaba a ver, gracias al foco, sus aperlados dientes mordiendo lo ancho de mi cilindro. Con sus dedos jugaba con mis testículos a la vez que lamía de un lado a otro mi pene. Por alguna razón pensé que así maman la verga los cervatillos. Le tomé de la barbilla y recibí el suave tamborileo de su yugular. Con mis dedos recorría los labios distendidos que se abrían con el ancho de mi verga. Bajaba la vista y el foco ultravioleta sólo dejaba ver muy poco de ella, era como si fuese la oscuridad la que me estuviese haciendo este trabajo con la boca. Mi verga se puso tensa y comenzó a reventar en chorros y más chorros de semen que se depositaban directamente en la garganta de la chica de la mano tatuada.

Con la boca hacía ella una especie de vacío que terminó por hacer dolorosa la eyaculación. Tilo Wolf gritaba "Half Mitch. Half Mitch." . Pruébame, pruébame. Yo estaba del todo sudado. Me guardé la verga y busqué a mi compañera. Había desaparecido. Por un momento pensé que se trataba de una vampiro que en vez de comer sangre comía semen. No me importó el resto del concierto. La busqué sin cesar, no la encontré.

Sin embargo persistía mi sed de pintar ese cuadro en el que las manos son un bosque y la mano de ella la flor esencial. Pero el mundo es muy pequeño...

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